Argumento cosmológico
En filosofía y teología natural, un argumento cosmológico es un tipo de argumento en el que la existencia de Dios como un ser único y trascendente se infiere a posteriori a partir del movimiento, causalidad, cambio, composición, temporalidad, contingencia o finitud respecto al cosmos como conjunto o de procesos dentro de él.[1] Tradicionalmente es conocido como el argumento de la primera causa,[2] y como el argumento causal,[3][4] incluso ha llegado a vérsele como un argumento cosmogónico.[5] Cualquiera que sea el término que se le emplee, el argumento cosmológico es más una categoría para distintos tipos de argumentos, en vez de un único argumento, que utilizan un patrón general de argumentación (Logos) con el que se infiere a partir de hechos particulares alegados al universo (Cosmos) la existencia de un ser supremo.
El término y definición de «argumento cosmológico» fue dado por Immanuel Kant en su obra Crítica de la razón pura, donde distinguió tres tipos de argumentos para la existencia de Dios: ontológico (basado en el concepto a priori de Dios como "el ser más real", ens realissimum, sujeto de todos los predicados), cosmológico (basado en la necesidad de ser causa de todo lo existente) y físico-teleológico (basado en la evidencia de diseño en el orden del mundo).[6][7]
Las premisas básicas de un argumento cosmológico están regidas bajo el concepto de causalidad. La conclusión del argumento tiene como objetivo demostrar la existencia de una Primera Causa o Primer Principio, que subsecuentemente es dicho de ser Dios. La historia del argumento cosmológico se remonta a los tiempos de Aristóteles (c. 384-322 a.C) con su Motor Inmóvil. Fue retomado por el neoplatonismo y el cristianismo primitivo y luego por la filosofía islámica antigua en los siglos IX y XII, y reintroducido a la teología cristiana en el siglo XIII por Tomás de Aquino en sus obras Suma teológica y Suma Contra los Gentiles. El argumento cosmológico está cercanamente relacionado al principio de razón suficiente de Gottfried Leibniz y a la máxima nada surge de la nada atribuida a Parménides.[8] Los defensores o formuladores históricos destacados del argumento cosmológico se encuentran: Aristóteles, Plotino, Avicena, Al-Ghazali, Maimónides, Tomás de Aquino, así como la mayoría de los pensadores adheridos al teísmo clásico.
El argumento fue objeto de debate por filósofos como David Hume con su crítica a la causalidad, y luego por Immanuel Kant con su crítica al concepto de «ser necesario».[1] Más adelante, el filósofo Bertrant Russell redujo el universo a un simple "hecho bruto" del cual su existencia no exige una explicación; «está ahí, y eso es todo».[9] Astrofísicos como Stephen Hawking[1] y Neil Degrasse Tyson reiteraron esta opinión.[10] Actualmente aún se sigue debatiendo la validez y solidez de estos argumentos, además de aportarse nuevas versiones. Entre los defensores contemporáneos se encuentran: William Lane Craig, Robert Koons,[11] Richard M. Gale, Alexander Pruss,[12][13] William L. Rowe[14][15] y Edward Feser.[16] Por otro lado, destacan los críticos: J. L. Mackie, Graham Oppy y Quentin Smith.
Historia
Platón (c. 427–347 a. C.) y Aristóteles (c. 384–322 a. C.) plantearon argumentos de primera causa, aunque cada uno tenía ciertas advertencias notables.[17] En las Leyes (Libro X), Platón postuló que todo movimiento en el mundo y el Cosmos era «movimiento impartido». Esto requirió un «movimiento de origen propio» para ponerlo en movimiento y mantenerlo. En el Timeo, Platón postuló un «demiurgo» de sabiduría suprema e inteligencia como el creador del Cosmos. En la República, arguyó que el universo no surgió de la combinación azarosa de los átomos. Argumentó a favor de una fuente del movimiento que se mueve por sí mismo, que es el espíritu o el alma, la fuente del movimiento cósmico.[18]
Aristóteles fue el primer filósofo en formular un argumento cosmológico. En el libro VIII de la Física y en el libro XII de la Metafísica, Aristóteles desarrolla y demuestra su concepto del Primer motor inmóvil a partir del problema del movimiento y valiéndose de su teoría de la causación.
Según Aristóteles, todo movimiento requiere la existencia de un móvil y de un motor. El hijo no existiría sin los padres, el árbol no existiría sin la semilla , ni la velocidad de una flecha sin el impulso del brazo y del arco. Ahora bien, si el motor, el ser que otorga el movimiento a otro, es a su vez un ser en movimiento, es necesario que otro motor le otorgue su movimiento. Así, los padres, que son el motor del hijo, son a su vez movidos por sus padres. La semilla, que es el motor del árbol, es a su vez movida por un suelo fértil. Este tipo de relación entre móviles y motores, parece llevarnos a una serie de seres que se otorgan el movimiento los unos a los otros previa a los seres que son evidente a nuestros sentidos. Sin embargo, la serie de móviles y motores no puede ser infinita. Si dijéramos que lo que se mueve, es decir, todo el universo, tiene una infinitud de motores, ello querría decir que el mundo en el que vivimos habría debido recorrer una infinidad de formas de ser antes de llegar a ser lo que ahora es. Si así fuera, si el mundo hubiera tenido que venir de una serie infinita, nunca hubiera podido llegar a ser como es ahora,, puesto que el infinito no puede recorrerse. Y llegaríamos a esta extraña contradicción: este mundo que nos rodea estaría al mismo tiempo aquí e infinitamente lejos de donde esta. Cualquiera de las cosas que nos rodean y todas ellas en su conjunto, serían una presencia infinitamente ausente, infinitamente alejada de llegar a ser. Lo cual equivaldría a afirmar que el mundo real es a la vez irreal, Por lo tanto, para no admitir tan colosal contradicción debemos admitir que existe un primer motor. En otras palabras, para ser este motor verdaderamente el primero, debe de ser inmóvil, es decir, no estar en movimiento, porque si no lo fuese y estuviese en movimiento, necesitaría que otro motor que le otorgase movimiento y la regresión de motores iniciaría de nuevo. Y, como todo lo que se mueve, está en potencia y como todo motor está en acto , el primer motor inmóvil, debe ser acto puro, es decir, el primer motor debe ser plena y últimamente lo que es, sin potencia alguna, sin poder transformarse en algo más ni tender a ello, debe ser, por tanto, una sustancia con toda la plenitud del ser en sí misma.
Unos siglos más tarde, Plotino (c. 204/5-270 d.C), un pensador platónico argumento y enseñó sobre lo totalmente trascendente y supremo, «lo Uno», el cual era indivisible, indistinto, in-multiplicable y más allá de las categorías del ser y del no-ser. «Lo Uno» no podía ser ninguna cosa existente, ni siquiera la mera suma de la totalidad de partes, sino previo a todo lo existente. Plotino identificó esta concepción de «lo Uno» con concepciones platónicas de bien y belleza.
Al-Kindi (c.801-873 d.C), un filósofo musulmán influenciado por un marco teórico aristotélico y neoplatónico, arguyó sobre la «absoluta unidad» de Dios a partir de lo que es la unicidad y la composición en el mundo. Al-Kindi decía que, mientras un cuerpo es uno, también se encuentra compuesto por diferentes partes. Una persona, por ejemplo podría decir «veo un elefante», y eso significa que «ve un elefante», pero el término 'elefante' se refiere a un especie de animal que contiene a muchos. Por esto, Al-Kindi se refiere a que mientras nosotros podemos pensar en un ser existente como «uno», en realidad, dicho ser existente es «uno» y «muchos». Por tanto—concluye más adelante el filósofo—, Dios es absolutamente uno, tanto en ser como en concepto, carente de toda multiplicidad, de tal forma que ese es su único atributo y por tanto, no encontrado en nada más que en El.
Avicena (c. 980-1037 d.C), otro filósofo islámico propuso un argumento formal a favor de la existencia del Dios islámico. Avicena argumento que debe de haber un «necesariamente existente», es decir, un ente que no puede no-existir. Su argumento razonaba que el conjunto entero de seres contingentes debía tener una causa que no fuera contingente pues de serlo estaría forzosamente incluida en el conjunto de seres contingentes. Por tanto, debía de existir un necesariamente existente, el cual también poseía atributos como la unidad, simplicidad, inmaterialidad, intelecto, bondad y generosidad, de tal forma que se correspondía con Alá. (Ver Prueba de la veracidad).[19]
Descripción
La estructura tradicional de un argumento cosmológico:
- Algunas cosas de nuestra experiencia son o están X.
- Todo lo que es o está X requiere de una causa, especialmente para su existencia en el aquí y ahora (un principio derivado de la causa y efecto).
- Tal serie causal debe tener un miembro más fundamental (principio de terminación de una serie causal).
- Aquello que da terminación a la serie causal, es-no X o no-está X .
- Aquello que da terminación a la serie causal también posee los atributos divinos: unidad, inmutabilidad, inmaterialidad, eternidad, omnipotencia, etc., y por tanto, es a lo que nos referimos con el nombre o término Dios.
- Donde X significa que algunas cosas de nuestra experiencia son o bien contingentes, o bien están en movimiento, o bien son compuestos, o bien son distinguibles en su esencia y existencia, etc.
Como se puede notar, los diversos argumentos cosmológicos hacen uso de series causales, que bien pueden ser jerárquicamente/esencialmente ordenadas (un tipo de serie en donde las causas están subordinadas entre sí y son dependientes entre sí todo momento al producir un cierto efecto) o accidentalmente/temporalmente ordenadas (un tipo de serie donde las causas de manera independiente producen un efecto dado en algún tiempo ya sea largo o corto).
Versiones del argumento
Existen varios tipos de clasificaciones para el argumento cosmológico. La distinción es importante porque las objeciones planteadas contra una versión pueden no serlo en otras.[20] Para Graham Oppy, la diferencia de cada argumento se encuentra en las conclusiones de estos y las premisas para llegar a dicha conclusión.[21] Estas clasificaciones son importantes porque las objeciones hacia una versión del argumento pueden ser irrelevantes en otro.[1]
William Lane Craig distingue tres tipos de argumentos cosmológicos deductivos en términos de su aproximación a una regresión infinita de causas. El primero, defendido por Aquino, se basa en la imposibilidad de una regresión infinita esencialmente ordenada. El segundo, que Craig llama el kalām. El argumento sostiene que un retroceso temporal infinito de causas es imposible porque un infinito real es imposible, e incluso si fuera posible, no podría realizarse temporalmente. El tercero, propugnado por Leibniz y Samuel Clarke se basa abiertamente en el principio de razón suficiente.[1]
Argumento del primer motor
El argumento del primer motor o de primera causa comienza con el hecho de que hay un cambio en el mundo efecto de alguna causa o motor. Cada causa es en sí misma el efecto de otra causa y esta cadena se mueve en una serie que nunca termina o se completa por una primera causa, que debe ser de una naturaleza radicalmente diferente, ya que no es causada por sí misma. Tal primera causa es un aspecto importante, aunque no la totalidad, de lo que el cristianismo quiere decir con Dios.[22]
Aristóteles
Para Aristóteles, todo lo que está en movimiento en el cosmos, es movido por otro ser en movimiento;[23] y el movimiento movimiento esta subordinado al acto y la potencia. El movimiento en sí, como la actualización de una potencia es un «acto incompleto» y una potencia eterna, ya que si se actualiza, no hay movimiento.[24] Aunque sostiene que el movimiento del universo es eterno,[25] Aristóteles se topa con la siguiente dificultad:
Todo ser en acto tiene, al parecer, la potencia, mientras que el que tiene la potencia no siempre pasa al acto. La anterioridad deberá, pues, pertenecer a la potencia. Si es así, nada de lo que existe podría existir, porque lo que tiene la potencia de ser puede no ser aún.Metafísica. XII, 6, 1071b 15-30.
Luego es necesario que el acto sea anterior a la potencia en cuanto a la esencia[26] y que haya un ser que mueva todo sin que este sea movido.[27] Ya en el VIII libro de la Física, Aristóteles habla de un ser inmaterial que no padece ningún cambio y que es el principio físico del mundo. Por no ser material, él mismo no es algo físico (Fis., II, 7, 198 a 36). Después, en el libro XII (Lambda) de la Metafísica, Aristóteles aboga por la existencia de un ser divino y parece identificarlo con el «primer motor inmóvil», quizá influenciado por el «Nous» de Anaxágoras. El primer motor no puede tener magnitud, ni finita o infinita, y en consecuencia, es indivisible y sin partes. Esto, unido a que en el capítulo noveno habla de Dios, la vida del motor inmóvil es el pensamiento autocontemplativo «νοήσεως νόησις; noeseos noesis», es decir, «pensamiento del pensamiento». Según Aristóteles, los dioses no pueden distraerse potencialmente de esta eterna autocontemplación porque, en ese instante, dejarían de existir. Esto ha llevado a muchos autores a hablar de Providencia.[28]
«Está claro entonces que no hay lugar, ni vacío, ni tiempo, fuera del cielo. Por lo tanto, todo lo que está allí, es de tal naturaleza que no ocupa ningún lugar, ni el tiempo lo envejece; ni hay ningún cambio en ninguna de las cosas que están más allá del movimiento más externo; continúan a lo largo de toda su duración inalterable y sin modificaciones, viviendo la mejor y la más autosuficiente de las vidas ... Desde [el nacimiento de todo el cielo] deriva el ser y la vida que otras cosas, algunas más o menos articuladas pero otras débilmente, disfrutan».De Caelo , I.9, 279 a17–30.
Aristóteles argumentó a favor de la idea de varios motores inmóviles, como son los motores inteligentes de los planetas y las estrellas. Estos parecen ser dioses, pero todo hace suponer que sean sustancialmente diversos de Aquel «primero», que merecería ser identificado con el que el hombre contemporáneo entiende por Dios, uno que accionaba cada esfera celeste, que creía que vivía más allá de la esfera de las estrellas fijas y explica el movimiento eterno del universo.
Hay pues algo, siempre movido con un movimiento incesante, y este movimiento es el circular. Esto es manifiesto no sólo en virtud del razonamiento, sino prácticamente. En consecuencia el primer cielo debe ser eterno. Existe también algo que lo mueve. Y puesto que lo que es a la vez movido y mueve es un término medio, debe haber algo que mueva sin ser movido, un ser eterno, substancia y acto puro.Metafísica, XII, 7. (R. Verneaux, Textos de los grandes filósofos: edad antigua, Herder, Barcelona 1982, 5ª. ed., p. 81-83).
Tomás de Aquino
En su libro Summa Theologiae, Tomás de Aquino enseña lo que es conocido como Quinque viae, cinco argumentos racionales que él usa para probar la existencia de Dios. El primer argumento es la Vía del primer motor:[29]
Santo Tomás indica que una cosa que requiere ser completada por otra, se dice que está en potencia con respecto a esa otra: la realización de la potencia se llama realidad. El universo se concibe como una serie de cosas dispuestas en un orden ascendente, o potencia y acto a la vez coronado y creado por Dios, quien solo es un acto puro (actus purus). Dios es inmutable porque el cambio significa pasar de la potencia a la acción, por lo que no tiene principio ni fin, ya que estos exigen un cambio. La materia y la forma son necesarias para comprender el cambio, porque el cambio requiere la unión de lo que se convierte y lo que se convierte. La materia es la primera y la segunda. Todas las cosas físicas están compuestas de materia y forma. La diferencia entre una cosa como forma o carácter y la existencia real de la misma se denota por los términos esencia y ser (o existencia). Es solo en Dios que no hay distinción entre los dos. Ambas parejas, materia y forma, esencia y ser, son casos especiales de potencia y acto. También son modos: los modos no agregan nada a la idea de ser, sino que son formas de hacer explícito lo que está implícito en él.[...] En este mundo hay movimiento. Y todo lo que se mueve es movido por otro. [...] Igualmente, es imposible que algo mueva y sea movido al mismo tiempo, o que se mueva a sí mismo. Todo lo que se mueve necesita ser movido por otro. Pero si lo que es movido por otro se mueve, necesita ser movido por otro, y este por otro. Este proceder no se puede llevar indefinidamente, porque no se llegaría al primero que mueve, y así no habría motor alguno pues los motores intermedios no mueven más que por ser movidos por el primer motor. [...]. Por lo tanto, es necesario llegar a aquel primer motor al que nadie mueve. En este, todos reconocen a Dios.Tomás de Aquino, Summa Theologiae - Parte Ia - Cuestión 2 - Artículo 3
Similarmente, Tomás afirma en su segunda Vía de la causa eficiente argumenta que nunca observamos que algo se cause a sí mismo, siendo lógicamente absurdo. La serie de causas no puede retroceder infinitamente, luego se ha de necesitar una primera causa del universo que sea a su vez incausada.[30]
[...] En las causas eficientes no es posible proceder indefinidamente porque en todas las causas eficientes hay orden: la primera es causa de la intermedia; y ésta, sea una o múltiple, lo es de la última. Puesto que, si se quita la causa, desaparece el efecto, si en el orden de las causas eficientes no existiera la primera, no se daría tampoco ni la última ni la intermedia. Si en las causas eficientes llevásemos hasta el infinito este proceder, no existiría la primera causa eficiente; en consecuencia no habría efecto último ni causa intermedia; y esto es absolutamente falso. Por lo tanto, es necesario admitir una causa eficiente primera.Tomás de Aquino, Summa Theologiae - Parte Ia - Cuestión 2 - Artículo 3
Estas vías no demuestran la existencia del Dios cristiano, pero Tomás cree que es posible inferirlo tras reflexionar sobre la naturaleza de esta causa a partir de otros principios metafísicos plausibles. Además, las versiones de estos argumentos en la Summa Theologica no están completos, ya que algunas premisas están suprimidas.[31] La presentación más completa del argumento del motor inmóvil de Aquino se encuentra en la Summa contra Gentiles con 32 párrafos.[32]
Edward Feser
Versiones modernas del argumento del primer motor inmóvil han sido formuladas por filósofos como Edward Feser con su "prueba aristotélica", que consta de 49 premisas[16] y dos etapas (una primera que prueba la existencia de algo y que luego en la segunda etapa se muestra que posee atributos divinos). En la primera etapa, Feser argumenta siguiendo a Aristóteles que si el cambio es "la actualización de una potencia" entonces "las cosas tienen potencias que pueden actualizarse"; y que todo cambio sólo puede comprenderse plenamente si se siguen series causales jerárquicas que no puede retroceder infinitamente, llegando hasta sus primeras causas.[33] Entonces:[16]
6. La ocurrencia de cualquier cambio C presupone algo o sustancia S que cambia.7. La existencia de S en un momento dado presupone en sí misma la actualización concurrente del potencial de existencia de S.
8. Entonces, cualquier sustancia S tiene en cualquier momento algún actualizador A de su existencia.
9. La propia existencia de A en el momento en que actualiza a S presupone o (a) la actualización concurrente de su propio potencial de existencia o (b) el hecho de que A sea puramente real.
10. Si la existencia de A en el momento en que actualiza S presupone la actualización concurrente de su propio potencial de existencia, entonces existe una regresión de actualizadores concurrentes que es infinita o termina en un actualizador puramente actual.
11. Pero tal regresión de actualizadores concurrentes constituiría una serie causal jerárquica, y tal serie no puede retroceder infinitamente.
12. Entonces, o A en sí mismo es un actualizador puramente actual o hay un actualizador puramente actual que termina la regresión que comienza con la actualización de A.
13. Entonces, la ocurrencia de C y por lo tanto la existencia de S en cualquier momento dado presupone la existencia de un actualizador puramente actual.
14. Entonces, hay un actualizador puramente actual.
Siguiendo a Feser, las series causales jerárquicas deben tener un primer miembro “que pueda actualizar su potencial de existir sin tener que actualizarse él mismo”.[33] Esto es el "Motor inmóvil" de Aristóteles, o según Feser, el "actualizador no actualizado", siendo este actualizador una mente "inmutable, eterna, inmaterial, incorpórea, perfecta, omnipotente, totalmente buena, inteligente y omnisciente" en en él existen las "formas o patrones manifiestos en todas las cosas".[16]
Argumento de la contingencia
El argumento de la contingencia sigue por otra ruta de pensamiento básico similar desde la naturaleza del mundo hasta su base última.[22] Las cosas cuya existencia necesita explicación son contingentes, seres que dependen para su existencia de otros seres. Por sí solos no pueden proporcionar una explicación de la existencia de cada ser contingente. Por lo tanto, lo que explica la existencia de todos estos seres debe incluir a un ser cuya existencia es necesaria.[1]
Joshua Rasmusse formula el argumento de la siguiente forma:[34][35]
- Para cualquier propiedad intrínseca p que (i) pueda comenzar a ser ejemplificado y (ii) puede ejemplificarse por algo que tiene una causa, puede haber una causa de que p empiece a ejemplificarse. (Principio causal)
- La propiedad c de ser un concreto contingente en particular es intrínseca propiedad.
- La propiedad c puede comenzar a ejemplificarse.
- La propiedad c puede ejemplificarse por algo que tiene una causa.
- Puede haber una causa de que c comience a ejemplificarse (1–4).
- Si (5), entonces hay un ser necesario. Por lo tanto:
- Hay un ser necesario
William Leonard Rowe formula el argumento de la siguiente forma:[36]
- Cada ser (que existe o alguna vez existió) es un ser dependiente o un ser autoexistente.
- No todos los seres pueden ser dependientes.
- Por tanto, existe un ser autoexistente.
Tomás de Aquino
En la era escolástica, Tomás de Aquino formuló el «argumento de la contingencia» en su tercera via, siguiendo a Aristóteles al afirmar que debe haber algo que explique por qué existe el Universo. Dado que el Universo podría, bajo diferentes circunstancias, posiblemente no existir (contingencia), su existencia debe tener una causa, no simplemente otra cosa contingente, sino algo que existe por necesidad (algo que debe existir para cualquier otra cosa exista). En otras palabras, incluso si el Universo siempre ha existido, aún debe su existencia a una causa no causada. Aquino dijo además: «... y esto entendemos que es Dios».[37]
El argumento de Aquino desde la contingencia permite la posibilidad de un universo que no tiene principio en el tiempo. Es una forma de argumento de causalidad universal. Aquino observó que, en la naturaleza, había cosas con existencias contingentes. Como es posible que tales cosas no existan, debe haber algún tiempo en el que estas cosas no existan. Por lo tanto, según Aquino, debe haber habido un momento en que nada existía. Si esto es así, no existiría nada que pudiera traer algo a la existencia. Los seres contingentes, por lo tanto, son insuficientes para dar cuenta de la existencia de seres contingentes: debe existir un ser necesario cuya inexistencia es imposible, y de la cual se deriva la existencia de todos los seres contingentes.
Leibniz
El filósofo alemán Gottfried Leibniz hizo un argumento de la contingencia con su principio de razón suficiente en su Monadología, donde Intenta demostrar la existencia de un ser necesario e inferir que este ser es Dios:
«No se puede encontrar ningún hecho que sea verdadero o existente, ni ninguna proposición verdadera», escribió, «sin que haya una razón suficiente para que sea así y no de otra manera, aunque no podemos conocer estos motivos en la mayoría de los casos». Formuló el argumento cosmológico sucintamente: «¿Por qué hay algo en lugar de nada? La razón suficiente [...] se encuentra en una sustancia que [...] es un ser necesario que lleva la razón de su existencia dentro de sí mismo».[38]
Leibniz no pretende basarse en ninguna premisa que descarte la posibilidad de una serie infinita. Dice, por ejemplo: "Ciertamente concedo que puedes imaginar que el mundo es eterno". Leibniz piensa que el mundo pudo ser de otras infinitas maneras, en tanto que existen infinitos mundos lógicamente posibles, y la razón por la que el mundo es así y no de otra manera es Dios, y la razón por la que Dios eligió este mundo y no otro de los infinitos posibles es porque «éste es el mejor de los mundos posibles» acorde con sus atributos de perfecta bondad e infinita sabiduría.[39][40] El principio de razón suficiente también es empleado por Samuel Clarke en su argumento cosmológico.[1] El argumento de Leibniz, denominado como "argumento cosmológico leibniziano",[41] ha tenido muchas formulaciones.
Alexander Pruss formula el argumento como el siguiente:[42]
- Cada hecho contingente tiene una explicación.
- Hay un hecho contingente que incluye todos los demás hechos contingentes.
- Por lo tanto, hay una explicación de este hecho.
- Esta explicación debe involucrar a un ser necesario.
- Este ser necesario es Dios.
William Lane Craig lo formula de la siguiente forma:[43]
- Todo lo que existe tiene una explicación de su existencia (ya sea por la necesidad de su propia naturaleza o por una causa externa).
- Si el universo tiene una explicación de su existencia, esa explicación es Dios.
- El universo existe.
- Por lo tanto, el universo tiene una explicación de su existencia. (de 1, 3)
- Por lo tanto, la explicación de la existencia del universo es Dios. (de 2, 4)
Los filósofos Richard Gale y Alexander Pruss propusieron una nueva versión del argumento basado en un principio de razón suficiente débil (donde "solo requiere la posibilidad de que haya una explicación para cualquier proposición verdadera") para la existencia de "un ser sobrenatural necesario que es muy poderoso, inteligente y bueno y crea libremente el universo" pero no un "Dios absolutamente perfecto (el que esencialmente tiene todas las omni-perfecciones)".[13] Por otro lado, el filósofo Michael Almeida formuló un argumento basado en el realismo modal de David Lewis y un principio de razón suficiente fuerte (donde "todo lo que existe tiene una explicación absoluta para su existencia [...] no hay hechos contingentes") para la existencia necesaria de Dios como explicación absoluta de todo lo que existe.[1]
Argumento cosmológico Kalām
Otro tipo de argumento cosmológico que se basa en una primera causa inicial del universo. Este argumento cosmológico se le denomina Kalām y se desarrolló como un concepto dentro de la teología islámica, especialmente en la tradición mutakalliman.[1] Una de las primeras formulaciones del argumento cosmológico Kalām viene de Al-Kindi (siglo IX), que fue uno de los primeros filósofos islámicos en intentar introducir un argumento para la existencia de Dios basado en premisas puramente empíricas. Su principal contribución es el argumento cosmológico (Dalil al-Huduth) para la existencia de Dios, en su obra Sobre la Primera Filosofía.[44] Fue refinado en el siglo XI por Al-Ghazali (en La Incoherencia de los Filósofos) y en el siglo XII por Averroes. Al-Ghazali escribió:
«Todo ser que comienza tiene una causa para su comienzo; ahora, el mundo es un ser que comenzó; por lo tanto, posee una causa para su comienzo».[45]
El argumento cosmológico del Kalām es consistente con el relato bíblico, donde dice que Dios es la Primera Causa no causada, el cual creó al universo por su propia voluntad ex nihilo (de la nada).[46]
William Lane Craig
Uno de los mayores defensores contemporáneos es William Lane Craig, quien le dio tal nombre y estructura general en su libro The Kalām Cosmological Argument:[47]
- Todo lo que comienza a existir tiene una causa para su existencia;
- El universo comenzó a existir.
- Por lo tanto, el universo tiene una causa para su existencia.
A partir de la conclusión del silogismo inicial, Craig defiende el principio causal de la primera premisa afirmando que «algo no puede surgir de la nada»; y el finitismo temporal de la segunda premisa apelando observaciones científicas, como el Big Bang y el teorema de Borde-Guth-Vilenkin; y con dos argumentos lógicos en contra de la posibilidad metafísica de un infinito actual y su formación por adiciones sucesivas usando experimentos mentales como el hotel de Hilbert de David Hilbert.[48]
- Si el universo no empezó a existir, entonces, existe una colección infinita actual de eventos pasados.
- Pero una colección infinita actual de objetos cualesquiera es imposible (ver el hotel infinito de Hilbert).
- El universo empezó a existir (por 2 y 3).
Refiriéndose a las implicaciones del teísmo clásico que siguen a este argumento, Craig concluye:
Sobre la base de nuestro argumento, esta causa tendría que ser incausa, eterna, inmutable, atemporal e inmaterial. Además, tendría que ser un agente personal que elija libremente crear un efecto en el tiempo. Por lo tanto, sobre la base del argumento cosmológico kalam, concluyo que es racional creer que Dios existe.[49]
Alexander Pruss
Una versión del argumento Kalam fue formulada por Alexander Pruss. A diferencia de las versiones de Al-Ghazali y Craig, Pruss no argumenta en contra de la posibilidad de un infinito actual (pues pondría las matemáticas en peligro según Pruss) o de infinitas secuencias pasadas (finitismo temporal) y defiende lo que Pruss denomina finitismo causal, donde un número infinito de cosas no puede ser causalmente anterior a una cosa. Entonces el argumento sigue de la siguiente manera:[50]
- Hay causas.
- Si cada causa tiene una causa, hay una circularidad de causalidad o una regresión causal infinita.
- La circularidad en la causalidad es imposible y las regresiones causales infinitas son imposibles. (Por finitismo causal)
- Entonces, no todas las causas tienen una causa.
- Entonces, hay una causa no causada.
- Cada cosa contingente tiene una causa.
- Entonces hay un ser necesario.
Aquí, la premisa (1) es ampliamente aceptada, aunque hay algunos filósofos que piensan que debido a que la física fundamental se puede formular sin la palabra «causa», se debería ser escéptico sobre si existe causalidad. La premisa (4) es aún menos controvertida. [...] La premisa (2) es bastante poco controvertida, aunque se ha propuesto que el universo puede explicarse por causalidad circular (ver Quentin Smith) [...] Eso deja dos premisas altamente controvertidas: (3) y (6).
Pruss defiende la tercera premisa mediante paradojas como la lámpara de Thomson o la paradoja de la Parca (Grim Reaper Paradox). En cuanto a la sexta premisa:
Este argumento ha sido defendido y/o reformulado por filósofos como Robert Koons,[51] Jacobus Erasmus,[52] y Benjamin Victor Waters.[53]Sin embargo, no tendré mucho que decir sobre (6) y la identificación de Dios con la primera causa. [...] Uno puede entonces argumentar que la elegancia y unidad de las partes observadas del nexo causal nos da alguna razón para pensar que la causa última es singular en lugar de plural. Uno podría desplegar más argumentos de diseño para argumentar que la causa última probablemente sea un agente movido por buenas razones [...] Me gustaría que este artículo fuera una invitación para que un ateo se tome en serio el finitismo causal y, por lo tanto, se tome en serio la existencia de una causa última no causada, quizás plural, y luego unirse en una investigación común de cómo es probable que sea esta causa última sin causa.
Argumento metafísico para la existencia de Dios
El teólogo cristiano medieval Juan Duns Scoto creó unos argumentos metafísicos para la existencia de Dios en su obra Ordinatio.[54] Fueron inspirados por los argumentos de Aquino. Su explicación es larga y se puede resumir de la siguiente manera:[55][56]
- Un ser puede ser producido.
- Algo se produce por sí mismo, por nada o por otro.
- No por nada, porque nada surge de la nada.
- No por sí mismo, porque un efecto nunca es causa de sí mismo.
- Por lo tanto, se produce por otro; lo llamamos A.
- Si A es el primero, entonces hemos llegado a la conclusión.
- Si A no es primero, sino también un efecto, volvemos a 2). A se produce por sí mismo, nada u otro.
- Del 3) y 4) la serie continuará infinitamente o finalmente llegaremos a algo que no tiene nada antes.
- Una serie ascendente infinita es imposible.
- Por lo tanto, existe un ser primero A.
Escoto trata inmediatamente con dos objeciones que puede ver: primero, que no puede haber una primera, y segundo, que el argumento se desmorona cuando 1) es cuestionado. Afirma que la regresión de causas esencialmente ordenadas, incluso si existiera, debe haber una primera causa eficiente de esa serie que se encuentre fuera de la serie. Lo segundo que dice puede responderse si la pregunta se reformula utilizando la lógica modal, lo que significa que la primera afirmación es «Es posible que se pueda producir algo».[56]
Argumento cosmológico modal
La lógica modal (que intenta capturar el comportamiento deductivo de las expresiones «es necesario que» y «es posible que») recibió en la década de 1960 un auge filosófico con, por ejemplo, los "argumentos ontológicos modales" a favor de la existencia de Dios. En consecuencia, también se han formulado argumentos cosmológicos modales que tratan de demostrar que "existe una cosa inmutable que explica, al menos parcialmente, la existencia de cosas cambiantes".[57] Ryan Stringer formula el argumento de la siguiente forma:[58]
(P1) Existen seres contingentes.(P2) Todos los seres que existen tienen una explicación para su existencia.
(P3) Hay una explicación para la existencia de seres contingentes (de P1 y P2).
(P4) Los seres contingentes se explican por sí mismos o por algún otro ser (s) (de P3).
(P5) Los seres contingentes no se explican por sí mismos.
(P6) Los seres contingentes son explicados por algún otro ser (s) (de P4 y P5).
(P7) Los otros seres que explican la existencia de seres contingentes deben ser contingentes o necesarios (de P6).
(P8) Los otros seres que explican la existencia de seres contingentes no pueden ser también contingentes porque una mayor contingencia por sí misma dará como resultado algo que existe inexplicablemente, que entra en conflicto con P2.
(P9) Debe existir al menos un ser necesario que explique la existencia de seres contingentes (de P7 y P8).
(C) Dios es el único ser necesario que explica la existencia de seres contingentes (de P9).
Críticas
David Hume
David Hume destacó el problema de la inducción y argumentó que las relaciones causales no eran verdaderas a priori, ya que la premisa de causalidad se ha llegado a través del razonamiento a posteriori (inductivo), que depende de la experiencia.[59] Hume explica que ningún objeto revela a través de las cualidades captadas por nuestro sentidos ni sus causas ni sus efectos, y que nuestra idea de causalidad consiste del hábito que tenemos de que ciertos acontecimientos se den tras otros que los preceden.[60] Hume afirma que puede imaginar un hecho contingente que ocurre sin una causa.[61] En consecuencia, no tenemos ninguna razón para creer que el primero causó al segundo, o que continuarán apareciendo siempre en conjunción constante en el futuro.[62]
«No tenemos otra noción de causa y efecto que la de ciertos objetos, que siempre han estado unidos entre sí, y que en todos los casos pasados se han encontrado inseparables. No podemos penetrar en la razón de la conjunción. Solo observamos la cosa en sí, y siempre encontramos que a partir de la conjunción constante los objetos adquieren una unión en la imaginación.»[63]
En cuanto a la existencia de Dios, Hume sostiene que no es necesaria, pues su inexistencia es concebible, ni tampoco se sabe si es posible porque Dios es incomprensible para nosotros.[61] Por último, Hume sostuvo que cuando se explican todas las partes y elementos de un conjunto, se explica todo el conjunto en sí mismo. Luego si se explicase todo dentro del universo, el universo ya tendría una explicación.[20] Hume también consideró la posibilidad de que el mundo podría haber surgido por la combinación aleatoria de átomos desde el caos de forma natural, a la que llamó «la hipótesis epicúrea».[64][65]
Immanuel Kant
Immanuel Kant en Crítica de la razón pura se opuso al concepto del «ser necesario». Sostuvo que el argumento cosmológico, al identificar el ser necesario, se basa en el argumento ontológico, que a su vez es cuestionable.[66][67] Tampoco se puede buscar el fundamento de la existencia de Dios, la razón de su ser, en Él mismo ya que se afirmaría su anterioridad y posterioridad respecto de sí mismo.[68] Según Kant:
«Para poner bien a salvo su fundamento, esta prueba se basa en la experiencia, lo cual le permite ofrecer de sí misma una imagen distinta del argumento ontológico, que pone toda su confianza en meros conceptos puros a priori. Pero la demostración cosmológica no se sirve de esta experiencia más que para un único paso, el requerido para llegar al ser necesario [...]. Toda la fuerza demostrativa contenida en el llamado argumento cosmológico, no consiste, pues, en otra cosa que en el argumento ontológico, construido con meros conceptos; la supuesta experiencia es superflua; tal vez pueda conducirnos al concepto de necesidad absoluta, pero no determinar tal necesidad en una cosa determinada».[39]
Bertrand Russell
En cuanto al argumento cosmológico, el filósofo Bertrand Russell admite que es más aceptable que el argumento ontológico y no puede ser refutado con tanta facilidad.[69] Russell también menciona en su autobiografía la siguiente reflexión:
No creía en la vida en el más allá, pero sí creía en Dios, pues el argumento de primera causa, me parecía irrefutable. Pero a la edad de dieciocho años, poco antes de ingresar en Cambridge, leí la autobiografía de John Stuart Mill, en la cual explicaba cómo su padre le enseñó que no se puede preguntar «¿Quién me creó?», ya que esta pregunta conllevaría la de «¿quién creó a Dios?». Esto me llevó a abandonar el argumento de la primera causa y a comenzar a ser ateo.Bertrand Russell, Autobiografía de Bertrand Russell, 1967.
Russell niega que el universo necesite una explicación. En su debate de radio de la BBC con Frederick Copleston, Russell sigue a Hume sosteniendo que dado que derivamos el concepto de causa de nuestra observación de cosas particulares, no podemos preguntar sobre la causa de algo como el universo que no podemos experimentar.[70] Es decir, aunque todo dentro del universo requiere de una causa, no se sigue el universo en sí mismo deba tenerla (falacia de composición). El hecho de que cada humano tenga una madre no significa que toda la raza humana tenga una madre.[9]
Ese argumento, supongo, no tiene mucho peso en la actualidad, porque, en primer lugar, causa no es ya lo que solía ser. [...] Si todo tiene que tener alguna causa, entonces Dios debe tener una causa. Si puede haber algo sin causa, igual puede ser el mundo que Dios, por lo que no hay validez en ese argumento.[71]Bertrand Russell, Por qué no soy cristiano, 1967
Russell rechazó el principio de Leibniz de la razón suficiente, reduciendo el universo a un simple hecho bruto, del cual su existencia no exige una explicación.[72][73][61] El universo no necesita explicación; «está ahí, y eso es todo».[9] Stephen Hawking reiteró esta opinión,[1] diciendo que: «El método usual de la ciencia de construir un modelo matemático no puede responder a las preguntas de por qué debe haber un universo que sea descrito por el modelo. [...] Si encontrásemos una respuesta a esto, sería el triunfo definitivo de la razón humana, porque entonces conoceríamos el pensamiento de Dios».[74] Similarmente, Neil Degrasse Tyson expresó que: «desearía tener una mejor respuesta para ti, pero el universo no tiene la obligación de tener sentido para ti».[10] Sean Carroll describe esta cuestión de la siguiente forma:
La naturalidad del impulso de preguntar por qué existe el universo no implica que la pregunta sea coherente o que se pueda responder. La realidad es única, incluso si en cierto sentido hay muchos "mundos" existentes, podemos tomar la realidad como la colección única de todos esos mundos. Podría darse el caso de que la propiedad de “tener una razón por la cual” se aplique a los hechos dentro de la realidad, pero no a toda la realidad misma.[75]
Además, Russell rechazó el concepto de un «ser necesario». Reconoce que las definiciones y las pruebas lógicas pueden ser necesariamente ciertas, pero no que existan necesariamente.[76] Para Russell, el monadismo de Leibniz lleva necesariamente al ateísmo, en tanto que las mónadas son ontológicamente como autosuficientes, no necesitando entonces a Dios.[39]
J. L. Mackie
John Leslie Mackie en The Miracle of Theism se opone al argumento cosmológico dirigiendo su atención primero como se retrata la imposibilidad del infinito. Mackie objeta que asume ilícitamente un punto de partida infinitamente distante para la serie temporal y luego declara que es imposible recorrer la distancia desde ese punto hasta hoy. Sin embargo, si tomamos en serio la noción de infinito, debemos decir que en un pasado infinito no habría ningún punto de partida, incluso uno infinitamente distante.
Mackie admite, sin embargo, que muchas personas aún albergan dudas sobre la existencia de un infinito real en el mundo real y que no todos los matemáticos o filósofos están listos para aceptar el infinito real. Además, la astronomía actual apoya una historia pasada finita para el universo. Pero aun si el universo comenzó a existir, no hay una buena razón para aceptar un Dios con el poder de crear algo de la nada porque o Dios comenzó a existir en un punto en el tiempo (lo cual sería contingente), o ha existido infinitamente (esto plantearía el problema del infinito real), o la existencia de Dios es atemporal (lo cual sería un completo misterio).[77]
Otras críticas
Una objeción al argumento argumento cosmológico básico es que simplemente establece que existe una primera causa en lugar de un Dios del que estriban los atributos de la omnisciencia, la omnipotencia y la omnibenevolencia.[78] Richard Dawkins en su best seller El espejismo de Dios criticó las tres primeras vías de Tomás de Aquino argumentando que «de ninguna manera está claro que Dios proporciona un terminador natural a las regresiones infintas de Aquino» y que tampoco «existe en lo absoluto ninguna razón para dotar a ese terminador con cualquiera de las propiedades normalmente adscritas a Dios».[79] El filósofo Roy Sorensen escribe en la Stanford Encyclopedia of Philosophy que para muchos filósofos la pregunta es intrínsecamente imposible de responder, como cuadrar un círculo, e incluso Dios no la responde lo suficiente:
Para explicar por qué existe algo, normalmente apelamos a la existencia de algo más [...] Por ejemplo, si respondemos 'Hay algo porque el Diseñador Universal quería que hubiera algo', entonces nuestra explicación da por sentada la existencia del Diseñador Universal. Alguien que plantee la pregunta de manera integral no concederá la existencia del Diseñador Universal como punto de partida. Algunos filósofos concluyen "¿Por qué hay algo en lugar de nada?" es incontestable. Creen que la pregunta nos desconcierta al imponer una exigencia explicativa imposible, a saber, Deducir la existencia de algo sin utilizar ninguna premisa existencial.[80]
Esta es la razón por la que el argumento a menudo se expande para mostrar que al menos algunos de estos atributos son necesariamente verdaderos como en el argumento Kalām dado anteriormente.[1] Sin embargo, dicho argumento ha sido criticado por filósofos como J. L. Mackie, Graham Oppy y Quentin Smith; físicos como Paul Davies, Lawrence Krauss y Victor Stenger; y autores como Dan Barker.[81] Miguel de Unamuno sostuvo que la afirmación de que todo ser tiene una causa solo aplica a los fenómenos producidos a la materia, pero no a la materia en sí misma, ya que la materia es la sustancia de la que parten los fenómenos y nunca se ha observado empíricamente tal cosa.[82] La "prueba aristotélica" de Feser también ha sido criticada por Oppy[83] y Richard Carrier.[84]
Por otro lado, Michael Martin formuló un argumento Kalām a favor del ateísmo.[85] Carl Brownson sostuvo que el problema del mal podría refutar la necesidad lógica de Dios y por consiguiente los argumentos ontológicos y de contingencia fallarían.[86] Richard Gale sostiene al estilo kantiano que ningún argumento cosmológico puede ser sólido por la imposibilidad de un «ser necesario».[20]
Tanto los teístas como no teístas en el siglo XX han mostrado un cierto escepticismo al argumento. Si bien William L. Rowe había defendido el argumento cosmológico, sus críticas al principio de razón suficiente le impiden aceptar el argumento como satisfactorio.[15] Para el filósofo cristiano Alvin Plantinga, «esta pieza de teología natural es ineficaz».[87] Xavier Zubiri discutió así como la teología en la que se apoya Duns Escoto y las vías de Tomás de Aquino, las cuales no se basan "en hechos susceptibles de análisis", sino en "la interpretación metafísica de unos hechos".[49] Zubiri sostuvo en su lugar un argumento basado en la idea de religación, donde realidad de las cosas es índice de la realidad divina.[88][49] Por otro lado, Richard Swinburne rechazó las versiones deductivas del argumento, pero usa las versiones inductivas para un caso acumulativo para la existencia de Dios.[1] Swinburne argumentó que Dios es un ser lógicamente contingente pero cuya existencia es una necesidad objetiva; y Plantinga argumentó que Dios es un ser causalmente necesario. Debido a que un ser real o causalmente necesario no existe por necesidad lógica, no existe lógicamente en todos los mundos posibles. [89] Swinburne sostiene que Dios como la mejor explicación más simple o el último "hecho bruto supremo" de por qué existe todo lo demás.[41][90][91]
Cosmología y física moderna
La teoría del Big Bang se ha usado para validar la premisa de que el universo tuvo un comienzo. William Lane Craig usa el teorema de Borde-Guth-Vilenkin[72] que deduce que cualquier universo que en promedio ha estado expandiéndose a lo largo de su historia no puede ser infinito en el pasado sino que debe tener un límite espacio-temporal pasado como apoyo del argumento cosmológico Kalām.[92] Respecto a la singularidad y la creación ex nihilio, Craig sostiene:
Este evento que marcó el comienzo del universo se vuelve aún más sorprendente cuando uno reflexiona sobre el hecho de que un estado de "densidad infinita" es sinónimo de "nada". No puede haber ningún objeto que posea una densidad infinita, porque si tuviera algún tamaño, aún podría ser aún más denso. Por lo tanto, como señala el astrónomo de Cambridge Fred Hoyle, la teoría del Big Bang requiere la creación de materia a partir de la nada. [...] Por lo tanto, lo que parece requerir el modelo del universo del Big Bang es que el universo comenzó a existir y fue creado de la nada.[48]
No obstante, una de las críticas del argumento es que Dios no es el único candidato para una causa no causada del universo, como las fluctuaciones cuánticas o el Big Bang como causa última no causada de todas las otras entidades contingentes.[93] Richard Hanley sostiene que los bucles causales no son lógica, física o epistémicamente imposibles, "la única característica posiblemente objetable que comparten todos los bucles causales es que se requiere la coincidencia para explicarlos".[94] Quentin Smith propuso que el universo puede explicarse por causalidad circular[95] y citó el ejemplo de las partículas virtuales para afirmar la sostenibilidad de los fenómenos naturales no causados.[96] Sin embargo, Andrew Loke sostiene que el bucle causal sufre el problema de la circularidad viciosa[97] y Craig argumentó que "las partículas virtuales no vienen literalmente a existir espontáneamente de la nada. Más bien la energía encerrada en el vacío fluctúa espontáneamente de tal manera que se convierte en partículas evanescentes que vuelven casi inmediatamente al vacío".[98]
Varios cosmólogos y físicos sostienen que un desafío al argumento cosmológico es la naturaleza del tiempo. Stephen Hawking escribió en Breves respuestas a las grandes preguntas que la idea de Dios creando el universo no tiene sentido porque no hubo tiempo para crearlo antes del Big Bang.[99] Carlo Rovelli dijo que «uno encuentra que el tiempo simplemente desaparece de la ecuación Wheeler-DeWitt»,[100] Quentin Smith, Michael Martin y Adolf Grünbaum argumentaron que la singularidad del Big Bang no puede ser el efecto de ninguna causa pues no hay ningún instante previo en el punto inicial t = 0.[101][102][103] Thomas Hertog dijo que cuando «rastreamos la evolución de nuestro universo hacia atrás en el tiempo, en algún momento llegamos al umbral de la inflación eterna, donde nuestra noción familiar del tiempo deja de tener significado».[104] Alan Guth razonó que si el modelo del universo inflacionario es correcto, esto explicaría la procedencia de la mayor parte de la materia del universo. El universo sería "el mejor almuerzo gratis". Jim Peebles "Si la inflación es incorrecta, Dios perdió un buen truco".[105] Otras alternativas al modelo estándar de inflación cósmica son los modelos cíclicos del universo, como el universo ecpirótico, que es compatible con el modelo Lambda-CDM estándar del universo.[106] Otra posible hipótesis acorde a la teoría de cuerdas es la existencia de múltiples universos.[107][108]
Según la propuesta de James Hartle y Stephen Hawking, el universo no tiene origen como lo entenderíamos, simplemente no tiene fronteras iniciales en el tiempo o el espacio,[109] del mismo modo que una esfera no tiene un lugar inicial (Estado de Hartle-Hawking).[110] En Breve historia del tiempo, Hawking dijo "que en cuanto el universo tuviera un principio, podríamos suponer que tuvo un creador" pero "si el universo es realmente auto contenido, si no tiene ninguna frontera o borde, no tendría ni principio ni final: simplemente sería. ¿Qué lugar queda, entonces, para un creador?". Carl Sagan escribió en la introducción del libro que la conclusión de Hawking fue "un universo sin un borde espacial, sin principio ni final en el tiempo, y sin lugar para un Creador".[74] Quentin Smith argumentó que "la cosmología de Hartle-Hawking" es inconsistente con el teísmo clásico[111] y Graham Oppy sostiene que el naturalismo da un explicación más sencilla que el teísmo en cuanto al origen del universo.[1] No obstante, Hertog y Hawking formularon una nueva teoría de la estructura global de un multiverso finito y con un límite finito en el pasado.[104][110]
En Un Universo de la nada, el físico Lawrence M. Krauss explica que "un universo que podría surgir y es plausible que lo haya surgido de una «nada» (refiriéndose al vacío cuántico) más profunda, implicando la ausencia del espacio mismo y, que algún día puede volver a la nada a través de procesos que pueden no solo ser comprensibles, sino también procesos que no requieren de ningún control o dirección externos".[112] No obstante, Craig argumentó que el vacío cuántico, al contener energía cuantificable y medible, no puede ser descrito como «nada». Mario Bunge expone que el creacionismo (tanto laico como religioso) no tiene asidero empírico y contradice todas las leyes de conservación físicas.[113][114]
Otras críticas señalan que argumentos como el Kalām implican la teoría A del tiempo o presentismo en oposición a la teoría B del tiempo o eternalismo, pero la teoría B del tiempo ha recibido más apoyo de la comunidad física.[115][116] Esto probablemente se deba a su compatibilidad con la física y al hecho de que muchas teorías como la relatividad especial, el modelo ADD y la cosmología de branas apuntan a una teoría del tiempo similar a la teoría B. Sin embargo también se han formulado argumentos que no adopta posiciones tan controvertidas con la teoría del tiempo y la imposibilidad de un infinito real.[117] Edward Feser afirma que la pregunta no es sobre qué inició las cosas o cuánto tiempo han estado pasando, sino más bien qué las mantiene en marcha.[118]
Véase también
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Enlaces externos
- E. J. Rodríguez, "¿Existe Dios? (I) El argumento cosmológico", en Jot Down