Historia económica de Argentina
La historia económica de Argentina se encuentra marcada por la inestabilidad y la falta de consensos en el modelo económico a seguir. Luego de la consolidación de la nación a fines del siglo XIX, se impone el modelo agroexportador a comienzos del siglo XX. [1] Con la crisis de 1930, se da inicio al modelo de industrialización por sustitución de importaciones (ISI) que se mantendría con algunos cambios hasta el golpe militar de 1976 que liberalizó la economía. Desde los años 1940 la economía atraviesa por lo que el economista Marcelo Diamand denominó el "péndulo argentino", alternando etapas expansionistas (que apuntan al consumo interno y la industrialización) con etapas ortodoxas (donde se apunta al orden fiscal y la producción agropecuaria).[2] El hecho de que el país partiera de una posición privilegiada a comienzos del siglo XX y no haya logrado desarrollarse económicamente en estos cien años es lo que algunos economistas han llamado la «paradoja argentina».[3][4]
Argentina posee grandes ventajas comparativas en el campo de la agricultura, ya que es un país dotado de suelos fértiles y climas templados.[5] El país además cuenta con una infraestructura industrial amplia,[6] una importante capacidad científico-tecnológica, una industria cultural sólida y pujante[7] y una población muy alfabetizada y con un alto grado de escolarización.[8][9]
Según el Banco Mundial, su PIB nominal es el 26° del mundo,[10] mientras que en términos per cápita se encuentra en el puesto 73 con 20 500 dólares en paridad de poder adquisitivo (PPA).[11] Por esto es considerado un país de ingresos mediano-altos por el BM.[12] Cuenta con el segundo mayor Índice de Desarrollo Humano de Latinoamérica.[13] Es uno de los tres estados latinoamericanos que forman parte del grupo de los 20 países más ricos e industrializados del mundo. Según algunos autores integra el grupo de países recientemente industrializados (NIC).[14]
Época precolombina
Las evidencias más antiguas del desarrollo de la agricultura en el actual territorio de Argentina datan del s. I a. C, y corresponden a la cultura de Ansilta, cuyas prácticas permanecieron estables hasta el comienzo de nuestra era y la propia agricultura no logró superar un nivel de desarrollo mínimo, que resultaba marginal como aporte a la dieta de pueblos básicamente cazadores y recolectores. En un principio cultivaban quinua, zapallo y porotos, a los que siglos más tarde sumaron el maíz. A lo largo del primer milenio a. C. también incorporaron la alfarería y el tejido; la primera era de un estilo rudimentario, de paredes gruesas, color uniformemente rojo decorada. Tejían con bastidores simples, entrecruzando los hilos a mano.[15]
En la cuenca del río San Francisco (Jujuy) se desarrolló desde mediados del último milenio antes de nuestra era el complejo agroalfarero San Francisco, a veces mencionado como cultura San Francisco. Ocuparon el norte del amplio valle, desplazándose gradualmente hacia el oeste, las tierras altas al este de la Quebrada de Humahuaca, y el sudoeste, la zona de Perico y Palpalá.[16]
Se trató de poblaciones dedicadas a la caza, pesca y recolección, en un ambiente especialmente generoso en la provisión de alimentos que les permitió establecerse en sitios fijos. Allí desarrollaron una agricultura incipiente y una cerámica muy desarrollada.[17] En el norte las culturas diaguitas combinaban el cultivo de laderas en terrazas y el cultivo de fondo de valle, a través de largos canales que alimentaban alternadamente las terrazas o parcelas. Junto al maíz, prácticamente omnipresente, se cultivaban distintos tipos de ajíes, porotos y zapallos. En las regiones altas y secas se cultivaba la papa y la quinoa. En las regiones algo más húmedas, se cultivaba el algodón. Para la provisión de agua comenzaron a utilizarse, junto a los azudes, verdaderas represas que guardaban el agua.[18] Entre los siglos IV y X se desarrolla la cultura de la Aguada en el territorio de las actuales provincias de Catamarca y La Rioja, identificada por el arqueólogo argentino Alberto Rex González, quien la define como «la más andina de las culturas del noroeste argentino», vinculada al horizonte cultural Tiahuanaco. La Aguada se caracterizó por desarrollar un extraordinario arte alrededor de la figura del yaguar. Según José Pérez Gollán (1992) la Aguada es un momento histórico de las culturas del noroeste, en el que surge una nueva forma política: los llamados «señoríos» o «jefaturas», por estar dominadas por un «señor», que dominaba una determinada región por medio del control del excedente económico.
Mientras tanto la Cultura de Alamito se desarrolló entre el 400 a. C. y el 650 d. C. en la zona del Campo de Pucará (en Catamarca). Muy influenciada por la cultura Condorhuasi. Se desarrolló la agricultura entre el 400 a. C. y el 700 d. C. en las sierras de Sumampa y Guasayán, en la provincia de Santiago del Estero.
La cultura Santa María (1200-1470): la existencia de terrazas de cultivo y sistemas de riego muy complejos permitió a Santa María tener una gran población y acumular excedentes que eran almacenados en silos subterráneos. Cultivaron el maíz, la papa, el poroto, la quínoa y el zapallo y recolectaron intensivamente algarroba y chañar. Fueron expertos ganaderos y utilizaron el forraje. Realizaron un amplio intercambio de producto con otros pueblos distantes usando sus caravanas de llamas. Alcanzaron un notable desarrollo de la metalurgia del cobre, el oro y la plata y fueron conocidos en toda la región por sus bronces de excelente calidad. Santa María alcanzó una gran complejidad sociopolítica: un señor, cuyo poder era hereditario; guerreros y sacerdotes, la cultura santamariana coincide en gran medida con la etnia diaguita.
Argentina virreinal o primer período económico
La conquista española de parte del actual territorio argentino se realizó mediante tres esfuerzos independientes: expediciones desde España hacia el [[Río de la Plata y el Paraguay, expediciones organizadas en el Perú para ocupar las tierras del Tucumán, y expediciones de Chile hacia Cuyo. De allí surgen las tres grandes subdivisiones: Nueva Andalucía (después dividida en Río de la Plata y Guayrá-Paraguay), Córdoba del Tucumán, y el Corregimiento de Cuyo. Las primeras dos pertenecieron al Virreinato del Perú, la última a la Capitanía General de Chile. En 1779 las tres pasaron a formar parte del nuevo Virreinato del Río de la Plata.
A los efectos del análisis, este período de tres siglos se puede subdividir en tres subperíodos: Temprano (1516-1650), caracterizado por las acciones expansivas; Medio (1650-1776) o de consolidación, y Tardío (1776-1810) o de retirada.
Subperíodo temprano (1517-1650)
Teniendo en cuenta que en el Imperio Español la unidad social se concebía a través de la unidad de la Fe de la Iglesia católica, gracias a la bula del Papa Pablo III Sublimis Deus de 1537 que declara a los indígenas hombres con todos los efectos y capacidades de cristianos, hubo un gran contraste entre la colonización española y la anglosajona en América. Hoy en día, gracias al mestizaje, la población de los países hispanoamericanos comparte antepasados indígenas y europeos, en diversos grados.
La represión de los indígenas de los Valles Calchaquíes, la entrega en mita de muchos de ellos para trabajar en las minas del Potosí, el proceso de mestizaje, y sobre todo el colapso demográfico de la población indígena, hicieron que las encomiendas que alguna vez florecieran en el Tucumán fueran menguando. El trabajo forzoso introducido por los españoles se llevó a los hombres jóvenes más productivos de esas regiones y provocó la disminución y destrucción, de sus comunidades. La mayoría de los que fueron obligados a trabajar en las minas no sobrevivieron.
En la segunda mitad del siglo XVI, tanto el Alto Perú, el Tucumán, como el Paraguay exigían la creación de un puerto en el Atlántico sur para poder establecer lazos de comercio más cercanos con España y a la vez disminuir su aislamiento. Por estos motivos y por la amenaza de incursiones extranjeras en el Río de la Plata, la Corona española autoriza la segunda fundación de Buenos Aires.[20]
En el área de influencia del Río de la Plata, la expansión del territorio del Imperio español se había concentrado en el Paraguay,[21] donde las poblaciones guaraníes eran numerosas y sedentarias, pasibles de ser encomendados. En 1573 el gobernador Juan de Garay marchó a repoblar Buenos Aires. En el camino, decidió fundar en el lugar una ciudad intermedia: Santa Fe de la Vera Cruz. La tarea se completó en 1580, cuando fundó la ciudad de Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre, que con el tiempo sería conocida como Ciudad de Buenos Aires, como parte del Virreinato del Perú.[22]
Durante el período virreinal, la actual Argentina, tenía pocas ventajas económicas en comparación con otros territorios del Imperio Español como México o Perú, ya que carecía de oro y de otros metales preciosos, asumiendo una posición periférica dentro de la economía del territorio del Imperio español en América.[23] La resistencia de las poblaciones originales, en muchos casos encarnizada, demoró e incluso impidió el desarrollo de las acciones expansivas de los conquistadores españoles.[24]
Dos terceras partes de su territorio actual estuvieron ocupadas durante el período virreinal, mientras que el otro tercio era el correspondiente a la meseta patagónica, que continúa escasamente poblada.[23] La agricultura y ganadería del sector era principalmente para el consumo de los mismos productores y para el mercado local. Únicamente se asoció con los comerciantes extranjeros a finales del siglo XVIII.[23] El período entre el siglo XVI y el final del siglo XVIII se caracterizó por la existencia de la autosuficiencia económica regional, dado que cada región estaba separada de las otras por grandes distancias, con caminos casi inexistentes lo que implicaba peligros y dificultades del transporte terrestre, y sin comunicaciones marítimas o fluviales.[23] A finales del siglo XVIII, comenzó una etapa en la cual las diferentes regiones comenzaron a intercambiar crecientes flujos de capital, trabajo y bienes de manera significativa, dando inicio a una forma de desarrollo económico incipiente.[23]
Durante el último tercio del Siglo XVI, se había duplicado la producción de plata gracias a la introducción de la técnica de la amalgama con mercurio. Paralelamente, aumentaba la mortalidad de las poblaciones indígenas, mano de obra básica de las explotaciones mineras. El llamado "Valle Imperial" llegó a tener una población de 160 000 habitantes y se convirtió en el principal mercado de consumo de Hispanoamérica.[25]
En este contexto, Buenos Aires se convierte en la entrada y salida natural de los productos altoperuanos y del Paraguay. Por un lado entraban insumos y miles de esclavos negros para reemplazar a la menguante población indígena y por otro lado salía la plata producida en el cerro de Potosí.
Sin embargo, la corona española había decidido que toda la producción de plata producida en el Alto Perú, debía salir a España vía el puerto de Lima y desembarcar en Sevilla. Debido a la salida no autorizada de metales preciosos por el puerto de Buenos Aires, en 1594 la corona prohíbe el comercio con este puerto, con algunas excepciones para evitar el desabastecimiento de la población: la autorización de fletar dos embarcaciones anuales con productos de la zona (cueros, principalmente). Esta situación lleva como única solución al contrabando, que pasa a ser la actividad económica más rentable de la Buenos Aires virreinal.[26]
Durante la era virreinal la economía del regional estaba dedicada a la producción de bienes de consumo para los mercados del Alto y Bajo Perú, Buenos Aires y Paraguay. El Alto Perú era el destino de carretas y muebles de Tucumán, cereales de los valles fértiles del noroeste argentino, tejidos de Santiago del Estero y mulas del Litoral.[27]
En la región pampeana la principal actividad económica era la ganadera. El origen de la explotación ganadera en las pampas, se remonta a 1536 cuando Pedro de Mendoza introdujo los primeros equinos y a 1580 cuando Garay introduce entre 300 y 500 vacas. En 1608 si bien el ganado vacuno aún era escaso en Buenos Aires, se menciona oficialmente la existencia de un numeroso plantel de ganado cimarrón que se fue multiplicando en libertad en los campos cercanos.[28]
En 1603, el veintisieteavo gobernador de Nueva Andalucía del Río de la Plata Hernandarias modificó la legislación sobre el trabajo de los aborígenes, promoviendo la supresión de las mitas y encomiendas, por las cuales los españoles gozaban de los frutos del trabajo de los nativos a cambio de su evangelización, en la práctica inexistente. Obtuvo la aprobación de esta reforma por parte del rey Felipe III de España, y en 1608 se dispuso la creación de las reducciones jesuíticas y franciscanas en la región del Guayrá (actual estado de Paraná, Brasil).
En 1609 el Cabildo de Buenos Aires acordó la matriculación de todas las personas interesadas en participar en la caza y matanza del ganado vacuno cimarrón, expediciones denominadas oficialmente "Vaquerías", que tenían por objeto la explotación del ganado vacuno para obtener principalmente su cuero, desechándose muchas veces la carne. Esta etapa duró aproximadamente hasta mediados del siglo XVIII.[29]
Cuando el ganado cimarrón comenzó a disminuir en número, fue necesario internarse cada vez más en territorio bonaerense, agudizándose la pelea con el indígena y aumentando los costos y riesgos de estas operaciones. Entonces comienza el momento de las estancias, del ganado marcado, y de una mayor utilización del animal: nacieron las fábricas de cebo y los saladeros. Un importante papel en el nacimiento de las estancias la tuvo la "Ley de Tierras" de 1754 en la medida que la acción de vaquear, sirvió como antecedente para aspirar a la propiedad, contribuyendo así a la distribución latifundista de la tierra.[30]
Subperíodo medio (1650-1776)
En 1663, por orden del capitán general de la Gobernación del Río de la Plata y presidente de la Real Audiencia de Buenos Aires José Martínez de Salazar[31] fue instituido el El Camino Real de Buenos Aires a Lima con dos vías principales: el Camino Real del Perú que seguía en líneas generales el itinerario de la actual Ruta Nacional 9 de la Argentina desde Buenos Aires, pasando por Córdoba, Santiago del Estero, San Miguel de Tucumán, Salta, San Salvador de Jujuy, Potosí, llegando hasta el Perú y el Camino Real del Oeste que continuaba hacia San Luis, Mendoza y Santiago en Chile y que recorría un trazado similar a la actual Ruta Nacional 7.[32]
A principios de 1680, una expedición portuguesa fundó la Colonia de Sacramento,[33] exactamente frente a Buenos Aires. Los enfrentamientos entre España y Portugal por el Río de la Plata continuaron hasta 1724, cuando el gobernador español Bruno Mauricio de Zavala toma el control de la zona fundando la ciudad de Montevideo.[34]
Comparada con otras partes de Latinoamérica, la esclavitud jugó un rol relativamente pequeño en el desarrollo de la economía argentina, debido principalmente a la falta de minas metalíferas y de plantaciones de caña de azúcar, que habrían demandado una enorme cantidad de mano de obra esclava.[35] El Brasil colonial, por ejemplo, importó prácticamente 2.5 millones de africanos en el siglo XVII.[35] En contraste, un estimado de 100 000 esclavos africanos arribó al puerto de Buenos Aires en los siglos XVII y XVIII; la gran mayoría de ellos estaban destinados a Paraguay, Chile y Bolivia.[35]
El mercado del Alto Perú facilitó la plantación de algodón en Santiago del Estero y el establecimiento de una incipiente industria textil, en la cual se elaboraba el algodón junto con la lana de caprinos, ovinos y auquénidos en los territorios de las actuales provincias de Santiago del Estero, Catamarca, Salta, La Rioja así como de talabartería en Tucumán.
Por otra parte la ciudad de Córdoba se encontraba beneficiada al ser la encrucijada de las rutas que unían el oeste con el este y el norte con el sureste del virreinato.[36]
Esta base económica. con un norte metalífero y un sur agrícola y portuario significó el desarrollo de un tránsito carretero que generalmente bajaba desde el Alto Perú hasta el puerto de Buenos Aires siguiendo el Camino Real, tal tránsito supuso por su parte la cría de mulas, también de caballos y asnos) la cual se realizaba principalmente en las ciudades del Tucumán y promovió la fabricación de carretas fabricadas en San Miguel de Tucumán y en la ciudad de Mendoza.
La zona de las Misiones y el Paraguay fue sede de cultivos de yerba mate, cultivos iniciados por guaraníes y jesuitas. La yerba mate abastecía a casi todo el virreinato e incluso a la Capitanía General de Chile. Otros cultivos alimenticios surgieron merced a la demanda altoperuana: vinos (en Salta, Tarija, Cuyo, Córdoba), aguardientes y singanis; e incluso plantaciones de olivo, principalmente en La Rioja y Catamarca.[36]
En 1749 se creó en el Camino Real de Buenos Aires a Lima el servicio de Correos y Postas por iniciativa de Domingo de Basavilbaso, que por este motivo es reconocido como el padre del correo argentino. La clave del nuevo servicio era la cadena de postas que jalonaban el camino.[32]
Misiones jesuíticas guaraníes
Las Misiones jesuíticas guaraníes legaron a ubicarse en las regiones del Guayrá, Itatín, Tapé (las tres en el actual Brasil), Uruguay (Brasil, Argentina y Uruguay actuales), Paraná (Argentina, Paraguay y Brasil actuales) y las áreas guaycurúes en el Chaco (Argentina y Paraguay contemporáneos), fueron establecidas en el siglo XVII dentro de territorios pertenecientes al imperio español en la Gobernación del Río de la Plata y del Paraguay y sus gobernaciones sucesorias a partir de su división en 1617: la Gobernación del Paraguay y la Gobernación del Río de la Plata, todas dependientes del inmenso Virreinato del Perú.
Los padres jesuitas implementaron un sistema económico agrícola que fue rápidamente asimilado por los aborígenes. Esta importante agricultura fue complementada con la ganadería que suministró a los aborígenes carne, leche y cuero.Se logró que cada reducción formara una unidad económica independiente que funcionaba sobre la base del trueque y posesiones comunales. Se favorecía un intenso tráfico comercial entre las reducciones promoviendo una integración económica, social y política con sede central en Candelaria.
Cada reducción se especializaba en unos oficios, trabajando el hierro y la plata, carpintería, cocina-panadería, chapado en oro, vajillas, telas, elaboración de sombreros o instrumentos musicales. Desde allí se promoverían excelente escultura, pintura y música barrocas guaraníes.[37]
Este desarrollo económico finalizó durante el reinado de Fernando VI de España cuando España se enfrentó con Portugal por la colonia del Sacramento, desde la que se facilitaba el contrabando británico por el Río de la Plata. José de Carvajal consiguió en 1750 que Portugal renunciase a tal colonia y a su pretensión de libre navegación por el Río de la Plata. A cambio, España cedió a Portugal dos zonas en la frontera brasileña, una en la Amazonia y la otra en el sur, en la que se encontraban siete de las treinta reducciones guaraníes de los jesuitas. Los españoles tuvieron que expulsar a los misioneros jesuitas, lo que generó un enfrentamiento con los guaraníes que duró once años.
Complejos agroindustriales jesuíticos
Los jesuitas fueron innovadores en la explotación de sus haciendas y propiedades en la América Hispánica. Durante los siglos XVII y XVIII supieron gestionar verdaderos emporios agroindustriales con métodos de gerencia que se adelantaron a los utilizados en la actualidad. Entre ellos, uno de los más importantes fue la explotación de las minas de Paramillos de Uspallata (Argentina) de plomo, plata y cinc. Además, agregaron la participación patrimonial de lo recaudado en las haciendas para luego ser redistribuido entre indígenas, esclavos y empleados, con lo que se puede concluir que fueron los primeros en otorgar una suerte de “títulos de propiedad” a sus subordinados.
La Compañía de Jesús también se instaló al sur del Río Salado entre los años 1740 y 1753, con el fin de establecer una población permanente en la frontera del virreinato. Su intención fue la de hacer sedentarios e instruir a los indígenas en la doctrina cristiana. La primera reducción, fue la "Reducción de Nuestra Señora en el Misterio de su Concepción de los Pampas", fundada en año 1740 en la margen sur del Río Salado, por los padres Manuel Quevedo y Matías Strobel. La segunda fue la "Reducción de Nuestra Señora del Pilar de Puelches", fundada en el año 1746 cercana a la margen de la actual Laguna de los Padres, por los misioneros José Cardiel y Tomás Falkner. Finalmente, la "Misión de los Desamparados de Tehuelches o de Patagones", fue fundada en el año 1749 a cuatro leguas al sur de la anterior, por el padre Lorenzo Balda. Allí lograron evangelizar a un gran número de indios pampas. Strobel medió entre las autoridades de Buenos Aires y los pampas para establecer la paz entre ellos. Falkner y su colega jesuita Florián Paucke recogieron una gran información acerca de las costumbres y usos de los indios pampas y guaraníes que plasmaron en libros y exquisitos dibujos que dieron origen a la etnografía en el actual territorio argentino.
La finalidad de estas propiedades era sostener sus universidades (la Universidad de Córdoba fundada en 1613 y la Universidad Mayor Real y Pontificia San Francisco Xavier de Chuquisaca en 1624) y colegios, que, debido a una rigurosa concepción del voto de pobreza, eran gratuitos. Sin embargo, la riqueza de estos complejos y haciendas atrajo la ambición de las coronas y particulares y, a la larga, fue un factor para la supresión de la Orden.
Subperíodo tardío o de retirada (1776-1810)
En 1776, España decide la creación del Virreinato del Río de la Plata, que abarcaba lo que hoy es Argentina, Uruguay, Paraguay y gran parte de la actual Bolivia, con la intención de evitar el establecimiento de los portugueses en el Río de la Plata.[38]El virreinato abarcaba un extenso territorio con acceso al océano Pacífico, —en cercanías de la actual frontera entre Chile y Bolivia— y un amplio litoral atlántico, situación que favorecía el potencial intercambio marítimo; amplias praderas de excelentes condiciones para la práctica de explotaciones agropecuarias —se estima que se criaban 40 mil mulas con destino a las explotaciones mineras del Alto Perú~ y dos grandes ríos navegables. Existían además importantes recursos forestales en la zona de la mesopotamia argentina, Chaco y Tucumán, además de minerales en las zonas cordilleranas.[39]
El Reglamento de libre comercio de 1778 fue promulgado por el rey Carlos III de España el 12 de octubre de 1778, en el marco de las reformas borbónicas, con el fin de permitir el librecambio comercial entre España e Hispanoamérica,[40] para lo cual se habilitaron al comercio 13 puertos en España y 24 en América, entre ellos el puerto de Buenos Aires.[41]
En Buenos Aires, la sanción del Reglamento de Libre Comercio, junto con el "Auto de Internación" establecido en 1777, provocó un brusco incremento en las exportaciones de cuero según algunos autores o valores sustancialmente menores pero de fuerte tendencia creciente, según otros investigadores.[42][43]
Desde el punto de vista político, la instalación de la aduana en 1779, el establecimiento del Sistema de Intendencias en 1782 y del Consulado de Comercio en 1794, consolidaron el papel hegemónico de Buenos Aires y el debilitamiento del poder de Lima. El libre comercio afecto profundamente las economías regionales del interior del virreinato. Según algunos investigadores, solo algunos sectores como el aguardiente, las carretas y artículos de montura y transporte, y los tejidos de lana pudieron sobrevivir.[44]
Las explotaciones ganaderas virreinales se establecieron hacia la mitad del siglo XVII.[23] El ritmo de crecimiento de la región creció dramáticamente con el establecimiento del Virreinato del Río de la Plata en 1776, con Buenos Aires como su capital, y con el incremento del comercio legal permitido luego de la sanción del Reglamento de Libre Comercio de 1778,[45] que permitió un comercio "libre y protegido" entre el Imperio español y sus territorios en América.
Estas condiciones sociales, combinadas con una economía comercial próspera, posibilitaron el desarrollo de innovaciones técnicas y de ideas políticas avanzadas que desembocarían en la Independencia.
De la independencia a la organización (1810-1852)
El período que podría llamarse «organización» comprende los años 1810-1852, donde la economía argentina se ve signada primero por una etapa de deterioro de su agricultura y ganadería litoraleña, a consecuencia de una prolongada guerra de independencia hasta la rendición de los realistas. También por la pérdida del hinterland con el Alto Perú (proveedor de metálico para acuñar moneda), y una guerra civil organizada en torno al modelo político a seguir en la república (unitario o federal). En los últimos veinte años asistimos a una merma de la guerra civil y a la unificación de la Argentina con la provincia de Buenos Aires, pero la triple alianza trastorna el desarrollo económico que terminaría recién a comienzos de la presidencia de Sarmiento.
Décadas del 1810-1820
Las revoluciones que sucedieron en los territorios de Río de la Plata desembocaron posteriormente en la independencia de Argentina fueron posibles gracias a la crisis política que se produjo tras el avance napoleónico por la península ibérica. Pero también hubo otras circunstancias internas que, en mayor o menor medida, favorecieron el desarrollo de los intentos revolucionarios como son el descontento generalizado que existía respecto al gobierno de la metrópoli,la presencia de grupos militares estables y relativamente independientes y la corriente independentista que fue surgiendo en torno a las élites intelectuales.
A partir de que Argentina se emancipara de España en el año 1810, llegó a su fin el control de la actividad mercantil por parte de un pequeño grupo de comerciantes españoles.[46] La Primera Junta, el primer gobierno patrio establecido después de la Revolución de mayo de 1810, osciló entre políticas aperturistas y proteccionistas. El Primer Triunvirato (1811-1812), influenciado por Bernardino Rivadavia, promovió un comercio sin restricciones con Gran Bretaña.[47] El Segundo Triunvirato (1812-1814) y José Artigas —quien controló la Liga Federal durante el período de 1815-1820— buscaban restaurar la política proteccionista inicial, mas el Director Supremo reinstaló nuevamente el comercio libre.[48] Por lo tanto, la economía del Río de la Plata se convirtió en una de las economías más abiertas del mundo.[49]
Entre 1812 y 1816, se desarrollaron divisiones entre una facción centralista (los unitarios) apoyada en el poder de Buenos Aires, y una facción federal en las provincias, que eventualmente abrirían paso a una serie de guerras civiles que terminarían en la conquista de Buenos Aires tras la Batalla de Cepeda (1820).[50]
Cada provincia emitía su dinero, que tenía un diferente valor de una otra; e incluso podía variar entre ciudades de la misma provincia.[51]
Las actividades vinculadas a la exportación disfrutaron de cierto grado de prosperidad, como ocurrió en Tucumán, donde se manufacturaba ropa y en Córdoba y en el litoral, donde se practicaba la ganadería de crianza con el objetivo de abastecer los requerimientos de las minas del Alto Perú.[52]
Período 1820-1827
Los mandatos de Martín Rodríguez como gobernador de Buenos Aires (1820-1824) y su ministro Bernardino Rivadavia, seguido por Las Heras culminando con el mismo Rivadavia como primer presidente de Argentina (1826-1827). Este plan incrementó la influencia británica en la política nacional. Estaba basado en cinco ejes principales: el comercio totalmente libre sin ninguna medida de carácter proteccionista frente a las importaciones británicas; finanzas con un banco central manejado por inversionistas británicos; absoluto control del puerto de Buenos Aires como la única fuente de ingresos para el país; explotación británica de los recursos naturales y la consolidación del Partido Unitario con centro en Buenos Aires.[53] Las exportaciones de oro, permitidas por las políticas de libre comercio, agotaron rápidamente las reservas nacionales. Esto representó un gran problema, ya que el oro era el medio de cambio de la economía local. Rivadavia buscó resolver este problema al establecer el "Banco de Descuento", una entidad bancaria central habilitada a imprimir papel moneda. A pesar del rol que jugaba, este banco fue puesto a manos de inversores privados británicos.[54] A mitad de los 1820's Manuel José García, Ministro de Finanzas de Bernardino Rivadavia pidió un empréstito de 2.8 millones de libras esterlinas.[55] Finalmente, solo llegaron a Buenos Aires unas 0.57 millones de libras esterlinas, en su mayoría en letras de cambio. Ninguna de las obras previstas se realizó con ese dinero. El empréstito se terminaría de pagar ochenta años más tarde. La cancelación del empréstito de £ 2.8 millones ascendió a £ 23.7 millones (es decir, prácticamente 8 veces más).[56][57] En los años 1820 el peso papel comenzó a devaluarse rápidamente con respecto al peso fuerte, que estaba ligado directamente al precio del oro.[58]
Cuando B. Rivadavia fue ministro de Gobierno y de Relaciones Exteriores en el gobierno bonaerense de Martín Rodríguez (1820-1824), creó en 1821 la Caja de Amortización, bajo la cual se pusieron como garantía todos los bienes muebles e inmuebles de la provincia, benefició a los tenedores de bonos británicos que constituían la mayoría, además de que impulsó las compras británicas de títulos de tierras en Río de la Plata. En 1822, se sancionó la ley de creación del Banco de Buenos Aires, una entidad privada que ejerció el monopolio para emitir moneda, y actuar como agente bancario del gobierno, dos tercios de sus acciones estaban en manos británicas al igual que la totalidad de su directorio. Siendo los títulos públicos argentinos los más onerosos de América Latina, los bonos emitidos por Rivadavia en 1826 pagaban tasas de interés que sextuplicaban las tasas del resto de los nacientes países americanos y eran 13 veces más altas que las tasas pagadas por el Imperio de Brasil. En poco tiempo los ingentes intereses asfixiaron el erario público llevando al gobierno a privatizar millones de hectáreas a menos del 3 por ciento de su valor original.[59]La creación en 1822 del Banco de Buenos Aires daría inicio a la emisión descontrolada de billetes. Una heterogeneidad de papeles y vales que viciaban al mercado interno, consolidaciones y nuevas emisiones que generaban devaluación, empujaron a la búsqueda de crédito en el exterior mediante el empréstito Baring Brothers, negociado en Londres en 1824.
El informe que John Murray Forbes entregara a John Quincy Adams, —el sexto presidente de los Estados Unidos— en 1824, mencionó que Gran Bretaña tenía una gran influencia en las políticas económicas del país: el gobierno en Buenos Aires estaba tan deseoso de estar en buenos términos con Gran Bretaña que la mayoría de sus instituciones oficiales (como el banco) estaban bajo el control de Gran Bretaña, y que Gran Bretaña ejercía de hecho un control sobre la economía argentina similar al que tenía sobre sus propias colonias, sin que esta situación le demandara costos financieros, civiles y militares.[54] La falta de una flota mercante argentina dio a Gran Bretaña el control del comercio marítimo.[60] El testimonio de Forbes debe ser apreciado desde la perspectiva de la rivalidad que de ese momento enfrentaba los intereses comerciales norteamericanos y británicos, derivando en una natural parcialidad y "celos e incluso antipatía" hacia los ingleses en el Río de la Plata.[61]
Durante el breve gobierno de Rivadavia, en 1827 el peso papel se devaluó en 33 % y nuevamente en 68 % en 1829.[58] En esa etapa, se sancionó la Ley de Enfiteusis que dejó como consecuencia la concentración de la tierra: entre 1822 y 1830, 538 propietarios obtuvieron en total 86 560 km². Muchos colaboradores directos del propio régimen de Bernardino Rivadavia fueron los enfiteutas más beneficiados, entre ellos las familias Anchorena, Alvear, Azcuénaga, Ortiz Basualdo, Bernal, Bosch, Díaz Vélez, Echeverría, Escalada, Irigoyen, Larreta, Lezica, Lynch, Miguens, Obarrio, Ocampo, Olivera, Ortiz Basualdo, Otamendi, Pacheco, Vidal, Sáenz Valiente y otras.[62] En general, los arrendatarios y enfiteutas no pagaban o pagaban cánones muy bajos a la provincia. Esta ley tendió a favorecer la gran concentración de la propiedad de la tierra en unas pocas decenas de familias.[63][52]
La cesación de pagos de 1827
En 1827 fue el primer episodio de crisis de deuda de la historia de Argentina. A partir de su independencia, la Argentina había tenido una presencia activa en los mercados internacionales de capital. Fue justamente en medio de un boom de préstamos ocasionado por el fin de las guerras napoleónicas que Argentina y otros países de América Latina consiguieron colocar bonos en Londres para financiar sus guerras de independencia. Este boom crediticio terminó en 1825 cuando el Banco de Inglaterra subió su tasa de descuento para frenar su caída de reservas. Este ajuste monetario derivó en una crisis bursátil, problemas bancarios y recesión en Inglaterra y Europa Continental.
En pocos meses, la crisis se expandió a América Latina. Argentina entró en cesación de pagos en 1827 y su recuperación demandó tres décadas. La siguiente crisis fue el episodio conocido como Pánico de 1890.[64]
Período 1827-1832
En 1828, la oligarquía terrateniente bonaerense que dominaba la Legislatura consiguió modificar la Ley de Enfiteusis. Juan José Viamonte combatió la cláusula de la ley que prohibía a los enfiteutas adquirir nuevas tierras. El Estado de Buenos Aires por su parte «empeñaba todos sus efectos, bienes, rentas y tierras, hipotecándolas al pago exacto y fiel de la dicha suma de 1 000 000 de libras esterlinas y su interés».[65] En consecuencia, en 1828 se liquidó la escuadra naval y se dieron en pago dos fragatas que se estaban construyendo en Inglaterra. De este modo, cuando se produjo la ocupación de las Malvinas por los ingleses, cinco años más tarde, no hubo fuerza naval para contrarrestarla. Ferdinand White, espía inglés, enviado por la Baring al Río de la Plata, condenó los aspectos delictivos de este acuerdo. De la suma recibida, solo llegaron al Río de la Plata en oro, como estaba convenido, el 4 % de lo pactado, 20 678 libras.[66][54]
Después de la renuncia de Rivadavia en 1827, asumió el poder como gobernador de Buenos Aires el general federal Manuel Dorrego. El 1 de diciembre de 1828, en el marco de un golpe de estado, las fuerzas del general Juan Lavalle avanzaron sobre Buenos Aires. Lavalle fue nombrado gobernador al margen de las leyes vigentes, derrotó a Dorrego y días después ordenó su fusilamiento.
Luego de un año de enfrentamientos, Juan Manuel de Rosas fue designado gobernador por la legislatura bonaerense, cargo en el que continuaría hasta 1832.
La Confederación Argentina y Juan Manuel de Rosas (1832-1852)
El diciembre de 1832 asumió la gobernación de Buenos Aires el general Juan Ramón Balcarce y Rosas emprendió la llamada campaña al desierto, incorporando 2900 leguas cuadradas —unos 14500 km²—, de tierras aptas para el desarrollo de la ganadería.
En 1835 Rosas asumió su segundo gobierno. En diciembre de ese año se sancionó la Ley de Aduana que determinaba la prohibición de importar algunos productos y la imposición de aranceles para otros. En cambio mantenía bajos los impuestos de importación a las máquinas y los minerales que no se producían en el país. Estas medidas de carácter proteccionista impulsaron notablemente el mercado interno y la producción del interior del país.[67]
En general, el impuesto básico de importación era del 35 % y variaba en función de la utilidad pública del bien o de la vulnerabilidad de la industria local que se intentaba proteger. Las herramientas y útiles destinados a la actividad agropecuaria estaban gravados con un 10 %. Los artículos suntuarios llegaron a pagar un arancel del 50 % y se prohibió la importación de una amplia variedad de productos.[68]Con la estabilidad de la era rosista en la década de 1840 la conflictividad social comenzó a ser menor, las fronteras pudieron consolidarse y las áreas rurales retomaron la actividad. Las exportaciones se incrementan y diversifican, destacándose los cueros vacunos y ovinos, la lana y una amplia variedad de maderas. La región pampeana,situada en el centro del país, se había transformado en el principal eje económico de la Confederación Argentina, la superficie cultivada con trigo en las cuatro provincias que la componían Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba había aumentado al menos 12 veces con respecto a 1810[69]
En las décadas de 1830 y 1840 se acentuó la expansión económica en la Argentina, impulsada por el comercio exterior. Las exportaciones de origen pecuario (cueros, carne salada, sebo y lana) y el número de embarcaciones extranjeras que llegaban anualmente al Río de la Plata con sus productos lograron duplicarse entre 1837 y 1852. Los cueros vacunos representaron más del 60 % de las exportaciones del período y sus dos terceras partes eran producidas en Buenos Aires. Tras la campaña al Desierto de Rosas se llevó a cabo una tímida reforma agrícola, destacando en los nuevos territorios productivos incorporados la predominancia absoluta de parcelas de tamaño entre 100 y 200 ha en el reparto de las mismas, que concentraron el 71 % del número total del territorio, destacándose la llegada de inmigrantes vascos, irlandeses y franceses.[70]en 1820 se realizó una expedición que llevó las fronteras a las Sierras Pampeanas y en 1833 la Campaña al Desierto liderada por Juan Manuel de Rosas expandió la superficie hasta el río Salado.[71]
Desde 1832 hasta 1850 la aduana de la provincia de Buenos Aires experimenta un crecimiento importante, pasando de 1.200.000 pesos plata a 4.000.000. Poniendo de manifiesto un crecimiento de la economía argentina durante el periodo del gobierno de Rosas, donde también crecen las exportaciones de cuero, lana y tasajo.[72]
Durante las décadas de 1830 y 1840 se acentuó la expansión económica de la Confederación Argentina, alentada por el comercio exterior. Las exportaciones de origen pecuario (cueros, carne salada, sebo y lana) y el número de embarcaciones extranjeras que llegaban anualmente al Río de la Plata con sus productos lograron duplicarse entre 1837 y 1852. La expansión del comercio estimuló la producción ganadera y saladeril y el enriquecimiento de los sectores vinculados a ella.[73]
En el litoral, la expansión económica fue notoria en Entre Ríos, donde se produjo un importante crecimiento de la actividad ganadera y de los saladeros. Sus exportaciones de cueros a través del puerto de Buenos Aires ocuparon el primer lugar entre las exportaciones litorales.[74]
El papel moneda mantuvo muy estable su valor y circuló por todo el país. El Banco Nacional fundado por Rivadavia estaba controlado por empresarios ingleses y había provocado una grave crisis monetaria con continuas emisiones de papel moneda, continuamente depreciado. En 1836, Rosas lo declaró desaparecido, y en su lugar fundó el Banco de la Provincia de Buenos Aires.
Su administración era sumamente ordenada, con un control exhaustivo de los gastos e ingresos públicos, y publicaciones regulares de los resultados.[75]
A partir de 1850 comenzó el auge del ganado ovino: ese año la exportación total de lanas alcanzó la cifra de 7681 toneladas; en 1855 llegó a 12 454 toneladas, y un año más tarde, a 14 972 toneladas.En el año 1830 se producen reformas en los sistemas productivos de la mano de inmigrantes europeos, los cuales aportaban conocimientos técnicos. Las fábricas en esos años en la Argentina correspondían emprendimientos artesanales proveedores del mercado interno: panaderías, fábricas de fideos, jabones, licores y cervezas, se producían más que nada alimentos.
Las exportaciones de origen pecuario (cueros, carne salada, sebo y lana) y el número de embarcaciones extranjeras que llegaban anualmente al Río de la Plata con sus productos lograron duplicarse entre 1835 y 1852.Los principales productos exportados eran cueros, carne salada, sebo, crines y cuernos en la década de 1840 comenzó a desarrollarse la ganadería ovina, que tenía una gran demanda por parte de la industria textil inglesa, en Mendoza floreció gracias a la protección comercial una pujante industria del vino y el agua ardiente, en el Norte una producción textil y cría de llamas. En Tucumán comenzaba a aflorar la industria azucarera. En el litoral, sobre todo en Entre Rios, se produjo una importante expansión de la ganadería y la industria de los saladeros. En Santa Fe y Buenos Aires gracias a la protección a los molineros mediante la ley de Aduanas se pasó de importar harina. Paralelamente se promovieron tejidos, curtiembres, fundiciones, tintorerías, y productos agropecuarios; todos de distintas regiones del país y un fuerte apoyo a la industria vitivinícola.
Con la expansión sucesiva de la frontera realizada Martín Rodríguez y Rosas la provincia de Buenos Aires llegó a incluir aproximadamente 107 000 km² productivos (como un rectángulo de 107 km × 1000 km). Se desarrolló una incipiente industria de procesamiento; la carne era secada con sal para preservarla con el fin de exportarla para ser consumida por esclavos en Brasil, Cuba y los Estados Unidos. Mientras que en los países más desarrollados de Europa la producción de cuero encontró un mercado. Durante esas décadas, viejas rutas y contactos comerciales fueron restablecidos, y la producción se reorientó hacia mercados que habían sido importantes en períodos anteriores: hacia Cuyo, por ejemplo, con la exportación de ganado a Chile, y hacia una reanudación del comercio con Bolivia impulsada por el comercio exterior.[76]En 1830 las exportaciones sobre todo ganaderas habían cuadruplicado a las de 1810. Para 1823, las exportaciones totales representaban 76 653 de libras esterlinas, y en 1842, 830 918 libras esterlinas.
Período de organización nacional (1852-1880)
A principios de 1852, Juan Manuel de Rosas fue derrotado en la Batalla de Caseros, con el triunfo militar de Justo José de Urquiza cristalizó con la organización del país por medio de una constitución federal para la Confederación Argentina. Entre las imposiciones que se realizaban a la Provincia de Buenos Aires estaba nacionalizar los ingresos aduaneros de su puerto y federalizar su ciudad capital, Buenos Aires, que pasaría a ser capital de la Confederación. Ante la negativa, la Provincia de Buenos Aires se negó a participar en el nuevo estado, separándose con el nombre de Estado de Buenos Aires. Finalmente, en 1853 se sancionó la primera Constitución de la Argentina, inspirada en el liberalismo clásico y sin la provincia de Buenos Aires. En marzo de 1854, Urquiza asumió la presidencia de la Confederación Argentina. Durante esta etapa la elite propietaria, llevara a cabo el proceso de acumulación de capital en las grandes estancias, a las que concebían como unidades económicas atrasadas, muchas veces como meras perceptoras de rentas; la propiedad terrateniente, aunque económicamente menos racional y productiva que la pequeña propiedad, había nacido y sobrevivía gracias al control que los terratenientes ejercían sobre el Estado.
La Confederación inició su etapa constitucional con serios problemas económicos y financieros: falta de recursos, dependencia del puerto de Buenos Aires para el comercio exterior, trabas interiores derivadas de las aduanas provinciales y derechos de tránsito, dificultades en las comunicaciones y en el tránsito de mercaderías, escaso desarrollo de la agricultura y estancamiento de la industria artesanal. La organización del tesoro nacional presentó dificultades por la escasa recaudación de las aduanas exteriores de la Confederación y la falta de un sistema impositivo eficiente; de allí la penuria económica de la administración confederal. Tampoco se acertaba a crear un sistema bancario confiable, por lo que el crédito resultaba muy costoso y los sucesivos intentos de crear una moneda nacional terminaron en fracasos.[77]
Si bien no se logró llevar adelante un proyecto ferroviario que vincularía las ciudades de Rosario y Córdoba con Chile, las comunicaciones se modernizaron estableciendo "mensajerías", empresas privadas que llevaban pasajeros, correspondencia y cargas de alto valor en galeras, uniendo la mayor parte de las ciudades del país y que también recorría el interior de la provincia de Buenos Aires.[78][79] Urquiza fomentó el crecimiento de la producción agropecuaria en las provincias del litoral, que estuvo motorizado por la creación de colonias agrícolas en su territorio, atrayendo hacia ellas a inmigrantes europeos.[80] La primera colonia agrícola exitosa fue la de Esperanza (Santa Fe), fundada por Aarón Castellanos en 1855, con inmigrantes suizos, otras fueron fundadas en Santa Fe y Entre Ríos en esos años; como Colonia San José, fundada por Urquiza en 1857.[81]
El Estado de Buenos Aires gozaba de buena salud financiera y prosperidad gracias a los ingresos aduaneros y el no tener que compartirlos con el resto de la Confederación Argentina o gastarlo en campañas militares, a diferencia de lo que se había hecho anteriormente. Aunque también contaba con su propio banco y moneda se procuró mantener un presupuesto equilibrado y evitar el financiamiento inflacionario.[82] En 1857 se restableció el crédito argentino en el mercado londinense: el gobierno porteño llegó a un acuerdo con la casa Baring Brothers para pagar la deuda que se había contraído en 1824 y defaulteado en 1827.[83] Ese mismo año una empresa privada con apoyo estatal tendió el primer ramal ferroviario del país, que iba desde el centro porteño hasta Floresta; tres años más tarde, llegaba ya a Moreno y tenía una extensión de 39 kilómetros.[84] En los últimos años de la década de 1850 el número de ovejas y la exportación de lana crecieron a un 20 % anual.[85]
El desarrollo económico se estancaría alrededor de 1859, cuando comenzaron los enfrentamientos armados con la Confederación. Luego de la derrota en la Batalla de Cepeda, Buenos Aires acordó su incorporación a la Confederación Argentina pero logró mantener su banco, imprimir su propia moneda y conservar su aduana comprometiéndose a entregar 1 500 000 pesos mensuales a la Confederación.[86] Tras nuevos conflictos se enfrentaron nuevamente en la Batalla de Pavón en la que Urquiza concedió la victoria a Bartolomé Mitre, quien se convirtió en el presidente de la República Argentina unificada.
Al promediar la década de 1860, las estancias dedicadas al ganado lanar en la provincia de Buenos Aires comprendían una superficie de 16 millones de hectáreas; estando una cuarta parte de ellas en manos de inmigrantes irlandeses y escoceses, y una gran proporción bajo control de inmigrantes vascos. El total de ovinos en la provincia llegó a la cifra de 40 millones.[87][88]
Con la llegada de Bartolomé Mitre a la presidencia. Mitre encaró la Guerra de la Triple Alianza, que significó, además de una tragedia humanitaria, una fuerte sangría de reservas para el país y un fuerte endeudamiento a fin de sostener la aventura bélica. Al llevar al país a la guerra, sostenía que tenía la obligación moral de introducir en el Paraguay los dogmas del liberalismo económico. En un discurso de 1869 afirmó que
... ha triunfado no sólo la República Argentina en su capacidad política de Nación, no sólo la triple alianza en reivindicación de sus derechos, sino también los grandes principios del libre cambio, que son los que vivifican el comercio. (...) Cuando nuestros guerreros vuelvan de su larga y gloriosa campaña a recibir la merecida ovación que el pueblo les consagre, podrá el comercio ver inscritos en sus banderas victoriosas los grandes principios que los apóstoles del libre cambio han proclamado para mayor gloria y mayor felicidad de los hombres...Arengas de Mitre, 1869.[89]
Con Bartolomé Mitre, en 1862, la deuda da otro salto. Primero transfiere los compromisos de la provincia de Buenos Aires a la Nación, y después acuerda otro empréstito con la banca inglesa por 2,5 millones de libras adicionales, para lanzarse a la guerra con Paraguay. Pero, nuevamente, de los 2,5 millones de libras asumidos como deuda, el país recibe solo 1,9 millones debido a los descuentos por el “riesgo país y las comisiones”.
Cuando el mitrismo necesita financiación para Guerra de la Triple Alianza, envía nuevamente a Norberto de la Riestra a Londres en busca de nuevos fondos. Este obtiene allí un nuevo empréstito por 2,5 millones de libras, que ―restando sus gastos y las comisiones― deja un remanente de 1,74 millones de libras. Al concluir la presidencia de Mitre, la deuda externa se halla cercana a los cinco millones de libras esterlinas. Entre las causas de la guerra estuvo la presión de Gran Bretaña al gobierno mitrista y al imperio brasileño para forzar a abrir Paraguay a las exportaciones británicas, los británicos consideraron al Paraguay como un proveedor de algodón que compensaría la declinante oferta de los estados confederados. A fines de 1866 surgirán las montoneras, rebeliones de las provincias contrarias a ir a la guerra contra lo que veían como un pueblo hermano, se sublevaron 280 voluntarios acuartelados en Mendoza a la espera de ir a la guerra contra el gobierno mitrista que se prolongarán por todo el año siguiente, lo que obligó a destinar recursos extraordinarios para intervenir las provincias. En 1871 una peste de fiebre amarilla asoló Buenos Aires, el 15 % de la población murió a causa de la infección, y el virus se propagó en los campamentos militares que regresaban del Paraguay. El gobierno carente de recursos económicos por años de guerra y austeridad presupuestaria no contaba con medios para hacerle frente a la enfermedad.[90]
Sarmiento, que sigue a Mitre, también se endeuda para continuar la guerra y para armar fuerzas militares para reprimir los levantamientos internos. Al final del gobierno de Sarmiento, la deuda ya alcanzaba los 14.5 millones de libras.[91] Las cifras evidencian un crecimiento permanente de la deuda externa desde las últimas décadas del siglo XIX hasta la primera guerra mundial.
A fin de financiar el conflicto, el Gobierno se vio obligado a contraer un nuevo empréstito con los bancos británicos, endeudándose en 3,44 millones de £ (libras esterlinas). Gracias al conflicto la deuda externa de la Argentina llegó a 9 millones de libras. Al final del gobierno de Bartolomé Mitre las finanzas del país quedaron devastadas y el país al borde de una cesación de pagos.[92] la economía argentina fue muy afectada y no pudo recuperarse hasta fines de la década siguiente.[93]
A poco de asumir Sarmiento hace aprobar un oneroso empréstito inglés, con la tasa más alta pagada hasta entonces por un país latinoamericano para los muelles y almacenes de aduana, para ello se contrata a enviados británicos. El empréstito se entrega, pero las obras públicas quedarán sobre el papel. La guerra del Paraguay insume 30 millones de pesos y la represión contra Ricardo López Jordán, 16 millones, desequilibrando las ya frágiles cuentas nacionales.[94] Por otro lado el país afrontaba las enormes cifras de analfabetismo y pobreza. El 71 % de la población era analfabeta y que el 75 % vivía en condiciones de pobreza.[95]
Meses después recurre a la contratación de un nuevo gran empréstito. Por ley del 5 de agosto de 1870, el Poder Ejecutivo queda autorizado a contraer un empréstito externo por 30 millones de pesos fuertes, igual a 6 millones de libras esterlinas.[96] La especulación y un desmesurado aumento de las importaciones se combinaron. Con un importante déficit de balanza de pagos, el oro comenzó a irse en marzo de 1873 cuando comenzó a hacerse sentir la crisis.
En 1874, al culminar el período presidencial de Sarmiento, puede estimarse que la deuda externa oscila alrededor de 14.5 millones de libras y el pago de los servicios anuales por amortización e intereses constituye ya un ítem importante en el presupuesto del Estado.
En 1872 el Congreso aprobó la creación del Banco Nacional, entidad mixta, formada por capitales privados y del estado y cuya administración estaría en manos de banqueros privados. El estado retiró los depósitos que tenía en el Banco Provincia y lo mismo hicieron los inversores privados. Esta operación puso en peligro la solvencia del banco provincial a comienzos de 1874. El déficit del presupuesto durante la administración de Sarmiento remontó a cifras importantes, debidos a partidas destinadas a obras públicas y a servicios de la deuda. La financiación de los déficit se sufragaron con empréstitos internos y un nuevo crédito externo, contratado en 1870 con la Casa Murieta de Londres, por 6 millones de libras esterlinas. Parte de la crisis fue desatada a consecuencia de los gastos de la guerra de la triple alianza que acentuó la fragilidad de las finanzas públicas, la fragilidad de la administración hacendaria llegó a tal punto el ministro de Hacienda, Lucas González, se vio obligado al extremo de solicitar en 1867 al vicepresidente Marcos Paz la baja a todos los funcionarios de la Contaduría. A ello se sumarían otras deudas como la contraída con el Imperio de Brasil, y las expensas ocasionadas por la expedición para derrocar a Juan Manuel de Rosas en 1852 por parte de los liberales.[97]
La tramitación de este gran empréstito fue irregular, denunciándose el pago de comisiones irregulares y montos no acordados a intermefiarios informales, entre ellos a varios secretarios del presidente Sarmiento y a allegados que lo habían acompañado en la gobernación san juanina años antes. Mariano Varela, renunció a su cargo de ministro de Hacienda para iniciar, personalmente, como comisionado especial la negociación. Trató con Thompson Bonnard y Cía, casa que anticipó £ 50 000. Luego, sin romper este compromiso, se vinculó con Luis Cohen Sons, que también entrega £ 50 000. Después suspendió las negociaciones con ambas sin devolver el dinero.
El aumento constante de la deuda externa, sumado a los crecientes intereses de la misma ahogaron las cuentas públicas nacionales, que junto con el déficit crónica de la balanza comercial producto de las políticas libre cambistas resultó, a la postre, la causa mayor de la crisis económico-financiera de 1873-76, que debió soportar el presidente Nicolás Avellaneda. Los gastos de guerra incidieron negativamente en un presupuesto. Para financiar ese déficit se recurrió a empréstitos internos y también a un préstamo externo, de 2,5 millones de libras.[98][99] El problema del desequilibrio comercial se tornó visible cuando cesaron los capitales provenientes del exterior. A partir de ese momento, la situación deficitaria de la balanza comercial y de la de pagos provocó una sensible disminución de la existencia de metálico.
En 1876 comenzó el transporte refrigerado. La red ferroviaria, pasó de 573 kilómetros en 1868, a 1331 km en 1874,[100] En 1876 se produjo la primera huelga de nuestra historia protagonizada por el primer gremio organizado: la Sociedad Tipográfica Bonaerense, fundada en 1857. [101]
Las importaciones pasaron de 45,6 millones de pesos oro en 1870 a un máximo de 63,4 millones en 1876 mientras que las exportaciones caían de 24 millones en 1870 a 12 millones en 1876. Se produjo un fuerte déficit en la balanza comercial. Para paliar las dificultades, en 1876 el gobierno de Avellaneda aumentó los impuestos y gravámenes al consumo interno.[102] Las importaciones que pasaron de 45,6 millones de $ oro en 1871 a un máximo de 73,4 millones en 1873 mientras que las exportaciones subieron de 27 millones en 1871 a 47 millones en 1872 y luego se estancaron en ese valor hasta 1876. Se produjo un fuerte déficit en la balanza comercial. La tasa de descuento en Londres, que había tenido su máximo en 1873, comenzó a descender. Cayeron las importaciones y las exportaciones argentinas. En mayo de 1876 se produjo una corrida en la Oficina de Cambios que la dejó sin activos metálicos.
Tras estallar una nueva crisis Avellaneda el país afrontó otra crisis económica grave a consecuencia de la crisis mundial que afectó a la Bolsa de Comercio de Viena y a Estados Unidos de América. En el mercado internacional se produjo la baja de precios de los productos agrícolas y el alza de los manufacturados, lo cual afectó la ya deteriorada balanza comercial. Avellaneda pidió al pueblo que realizara sacrificios: dirá "Hay dos millones de argentinos que ahorrarán hasta sobre su hambre y sed para responder,a los compromisos en los mercados extranjeros (…) Si es necesario, pagaremos la deuda con la sangre, el sudor y las lágrimas de los argentinos… pero pagaremos…” Presidente Nicolás Avellaneda, 1877
Avellaneda redujo los sueldos, decretó masivas cesantías y restringió las importaciones. Por otro lado, una serie de leyes dictadas disponiendo la venta de tierras públicas permitieron la transferencia a manos privadas de unas pocas familias más de 36 000 km² (en 1867), de unos 30 000 km² más (en 1870) y de casi 40 000 km² más (en 1880).
El permanente déficit presupuestario y la urgencia de afrontar el pago de las deudas públicas fue la causa de la sanción durante la presidencia de Avellaneda, a principios de 1875, de una Ley de Aduanas que aumentaba un 40 % los derechos de importación de productos industriales. A fines de 1875 se hizo evidente la crisis financiera del gobierno, causada por los desmanejos financieros del gobierno y por la baja de los precios de las materias primas en el mercado mundial. El Banco Nacional fue utilizado para solventar parte de las necesidades de fondos del gobierno nacional, pero para ello debió acudir, a su vez, a un crédito tomado al Banco de la Provincia de Buenos Aires.[103]
Período del modelo agroexportador (1880-1930)
El período 1880-1930 estuvo regido por el llamado por algunos "modelo agroexportador", que, según alguna interpretación histórica, se redujo a la exportación de materias primas, fomento de la inmigración y la inversión de capitales extranjeros. Quienes conceptualizan así a la época, argumentan que Argentina exportaba principalmente cereales, carnes y demás materias primas agrícolas.[104]No obstante, otra mirada del mismo periodo histórico, considera que la época liberal implicó un importante desarrollo económico[105] y posibilitó, también, incluso, un gran desarrollo industrial. Entre otros datos, consideran que en el año 1887 había ya 6128 establecimientos industriales, donde se destacaba el rubro textil, fábricas de zapatillas y camisas que abastecían el 80% del consumo porteño y el 50% del total del país.[106]
Hacia el fin del período, en particular a partir de la Primera Guerra Mundial, el producto bruto industrial de Argentina era superior al de México y Brasil juntos.[106]
Finalizadas las guerras civiles y la formación del Estado nacional, un nuevo panorama se ofreció para el país a partir de 1880 con la creciente demanda de materias primas por parte del mercado europeo y en particular de Gran Bretaña-El modelo llevaba a una fuerte dependencia del mercado externo con lo cual la economía agroexportadora entraba en crisis ante la disminución de su única fuente de ingresos. Al mismo tiempo el modelo económico generaba un fuerte desequilibrio regional con bajo desarrollo y empobrecimiento general de las zonas extra pampeanas.[107]El control de la política económica gubernamental por parte de sectores minoritarios en el marco del sistema de partido único del PAN permitió a los sectores ganaderos exportadores desalentar la producción de las industrias no ligadas a la agroexportación. Este intento de desaliento se tradujo por un lado en evitar la sanción de leyes que promoviesen la protección aduanera solicitada por estas industrias y en él bloqueó la promoción de políticas crediticias para el sector industrial.[108][109] Durante la presidencia de Mitre Dalmacio Vélez Sársfield Ministro de Hacienda reformo el sistema aduanero que quitaba la protección a las industrias del país, protección que consideraba como un “un resabio pernicioso de errores económicos de otra época" lo que dio un fuerte golpe a las incipientes industrias nacionales del interior.[110]
Durante el primer gobierno de Julio Argentino Roca en 1879 el 73% del valor de la producción agropecuaria de la zona pampeana era destinado a la exportación. Con profundas disputas que se producían por el reparto de la renta agraria (arrendadores vs. propietarios de tierras) y ganadera (invernadores-frigoríficos vs. criadores). De esa manera se fue consolidando un modelo económico alejado de las corrientes más dinámicas del comercio internacional profundamente excluyente y dependiente del exterior. Tierra, trabajo y capital debido a la afluencia de inmigración, capitales extranjeros y nuevas tierras disponibles.[111] El principal rubro de exportación era, por mucha diferencia, la lana de oveja; marginalmente se notaba el crecimiento de las exportaciones de granos-Desde 1890 hasta 1930, mediante la llamada Conquista del Desierto, la agricultura pampeana pasó desde cultivar unos 20 000 km² a más de 250 000 km².[112] Los estancieros en particular, se habían fortalecido con la victoria en la larga guerra contra el gaucho y se preparaban para financiar "la guerra contra el indio" (1878-1885), por medio de la cual el Ejército Argentino aniquilaría a los pueblos indígenas que habitaban la pampa y la Patagonia, confiscando 10 millones de hectáreas (un territorio casi igual a Bélgica, Holanda y Dinamarca juntas) que fueron entregadas a 344 estancieros, a un promedio de 31.000 hectáreas por estanciero que se traduciría en el control completo del poder político por parte de los estancieros y el capital inglés, sobre todo a partir de 1880, con la instauración de un régimen oligárquico conocido como roquismo, de partido virtualmente único y sostenido en el fraude que permitía el voto cantado, que se mantendría en el poder hasta 1916[113]La campaña permitió al presidente Julio Argentino Roca enriquecerse, siendo considerado como uno de los funcionarios públicos que más se enriquecieron mediante la función pública.[114] "Junto a sus hermanos y parientes políticos tejió una red de negociados en base a la repartición de la tierra indígena y de sus antiguos habitantes que le reportaron fabulosas ganancias".[114]La mayor parte de los negociados de Roca fueron realizados por su hermano Ataliva, quien obraba como testaferro. Entre otras adquisiciones indebidas, Ataliva Roca recibió 160.000 hectáreas de tierra en la provincia de La Pampa.[114] La corrupción roquista llegó a tal nivel de escándalo, que el expresidente Domingo Faustino Sarmiento inventó el verbo "atalivar" para referirse a la corrupción, verbo que ingresó al habla cotidiana hasta al menos mediados del siglo XX.[115]
A principios de la década de 1880 se inició la exportación de carne congelada, pero no sería hasta la década siguiente que ésta reemplazó a la lana como principal exportación. Las pequeñas industrias nacionales tropezaban con grandes dificultades para desarrollarse debido a que, por sus mayores costos de materia prima y escala de producción, solicitaban mayor protección arancelaria. Esta fue retaceada por el gobierno, apoyado en la resistencia conjunta de los exportadores ingleses, el sector agrario exportador y los grupos políticos que basaban su rechazo a este tipo de industrialización.[111][116][117] Con la derrota militar de Buenos Aires en 1880, el presidente Julio A Roca intentó imponer un proyecto monetario centralizador atado al patrón oro. Sin embargo, el incremento del gastos públicos el déficit de la balanza comercial y el desordenado endeudamiento externo debilitaron este proyecto hasta hacerlo inviable. En 1885, Roca debió abandonar su programa centralizador y la moneda nacional volvió a ser inconvertible.
Durante este período la economía argentina enfrentó diferentes crisis asociadas al sector externo, siendo la crisis de la deuda en 1890 la que tuvo mayor impacto. El elevado nivel de importaciones, junto con el endeudamiento externo, condujeron a un estrangulamiento contante en el balance de pagos. En 1889, con la caída de los precios de exportación, los pagos de intereses y amortizaciones llegaron a representar 66.1 % de las exportaciones totales, lo que dio inicio a una profunda crisis económica que perduró hasta 1891 e implicó una contracción del producto bruto interno de 11.8 por ciento. La inmigración hacia Argentina, a su vez, resultó desincentivada por la recesión y caída de ingresos reales en este país.[118] Según Sansoni (1990) las pésimas condiciones de trabajo en las tareas agrarias, así como la característica estacionalidad de estas tareas, que dejaban a los trabajadores sin ocupación durante algunos meses. En el caso de los trabajadores golondrina, regresaban a sus países de origen en la época de baja actividad.
En 1881 se sancionó la ley 1130 con el objetivo de unificar el sistema monetario en el país, hasta entonces caótico debido a la variedad de monedas: pesos moneda corriente, pesos fuertes. Las viejas monedas circulantes fueron sustituidas por el nuevo Peso Oro Sellado y el Peso Moneda Nacional, que fueron puestos en circulación por el Banco Nacional junto con el Banco de la Provincia de Buenos Aires. Se acuñaron monedas de oro, el argentino de oro y de plata, si bien estas últimas en cantidad reducida. La nueva moneda era convertible 1 a 1 entre el peso moneda nacional y el peso oro. La convertibilidad se suspendió a principios de 1885 debido a un proceso de emisión de papel moneda que no tenía el suficiente respaldo en metálico.[119]
El sucesor de Roca, Miguel Juárez Celman se aventuró en una política de gasto público muy expansiva; entre 1884 y 1890 la Argentina fue el destino del 11 % de los préstamos en el mercado de deuda de Londres.[116] Paralelamente, se sancionó la Ley 2.216 de Bancos Garantidos, que autorizaba a bancos que reunieran ciertos requisitos, emitir pesos papel que estén respaldados por bonos del gobierno emitidos por el tesoro nacional que a su vez solo podían ser comprados por oro. Para comprar estos bonos, los bancos emitieron y colocaron deuda en libras o en oro en el mercado londinense.[120]financiados en su mayor parte con deuda que se esperaba pagar con el futuro crecimiento económico.[116]
Se produjo la expansión desmedida de la oferta monetaria y la inflación. Comenzaron las dudas acerca de la posibilidad del país para cumplir sus compromisos. Ante la depreciación del peso papel el gobierno empezó a vender el oro depositado en el Banco Nacional, en agosto de 1888. A fines de 1889, Juárez Celman intentó, mediante un cambio de ministros, calmar la situación. A principios de 1890 la provincia de Buenos Aires anunció la venta de sus ferrocarriles por 40 millones de pesos oro, siendo la privatización más grande de la historia hasta entonces.[121] Sancionó la Ley de Bancos Garantidos, que permitía establecer bancos provinciales y privados habilitados para emitir moneda. El resultado, combinado con la irresponsabilidad fiscal del gobierno, fue una escalada especulativa y de emisión descontrolada[122] que llevó a su vez a un endeudamiento crónico de los bancos y al aumento de los costos financieros.[123] El estado Nacional, los estados Provinciales y las bancas privadas se endeudaron rápidamente, mientras una fuerte corriente de ingresos de divisas, especialmente desde Gran Bretaña, alimentaba la burbuja especulativa.[111] En la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, fundada en 1885, 4000 operadores de bolsa especulaban con toda clase de papeles públicos y privados, que cada vez tenían menos respaldo.[124]
El Gobierno se embarcó en una renegociación de la deuda con la casa Baring e inició una operación de salvataje del sistema bancario. En una rápida sucesión, varias instituciones financieras debieron afrontar crisis de pagos, llevando casi a la quiebra a varios bancos extranjeros; cuando la banca Baring Brothers asumió sus errores al invertir en la burbuja especulativa en que se había convertido la Argentina, la llegada de capitales exteriores cesó por completo, iniciándose la fase más crítica de la crisis financiera de 1890.[125]Continuando en gran medida con el auge de la especulación comercial y bursátil de su antecesor aceleró el proceso por medio de una activa política privatista. [126] En particular resultó llamativa la privatización de la empresa estatal más exitosa de la historia argentina hasta entonces, el Ferrocarril Oeste de Buenos Aires, cuya venta se justificó justamente sobre la base de su superávit operativo y financiero.[127] Esta acción le valió acerbas críticas del senador Aristóbulo del Valle, que señalaba que de ese modo se sometían los recursos públicos al interés del capital privado, y lamentaba que se hubiera garantizado las ganancias de las empresas compradoras con fondos estatales.
El propio Gobierno reconocía:
La crisis afecta a las industrias, el comercio, y a todas las clases sociales, y a las fuentes de producción y consumo. La cotización del oro al 300 % provoca la escasez, la ruina, la miseria y el hambre.[116]
Poco después, el Estado argentino entró en cesación de pagos y repudió las deudas contraídas por los bancos garantidos y las provincias, con lo que de hecho se declaró en bancarrota, de la cual solamente saldría varios años más tarde.[128] El año 1890 amerita un capítulo aparte por la riqueza de la información que brinda, fundamentalmente sobre la revolución del 26 de julio". En lo que se refiere estrictamente a la corrupción política, el diario se ocupó de denunciar o al menos poner en tela de juicio varias prácticas que calificaba de corruptas. Entre otros tantos, el caso de la Aduana es el que merece mayor atención. El 8 de mayo se denunció que "peculados y colusión a niveles escandalosos han sido descubiertos en el Departamento de Aduana por lo cual los ingresos han perdido 10 millones de dólares anuales".[129]
En medio de la crisis se produjo una insurrección cívico-militar conocida como Revolución del Parque que, aunque fue derrotada, provocó la renuncia de Juárez Celman y su reemplazo por el vicepresidente Carlos Pellegrini. Roca retomó el control del Partido Autonomista Nacional gobernante. Pellegrini, por su parte se apresuró a pagar a los ingleses, a cuyo fin contrató un nuevo empréstito con la Banca Morgan, en condiciones humillantes para el país. Disconformes, los estudiantes universitarios apedrearon a Pellegrini y trataron de incendiar su casa.[130]
La crisis llevó al entonces presidente Carlos Pellegrini llevó a cabo un recorte del presupuesto público, creación de ciertos impuestos a las exportaciones y el consumo, aumento de los aranceles y la introducción de la primera Caja de Conversión en Argentina con lo cual la economía se recuperó pronto.[131] Con el cambio de siglo los problemas sociales se fueron agudizando, el 21 de mayo de 1905 una masiva movilización de obreros y pequeños comerciantes que dejó como saldo tres muertos y veinte heridos de bala. La movilización había sido convocada ante un conjunto de medidas represivas impulsadas por el gobierno de Manuel Quintana, medidas afectaban principalmente al naciente movimiento obrero. Por otro lado, el país debió afrontar una crisis económica derivada de los empréstitos contratados en el exterior, la emisión descontrolada de papel moneda, la inflación, y la deficiente balanza de pagos. En 1890, cuando cayó el gobierno de Juárez Celman, los servicios de la deuda representaban alrededor del 60 % de los valores exportados anualmente.
A principios de 1891 el gobierno consiguió un préstamo por 15 millones de libras esterlinas. Después de la quiebra del banco nacional se creó el Banco Nación, con límites estrictos respecto a su antecesor. Tras un aumento de las expectativas por un posible regreso al patrón oro y nuevo acuerdo con el banco de Inglaterra, en 1892 el peso papel comenzó a apreciarse y en 1893 se consiguió el superávit fiscal.[120] De forma simultánea aumentaba la producción agropecuaria y el modelo agroexportador entraba en su apogeo.[116]
En el año 1904 el Censo de la Capital Federal da fe de la existencia de 2.462 conventillos, de los cuales el 23% no tenía baños de ninguna clase. Hacia 1914,, alrededor del 61% de la población argentina vía en conventillos o en casas precarias, solo el 39% restante residía en casas de material.[111][132]
Finalmente, en 1899, durante el segundo mandato de Julio Argentino Roca, se produce el regreso a la convertibilidad. Debido a la amenaza de la deflación y la presión de los sectores exportadores se establece una paridad de 2,27 pesos papel por peso oro en lugar de la paridad 1 a 1.[116][120]En 1901 se estableció en 11,4 en relación con la libra esterlina y en 2,35 con el dólar, al cambiar los pesos moneda nacional lo que implicaba una devaluación de 47 por ciento, debido a los desórdenes fiscales y monetarios de la década de 1880 y su consecuencia, la crisis política, económica y financiera de 1890.[133][134]La acumulación de stocks, la bajada de precios y el cierre de empresas rápidamente se tradujeron en una disminución de los beneficios. Una corrida bancaria en el corazón del imperio austrohúngaro tendría consecuencias en el Plata, algo que Sarmiento primero subestima, y que pondrán a su sucesor, Nicolás Avellaneda, en aprietos.[135]En todos estos años, década del 60 y primera mitad de la del 70, los saldos del comercio exterior fueron desfavorables, es decir que ni aún durante el tiempo de auge de las exportaciones de lanas la balanza comercial dejó de ser negativa.
En 1873 una serie de factores que incluían la falta de recursos propios, el déficit causado por la guerra del Paraguay, la fiebre amarilla, entre otros, mantuvo a la Argentina en una situación crítica, cuando comenzaron a sentirse los primeros efectos de la crisis internacional de 1873. Entonces la situación se tornó más grave: gran déficit en el comercio exterior, falta de productos para el pago de la deuda externa, excesiva especulación, escasez de capitales, quiebras, cierre de talleres, acrecentamiento de la emigración; la recuperación no llegó prácticamente hasta 1878.[136]
La situación financiera del Estado y de los particulares no permitía el desarrollo de modo que dependió masivamente al crédito, especialmente a empréstitos extranjeros.[137].[138] De una exportación anual promedio de menos de 20 toneladas de granos en 1875-79 se pasó a más de 400 toneladas en 1885-89.[111] Sin embargo la situación de la clase obrera argentina distaba de ser positiva; el informe Bialét-Massé sobre la clase obrera argentina reflejaba las pésimas condiciones laborales, la explotación de los trabajadores, su exclusión de la vida política del país, y la falta de derechos económicos y sociales: «En las cumbres del Famatina he visto al peón cargado con 60 y más kilogramos deslizarse por las galerías de las minas, corriendo riesgos de todo género, en una atmósfera de la mitad de la presión normal; he visto en la ciudad de la Rioja al obrero, ganando sólo 80 centavos, metido en la zanja estrecha de una cañería de aguas corrientes, aguantando en sus espaldas un calor de 57º, a las dos de la tarde».[139]
A partir de la Primera Guerra Mundial, que obligó a sustituir algunas importaciones, se comenzó a desarrollar una incipiente industria, ligada a la producción de alimentos, combustibles y algunas manufacturas de consumo.
Siglo XX
La baja tasa nacional de ahorro y de acumulación de capital restringió la viabilidad del desarrollo industrial competitivo. Con la Primera Guerra Mundial, la cual provocó un shock externo desfavorable, que anticipaba los cambios en el decenio de 1930 significó la disminución de la afluencia de capitales y la caída en la demanda de los productos primarios exportados. En vísperas de la Primera Guerra el país importaba el 77 por ciento de los productos manufacturados consumidos anualmente, y el 29 por ciento de los alimentos procesados. Generando un constante déficit comercial y una sangría de dinero hacia el exterior.[140]
En 1904, el diputado socialista Alfredo Palacios con el objetivo de mejorar las condiciones sociales y laborales de la clase obrera impulsó varias leyes, entre las que se encontraban la prohibición de 1905 de trabajos de riesgo de las mujeres y niños, el establecimiento de una edad mínima para trabajar y la introducción de una jornada laboral semanal máxima de 60 horas, seis días semanales. Si bien las condiciones de vida en las grandes ciudades eran, bajo los estándares de hoy, precarias, eran similares o superiores a las observadas por aquellos años en las principales ciudades del mundo. Buenos Aires, que debido al flujo migratorio había más que quintuplicado su población en solo un par de décadas, mostraba problemas de hacinamiento.[141][142][143][144][133] Después de 1914, el enfrentamiento entre los obreros y los capitalistas se agravó porque la situación económica de los obreros urbanos se deterioraba notablemente, primero por la desocupación y luego por la inflación. Entre 1917 y 1919 el número de huelgas y de obreros que participaban en ellas fueron mayores que en los máximos alcanzados en 1907 y 1910. [145]
Antes de la Primera Guerra Mundial, la inversión de capital era principalmente inversión de capitales extranjeros. Argentina era un caso atípico para la inversión extranjera, diferenciándose del resto de los países latinoamericanos, ya que en el período 1873-1923 el país concentró el 71 % de las inversiones extranjeras de la región.[146] En su mensaje de apertura de sesiones del Congreso en 1913 el presidente Roque Sáenz Peña afirmaba:
La República está en paz. Ninguna nube empaña los horizontes, ningún conflicto amenaza interrumpir las armonías de nuestro engrandecimiento. La libertad avanza en cada nuevo comicio un jalón orientador de la vida democrática. Es un hecho que los ciudadanos votan, las rentas crecen sin mermas ni filtraciones, el comercio exterior marca cifras no alcanzadas en la historia de nuestra economía, cada corriente inmigratoria supera a las anteriores, las industrias valorizan los productos del suelo, los cultivos se dilatan y el oro afluye como no lo hizo jamás, por virtud de nuestra potencialidad. (…) Paz, derechos, garantías, actividad republicana, instituciones, producción y riqueza; tal es el cuadro que los hechos atestiguan y la estadística confirma.[147]
La mayor parte de los conventillos disponía de uno o dos baños, algunos sin duchas. En el año 1904 el Censo de la Capital Federal daba cuenta de la existencia de 2462 conventillos, de los cuales el 23 % no tenía baños de ninguna clase, el 18 % tenía uno solo y el 56 % tenía dos. Hacia 1914, a cuatro años de la celebración del Centenario, alrededor del 35 % de la población vivía en conventillos o en casas precarias, solo el 65 % restante residía en casas en “altura” o en casas de material. [148]
Una nueva crisis comenzó cuando el Banco de Inglaterra elevó las tasas de interés. Los capitales extranjeros depositados en la Argentina volvieron a sus países de origen. En consecuencia se abrió una brecha financiera el país tuvo que afrontar el pago de la deuda Externa. El problema se acentuó con la pérdida de cosecha en 1913 y 1914. La salida de capitales y la reducción de las exportaciones constituyeron los principales factores que afectaron a la economía local. La contracción del comercio exterior tuvo fuertes efectos depresivos sobre el nivel de actividad interna y, por consiguiente, sobre la demanda de bienes y servicios en el mercado doméstico.
Debido a la apertura económica y la Primera Guerra Mundial afectaron al desarrollo argentino, como resultado del desplome del crédito internacional y el retroceso de la economía mundial, de forma que la acumulación de capital decayó hasta el 4,2 % anual y la renta per cápita avanzó solo un 0,18 % entre 1910 y 1929, retrocediendo quince posiciones entre los países más ricos. Aun así, para 1930 Argentina duplicaba en su pbi per capita al promedio latinoamericano, frente a una diferencia de 3 a 1 en 1905.[149] La neutralidad argentina en la gran guerra establecía que se debían mantener en los mínimos del momento la exportación de bienes de capital y se produjo un boicot económico que duraría hasta 1923.
En 1910, poco antes de los festejos por el Centenario, las dos centrales obreras se lanzaron a una huelga general. El gobierno reaccionó con extrema dureza: se sancionó el estado de sitio, fueron arrestados centenares de dirigentes, se cerraron los diarios sindicales, y se sancionó la Ley de Defensa Social, que extendía las restricciones de la Ley de Residencia, habilitando al Poder Ejecutivo a arrestar indefinidamente a cualquier ciudadano. Hacia 1914, a cuatro años de la celebración del Centenario, alrededor del 61% de la población –vivía en conventillos o en casas precarias, solo el 39% restante residía en departamentos o en casas de material.[148]
Primeras industrias
En 1884 Bunge y Born pasa dedicarse a la comercialización de cereales a escala mundial (un trading "internacional"). En 1911 constantemente huelga de obreros de la panificación, Torcuato Di Tella inventó una máquina amasadora de pan de éxito nacional.
La industria manufacturera se expande al 7 % anual entre 1900-1913, mientras que el producto bruto interno lo hizo al 6,4 %. El producto industrial se desarrolló, pues, a la tasa más alta entre los sectores económicos, superando al sector agropecuario en este sentido.[106][106]
Otros ejemplos, Bartolomé Long que inventó la desgranadora argentina, 1917 la primera cosechadora autopropulsada del mundo por José Frick, 1878 Nicolas Schneider se vuelca al rubro de fabricar los primeros arados en Esperanza, Jacobo Peuser un alemán en 1867 creó un emporio de artes gráficas y puso a la actividad editorial Argentina en la cima de Iberoamérica por mucho tiempo, 1870 Sebastián Bianchetti se hizo presente con sus famosas balanzas que hasta el día de hoy se ve en algunos comercios, pequeñas industrias de cerillas de fósforos prosperaban tanto así que la Compañía General de Fósforos (1889) continúa hasta nuestros días.En 1920, esta firma decidió instalar una hilandería de algodón, para lo cual invirtió en el complejo agroindustrial algodonero (desmotado, elaboración de aceite e hilados). La hilandería −una de las cinco establecidas en el país hasta 1930− se sumó a una gran litografía, una fábrica de papel y las plantas elaboradoras de fósforos que integraban esta empresa. Otros casos importantes fueron los de la Fábrica Argentina de Alpargatas y Manufactura Algodonera Argentina, que fundaron sus propias hilanderías para complementar sus tejedurías en 1923 y 1924 respectivamente.
Crisis de la Primera Guerra Mundial (1913-1917)
El conflicto balcánico, que anticipó el estallido de la Primera Guerra Mundial, desató en Europa una crisis política y económica que clausuró el período de expansión iniciado a finales del siglo XIX. La salida de capitales y la reducción de las exportaciones tuvo efectos depresivos sobre el nivel de actividad interna. Entre 1913 y 1917, el PBI se contrajo un 20%. La caída del PBI per cápita fue aun más importante, pues descendió un 34% en el mismo período. La recesión iniciada en 1914 fue profunda y prolongada; superó incluso la producida durante la Gran Depresión de fines de la década siguiente, cuando el PBI per cápita se contrajo un 20% entre 1929 y 1932[150]
La decisión del Banco de Inglaterra de incrementar la tasa de interés provocó la reversión del flujo de capitales extranjeros hacia la Argentina y le impidió financiar el déficit en su balanza de pagos. El desequilibrio de la balanza de pagos se profundizó como resultado de la magra cosecha de 1913-1914. A partir de entonces, la economía argentina se deslizó hacia una profunda recesión. Los mecanismos de transmisión de la crisis fueron dos: la salida de oro hacia el extranjero y la caída de las exportaciones primarias. En el marco del patrón oro, dicha fuga provocó una severa reducción del circulante, un incremento de la tasa de interés y una sucesión de quiebras de empresas y negocios.[151] Esta situación obligó al presidente Victorino de la Plaza a promover un conjunto de leyes de emergencia. Entre ellas se destacó el cierre de la Caja de Conversión y la suspensión de la convertibilidad de la moneda. A partir de entonces y hasta 1927, el valor de la moneda argentina varió de acuerdo con la evolución de la balanza de pagos. La protección que generó la guerra impulsó una primera y efímera sustitución de importaciones, debido a las dificultades de abastecimiento, aunque localizada e incipiente. Este beneficio no alcanzó a aquellas industrias que dependían de insumos hasta ese momento importados, mientras que las actividades que procesaban materias primas nacionales pudieron reemplazar a los bienes importados que no llegaban. La cuenta capital mostró también un balance positivo debido al el ingreso de capitales que llegaban a la Argentina en busca de refugio.[152]
La guerra submarina, la falta de bodegas y el encarecimiento de los transportes afectaron el comercio. Los productos de gran volumen y bajo precio unitario, como los granos, fueron los principales perjudicados y cobró mayor importancia la exportación de carne, ya que este tenía un mayor valor por unidad de volumen[153] Más dramática fue la caída de las importaciones, al punto que en 1915, estas fueron la mitad respecto de las exportaciones.[153] Mientras tanto hacia 1914 llegó a su máxima extensión la frontera agraria pampeana, pues se había puesto en explotación la máxima superficie posible de tierra apta.[152]
Por otro lado la industria sufrió las consecuencias de la caída de los salarios reales por efectos de la inflación y del incremento del desempleo, que deprimió la demanda agregada. Las industrias que necesitaban de insumos importados como las metalúrgicas, de cerveza y galletitas, entraron en crisis. La disminución más severa la sufrió el sector de la construcción, que se encontró con la paralización de obras de infraestructura (ferrocarriles, por ejemplo) que significó una caída en su producción del 82 %.[153] Más dramática fue la caída de las importaciones, al punto que en 1915, estas fueron la mitad respecto de las exportaciones.[153] Se trataba de una industria vinculada con el procesamiento de materias primas: el 57 % de su producción consistía en alimentos y bebidas.[152] Diversos factores condicionaron el desempeño manufacturero en los años de la guerra, el descenso del comercio internacional afectó los rubros que competían con la producción nacional y promovió así la sustitución de importaciones, fue un estímulo breve, ya que desapareció en 1918, cuando se reanudaron las importaciones. Por otro lado, la industria sufrió las consecuencias de la caída de los salarios reales por efectos de la inflación y del incremento del desempleo, que deprimió la demanda agregada.[152]
La guerra afectó de manera dispar a las diversas ramas industriales, las industrias que necesitaban de insumos importados como las metalúrgicas, de cerveza y galletitas, entraron en crisis.[153] La disminución más severa la sufrió el sector de la construcción, que se encontró con la paralización de obras de infraestructura (ferrocarriles, por ejemplo) que significó una caída en su producción del 82 %.[153] Como consecuencia de la Primera Guerra Mundial la Argentina sufrió una severa escasez de insumos. Las importaciones de carbón, principal fuente energética de la industria y los ferrocarriles, cayeron como resultado de la carencia de bodegas y las exigencias militares europeas. El volumen importado en 1918 representaba apenas 20 % del total importado en 1913. Debido a esto el precio del carbón en Buenos Aires subió 538 % entre 1913 y 1918. Las plantas energéticas, los frigoríficos y otros consumidores intentaron reemplazar el carbón por el petróleo, pero también las importaciones de éste fueron escasas, de modo que su precio aumentó 256 % entre 1914 y 1918. La escasez de combustible y el aumento de precio afectaron las exportaciones argentinas a Gran Bretaña.
A pesar de que la guerra interrumpió el proceso de migraciones ultramarinas, la tasa de desocupación muestra un notable incremento, ya que alcanza en 1914 el 13,7 %, frente al 5,1 % de 1912. En 1915 llega al 14,5 %, en 1916 al 17,7 % y en 1917 toca el 19,4 %, con un total de 445 870 desocupados frente a 1 887 981 personas ocupadas.[154]El impacto provocado por la Primera Guerra Mundial en la economía argentina, tyrajo aparejadas consecuencias en el movimiento obrero debido al aumento de la desocupación, la caída de los salarios y el deterioro en las condiciones de trabajo. Esta situación negativa terminó incentivando y radicalizando el conflicto social de manera inédita, especialmente en aquellos gremios vinculados a las exportaciones. Cuando comenzó la guerra, en agosto de 1914, el país arrastraba el fracaso de la cosecha de granos del año anterior y la disminución de la entrada de capitales extranjeros debido a las restricciones monetarias impuestas por Europa. Hacia 1914 el PBI cayó un 10%; la inversión externa, un 30%; y la caoda del comercio exterior superaba un 20%. la guerra agudizó profundamente la crisis de la economía argentina, al incentivar la salida de las reservas de oro, el cese de la inversión extranjera y la pérdida de la capacidad de embarque, así como la caída de las exportaciones de grano y las importaciones, que en 1918 representaron la mitad de las de 1910. Los obreros ocupados en la industria disminuyeron de 344.000, en 1914, a 292.000, en 1917. El porcentaje de desocupación era del 23,8% en la Capital Federal y del 16,4% en el resto del país[155]
La caída de las importaciones y la actividad económica aumentaron el déficit fiscal a niveles inéditos desde la época de Juárez Celman, ya que las finanzas del estado dependían en gran parte de la recaudación aduanera.[153] Entre 1913 y 1917, el PBI se contrajo un 20 %. La caída del PBI per cápita fue aún más importante, pues descendió un 34 % en el mismo período. Esta recesión profunda y prolongada superó incluso la producida durante la Gran Depresión, cuando el PBI per cápita se contrajo un 20 % entre 1929 y 1932.[152] La inversión extranjera desapareció durante la Primera Guerra Mundial para financiar la guerra europea, y no regresó después de la paz. La economía argentina mantuvo estrechos vínculos con el comercio británico y con sus inversiones, pero después de 1918, estrechó su relación comercial con Estados Unidos, que ahora dominaba el escenario económico internacional.
Durante el mandato de Hipólito Yrigoyen la salida de capitales y la reducción de las exportaciones constituyeron afectaron a la economía local. Para la economía abierta que era entonces la argentina, en que las exportaciones representaban el 30 % del PBI, la contracción del comercio exterior tuvo fuertes efectos depresivos sobre el nivel de actividad interna y, por consiguiente, sobre la demanda de bienes y servicios en el mercado doméstico.
Entre 1913 y 1917, el PBI se contrajo un 20 %. La caída del PBI per cápita fue aún más importante, pues descendió un 34 % en el mismo período. La recesión iniciada en 1914 fue profunda y prolongada; superó incluso la producida durante la Gran Depresión de fines de la década siguiente, cuando el PBI per cápita se contrajo un 20 % entre 1929 y 1932. Además de los problemas monetarios, durante la guerra creció el déficit fiscal. La caída de las importaciones y de la actividad productiva redujo los ingresos fiscales provenientes de la aduana y los impuestos internos que gravaban el consumo. El presidente Hipólito Yrigoyen, que asumió el cargo en 1916, implantó el cobro de derechos a la exportación y recurrió al crédito externo con interés muy alto.[156]en 1920, el grupo Bemberg, que controlaba la Cervecería Quilmes y otras fábricas de cerveza, había fundado la Primera Maltería Argentina para autoabastecerse de ese insumo.[157]
Posguerra (1917-1930)
En 1916 fue elegido Hipólito Yrigoyen bajo la Ley Sáenz Peña, que instalaba el sufragio universal masculino secreto y obligatorio.
Las consecuencias económicas producto de la Primera Guerra Mundial produjeron centenares de huelgas y enfrentamientos violentos durante el gobierno de Yrigoyen. Una serie de largos paros afectaron a la economía nacional, sobre todo en áreas ferroviarias, portuarias y metalúrgicas. La ola de conflictos, que también fue asociada al estallido de la Revolución rusa y los movimientos revolucionarios en Alemania, Italia y Hungría,[158] alcanzó su punto álgido en 1919 cuando en los talleres metalúrgicos Vasena se produjo uno de los enfrentamientos más sangrientos de la historia, la conocida Semana Trágica. Entre 1920 y 1921, trabajadores patagónicos llevaron adelante huelgas y enfrentamientos que terminarían con trágicos resultados. El salario real bajó hasta el año 1918, lo que hizo que aumentara el número de huelgas, que pasó de 80 en 1916 a 367 el año siguiente. El número de huelguistas fue de 24 000 en 1916, mientras que en 1919 llegó a 308 000.[159]Los periódicos como La Antorcha y La Protesta, denunciaron la masacre de obreros prisioneros y los fusilamientos sumarios ocurridos durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen..
Paralelamente al deterioro económico se sumó la conflictividad social que tuvo su punto culmine durante la Semana Trágica de 1919, una huelga obrera en la que los trabajadores reclamaban la reducción de la jornada laboral de 11 a 8 horas, mejores condiciones de salubridad, la vigencia del descanso dominical, el aumento de salarios y la reposición de los delegados despedidos en los talleres metalúrgicos Vasena. La huelga fue reprimida brutalmente por el gobierno de Yrigoyen y la llamada Liga Patriótica, un grupo paramilitar.[160] Recién en 1923 se superó el PIB per cápita de 1913. A partir de 1914, aun sin llegada masiva de inmigrantes, la desocupación inició un crecimiento acelerado y culminó en 1917 con un 19,4 %; situación agravada por el alza del precio de los productos de consumo popular y la caída del salario real como consecuencia de la inflación, estimada por los historiadores en un 40 % entre 1914-1918. Los conflictos alcanzaron el mundo rural y, a partir de 1918, se expresaron en la movilización de los chacareros y los braceros. Las huelgas estallaron igualmente en la economía agraria extrapampeana, por ejemplo, las protagonizadas por los trabajadores de La Forestal en el norte santafesino y por los peones de las estancias patagónicas, durante el conflicto conocido como Patagonia rebelde.[157] El nivel de gasto público aumentó de 8,5 % en 1920 al 13 % en 1929 y el déficit de la administración nacional llegó al 4 %.[161]
En 1922, durante el gobierno de Yrigoyen se creó la empresa estatal destinada a explotar y comercializar el petróleo: YPF, y el recién electo presidente Marcelo T. de Alvear le ofreció la conducción de esta nueva empresa al general e ingeniero Enrique Mosconi, quien ocupó la dirección de YPF entre 1922 y 1930. Los yrigoyenistas impulsaron la nacionalización de los recursos petroleros del país, que generaría una necesaria ampliación de la burocracia estatal y la consecuente oferta de nuevos cargos que serían distribuidos entre sectores medios urbanos dependientes del Estado.[162][163]En 1925 debido a una sobreoferta comenzaron a bajar los precios agrícolas y hacia el final de la década la Reserva Federal de Estados Unidos decidió subir las tasas de interés, lo que inicialmente provocó un retorno de los capitales norteamericanos hacia los Estados Unidos y posteriormente generó una estrepitosa caída del mercado de capitales cuando los bancos se vieron obligados a reclamar la devolución de los préstamos y los inversores tuvieron que vender las acciones que habían comprado a crédito provocando un desplome de los precios y una corrida bancaria en busca de liquidez.4 La crisis norteamericana repercutió en una fuerte salida de oro de Argentina, por lo que puso al país ante la amenaza de una fuerte contracción monetaria y la falta de reservas suficientes para atender los pagos de la deuda externa dando paso a una emisión descontrolada e inorgánica de dinero.[164]
Alvear comenzó su presidencia justo cuando terminaba la crisis mundial de la posguerra, acompañado de un favorable frente externo, con la reactivación posterior a la Primera Guerra Mundial.[165]
Los altos precios de la carne causados por la Primera Guerra Mundial se prolongaron hasta comienzos de la década de 1920 y alentaron la expansión de la ganadería. El derrumbe de los precios de la carne, artificialmente inflados durante la guerra, provocaron una profunda crisis del sector ganadero entre 1921 y 1923. Los criadores que tenían ganado en exceso tuvieron que vender sus animales a precios bajos, por lo que se vieron obligados a pedir en 1921 protección por parte del gobierno argentino hacia los manejos de los trusts de la carne.[166] Ante ello, el gobierno sancionó en 1923 las leyes n.º 11 226, n.º 11 227 y n.º 11 228: la primera establecía un régimen de control del comercio de carnes; la segunda fijaba los precios mínimos y máximos para la venta; y la tercera instauró un régimen de control para las transacciones comerciales de ganado vacuno para evitar los vales, comunes en el interior. Se creó así un frigorífico estatal, años más tarde bautizado con el nombre de Lisandro de la Torre.[167][168][169]En Argentina, el lapso recesivo comprendió los años que transcurrieron entre 1921 y 1924 aproximadamente cayó la producción agrícola y ganadera, agregándose la baja de los precios. Al producirse la crisis, en 1914 se abandonó unilateralmente el régimen de patrón oro, por lo tanto, la moneda fue inconvertible hasta 1927 En este marco, los bancos domésticos entre 1922 y 1923 perdieron 25% del capital, en tanto que las reservas estuvieron en baja a lo largo del decenio. En el contexto del comercio internacional, Argentina continuaba siendo una pequeña economía abierta y como muchos países periféricos estaba expuesta a las eventualidades externas, cuyos términos de intercambio empeoraron en los años veinte. La balanza comercial –salvo 1924– presentó saldos negativos durante el periodo 1921–1926.Durante el decenio de 1920 el gasto público creció aproximadamente 160%; el presupuesto nacional no estuvo balanceado durante más de dos décadas; entre 1926 y 1930 la deuda aumentó más aceleradamente.[170] No obstante, el muy alto déficit fiscal de 1930, calculado en 36.2% del gasto público, bajó en 1932 a 12.8% y disminuyó en los años posteriores, alcanzando superávit en 1935–1936. B[171]
Las cuestiones relacionadas con la agricultura despertaban menos preocupaciones la reactivación posterior a la Primera Guerra Mundial produjo que los países europeos compraran las cosechas argentinas. Hubo un gran crecimiento en las áreas sembradas con cereales, especialmente en la pampa húmeda.[172] aumentaron los cultivos industriales como el algodón, que pasó de 2000 hectáreas en 1914, a 122 000 en 1930. Los problemas recrudecen en 1914 debido a las malas cosechas y a la brusca disminución en los precios internacionales de las exportaciones. El retiro del capital europeo debido a la estrechez financiera provocada por la guerra precipitó la crisis que Argentina ha estado padeciendo. Ya en 1916 la deuda argentina se había elevado a 121 millones de libras. Ya en la presidencia de Marcelo T. de Alvear, el endeudamiento externo vuelve a crecer, especialmente basado en empréstitos provenientes de los Estados Unidos; al finalizar su período de gobierno la deuda externa puede estimarse que supera en algo los 140 millones de libras esterlinas.[166]
En 1923 el ministro de Hacienda Rafael Herrera Vegas impulsó una modificación en la Ley de Aduanas para promover la producción industrial que subió un 60 % la tarifa de avalúos y un 25 % los derechos a las mercancías gravadas con derechos específicos. El ministro también había intentado sin éxito elaborar una ley para crear un impuesto sobre la renta de carácter provisorio. Tras la renuncia de Herrera Vegas en el ministerio lo sucedió Víctor M. Molina, quien también fracasó en un nuevo intento de poner el impuesto a la renta. No obstante, llevó adelante una política librecambista, abiertamente liberal. Este giro político sería una de las causas de la división de la Unión Cívica Radical entre yrigoyenistas y antipersonalistas. [173]Entre el freno de la llegada de capitales europeos y la merma de exportaciones el Producto Bruto Interno (PBI) argentino se desplomó en un 10,4% durante 1914, año de la muerte de Roque Sáenz Peña y su relevo por Victorino de la Plaza, para registrarse un pequeño repunte del 0,5% en 1915 y recaer un 2,9% en 1916.
Una de las consecuencias de la guerra fue el ascenso de los Estados Unidos como primera potencia económica mundial y en la Argentina las inversiones del país norteamericano ganaron en importancia frente a las tradicionales británicas. Durante los años veinte se instalaron en el país firmas norteamericanas como General Electric (1920), Ford (1922), General Motors (1925), Parke-Davis (1926), Colgate Palmolive (1927) y Chrysler (1929).[157][159] Varias de estas firmas se vieron beneficiadas por rebajas arancelarias que alentaban la importación de partes y el ensamblado en el país. El caso más importante fue el de las automotrices, que abrieron plantas de ensamblaje: Ford en 1922, General Motors en 1925, y Chrysler, en asociación con la argentina Fevre y Basset, en 1929. El drenaje de oro provocó problemas graves y los retiros de depósitos en pesos del sistema bancario generaron una situación de liquidez, el gobierno nacional hizo uso de la ley de 1914 que permitía emitir moneda sin respaldo oro, pero esto acentuó la tendencia del peso a la depreciación. El dólar en 1930 se cotizaba a 2,78 pesos moneda nacional y en septiembre de 1931 a 4,11. [174]
En 1927 Molina decidió reabrir la caja de conversión que había estado cerrada desde 1914. La caja se había beneficiado con aportes de oro en lingotes y monedas que fueron llevando hasta el 80 % la reserva aurífera, que según la Ley debía respaldar el dinero circulante en una proporción del 44 %. Pero ante la remota posibilidad de una corrida bancaria, Molina envió un telegrama a la Banca Morgan en Estados Unidos para consultar con que crédito podía contar la Argentina en caso de necesitar reforzar sus reservas, la respuesta de la banca fue: ilimitada.[175]El empeoramiento de la administración fiscal llevó al ejercicio recurrente de desviar fondos obtenidos mediante empréstitos a gastos corrientes. El gasto no disminuyó, entonces resultó ineludible la implementación de emisiones de títulos colocados localmente y por lo mismo aumentó la deuda pública interna. El país sufrió una crisis en la balanza de pagos que generó inflación y provocó la insolvencia de la mayoría de los bancos, y la pérdida de un tercio de las reservas de oro entre 1927 y 1928 pasando de 790 toneladas acumuladas a 503, mientras que las pérdidas de reservas en oro en los bancos privados pasaron de 232 toneladas de oro a solo 27[176]
Crisis del 30
En octubre de 1929 se produjo un derrumbe de la Bolsa de Valores de Nueva York que llevaría a la gran depresión de los años treinta. La caída de demanda del comercio exterior se vio potenciada pues los países que tenían relaciones comerciales con la Argentina, especialmente los Estados Unidos y Gran Bretaña, impusieron barreras proteccionistas afectando la economía argentina, que por entonces era una de las más abiertas al comercio internacional. El valor de las exportaciones pasó de 1000 millones de dólares en 1928 a 335 millones en 1932. Se produjo una salida de capitales de tal forma que el nuevo gobierno de Yrigoyen abandonó la convertibilidad en 1929 y tuvo que emitir dinero sin respaldo para no agravar la situación de dificultad de algunos bancos, lo que provocó una pérdida de valor del peso con respecto al dólar. Los ingresos de la aduana disminuyeron debido a la contracción del comercio internacional, el peso nacional perdía valor, disminuyeron las importaciones y exportaciones, y esto fue acompañado por una disminución de los salarios y por una elevada desocupación. Finalmente, la crisis impulsó la caída del gobierno de Hipólito Yrigoyen. A finales del año 1935 recién el Producto Bruto Interno superó el valor del año 1929.[177][162]
El colapso bursátil de 1929 marcó el fin de las esperanzas argentinas para un retorno al modelo de crecimiento impulsado por las exportaciones. El presidente Yrigoyen fue derrocado en 1930 por un golpe de Estado que lo puso bajo arresto domiciliario y su hombre clave de YPF, Enrique Mosconi, debió exiliarse. Durante sus ocho años de gestión, el General Mosconi logró casi triplicar la producción de petróleo, de 348 888 metros cúbicos en 1922, a 872 171 en 1929.[178]
Ese mismo año, se desató la crisis financiera mundial iniciada en Estados Unidos. Esta afectó a la Argentina por la disminución de los ingresos de la Aduana debido a la reducción del comercio internacional, la inflación, la caída del salario y la desocupación. Además, los productos primarios (principal rubro de exportación del país) perdieron importancia en el mercado mundial. En ese contexto económico los capitales norteamericanos retornaron a su lugar de origen debido a la alta rentabilidad de la especulación financiera.[179] En 1927 se creó la Fábrica Militar de Aviones, constituyéndose en la primera empresa manufacturera del estado vinculada con la alta tecnología.[168]
En los años 1930, la economía argentina se deterioró notablemente,[109] producto de la inestabilidad política cuando una junta militar tomó el poder, poniendo fin a siete décadas de gobierno civil constitucional.[180] se convirtió en uno de los países más inestables.[181]En el caso argentino, entre 1930 y 1932 el régimen corporativista de José Félix Uriburu creó drásticas medidas represivas para sofocar los intentos de protesta por parte de los trabajadores, ante el profundo deterioro de los salarios y las diferentes condiciones de vida. Al mismo tiempo, los niveles de desempleo aumentaron de manera alarmante y fueron medidos por primera vez en el Censo Nacional de 1932, que registró 87.223 desocupados en la ciudad de Buenos Aires sobre un total de 333.997 personas sin empleo en todo el país.
Período de industrialización por sustitución de importaciones (1930-1946)
El 1º de mayo de 1933 se firma el tratado Pacto Roca-Runciman por el cual el Reino Unido se comprometía a continuar comprando carnes argentinas en tanto y en cuanto su precio fuera menor al de los demás proveedores mundiales. Paralelamente se creó el Banco Central de la República Argentina con competencias para emitir billetes y regular las tasas de interés bajo la conducción de un directorio con fuerte composición de funcionarios del Imperio Británico. No obstante, todas estas concesiones, se le adjudicó además al Reino Unido el monopolio de los transportes de Buenos Aires. Como contrapartida, Argentina aceptó la liberación de impuestos para productos británicos al mismo tiempo que tomó el compromiso de no habilitar frigoríficos de capitales nacionales. En mayo de 1935, el legislador santafecino, Lisandro de la Torre, acusó por fraude y evasión impositiva a los frigoríficos Anglo, Armour y Swift. Aportó pruebas que comprometían directamente a dos ministros de Justo: Federico Pinedo de Economía y Luis Duhau de Hacienda, en las que se establecía claramente el trato preferencial que recibían estas empresas que prácticamente no pagaban impuestos. De la Torre probó cómo se ocultaba información contable en cajas selladas por el ministerio de Hacienda y demostró hasta dónde llegaba la red de sobornos de los frigoríficos ingleses tras la firma del pacto Roca-Runciman.[182][183]
Con motivo del pacto, el vicepresidente argentino Julio A. Roca (h) realizó la siguiente declaración:
La geografía política no siempre logra en nuestros tiempos imponer sus límites territoriales a la actividad de la economía de las naciones. Así ha podido decir un publicista de celosa personalidad que la Argentina, por su interdependencia recíproca es, desde el punto de vista económico, una parte integrante del Imperio Británico.
Antes de la Segunda Guerra Mundial un nuevo modelo de crecimiento económico comenzó a surgir. El Censo Económico de 1935 contaba con más de 600 000 trabajadores en la industria manufacturera (en su mayoría en empresas con menos de cinco empleados). El gobierno que hasta entonces había adoptado un laissez-faire comenzó a intervenir directamente en la economía. Hacia fines de 1933 Argentina ya era el país más industrializado de Latinoamérica. En 1933 el producto bruto manufacturero de Argentina alcanzaba los 845 millones de dólares, mientras que el de Brasil era de 540 millones, seguido por México con 233 millones.[183]Paralelamente durante mediados de la década del 30 y principios del 40 Argentina perdería su lugar como potencia agrícola, pasando de dominar las exportaciones mundiales de alrededor de 12 cultivos a retener una sola posición como mayor exportador de trigo. Situación que solo recuperaria a principios de 1950. [184]
El período entre las dos Guerras Mundiales, y la crisis de 1929 presentaron desafíos para la economía argentina, como lo hizo para la mayoría de la población mundial.En el año 1933 la industria de Argentina era la mayor de América del Sur y superior a la suma del producto bruto industrial de Brasil y de México.[185] Las estrechas relaciones comerciales con Gran Bretaña, el mayor cliente, no se perderían hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando Gran Bretaña comenzó su etapa de declive como potencia mundial frente a EE. UU.
Segunda guerra mundial (1939-1945)
La menor cantidad de importaciones y los efectos beneficiosos de la guerra tanto en la cantidad y el precio de las exportaciones argentinas se combinaron para crear un excedente comercial de US$ 1,7 mil millones acumulados durante esos años. Se beneficiaron de la financiación innovadores y el gobierno, el valor agregado de la manufactura superó al de la agricultura por primera vez en 1943, y empleó a más de 1 millón de personas en 1947. Se aceleró el crecimiento de las industrias ya existentes en el país, como los frigoríficos, molinos harineros y envasadoras. La industria textil comenzó su desarrollo por esta época. Los productos textiles y metalúrgicos abarcaban casi todo el volumen de importaciones de bienes de consumo. Esta industria se vio favorecida ya que en la argentina existían materias primas necesarias. También se expandieron los rubros industriales de maquinarias, vehículos y productos químicos y farmacéuticos. La afluencia de gran cantidad de trabajadores rurales a la actividad industrial provocó un cambio en la clase obrera argentina. A través de la sustitución de importaciones la economía siguió creciendo moderadamente durante la Segunda Guerra Mundial. La industrialización de sustitución de importaciones (ISI) fue adoptada como política económica. El mercado interno se convirtió en el motor del crecimiento iniciándose la cúspide de la clases medias y propietaria se hallaba conformada por empresarios diversificados, cuyos intereses económicos se desplegaban en distintos sectores de actividad (Sábato 1991). El número de ovejas casi se cuadruplicó entre 1940 y 1955 al que pronto se sumarían muchos otros nuevos productos agrícolas y ganaderos. La industria avanzó aceleradamente durante este período de crecimiento generalizado. El valor de la producción industrial, por ejemplo, se multiplicó por 6,4 entre 1943 y 1953 generando un sector industrial muy diversificado.
Paralelamente a fines de la década del 40 se produce la aparición de nuevas actividades inudtriales de mayor dinamismo exportador (refinerías de petróleo, aluminio, petroquímica, automóviles, sustancias químicas industriales) exhiben incrementos del volumen físico de producción quintuplicando su capacidad instalada entre 1944 y 1952. En tanto los sectores industriales más dedicados a meecado interno ( textil, calzado, maquinaria agrícola, marroquinería, motores y turbinas, productos electrodomésctios) se modernizaran con nuevas inversiones impulzadas por los créditos baratos del Iapi, consiguiendo por primera vez en la historia excedentes exportables.[186]
Para 1945 las industrias argentinas de capitales nacionales habían obtenido el control de una gran parte del mercado nacional para artículos de consumo básico 93 por ciento de productos alimenticios, 98 por ciento de productos textiles, el 73 por ciento de los productos de línea blanca y 87 por ciento de materiales de construcción, con una incipiente industria ferroviaria y automotriz. De esta forma se desarrolló en la Argentina, tanto en la ciudad como en el campo, un moderno mercado de trabajo y una clase obrera asalariada que no estaba sujeta a relaciones semifeudales características hasta entonces sino que ganaba suficiente dinero como para poder comprar una cantidad modesta, aunque creciente, de artículos de consumo y fomentar el ahorro nacional y que exigían una cantidad cada vez mayor de productos industriales, talleres de reparación y plantas de procesamiento, que expandieron aún más el mercado local. A través del IAPI se canalizó fondos ociosos para la industria y el campo de manera decisiva de inversión para modernizar el sector agrícola, y generando buenas condiciones para el surgimiento de una estructura industrial cada vez más diversificada y sofisticada. De tal forma, los impulsos hacia el resto de la economía se volvieron más dinámicos.[187]
Durante el gobierno de Edelmiro Farrell se produjo la firma por Argentina del Acta de Chapultepec y otras iniciativas propuestas por Juan Domingo Perón como la sanción del Estatuto del Peón Rural, la sanción del decreto-ley 33.302/45 estableciendo el aguinaldo, la sanción del decreto-ley 1740/45 fijando el régimen de vacaciones para los obreros industriales y la creación de la Justicia Nacional del Trabajo. Se dispuso el congelamiento de alquileres y arrendamientos rurales, que tuvo un efecto positivo entre los trabajadores y los chacareros (pequeños y medianos productores rurales), y la creación de una Comisión Investigadora del escándalo de la compañía eléctrica CHADE, que tenía como misión profundizar la lucha contra la corrupción. El 10 de agosto de 1943, el presidente Ramírez llevó a cabo la constitución de la primera sociedad mixta industrial, prevista en la ley que estableció la Dirección General de Fabricaciones Militares bajo el gobierno de Castillo. Industrias Químicas Nacionales se fundó para la explotación de las minas de azufre en la provincia de Salta. Se creó el Fondo de Crédito Industrial, que proporcionaba financiamiento barato a largo plazo para el sector industrial. Entre 1941 y 1946, la clase obrera industrial había crecido un 38%, pasando de 677.517 a 938.387 trabajadores.[188] Durante 1944 Farrell impulsó decididamente las reformas laborales que proponía la Secretaría de Trabajo. Ese año el gobierno convocó a sindicatos y empleadores a negociar convenios colectivos, un proceso que no tenía precedentes en el país. Entre 1944 y 1945 se firmaron más de 700 convenios colectivos.[189]
Durante los '40 el crecimiento urbano, las migraciones internas y el incipiente proceso de industrialización sustitutiva fueron algunos de los procesos más importantes que modificaron la fisonomía económica. En respuesta a la creciente demanda social en el ámbito de la salud, la vivienda, el trabajo y la alimentación, el Estado implementó medidas de regulación, intervención y provisión directa de servicios, configurando nuevas instituciones públicas que trasladaron al ámbito estatal la resolución de los desajustes sociales.[190]
El 4 de diciembre se aprobó el régimen de jubilaciones para empleados de comercio.[191] Paralelamente aumentaba la sindicalización de los trabajadores: mientras que en 1941 había 356 sindicatos con 441.412 miembros, en 1945 esa cantidad había aumentado a 969 sindicatos con 528.523 miembros.[192]
El 9 de octubre de 1941 se creó la Dirección Nacional de Fabricaciones Militares. En el año 1944 se creó el Banco de Crédito Industrial para dar créditos a los sectores industriales. Pero interferencias políticas obligaron al Banco a dar los créditos a las empresas argentinas más tradicionales, un intenso crecimiento de la producción y una rápida acumulación de capital. Es importante mencionar también, que la industrialización aceleró el proceso de migraciones internas: grandes masas de población rural se volcaron hacia los centros industriales, especialmente la capital. Se crearon varias fábricas de equipamientos militares, y también se radicaron varias industrias pesadas como las automotrices. Se instalaron grandes fábricas metalmecánicas, para la producción de motores, automotores, locomotoras y aviones. Además de crear la Fábrica Militar de Aviones en IAME (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado) y luego en DINFIA (Dirección Nacional de Fabricaciones e Investigaciones Aeronáuticas).[193]
También se fabricaron los aviones I.Ae. 22 "DL" de entrenamiento avanzado, el I.Ae. 24 calquín de bombardeo y ataque, el I.Ae. 23 de entrenamiento primario, el bimotor de caza I.Ae. 30 Ñancú. Completan ese período el planeador de asalto I.Ae. 25 Mañque, el motor de aviación «El Gaucho», el cohete teledirigido AM-1 Tábano35 y aeronaves de instrucción elemental y de uso civil: el Colibrí, el Chingolo, y el F.M.A. 20 Boyero. La concreción de estos proyectos aeronáuticos motivó la formación de una importante red de proveedores de partes de alta calidad, y como consecuencia, la creación del parque industrial que fue la base del posterior desarrollo y despegue industrial de Córdoba.
En la década de 1950 precisamente en la Ciudad de Córdoba, comenzaron a instalarse grandes fábricas metalmecánicas, para la producción de motores, automotores, locomotoras y aviones. Entre ellas se encuentran la fábrica Fiat (1955), IKA (Industrias Kaiser Argentina, 1955) y la transformación de la Fábrica Militar de Aviones en IAME (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado) y luego en DINFIA (Dirección Nacional de Fabricaciones e Investigaciones Aeronáuticas).
En 1954 el PBI per cápita de Argentina solo era superado por los países desarrollados anglosajones poco afectados por la guerra: Estados Unidos, Australia, Reino Unido, Canadá y Nueva Zelanda.[194]Para mediados de la década del 70 el PBI per cápita argentino seguía entre los 20 más altos del mundo, por debajo de Austria, pero superando a Italia, España y Checoslovaquia.[195] Hacia principios de los ‘70, Argentina era el país con mayor ingreso per cápita de América latina, a la vez que el menos desigual, en 1974 Argentina poseía un PBI per cápita que era la mitad del de Estados Unidos[196]
Período peronista (1946-1955)
Durante esta etapa, el país se caracterizó por el impulso a las obras públicas, la redistribución del ingreso hacia los sectores más desfavorecidos, la ampliación de derechos laborales y la intervención del Estado en la economía. Durante esta época el sector agropecuario se modernizó, a partir del desarrollo de la industria siderúrgica y petroquímica, se impulsó la tecnificación y la provisión de fertilizantes, plaguicidas y maquinarias, de forma que se incrementó la producción y eficiencia agropecuaria.[197] Desde este espacio se trazó el Primer Plan Quinquenal73 de gobierno, que orientó la economía del país por parte del Estado desde 1947 a 1951. El crecimiento de la economía argentina durante el periodo peronista alcanzó a un promedio del 3,6 % del PBI. Sin embargo, se pueden distinguir tres etapas. En los primeros años el crecimiento fue veloz, alcanzando un pico del 11 % en 1947, la política económica instrumentada por el gobierno y la posguerra, se combinaron para provocar una breve pero intensa etapa de auge entre 1945 y 1948, en la que esos agregados crecieron en forma acelerada. La producción, por ejemplo, se elevó casi un 30 %, el consumo, que entre 1930-1934 y 1946 se había expandido un 55 %, se incrementó en un 18,5 % ente 1946 y 1949. La inversión, deprimida durante la guerra, prácticamente se duplicó entre 1945 y 1948” (Rapoport, 2010). [198] Cuando Perón asume como presidente en 1946 había aproximadamente 500 000 trabajadores agremiados y que ya en 1951 esta cifra había sido elevada a 3 millones.
Uno de los principales objetivos de Perón era lograr la independencia económica de Argentina, para ello tomó diferentes medidas
- Nacionalización del Banco Central en 1946, con el fin de que los industriales tuvieran fondos para facilitar el desarrollo de actividades económicas de interés nacional y para satisfacer las necesidades del comercio externo e interno.
- Se expandió la recientemente creada Marina Mercante, que a fines de 1942 explotaba 29 buques, afectados todos ellos al servicio de ultramar, con un personal de 1500 trabajadores.[199]
- En 1952 el gobierno peronista decide saldar completamente la deuda externa, el país deudor de 12 500 millones de pesos moneda nacional se convertía en acreedor por más de m$n 5000 millones.[200]
- Entre 1946 y 1948 todas las líneas férreas fueron estatizadas bajo la órbita de la Empresa de Ferrocarriles del Estado Argentino (EFEA, luego Ferrocarriles Argentinos) que antes se encontraban, en su mayoría, en manos de empresas británicas y francesas. Se dio un fuerte impulso a la construcción de nuevos ramales y a la ampliación de la red ferroviaria, que llegó a contar en 1954 con más de 120 000 km de extensión.[201]
- A través de la empresa estatal Obras Sanitarias de la Nación, se llevó a cabo un programa de obras, para el período 1947-51.[202]
En 1942 unos 6.5 millones de habitantes tenían provisión de agua corriente y 4 millones, servicios cloacales. En 1955 los beneficiarios se ampliaron a 10 millones y 5.5 millones respectivamente.
- Se amplió el sistema de jubilaciones beneficiando a trabajadores independientes, empresarios y profesionales. Se estableció en 1948 el fondo de pensiones para personas sin recursos no acogidas en el sistema jubilatorio y se legisló sobre la pensión para viudas. En 1946 se incorporó como derecho el pago del aguinaldo. Se crearon y se pusieron en funcionamiento los primeros juzgados laborales, se estableció el Estatuto del Peón Rural y se reglamentaron las convenciones colectivas de trabajo.[203]
Respecto al consumo, entre 1945 y 1948 las ventas de cocinas aumentaron 106 %, las de heladeras 218 %, el calzado 133 %, los discos fonográficos 200 % y las radios 600 %, alentados por los programas redistributivos del gobierno y el crédito barato. Los préstamos al sector privado se triplicaron y las tasas de interés no superaban el 5 % anual, los préstamos a la industria se sextuplicaron y los préstamos a la agricultura se duplicaron.[204]
La principal fuente de ingresos no tributarios del gobierno central, el IAPI, se benefició con el aumento de la demanda internacional de granos y los altos precios que adquirieron durante 1946-1947. Estos ingresos ayudaron a financiar las obras de inversión pública de carácter social, en particular la construcción de más de 4000 hospitales y clínicas y más de 8000 escuelas. El aumento de inversiones públicas y extranjeras revitalizaron la economía, que creció en más de un 25 % en el período 1946-1948. Estos programas, entre otras cosas, ayudaron a erradicar las enfermedades tropicales en el norte y el problema recurrente con las langostas. Entre 1945 y 1948 la economía creció a un récord del 8.5 % anual, mientras que el salario real se acrecentó un 46 %.[193]
En esta etapa se inició, a través del Primer Plan Quinquenal un conjunto de importantes obras públicas, destinadas a modernizar la infraestructura del país, necesaria para el proceso de industrialización acelerado. Se construyeron diques con sus respectivas centrales hidroeléctricas como el Escaba en Tucumán, el Nihuil en Mendoza, Los Quiroga en Santiago del Estero y seis diques con usinas en Córdoba, seis en Catamarca, cuatro en Río Negro y tres en Mendoza, entre ellos los diques Florentino Ameghino, Los Molinos y La Florida. Así la potencia instalada en centrales pasó de 45 mil kVh en 1943, a 350 mil kVh en 1952.
También se construyó entre 1947 y 1949 el gasoducto que une Comodoro Rivadavia con Buenos Aires; con él la distribución de gas aumentó de 300 mil m³ a 15 millones de m³ por día, abaratando en un tercio los costos.[205] El extenso gasoducto, 1605 km, uno de los más largos del mundo en su momento, fue inaugurado el 29 de diciembre de 1949, más tarde la cañería sería extendida hasta Cañadón Seco, logrando extenderse por 100 km más.
La Argentina se colocaba así entre los tres países más avanzados en el aprovechamiento del gas natural, junto con los Estados Unidos y la Unión Soviética.[206]
Los precios mundiales de cereales disminuyeron a finales de la década del 1950. Las exportaciones argentinas fueron en gran medida excluidas del auge de los mercados europeos por la presión política de la administración estadounidense de Harry S. Truman. [cita requerida] Esto llevó al presidente a adoptar políticas más favorables hacia las empresas a partir de 1952.
La ley n.º 12.987 conocida como "Ley Savio", fue sancionada el 13 de junio de 1947, junto con el Plan Siderúrgico Argentino y la constitución de la empresa SoMiSA, que pasó de una producción de 21 000 toneladas de acero en 1948 a 87 000 en 1954.
La empresa Siam fundada en 1911 adquiere gran impulso, expandiéndose mayormente debido a las ventas motonetas, ventiladores y otros electrodomésticos, que demandaba el mercado local. Su capacidad industrial le permitió iniciar en 1948 la producción de heladeras a un ritmo de 11 000 anuales, para alcanzar las 70 000 unidades diez años más tarde, llegando a ser la empresa latinoamericana más grande, con más de 9 mil empleados. En 1947 se funda Techint.
En 1953 se promulga la ley n.º 14.122, que trata de otorgar garantías jurídicas a los propietarios; su principal objetivo era atraer empresas a la producción metalmecánica en Córdoba en asociación con la Fábrica Argentina de Aviones. Se logró la privatización de la fábrica de tractores que quedó a cargo de Fiat. También en Córdoba se instaló una fábrica de automóviles denominada Industrias Kaiser Argentina. Ambas empresas obtuvieron créditos generosos de parte del Banco Industrial, garantías de reserva del mercado interno e instalaciones, equipos y personal calificado, logrando así beneficios desde el primer año de actividad. Estos fueron los mayores frutos de expansión industrial asociada con el capital externo, creando el primer y mayor polo metalmecánico del país hasta el momento. Se instalaron grandes fábricas para la producción de motores, automotores, locomotoras y aviones, además de crear la Fábrica Militar de Aviones en IAME (Industrias Aeronáuticas y Mecánicas del Estado) y luego en DINFIA (Dirección Nacional de Fabricaciones e Investigaciones Aeronáuticas).
Las políticas de estímulo a las exportaciones, a la inversión extranjera en petróleo y la industria del automóvil, el mantenimiento de altos salarios, derechos laborales y la fuerte inversión en obra pública, habrían de mantenerse como ejes genéricos de política económica durante los siguientes veinte años, incluso después de un conflicto con la Iglesia Católica que dio lugar al golpe de Estado en 1955.
Las ramas industriales privilegiadas en esta segunda etapa del proceso de sustitución de importaciones, del segundo Plan Quinquenal fueron la automotriz, la petrolera y petroquímica, la química, la metalúrgica y la de maquinarias eléctricas y no eléctricas, orientadas a ser industrias de base para el país. Las inversiones se orientaron hacia el aprovechamiento de las posibilidades que ofrecía un mercado interno protegido. El sector agropecuario se modernizó: a partir del desarrollo de la industria siderúrgica y petroquímica, se impulsó la tecnificación y la provisión de fertilizantes, plaguicidas y maquinarias.[197]
Entre otras reformas sociales y económicas, durante el primer gobierno peronista "el componente salarial del ingreso nacional superó, por primera vez en la historia, a la retribución obtenida en concepto de ganancias, intereses y renta de la tierra. En 1948 aquel ascendía a 53 % contra 47 % de éste, lo que se comparaba favorablemente con la situación imperante solo un lustro atrás, cuando los trabajadores percibían 44,4 % y los empresarios, capitalistas y rentistas recibían 55,6 %".[207]
La expansión siderúrgica se logró gracias al impulso de la empresa estatal de Dirección de Fabricaciones Militares, creada en 1941. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, el gobierno de Perón impulsó el desarrollo de la industria aeronáutica, dirigiendo sus esfuerzos a reclutar científicos y tecnólogos extranjeros. La fabricación de los Pulqui I y II (primeros aviones a reacción diseñado en América Latina) fue acompañada por otros desarrollos, como la energía atómica, grandes obras de infraestructura e ingeniería civil, la creación del Instituto Antártico.[208]
Las ramas industriales privilegiadas en esta segunda etapa del proceso de sustitución de importaciones, del segundo plan quinquenal fueron la automotriz, la petrolera y petroquímica, la química, la metalúrgica y la de maquinarias eléctricas y no eléctricas, orientadas a ser industrias de base para el país. Las inversiones se orientaron hacia el aprovechamiento de las posibilidades que ofrecía un mercado interno protegido. El sector agropecuario se modernizó: a partir del desarrollo de la industria siderúrgica y petroquímica, se impulsó la tecnificación y la provisión de fertilizantes, plaguicidas y maquinarias, de forma que se hizo incrementar la producción y productividad agropecuaria.[209]La empresa argentina Siam se expandió mayormente debido sus ventas exitosas en productos como las motonetas, ventiladores y otros electrodomésticos, que demandaba con avidez la sociedad local. Su capacidad industrial le permitió iniciar en 1947 la producción de heladeras a un ritmo de 11 000 anuales, para alcanzar las 70 000 unidades diez años más tarde[210]
La ley n.º 12.987 conocida como "Ley Savio", fue sancionada el 13 de junio de 1947, junto con el Plan Siderúrgico Argentino y la constitución de la empresa SOMISA, que pasara de una producción de 21 000 toneladas de acero en 1948 a 87 000 en 1954. La empresa argentina Siam adquirió gran impulso, expandiéndose mayormente debido sus ventas en productos como las motonetas, ventiladores y otros electrodomésticos que demandaba el mercado local. Su capacidad industrial le permitió iniciar en 1948 la producción de heladeras a un ritmo de 11 000 anuales, para alcanzar las 70 000 unidades diez años más tarde, llegando a ser la más grande empresa latinoamericana, con más de 9 mil empleados. Entre 1951 y 1955 se triplicó la producción de acero y cuadruplico la producción de carbón, pasando de 150.052 a 643 400 toneladas. También creció un 1270 % la producción de hierro y níquel dando así un gran crecimiento a la industria siderúrgica argentina
Dictadura de Aramburu y cesación de pagos de 1957 (1955-1958)
El 16 de septiembre de 1955, cuando la autodenominada «Revolución Libertadora» derrocó a Perón, Argentina había dejado de ser un país deudor y se había convertido en país acreedor. El Banco Central tenía 371 millones de dólares en reservas.[cita requerida]
En noviembre de 1955, tras el desplazamiento del dictador Eduardo Lonardi y su remplazo por el dictador Pedro Eugenio Aramburu, este nombró a Eugenio Blanco ministro de Economía. Desde junio de 1956, sería también presidente del Banco Central de la República Argentina.[211][212] Durante su gestión, el Banco Central dejó de ser un promotor del desarrollo. Aramburu tomó deuda externa por 700 millones de dólares, que no pudo pagar, dejando al país al borde del default.[213][211][214] Este ministro aumentó por primera vez en la Historia argentina el efecto inflacionario, que había sido casi inexistente durante la primera mitad del siglo XX.[211][215]A lo largo de 1957 los ferroviarios, empleados municipales, bancarios, alimentación, textiles, navales y telefónicos tomaron como ejemplo el caso metalúrgico y se lanzaron a la huelga erosionando a estabilidad del régimen. A partir de la aplicación del Plan Prebisch, la carestía aumentaba mes a mes. Desde enero, 3000 obreros y obreras de la empresa Philips durante varias jornadas reclamaron el reconocimiento de los delegados y la comisión interna. Se sumaron al conflicto los obreros de Siam, Piazza y Siambreta. Las luchas se extendieron a los obreros de la construcción de Mar del Plata, al frigorífico La Negra, del caucho, textiles, bancarios que reclamaban el reconocimiento de sus representantes, levantamiento de las intervenciones y aumentos salariales. Posteriormente se desató una violenta represión con allanamientos de domicilios, persecuciones, detenciones y despidos en las grandes empresas. Se decretó la intervención de la CGT, la derogación de la ley de Asociaciones Profesionales y la restricción del derecho de huelga, el desmantelamiento de IAPI y la privatización de los depósitos bancarios. De los 371 millones de dólares que se encontraban en el Banco Central, para el último día de la dictadura solo quedaban 125 y una deuda externa que comprometía mucho más que la totalidad de las reservas, mientras que el déficit de la balanza de pagos llegaba a los 339 millones de la misma moneda. El déficit fiscal se había elevado a 38.000 millones. Se habían liquidado en solo dos años tres millones de cabezas de ganado, había bajado sensiblemente la actividad industrial y aumentado exponencialmente la inflación, al tiempo que los salarios estaban contenidos y crecía la desocupación. Las importaciones sumaban en 1957 1.310 millones de dólares, superior a los 957 millones de exportaciones.[216]
Al finalizar la Revolución Libertadora, Argentina se encontraba en default, y la deuda externa era de 1800 millones de dólares. El déficit fiscal ―que en 1957 era de 27 000 millones de pesos― en 1958 se había elevado a 38 000 millones.[217] Aramburu desarticuló todo el sistema económico del peronismo ―basado en la industria nacional―, pasando la economía del país a depender enteramente de sus exportaciones de granos y carnes («Argentina debe ser el granero del mundo»), que además estaban controladas por grandes empresas extranjeras.[217]
Una democracia asediada por los golpes de Estado: década de 1960 y 1970
Presidencia de Frondizi (1958-1962)
Arturo Frondizi llevó adelante una política desarrollista. Entre las condicionalidades se encontraba de su acuerdo con el FMI se encontraban el aumento de tarifas, la reducción del déficit fiscal. El resultado fue que el PBI cayó en 6,5 % en 1959, mientras que la inflación alcanzó el 125 % anual con lo que hubo una fuerte caída de los salarios reales y de la demanda agregada.
Frondizi profundizó la política petrolera impulsada en los últimos años de la presidencia de Perón.[218] Después de retener el cargo de ministro de Economía en el gobierno provisional de José María Guido (1962-1963). Se había suscrito un nuevo acuerdo "stand-by" con el Fondo Monetario Internacional (FMI), que impuso la reducción a cero de los derechos de importación, el incremento de los impuestos sobre el consumo y de las tarifas de los servicios públicos, la reducción de retenciones a las exportaciones y se redujeron el gasto y la inversión pública. A lo largo de 1959 se perdieron dos millones de jornadas laborales como consecuencia de las acciones directas de los gremios, y al año siguiente, la respuesta oficial fue poner en marcha el Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado) por el cual miles de trabajadores resultaron movilizados de forma coercitiva.
El 6 de agosto de 1958, fue creada la empresa estatal Yacimientos Carboníferos Fiscales (YCF),[219] que se hizo cargo de la explotación de los yacimientos de carbón de la zona de Río Turbio hasta su privatización en 1994.[220] El 22 de junio de 1959 asumió como Ministro de Economía Álvaro Alsogaray, uno de los principales opositores del desarrollismo Alsogaray continuó y profundizó los lineamientos austeros y restrictivos del plan de estabilización, el FMI envió nuevos créditos stand-by de 100 millones de dólares cada uno, recomendaron aplicar con mayor vigor las medidas ortodoxas introducidas en 1958, se puso énfasis en la reducción del presupuesto, se fijaron nuevos límites a la expansión de los activos del Banco Central y no se concedieron aumentos de salarios en el sector público en cuanto al comercio exterior, se eliminaron impuestos a los productos importados, no así a los exportados, se redujo el número de empleados públicos, se aumentaron radicalmente las tarifas de servicios, se redujeron las indemnizaciones por despido, se acorto las licencias por maternidad, etc.[221]
En 1962 se produjo la mayor caída interanual de reservas del Banco Central pasó de 478 (1850 millones en 1955) a 233 millones en menos de siete meses. En ese período antes de pedir un rescate al Fondo Monetario internacional, Frondizi aumentó los aranceles a las importaciones en un 20%, subió de 8 a 18% el impuesto sobre las ventas (antecesor del IVA) aplicó un nuevo impuesto a la carga sobre combustibles, y creó 17 nuevos tributos nacionales. En mayo del 62 elevó nuevamente el impuesto sobre ventas del 11 al 19 por ciento, más un dos por ciento adicional transitorio. Tras el acuerdo con el FMI elevó el precio de los combustibles en promedio un 300% y privatizó una docena de empresas públicas.[222]
Durante la presidencia de Arturo Frondizi, su Ministro de Hacienda, Álvaro Alsogaray viajó a los Estados Unidos para acordar la llegada del general Thomas Larkin a la Argentina, para realizar un estudio de los transportes.[223] Así es que surgió el denominado Plan Larkin, que consistía en abandonar el 32 % de las vías férreas existentes, despedir a 70 000 empleados ferroviarios, y reducir a chatarra todas las locomotoras a vapor, al igual que 70 000 vagones y 3000 coches. El presidente Frondizi aceptó el Plan Larkin, que era avalado por el Banco Mundial. Así se inicia la masiva erradicación de locomotoras a vapor, ramales y una larga serie de cancelaciones y levantamiento de vías.
El plan Alsogaray hizo que el año 1959 concluyera con depresión económica, devaluación del peso y una caída de los salarios del orden del 30 %. La inflación, que había llegado al récord del 113,69 %, a partir de esas políticas, en los años sucesivos, se contrajo la producción; por ejemplo, Fiat, que había producido 12 000 tractores en 1960, solo produjo 8 000 en 1961. Como resultado cayó el empleo y se produjeron importantes conflictos gremiales.[224] a consecuencia de ello Frondizi recurrió a la gendarmería y al ejército, dándole a los militares funciones de policía interna, permitiendo que los huelguistas sean trasladados a cuarteles y sometiendo a los trabajadores ferroviarios al Código de Justicia Militar, para ser juzgados fuera del ámbito civil, en el marco de lo que se denominó plan CON.INT.ES. (Conmoción Interna del Estado).[225][226] La disminución de la actividad económica contrajo la base tributaria, por lo que el déficit estatal no se redujo sino que aumentó. No fue posible pagar las cuentas ni los salarios del sector público, que el ministro de Economía determinó abonar con títulos del "empréstito patriótico forzoso". El economista Aldo Ferrer ha caracterizado la política económica de Alsogaray: «Esa estrategia pretendió desarticular definitivamente al movimiento obrero, reinstalar los mecanismos de poder económico y la distribución vigentes antes del peronismo y asentar a la economía argentina en un marco de dependencia, nuevamente, en el sector agropecuario exportador y en los grupos comerciales y financieros ligados a ellos»
A consecuencia del Plan Larkin dejaron de correr trenes en la casi totalidad del ex Ferrocarril Provincial de Buenos Aires, los ramales del ex Ferrocarril Patagónico, los del Ferrocarril Central del Chubut, del Ferrocarril Roca y demás líneas. El 30 de octubre unos 200.000 ferroviarios se unieron a la huelga. A lo largo de todo el país se produjeron manifestaciones y enfrentamientos. Se le ofreció más dinero a aquellos que cumpliesen sus tareas laborales en los días de huelga. Se obligó a los trabajadores a presentarse al trabajo, con la amenaza de ser detenidos en caso de no obedecer.
El 25 de julio de 1960, se inauguró el alto horno de San Nicolás de los Arroyos, para la producción de acero. La planta se había empezado a construir en la época de Perón, pero con su derrocamiento, los militares no la habían terminado.[227] Y la planta de SOMISA (Sociedad Mixta Siderurgia Argentina).[228]
Una vez depuesto Arturo Frondizi por los militares a fines de marzo de 1962, José María Guido, fue nombrado en su lugar. Su corto mandato (562 días) estuvo signado por una crítica coyuntura política y por la alta injerencia de la corporación militar en el proceso de toma de decisiones. En el plano económico, la oferta monetaria había aumentado provocando inestabilidad en la tasa de cambio, la balanza comercial era deficitaria y las reservas mermaban. Guido nombró a Federico Pinedo en el Ministerio de Economía, quien estuvo a cargo de la implementación de un severo programa de ajuste que incluía una devaluación de casi el 30 % y restricciones monetarias y crediticias se redujo el gasto público y se cancelaron los créditos al sector privado), lo que derivó en una crisis de falta de liquidez y Pinedo fue reemplazado por Álvaro Alsogaray. Los cuatro ministros que se sucedieron siguieron la misma orientación económica en términos generales, los indicadores económicos muestran lo limitado de los resultados obtenidos: el producto bruto per cápita y el consumo decayeron a su nivel más bajo en diez años; la utilización de la capacidad manufacturera instalada decayó a menos del 55 %; los precios y la tasa de desempleo aumentaron, al igual que las importaciones; hubo una importante reducción del gasto público, pero la recesión hizo que los recursos del Estado cayeran en una proporción mayor.[229]Según De Pablo y Martínez (1989:22), el PBI cayó 1.6 % en 1962 y 2.4 % en 1963, mientras que el producto industrial disminuyó 5.7 % y 6.1 en los mismos años. El desempleo llegó al 9 % en el Gran Buenos Aires en 1963 y alcanzó cifras superiores en el interior del país.[230] Al caer Frondizi, en marzo de 1962, se la puede estimar en 1800 millones de dólares y al cesar el Gobierno de facto de José María Guido, en julio de 1963, bordea los 2100 millones.
Por su parte, el saldo del comercio exterior fue levemente positivo en 1959 (+USD 16 millones) y fuertemente negativo en 1960-1962 (–780 y –1398 respectivamente, tres y siete veces las reservas internacionales). La expansión de 1958 aceleró la inflación y la escasez de reservas, por lo que se pidió ayuda al Fondo Monetario Internacional (el primer acuerdo stand-by) y cambió el ministro de Economía, asumiendo en junio de 1959, Álvaro Alsogaray, con un programa ortodoxo. Devaluación, congelamiento de salarios y eliminación de controles estatales, aumento de impuestos que generaron una fuerte suba de la inflación con un deterioro de los salarios reales y un fuerte aumento del desempleo. La paz con los sindicatos terminó abruptamente, mientras los empresarios aprovechaban a despedir a los trabajadores más combativos sumado a la grave represión sindical usando las fuerzas armadas para seguridad interior, según lo previsto en el Plan Conintes (Romero, 2012).
En las elecciones el peronismo ganó 10 de las 14 gobernaciones, a pesar de los cambios intempestivos en las reglas y circunscripción electorales con el objetivo de boicotear al justicialismo, la prohibición de candidatos peronistas de hablar en radio y de hacer campaña en televisión y radio. Y si bien Frondizi intervino todas las provincias donde el peronismo había ganado, le encargó al dictador Pedro Eugenio Aramburu una mediación con los partidos políticos.
Presidencia de Illia (1963-1966)
Con la llegada al poder de Arturo Illia en 1963, se continuará la etapa desarrollista inaugurada por Frondizi. Se fomentó la industria nacional, se destinó el 23 % del presupuesto nacional a la educación (otras fuentes indican que el promedio del gasto público en educación recién superó el 3 % del PBI en 1985, el 4 % en 1999 y el 5 % en 2007).[231][232] y se encargaron importantes obras públicas.[233] El panorama económico indicaba un tasa de desempleo era del 8.8% y el conjunto de la capacidad productiva instalada estaba trabajando al 55%. Todo esto provocó una fuerte caída de los ingresos fiscales, muchas empresas dejaron de pagar los impuestos y los aportes jubilatorios[234].[235]La anulación de los contratos petroleros generó una fuerte polémica, obligó al Estado a pagar altas indemnizaciones y, por varias razones, se evidenció un estancamiento en la producción petrolera. Las presiones externas, y en particular de Estados Unidos, como veremos en el próximo apartado, no se hicieron esperar decretando un embargo a decenas de bienes argentinos cruciales para la producción industrial[236]
En el plano social se sancionaron las leyes de Salario Mínimo, Vital y Móvil, lo que redundó en una mejora en el ingreso de los trabajadores, y la ley de medicamentos, que abarató el costo e impulsó la industria farmacéutica nacional, logrando el autoabastecimiento y la exportación de medicamentos.[237] Su orientación económica entró en contradicción con los sectores de empresarios, quienes reclamaban la absoluta libertad de los mercados respondiendo con una disminución de sus inversiones productivas. Esta decisión provocó un aumento de la desocupación récord en el sector industrial y agudizó aún más las tensiones sociales. En enero de 1964, la CGT aprobó un «Plan de Lucha» que alcanzó su punto más alto en el mes de mayo, cuando se registraron más de 11.000 establecimientos fabriles tomados pacíficamente con un retroceso interanual de la producción industrial del orden del 7.3 por ciento.[238]
En 1963 no aceptó el reclamo de la Confederación General del Trabajo (CGT) de investigar la desaparición del militante sindical metalúrgico Felipe Vallese.[239]El Ministerio de Trabajo impuso multas y solicitó embargos sobre los bienes de varios dirigentes sindicales debido a las huelgas que estos realizaban.[239] En 1965 prohibió que se realizaran actos de homenaje a las personas asesinadas en los fusilamientos de 1956 y a Felipe Vallese, y reprimió con la policía el intento de la oposición de realizar los actos, con numerosos heridos y detenidos.[239]
La Sociedad Rural y la Unión Industrial se habían unido en un asociación llamada ACIEL (Acción Coordinada de las Institutos Empresarias Libres).[240] Ambas atacaron persistentemente el déficit del Estado, la inclinación del gobierno por los controles de precios y de cambio, y la ineficiencia. Los medios de la prensa nacional y extranjera acusaron al presidente y a su gabinete de lentitud e inactividad.[241] Diarios y revistas de la época publicaban caricaturas en las que se veía a Illia representado como una tortuga.[242]
Dictadura de Onganía, Levingston y Lanusse (1966-1973)
El nuevo régimen militar intentó llevar adelante en 1966 una política de austeridad. Durante la dictadura de Onganía, el ministro de Economía Adalberto Krieger Vasena (1966 a 1969) aplicó diferentes medidas económicas de corte liberal. La supresión de medidas proteccionistas perjudicó a productores regionales del Chaco, Tucumán y Misiones. Consecuentemente, el PBI cayo un 1.2 % y aumentaron los precios mayoristas y minoristas. Tras una devaluación del 40 %, la producción agrícola disminuyó considerablemente al igual que el sector industrial que sufrió una crisis. Disminuyeron las reservas y aumentó la importación de combustibles un 300 %, enfatizando la dependencia extranjera de insumos.[243] Existieron sectores que se vieron perjudicados, como los sectores rurales y los empresarios nacionales, por la falta de protección y la desnacionalización. La tasa inflación continuó su marcha ascendente y fueron negativos gran parte de los indicadores macroeconómicos.[244] La suspensión de los convenios colectivos de trabajo, la sanción de una ley de hidrocarburos para darle su control a empresas privadas en el negocio del petróleo y la sanción de la ley de alquileres que facilitaba los desalojos, fueron las medidas con las que comenzó su gestión el nuevo ministro. También se suspendieron los aumentos de los salarios por el término de 2 años. Varios sectores que se vieron perjudicados, como los sectores rurales y los empresarios nacionales, por la falta de protección y la desnacionalización. La tasa de inflación continuó su marcha ascendente (según el índice de precios mayoristas de diciembre de cada año las cifras indican que los precios aumentaron 3.9 % en 1968, 7.3 % en 1969, 26.8 % en 1970, 48.2 % en 1971 y 76 % en 1972)
En 1969 estalló en Córdoba un movimiento (conocido como "Cordobazo") que se venía gestando entre estudiantes de Universidades de distintas provincias y un fuerte grupo sindical de la provincia de Córdoba, donde se concentraban las principales fábricas automotrices. El 29 de mayo de 1969, a raíz de una huelga general, obreros y estudiantes poblaron las calles. A fines de 1969 Onganía, al ver su autoridad resentida, la salida de los capitales extranjeros y un brote de inflación de más del 20%, intentó modificar las medidas adoptadas y el rumbo económico. Reemplazó entonces a Krieger Vasena por José María Dagnino Pastore, lo que no basto para mejorar la situación. En 1970 en medio de una crisis económico-social Onganía y su ministro fueron reemplazados, asumiendo el poder Roberto M. Levingston.
Con el aumento de las importaciones y de la inflación en 1970, producto de las reformas liberales de Krieger Vasena y Dagnino Pastore, el presidente Levingston quedó ubicado en una posición similar a la de Frondizi en la década anterior. En 1970, tras la salida de Onganía, la dictadura cambió el rumbo económico drásticamente, abandonando los postulados liberales y retomando el desarrollismo. Levingston nombró ministro de Economía a Aldo Ferrer, exministro de Producción y de ideas desarrollistas que se basaba en fuertes inversiones en obras públicas de infraestructura, impulso a la sustitución de importaciones, mejoras en los salarios y reducción de la desocupación.[245]
Paralelamente, Juan D. Perón presionaba al régimen militar para que finalizara el gobierno de facto. Finalmente, en marzo de 1973 se convocó a elecciones libres, en las que resultó ganador el Partido Justicialista, lo que habilitó en junio de ese año el regreso del líder del exilio.
Tercer peronismo y el Pacto Social (1973-1976)
Desde 1944 a 1974 la economía de Argentina creció casi cinco veces (o el 3.8 % en términos anuales), mientras que su población solo se duplicó.[cita requerida] Esta expansión fue bien distribuida y así dio lugar a cambios muy positivos en la sociedad argentina, especialmente el desarrollo de la clase media más numerosa proporcional (40 % de la población de la década de 1960) de América Latina, así como la clase obrera mejor paga de la región, y una gran sindicalización de los trabajadores.
En 1973, fue elegido presidente el peronista Héctor José Cámpora, en el inicio de lo que se conoce como Tercer peronismo. Llevó adelante el denominado Pacto Social, con resultados iniciales positivos: la alta inflación que amenazaba continuamente a la Argentina entre 1955 y 1973, menguó (del 62 % al 17 % anual), los salarios reales se recuperaron en un 13,33 %, se revirtió la situación de la balanza de pagos gracias a la acumulación de superávit por el comercio exterior. El incremento de los salarios y la expansión del gasto público alentaron la actividad interna.[246]
Tras unos meses en el poder, se realizan nuevas elecciones que dieron como ganador con más del 62 % de los votos a Juan Domingo Perón quien confirmó como ministro de economía a José Ber Gelbard y mantuvo el "pacto social" que regulaba los aumentos salariales y establecía controles de precios sobre los bienes de consumo. Esto dio como resultado que los salarios reales promedio fueran un 50 % superiores a los de 1963 y una nueva aceleración del crecimiento (6 % anual en 1973-74 y 80 % por encima de los niveles de 1963). Se dio un nuevo impulso al comercio exterior ampliando la flota de la Flota Mercante de Argentina (que contaba a fines de 1973 con 198 barcos) con la incorporación de seis cargueros nuevos y la construcción 27 unidades.[247] A principios de ese año se inauguró Central nuclear Atucha I siendo la primera central nuclear de Latinoamérica y comenzaron los trabajos de la central Embalse I para abastecer con energía los requerimientos de 3 a 4 millones de personas.[248] En 1973 se alcanzó un superávit comercial de más de mil millones de dólares.
Para 1974 la inflación había caído a 30,2 %, casi la mitad del 79,6 % que había en 1972, en tanto el desempleo pasó del 6.1 al 2.5 % de la población económicamente activa PEA.[249] El Mercado Común Europeo suspendió la compra de carnes argentinas.[250] El crecimiento del PBI pasó del 3.5 % en 1969/72 al 6.1 % en 1973, y al 6.4 % en 1974. La inflación se frenó, al tiempo que la balanza de pagos se vio favorecida por la positiva coyuntura exportadora. Las mejoras salariales y el incremento de gastos del Estado estimulaban el aumento de la actividad interna.[251]
Entre otras medidas fueron aprobadas por el Congreso la Ley de Represión penal para defraudaciones fiscales, la Ley de Promoción minera, la Ley de creación de la Corporación para el desarrollo de PYME, la ley sobre el Impuesto a la renta potencial de la tierra, la Ley de regionalización de Directorios de Bancos Nación y Banco Nacional de Desarrollo, la modificación de la Ley de Bosques, la Ley de creación Instituto Nacional de vivienda de interés social, la Ley de uso de tierras aptas para explotación agropecuaria y la Ley de defensa del trabajo y producción nacional.[252][253] El plan económico político de José Ber Gelbard planificaba una distribución del ingreso a favor de los trabajadores para el año 1980 de 58 %, superando ampliamente el 36 % de la participación salarial en el ingreso nacional para el año 1973. La política exterior argentina correspondiente a la economía política del tercer gobierno peronista buscó ampliar los intercambios y diversificar las relaciones económico-comerciales.[254]
Luego de la muerte de Perón en julio de 1974, asume la presidencia la por entonces vicepresidenta María Estela Martínez de Perón, jaqueada por la presión de su base política (los sindicatos, en particular) y los sectores empresarios,[255] decide dar un drástico giro en la política económica y nombra a Celestino Rodrigo ministro de economía que aplicó una devaluación que tuvo como consecuencia el episodio conocido como rodrigazo.[197] Si bien Argentina fue casi autosuficiente en petróleo, la crisis de los precios del petróleo impactó negativamente en la balanza financiera, el país pasó de importar petróleo por 60 millones de pesos (en 1973) a $ 600 millones de pesos (en 1974).[254]
Última dictadura cívico-militar (1976-1983)
El plan económico del "Proceso de Reorganización Nacional" fue diseñado por el empresario José Martínez de Hoz, ministro de Economía desde marzo de 1976 hasta el 29 de marzo de 1981). Martínez de Hoz siguió los nuevos lineamientos económicos de la Escuela de Chicago, que habían sido impuestos por primera vez por la dictadura de Augusto Pinochet en Chile en 1973. Entre 1975 y 1990, la deuda externa trepó de 4 890 a 65 300 millones de dólares.[256] Los desocupados pasaron de 722 000 a más de 2 000 000. La era de sustitución de importaciones terminó en 1976. Esta etapa se caracterizaría por las hiperinflaciones, todas las cuales se produjeron desde 1976, cuando el índice de precios alcanzó la cifra de 444 por ciento al terminar el año, en forma paralela con los esquemas de financiarización de la economía, desindustrialización y endeudamiento externo que rigieron a partir de entonces. Se destacaron las alzas bruscas de precios a principios de la década del ’80, una aceleración en 1988 y picos máximos en 1989 (con una cifra astronómica de más del 4000 por ciento) y en 1990. Fenómenos acompañados por fuertes caídas del PIB.[257]Martínez de Hoz siguió los, en ese momento, nuevos lineamientos económicos de la Escuela de Chicago (genéricamente incluida en el concepto de neoliberalismo), que habían sido implementados por primera vez por la dictadura de Augusto Pinochet en Chile, instalada en 1973. Con posterioridad esa orientación económica se volvería hegemónica en el mundo occidental, a partir de las reformas económicas del presidente Ronald Reagan en Estados Unidos ("Reaganomics") y la primera ministro Margaret Thatcher, en Reino Unido. Lo acompañaron en el equipo económico, empresarios y abogados estrechamente relacionados con los grupos más conservadores, como Guillermo Walter Klein, Adolfo Diz (presidente del Banco Central), Juan Alemann, Cristian Zimmermann, Enrique Folcini, Jorge Zorreguieta y Francisco Soldati. Durante esta etapa serían fundamentales las ideas de Milton Friedman y Friedrich Hayek, máximos exponentes del monetarismo. Hayek previamente declararía al diario chileno el Mercurio del 12 de abril de 1981, en apoyo el régimen de Pinochet, que también seguiría sus directrices económicas.: “Mi preferencia personal se inclina a una dictadura liberal y no a un gobierno democrático donde todo liberalismo esté ausente”. En esta entrevista en el diario El Mercurio, Hayek se definió como enemigo del Estado de Bienestar y la Justicia Social. En 1977, Hayek visitó Argentina y Chile. Hayek se reuniría con Jorge Rafael Videla y con el integrante de la Junta militar de Gobierno, y con el futuro dictador Leopoldo F. Galtieri.[258] Para Hayek lo fundamental es asegurar ante todo la libertad económica, a su juicio la única libertad. Hayek aboga por lo que Herman Heller calificaría en 1933 como liberalismo autoritario.[259]
La inflación anual de tres dígitos fue una constante en esos quince años. Respecto a la distribución del ingreso se observó un marcado deterioro. Entre 1976 y 1990 las familias del decil más opulento en la distribución del ingreso acrecentaron su participación en la riqueza nacional en un 33 %, mientras que los hogares de los tres deciles intermedios (clase media) perdieron un 9.5 %, y los hogares de los tres deciles más bajos perdieron un 27.5 %. En 1974, antes de la implementación del liberalismo económico, solo un 4.6 % de las personas estaba situado por debajo de la línea de la pobreza, en octubre de 1982 esa proporción alcanzaba al 21 % y aumentaría aún más luego del episodio hiperinflacionario de finales de la década.[260] La salida de empresas comenzó en 1978, con la emblemática salida de General Motors de Argentina, a la que le siguieron Olivetti y luego un conjunto de laboratorios farmacéuticos. A partir de la Reforma Financiera de 1977, el Estado dejó de financiarse con préstamos del Banco Central y comenzó a hacerlo con créditos internos y externos. La demanda estatal de crédito interno contribuyó a sostener elevada la tasa de interés, por encima de la internacional, lo cual estimuló el ingreso de capital especulativo. A principios de 1977 se implementó una reforma que ubicaría al sector financiero en una posición privilegiada, mediante su liberalización, el alza de las tasas de interés y una mayor vinculación con los mercados internacionales. La especulación financiera pasó a ser un factor fundamental.[261]
Las políticas económicas de extrema regulación impuestas a través del golpe de Estado de 1976, fueron catastróficas para la economía argentina. El plan neoliberal produjo la declinación de la actividad industrial, la concentración de la riqueza y el deterioro de la calidad de vida que la población había alcanzado a mediados del siglo XX. El período se caracterizó además por un aumento exponencial de la deuda externa nacional, que se elevó de 7875 millones de dólares al finalizar 1975, a 45 087 millones de dólares en 1983.[262] La relación porcentual de deuda externa sobre PBI, pasó a ser una de las más elevadas de América Latina, lo que significaría un serio obstáculo para las políticas de desarrollo.
En el plano laboral Martínez de Hoz decretó el congelamiento de salarios provocando una caída del nivel de vida de la población sin precedentes, así mismo prohibió el derecho a huelga, e intervino todos los sindicatos. El salario real, sobre una base 100 en 1970, había subido a 124 en 1975, pero en 1976, en un solo año, cae a 79, el nivel más bajo desde los años '30 (OIT 1988). La participación del salario en el PBI entre 1975 y 1977, se redujo del 43 al 25 %.[263]
La pobreza, que desde los años '40 se ubicó siempre debajo del 10 %, y que era del 5,8 % en 1974, subió al 37,4% en 1982, cifras inéditas para el país.[264] Además, el plan económico se caracterizó por altas tasas de inflación durante toda la dictadura. Asimismo se incrementó la brecha en la distribución del ingreso, el coeficiente de Gini pasó de 0.365 en 1975 a 0.423 en 1982, observándose un marcado deterioro en los niveles de desigualdad.[265]
El plan de Martínez de Hoz consistía en una reducción arancelaria que llegó a su máximo nivel en 1978, para darle competitividad a la economía y promover sus «ventajas naturales». El resultado fue un proceso de importaciones masivas y un efecto desastroso sobre la industria. Grandes empresas industriales cerraron sus plantas: General Motors, Peugeot, Citroën, Chrysler, Siam, Decca (Deutz-La Cantábrica), la planta de vehículos utilitarios de Fabricaciones Militares, Aceros Ohler, Tamet, Olivetti, y miles de medianas y pequeñas empresas industriales. Para 1980 la producción industrial había reducido un 10 % su aporte al PBI, y en algunas ramas como la textil, la caída superó el 15 %.[266]
En 1978, el plan neoliberal del ministro Martínez de Hoz dio indicios de ser un fracaso total: la inflación anual llegó al 160 por ciento, y el PBI descendió durante ese año cerca de un 3,2 %. En 1979 la inflación llegó al 139,7 %, con una economía estancada. Además, se generó una fuga de capitales del 25 % de los depósitos bancarios; los cuatro bancos más importantes del sistema fueron liquidados. Durante su gestión la deuda externa creció de 7.000 millones de dólares a más de 40.000 millones de dólares, es decir, que en siete años se multiplicó casi seis veces.[262][267]
Durante 1980 las exportaciones cayeron un 20% respecto del año anterior, las importaciones subieron un 30 %. En ese contexto se produjo el “crack bancario” de 1980, que puso fin a la etapa de la denominada “plata dulce”. La quiebra del Banco de Intercambio Regional junto con el cierre de otras 37 entidades financieras, que a su vez repercutió en sectores industriales, originó una fuerte corrida bancaria y fuga de divisas.[268]
En medio de una profunda crisis económica y una corrida bancaria, renunciaron el presidente de facto Jorge Rafael Videla y su ministro José Alfredo Martínez de Hoz, asumiendo Roberto Viola. El 29 de marzo de 1981 asumió como ministro de Economía Lorenzo Sigaut, que dispuso una nueva devaluación que provocó que el peso perdiera un 35 % de su valor respecto al dólar, mientras el PBI caía un 6 % interanual. Tras estas medidas iniciales, desdobló el mercado cambiario dividiendo las operaciones con tipo de cambio financiero o libre de aquellas con otro comercial, mientras los precios aumentaban un 155 %. El resultado de estas medidas fue profundizar la recesión con alta inflación.[269]
El nuevo presidente del BCRA, Domingo Cavallo, decidió en septiembre de 1982 la estatización de 17.000 millones de dólares de deuda externa privada que pasó a ser deuda pública.[270] Las deudas de diferentes empresas, entre ellas Alpargatas S.A., Grupo Macri, Banco Francés del Río de la Plata, Banco Galicia, FATE-ASTRA, Bunge y Born S.A., Grafa S.A., Molinos Río de la Plata, Loma Negra S.A., Ledesma, Papelera del Plata S.A., Pérez Companc S.A., Banco Río y Acindar S.A., fue transferida al Estado para que este las pague.[267]
Retorno a la democracia y presidencia de Alfonsín (1983-1989)
Año[271] | Crecimiento del PIB |
---|---|
1984 | 2,2 % |
1985 | -7,6 % |
1986 | 7,9 % |
1987 | 2,9 % |
1988 | -2,6 % |
1989 | -7,5 % |
La situación económica y social en la que Alfonsín asumió el gobierno era realmente desfavorable, interna y externamente. En 1982 estallaba la crisis de la deuda latinoamericana, ante la moratoria de México y la negativa de los acreedores a refinanciar préstamos, así como la exigencia de que la deuda se cancelara con los activos de los Estados deudores. Internamente, la deuda externa argentina había pasado de 7875 millones de dólares al finalizar 1975, a 45 087 millones de dólares al finalizar 1983.[272] Así mismo, la tasa de inflación venía en alza: 87,6% en 1980, 131,3% en 1981 y 209,7% en 1982.[273] Por otro lado, el retraso salarial y la pobreza, que había aumentado del 5 % en 1975 al 21 % en 1982,[274] anticipaban grandes presiones sociales una vez reconquistada la democracia. Para América Latina, la década de los años ochenta fue conocida como la década perdida.
En una primera etapa Alfonsín recurrió al esquema económico que el radicalismo había utilizado con considerable éxito durante la presidencia de Arturo Illia 20 años antes. Su primer ministro de Economía, Bernardo Grinspun, y gran parte de sus colaboradores habían sido parte de aquel equipo. En ese primer momento Alfonsín y la mayor parte de la Unión Cívica Radical básicamente consideraban que la vigencia de las instituciones democráticas garantizaba que la economía diera respuesta a las necesidades de la población. De esa primera etapa proviene una frase recordada que repitió durante toda la campaña electoral: “Con la democracia se come, se educa y se cura”.[275]
A poco andar fue evidente que el nacionalismo económico clásico del radicalismo, que estaba llevando adelante Grinspun, tenía serios problemas. Al finalizar 1984 el salario real había incrementado un 35%, pero la inflación alcanzó un 625% anual.[276]
En febrero de 1985 Alfonsín reemplazó a Grinspun por Juan Vital Sourrouille con el fin de implementar una política económica que atacara frontalmente la inflación. El 14 de junio, Alfonsín y Sourrouille anunciaron por televisión la puesta en marcha del Plan Austral, por el que se creaba una nueva moneda, el Austral, se congelaban todos los precios de la economía, y se establecía un mecanismo de "desagio" para desindexar los contratos. El Plan Austral fue un plan no monetarista, que se basaba en la idea de que, en una economía de alta inflación durante varias décadas, como la argentina, el único modo de lograr la estabilidad era frenando lo que llamaban “inflación inercial”, es decir la anticipación de la inflación por parte de los agentes económicos. Sólo después podrían atacarse las causas estructurales.
El Plan Austral funcionó bien al principio, pero su efecto fue efímero.[277] En octubre, la tasa de inflación mensual fue del 2%, una tasa inusualmente baja para la economía argentina del último medio siglo. La estabilidad económica jugó un importante papel en el amplio triunfo electoral del radicalismo en las elecciones parlamentarias de noviembre de 1985.
Sin embargo, para 1986, la inflación volvió a mostrar una tendencia ascendente y los precios relativos de cada sector comenzaron a verse afectados, situación que se vio agravada por la gran caída de los precios de los productos argentinos de exportación (40% en el período).[278] El gobierno anunció entonces una flexibilización de las estrictas normas de congelamiento de precios establecidas un año atrás que no dio gran resultado.
El justicialismo decidió sacudir su tradición movimentista y revalorizar al Partido político, influenciado por el éxito de Alfonsín, La resistencia de la cúpula a ese cambio promovió rupturas y nació la Renovación Peronista (nombre semejante al Movimiento de Renovación y Cambio de Alfonsín). Para los comicios nacionales de 1985 el justicialismo se fracturó y la UCR triunfó en todas las provincias menos dos (La Rioja y Formosa). Los dos liderazgos peronistas más influyentes se proclaman parte de la Renovación: Antonio Cafiero y Carlos Menem.El alto endeudamiento externo e interno, estancamiento, escasa inversión en bienes de capital e infraestructura y un grave desequilibrio fiscal;[279] se sumó la pérdida del valor de la moneda Austral, llevada cabo por el Banco Central.
La «convertibilidad» (1989-2002)
Presidencia de Carlos Menem (1989-1999)
Año[280] | Crecimiento del PIB |
---|---|
1989 | −7 % |
1990 | −1,3 % |
1991 | 10,5 % |
1992 | 10,2 % |
1993 | 6,3 % |
1994 | 5,8 % |
1995 | −2,8 % |
1996 | 4 % |
1997 | 8,1 % |
1998 | 3,8 % |
1999 | −3.4 % |
El principal problema que debió enfrentar al asumir la presidencia fue el de una economía en crisis con hiperinflación y en una profunda recesión. En el marco de la fuerte espiral hiperinflacionaria que azotaba a la Argentina desde los últimos años de Alfonsín, Menem se reunió en mayo de 1989 con el directorio del económico, Bunge y Born, a pocos días de haber ganado las elecciones. Miguel Ángel Roig fue nombrado Ministro de Economía, quien hasta ese momento se desempeñaba como vicepresidente ejecutivo general de Bunge & Born y a partir de su designación se dedicó a diseñar el denominado "Plan BB". Ante el súbito fallecimiento de Roig, Carlos Menem nombró como sucesor al vicepresidente de Bunge & Born, Nestor Rapanelli. El gobierno adoptó parcialmente los principios del Consenso de Washington, para esto introdujo una serie de reformas liberales: se desreguló la economía, reduciendo cupos, aranceles y prohibiciones de importaciones, se estableció la libertad de precios y se produjo la privatización de numerosa empresas estatales.
Con la aprobación de la Ley de Reforma del Estado en agosto de 1989, fue autorizado a privatizar varias empresas estatales. Las primeras privatizaciones fueron las de la empresa telefónica Entel y la de Aerolíneas Argentinas. Las privatizaciones se realizaron rápidamente buscando conseguir con ello réditos mediáticos que instalaran la idea de la voluntad reformista del gobierno, pero dicha rapidez condujo luego a numerosas críticas y denuncias de irregularidades y casos de corrupción. Pronto se privatizaron también la red vial, los canales televisivos (con la excepción de ATC, hoy Canal 7), gran parte de las redes ferroviarias, YPF y Gas del Estado.
Con el aumento de impuestos como el IVA (del 19 al 21 %) y Ganancias aumentó la recaudación fiscal. Aun a pesar de dicho aumento y de los ingresos generados por las privatizaciones, la situación económica se mantenía convulsionada y a fines de 1989, se produjo una segunda hiperinflación. En reemplazo de Rapanelli asumió como Ministro de Economía Erman González, quien impulsó el Plan Bonex (abreviación de BONos EXternos), que consistió en la confiscación de los depósitos a plazo fijo y un cambio de los mismos por bonos de largo plazo en dólares. Así mismo, restringió fuertemente la emisión monetaria y redujo el gasto social. Este plan agravó la recesión económica, pero sirvió para reducir la inflación. Se produjo el cierre de unidades productivas que, en algunas ramas de la actividad, como la textil, fueron masivas, con la subsecuente pérdida de puestos de trabajo.[281] Logró reducir la inflación que terminó en 1990 en 2314 % anual. La inflación disminuyó hasta llegar a valores cercanos al 5 % mensual en el último trimestre del año. La balanza comercial en 1990 obtuvo un superávit extraordinario. Las exportaciones superaron en un 34 % a las del año anterior, mientras que las importaciones sólo fueron un tercio de aquellas. Para 1991 se llevó a delante la eliminación de la actualización monetaria o desindexación, para evitar que se trasladara hacia adelante la inflación pasada.
En enero de 1991 renuncia Erman González y Menem designa como ministro de economía a Domingo Cavallo, quien estableció la Ley de Convertibilidad. Este esquema incluyó la creación de un nuevo signo monetario: el peso convertible, que comenzó a circular en el país desde el 1 de enero de 1992, y reemplazó a la entonces vigente moneda nacional, el austral, con una equivalencia de 1 peso a 10 000 australes. Bajo este sistema, el Banco Central estaba obligado a respaldar con sus reservas una relación de cambio en la que un dólar valía lo mismo que un peso; de esta forma, se restringía la emisión de billetes como medio de financiamiento del Estado. La aplicación del régimen de convertibilidad se prolongó hasta la crisis argentina de fines de 2001 y comienzos de 2002.
En los servicios públicos, las privatizaciones produjeron mejoras de calidad en algunos rubros (electricidad y telefonía, entre otros), mientras que en otros el impacto fue negativo, como en los transportes ferroviarios, este último en particular por el cierre masivo de los servicios de pasajeros de larga distancia. Si bien los servicios de trenes privatizados urbanos del área metropolitana y cargas en general registraron leves mejorías, finalmente con la crisis de 2001 y la posterior devaluación de la moneda desnudaron las frágiles condiciones contractuales que llevaron a las empresas a la quiebra, el posterior vaciamiento de su infraestructura y finalmente a un deterioro del servicio en parte sostenido por subsidios.
Todas estas medidas en su conjunto lograron una estabilidad económica sin inflación significativa que ofreció un clima favorable para el surgimiento de inversiones y el ingreso de capitales desde otros países, produciéndose un marcado crecimiento del producto interno bruto (PIB). La estabilidad económica lograda durante el primer mandato de Menem lo impulsaron a su reelección en 1995 con casi el 50 % de los votos. La mejora fiscal sirvió para lograr el acuerdo del plan Brady (con los acreedores externos). El PBI aumentó un 50 % en 10 años y llegó a 288.194 millones de dólares en 1998. Producto de políticas macroeconómicas consistentes desde el primer trimestre de 1990; sobre 39 trimestres 30 mostraron expansión económica, revirtiendo la historia de los 15 años previos de estancamiento.[282] Tras la salida de Cavallo, y el ingreso de Roque Fernández, se redujo el déficit fiscal llagando al equilibrio presupuestario para 1995 del orden de un superávit del 0,3% del PBI, manteniéndose en números positivos hasta 1998.[283]
Año | Salario real (base 1970=100) | Desempleo | Trabajo no registrado |
---|---|---|---|
1989 | 64.86 | 7.1 | 32.5 |
1990 | 77 | 6.3 | 28.3 |
1991 | 80 | 6 | 30.6 |
1992 | 84 | 7 | 30.2 |
1993 | 89 | 9.3 | 31.4 |
1994 | 90.18 | 12.1 | 28.6 |
1995 | 83.51 | 16.6 | 32.2 |
1996 | 79 | 17.3 | 34.6 |
1997 | 78 | 13.7 | 36.3 |
1998 | 80 | 12.4 | 37.1 |
1999 | 78 | 13.8 | 37.6 |
Sin embargo, el crecimiento económico estuvo caracterizado por el incremento del sector de servicios y agropecuario, mientras la industria local se contraía debido a la reducción de aranceles a bienes importados. La estabilidad económica fue, entonces, a costa de un mayor desempleo. Entre 1990 y 1994, la productividad creció un 7,3 % anual, pero la modernización el uso de tecnología, produjo una expansión económica poco intensiva en trabajo. Al asumir Menem el gobierno, los valores de desocupación y subocupación habían alcanzado picos históricos (8,1 % y 8,6 % de la población económicamente activa, respectivamente). Luego de un período de lenta disminución (6,9 % y 8,3 % en mayo de 1992), el desempleo y el subempleo volvieron a crecer durante la crisis del Tequila, hasta alcanzar un pico de 18,4 % y 11,3 % en mayo de 1995, tras lo cual bajaron levemente hasta 12,4 % y 13,6 % en octubre de 1998. Para el final de su gobierno, estas cifras eran de 13,8 % y 14,3 %.
Hacia 1997 y 1998 la pobreza había afectado a más del 36 % de la población (13,4 millones de personas, se encontraban bajo la línea de pobreza). En tanto que el 8,6 % (3,2 millones de personas) vivían en la indigencia. En las regiones del noroeste, nordeste y Cuyo la pobreza superaba el 50 % de la población y la indigencia rozaba el 20 %.[285]
Entre fin de 1989 y 1995 la deuda pública neta del Estado Nacional bajó 3765 millones de USD, de 96 472 millones a 92 707 millones,[286] pero esta tendencia se revirtió al final de su mandato cuando la deuda externa aumentó[286] hasta US$145 000 millones en el 2000.[287]Presidencia de Fernando de la Rúa (1999-2001)
La victoria de De la Rúa se debió al fuerte rechazo público hacia la figura de Carlos Menem, así como también al deterioro de la situación económica del país, que en 1999 terminaba con una caída del PBI de alrededor de 3,4 puntos porcentuales respecto al año anterior.[288] El desempleo se acercaba al 14 por ciento, luego de haber alcanzado la cifra récord de 18,6% algunos años antes, y la pobreza era del 30% aunque seguía siendo menor que la que había antes de que él asumiera.[289] El país tenía serios problemas en materia educativa y sanitaria, y la dirigencia política tenía una mala imagen pública. Además, el gobierno peronista dejaba un elevado déficit fiscal, con un rojo de más de mil millones de pesos, una deuda externa del orden de los 150 mil millones anuales con vencimientos de casi 25 mil millones en el año próximo.[290][291] La inestabilidad económica provocó constantes cambios en el Ministerio de Economía, pasando por José Luis Machinea (1999 - marzo de 2001), Ricardo López Murphy (marzo-abril de 2001) y por último Domingo Cavallo, que ya había sido Ministro de Economía entre 1991 y 1996 y que había impulsado la Ley de Convertibilidad.
Debido a esto, Machinea tomó severas medidas de ajuste con el propósito de sanear las finanzas.[292] A principios del 2000 se aprobó una Ley de Reforma Tributaria, que entre otras cuestiones, aumentó el mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias y generalizó la aplicación del IVA.[293] A esto se le sumaron recortes de sueldos y despidos de empleados estatales, entre los que se encontraban docentes, fuerzas de seguridad, administrativos y judiciales. La economía continuaba contrayéndose y el desempleo aumentaba. Para reducir la presión de la deuda externa el gobierno negoció un paquete de salvataje de cerca de 40.000 millones de dólares, conocido como Blindaje financiero.[294] Sin embargo no fue suficiente para reactivar la economía y en marzo de 2001 Machinea decidió presentar su renuncia.[295]
Machinea fue reemplazado en el cargo por Ricardo López Murphy quien duró apenas 16 días en el cargo tras realizar un nuevo ajuste del gasto público con recortes de salarios estatales que no fue acompañado por la Unión Cívica Radical. El último ministro de Economía de De la Rúa fue Domingo Cavallo, quien ya había ocupado ese lugar durante la presidencia de Menem. Sus primeras medidas fueron la creación del impuesto al cheque y el recorte del 13 % en haberes previsionales y del salario de empleados estatales.[296] La situación económica empeoró rápidamente con aumentos del desempleo, la pobreza y el riesgo país. En noviembre se inició una reestructuración de la deuda externa, conocida como "Megacanje".[297] La desconfianza en el sistema financiero produjo fuertes retiros de depósitos bancarios. Para frenarlos, el ministro de Economía impuso restricciones al retiro de fondos, medida que recibió el nombre de "corralito".[298] Estos hechos desembocaron en la crisis de diciembre de 2001 en Argentina.
Año[299] | Crecimiento del PIB |
---|---|
2000 | −0,5% |
2001 | −4.5% |
Crisis de diciembre de 2001
El desencadenante inicial de la crisis fue la imposición del «Corralito», el 2 de diciembre de 2001, una disposición del gobierno que restringía la extracción de dinero en efectivo de los bancos, diseñada por el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo.[300] Esto impactó sobre todo en la clase baja, mayormente no bancarizada, y la clase media que se vio fuertemente restringida para sus movimientos económicos. El 13 de diciembre las centrales obreras declararon una huelga general, y simultáneamente comenzaron a producirse estallidos violentos en algunas ciudades del interior del país y del Gran Buenos Aires, mayormente saqueos por parte de sectores de la población desocupadas e indigentes, robos de camiones en las rutas, robos comunes y cortes de calles en las ciudades.
La revuelta derivó en un estallido social generalizado la noche del 19 de diciembre de 2001,[301] inmediatamente después de que el presidente radical Fernando de la Rúa anunciara el establecimiento del Estado de sitio, provocando la salida a la calle de decenas de miles de personas en todo el país para manifestar su descontento con el gobierno y los representantes políticos, y se extendió toda la noche y el día siguiente, cuando se impartió la orden de reprimir a los manifestantes, 39 de los cuales fueron asesinados. La mayor parte de las personas que participaron en las protestas fueron autoconvocadas y no respondían a ningún partido político, sindicato u organización social estructurada. El 20 de diciembre a las 19:37 De la Rúa renunció y dejó la Casa Rosada en helicóptero.
Durante los siguientes doce días se produjo una alta inestabilidad institucional que llevó también a la renuncia del presidente sucesor Adolfo Rodríguez Saa. El clima de inestabilidad social y económica, así como el desconocimiento generalizado de legitimidad a los representantes políticos, se extendería en los años siguientes.
Las manifestaciones en la calle continuaron durante varios meses y se organizaron mediante asambleas populares en las cuales los manifestantes debatían y tomaban decisiones con la pretensión de que se realizara una refundación política que permitiera una mayor participación de la ciudadanía y control de los representantes.[302]Período neokeynesiano (2002-2015)
Luego de una semana en la que tres presidentes interinos sucedieron a De la Rúa, en enero de 2002 la Asamblea Legislativa eligió a Eduardo Duhalde como presidente. Duhalde designó a Jorge Remes Lenicov como su ministro de Economía, cuyas primeras medidas consistieron en una devaluación del peso y una pesificación asimétrica de depósitos y deudas. En abril de ese año, Roberto Lavagna sucede a Remes Lenicov y se mantiene en el cargo durante los primeros años de la presidencia de Néstor Kirchner.
En 2003 comienza un ciclo que continúa hasta 2015 formado por las presidencias de Néstor Kirchner (2003-2007) y Cristina Fernández de Kirchner. La gestión económica de ambos gobiernos fue expansionista, aumentando el peso del estado en la economía mediante el aumento del gasto público asociado a seguridad social y la reestatización de empresas que habían sido privatizadas durante la gestión de Menem.
Con una «política de dólar alto», que permitiría producir bienes y servicios a precios competitivos en el mercado internacional, muchas industrias de Argentina habrían comenzado a reflorecer después de la crisis.[303] A mediados del año 2002 se comienzan a vislumbrar signos de recuperación económica[304] pero la crisis recién se vería superada en el tercer trimestre de 2005 cuando el PIB (en pesos y a precios constantes) superó el valor de 1998. Los indicadores como la pobreza y el desempleo, se redujeron en forma sustancial desde 2002, con valores de pobreza cercanos al 57.5 % y desempleo del 21.5 % en el momento más crítico de la crisis en 2002.[305] Sin embargo, se tardaría al menos hasta 2010 para recuperar el nivel de ingreso per cápita alcanzado en 1998.[306]
Entre 2003/2014 la industria se expande un 76,1%, mostrando hasta 2011 tasas promedio anuales de crecimiento industrial mayores al 8%.[307] En la industria, el comercio y los servicios se crearon unas 200 000 nuevas empresas.[308] Entre 2003 y 2013 la clase media se duplicó como porcentaje de la población total, lo que implicó un aumento en ese período de 9.3 millones a 18.6 millones de personas.[309] durante el mismo tiempo se crearon 6 millones de puestos de trabajo, alcanzando en 2013 una desocupación del 6.4 %, la más baja en 25 años.[310]
En materia de deuda externa se realizaron dos reestructuraciones, en 2005 y 2010, con descuentos de entre el 66 y el 70%.[311][312] En lo que respecta a la deuda contraída con organismos multilaterales de crédito, en 2005 se abonó de forma completa la deuda con el FMI por un total de 9810 millones de dólares[313] y en mayo del 2014 se acordó con el Club de París abonar 9700 millones de dólares que estaban en default desde 2001.[314] Según datos del FMI, Argentina experimentó entre 2003 y 2013 una reducción del 73 % de su deuda externa respecto al PIB (producto bruto interno), convirtiéndose en el país con mayor nivel de desendeudamiento en todo el mundo.[315][316][317]
Presidencia de Néstor Kirchner (2003-2007)
La política económica del Gobierno de Kirchner continuó los lineamientos establecidos por Lavagna bajo la presidencia de Duhalde, manteniendo la devaluación de la moneda mediante una fuerte participación del Banco Central en la compra de divisas, impulsando mediante las exportaciones un crecimiento económico con tasas del PBI cercanas al 10%.
Año | Crecimiento del PIB |
---|---|
2003 | 8.8% |
2004 | 9.0% |
2005 | 9.2% |
2006 | 8.4% |
2007 | 8.0% |
En el período 2003–2007, la industria argentina creció a un promedio anual del 10,3% en términos del Índice de Volumen Físico (IVF).[319] Los bancos otra vez ganaron depósitos: pasaron de 114 462 millones de dólares en diciembre de 2004 a 169 729 millones en diciembre de 2006, lo que implica un crecimiento de más del 48%.[320]
En 2004 se aprueba el proyecto nacional de promoción del turismo, norma con la que el Poder Ejecutivo procura generar un marco general para el desarrollo y el fomento de las actividades del sector, creando incentivos y atractivos para sus visitantes y residentes. El turismo receptivo representó en el 2004 el 1.6% del PBI (superando el 1.4% del 2002 y el 1% promedio de la década pasada)".[321] En el 2004 ingresaron 3.4 millones de turistas a Argentina.[322] Para el año 2006, ingresó un total de 4.1 millones de turistas internacionales, de los cuales el 60% provienen de países limítrofes. Para 2007 habían llegado más de 5.3 millones de turistas, batiendo el récord histórico de llegadas internacionales.[321]
Paralelamente se propuso una quita del 75% de la deuda, que implicaría una disminución de 61.350 millones de dólares sobre el capital, que se reduciría así a 20.450 millones de dólares. En junio de 2004, llega a un acuerdo Organismos Internacionales y de los gobiernos de los tenedores de bonos en el exterior y se reconocieron los intereses atrasados. El 3 de enero de 2006, la Argentina abonó totalmente su deuda con el Fondo Monetario Internacional (FMI) concretando un pago anticipado de 9530 millones de dólares,[323] un pasivo contraído entre enero y septiembre de 2001, con vencimientos programados hasta el 2009.[324]Presidencias de Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015)
Año | Crecimiento del PIB |
---|---|
2008 | 4.09 % |
2009 | 6.01 % |
2010 | 10.35 % |
2011 | 6.15 % |
2012 | 1.05 % |
2013 | 2.3 % |
2014 | 2.56 % |
2015 | 2.37 % |
Fuente: INDEC.[325] |
La política económica que siguió fue expansionista. Se registró un aumento sostenido en el gasto público con fines redistributivos.[326] La actividad industrial creció significativamente en los años 2008, 2010 y 2011, teniendo aumentos cercanos a cero en los años 2009, 2012 y 2015,[327] y negativos en los años 2012 —en que disminuyó un 1,2 %, siguiendo la tendencia mundial—[328] y 2014, con un saldo positivo acumulado, entre diciembre de 2008 y octubre de 2015, del 18 %.[327]
Según un informe anual de la ONU sobre el Desarrollo Humano correspondiente al año 2015 (el último año del mandato de Cristina Kirchner), Argentina era la segunda nación iberoamericana con más alto índice de desarrollo humano detrás de España, y por delante de Chile y Portugal.[329] Ese mismo año, el Banco Mundial calificó por primera vez a la Argentina como una economía de alto ingreso. En ese mismo año, el país tenía una renta per cápita de más de 16 000 dólares estadounidenses en paridad de poder adquisitivo (PPA), la segunda más alta en América Latina (tras Chile). Durante sus dos períodos el PBI creció de 329 000 millones a 548 000 millones de dólares en 2014.
El Banco Interamericano de Desarrollo, de acuerdo a los datos del Banco Mundial, afirmó que a mediados del 2015 el índice de pobreza era de 10,8 % y de la indigencia del 4,2 %.[330]
De acuerdo con el Banco Mundial, durante los mandatos de Néstor y Cristina Kirchner, la clase media argentina se duplicó.[331]
producto o servicio | agosto 2003 ($260) | enero 2015 ($4400) | |||
precio | cantidad por salario | precio | cantidad por salario | aumento del poder adquisitivo (en %) | |
25 saquitos de té | $1,59 | 163 cajas | $5,30 | 830,1 cajas | 409 % |
1 viaje en colectivo en Buenos Aires | $0,75 | 346 viajes | $3,00 | 1466,6 viajes | 324 % |
1 periódico | $1,80 | 144 ejemplares | $8,00 | 550 ejemplares | 282 % |
1 kg de helado | $22,00 | 11,8 kg | $110,00 | 40 kg | 239 % |
1 kg de zanahoria | $1,30 | 200 kg | $6,90 | 637 kg | 219 % |
1 kg de azúcar | $1,32 | 196 paquetes | $7,10 | 619,7 paquetes | 216 % |
1 L de nafta súper | $1,89 | 137 litros | $11,70 | 376 litros | 174 % |
alquiler departamento promedio | $500 | 0,52 | $3000 | 1,5 | 150 % |
1 L de leche | $1,40 | 185 litros | $8,10 | 440 litros | 138 % |
universidad privada (cuota mensual) | $400 | 0,65 | $3500 | 1,25 | 125 % |
1 ómnibus Buenos Aires - Mar del Plata | $40 | 6,5 viajes | $240 | 13,75 viajes | 112 % |
bajada de bandera taxi | $1,28 | 203 viajes | $12,65 | 347,8 viajes | 71 % |
1/2 kg de yerba | $1,28 | 203 paquetes | $19,75 | 223,3 paquetes | 10 % |
1 kg de lechuga | $0,75 | 346,6 kg | $12,00 | 366 kg | 6 % |
El viernes 3 de agosto de 2012 se abonaron 2300 millones de dólares para el pago del Boden 2012, la última cuota de la herramienta financiera puesta en marcha por el Gobierno argentino para solucionar el corralito y la pesificación asimétrica de los bancos después de la crisis. Saldados los 19 600 millones de dólares en concepto de capital e intereses, el gobierno kirchnerista devolvió a los ciudadanos el dinero adeudado después del corralito. Esto se sumó a la política de desendeudamiento iniciada en el 2003 por el gobierno de Néstor Kirchner (cuando la deuda representaba un 166 % del PBI), hasta el 2012 (cuando solo representa un 41,8 %). Asimismo la deuda en dólares se redujo de un 92 % del PBI al 8,4 %.[333]
Otras medidas adoptadas fueron la creación del Ministerio de Industria, moratoria tributaria y reducción de retenciones para el agro, blanqueo, promoción y sostenimiento del trabajo registrado para las pymes, blanqueo y repatriación de capitales y créditos públicos de fomento a la producción y al consumo, con una asignación de 13 200 millones de pesos (4400 millones de dólares), distribuidos a través de la banca privada, a bajo interés.
En los últimos años de su gobierno, se crearon 200 000 nuevas empresas en los sectores industria, comercio y servicios. Desde 2003 se duplicó el PBI industrial, sustituyendo importaciones por 15 000 millones de dólares. Del total de exportaciones del país, las manufacturas de origen industrial eran las principales, seguidas de manufacturas de origen agropecuario y luego materia prima. En 2008, el 98 % de los teléfonos celulares del mercado eran importados, en cambio en 2012, el 99 % eran fabricados en el país.[328]
La cantidad de parques industriales pasó de 80 (en 2003) a 330 (en 2012). En dichos parques industriales se localizan 8600 empresas con 267 000 trabajadores. Uno de los principales es el polo electrónico en Tierra del Fuego, con 9000 trabajadores. Por su parte el INTI elevó su presupuesto de 30 millones de pesos anuales a 450 millones. También el INPI incrementó la cantidad de patentes argentinas registradas.[328]
Series de indicadores económicos | |||||||||
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Presidencia de Mauricio Macri (2015-2019)
El gobierno de Mauricio Macri recibió de su antecesor un déficit primario del 6% del PBI y un déficit financiero cercano al 8%.[336] Macri adoptó una estrategia general de reformas basadas en el «gradualismo» y el «consenso» con la oposición y los actores sociales, según sus propias expresiones.[337] Para equilibrar el presupuesto decidió llevar adelante una política de austeridad que implicó principalmente la disminución de los subsidios a los servicios públicos. Según la BBC, el gobierno macrista ha realizado uno de los aumentos de tarifas de servicios públicos más grandes de la historia del país.[338] Una de sus primeras medidas, tomada el 17 de diciembre de 2015, fue la liberalización de las restricciones cambiarias, conocidas popularmente como «cepo cambiario», lo que supuso que el peso experimentara una devaluación cercana al 40 %.[339][340][341]
La política para contener la inflación y la cotización del dólar estuvo basada, en una primera etapa, en metas de inflación y luego en una política de control de agregados monetarios.[342] En este proceso se aumentó la tasa de interés de referencia a un valor del 60%, siendo el más alto del mundo.[343][344][345] Esta política, sin embargo, falló en controlar la cotización del dólar, superó los $60 a fines de 2019.[346] Tampoco logró controlar la inflación, que promedió el 40% anual durante la gestión de Macri y acumuló un aproximado de 300% hacia finales de 2019.[347] En 2018 la economía nacional de Argentina fue calificada como hiperinflacionaria por el organismo regulador de Estados Unidos, la Security and Exchange Commission (SEC), basándose en las Normas Internacionales de Información Financiera (NIIF), que regulan la presentación de balances de las empresas que cotizan en Bolsa en todo el mundo.[348] En tanto la moneda argentina, el peso, fue la moneda emergemte de peor desempeño entre enero y febrero de 2018.[349][350][351]
La actividad económica estuvo en recesión durante tres de los cuatro años del mandato de Macri. El PBI cayó un 2,1% en 2016, creció al 1,6% en 2017 para luego caer nuevamente el 2,5% en 2018 y un 2,2% en 2019.[352][353]
Esta combinación de recesión y alta inflación provocó un deterioro de los indicadores sociales. Desde un valor cercano al 30% en diciembre de 2015, la pobreza llegó a 35,4% en el primer semestre de 2019 y se estima que puede llegar al 40% al terminar el año.[354] La indigencia a su vez llegó al 7,7% de la población. Según un estudio de la consultora Delfos la clase media, se redujo del 30% al 25% a fines de 2017.[355] La nueva metodología para medir la pobreza implementada por el gobierno de Macri fue objeto de críticas, debido a ciertas inconsistencias con otros indicadores, como el desempleo, el aumento del precio de los alimentos y la desocupación medida por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.[356]
Según el informe de la Universidad Nacional de Avellaneda, la Argentina fue el país latinoamericano en el cual se ha deteriorado más el nivel adquisitivo de los salarios a partir de la asunción de Mauricio Macri como presidente. La caída del valor real de los sueldos fue de un 6,1% en sus primeros dos años y se debe al proceso inflacionario que sufrió la economía y al menor nivel de aumento salarial.[357] El salario mínimo en la Argentina se desplomó 34,8% en los primeros dos años y medio de gobierno de Mauricio Macri; desde los 600 dólares mensuales (2015), a los 400 dólares luego de la devaluación tras liberar el cepo, y continuó descendiendo hasta llegar a los 384 dólares en mayo de 2018.[358]
Para 2017, el segundo año de su gobierno, el país estaba en el tercer puesto entre los países con mayor déficit externo a nivel mundial, con 31.000 millones de dólares. En la comparación del déficit en relación al PBI, Argentina se ubica en la quinta posición entre los países con mayor déficit fiscal, solo detrás de Túnez, Senegal, Egipto y Panamá. Argentina se ubicó además como el quinto país del mundo con mayor déficit de cuenta corriente. Sumado el conjunto de déficit de cuenta corriente y déficit público se tiene que Argentina se encuentra actualmente en la cuarta posición en materia de los peores déficit gemelos a nivel mundial. Debido a los aumentos de tarifas y los saltos del tipo de cambio en una economía altamente dolarizada, Argentina se encuentra entre los países de mayor inflación en todo el mundo.
Entre diciembre de 2015 y el mes mismo de 2019 la deuda externa bruta creció 76%, pasando de u$s157.792 millones a u$s232.952.[359] De este total, u$s200 000 millones correspondían a vencimientos en el corto plazo, entre 2020 y 2023.[360]
El 14 de diciembre de 2015, el gobierno anunció la eliminación de retenciones a las exportaciones de trigo, maíz, sorgo y carne, y una reducción a las retenciones de soja al 30 %, con un costo fiscal de 23 604 millones de pesos.[361]
La rebaja de las retenciones, sumada a la devaluación, produjo fuertes incrementos de precio en productos de primera necesidad, entre ellos el aceite que aumentó un 51%, la harina 110%, el pollo 9 % y los fideos 78% entre otros, y un aumento del 50% en el precio de la carne en dos semanas.[362][363][364][365][366]
En 2018, durante la presidencia de Mauricio Macri, se inició un pico inflacionario, que llevó a que se categorizara a la Argentina como un país con hiperinflación por consultoras internacionales, entre ellas Ernst & Young Global Ltd., incluyó a la Argentina entre las economías hiperinflacionarias a partir de 2018,[367][368] aplicando el International Accounting Standard 29 (IAS 29), de la Junta de Normas Internacionales de Contabilidad (IASB).[369][370]
Durante la campaña electoral Macri dijo que si ganaba las elecciones aspiraba a tener un "dólar único" en diciembre y unificar las dos cotizaciones de facto debido a los controles cambiarios (conocidos como «cepo»), la oficial estaba en $9,8, mientras que la paralela alcanzaba los $14,50.[371][372] Mauricio Macri había manifestado que la "devaluación no es la solución" a los problemas económicos de la Argentina, mencionando que "la solución es bajar la inflación, se devalúa la moneda producto del proceso inflacionario que tiene que este gobierno".[372]
El 16 de diciembre el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay anunció el fin de las limitaciones para la compra de moneda extranjera.[373] Al día siguiente se produjo una fuerte devaluación del peso, que modificó su cotización de 9,84 a 13,95 unidades por dólar, lo que representó una depreciación del 42%.[374] Aunque durante los días siguientes se experimentó una apreciación del peso que llevó su cotización a 13,30 por unidad,en total moneda cayó 26% tras registrar en la mañana su menor nivel desde 2002[375][376] volvió a subir a 14,70 a comienzos de febrero de 2016, con una tendencia al alza.[377]
Simultáneamente el ministro de Hacienda Alfonso Prat-Gay afirmó que a nivel internacional se recibieron positivamente las nuevas medidas en particular la liberación del mercado de cambios.[378]
Tras la remoción aumentaron en un 200% sus compras de dólares en el primer trimestre de 2016 y el déficit cambiario creció 45% y la fuga de divisas alcanzó los u$s 9.000 millones en los primeros 9 meses.[379]
Estas medidas provocaron que el peso experimente una devaluación cercana al 40%,[380] la mayor registrada desde 2002, cuando se puso fin a la convertibilidad.[381][382][383][384] Entre diciembre de 2015 y julio de 2017, el peso sufrió una devaluación cercana al 82%.[385][386] El peso fue la moneda de peor desempeño en el mundo en 2017.[387][388] En mayo de 2018 se produce una corrida cambiaria que llevó la cotización a 24,00 por dólar.[389] A fines de agosto de 2018, el peso cotizaba cercano a los 40,00 por dólar, habiendo experimentado una devaluación del 304 % desde la asunción de Mauricio Macri.[390] En cuanto a caída de reservas, en el último trimestre Argentina fue el país del mundo de mayor deterioro del mundo, con una merma del 8,3%.[391] En mayo de 2018, el peso cotizaba a 24,00 por dólar, habiendo experimentado una depreciación de 144 % con respecto a la moneda estadounidense desde el inicio de la gestión de Macri.[392] Hacia agosto de 2018 el peso se devaluó nuevamente superando los 30 pesos por dólar, mientras que en los países vecinos como Brasil y Uruguay el peso se tomaba a 40 por dólar.[393] Acumulando una depreciación anual del 75 % y una depreciación de más del 200 % respecto al dólar desde diciembre de 2015.[394] A fines de agosto de 2018, el peso cotizaba cercano a los 40 unidades por dólar, habiéndose depreciado 304 % desde la asunción de Mauricio Macri y acumulando un 125 % entre los doce meses anteriores.[395]
El 2 de septiembre, el gobierno estableció un cepo cambiario con un límite de compra de 10.000 dólares por mes.[396] En las semanas siguientes, y a pesar de la intervención oficial del Banco Central, el peso continuó devaluándose y tocó, el viernes 25 de octubre, un mínimo de 65 unidades por dólar.[397]El 12 septiembre de 2019 impuso una nueva restricción en el mercado de cambios por la cual las personas físicas .[398] A finales de octubre aumentaron las restricciones permitiendo únicamente la compra de 200 dólares mensuales con cuenta bancaria o 100 dólares en caso de utilizar efectivo.[399]
La devaluación de diciembre de 2015 unificó a los sindicatos, que exigieron al gobierno un bono de fin de año para compensar la caída del salario real.[400] Uno de los líderes sindicales, Hugo Moyano, si bien responsabilizó de la devaluación al gobierno saliente,[401] advirtió que, ya que el gobierno había sido muy generoso con muchos sectores de la sociedad, esperaba que tomase la decisión de pedirles a las empresas que pagaran ese bono, que consideró "mínimo". Ante los reclamos sindicales, el Ministerio de Trabajo comunicó que "el bono no está agenda",[400] mientras que el Ministro de Agricultura Ricardo Buryaile replicó que, en lugar de eso, se iba a subir el mínimo no imponible del Impuesto a las Ganancias.[400]
El 21 de diciembre el secretario general de la CGT Antonio Caló expresó críticas por el aumento de la inflación desde "la salida del cepo" y declaró que el movimiento obrero estaba esperando ser recibido por el presidente Macri, ya que "con la salida del cepo y los aumentos de precios, los trabajadores somos los que más lo sufrimos." Tras considerar que todos los rubros habían aumentado ya un 30 o 40 por ciento, se mostró abierto al diálogo para fijar de acuerdo con el gobierno una cifra.[402]
La Fundación Mediterránea, por su parte, presentó un informe en el que sostenía que la devaluación, la quita de retenciones a las exportaciones y el ajuste de tarifas afectarían los precios, haciendo que la inflación "se acelere en el corto plazo".[403]
En respuesta al pedido de bonos por los sindicalistas la Gobernadora de la Provincia de Buenos Aires, expuso que, desde su asunción el 10 de diciembre, la prioridad de su gobierno era conservar el empleo y garantizar sueldos y aguinaldos "que no estaban garantizados," agregando que la provincia no estaba en condiciones de afrontar un bono de fin de año.[404]
El 21 de diciembre Macri anunció una ayuda extraordinaria de fin de año de $400 para las personas que cobran la AUH y la jubilación mínima.[405] Macri explicó que el bono se debía al aumento de la inflación, a la que llamó "deslizamientos de precios", paralelamente anunció que no daría el bono de fin de año en el Estado Nacional, que reclamaban los sindicatos debido al aumento de precios, y que "lo que haga el sector privado dependerá de cada empresa y cada condición".[406]
El sábado anterior a su asunción declaró que los trabajadores deberían pagar el impuesto a las ganancias sobre el aguinaldo de diciembre, a diferencia de lo que venía sucediendo en los últimos años y que a partir del 1 de enero solo se eximiría a los trabajadores con salarios inferiores a $ 30.000.[407] Los sindicatos criticaron inmediatamente la decisión y Macri debió rectificarse anunciando a través de Facebook que los salarios menores a $ 30.000 no pagaría el impuesto.[408][409] La rectificación tampoco satisfizo a los sindicatos, ya que la quita anunciada por Macri era menor que la que había establecido Cristina Fernández de Kirchner en 2014, alcanzando a los trabajadores que ganaran menos de $ 35.000, beneficiando a unos 750.000 asalariados. Según los cálculos sindicales, teniendo en cuenta los incrementos salariales del 2015, el anuncio de Macri beneficiará a unos 450.000 trabajadores.[410]
En marzo de 2016 se anunció el aumento de las tarifas del agua.[411] En julio de 2016 fueron anunciados recortes en el subsidio estatal de agua potable y saneamiento, energía eléctrica e hidrocarburos (gas combustible y petróleo). Se produjo un fuerte aumento en los precios de los combustibles, naftas y GNC, convirtiendo a la Argentina en el segundo país con las naftas más caras de Latinoamérica después de Uruguay.[412]
El 5 de abril de 2016 se produjeron cacerolazos en Argentina, manifestantes exigieron la renuncia de Mauricio Macri tras la gran cantidad de despidos, los abruptos aumentos, ajustes, tarifazos y la vinculación e imputación por el caso Panamá Papers. Hubo cacerolazos en el centro de Mar del Plata, en la plaza frente a la Catedral, también una masiva movilización denominada #7A en repudio al ajuste y la corrupción de Macri.[413]También hubo protestas en otras plazas del interior del país y en Rosario.[414]Convocados espontáneamente al grito de "procesado", miles de manifestantes se concentraron en Plaza de Mayo en la ciudad de Buenos Aires.[415][413]
Las manifestaciones públicas en protesta por el aumento de tarifas se repitieron varias veces a lo largo de su mandato.[416]esde diversas organizaciones vecinales y políticas argentinas llamaron a una primera protesta en contra de la medida gubernamental para el 14 de julio de 2016 en distintos puntos de la Provincia de Buenos Aires. Los manifestantes que realizaron un cacerolazo, se concentraron en el Obelisco de Buenos Aires y sus alrededores, exigiendo, entre otros petitorios, la restauración de los precios tarifarios y la renuncia del primer ministro de energía argentino, Juan José Aranguren.[417] El 14 de julio se produjo una protesta por los aumentos en la tarifa del gas,[418] que en ocasiones había superado el 1000%, y en algunos casos llegaban al 2000%,[419] a los que una resolución limitó a un máximo interanual del 400% (cinco veces más). Contribuyeron al malestar de la población las distintas expresiones vertidas por miembros del gabinete de ministros y el propio presidente de la Nación,[420] haciéndose hincapié en las críticas a la gestión del ministro de Energía y Minería, Juan José Aranguren, del que se pidió la renuncia a su cargo.[421]
Las manifestaciones públicas en protesta por el aumento de tarifas se repitieron varias veces a lo largo de su mandato.[416]
Desde diciembre de 2015 hasta abril de 2016 se mantuvieron negociaciones con los Fondos buitre tenedores de deuda argentina que no habían ingresado al canje de 2010. Luego de derogación por parte del Congreso de las leyes de Pago Soberano y Ley Cerrojo mediante una emisión de deuda por 15 000 millones de dólares.
Dicho pago se encuentra siendo investigado por la justicia argentina por graves irregularidades detectadas en el pago, entre ellas: No se elaboraron informes por parte de áreas técnicas de organismos estatales que sustenten los montos demandados, hubo acuerdo firmados a mano alzada, no se individualizaron los títulos incorporados, y en la mayoría de los casos se acordó pagar más de lo acordado en las sentencias. Al analizar los desembolsos, los peritos también aseguraron que no hay documental que avale qué títulos se abonaron. A 2016 la causa es llevada adelante por el Fiscal Federal Federico Delgado sobre las irregularidades en el pago que ordenó el gobierno de Mauricio Macri.[422]
Paralelamente se abrió una causa contra Mauricio Macri por la negociación con los llamados "fondos buitres", donde se lo investiga por una presunta "delictiva negociación".[423] Según el diario británico Financial Times, Argentina emitió para pagarles la mayor suma de deuda para cualquier nación en desarrollo desde 1996, siendo el país que más se endeudó en el mundo desde 1996.[424] Días después a consecuencia de esta política nacieron los llamados fondos de "tercera generación", una nueva tanda de demandantes con bonos que no ingresaron a los canjes de deuda de 2005 y 2010; y tampoco aceptaron la propuesta del gobierno Mauricio Macri.[425] Tras meses de investigaciones, el fiscal del caso declaró: el endeudamiento por u$s 16.500 millones que encaró la administración de Cambiemos para luego cancelar en efectivo u$s 12.500 millones a los bonistas en default fue el broche de oro de una gigantesca estafa al Estado nacional.[426]
El 30 de diciembre de 2015 el ministro de Economía Prat Gay anunció que había declarado la emergencia estadística, razón por la cual el gobierno «no publicará datos de la inflación hasta nuevo aviso» y que se estaba analizando la posibilidad de elaborar un índice alternativo. [427][428][429] Como consecuencia de esas críticas, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) había empezado a trabajar con especialistas del Fondo Monetario Internacional para mejorar la calidad de sus estadísticas, aunque en el primer plazo se dijo que hubo «avances», no se corrigieron las «imprecisiones» por lo que el organismo decidió postergar el plazo, estableciendo el 15 de julio de 2016 como fecha máxima para implementar las observaciones realizadas y lograr el suministro de datos «precisos».[430][431]
Las declaraciones de emergencia dispuestas por el gobierno de Macri en varias áreas, fue cuestionada por periodistas como Tomas Lukin y el diario Página/12 y dirigentes del Frente para la Victoria, sosteniendo que la misma permite incumplir los procedimientos constitucionales y legales establecidos e institucionalizar la corrupción.[432][433]La asociación de trabajadores del INDEC denunció los intentos por parte de Todesca de modificar las metodologías de medición de los distintos índices que publica el Instituto, con el objetivo de ocultar la realidad económica que se vive en el país: "esta dirección quiere dejar de medir la informalidad laboral, que en la Argentina alcanza a la mitad de la población", dijo el dirigente. También se denunció que las autoridades tienen la intención de descentralizar a la Ciudad de Buenos Aires de la Encuesta Nacional de Hogares, para que sea la propia administración porteña la que mida sus índices de consumos, abriendo la puerta a manejos arbitrarios de las estadísticas.[434]
Paralelamente fue designado Jorge Todesca quien se hallaba imputado penalmente por el fiscal en lo penal EmIngresos por decil (deciles 1 y10), Argentina 2005-2016.pngilio Guerberoff junto a su consultora Finsoport por supuesta falsedad en la elaboración de índices de inflación privados. En 2016 el interventor decretó un "apagón estadístico", por lo que no se publicaron los índices de inflación durante 8 meses y se decidió seleccionar los IPC de San Luis y de la Ciudad de Buenos Aires (IPCBA) a modo de referencia. Meses después para el cálculo de febrero del Coeficiente de Estabilización de Referencia (CER), el Indec eligió el índice de San Luis que dio 2,7% cuando venía usando el de la Ciudad de Buenos Aires, que dio 4% para usar el índice más bajo de inflación y pagar menos intereses.[435]Al mismo tiempo en 2017 los números oficiales del Indec mostraban una inflación sensiblemente menor que consultoras privadas y provinciales, mientras el IPC porteño calculaba una inflación 46% más alta que la del Indec en enero de 2017.[436][437] siendo criticados los números de pobreza difundidos en 2016.[438] En 2017 se implementaron cambios sustanciales a la metodología de la EPH (Encuesta permanente de hogares) por lo que diversos especialistas señalaron que se habían realizado numerosos hallazgos acerca de inconsistencias en la EPH y en la metodología de medición de la pobreza que inauguró el Indec en 2016.[439] Un año antes diversos especialistas advirtieron que el Gobierno nacional de Mauricio Macri alteró la medición de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) y la Total (CBT).[440] En tanto el gobernador cordobés Juan Schiaretti calificó de "burla" los índices del organismo nacional.[441][442] En tanto también el gobernador de San Juan criticó los índices de 2017 ya que el organismo había notificado que San Juan tenía el 43,6 por ciento de pobres y tres meses después informó que la pobreza en San Juan bajó al 26,4 por ciento, 17 puntos en tres meses.[443][444]
En tanto, un informe del Observatorio de Desarrollo Social bajo la metodología de medición CONEVAL determinó que en el período 2015-2016 aumentó la inseguridad de 14,7% (2015) a 15,2% (2016). A la vez, se observó un crecimiento de la población bajo niveles de hacinamiento del 11,2% (2015) a 13,4% (2016), de déficit de servicio sanitario del 9,3% (2015) al 10,3% (2016) y de falta de acceso al sistema de seguridad social de 25,2% (2015) al 26,8% (2016). Ninguna de estas dimensiones e indicadores son evaluados en los datos del Indec a la hora de medir la pobreza.[445]
El 9 de noviembre de 2016 el Fondo Monetario Internacional (FMI) concluyó la primera misión de supervisión de la economía Argentina desde 2006, bajo las facultades denominadas "consulta del Artículo IV", del Convenio Constitutivo del FMI.[446][447]
Al concluir la misma el FMI remitió al gobierno argentino cinco recomendaciones:
El 16 de noviembre de 2017 el presidente Macri, los gobernadores de 22 de las 23 provincias y el jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires acordaron un Consenso Fiscal, en el que se comprometieron a tomar importantes medidas de gobierno y a gestionar ante el Congreso de la Nación leyes de reformas laborales, previsionales e impositivas. El Pacto incluía reorientar el 20 % del Impuesto a las Ganancias destinado a financiar la seguridad social para financiar a las provincias, la. entrega a la provincia de Buenos Aires de $ 65 000 millones de pesos —equivalentes a unos 4000 millones de dólares,y el compromiso por parte de las provincias para que los impuestos inmobiliarios suban hasta alcanzar el valor de mercado de los inmuebles.[448] La única provincia que no firmó el Consenso fue la provincia de San Luis.[449]
El acuerdo firmado en 2017 tuvo un cumplimiento parcial por parte del Estado y las provincias, con pocos Estados provinciales que respetaron los topes de Ingresos Brutos y algunas que no aceptaron eliminar los tributos diferenciales por territorio.[450]
El proyecto de ley conocida como «reforma previsional» permitiría, según el gobierno, reducir el gasto público al menos 79 000 millones de pesos —equivalentes a unos 4600 millones de dólares—.[451]
En agosto de 2018 un decreto de necesidad y urgencia de Mauricio Macri rompió el Pacto Fiscal, entre ellos incumpliendo el inciso H del mismo, a ello se le sumo la decisión de eliminar el Fondo Sojero que contemplaba la transferencia a provincias y municipios del 30 por ciento de lo recaudado por retenciones a las exportaciones agropecuarias.[452]En 2018 varias provincias denunciaron al Estado nacional por reducir unilateralmente la cooparticipacíon escudandpse en el pacto fiscal, en octubre de 2019 un falló de la Corte Suprema obligó al Gobierno a compensar a las provincias por la baja de cooparticipación IVA y los cambios en Ganancias que afectaron a las arcas provinciales. La causa había comenzado con un amparo de 15 provincias contra el decreto que hizo Macri tras las PASO. Obligando a la Nación a pagar unos 5.660 millones, solo por el IVA.[453]
Luego de las elecciones de 2017 y como resultado de las recomendaciones del FMI y del Consenso Fiscal con los gobernadores del 16 de noviembre de 2017, Macri envió al Senado tres proyectos: de reforma previsional, de responsabilidad fiscal y de consenso fiscal.[454]
El paquete se completó con un proyecto de reforma tributaria iniciado en la Cámara de Diputados, promueve la rebaja de impuestos distorsivos, grava la renta financiera y modifica gravámenes internos.[455] La reforma incluye tanto aumento y creación de impuestos nuevos como la disminución de impuestos preexistentes, por ejemplo:[456]
El corazón del paquete era el cambio de la fórmula con la que se venían actualizando los beneficios de la seguridad social (jubilaciones, pensiones, AUH, etc.), adoptando la recomendación del FMI de actualizar los beneficios por el Índice de Precios al Consumidor (IPC),[457] con el fin de generar un ahorro previsional, estimado entre 80.000 y 100.000 millones de pesos (equivalentes a 4600 y 5500 millones de dólares).[458][459][460] El proyecto incluía también la supresión de los regímenes especiales de jubilación, como el de los docentes. Entre otras normas, el paquete incluyó también la eliminación del porcentaje del Impuesto a las Ganancias destinado a la seguridad social (ANSES), para ser destinado a las provincias, un aporte de $65.000 millones (equivalentes a unos 4000 millones de dólares) a la provincia de Buenos Aires y el compromiso de no aumentar el gasto público.[460] Un año después de la reforma tributaria la carga tributaria subió 1% del PBI respecto del 2018, [461]Finalmente a mediados de junio de 2019 pese a las promesas de campaña de bajar impuestos la presión impositiva creció a niveles récord, la suba de la tasa de estadísticas a las importaciones, la reimplantación de las retenciones y los Impuestos Internos, superaron a la baja de Ingresos Brutos [462]se caracterizó por un aumento en el presión impositiva. En 2018 Argentina se ubicó como el país con mayor presión tributaria del mundo,[463] mientras que en 2018 Argentina se ubicó como el segundo país con una mayor “tasa total de impuestos y contribuciones” que deben pagar las empresas a nivel mundial.[464][465] En 2019 Argentina llegó a la carga impositiva más alta en los últimos 60 años, según estimaciones privadas durante la administración de Cambiemos.[466][467]
En el Senado el proyecto fue modificado estableciendo una fórmula mixta, combinando el índice de precios al consumidor, con el índice de los salarios del sector formal (índice RIPTE).[460] El 30 de noviembre el Senado aprobó los tres proyectos por amplia mayoría: la reforma previsional fue aprobada por 43 votos a favor y 23 en contra, el proyecto de ley de Consenso Fiscal tuvo 52 votos a favor y 15 en contra, y el proyecto de ley de Responsabilidad Fiscal fue aprobado por 53 votos a favor y 14 en contra.[468] Los proyectos fueron aprobados con el voto de los senadores oficialistas de Cambiemos y un sector considerable del bloque peronista, liderado por Miguel Ángel Pichetto, quien declaró que votar la ley había sido una "ingrata tarea". Entre los senadores que lideraron la votación en contra se destacaron Adolfo Rodríguez Saa -peronista de la Alianza Compromiso Federal- y Marilin Sacnun -peronista kirchnerista-.[469]
Un sector importante del sindicalismo y de los movimientos sociales organizó una marcha de protesta al Congreso de la Nación para oponerse al proyecto de reforma previsional, con la consigna "No es reforma, es ajuste".[470]
El 14 de diciembre se produjo un grave conflicto y una crisis política, calificada como "día de furia" por algunos medios, cuando la Cámara de Diputados convocó a sus miembros a tratar el proyecto aprobado en el Senado.[471][472] Dentro del recinto la sesión se cayó por pedido de Elisa Carrió, cuando la oposición acusó al oficialismo de reunir el cuórum con personas que no estaban habilitadas como diputadas,[473] en medio de un escándalo en el que se produjeron intentos de agresión física, con acusaciones y denuncias penales cruzadas entre funcionarios.[471] Fuera del recinto, en las calles, la ministra de Seguridad Patricia Bullrich envió gran cantidad de agentes de la Gendarmería Nacional y la Policía Federal para montar un operativo de vallado de varias manzanas, con el fin de impedir que manifestantes opositores se acercaran al Congreso Nacional.[472] Pese a ello se produjeron violentos enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes, en los que resultaron heridos varios diputados, periodistas y ciudadanos, y fueron detenidas varias decenas de personas. El despliegue y la acción represiva dispuesta por la ministra Bullrich, fue criticada por las diversas expresiones de la oposición, organizaciones de derechos humanos y algunas figuras destacadas de Cambiemos, como la diputada Carrió y Ricardo Alfonsín.[474] Luego de las críticas, en el más alto nivel se tomó la decisión de desplazar a la ministra Bullrich del mando del operativo de seguridad en el Congreso, para atribuírselo al jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires Horacio Rodríguez Larreta.[475]
Inmediatamente después de fracasada la sesión de la Cámara de Diputados, el presidente Macri se reunió con su gabinete para analizar la situación y ordenó redactar un decreto de necesidad y urgencia (DNU) para aprobar la reforma previsional. El DNU fue firmado por todos los ministros y varios medios de comunicación anunciaron la inminencia de su sanción por parte del presidente. En esa situación la Confederación General del Trabajo emitió una declaración en la que anunció que si el presidente Macri firmaba el DNU, declararía de inmediato una huelga general.[476] Poco después la diputada oficialista Elisa Carrió hizo público un mensaje por Twitter en el que criticaba la intención del gobierno de sancionar el DNU, sosteniendo que se trataría de una grave violación a la Constitución Nacional.[474] Luego de esos dos hechos los medios anunciaron que Macri había decidido no dictar el DNU.[477]
El lunes 18 de diciembre los diputados fueron convocados nuevamente para tratar la reforma previsional y tributaria. El presidente Macri convocó simultáneamente a la Casa Rosada a los gobernadores de provincia, con el fin ratificar el apoyo al proyecto derivado de Consenso Fiscal y presionar a los diputados.[478] Al igual que en la frustrada reunión anterior, fue vallada una área de varias manzanas para evitar que los manifestantes pudieran acercarse al Congreso Nacional.[479] Por su parte la Confederación General del Trabajo declaró una huelga general de 24 horas que se inició a las doce del mediodía. Una gran multitud, estimada en 500.000 personas ocupó la plaza de los Dos Congresos y la Avenida de Mayo para protestar contra la ley.[480][481] Luego del mediodía se desató una batalla campal entre algunos manifestantes y la policía, con decenas de heridos y detenidos, y críticas cruzadas por la responsabilidad de la violencia;[482] el oficialismo sostuvo que se trató de un intento de golpe de estado.[483] Por la noche, ya retirados los manifestantes, se inició un cacerolazo en el que participaron decenas de miles de vecinos, que comenzaron a salir de sus casas para reunirse espontáneamente y hacer sonar sus cacerolas en señal de protesta en diversos barrios de Buenos Aires y otras ciudades del país.[484] Finalmente, en la madrugada del día 19 de diciembre, la Cámara de Diputados aprobó la reforma previsional, por 128 votos a favor y 116 en contra; veinte diputados opositores votaron a favor del proyecto.[485]
Diversas asociaciones de periodistas repudiaron la violencia ejercida contra al menos 23 periodistas, 13 de los cuales fueron heridos por las fuerzas de seguridad (el caso más grave fue el del fotógrafo Juan Pablo Barrientos de Revista Cítrica baleado con más de 20 impactos de bala de goma) y 10 por grupos de manifestantes (el caso más grave fue el del comentarista Julio Bazán del grupo Clarín al que le arrojaron brasas candentes).[486] La Academia Nacional de Periodismo consideró que la violencia contra los periodistas constituía una "involución intolerable".[486]
A comienzos de 2018 el gobierno argentino no logró obtener nuevos préstamos internacionales para pagar los intereses crecientes de la nueva deuda externa contraída. Ante la inminencia del default se produjo una corrida cambiaria que causaría que el peso argentino perdiera la mitad de su valor en dólares, con un dólar que pasó de valer $18,40 en diciembre de 2017 a $40 en septiembre de 2018.[487]El 8 de mayo de 2018, en un mensaje emitido desde la Casa Rosada, el presidente Mauricio Macri anunció el inicio de conversaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para solicitar una «línea de apoyo financiero», consistente en un posible préstamo de unos 30 mil millones de dólares estadounidenses. Esto ocurrió tras varias jornadas de corrida cambiaria que llevaron a una escalada de la cotización del dólar estadounidense (que se acercó a los 24 pesos, alcanzando su máximo histórico desde la salida de la convertibilidad) y que provocó una devaluación de la moneda argentina, el derrumbe del valor del peso argentino, el aumento del riesgo país al segundo más alto del mundo y de las tasas de interés, ubicándose como las más altas del mundo. Además llevaría a una depreciación del peso argentino de 17,66 por dólar a 40. Para noviembre de ese año, el país tenía la segunda inflación más alta del mundo y una de las mayores caídas del PIB, lo que llevó a la decisión de recurrir al rescate del Fondo Monetario Internacional (FMI).[488][489][490][491][492]
En esas condiciones Macri desplazó al presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger,[493] y recurrió al Fondo Monetario Internacional que, con fuerte apoyo del presidente de Estados Unidos Donald Trump, le otorgó inicialmente un préstamo de 50.000 millones de dólares, el más grande de la historia del organismo,[494][495] equivalente a un 11% del PBI de la Argentina en 2018.[496]
El FMI liberó una primera partida del crédito, pero el dinero fue utilizado por el nuevo presidente del Banco Central, Luis "Toto" Caputo, para vender los dólares del FMI en el mercado de cambios sin subastar los mismos, algo que había sido prohibido por el FMI al conceder el préstamo, debido a la falta de transparencia de dichas operaciones.[497] La consecuencia fue un nuevo despido del presidente del Banco Central, a solo tres meses de su designación; al año siguiente el propio Caputo reveló que fue el Fondo Monetario quien dispuso su despido como presidente del Banco Central.[498] El gobierno firmó entonces un nuevo acuerdo con el FMI, donde se aumentó el préstamo a 57.100 millones de dólares.[495] Ese monto se completó también con un crédito del 5.650 millones de dólares del Banco Interamericano de Desarrollo (BID).[494] El FMI aceptó que la totalidad del dinero fuera entregada en los dos años restantes del mandato de Macri y que la cancelación del préstamo corresponda al gobierno siguiente.
El eje central de las condicionalidades del FMI es reducir a cero en 2019, el déficit fiscal primario sin contar el pago de los intereses de la deuda externa, para la que sí se permite tener déficit fiscal.[499] El ministro de Economía Nicolás Dujovne explicó en estos términos las metas inflacionarias del préstamo stand by con el FMI:[500]
En 2019 las metas inflacionarias no se habían cumplido por mucho. Al finalizar junio de 2019, la inflación del primer semestre (22,4%) ya había superado el 17% comprometido para todo el año. Asimismo, la inflación interanual escaló hasta 55,8%, más del doble de lo comprometido con el FMI.[501] En julio de 2019, el FMI aceptó cambiar las metas originales y desembolsar las sumas restantes, preocupado por la posibilidad de que el déficit cero perjudique las posibilidades electorales del presidente Macri en las elecciones presidenciales de octubre de 2019.[502]Definimos una meta de inflación para fin de 2019 de 17%, para 2020 del 13% y 9% para 2021. Si tenemos una inflación interanual del 20-21% para junio del año que viene es que estamos en buen camino de cumplir los objetivos. Nos comprometemos a eso
En julio de se desató una nueva corrida cambiaria[503] que provocó, a fines de ese mismo mes, una fuerte caída de los bonos y acciones argentinas, el aumento del riesgo país en 700 puntos, y el aumento del valor del dólar, que llegó a superar los 40 pesos. La corrida provocó que las variables financieras, monetarias y bursátiles se derrumbase. A esto se le sumó una mayor pérdida de reservas, caída de las acciones, y el derrumbe de los bonos.[504] Sacrificándose más de 9.000 millones de dólares en reservas sobre un total de 53.000 millones.[505] Además el gobierno subió la tasa de interés al 60% la más alta del mundo.[506][507]El 1 de septiembre, como efecto de la crisis cambiaria argentina, la agencia calificadora Standard & Poor's bajó la calificación de deuda argentina.[508] Desde a principios de 2018 se sumaron 4,8 millones de pobres. La pobreza pasó del 24 al 36 por ciento. Los datos de Indec quedaron bajo sospecha desde que la exdirectora de la Encuesta Permanente de Hogares Cynthia Pok renunció en 2017 denunciando presiones para dibujar el índice de pobreza.[509] Al mismo tiempo llevó al desplome de los salarios argentinos medidos en dólares.[510]
El 12 de agosto de 2019, luego de las elecciones primarias se desencadena una corrida cambiaria y bursátil (esta última la segunda más grave de la historia de la humanidad, con una caída del 48%),[511] que devaluó el peso en un 40% en pocas horas (de $42 a $66 el dólar), que luego el Banco Central logró atenuar un poco, cerrando el día con una devaluación del 25% ($57) y un riesgo país que duplicó su valor para alcanzar 1700 puntos básicos.[512][513] Al día siguiente continuó la corrida cambiaria y bursátil, con una nueva devaluación del peso de un 9%.[514][515]
Para entonces los datos de la macroeconomía habían quedado completamente desfasados de las metas acordadas con el FMI. El acuerdo establecía que al final de 2019, la deuda pública debía ser equivalente al 64,5% del PBI, la inflación anual debía descender al 17%, el crecimiento del PBI debía llegar al 1,5% y el desempleo debería estabilizarse en 8,6%. Ninguna de esas metas se cumplieron.[516] Hacia mitad de año la inflación había alcanzado el 22,4% semestral (cinco puntos más de lo que debía sumar en todo el año), el FMI cambió abruptamente su estimación y estimó que el PBI se reduciría un 1,3%,[517] y el desempleo siguió creciendo y alcanzó los dos dígitos por primera vez en una década con un 10,1%,[518] La crisis de agostó empeoró seriamente esos indicadores que ya eran muy negativos.
La abrupta suba del valor del dólar desencadenó a su vez una nuevo salto inflacionario, con subas de precios de dos dígitos en un solo día, principalmente en los alimentos, amenazando provocar una crisis alimentaria generalizada.[519][520]
El miércoles 15 de agosto el presidente Macri anunció una serie de medidas con el fin de atenuar el efecto de la crisis. Las medidas incluyeron un congelamiento del precio de los combustibles, un aumento inmediato del salario de los empleados del Estado nacional, la eliminación del IVA en los alimentos que se cobraba al consumidor, la convocatoria urgente a las cúpulas empresariales y sindicales para acordar un nuevo monto para el salario mínimo, vital y móvil y un aumento del mínimo a partir del cual se debe pagar el impuesto a las ganancias.[521]
A partir de la corrida cambiaria y bursátil iniciada el 12 agosto, el ministro de Hacienda Nicolás Dujovne estuvo ausente de todas las reuniones del gabinete y en los anuncios económicos del gobierno.[522][523] La ausencia de Dujovne generó diversas versiones. El diario Clarín informó que "todos conocían que Nicolás Dujovne había renunciado por escrito el martes (13 de agosto)" y afirmó que al ministro " ya se le conocían antecedentes de pánico ante situaciones de estrés".[522] Finalmente, el martes 20 de agosto juró como nuevo ministro de Hacienda Hernán Lacunza, quien hasta ese momento se había desempeñado como ministro de Economía de la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal.[524][525]
Poco después de iniciada la crisis Macri y el principal candidato opositor, Alberto Fernández, conversaron telefónicamente por primera vez. Ambos declararon a la prensa que estaban satisfechos con el encuentro y los acuerdos básicos alcanzados con el objetivo de preservar la institucionalidad, respetar la voluntad democrática de la población y tranquilizar a los mercados,[526][527] iniciando un proceso de reuniones entre el oficialismo y la oposición para dar estabilidad a la economía durante el proceso electoral.[528]
Simultáneamente se dio a conocer que la casi totalidad de la deuda externa en dólares tomada por el presidente Macri ha sido utilizada para fugar capitales y pagar intereses: entre diciembre de 2015 y marzo de 2019, el país se endeudó en 107.525 millones de dólares, de los cuales 106.779 millones volvieron a salir en el mismo período.[529] Hacia agosto de 2019, la deuda pública como porcentaje del PBI superó el 100%, duplicando el tamaño que tenía en diciembre de 2015, con el agravante de que el 80% de la misma fue contraída en dólares, convirtiendo a la Argentina en el país que más aumentó su deuda externa en 2019.[530]
El 28 de agosto de 2019 el gobierno dispuso unilateralmente postergar el pago de cuatro letras de corto plazo del Tesoro Nacional (Lecap, Lecer, Letes y Lelinks), así como proponerles una postergación voluntaria del plazo de pago a los acreedores de títulos de deuda, tanto bajo legislación argentina como bajo legislación extranjera.[531] Para el caso de la deuda bajo legislación argentina, el presidente Macri sancionó un Decreto de Necesidad y Urgencia estableciendo que si el 75% de los acreedores aceptaran la postergación del vencimiento, la misma sería obligatoria para el 25% restante.[531] El gobierno utilizó una palabra que no existe, "reperfilamiento", para denominar la medida, pero diversas entidades y especialista caracterizaron la medida como un "default selectivo".[531][532][533]
El 30 de diciembre de 2015 el ministro de Economía Prat Gay anunció que había declarado la emergencia estadística, días después el Instituto Nacional de Estadística y Censos fue intervenido por Jorge Todesca quien decretó un "apagón estadístico", por lo que no se publicaron los índices de inflación durante 8 meses y se decidió seleccionar los IPC de San Luis y de la Ciudad de Buenos Aires (IPCBA) a modo de referencia, para sanear los datos alterados durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner
En junio de 2016, el Indec volvió a medir la inflación.[534]
Eliminar la inflación fue una de las principales promesas de campaña de Macri. Durante la misma declaró que «Eliminar la inflación será la cosa más simple que tenga que hacer si soy presidente» (febrero de 2015),[535] y que «la primera meta será llevarla a un dígito en un par de años» (diciembre de 2015).[536]
Al asumir la presidencia, la inflación era de aproximadamente el 25 % anual.[536] Un año después, la inflación de 2016 se ubicó en torno al 40 %.[537] Al cumplirse el segundo año, la inflación de 2017 midió 24,8 %, virtualmente el mismo porcentaje que cuando inició su gobierno.[538] Pero en 2018 la inflación volvió a saltar al 47,6%, siendo la más alta desde el año 1991, debido a entre otras cosas, al salto del dólar desde los 18 pesos a principio de año a superar los 40 en agosto.[539]
Durante el gobierno de Macri el precio de los alimentos creció más que el promedio y más aún que el aumento de salarios. El fenómeno fue asociado a la quita de retenciones a las exportaciones de materias primas alimenticias (soja, cereales, carnes), causando de ese modo que los precios internos de los alimentos se aliñen con los precios internacionales, fenómeno conocido como "dolarización".[540][541]En 2018 Argentina fue catalogada como economía hiperinflacionaria[542] aplicando el International Accounting Standard 29 (IAS 29), de la Junta de Normas Internacionales de Contabilidad (IASB).[543]
Entre octubre de 2015 y julio de 2019 la canasta alimentaria medida por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires aumentó 222% (de $5.189,62 a $16.722,38),[544] mientras que, en el mismo período, el salario mínimo aumentó 123% (pasó de $5.588 a $12.500). Lo mismo sucedió con las jubilaciones mínimas, que aumentaron en ese lapso 117% (pasaron de $4.299 a $9.309). Debido al aumento galopante del precio de los alimentos, en julio de 2019, el salario mínimo hubiera necesitado aumentar un 100% en términos reales para recuperar el poder adquisitivo alimentario que tenía en 2015, mientras las jubilaciones mínimas hubieran tenido que aumentar un 58% en términos reales (descontando la inflación).[545]
"Pobreza cero" fue uno de los principales lemas de campaña de Mauricio Macri en 2015.[546] Poco después Macri pidió que su presidencia fuera evaluada según la evolución del índice de pobreza.[547]
A poco de iniciado su gobierno, el Instituto de Estadísticas (Indec) elaboró una nueva forma de medición de la pobreza y la indigencia.[548] El gobierno de Macri subió aún más la línea a partir de la cual debía considerarse pobre o indigente a una persona.[549][550] [548]
La nueva metodología para medir la pobreza implementada por el gobierno de Macri fue objeto de críticas, debido a ciertas inconsistencias con otros indicadores, como el desempleo, el aumento del precio de los alimentos y la desocupación medida por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.[551] En marzo de 2017 renunció la directora de la Encuesta Permanente de Hogares, Cynthia Pok, debido a las presiones que sufría para falsear el índice de pobreza.[509] Estudios llevados adelante por universidades independientes, como el Instituto Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Católica Argentina, revelaron aumentos de la pobreza mayores que los publicados por el gobierno. Esta última, publicó a mediados de 2019 un estudio que mostraba que —a fines del año 2018— un 51,7% de la población menor de 18 años eran pobres y que un 10,9% eran indigentes, que un 29,3% de los menores estuvieron subalimentados y un 13% pasó hambre. En todos los casos se trataba de las cifras más altas desde que la UCA comenzó a publicar esas mediciones en 2010.[552][553] Según el índice de la UCA, durante el gobierno de Macri (hasta fines de 2018) la pobreza aumentó un 15% y la indigencia un 27% (de 3,3% a 4,2%).[554]
Más allá de las dudas sobre la precisión de los datos del gobierno, el propio presidente Macri y sus principales funcionarios reconocieron que la pobreza aumentó durante su gobierno.[555]
Tras dos años y medio de gestión un estudio del Monitor de Clima Social (MCS) relevado periódicamente por el Centro de Estudios Metropolitanos (CEM), un centro interuniversitario que integran la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET); la Universidad Nacional Arturo Jauretche y la Universidad Nacional de Hurlingham reveló que la mitad de los habitantes de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires disminuyeron las raciones de comida en el último año, la mitad de los ciudadanos tienen alguien de su hogar que perdió el trabajo en los doce meses. En febrero de 2018, un 37 por ciento de los hogares disminuyeron las porciones de comida por razones económicas. Ese porcentaje subió en éste Monitor, el de junio, al 48 por ciento del mismo año y el 40 por ciento pasó momentos de hambre por razones económicas durante el último año.[556]
En septiembre de 2018 la relatora especial sobre alimentación de las Naciones Unidas, Hilal Elver, escribió un duro informe sobre la situación del país advirtiendo que cuatro millones de argentinos enfrentan una seria inseguridad alimentaria y padecen hambre.[557]
Una de las primeras medidas que tomó el gobierno de Macri fue acordar con los «fondos buitre». El diario Buenos Aires Herald dio a conocer que los fondos buitres Elliott Management y Aurelius Capital Management habían solicitado diversas medidas al juez Thomas P. Griesa con el fin de impedir que el gobierno argentino pudiera recibir fondos de diversos bancos internacionales para fortalecer sus reservas.[558] En abril de 2016[559] se llegó a un acuerdo y se les pagó a los acreedores con una quita del 27%.[560] Así el juez Thomas Griesa levantó las cautelares que frenaban pagos a los tenedores de bonos argentinos en el exterior y Argentina salió del default.[561]
El presidente Macri impulsó una política de endeudamiento externo.Según el blog chequeado.co, la deuda pública recibida por el gobierno de Macri en diciembre de 2015 era de 240 665 millones de dólares.[562] El 31 de diciembre de 2016 la misma llegó a 275 446 millones de dólares.[562] Durante el año 2016, más del 12 % de la deuda mundial emitida lo fue por el Estado argentino, y desde enero a septiembre de 2017, el 20 % de los bonos emitidos por estados soberanos en el mundo correspondió a emisiones argentinas.[563]
A fines de 2017, un informe de la agencia Bloomberg colocó a la Argentina en primer lugar en una lista de países emergentes en cuanto a emisión de deuda. El déficit fiscal fue cubierto con colocaciones de deuda cuantiosas, alcanzando los 42 000 millones de dólares entre 2016 y 2017. En la lista supera, incluso a China, la cual ocupa el segundo lugar.[564] Como porcentaje del PBI la deuda alcanzaba a fines del 2017 casi el 57%.[565]
De acuerdo a un informe del Indec, a fin de marzo de 2018 la deuda externa del país ascendía a 253 741 millones de dólares,[566] lo que significa un aumento de 86 329 millones más —casi un 52 % más— que los 167 412 que el país debía al momento de asumir Macri la presidencia.[567]
En agosto de 2019 la deuda externa ascendía a 309 mil millones.[568]
Expertos internacionales han considerado que el alto endeudamiento impulsado por el gobierno de Macri podría ser su «talón de Aquiles», debido a que las inversiones no son del todo directas y son consideradas «inversiones golondrina», con una alta tendencia a volver a salir del país en cualquier momento de incertidumbre o crisis internacional y «podría volverse a los escenarios del pasado».[569]Presidencia de Alberto Fernández (desde 2019)
Fernández nombró en el ministerio de Economía al joven economista Martín Guzmán. La primera medida del equipo económico fue enviar al congreso el proyecto de «ley de Solidaridad y Reactivación Productiva», que fue aprobado el 21 de diciembre.[570] El 17 de diciembre se firmó la suspensión provisoria del Consenso Fiscal 2017 que habían firmado los gobernadores con el gobierno nacional y que obligaba a los gobiernos provinciales a reducir impuestos durante 2020.[571][572] En enero el gobierno anuncia el comienzo de las negociaciones para reestructurar los vencimientos de deuda,[573] llegándose a un acuerdo con los acreedores a fines de agosto.[574]
El 15 de enero, el INDEC publicó la inflación del mes de diciembre de 2019, que fue del 3,7 %, cerrando el año 2019 con una inflación acumulada del 53,8 %.[575] El 13 de febrero, el INDEC dio a conocer el índice de precios al consumidor (IPC) del mes de enero de 2020, que fue del 2,3 %, el menor valor desde julio de 2019 cuando fue del 2,2 %, esto debido a la implementación del programa Precios Cuidados, el no aumento en las cuotas de la medicina prepaga y en combustibles y el congelamiento de los precios de los medicamentos, de tarifas de servicios públicos y del transporte.[576] El 12 de marzo, el IPC de febrero fue del 2 %, la menor en dos años, pero los alimentos y bebidas crecieron más que el promedio, con 2,7 %.[577]
El primer año de su gestión se encuentra atravesado por la pandemia de covid-19, que según las estimaciones del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional está produciendo la mayor recesión global desde la Gran Depresión en 1929.[578][579]Causas del progresivo declive
La particular condición de Argentina de ser un país que había logrado un avanzado desarrollo en el siglo XX, pero haber experimentado una gran debacle, inspiró a una gran cantidad de libros y análisis sobre las causas de este declive.[580] Simon Kuznets, ganador del Premio Nobel en Economía, remarcó que hay cuatro tipos de países: los desarrollados, los subdesarrollados, Japón y Argentina.[581]
Según Guido di Tella y Manuel Zymelman (1967), la principal diferencia entre Argentina y otras regiones de nuevo asentamiento como Australia y Canadá fue la falta de alternativas adecuadas para compensar el fin de la expansión geográfica tras el cierre definitivo de la frontera.[582] Carl E. Solberg (1985) tomó nota de las diferencias entre la distribución de terrenos en Canadá, lo que llevó a un aumento del número de pequeños agricultores, y el pequeño número de propietarios de cada uno de los terrenos de gran extensión en Argentina.[582] De acuerdo con Platt y Di Tella (1985) la tradición política y la inmigración de diferentes regiones fueron factores clave, mientras que Díaz Alejandro (1985) sugirió que una restrictiva política de inmigración similar a la de Australia habría aumentado la productividad alentado por la relativa escasez de mano de obra.[582]
Taylor (1992) señaló que la relativamente alta tasa de dependencia demográfica y la transición lenta en Argentina llevaron a una dependencia del capital extranjero para compensar la baja tasa de ahorro resultante.[582]
Períodos
Período | Subperíodos | Duración |
---|---|---|
Indígena | Único | prehistoria-1516 |
Colonial | Temprano (Potosino), Medio y Tardío (Porteño) | 1516-1810 |
Independiente | Guerra de Independencia, Caudillismo y Nacional | 1810-1869 |
Transicional | Sarmiento y Avellaneda | 1869-1880 |
Agroexportador | Temprano y Tardío | 1880-1930 |
Sustitución de importaciones | Temprano y Tardío | 1930-1944 |
Peronista (Nacionalista) | Temprano y Tardío | 1944-1956 |
Marchas y contramarchas (stop and go) | Inicial, Frondicista, Gradualista | 1956-1966 |
Industrial Tardío | Onganía, Lanusse | 1966-1973 |
Tercer Peronismo | Pacto Social, Crisis del modelo | 1973-1976 |
Neoliberalismo | Temprano, Medio, Tardío y de Crisis | 1976-1983, 1989-1999, 1999-2001, 2015-2019 |
Crisis de los '80 | Gradualista, De Shock, Crítico (hiperinflación) | 1983-1989 |
Neokeynesianismo | Inicial, Medio y Tardío | 2003-2007, 2007-2015, 2019-2023 |
Véase también
Referencias
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