Sucesos de La Granja (1832)
Los llamados sucesos de La Granja tuvieron lugar en España en septiembre de 1832 al final del reinado de Fernando VII y consistieron en el intento fallido de los partidarios del hermano del rey Carlos María Isidro para anular la Pragmática Sanción de 1789 que Fernando VII acababa de hacer pública el 31 de marzo de 1830 y que permitía que las mujeres pudieran reinar si no tenían ningún hermano varón, por lo que la hija de Fernando, Isabel, de casi dos años de edad, era la legítima heredera al trono y no Carlos María Isidro. Como los partidarios de este, llamados carlistas, no reconocieron a Isabel como heredera al trono, al morir Fernando VII provocaron que este suceso desembocara en una guerra civil, la Primera Guerra Carlista.
Antecedentes: la división de los absolutistas y la Pragmática Sanción de 1789
Así como en el Trienio Liberal (1820-1823) se produjo la escisión de los liberales entre moderados y exaltados, durante la segunda restauración absolutista —conocida por los liberales como la Década ominosa (1823-1833) y que constituye el último periodo del reinado de Fernando VII— fueron los absolutistas los que se dividieron entre absolutistas «reformistas» —partidarios de «suavizar» el absolutismo siguiendo las advertencias de la Santa Alianza, cuya intervención militar mediante los Cien Mil Hijos de San Luis había puesto fin en 1823 a la breve experiencia de monarquía constitucional del Trienio Liberal— y los absolutistas «apostólicos» o «ultras» que defendían la restauración completa del absolutismo, incluyendo el restablecimiento de la Inquisición que el rey Fernando VII, aconsejado por los reformistas, no había repuesto tras su abolición por los liberales durante el Trienio. Los ultras tenían en el hermano del rey, Carlos María Isidro —heredero al trono porque Fernando VII después de tres matrimonios no había conseguido tener descendencia— a su principal valedor, y por eso comenzaban a ser llamados carlistas.[1]
Tras la muerte de su tercera esposa, María Amalia de Sajonia, el rey anunció en septiembre de 1829 que iba a casarse de nuevo. Según Juan Francisco Fuentes, es muy posible que las prisas del rey por resolver el problema sucesorio tuvieran que ver con sus dudas sobre el papel que venía desempeñando en los últimos tiempos su hermano don Carlos. Sus continuos achaques de salud y su envejecimiento prematuro —en 1829 tenía tan sólo 45 años— debieron convencerle de que se le estaba acabando el tiempo. Según su médico, Fernando hizo en privado esta confesión inequívoca: «Es menester que me case cuanto antes».[2]
La elegida para ser su esposa fue la princesa napolitana María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, sobrina de Fernando y 22 años más joven que él. Se casaron el 10 de diciembre y pocos meses después Fernando VII hacía pública la Pragmática Sanción de 1789, aprobada al principio del reinado de su padre Carlos IV, que abolía la Ley Sálica, ley que impedía que las mujeres pudiesen reinar. De esta forma, Fernando VII se aseguraba de que, si por fin tenía descendencia, su hijo o hija le sucederían. A principios de mayo de 1830, un mes después de la promulgación de la pragmática, se anunció que la reina María Cristina estaba embarazada, y el 10 de octubre de 1830 nació una niña, Isabel, por lo que Carlos María Isidro quedó fuera de la sucesión al trono, para gran consternación de sus partidarios ultraabsolutistas. Por otro lado, tras el triunfo de la revolución de 1830 en Francia —que dio paso a la monarquía constitucional de Felipe de Orleans—, los liberales españoles exiliados organizaron y protagonizaron diversos pronunciamientos, todos ellos fracasados, para restablecer la Constitución de 1812 y poner fin a la monarquía absoluta de Fernando VII: el de mayor repercusión fue el pronunciamiento de Torrijos de diciembre de 1831, que acabó con el fusilamiento de todos sus integrantes sin juicio previo; unos meses antes había sido ajusticiada a garrote vil Mariana Pineda.[3]
Los hechos
Pero los «carlistas» no se resignaron a que la recién nacida Isabel fuera la futura reina e intentaron aprovechar su primera oportunidad con motivo de la enfermedad del rey Fernando, lo que dio lugar a los sucesos de La Granja del verano de 1832. El 16 de septiembre de 1832 se agrava la delicada salud del rey Fernando VII, que se encontraba convaleciente en su palacio de La Granja (en Segovia), y la reina María Cristina, presionada y engañada por los ministros ultraabsolutistas encabezados por Francisco Tadeo Calomarde y por el embajador del Reino de Nápoles, que le aseguraron que el ejército no le apoyaría en su Regencia cuando muriera el rey (e intentando evitar una guerra civil, según su propio testimonio posterior), influye en su esposo para que revoque la Pragmática Sanción del 31 de marzo de 1830 que cerraba el acceso al trono a Carlos María Isidro. El día 18 el rey firma la anulación de la Pragmática de la Ley Sálica, por lo que la ley que impide que las mujeres puedan reinar vuelve a estar en vigor. Pero inesperadamente Fernando VII recobra la salud y el 1 de octubre destituye a los ministros «carlistas» —partidarios de su hermano, y que han engañado a su esposa— y el 31 de diciembre anula el decreto derogatorio que jamás se había publicado (pues el rey lo había firmado con la condición de que no se publicase hasta después de su muerte), pero que los ultraabsolutistas se habían encargado de divulgar.[4] De esta forma, Isabel, de dos años de edad, volvía a ser la heredera al trono.[5]
Consecuencias
El nuevo gobierno encabezado como secretario de Estado por el absolutista "reformista" Francisco Cea Bermúdez y del que han sido apartados los «ultras» inmediatamente toma una serie de medidas para propiciar un acercamiento a los liberales «moderados», iniciando así una transición política que tras la muerte del rey continuará la Regencia de María Cristina. Se trata de la reapertura de las universidades, cerradas por el ministro Calomarde para evitar el «contagio» de la Revolución de julio de 1830 en Francia y, sobre todo, la promulgación de una amnistía el mismo día de su constitución, el 1 de octubre de 1832, que permite la vuelta a España de la mayoría de los liberales exiliados. Además el 5 de noviembre crea el nuevo Ministerio de Fomento, un proyecto reformista boicoteado por los ministros «ultras».[6]
A partir de su apartamiento del poder, los ultrabsolutistas, apoyándose en los Voluntarios realistas, se enfrentan al nuevo gobierno y el propio hermano del rey se niega a prestar juramento como princesa de Asturias y heredera al trono a Isabel, por lo que Fernando VII le obliga a que abandone España. Así el 16 de marzo de 1833, Carlos María Isidro y su familia se marcha a Portugal. Finalmente, el 20 de junio de 1833, se produce la jura de su hija Isabel como heredera de la corona.[7] Unos meses después, el 29 de septiembre de 1833, el rey Fernando VII muere, iniciándose una guerra civil por la sucesión a la Corona entre isabelinos —partidarios de Isabel II—, también llamados cristinos por su madre, que asume la regencia, y carlistas —partidarios de su tío Carlos—.[6]
Referencias
- Fuentes y 2007 , 81-87.
- Fuentes y 2007 , 88.
- Fuentes y 2007 , 88-89.
- «Real decreto anulando el decreto que derogaba la pragmática sanción de 29 de Marzo de 1830, decretada á petición de las Cortes de 1789, para restablecer la sucesión regular en la corona de España.». Gaceta de Madrid (1). 1 de enero de 1833. p. 1. Consultado el 20 de noviembre de 2020.
- Fuentes y 2007 , 89-90.
- ↑ Fuentes y 2007, 90.
- GONZÁLEZ FUERTES, Manuel A. (2000). «Igual, pero diferente: perspectiva institucional de la jura de la Infanta María Isabel Luisa (1833)». Cuadernos de historia moderna (24): 54-83. ISSN 0214-4018. Consultado el 19 de noviembre de 2020.
Bibliografía
- Fuentes, Juan Francisco (2007). El fin del Antiguo Régimen (1808-1868). Política y sociedad. Madrid: Síntesis. ISBN 978-84-975651-5-8.