Pompeyo
Cneo Pompeyo el Grande, o Cneo Pompeyo Magno (en latín, Gnaeus Pompeius Magnus; Piceno, República romana, 29 de septiembre de 106 a. C. - Pelusio, Egipto, 28 o 29 de septiembre de 48 a. C.), más conocido en la historiografía como simplemente Pompeyo, fue un estadista y líder militar de la Antigua Roma, cónsul de la República romana en el 70, 55 y 52 a. C., además de comandante de las tropas leales al Senado en la guerra civil de 49-45 a. C.
Comenzó su carrera luchando en el bando de Lucio Cornelio Sila en la guerra civil de 83-82 a. C., donde comandó con éxito tropas en Italia, Sicilia, África e Hispania. En el año 70 a. C. actuó como uno de los iniciadores de la abolición de las leyes de Sila. En la década de los 60 a. C., Pompeyo se convirtió en uno de los hombres más influyentes de Roma tras limpiar el mar Mediterráneo de los piratas cilicios y expandir la influencia romana en el este durante la tercera guerra mitridática.
En el año 60 a. C., Pompeyo, junto con Marco Licinio Craso y Cayo Julio César, organizó el Primer Triunvirato, una asociación informal de tres destacados políticos que tuvo una influencia decisiva en la política romana durante varios años. La disolución del triunvirato y el acercamiento de Pompeyo a los senadores contrarios a César provocaron el estallido de una nueva guerra civil. Tras su derrota en la batalla de Farsalia, Cneo huyó a Egipto, donde fue asesinado. Extremadamente famoso en vida, Pompeyo llegó a ser visto posteriormente sólo como un oponente infructuoso de César, quien lo derrotó.
Biografía
Orígenes
La creencia más común es que Cneo Pompeyo nació el 29 de septiembre de 106 a. C.,[1][2] fecha establecida gracias a los relatos de Veleyo Patérculo y Plinio el Viejo sobre su muerte y el tercer triunfo en su cumpleaños.[1][3][4]
En total, se conocen varias gentes Pompeya.[5] Los pompeos de los que descendía Cneo no eran de ascendencia latina, sino que procedían de una familia de plebeyos de Piceno en la costa adriática de la península itálica.[2][6] Se considera que el nombre genérico «Pompeyo» en sí mismo está relacionado con un topónimo en Campania.[7] El nombre deriva, probablemente, de una raíz en osco, que significa «cinco», y la terminación -eius se considera a veces una influencia de la lengua etrusca.[6] El primer representante conocido de esta familia, pero de una rama diferente, fue Quinto Pompeyo, quien ejerció el cargo de cónsul en el año 141 a. C.[2] Sexto Pompeyo, abuelo de Cneo, participó en las batallas con los celtas en Macedonia en el año 118 a. C., probablemente como pretor, donde murió en batalla.[8] El padre de Pompeyo, Cneo Pompeyo Estrabón, fue un famoso general y fue cónsul en 89 a. C. El joven Pompeyo estaba emparentado con el famoso poeta satírico Cayo Lucilio, pero no está claro si la hermana de este último era la abuela o la madre de Cneo.[9] A pesar del éxito político durante tres generaciones en Roma, la familia Pompeyo estaba más cerca del orden ecuestre que de las familias de la nobleza con siglos de historia.[2]
La genealogía de Pompeyo Magno, de acuerso con el Pauly-Wissowa,[10] es la siguiente:
Cneo Pompeyo | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Cneo Pompeyo | Sexto Pompeyo | Lucilia (?) | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Sexto Pompeyo Virdocio | Cneo Pompeyo Estrabón | Lucilia (?) | |||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Sexto Pompeyo | Quinto Pompeyo (?) | Cneo Pompeyo Magno | Cayo Memio | Pompeya | Vatinio (?) | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
Infancia y juventud
A finales de la década de los 90 a. C., Cneo se educó en Roma e incluso pudo haber sido vecino de Marco Tulio Cicerón en la capital.[2][11] En el año del consulado de su padre, el joven Pompeyo se encontraba en su campamento en plena guerra Social como contubernio, lo que significa que formaba parte de un grupo de jóvenes romanos nobles que se entrenaban para el ejército.[1][11][12] SEgún las fuentes, el joven Cneo estuvo presente en el consejo de su padre durante el asedio a Ausculum.[1] El ejército de Estrabón actuó contra las tribus de los marsos, los marrucinos y los vestinos en Italia Central.[13] Estrabón se mantuvo alejado durante mucho tiempo de las disputas que se iniciaron en Roma en el año 88 a. C. En 87 a. C. Cayo Mario y Lucio Cornelio Cinna lanzaron una campaña contra Roma, y Estrabón se convirtió en uno de los organizadores de la defensa de la ciudad. El joven Cneo todavía estaba en el ejército de su padre.[14] Los partidarios de Cinna en el ejército organizaron un complot contra ambos Pompeyos, en el que Lucio Terencio debía matar al joven Pompeyo y sus cómplices debían incendiar la tienda de Estrabón.[14] Sin embargo, Cneo se enteró del complot y logró persuadir a los conspiradores para que abandonaran sus intenciones.[14] Ernst Badian, sin embargo, cree que los acontecimientos del complot fueron exagerados por los historiadores antiguos para exaltar a Pompeyo.[15] Sin embargo, pronto Estrabón murió repentinamente, hecho que los autores antiguos atribuyen a un rayo,[16][17] pero que los investigadores modernos refutan y sugieren que se debió a algún tipo de epidemia.[18] Tras la muerte de su padre, el aspirante a general se vio prácticamente privado de la posibilidad de entrar en la vida política a la manera de muchos otros jóvenes de la nobleza: a través de la autoridad de su familia, el parentesco y la amistad.[1]
La casa de Pompeyo en Roma fue pronto saqueada debido a la impopularidad de Estrabón, y se presentaron cargos contra el joven Cneo por malversar el botín capturado en Ausculum,[19] aunque recibió el apoyo de hombres prominentes: el censor Lucio Marcio Filipo, el futuro cónsul Cneo Papirio Carbón y el orador Quinto Hortensio Hórtalo.[19][20] Además, el juez de este caso Publio Antistio, quien era pretor o edil,[21][22] pidió a Pompeyo que se casara con su hija Antistia, a lo que este último aceptó.[20] Pronto fue absuelto, tras lo cual se casó con Antistia.[20] Según Arthur Keaveney, estos acontecimientos marcaron una reconciliación entre Pompeyo y los nobilitas y Cinna, acercamiento que pudo haber sido iniciado por este último.[23]
Mientras tanto, en Roma se conoció el tratado de paz que Lucio Cornelio Sila había concluido con Mitrídates VI, lo que presagiaba una guerra civil debido a que se esperaba que las tropas del primero llegaran en breves a Italia. No más tarde de 84 a. C. Pompeyo llegó al campamento de Cinna,[24] quien estaba muy interesado en el joven debido a sus conexiones familiares en Piceno, donde podría reclutar tropas.[23] Sin embargo, Cneo no se quedó en el campamento por miedo a perder su vida, y pronto se escondió.[20] A causa de su misteriosa desaparición, comenzaron a circular rumores en Roma de que Cinna había ordenado su muerte.[25] Según Plutarco, estos rumores provocaron un motín de los soldados en el que Cinna fue asesinado.[26] Sin embargo, no se debe sobreestimar el papel de Pompeyo en la muerte de Cinna.[27]
Pompeyo, por otro lado, se escondió de los partidarios de Cinna en su Piceno natal, donde tenía grandes propiedades y los lugareños simpatizaban con su familia.[28] Allí comenzó a reclutar tropas, con la esperanza de ponerse del lado de Sila, aunque es posible que Cneo recibiera originalmente órdenes de reclutar tropas en Piceno para Cinna.[23] El ejército de Cneo estaba formado principalmente por veteranos de las legiones de Estrabón, aunque también se le unieron clientes y arrendatarios de la familia pompeyana,[6][29][30] lo que hacia que el ejército fuera completamente leal al propio Pompeyo.[31] En total, reclutó una legión en Piceno y ordenó a sus partidarios que reunieran dos legiones más.[32]
La guerra civil de 83-82 a. C., el ascenso bajo Sila y el primer triunfo
En el año 83 a. C., Sila desembarcó en Brundisium (la actual Bríndisi), y Pompeyo se apresuró a reunirse con él. Este recibió solemnemente a Cneo y le otorgó el título honorífico de imperator, acción que no tenía precedentes debido a que nadie había recibido tales honores con 22 años de edad,[33] sin tener autoridad confirmada para comandar tropas (imperium) y sin haber obtenido una sola victoria.[34] Según el historiador Apiano, Cneo fue la única persona a la que Lucio se puso de pie cuando entró en la sala.[35]
No se sabe cuáles fueron las primeras órdenes del general con respecto a Cneo,[33] aunque se cree que tal vez le ordenara que terminara de reclutar dos legiones más en Piceno.[36] A principios de 82 a. C., Sila dividió sus fuerzas en dos grupos. Mientras que el propio Lucio y sus fuerzas principales lanzaban un ataque contra Roma desde el sureste a lo largo de la Vía Latina, Pompeyo fue enviado a través de la amigable Piceno a la Galia Cisalpina para luchar contra el cónsul Cneo Papirio Carbón. El liderazgo general de las fuerzas de Sila fue ejercido por Quinto Cecilio Metelo Pío, mientras que Cneo desempeñó funciones auxiliares, probablemente al mando de la caballería; así, Metelo mandó en las batallas contra Carbón cerca de Ariminus y contra Cayo Marcio Censorino cerca de Sena Gallica (la actual Senigallia), mientras que Pompeyo persiguió en ambas ocasiones a un enemigo en retirada.[37]
Pronto se supo que Sila había asediado al cónsul y a uno de los líderes de los marianos (referencia condicionada a todos los romanos que apoyaron a Cinna y Mario en el 87 a. C. y se opusieron a Sila) Cayo Mario el Joven en Praeneste (la moderna Palestrina). Al enterarse, el segundo cónsul Carbón se apresuró a socorrerlo, por lo que dejó parte de las tropas al mando de Cayo Norbano en el norte. Tras recibir noticias de los movimientos de Carbón, Sila ordenó a Pompeyo que se dirigiera hacia Roma y a Metelo que se quedara en el norte y continuara la lucha contra Norbano. Cerca de Spoletium Pompeyo se unió a Marco Licinio Craso y derrotó a Cayo Carrinas, tras lo cual huyó a este último lugar, y en consecuencia, Cneo sitió la ciudad, pero por la noche durante una tormenta Carrinas huyó.[37] Pronto Pompeyo emboscó con éxito a las tropas de Cayo Marcio Censorino, quien se abría paso hacia Praeneste.[38][39] Marcio huyó del campo de batalla, tras lo cual la mayoría de sus soldados se amotinaron y volvieron a sus hogares.[39] Tras varias derrotas ante sus subordinados, el cónsul Carbón abandonó a su ejército y huyó de Italia, y en consecuencia, en Clusio, Cneo derrotó a estos desmoralizados y sin mando;[38] según Apiano, los marianos sufrieron hasta veinte mil bajas.[40] Pompeyo no participó en la decisiva batalla de la Puerta Collina.[38]
Mientras tanto, los marianos, quienes habían huido de Italia, habían cortado el suministro de grano de Sicilia, Cerdeña y África. Roma esperaba que un comandante experimentado restaurara su poder en las provincias y el suministro de alimentos, pero la elección de Sila, ya dictador, recayó en Pompeyo. Otra sorpresa fue la potenciación del joven comandante como propretor,[41] aunque Pompeyo aún no había ocupado una sola magistratura en Roma, puesto que los senadores generalmente se convertían en gobernadores con los poderes de un propretor después de completar el mandato de un año, es decir, alrededor de los 40 años de edad y tenían una amplia experiencia política y militar. Una gran fuerza compuesta por seis legiones, ciento veinte barcos de guerra y ochocientos transportes fue puesta bajo su mando.[42]
Las fuentes no informan de ninguna acción militar en Sicilia; al parecer, el general Marco Perpenna Ventón abandonó la isla cuando se enteró del tamaño del ejército de Pompeyo.[comentario 1] Cneo se estableció en Lilibea al oeste de la isla y pronto sus patrullas descubrieron accidentalmente a Marco Bruto en un barco de pesca, quien espiaba para el cónsul Carbón. Bruto se suicidó, pero el pescador que dirigía la embarcación le dijo que Carbón se escondía en la isla de Cossira (la actual Pantelleria), y en consecuencia, Pompeyo asedió la isla, hizo prisionero al cónsul y lo ejecutó. Esta condena dejó atónitos a los contemporáneos debido a que un jovencísimo Pompeyo, quien aún no era senador, ejecutaba personalmente a un hombre que había sido tres veces cónsul de la República y que, debido a que la ejecución probablemente se produjo en el año 82 a. C., a ojos de mucha gente era un legítimo cónsul en funciones y el portador de la máxima autoridad en Roma. Los adversarios políticos pronto apodaron a Pompeyo «el adolescente carnicero» (en latín, adulescentulus carnifex), y posteriormente se refirieron al episodio con frecuencia en los discursos públicos. Al mismo tiempo, Cneo mostró gentileza hacia los marianos comunes de la isla, además de prodigar la ciudadanía romana a sus amigos sicilianos. Gracias a estas acciones su popularidad en la provincia creció, y muchas personas endeudadas con Pompeyo se convirtieron en sus clientes.[43]
En diciembre, Pompeyo recibió la orden de cruzar a África, donde los marianos, aprovechando la gran popularidad de Cayo Mario, reunieron veintisiete mil soldados y consiguieron el apoyo del usurpador numida Hiarbas.[44] Pompeyo dejó a Cayo Memio en Sicilia y dividió sus tropas en dos unidades, que desembarcaron en Útica y alrededor de las ruinas de Cartago. Al enterarse del rápido desembarco del gran ejército de Pompeyo, los soldados marianos comenzaron a desertar, y el comandante Cneo Domicio Enobarbo decidió dar batalla antes de que se dispersaran definitivamente. Según los antiguos historiadores, antes de que comenzara el combate, comenzó una fuerte lluvia acompañada de vientos huracanados, lo que causó que Domicio dudara en iniciar una batalla en condiciones meteorológicas desfavorables y, al cabo de unas horas, ordenara a los soldados que regresaran al campamento. Cuando Pompeyo vio que los marianos se retiraban, les ordenó que los persiguieran y sus soldados masacraron a la mayor parte del ejército enemigo, tomaron su campamento y mataron a Domicio. Cneo se dirigió entonces a Numidia, cuyo usurpador Hiarbas se había puesto del lado de los marianos, con el objetivo de restaurar al rey Hiempsal II en el trono, debido a que contaba con su gratitud en el futuro.[45] Consciente de la ventaja en fuerza del general romano, Hiarbas rehuyó las grandes batallas hasta que cayó en manos del rey de mauritano Bogud, a quien Pompeyo persuadió para que se pusiera del lado de Sila. El usurpador númida fue entregado a los romanos y ejecutado, y Pompeyo terminó la campaña africana en sólo cuarenta días.[46]
Las victorias de Pompeyo alarmaron al dictador y este le ordenó que disolviera sus tropas y volviera a Roma como hombre privado. Sin embargo, el general rechazó a Sila y los soldados le apoyaron plenamente. Poco después de su regreso de África, Cneo exigió el derecho al triunfo, pero el dictador no se lo permitió durante mucho tiempo, debido a que aludía a la tradición de negarlo a los generales que no tenían asiento en el Senado, pero finalmente cedió,[47] probablemente gracias a la intervención de la esposa de Pompeyo, la hijastra del dictador.[48] Como las victorias en la guerra civil romana no se consideraban dignas de un triunfo, sólo la victoria sobre los númidas tuvo derecho a uno oficialmente. Casi al mismo tiempo se concedieron otros dos triunfos a Lucio Licinio Murena por sus victorias en Asia y a Cayo Valerio Flaco por sus victorias en Hispania y Galia.[46]
La fecha exacta del triunfo de Pompeyo ha sido objeto de debate durante algún tiempo. El historiador del siglo II Granio Liciniano informa que Pompeyo lo celebró el 12 de marzo a la edad de 25 años.[cita 1] Sin embargo, otras fuentes, como Eutropio y el epítome de Tito Livio, dicen que Pompeyo celebró su triunfo a los 24 años, y una obra anónima del siglo IV, De viris illustribus, a los 26 años. Por su parte, Theodor Mommsen sugirió el año 79 a. C. como fecha del triunfo de Pompeyo, y, gracias a la autoridad del historiador alemán, su opinión particular se impuso en la historiografía. Sin embargo, no es extraño datar el triunfo en 81 u 80 a. C.[49] Para corroborar el punto de vista de Theodor Mommsen, se supuso que durante unos tres años —hasta el mismo triunfo— Pompeyo estuvo en África como propretor.[50] En 1955, el historiador Ernst Badian publicó un artículo «The Date of Pompey’s First Triumph» en el que argumentaba en contra de la datación del triunfo en el 79 a. C.,[51] y hoy en día se acepta generalmente la opinión del temprano triunfo de Pompeyo.[46][52]
Además del derecho al triunfo, Sila comenzó a llamar a Pompeyo «el Grande» (en latín, Magnus) e instó a otros a seguir su ejemplo, aunque ya había sido llamado así antes por sus soldados durante la campaña de África.[47] Según otra versión, el apodo el Grande se convirtió en un cognomen hereditario de Cneo incluso antes de la campaña africana.[53] Además de los honores sin precedentes, ya que Pompeyo se convirtió en el hombre más joven y el primer no senador en celebrar el triunfo, el dictador encontró una nueva esposa para Cneo en sustitución de su hijastra, fallecida de parto, llamada Mucia Tercia, media hermana de dos futuros cónsules de la influyente familia de los Cecilios Metelos.[52]
En el año 79 a. C., Pompeyo apoyó a Marco Emilio Lépido en la elección de cónsules del año siguiente.[54] Según Plutarco, Sila, quien para entonces ya había renunciado al poder de dictador, estaba muy descontento con el apoyo de Lépido.[55][56][comentario 2] Lépido y un activo partidario de Sila, Quinto Lutacio Cátulo, se convirtieron en cónsules. Los detalles de la elección no han sobrevivido, lo que hace que la naturaleza de la acción de Cneo no esté clara: o bien Pompeyo apoyó a Lépido frente a un tercer candidato, posiblemente un silano, o bien la elección no fue alternativa, dos candidatos para dos puestos, y debido al apoyo de Pompeyo, Lépido recibió más votos que el leal silano Cátulo.[57] Sin embargo, el apoyo de Pompeyo a otro candidato pudo deberse a que Lépido pudo haber servido en el ejército de Estrabón, el padre del primero,[54] además del cálculo político de Cneo, pero difícilmente al apoyo a sus demandas radicales.[58]
En 78 a. C. Sila, quien se había retirado del poder, falleció. Lépido trató de impedir que el antiguo dictador fuera enterrado con honores de Estado, pero Cátulo y Pompeyo se las arreglaron para celebrar una fastuosa ceremonia.[58] Cneo, según Plutarco, no recibió nada en el testamento de Sila.[56]
Lépido, y quizás también Cátulo, el otro cónsul,[59] fue enviado pronto a sofocar una rebelión en Etruria, lugar en el que durante la guerra civil los lugareños apoyaron a los marianos y por esto fueron sometidos a la represión y confiscación de tierras y propiedades.[60][54] Sin embargo, Lépido apoyó repentinamente a los rebeldes e incluso los dirigió, y en consecuencia, Pompeyo, a quien se le dotó de los poderes de propretor,[61] recibió el mando de las tropas para sofocar este levantamiento.[60] Mientras tanto, Lépido se había puesto en contacto con los marianos que huían en Galia Transalpina y con Sertorio en Hispania y estos prometieron enviar refuerzos. Al enterarse de esto, Pompeyo decidió aislar el foco de rebelión en Etruria de la ayuda, por lo que evitó esta región y sitió Mutina (la moderna Módena), donde estaba atrincherado Marco Junio Bruto el Viejo, aunque otra versión sostiene que las hostilidades contra este último tuvieron lugar mucho más tarde, después de que Lépido huyera de Italia.[62] Bruto no tardó en rendirse a las fuerzas superiores de Pompeyo, pero cuando este último le perdonó la vida huyó y reanudó su lucha contra él, aunque después de un tiempo Cneo lo alcanzó y lo ejecutó.[63] Sin embargo, Plutarco informa de que Pompeyo mató a Bruto al día siguiente de su rendición, y en sus dos cartas al Senado dio diferentes versiones de los hechos.[cita 2] En los mismos días en que Pompeyo estuvo al norte de Lépido, el propio cónsul se desplazó al sur hacia Roma, y al acercarse a las murallas de la ciudad, exigió un segundo consulado. Bajo su presión, fueron elegidos cónsules Mamerco Emilio Lépido Liviano y Décimo Junio Bruto, quienes eran probablemente parientes de los rebeldes Lépido y Bruto. Mientras tanto, una carta de Pompeyo había llegado al Senado con la noticia de la rendición de Bruto y el segundo cónsul Cátulo dio inmediatamente batalla a Lépido fuera de los muros de Roma. Los defensores de la ciudad salieron victoriosos y Lépido se vio obligado a retirarse hacia el norte, donde se acercaba el ejército de Pompeyo. En Etruria, Cneo echó al mar a los soldados del cónsul rebelde y los obligó a navegar hasta Cerdeña, donde Lépido no tardó en morir. Una parte de su ejército fue transportado de Sicilia a Liguria por su legado Marco Perpenna, y desde allí las llevó a Sertorio en Hispania.[64]
Guerra de Sertorio
Tras la derrota de Lépido, Cátulo ordenó a Pompeyo que disolviera el ejército, pero el joven comandante se negó. Los miles de soldados dirigidos por un líder rebelde bajo las murallas de Roma recordaban a los ciudadanos los acontecimientos de la última década, cuando la ciudad había sido tomada dos veces por los soldados de Sila y una vez por los ejércitos de Mario y Cinna. Sin embargo, Cneo tenía otros planes; sabía que Perpenna había huido con una gran fuerza a Hispania y esperaba obtener el mando de la guerra contra Sertorio. Al mismo tiempo, en Roma corría el rumor de que este último, junto con los refuerzos de Perpenna, invadiría pronto Italia, lo que llevó al Senado a actuar con decisión. Sin embargo, Pompeyo aún no era senador, aunque sus ambiciones eran evidentes, por lo que su candidatura encontró oposición. Los patrocinadores de Pompeyo defendieron activamente los intereses del joven comandante y finalmente ganaron. Cuando ambos cónsules en funciones, Lépido Liviano y Bruto, se negaron a dirigir el ejército, el famoso político y mentor de Pompeyo Lucio Marcio Filipo presentó una propuesta que resolvía todas las razones formales para rechazar al joven. El Senado apoyó la propuesta de Filipo, y a Cneo se le concedió el mando del ejército para luchar contra Sertorio, así como el cargo de gobernador de Hispania Citerior como procónsul en lugar del asesinado Marco Domicio Calvino,[61][65] aunque se especula que el senatus consultum ultimum [comentario 3] fue emitido antes de que la rebelión de Lépido fuera sofocada.[59] El procónsul silano y partidario del Senado Quinto Cecilio Metelo Pío había llegado a la Hispania Ulterior antes, pero sus fuerzas no fueron suficientes para ganar.[65] Se ha sugerido que el nombramiento de Pompeyo fue facilitado por el deseo del Senado de debilitar la influencia política de Metelo Pío.[66]
Pompeyo recibió treinta mil soldados de infantería y mil jinetes.[65] Aunque consideró la posibilidad de cruzar a Hispania por mar, optó por dirigirse a la península ibérica a través de Galia Narbonense, donde los partidarios de Sertorio también eran fuertes.[67] En el verano de 77 a. C., Pompeyo, tras someter a varias tribus galas, comenzó a construir una calzada a través de los Alpes.[68] Los acontecimientos de finales de año no están claros; según una versión, Pompeyo ya se había trasladado a Hispania en otoño;[68][69] según otra, su ejército invernó en Narbo Martius (la actual Narbona) y no entró en la península hasta el año 76 a. C.[67][69][70] En general, la cronología de la guerra sertoriana se considera muy poco fiable debido a la fragmentación de las fuentes, y existe un debate historiográfico sobre su ordenación.[71]
Los acontecimientos más importantes de la fase inicial de la guerra fueron el cruce del Ebro por parte de Pompeyo, en el que desafiaba la resistencia de Perpenna, y el asedio de Laurón;[72] debido a una cronología poco clara y a varias versiones sobre la ubicación de Laurón, la secuencia de estos acontecimientos varía entre los estudiosos. Sea como fuere, Pompeyo intentó levantar el asedio a Laúron, pero sus forrajeadores y una legión de soldados fueron emboscados por Sertorio y derrotados. Durante la batalla, las principales fuerzas rebeldes rodearon el campamento de Pompeyo, lo que le impidió acudir al rescate. Al final del combate, los romanos perdieron hasta diez mil soldados y todo su convoy.[73][74] Sertorio pronto conquistó Laurón;[73] Según Plutarco, Pompeyo «tuvo que dejar arder la ciudad a su presencia y ante sus mismos ojos».[75]
En el año 75 a. C. Pompeyo derrotó a las tropas de Cayo Herenio y Marco Perpenna en el río Turia cerca de Valentia (la actual Valencia) tras cruzar el Ebro. Los sertorianos perdieron unos diez mil soldados, además de Valentia, una importante fortaleza.[76][77] Sertorio, entonces en el centro de la península, se apresuró en dirigirse hacia la costa y se encontró con Pompeyo en el río Sucro (el actual Júcar).[78] Un poco antes, Metelo había derrotado al ejército de Lucio Hirtuleyo en Hispania Ulterior y se dirigía hacia la costa oriental de la península, por lo que Sertorio aceleró el luchar contra Pompeyo antes de que llegara otro ejército romano. Plutarco informa de que Pompeyo, también, no estaba dispuesto a esperar a Metelo, con la esperanza de vencer al enemigo él solo y glorificarse a sí mismo y a su ejército.[79] Cneo fue derrotado y, luchando él solo contra sus enemigos, se vio obligado a huir. Según Plutarco, sólo consiguió escapar cuando abandonó su caballo, decorado con jaeces de oro de mucho valor, lo que hizo que los soldados enemigos empezaron a repartirse el botín y perdieran capturar al comandante.[79] Las fuentes también informan de las dos heridas que sufrió Cneo durante el combate: una realizada por el impacto de una lanza en el muslo[cita 3] y otra por el de una espada en la mano.[cita 4] Al día siguiente, sin embargo, Metelo se acercó al Sucro, lo que impidió a Sertorio un mayor éxito. Las fuerzas rebeldes se retiraron a Segontia (la actual Sigüenza) y atrajeron allí a los dos ejércitos romanos. Sertorio esperaba continuar la retirada y debilitar al enemigo con el hambre, pero pronto dio batalla a los romanos. El ala dirigida por Sertorio avanzó contra las fuerzas de Pompeyo y la de Perpenna contra Metelo. La batalla terminó sin ser decisiva, porque en el flanco de Pompeyo los romanos fueron derrotados por Sertorio y perdieron unos seis mil soldados, mientras que en el otro flanco aparentemente ganó Metelo. Al día siguiente, el líder de los rebeldes intentó atacar el campamento de Metelo, situado por separado del de Pompeyo, pero Cneo acudió al rescate y expulsó a los sertorianos.[80] Las fuerzas rebeldes se retiraron entonces a la fortaleza de Clunia (sus ruinas se encuentran cerca de la Ribera del Duero en Burgos), que los romanos no pudieron tomar. Con la llegada del invierno, Metelo y Pompeyo se retiraron; antes de finalizar el año, es posible que Cneo también emprendiera una ofensiva contra los vascones, pero la conservación fragmentaria de las Historias de Gayo Salustio Crispo hace imposible conocer los detalles.[81]
Para entonces, ambos bandos tenían serias dificultades con el pago de los salarios y los suministros de los soldados. La Hispania Citerior estaba completamente arruinada, el suministro de ambos ejércitos era irregular, y la provincia romana leal más cercana, Galia Narbonense, tenía una mala cosecha. Había rumores en Roma de que Pompeyo quería renunciar a continuar la guerra en Hispania y conseguir un nombramiento en un lugar más prometedor. Los soldados de Cneo también estaban descontentos, debido a que sus salarios eran irregulares y el saqueo de la provincia impedía cualquier esperanza de obtener un rico botín. A finales del año 75 a. C. Pompeyo envió una carta al Senado, de la que se ha conservado una paráfrasis, recogida por Gayo Salustio Crispo, en la que le suplicaba que abasteciera al ejército y pagara los salarios, y señalaba que en caso omiso, una rebelión por parte del ejército y una posible marcha de estos hacia Italia podía ocurrir:
«…si no venís en mi ayuda, a pesar de mí -predigo- el ejército y con él toda la guerra hispana se dirigirá a Italia».[82]
Pronto el Senado envió a Pompeyo dinero y dos legiones de refuerzo. Se ha sugerido que este envió se debió al temor del Senado de librar una guerra en dos frentes, porque al mismo tiempo se conocía la acción de Mitrídates en el este, y al deseo de terminar la campaña en Hispania lo antes posible.[83]
A principios de 74 a. C. Pompeyo cambió su estrategia: en lugar de intentar imponer una batalla decisiva al enemigo, comenzó a destruir fortalezas y ciudades rebeldes junto con Metelo.[84] En ese año Pompeyo dirigió un asedio a Pallantia (la moderna Palencia), pero Sertorio consiguió defender la ciudad. En Calagurris (la actual Calahorra), Sertorio derrotó a los destacamentos de Pompeyo y Metelo, tras lo cual ambos comandantes se retiraron para pasar el invierno con sus ejércitos principales. En la primavera de 73 a. C., Pompeyo y Metelo continuaron asediando las ciudades que permanecían fieles a Sertorio, pero los mayores núcleos de población nunca fueron tomados.[85] Sin embargo, el número de ciudades que apoyaban a Sertorio en el estratégicamente importante valle del Ebro se redujo notablemente.[86]
En el año 73 a. C., los conspiradores en torno a Sertorio asesinaron a su comandante. Al enterarse de esto, Metelo y sus tropas partieron hacia Hispania Ulterior y Pompeyo se quedó solo con un ejército rebelde dirigido por uno de los líderes conspiradores, Marco Perpenna. Aprovechando su indecisión, Cneo derrotó al ejército enemigo, y en consecuencia, Perpenna suplicó a Pompeyo clemencia, ofreciendo a cambio de un perdón toda la correspondencia de Sertorio, que podía comprometer seriamente a muchos romanos famosos. Sin embargo, Cneo no leyó el contenido de las cartas y las quemó e hizo ejecutar al líder conspirador.[87] Algunos de los rebeldes comenzaron entonces a dispersarse hacia sus hogares, pero otros siguieron luchando. Estos últimos se concentraban principalmente en las tierras de los celtíberos, y Pompeyo procedió a someterlos. Los rebeldes opusieron a veces una resistencia desesperada; por ejemplo, en la sitiada Calagurris se llegó al canibalismo.[88] En el invierno de 72/71 a. C., el Senado llamó a Pompeyo a Italia para que ayudara a Craso, quien estaba reprimiendo la rebelión de Espartaco.[89] Hasta finales del año 70 a. C., el legado de Cneo, Lucio Afranio, permaneció en Hispania, donde completó las operaciones iniciadas por el general.[88]
La victoria sobre los sertorianos permitió a Pompeyo consolidar su influencia política, a pesar de una serie de derrotas en este conflicto.[74] La concesión activa de la ciudadanía romana a los hispanos que se habían distinguido contra Sertorio mejoró mucho el prestigio de Pompeyo en Hispania,[90] a lo que Cayo Julio César prestó atención un cuarto de siglo después.[91]
Con fines militares, Pompeyo fundó una ciudad en los Pirineos y la bautizó con su nombre, Pompelon (en latín, Pompaelo; la moderna Pamplona). La fundación de la ciudad y su denominación en su honor se consideran a veces una imitación consciente de Alejandro Magno,[92] pero Metelo Pío también fundó una ciudad en Hispania y la nombró en base a su apellido, Metellinum (la moderna Medellín).[93] Pompeyo trasladó a algunos de los rebeldes rendidos a la ciudad de Lugdunum Convenarum (la actual Saint-Bertrand-de-Comminges), aunque estos esperaban ser ejecutados.[94]
La rebelión de Espartaco. Segundo triunfo, primer consulado y abolición de las leyes de Sila
Pompeyo llegó a Italia a principios del año 71 a. C. cuando Licinio Craso estaba completando la supresión de la rebelión. Este último se opuso a la llegada del general de Hispania porque esperaba terminar de reprimir el levantamiento él mismo, pero el Senado, sin embargo, convocó a Pompeyo de Hispania y a Lúculo de Macedonia.[89] A pesar del papel decisivo de Craso en la supresión de la rebelión, Pompeyo interceptó y derrotó al último gran destacamento de esclavos y posteriormente afirmó que fue él quien puso fin al levantamiento.[89][cita 5]
Tras el fin de la rebelión, Cneo comenzó a buscar para sí mismo un triunfo por la campaña hispana, así como un consulado. El derecho a un triunfo fue concedido sin demora, mientras que Craso sólo tenía derecho a una ovación y, como consecuencia, envidió los grandes honores que correspondían a Pompeyo. Sin embargo, para las victorias sobre los esclavos ningún general podía contar con un triunfo.[95]
En cuanto al consulado, la lex annalis de Sila, o ley de sucesión de magistraturas, exigía una estricta secuencia de cargos (cursus honorum) y los intervalos entre ellos, algo que no cumplía Pompeyo debido a que no ejerció ni una sola magistratura de cursus honorum;[95] además, todavía no era senador.[96] Si Cneo hubiera seguido el cursus honorum y hubiera recibido todas las magistraturas suo anno, es decir, a la edad legal, no se habría convertido en cónsul hasta el año 63 a. C., y su competidor en las elecciones sería Marco Tulio Cicerón, quien tenía la misma edad que él.[97] El Senado, sin embargo, hizo una excepción con Pompeyo y le permitió presentarse a las elecciones,[98] acción sin precedentes que se le hizo probablemente debido a que el Senado consideraba que permitirle un consulado desafiando todas las leyes era una recompensa por sus servicios.[99] Además, el Senado consideró la popularidad del general entre el pueblo.[99] Por último, a los senadores les parecía poco probable que Cneo aceptara aprobar el cursus honorum de la forma habitual. En particular, según los criterios de edad, pronto pasaría la pretura y el gobierno obligatorio con un pequeño ejército, aunque anteriormente había gobernado una gran provincia y ejércitos de ese tamaño, que normalmente sólo se confiaban a los procónsules.[100]
El Senado también permitió a Cneo presentarse como cónsul mientras estaba ausente de Roma.[95][comentario 4] La convocatoria a Italia permitió a Pompeyo no disolver su ejército,[95] y hasta el momento de su entrada en Roma conservó la autoridad de comandante de las tropas. Por ello, los enemigos de Pompeyo hicieron correr el rumor de que pretendía seguir el camino de Sila y tomar el poder por la fuerza.[98] Sin embargo, los estudiosos contemporáneos han señalado el carácter inverosímil de las acusaciones del uso de violencia o de la amenaza de su uso.[95] Craso fue elegido segundo cónsul y Plutarco informa de que consultó a Pompeyo sobre su intención de presentarse al cargo.[101]
Pompeyo retrasó su triunfo por todos los medios y lo celebró en uno de los últimos días del año 71 a. C.,[98][95] es decir, inmediatamente antes de asumir el cargo de cónsul.
El acontecimiento más importante del consulado de Pompeyo fue el restablecimiento de los poderes de los tribunos de la plebe en la medida anterior a las reformas de Sila. Cneo había prometido llevar a cabo dicha ley incluso antes de asumir el cargo, y al principio del consulado su iniciativa fue apoyada por Craso.[100] A pesar del gran número de silanos en el Senado, no se opusieron a la abolición del establecimiento de este dictador.[100] Pronto, según Plutarco, las relaciones entre Pompeyo y Craso volvieron a deteriorarse.[101] Sin embargo, Frank Adcock considera que las referencias de los autores antiguos a la enemistad y rivalidad entre los dos políticos no son fiables debido a la influencia de la propaganda política de la época en la tradición histórica romana.[102][103]
La consideración de otro tema importante, la reforma de los tribunales permanentes, (quaestiones perpetuae) se planteó solo en el otoño, probablemente porque Pompeyo no estaba muy interesado en resolver este tema.[100] Esta vez la propuesta fue hecha por Lucio Aurelio Cota (lex Aurelia iudiciaria), pretor y hermano de los cónsules de 74 y 75 a. C. Sin embargo, es posible que antes de esta propuesta se considerara otro proyecto de reforma más radical.[104] Aunque el esquema de composición de los jurados de Sila fue abolido, no hubo un simple retorno al sistema de Graco.[105] El nuevo orden se basó en que un tercio de los puestos en los jurados fuera ocupado por senadores, otro por caballeros y el último por tribunos erarios,[comentario 5][105][106] caracterizado como una solución de compromiso o como una concesión populista.[96][107][105] Sin embargo, la reforma resolvió definitivamente la cuestión del poder judicial, que hasta entonces había sido una fuente de controversia en la sociedad.[106][108]
Finalmente, el cargo de censor fue restaurado,[105][109] y en consecuencia, ese mismo año, Cneo Cornelio Léntulo Clodiano y Lucio Gelio Publícola fueron escogidos para el puesto.[110] Según Theodor Mommsen, fue su elección una acción antisenática, debido a que el Senado les había retirado previamente el mando del ejército contra Espartaco, y actuaron en interés de Pompeyo y Craso. Léntulo y Publicola organizaron una purga sin precedentes en el Senado, y en consecuencia, expulsaron a sesenta y cuatro hombres, es decir, una octava parte del número total de senadores.[105]
Pompeyo rechazó ser gobernador de una provincia después del consulado, algo que era habitual,[96] y el 1 de enero del 69 a. C. volvió a ser un ciudadano privado, lo que hizo que se retirara de la guerra y la política por primera vez en ocho años.[111]
La Ley Gabinia y la guerra contra los piratas
En julio de 68 a. C., un estrecho partidario de Pompeyo, Aulo Gabinio, fue elegido como tribuno de la plebe para el año siguiente.[112] En esta época, los piratas cilicios llevaban muchos años operando en el Mediterráneo, lo que hacía que Roma sufriera periódicamente escasez de alimentos. A principios del año 67 a. C. los precios del pan en la ciudad aumentaron enormemente debido a las interrupciones en el suministro de grano.[113] Gabinio propuso entonces un proyecto de ley sobre medidas de emergencia para combatir la piratería, basado en un plan preparado en el Senado hacía siete años pero que nunca se aplicó.[114] Este creaba un cargo extraordinario con amplios poderes, cercanos a los de un procónsul, y el comandante que lo obtuviera podía comandar todo el Mediterráneo y las tierras de 50 millas romanas (casi 80 kilómetros) hacia el interior.[115][116] El mandato era de tres años; el comandante estaba asistido por veinticuatro legados militares con poderes de pretor, dos comandantes militares con poderes de cuestores,[117] una enorme suma de 144 millones de sestercios, a pesar del difícil estado del tesoro, y el derecho a reclutar ciento veinte mil soldados y quinientos buques de guerra.[118] La elección del hombre al que se le confiaron poderes y tropas sin precedentes para Roma (con la excepción de Sila),[119] se dejó en manos del Senado.[114] La lucha contra los piratas también fue relevante, ya que solían actuar como aliados del rey póntico Mitrídates VI, con quien Roma se enfrentó en la tercera guerra mitridática.[120]
Los senadores se opusieron a la propuesta de Gabinio (el único o uno de los pocos que la apoyó fue César),[121] pero el proyecto de ley presentado por el tribuno de la plebe fue una rogatio. Esta fue debatida en el Senado, pero los senadores no pudieron rechazarla. Sólo podían dirigirse al pueblo e instarle a votar a favor o en contra en una próxima votación. Si, por el contrario, la rogatio se aprobaba por votación general en los comicios romanos, adquiría el carácter de ley. Los senadores se opusieron activamente al proyecto de ley de Gabinio en el Foro (uno de los líderes informales del Senado Quinto Lutacio Cátulo fue particularmente vocal),[117] y la presencia de personas de diferentes puntos de vista provocó enfrentamientos. No fue la primera ni la última vez que Pompeyo fingió no estar interesado en aprobar esta ley.[121]
Gabinio sofocó la resistencia de los tribunos, quienes podrían haber vetado su propuesta,[122] por lo que se aprobó la ley de emergencia, y el Senado terminó eligiendo a Pompeyo como comandante. Es posible que también se aprobara una tercera ley que aumentara el tamaño del ejército que se le había encomendado. Roma creyó en la victoria de Pompeyo y los precios del pan comenzaron a bajar inmediatamente después de que Cneo fuera elegido comandante.[117]
Pompeyo disponía de unos quinientos barcos de diversas clases. Durante los intentos anteriores de acabar con los piratas, todas las fuerzas romanas se concentraron en una región, pero estos cada vez conseguían escabullirse.[123] Por esta razón, Cneo dividió el Mediterráneo y el mar Negro en trece áreas de responsabilidad, cada una con un comandante subordinado. En un principio, él mismo escoltaba los barcos que transportaban grano a Italia, concentrándose en despejar las rutas comerciales estratégicas entre Italia, Sicilia, Cerdeña y África,[124] pero una vez eliminada la escasez de grano en Roma, comenzó a ayudar a los demás comandantes. Sus hijos Sexto y Cneo también participaron en la operación, pero estaban en el relativamente tranquilo mar Adriático. En seis semanas, el Mediterráneo occidental quedó completamente limpio de piratas; en el Mediterráneo oriental, la región de Cilicia, donde se encontraban las principales bases piratas, quedó aislada.[125]
Pronto hubo una batalla naval decisiva entre la flota de Pompeyo y los piratas frente a Coracesio (la actual Alanya), en la que las principales fuerzas de estos últimos fueron derrotadas. Toda la campaña duró unos tres meses y se completó a finales del verano de 67 a. C. Los piratas que habían sido hechos prisioneros y se habían rendido sin luchar se establecieron lejos del mar en Asia y Acaya. Pompeyo liberó a muchos prisioneros, se apoderó de los barcos en construcción y de los materiales para su producción.[126][127] El único incidente desagradable importante fue el conflicto en Creta, donde el procónsul provincial Quinto Cecilio Metelo se negó a obedecer al legado de Pompeyo con poderes pretorianos.[128]
Cuando Pompeyo estaba armando su flota en Rodas, como informa Estrabón, «asistió por casualidad a una charla de Posidonio», un destacado filósofo de la época, por lo que le pidió unas palabras cuando este acabó, a lo que respondió:
«Ser siempre el más valiente y mantenerse por encima de los demás».[129]
La Ley Manilia y la tercera guerra mitridática
En esta época, la tercera guerra mitridática se desarrollaba en Asia Menor, con éxito desigual para Roma, donde los ejércitos romanos estaban comandados por Lucio Licinio Lúculo. A pesar de sus victorias, no pudo completar la derrota de Mitrídates y su aliado, el rey de Gran Armenia, Tigranes debido a una revuelta de sus soldados.[cita 6] Pompeyo, sin embargo, no regresó a Roma, debido a que los poderes que había recibido bajo la Ley Gabinia no terminaban hasta el año 64 a. C. A principios de 66 a. C. el tribuno Cayo Manilio presentó un proyecto de ley para transferir a Pompeyo el mando del ejército romano en el este. Con ello, la Ley Manilia se sumó a la de Gabinio del año anterior, y Pompeyo no se vio privado de sus anteriores poderes extraordinarios. Además, Manilio propuso confiar a Pompeyo un derecho especial para declarar la guerra y hacer la paz sin la sanción de Roma, lo que era contrario a la tradición. Sin embargo, los estudiosos modernos creen que no se trataba tanto de una confianza extraordinaria como de una necesidad práctica: debido a la distancia entre los ejércitos orientales y Roma, el Senado no podía reaccionar rápidamente a los cambios de situación.[130] Pompeyo también iba a recibir poderes proconsulares en dos provincias, Cilicia y Bitinia y Ponto.[131]
La propuesta de Manilio fue recibida a regañadientes por varios senadores. Sin embargo, Plutarco informa de que, a pesar de su descontento con otra concesión a Pompeyo, la mayoría de los senadores evitaron oponerse abiertamente a la ley, y sólo Quinto Lutacio Cátulo Capitolino persuadió activamente al pueblo para que votara en contra de la rogativa propuesta:
«…sino que llevando mal el gran poder de Pompeyo, que venía a constituirse en tiranía, se excitaban y alentaban entre sí para oponerse a la ley y no abandonar la libertad. Mas venido el momento, todos los demás faltaron al propósito y enmudecieron de miedo; sólo Cátulo clamó contra la ley y contra quien la había propuesto, y viendo que a nadie movía, requirió al Senado, gritando muchas veces desde la tribuna para que, como sus mayores, buscaran un monte y una eminencia adonde para salvarse se refugiara la libertad».[132]
Sin embargo, bastantes senadores apoyaron el proyecto de ley: por ejemplo, Marco Tulio Cicerón, Cayo Julio César, Publio Servilio Vatia Isáurico, Cayo Escribonio Curión, Cayo Casio Longino, Cneo Cornelio Léntulo Clodiano.[133][134] Algunos de ellos no se habían visto antes apoyando a Pompeyo y puede que reconocieran que un mando tan importante debía ser confiado a un general experimentado; sin embargo, en Roma se entendía que sería injusto para Lúculo aprobar la ley.[cita 7] Al mismo tiempo, Manio Acilio Glabrión ya había sido nombrado para sustituir a Lúculo, y en Cilicia estaba Quinto Marcio Rex con un ejército; sin embargo, ambos procónsules no eran comandantes experimentados.[134] Al final, el proyecto de ley fue apoyado por la asamblea popular, y la noticia de su aprobación llegó a Pompeyo mientras estaba en Cilicia.[133] Según Plutarco, el comandante fingió que se vio obligado a aceptar una nueva asignación en contra de su voluntad, pero nadie de su entorno lo creyó.[cita 8]
Preparándose para la ofensiva
El número total de soldados que podía contar Pompeyo en Asia llegó a ser de cuarenta mil a cincuenta mil.[133][135] Entre ellos se encontraban hasta quince mil hombres de Marcio Rex, soldados del ejército de Lúculo bajo el mando de Acilio Glabrión, las propias tropas de Pompeyo recibidas bajo la Ley Gabinia; además, los gobernantes de Asia leales a Roma también enviaron refuerzos.[133][136] El ejército de Mitrídates contaba con unos treinta mil soldados de infantería, incluidos los desertores romanos y las tropas de los gobernantes aliados, pero la parte más preparada del monarca póntico era de dos a tres mil jinetes experimentados.[133][136]
Preparándose para el ataque, Pompeyo comenzó a negociar con el rey parto Fraates III. A cambio del reconocimiento por parte de Roma del poder de Partia en Mesopotamia, Fraates se comprometió a oponerse a Armenia, aliada de Mitrídates. En el verano de 66 a. C. los partos atacaron Armenia, lo que aseguró el flanco de Pompeyo. Dion Casio también informa sobre las negociaciones de Mitrídates con Pompeyo al comienzo de su campaña,[137] pero los investigadores modernos a veces rechazan esta evidencia.[136] Además, utilizando la flota obtenida bajo la Ley Gabinia, Pompeyo estableció un bloqueo naval de toda Asia Menor desde Fenicia hasta el Bósforo.[138]
El campamento del general romano atrajo a muchos eruditos que siguieron a Cneo, estudiando los minerales, la flora y la fauna, y describiendo la geografía del terreno. Por ello, en la Historia Natural de Plinio el Viejo se puede encontrar muchas referencias al material recogido durante las campañas orientales de Pompeyo.[139]
Campaña en el Ponto y Armenia
Pompeyo pronto se dirigió contra el ejército principal del gobernante póntico, pero los acontecimientos de esta campaña se describen de forma contradictoria en las fuentes (Plutarco, Dion Casio, Estrabón, Apiano).[137] En resumen, los historiadores antiguos describen la campaña de la siguiente manera: Mitrídates dudó en enfrentarse a los romanos y se retiró, pero Pompeyo pronto asedió su campamento y le obligó a luchar, y en consecuencia, el ejército póntico fue completamente derrotado.[cita 9] El lugar de la batalla final está localizado por la ciudad de Nicópolis (traducida del griego como «la ciudad de la victoria» (Nike); moderna Koyulhisa en Sivas) que se fundó posteriormente en su emplazamiento.[137] Mitrídates huyó a Armenia, pero Tigranes rompió su alianza con el derrotado gobernante póntico e incluso puso precio a su cabeza.[cita 10] Incapaz de seguir luchando en Asia Menor, Mitrídates escapó a Cólquida.[140]
Sin desarrollar una persecución contra Mitrídates, Pompeyo se dedicó a resolver la situación de Tigranes. El hijo del rey armenio, Tigranes el Joven, quien reclamaba el trono y se rebeló contra su padre, se unió a los romanos con un destacamento de tropas leales a él. Las fuerzas combinadas avanzaban hacia Artashat, pero Tigranes el Viejo llegó al campamento de Pompeyo y se quitó la tiara ante el comandante romano.[141] Cneo anunció inmediatamente los términos de paz, que especificaban que el rey conservaba el trono de Armenia por derecho propio (sus posesiones hereditarias), pero perdía todas las adquisiciones más allá de sus fronteras (Siria, Sofene, partes de Cilicia y Capadocia), además de que debía pagar una gran contribución y más tarde se le conoció como «amigo y aliado del pueblo romano».[142][143] Tigranes el Joven se hizo con Sofene,[144] debido a que Pompeyo pretendía una alianza demostrativa con él para presionar a Tigranes el Viejo y a Partia.[145] Es revelador que Pompeyo, ejerciendo su derecho a dirigir la política exterior de Roma por su cuenta, recurriera a la diplomacia helenística en sus negociaciones con Tigranes el Viejo y rechazara la demanda típicamente romana de rendición incondicional (en latín, deditio).[142] Teniendo sólo Sofene, Tigranes el Joven pronto intentó rebelarse contra Pompeyo y su padre, sin embargo, los romanos lo depusieron y lo tomaron prisionero, para posteriormente encabezar la procesión triunfal del comandante.[145][146]
Campaña en el Cáucaso
Desde Artashat, Pompeyo se dirigió al norte, con la esperanza de alcanzar a Mitrídates en Fasis. Sin embargo, hay otra explicación para el propósito de su campaña en el Cáucaso, que se basa en que el comandante podía utilizar su derecho a una política exterior independiente para alcanzar la gloria de conquistar el Cáucaso, donde ningún magistrado romano había llegado con su ejército antes que él. La continuación de la guerra con Mitrídates fue percibida por muchos en Roma sólo como la finalización de lo que había comenzado Lúculo, y Pompeyo esperaba llevar a cabo una campaña, cuya victoria sería sin duda su mérito.[148]
A finales del año 66 a. C., el ejército de Pompeyo hibernó en la zona de la actual Ajalkalaki, pero durante las fiestas de las Saturnales (17-23 de diciembre) el campamento romano fue atacado.[149] Las fuentes atribuyen el ataque a los albaneses caucásicos (Plutarco),[cita 11] o a ejércitos combinados de estos e iberos (Apiano).[cita 12][150][151] Tras derrotar a los atacantes, las fuerzas romanas descendieron por el río Kurá hacia Iberia y llegaron a la zona comprendida entre las fortalezas de Harmozica (la moderna Armaztsikhe) y Seusamora (la moderna Tsitsamuri) cerca de Mtsjeta, donde les esperaba el gobernante ibérico Artag. El rey quemó el puente sobre el Kurá y se retiró al río Peloro (probablemente el moderno Aragvi), sin embargo, Pompeyo logró cruzar a la orilla izquierda sin un puente, y pronto los romanos alcanzaron a Artag en el Peloro, donde el ejército ibero fue completamente derrotado (según Plutarco, estos últimos perdieron nueve mil hombres muertos y diez mil prisioneros).[cita 13] El rey pidió la paz, una de cuyas condiciones era que los herederos fueran entregados a los romanos como rehenes.[152][153] Desde Iberia, Pompeyo viajó a Cólquida por el Kurá, a través del paso de Surami y a lo largo del río Fasis (Rioni), para terminar llegando a la colonia griega homónima en la zona de la actual Poti, en la costa del mar Negro.[152]
Al llegar a Fasis, Pompeyo se enteró de la huida de Mitrídates al reino del Bósforo, pero no se atrevió a perseguirlo ni por tierra ni por mar. En cambio, el general romano estableció un bloqueo del Bósforo,[154] y se dirigió, sin tomar la ruta más directa,[155][156] a Albania caucásica, ya sea para vengar el reciente ataque de Oroeses a su campamento,[155] o por la acción de los albaneses contra Roma y sus aliados.[cita 14] La historiografía también incluye la versión de que Pompeyo se dirigió a Albania por la ruta directa, es decir, a lo largo del río Kurá, a través de Iberia, pero ignora el testimonio de Dion Casio sobre el deseo del comandante de tomar a los albaneses por sorpresa al tomar un desvío.[155] Al parecer, el ejército romano recorrió las cercanías de las actuales Vanadzor y Dilijan, desde donde llegó al Kurá y lo cruzó.[157] Según Plutarco, el cruce del río estaba obstruido por la construcción de una empalizada a lo largo de este por parte de los albaneses.[cita 14] Tras cruzar el río Cambise (el actual Iori), Pompeyo se acercó al Abante,[157] que se suele identificar con el río Alazani, aunque en ocasiones se ha sugerido que se trata del Samur, situado mucho más al noreste.[158]
En la orilla izquierda del Abante, los romanos se encontraron con el ejército de los albaneses, formado, según los historiadores antiguos, por sesenta mil soldados de infantería y doce mil jinetes. Plutarco también informa de que las amazonas que vivían en el Cáucaso lucharon del lado de estos últimos en esta batalla.[cita 15] En el combate, que tuvo lugar entre las modernas ciudades de Shaki y Zaqatala, el ejército albanés terminó siendo derrotado, y en consecuencia, el rey Oroeses pidió la paz, pero después de concluirla Pompeyo continuó hacia el este. La razón por la que el comandante romano se dirigió hacia el mar Caspio tras derrotar a sus enemigos no está clara, aunque se ha sugerido que esperaba explorar la posibilidad de comerciar con la India por esta vía,[154] o incluso de que intentaba llegar a esta región para repetir las hazañas de Alejandro Magno.[159] En cualquier caso, las dificultades de la campaña obligaron a Pompeyo a retroceder poco después, aunque había llegado al mar Caspio a una distancia de tres días de marcha.[154]
Campaña en Siria y Judea
Tras regresar a Artashat, Pompeyo se ocupó de los asuntos de actualidad en Anatolia antes de dirigirse al sur de Siria a través de Capadocia y Cilicia a finales de 64 a. C. No dio ningún paso para perseguir a Mitrídates; según Plutarco, Pompeyo esperaba derrotarlo en una batalla abierta.[cita 16] En la Siria de la época, dos pretendientes al trono del otrora poderoso Imperio seléucida, Antíoco XIII y Filipo II, luchaban por el poder. Sin embargo, Pompeyo decidió anexionar el debilitado estado como provincia romana, quizás por la amenaza de que el territorio, estratégicamente importante, cayera en manos partas, lo que se logró casi sin resistencia.[160] Los antiguos historiadores Apiano y Plutarco registraron versiones ligeramente diferentes del proceso de unión de Siria.[161] Según Apiano, el general romano se aprovechó de la impotencia del gobernante sirio y del estatus formal de Siria como parte del poder de Tigranes.[161][cita 17] La versión de Plutarco puede entenderse de dos maneras, según la traducción de un término (en griego antiguo, γνήσιος): Siria no tenía reyes «legítimos» o reyes «dignos».[161] El historiador bizantino Juan Malalas recoge una versión muy diferente, que se basa en que Antíoco XIII supuestamente legó su reino a Roma, al igual que anteriormente Atalo III había legado el reino de Pérgamo; este informe, sin embargo, se considera poco fiable.[162]
Mientras tanto, desde el sur, la seguridad de la nueva provincia se veía amenazada por el reino nabateo, cuyo gobernante Aretas III seguía una política exterior agresiva. Además, en la vecina Judea estalló una guerra civil entre dos pretendientes al trono de la dinastía asmonea, Hircano y Aristóbulo II. El subordinado de Pompeyo, Marco Emilio Escauro, antiguo cuñado de Cneo, había avanzado hacia el sur para el reconocimiento y entró en negociaciones con Hircano y Aristóbulo. Ambos intentaron ponerlo de su lado, pero Escaro apoyó a Aristóbulo, quizás por el intento de Hircano de ascender al trono con la ayuda de la fortalecida Nabatea.[163] Sin embargo, según Flavio Josefo, tanto Aristóbulo como Hircano prometieron a Escaro un soborno de cuatrocientos talentos, pero este se inclinó a favor del primero, sobre todo por las exigencias adicionales de Hircano.[cita 18] Cuando Pompeyo entró en Judea, Aristóbulo empezó a mostrar signos de política independiente, tras lo cual el general romano le retiró su apoyo, y en consecuencia, este intentó reconciliarse con él y le prometió una gran recompensa y la entrega de Jerusalén, pero estas promesas no se cumplieron y el comandante romano retiró finalmente su apoyo y lo hizo prisionero. Cuando Pompeyo se acercó a Jerusalén, los partidarios de Hircano y los ciudadanos descontentos de Aristóbulo abrieron las puertas de la ciudad al ejército romano, pero los partidarios de Aristóbulo se retiraron al Monte del Templo y se fortificaron allí.[163] Según Flavio Josefo, los romanos levantaron una muralla en la parte norte de la montaña, menos defendida, reunieron armas de asedio y trabajaron más activamente los sábados, cuando los soldados de Aristóbulo estaban sujetos a las normas religiosas y no interferían con el trabajo de los soldados romanos.[164] Tras tres meses de asedio, finalmente se tomó el Monte del Templo.[163] Según Flavio Josefo, Pompeyo y sus partidarios entraron en el Sanctasanctórum del Templo de Jerusalén, pero no sacaron nada de él.[cita 19] Sin embargo, el breve testimonio de Dion Casio[165] se interpreta a veces como una indicación del saqueo de los tesoros del templo por parte de Pompeyo.[166] Judea se convirtió en un reino dependiente de Roma, pero Hircano no se convirtió en rey, sino que Pompeyo le concedió el título de etnarca y también le reconoció como sumo sacerdote. Además, varias ciudades dependientes de Judea pasaron a formar parte de la provincia de Siria.[167]
Pompeyo partió entonces contra el reino nabateo. Sin embargo, tan pronto como el ejército romano invadió las posesiones de Aretas, el general recibió la noticia de la muerte de Mitrídates por motín. Pompeyo se dirigió inmediatamente al norte, dejando dos legiones de soldados a Emilio Escauro.[168][169] El cuerpo del rey fue llevado a Amisos (la actual Samsun), tras lo cual Pompeyo ordenó que fuera llevado a Sinope y enterrado.[170]
Resultados de la guerra
Las campañas en Oriente de Pompeyo ampliaron en gran medida las fronteras de la República romana y afianzaron a los gobernantes proromanos en el trono de varios estados, aunque las relaciones con Partia se vieron empañadas. Sobre los restos del Imperio seléucida, Pompeyo organizó la nueva provincia de Siria. Además, junto las dos Cilicias, la llana (en griego antiguo, Κιλικία πεδιάς, Cilicia Pedias), que en el 103 a. C. había sido anexionada a Roma, y la montañosa (en griego antiguo, Κιλικία τραχεία, Cilicia Trachea) que había permanecido independiente, en una sola provincia. El reino del Ponto se dividió en tres partes: la occidental se unió con Bitinia en una sola provincia, la oriental se entregó al rey de Galacia Deyótaro, y el territorio de la costa norte del mar Negro quedó en manos de Farnaces. Según Plutarco, las conquistas de Pompeyo duplicaron con creces los ingresos fiscales de Roma en 135 millones de dracmas al año en lugar de los 50 millones anteriores.[cita 20] Sin embargo, según otra interpretación de este testimonio, la cantidad de impuestos recaudados pasó de cincuenta a ochenta millones de dracmas.[171]
El triunvirato
En el apogeo de su gloria, Pompeyo regresó a Roma. Su tercer triunfo se celebró el 29 de septiembre del año 61 a. C., en el 45.º cumpleaños de Pompeyo, celebrando las victorias sobre los piratas y en el Este, y sería un acontecimiento inolvidable en Roma. Se programaron dos días enteros para el enorme desfile de despojos, prisioneros, el ejército y estandartes mostrando escenas de batalla para completar la ruta entre el Campo de Marte y el templo de Júpiter Óptimo Máximo. Para concluir las festividades, Pompeyo ofreció un inmenso banquete triunfal e hizo diversas donaciones al pueblo de Roma, aumentando aún más su popularidad.[comentario 6] Aunque se encontraba en su momento cumbre, para esta época en que Pompeyo había estado en gran medida ausente de Roma durante cinco años, ya había surgido una nueva estrella. Pompeyo había estado ocupado en Asia durante la conspiración de Catilina, cuando César opuso su voluntad contra la del cónsul Cicerón y el resto de los Optimates. Su antiguo colega y enemigo, Craso, había prestado dinero a César. Cicerón estaba en decadencia, ahora perseguido por la malevolencia de Publio Clodio y sus bandas sectarias. Se habían hecho nuevas combinaciones y el héroe conquistador no estaba al corriente.
De vuelta en Roma, Pompeyo hábilmente licenció su ejército, desbaratando las preocupaciones de que él pretendiera surgir de sus conquistas para dominar Roma como dictador. Pompeyo buscó nuevos aliados y movió los hilos para controlar gran parte del funcionamiento real del Senado; a pesar de sus esfuerzos, Pompeyo comprobó que sus círculos más íntimos le estaban vedados. Se presentó ante el Senado pidiendo la aprobación de su política en Oriente[172] y el reparto de tierras entre sus veteranos como recompensa. Para su sorpresa, el Senado se negó a aceptarlo.
A partir de ese momento, las maniobras políticas de Pompeyo sugería que, aunque acató la disciplina para evitar ofender a los conservadores, cada vez estaba más estupefacto por la renuencia de parte de los Optimates para reconocer sus sólidos logros. La frustración de Pompeyo le llevó a extrañas alianzas políticas. Buscó aliados entre los senadores demócratas, entonces una minoría en la asamblea. No tardó en lograr el apoyo de dos viejos conocidos: Marco Licinio Craso, el viejo partidario de Sila y ahora hombre más rico de Roma y líder de los équites, y de Cayo Julio César, sobrino de Cayo Mario y líder de los populares. Para el año 61 a. C., estos tres hombres agraviados se aliaron en lo que se llamó más tarde el Primer Triunvirato. Los clientes publicanos de Craso estaban siendo rechazados en la misma época en que los veteranos de Pompeyo estaban siendo ignorados.
Entre las acciones de los triunviros destacarían el apoyo de Craso y Pompeyo para que César, seis años menor que Pompeyo y que estaba a la vuelta de su servicio en Hispania, lograra el consulado en el 59 a. C. Según Plutarco, Catón dijo más tarde que la tragedia de Pompeyo no era que fuese el enemigo derrotado de César, sino que él había sido, durante demasiado tiempo, amigo y partidario de César. Este, siendo ya cónsul, logró ratificar la política en Asia de Pompeyo, la reducción en un tercio de la adjudicación de arriendos y el reparto de tierras del estado entre los ciudadanos pobres y los soldados veteranos. El tempestuoso consulado de César en 59 a. C. dio a Pompeyo no solo la tierra y los asentamientos políticos que buscaba, sino también una nueva esposa: la propia y joven hija de César, Julia.[173] Pompeyo estuvo totalmente enamorado de su novia. Además permitieron que el senador y excónsul Marco Tulio Cicerón se viera obligado al exilio como castigo por sus ejecuciones de ciudadanos romanos sin juicio previo durante la Conjuración de Catilina; Cicerón se oponía a la labor del triunvirato, al que tachaba de «monstruo de tres cabezas». Los triunviros favorecieron el ascenso de ciudadanos adictos como Pisón, el suegro de César.
A César se le nombró gobernador de la Galia Cisalpina, Galia Narbonense e Ilírico. Marchó a las Galias, que conquistó en sucesivas campañas entre el año 58 y el 51 a. C. Pompeyo recibió el gobierno de Hispania, pero se le permitió permanecer en Roma, supervisando el crítico suministro de grano a Roma como curator annonae, ejerciendo su mando a través de subordinados.[174] Pompeyo manejó el asunto del cereal con eficiencia, pero su éxito en la intriga política es más inseguro.
Pompeyo y Craso quedaron en Roma como árbitros de la situación. La relación entre ambos se fue deteriorando. Así, Pompeyo favoreció el ascenso de Milón, su títere político y enemigo del tribuno Clodio, agente de Craso y César. Clodio y Milón se enfrentaron en una serie de combates callejeros que llevaron a Roma a una situación de caos, inseguridad y desórdenes. Los Optimates nunca habían perdonado a Pompeyo por abandonar a Cicerón cuando Publio Clodio forzó su exilio. Solo cuando Clodio comenzó a atacar a Pompeyo fue persuadido para trabajar con otros en pro de la vuelta de Cicerón en el año 57 a. C. Una vez que Cicerón estuvo de vuelta, su habitual magia vocal ayudó a calmar algo la posición de Pompeyo, pero muchos todavía vieron a Pompeyo como un traidor por su alianza con César. Otros agitadores intentaron persuadir a Pompeyo de que Craso estaba tramando asesinarlo. Un rumor (citado por Plutarco) también sugería que el envejecido conquistador estaba perdiendo interés por la política en favor de la vida doméstica con su joven esposa. Estaba ocupado con los detalles de la construcción del enorme complejo más tarde conocido como Teatro de Pompeyo en el Campo de Marte; no solo era el primer teatro permanente construido nunca en Roma, sino también un asombroso complejo con lujosos pórticos, tiendas y edificios para servicios múltiples.
César, mientras tanto, estaba ganando un nombre más grande como general genial por derecho propio. Para el año 56 a. C., los lazos entre los tres hombres estaban debilitándose.[174] Para calmar la situación y lograr mantener el triunvirato, César llamó primero a Craso, luego a Pompeyo, a un encuentro secreto en la ciudad de Italia septentrional de Lucca para replantearse la estrategia y las tácticas. Para entonces, César ya no era el amable socio silencioso del trío. En Lucca acordaron que Pompeyo y Craso serían nombrados de nuevo cónsules al año siguiente. Con su elección, el mando de César en la Galia se prolongaría otros cinco años adicionales, mientras que Craso recibiría el gobierno de Siria, que deseaba para poder conquistar Partia y ampliar sus propios logros. Pompeyo continuaría gobernando Hispania en ausencia después de su año consular. Esta vez, sin embargo, la oposición a los tres hombres era eléctrica, y fue necesaria la corrupción y el soborno a una escala sin precedentes para asegurar la elección de Pompeyo y Craso en el año 55 a. C. Sus partidarios recibieron la mayor parte del resto de los cargos. La violencia entre Clodio y otras facciones que incrementaba el malestar civil se estaba convirtiendo en endémico.[175]
Terminado su consulado, Craso marchó a su provincia proconsular de Siria, a preparar la invasión del reino de los partos. Pompeyo, en cambio, envió a Hispania a sus legados y se quedó en las afueras de Roma. Su esposa Julia falleció de parto; el niño que podría haber conservado el vínculo con César, también murió.[176] Al año siguiente, Craso, su hijo Publio (que había servido con honores a las órdenes de César en la Galia), y la mayor parte de su ejército resultaron aniquilados por los partos en la batalla de Carras. El nombre de César, no el de Pompeyo, estaba entonces firmemente en la mente del pueblo como el gran nuevo general de Roma. La confusión pública en Roma dio como resultado rumores ya en el año 54 a. C. de que Pompeyo debería ser nombrado dictador para forzar la vuelta a la ley y el orden. Después de la muerte de Julia, César buscó una segunda alianza matrimonial con Pompeyo, ofreciéndole a su sobrina-nieta Octavia (la hermana del futuro emperador Augusto). Esta vez, Pompeyo lo rechazó. En lugar de ello, se casó en el 52 a. C. con Cornelia, la muy joven viuda de Publio, el hijo de Craso, y la hija de Cecilio Metelo Escipión, uno de los mayores enemigos de César, lo cual es un indicativo más de la deriva de Pompeyo hacia los Optimates. Puede asumirse que los Optimates reputaban a Pompeyo el menor de dos males.
En Roma, Milón asesinó a Clodio. Durante su funeral, las masas incendiaron la Curia Hostilia, sede del Senado. Esto llevó a que el Senado rogara a Pompeyo que restaurara el orden, lo que hizo implacablemente. El juicio del acusado por su asesinato, Milón, destaca porque Cicerón, abogado de la defensa, estaba tan nervioso por el foro bullendo con soldados armados que fue incapaz de acabar su discurso de defensa. Después de que se restaurase el orden, el Senado y Catón, buscando desesperadamente evitar dar a Pompeyo poderes dictatoriales, encontraron la alternativa de nombrarle «cónsul sin colega»; así sus poderes, aunque abrumadores, no eran ilimitados. El título de dictador recordaba a Sila y sus sangrientas proscripciones, algo que nadie podía permitir que aconteciera de nuevo. Como a un dictador no se le podía castigar legalmente por las medidas que tomase mientras desempeñaba el cargo, Roma estaba incómoda dándole a Pompeyo ese título. Al ofrecerle un consulado sin colega, quedaba atrapado por el hecho de que él podía ser llevado ante los tribunales si algo que hiciera era visto como ilegal.
Mientras César estaba luchando contra Vercingétorix en la Galia, Pompeyo procedió con un programa legislativo para Roma, que reveló que ahora estaba secretamente aliado con los enemigos de César. Mientras instituía una reorganización y reforma legales y militares, Pompeyo también aprobó una ley haciendo posible ser perseguido retroactivamente por corrupción electoral, una acción que los aliados de César interpretaron correctamente como una llamada a la persecución a César una vez que dejara de tener imperium. Pompeyo también prohibió a César presentarse al consulado in absentia, aunque esto se había permitido frecuentemente en el pasado, y de hecho se había permitido específicamente en una ley precedente. Esto era un obvio golpe a los planes de César después de que expirara su mando en la Galia. Finalmente, en el año 51 a. C., Pompeyo dejó claro que a César no se le permitiría presentarse como candidato a cónsul salvo que antes depusiera su imperium y dejara el control de sus ejércitos. Como señaló tristemente Cicerón, Pompeyo había empezado a temer a César. Pompeyo había quedado disminuido por la edad, la incertidumbre y el acoso de ser el arma elegida por una oligarquía peleona de Optimates. El conflicto que se avecinaba era inevitable.[comentario 7]
La guerra civil y muerte
El Senado exigió a César que renunciara a sus poderes proconsulares, que entregara sus legiones y volviera a Roma. César puso como condición la retirada de Pompeyo, a lo que este se negó. Entonces el Senado declaró a Julio César enemigo público. Al principio, Pompeyo afirmó que podía derrotar a César y alzar ejércitos simplemente pateando el suelo de Italia. César reaccionó cruzando el Rubicón (49 a. C.) con la XIII Legión y avanzó por Italia sin encontrar oposición. Pompeyo, ante la rapidez de los cesarianos y el apoyo que recibían, reaccionó ordenando evacuar Roma, acompañado por su ejército y el Senado. En el proceso, ni Pompeyo ni el Senado se acordaron de llevar el vasto tesoro con ellos, creyendo probablemente que César no se atrevería a cogerlo él mismo. Fue abandonado convenientemente en el Templo de Saturno cuando César y sus fuerzas entraron en Roma.
Aunque dudó si marchar hacia Hispania (donde tenía abundantes clientes desde la época de la guerra con Sertorio), finalmente prefirió retirarse hacia el puerto de Brundisium, y desde allí, marchar a Oriente, donde pretendía encontrar fuerzas renovadas para hacer la guerra contra César en el Este, donde Pompeyo contaba con numerosos veteranos y reyes adictos.
César le sitió en Brundisium, Pompeyo logró retirarse con su ejército sin apenas bajas en una espectacular fuga. Desembarcó en Dirraquio, un excelente puerto que pensó que podría serle útil para reconquistar Italia. Desde allí, acumuló provisiones y reunió un inmenso ejército. César derrotó a los pompeyanos en Hispania (batalla de Ilerda), pero no en África, donde los pompeyanos contaban con la alianza del rey Juba I de Numidia.
Pompeyo cruzó a Epiro donde, durante la campaña hispana de César, Pompeyo reunió una gran fuerza en Macedonia, comprensiva de nueve legiones reforzadas por contingentes de los aliados romanos en el Este.[177] Su flota, reclutada por las ciudades marítimas en el Este, controlaba el Adriático. A pesar de ello, César consiguió desembarcar en noviembre de 49 a. C. y procedió a capturar Apolonia.[177] Pompeyo consiguió llegar a tiempo para salvar Dirraquio, frente a cuyos muros se libró el primer combate entre César y Pompeyo, terminando con una pequeña victoria para el segundo y la huida de César (Batalla de Dirraquio), que había perdido mil hombres. Aun así, no persiguió a César en el momento crítico de su derrota, y así Pompeyo desperdició la oportunidad de destruir el ejército de César, mucho más pequeño. Como dijo el propio César, «Hoy el enemigo habría ganado, si hubiera tenido un comandante que fuese un ganador» (Plutarco, 65). Según Suetonio, fue en este momento cuando César dijo que «ese hombre (Pompeyo) no sabe cómo ganar una guerra».
Pese a todo, Pompeyo conocía la superior calidad de las tropas cesarianas y era partidario de mantener una estrategia basada en el desgaste. Sin embargo, los senadores, envalentonados por la victoria de Dirraquio, presionaron a Pompeyo para que aceptara enfrentarse a César en una batalla campal. El combate tuvo lugar en Farsalia el 9 de agosto del 48 a. C. La lucha fue amarga por ambos lados y aunque se esperaba que Pompeyo ganase debido a su ventaja numérica, errores de los jinetes de la caballería de vanguardia pompeyana llevó a la victoria de César. La batalla terminó con un triunfo aplastante para el ejército de César.
Como el resto de los conservadores, Pompeyo tuvo que huir para salvar su vida. Marchó hacia la costa del Egeo. Fletó un barco para navegar hasta Mitilene, donde se reunió con su mujer Cornelia y su hijo Sexto Pompeyo. Entonces se preguntó dónde ir después. La opción de acudir a uno de los reinos orientales fue desestimada, prefiriendo ir a Egipto con una pequeña flota, con la intención de pedir ayuda al faraón Ptolomeo.
Pompeyo llegó a las costas de Egipto y envió emisarios al rey. Después de su llegada a Egipto, la suerte de Pompeyo fue decidida por los consejeros del joven rey Ptolomeo XIII. Mientras Pompeyo esperaba en su barco, discutieron sobre el coste de ofrecerle refugio con César ya en ruta hacia Egipto: el eunuco del rey, Potino, se salió con la suya. Tras unos días esperando anclado frente a los bancos de arena, el 28 de septiembre del 48 a. C., una pequeña barca se acercó hasta los navíos romanos. En los últimos y dramáticos pasajes de su biografía, Plutarco narra que Cornelia miraba ansiosamente desde su trirreme mientras Pompeyo dejaba el barco en un pequeño bote con unos pocos camaradas, taciturnos y silenciosos y se dirigía a lo que parecía ser un grupo de bienvenida en la orilla egipcia. Pompeyo se levantó para desembarcar, momento en que fue apuñalado hasta la muerte por sus compañeros Aquilas, Septimio y Salvio. Plutarco hace que encuentre su destino con gran dignidad, un día después de su 59º cumpleaños.
Los egipcios le cortaron la cabeza y se la llevaron, junto con su sello, al rey Ptolomeo. El cuerpo quedó en la orilla. Su leal liberto Filipo lo quemó sobre las planchas podridas de una barca pesquera. La cabeza y el sello fueron más tarde entregados a César, quien no solo lamentó este insulto a la grandeza de su anterior aliado y yerno (lloró cuando recibió el sello de Pompeyo, en el que estaba grabado un león con una espada en la garra [178]), sino que además castigó a sus asesinos y sus conspiradores egipcios, haciendo matar tanto a Aquilas como a Potino. La cabeza fue enterrada en el Nemeseión, un templo dedicado a Némesis y construido por Julio César para honrar a Pompeyo. Su cuerpo fue rescatado e incinerado según Plutarco por un veterano de las primeras campañas de Pompeyo junto con Filipo, uno de los libertos de Pompeyo. Las cenizas de Pompeyo con el tiempo fueron devueltas a Cornelia, quien las llevó consigo a su casa de campo cerca de Alba.[179] Dión Casio describe las reacciones de César con escepticismo, y considera que lo decisivo en la caída de Pompeyo fueron más sus propios errores políticos que la traición.[180] Para Plinio, la humillación de su final es anticipado por el vanidoso orgullo del retrato desmesurado de Pompeyo, tachonado completamente de perlas, que se llevó en procesión durante su mayor triunfo.[181]
Perspectiva histórica
Para los historiadores de su propia época, así como de posteriores períodos romanos, la vida de Pompeyo era simplemente demasiado buena para ser verdad. No existía otro modelo más satisfactorio de un gran hombre que logró unos triunfos extraordinarios a través de sus propios esfuerzos, y aun así cayó del poder y fue al final, asesinado a traición.
Era un héroe de la República, quien parecía una vez sostener al mundo romano en su palma solo para caer por su propio mal juicio y César. Pompeyo fue idealizado como un héroe trágico casi inmediatamente después de Farsalia y su asesinato: Plutarco lo retrata como un Alejandro el Grande romano, puro de corazón y mente, destruido por las ambiciones cínicas de aquellos que lo rodeaban. Era este retrato lo que sobrevivió en los retratos renacentistas y barrocos de él, como en la obra de Corneille La muerte de Pompeyo (1642).
Cultura popular
Pompeyo ha aparecido como un personaje en varias novelas, obras dramáticas, películas y otros medios. Un retrato teatral lo ofrece la obra de John Masefield La tragedia de Pompeyo el Grande (1910). Fue un personaje principal en la primera temporada de la serie de la HBO Roma, en la que fue representado por Kenneth Cranham.
También aparece en el juego Assassin's Creed Origins.
Matrimonios y descendencia
- Primera esposa, Antistia
- Segunda esposa, Emilia (hijastra de Sila)
- Tercera esposa, Mucia Tercia (de quien se divorció por adulterio, según las cartas de Cicerón)
- Cneo Pompeyo el Joven, ejecutado en el año 45 a. C., tras la batalla de Munda
- Pompeya Magna, casada con Fausto Cornelio Sila
- Sexto Pompeyo, quien se rebelaría en Sicilia contra Augusto
- Cuarta esposa, Julia (hija de César)
- Quinta esposa, Cornelia (hija de Metelo Escipión)
Véase también
Notas
Cita
- (Gran. Lic. 36 frag.) Granio Liciniano. Fragmento, libro 36. Cita: «…et Pompeius annos natus XXV eques Romanus, quod nemo antea, pro praetore ex Africa triumphavit IIII idus Martias…»; traducción: «…Y Pompeyo, cuando tenía 25 años y aún era caballero romano —cosa que nadie había hecho antes— celebró un triunfo como propretor de África, el cuarto día antes de la idus de marzo…»
- (Plut. Pomp. 16) Plutarco. Pompeyo, 16. Cita: «…porque Bruto, o entregando él mismo su ejército, o habiéndole hecho éste traición, mudó de partido, puso su persona a disposición de Pompeyo, y con escolta que se le dio de caballería se retiró a una aldea, orillas del Po, donde sin mediar más que un día se le quitó la vida, habiendo Pompeyo enviado allá a Geminio. Acerca de esto se hacían grandes cargos a Pompeyo, pues habiendo escrito al Senado, inmediatamente después de la mudanza de Bruto, en términos de significar que éste voluntariamente se le había pasado, envió después otra carta, en la que, verificada ya la muerte de Bruto, le acusaba.»
- (App. B.C. I, 110) Apiano. Historia romana. Guerras civiles, I, 110. Cita: «…Sertorio derrotó a Pompeyo, siendo este último herido peligrosamente en el muslo por una lanza».
- (Plut. Sert. 19). Pompeyo. Sertorio, 19. Cita: «A Pompeyo le acometió desmontado un hombre alto de los de caballería, y habiendo venido ambos al suelo a un tiempo, al volver a la lid pararon en las manos de uno y otro los golpes de las espadas, aunque con suerte desigual, porque Pompeyo apenas fue lastimado, pero al otro le cortó la mano».
- (Plut. Pomp. 21) Plutarco. Pompeyo, 21. Cita: «Deteniéndose después de esto todo el tiempo necesario para apaciguar las mayores alteraciones y sosegar y componer las discordias y desavenencias que aún ardían, restituyó el ejército a Italia, llegando por fortuna cuando estaba en su mayor fuerza la guerra civil. Por lo mismo, Craso precipitó, no sin riesgos, la batalla, y le favoreció la suerte, habiendo muerto en la acción doce mil trescientos hombres de los enemigos. Mas con esto mismo la fortuna halló medio de introducir a Pompeyo en la victoria, porque cinco mil que huyeron de la batalla dieron con él, y habiendo acabado con todos escribió al Senado, por un mensajero que anticipó, que Craso había vencido en la batalla campal a los gladiadores, pero que él había arrancado la guerra de raíz; cosa que, por el amor que le tenían, escuchaban y repetían con gusto los romanos».
- (Liv. Ep. 98) Tito Livio. Epítome, 98. Cita: «Una revuelta de soldados que no querían ir más allá, impidió que Lúculo persiguiera a Mitrídates y Tigranes y obtuviera la victoria definitiva; en ella estaban implicadas las dos legiones de Valerio, que desertaron de Lúculo diciendo que su periodo de servicio había terminado».
- (Plut. Pomp. 30) Plutarco. Pompeyo, 30. Cita: «Con todo, de Lúculo, a quien se privaba de la gloria de sus ilustres hechos, y a quien más bien se daba sucesor del triunfo que de la guerra, era muy poco lo que se hablaba entre los del partido del Senado, sin embargo de que conocían el agravio y la injusticia que a aquel se irrogaban…»
- (Plut. Pomp. 30) Plutarco. Pompeyo, 30. Cita: «Dícese de él que cuando recibió las cartas y supo lo decretado, hallándose presentes y regocijándose sus amigos, arrugó las cejas, se dio una palmada en el muslo y, como quien se cansa de mandar, prorrumpió en estas expresiones: “¡Vaya con unos trabajos que no tienen término! ¿Pues no valía más ser un hombre oscuro, para no cesar nunca de hacer la guerra ni de incurrir en tanta envidia, pasando la vida en el campo con su mujer?” Al oír esto, ni sus más íntimos amigos dejaron de torcer el gesto a semejante ironía y simulación, conociendo que subía muy de punto su alegría con el incentivo que daba a la natural ambición y deseo de gloria de que estaba poseído su indisposición y encono con Lúculo.».
- McGing B. C. The Foreign Policy of Mithridates VI Eupator, King of Pontus. — Leiden: Brill, 1986. — P. 164. (en inglés) Cita: «Los detalles de la campaña que siguió son difíciles de determinar, pero para los fines de este estudio carecen de importancia. Lo que importa es que, tras una larga huida del combate abierto, el ejército de Mitrídates fue derrotado y él mismo se vio obligado a huir (App. Mith. 100; Plut. Pomp. 32.3 ff.; Dio Cass. 36.48.2 ff.; Livy Epit. 101)»; original: «The details of the campaign that followed are hard to establish, but for the present purposes it is unnecessary to try. What matters is that after avoiding open battle for a time, Mithridates' army was finally routed, and he himself forced to flee (App. Mith. 100; Plut. Pomp. 32.3 ff.; Dio Cass. 36.48.2 ff.; Livy Epit. 101)».
- Seager R. Pompey the Great: a political biography. — 2nd ed. — Malden, MA — Oxford: Blackwell, 2002. — P. 55 (en inglés) Cita: «Pompeyo partió ahora en busca de Mitrídates. Una primera victoria romana llevó al rey a buscar refugio en Tigranes, sólo para descubrir que el armenio le había traicionado y había puesto precio a su cabeza»; original: «Pompeius now set out in pursuit of Mithradates. An initial Roman victory drove the king to seek sanctuary with Tigranes, only to find that the Armenian had betrayed him and set a price upon his head».
- (Plut. Pomp. 34) Plutarco. Pompeyo, 34. Cita: «pero habiendo cogido el invierno al ejército en aquel país y habiendo tenido los romanos que celebrar la fiesta de los Saturnales, se dispusieron a acometerles en número de cuarenta mil a lo menos cuando fueran a pasar el río Cirno».
- (App. Mith. 103) Apiano. Guerras mitridáticas, 103. Cita: «…Todas las tribus vecinas acompañaron a Pompeyo en su expedición de exploración. Sólo Oroeses, rey de los albaneses, y Artag, rey de los iberos, le tendieron una emboscada con setenta mil hombres en el río Cirno».
- (Plut. Pomp. 34) Plutarco. Pompeyo, 34. Cita: «Mas a pesar de todo esto los derrotó Pompeyo en una gran batalla en la que murieron nueve mil, y más de diez mil quedaron cautivos».
- ↑ (Plut. Pomp. 35) Plutarco. Pompeyo, 35. Cita: «Habiéndosele anunciado que otra vez se le habían rebelado los albanos. Regresó, pues, contra ellos encendido en ira y en deseo de venganza, costándole extraordinario trabajo volver a pasar el Cirno por haber hecho los bárbaros empalizadas en gran parte de él; teniendo que andar un camino áspero y falto de agua, y habiendo llenado diez mil odres de ella».
- (Plut. Pomp. 35) Plutarco. Pompeyo, 35. Cita: «Continuó su marcha contra los enemigos, a los que alcanzó formados en orden de batalla junto al río Abante en número de sesenta mil hombres de infantería y doce mil de caballería, pero muy mal armados y sin otro vestido los más que pieles de fieras. Acaudillábalos un hermano del rey, llamado Cosis, el cual, trabada ya la batalla, se dirigió contra Pompeyo, y habiéndole herido con un dardo en la parte donde terminaba la coraza, Pompeyo lo traspasó con un bota de lanza. Dícese que en esta batalla pelearon con los bárbaros las amazonas, habiendo bajado de los montes que circundan el río Termodonte, pues al reconocer y despojar los romanos a los bárbaros después de la batalla encontraron, sí, rodelas y coturnos amazónicos, aunque no se vio ningún cuerpo de mujer. Habitan las amazonas las pendientes del Cáucaso por la parte del mar de Hircania, pero no confinan con los albanos, sino que están en medio los gelas y los leges; y en cada año, pasando dos meses en unión con estos, a orillas del Termodonte, después se retiran a vivir solas».
- (Plut. Pomp. 38) Plutarco. Pompeyo, 38. Cita: «Púsose, pues, en marcha para dar la vuelta hasta el Mar Rojo, pues por otro lado veía que era muy difícil cazar con las armas a Mitridates, y que era enemigo más temible huyendo que peleando».
- (App. Syr. 49) Apiano. Guerra romano-siria, 49. Cita: «Pero Pompeyo, el sucesor de Lúculo, cuando hubo derrocado a Mitrídates, permitió que Tigranes reinara en Armenia y expulsó a Antíoco del gobierno de Siria, aunque no había hecho ningún mal a los romanos. La verdadera razón fue que a Pompeyo, con un ejército bajo su mando, le resultaba fácil robar a un rey desarmado, pero el pretexto fue que era indecoroso que los seléucidas, a quienes Tigranes había destronado, gobernaran Siria, en lugar de los romanos que habían conquistado a este último».
- (Jos. Ant. 14, 2, 3) Flavio Josefo. Antigüedades judías, XIV, 2, 3. Cita: «Pero [a pesar de la oferta de cuatrocientos talentos tanto de Aristóbulo como de Hircano] Escauro se inclinó por Aristóbulo, porque era más rico, más generoso y menos exigente, mientras que Hircano era pobre y tacaño y exigía mucho más por su incierta promesa».
- (Jos. Ant. 14, 4, 5) Flavio Josefo. Antigüedades judías, XIV, 4, 5. Cita: «Y se cometieron no pocas enormidades en torno al templo mismo, que, en épocas anteriores, había sido inaccesible y no había sido visto por nadie. Porque Pompeyo entró en él, y no pocos de los que estaban con él también, y vio todo lo que era ilícito que vieran los demás hombres, sino sólo los sumos sacerdotes. Había en aquel templo la mesa de oro, el candelabro sagrado y los cálices de sacrificio, y una gran cantidad de especias; y además había entre los tesoros dos mil talentos de dinero sagrado. Sin embargo, Pompeyo no tocó nada de todo esto, a causa de su respeto a la religión; y también en este punto actuó de manera digna de su virtud. Al día siguiente ordenó a los encargados del templo que lo purificaran y trajeran a Dios las ofrendas que la ley exigía, y restituyó el sumo sacerdocio a Hircano: tanto porque le había sido útil en otros aspectos…»
- (Plut. Pomp. 45) Plutarco. Pompeyo, 45. Cita: «Había dado sobre todo esto razón por escrito de que las rentas de la república eran antes cincuenta millones de dracmas, y las de los países que había conquistado montaban a ochenta y cinco millones».
Comentarios
- Plutarco (Pompeyo, 20), sin embargo, menciona un cierto favor que Perpenna hizo a Pompeyo en Sicilia; puede que tuvieran un acuerdo para limpiar la isla sin luchar.
- En la biografía de Sila, un historiador griego recogió estas palabras del exdictador: «¡Bella elección has hecho, oh joven! Has ido a nombrar a Lépido antes que a Cátulo, al hombre más necio antes que al más virtuoso de todos. Mira por ti, no te duermas, después de haber hecho más poderoso que tú a tu antagonista» (Plut. Sul. 34) Plutarco. Sila, 34; en la biografía de Pompeyo, las palabras de Sila son ligeramente diferentes.
- Un decreto del Senado de emergencia para la supresión de los disturbios internos que otorgaba poderes especiales a una persona con la frase para que el Estado no sufra ningún daño.
- El comandante no podía celebrar su triunfo una vez entrara a la ciudad, sin embargo, se requería su presencia personal para inscribirse como candidato a cónsul. Once años más tarde, Cayo Julio César pidió al Senado un permiso similar, pero se le negó y sacrificó su triunfo por el consulado.
- Los tribunos erarios eran una categoría de romanos ricos que, sin embargo, no entraban en la categoría de caballeros; véase: Tsirkin Y. B. Помпей Великий и его сын / Гражданские войны в Риме. Побеждённые. — San Petersburgo: Universidad Estatal de San Petersburgo, 2006. — P. 150-151. (en ruso)
- Beard, 16: para un comentario sobre el tercer triunfo de Pompeyo, véase Plutarco, Sertorio, 18, 2, en Thayer[1]: Cicerón, Man. 61: Plinio, Nat. 7, 95.
- Muchos historiadores han sugerido que Pompeyo era, a pesar de todo, políticamente inconsciente del hecho de que los optimates, incluido Catón, sólo estaban usándolo contra César de manera que, una vez destruido César, ellos podrían deshacerse entonces de Pompeyo.
Referencias
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- ↑ Ward A. N. The Early Relations between Cicero and Pompey until 80 B. C. // Phoenix. — 1970. — Vol. 24, No. 2. — P. 120 (en inglés)
- (Vell. Pat. II, 53) Veleyo Patérculo. Historia romana, II, 53.
- (Plin. N. H. XXXVII, 6 (13)) Plinio el Viejo. Historia Natural, XXVII, 6 (13).
- (Vell. Pat. II, 21) Veleyo Patérculo. Historia romana, II, 21
- ↑ Syme R. The Roman Revolution. — Oxford: Clarendon Press, 1939. — P. 28 (en inglés)
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- (App. B.C., I, 52) Apiano. Historia romana. Guerras civiles, I, 52.
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- (App. B.C., I, 68) Apiano. Historia romana. Guerras civiles, I, 68.
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- ↑ Cambridge Ancient History. — 2nd ed. — Volume IX: The Last Age of the Roman Republic, 146–43 BC. — Cambridge: Cambridge University Press, 1992. — P. 181. (en inglés)
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Enlaces externos
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- Texto en inglés en el Proyecto Perseus, con las características indicadas antes.
- Texto en griego en Wikisource.
- Texto en inglés en el Proyecto Perseus, con las características indicadas antes.
- Texto en español en Wikisource.
- Comparación entre Agesilao y Pompeyo.
- Texto español en Wikisource.
- Texto inglés en el Proyecto Perseus, con las características indicadas antes.
- Texto en griego en Wikisource.
- Texto inglés en el Proyecto Perseus, con las características indicadas antes.
- Texto español en Wikisource.
- Agesilao.
- DIONISIO DE HALICARNASO: Dionisio a Cneo Pompeyo: Salve (carta de Dionisio a Pompeyo).
- Texto bilingüe griego - francés en el sitio de Philippe Remacle. Ed. en París, 1826.
- Philippe Remacle (1944 - 2011): helenista y latinista belga de expresión francesa.
- Texto bilingüe griego - francés en el sitio de Philippe Remacle. Ed. en París, 1826.
Predecesor: Publio Cornelio Léntulo Sura y Gneo Aufidio Orestes | Cónsul de la República Romana con Marco Licinio Craso 70 a. C. | Sucesor: Quinto Hortensio Hórtalo y Quinto Cecilio Metelo Crético |
Predecesor: Cneo Cornelio Léntulo Marcelino y Lucio Marcio Filipo | Cónsul de la República Romana con Marco Licinio Craso 55 a. C. | Sucesor: Lucio Domicio Enobarbo y Apio Claudio Pulcro |
Predecesor: Cneo Domicio Calvino y Marco Valerio Mesala Rufo | Cónsul de la República Romana sin colega; luego Quinto Cecilio Metelo Escipión 52 a. C. | Sucesor: Servio Sulpicio Rufo y Marco Claudio Marcelo |