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Vieja friendo huevos

Vieja friendo huevos es un cuadro de juventud de Velázquez, pintado en Sevilla en 1618, solo un año después de su examen como pintor. Se encuentra en la Galería Nacional de Escocia, en Edimburgo, desde 1955, adquirido a los herederos de sir Francis Cook por 57 000 libras.[1]

Vieja friendo huevos
Año 1618
Autor Diego Velázquez
Técnica Óleo sobre lienzo
Estilo Barroco
Tamaño 100,5 cm × 119,5 cm
Localización Galería nacional de Escocia, Edimburgo, Reino Unido

Historia

El cuadro aparece mencionado por primera vez junto con otros bodegones de Velázquez en 1698 en el inventario de las pinturas de Nicolás de Omazur, comerciante flamenco establecido en Sevilla y amigo de Murillo, donde se describe como lienzo de una vara de alto sin marco con «una vieja friendo un par de huebos (sic), y un muchacho con un melón en la mano».[2]​ A comienzos del siglo XIX se encontraba ya en Inglaterra, en la colección de John Woollett, subastada en Christie's de Londres el 8 de mayo de 1813. En 1883 Charles B. Curtis (Velázquez and Murillo: A descriptive and historical catalogue) publicó el cuadro por primera vez como obra de Velázquez, una atribución que fue unánimemente acogida por la crítica posterior. Tras pasar por distintas colecciones británicas, en 1955 ingresó en el museo de Edimburgo. Al procederse a su limpieza apareció en 1957 la fecha (1618) en el ángulo inferior derecho, la misma que lleva otra obra del pintor, Cristo en casa de Marta y María, con la que comparte el modelo de la mujer anciana y algunos de los objetos de bodegón en primer plano.[3]

Descripción

El cuadro pertenece al género del bodegón, según lo entendía Francisco Pacheco, como escena de cocina o de mesón con figuras a veces ridículas o, cuando menos, vulgares, pero estimables «sí son pintados como mi yerno los pinta alzándose con esta parte sin dejar lugar a otros», pues por esta vía «halló la verdadera imitación del natural».[4]

La escena se desarrolla en el interior de una cocina poco profunda, iluminada con fuertes contrastes de luz y sombra. La luz, dirigida desde la izquierda, ilumina por igual todo el primer plano, destacando con la misma fuerza figuras y objetos sobre el fondo oscuro de la pared, de la que cuelgan un cestillo de mimbre y unas alcuzas o lámparas de aceite. Una anciana con toca blanca cocina en un anafe u hornillo un par de huevos, que pueden verse en mitad del proceso de cocción flotando en líquido dentro de una cazuela de barro gracias al punto de vista elevado de la composición. Con una cuchara de madera en la mano derecha y un huevo que se dispone a cascar contra el borde de la cazuela en la mano izquierda, la anciana suspende la acción y alza la cabeza ante la llegada de un muchacho que avanza con un melón de invierno bajo el brazo y un frasco de cristal. Delante de la mujer y en primer término se disponen una serie de objetos vistos con el mismo punto de vista elevado: una jarra de loza vidriada blanca junto a otra vidriada de verde, un almirez con su mano, un plato de loza hondo con un cuchillo, cebollas y guindillas. Apoyado en el anafe brilla un caldero de bronce.

Los objetos han sido estudiados de forma individual, maravillosos en su singularidad pero mal integrados en el conjunto.[5]​ Ciertos problemas de perspectiva y alguna incongruencia en las sombras que proyectan no impiden, sin embargo, apreciar la sutileza en el tratamiento de sus texturas por el sabio manejo de la luz, que es parcialmente absorbida por los cacharros cerámicos y se refleja en los metálicos, casi alternadamente dispuestos. El interés de Velázquez por los efectos ópticos y su tratamiento pictórico se pone de manifiesto en los huevos flotando en el líquido —aceite o agua— en los que «logra mostrar el proceso de cambio por el cual la transparente clara del huevo crudo se va tornando opaca al cuajarse», detalle que indica el interés del pintor en captar lo fugaz y efímero, deteniendo el proceso en un momento concreto.[6]

Pero más allá de la atención prestada a estos objetos y a su percepción visual, Velázquez ha ensayado una composición de cierta complejidad, en la que la luz juega un papel determinante, conectando figuras y objetos en planos entrecruzados. La relación entre los dos protagonistas del lienzo resulta, sin embargo, ambigua. Sus miradas no se cruzan: el muchacho dirige la suya hacia el espectador mientras la mirada de la anciana parece perderse en el infinito, creando con ello cierto aire de misterio que ha hecho pensar que lo representado en el lienzo no sea una simple escena de género.[7]

Lejos de ser «figuras ridículas» para provocar risa, como decía Pacheco a propósito de los protagonistas de los bodegones más convencionales, anciana y joven están tratados con severa dignidad. El escorzo de la cabeza del muchacho coincide con el del adolescente que recibe la copa en El aguador de Sevilla, adoptando un gesto reconcentrado, como transido por la importante responsabilidad que desempeña en la cocina. El mismo muchacho no deja de recordar al más joven de los Tres músicos, pero la incidencia de la luz, más matizada, y la expresión seria le dotan de una dignidad y atractivo que no tenía aquel. La repetición del modelo hace creíble, aunque no haya forma de comprobarlo, que se trate del «aldeanillo aprendiz» que, según Pacheco, Velázquez tenía cohechado para que le sirviese de modelo. El tipo humano de la vieja, con su mirada perdida, es probablemente el mismo de la anciana que aparece en Cristo en casa de Marta y María, en el que algunos críticos han querido ver un retrato de la suegra del pintor.[8]

Julián Gállego llamó la atención sobre la quietud que el cuadro desprende, alejada del dinamismo de las obras de Caravaggio, con el que algunos críticos lo han relacionado por el tratamiento del claroscuro, «quietud desconcertante» que sólo encontraría paralelo en algunos pintores nórdicos, como Louis Le Nain o Georges de La Tour.[9]​ Las acciones de los personajes —agitar la cuchara para que no se pegue la clara, cascar el huevo, acercar la jarra de vino— han sido sorprendidas en un instante y los actores de ellas han quedado inmovilizados, sin comunicación entre sí. Jonathan Brown entiende por ello que Velázquez ha hecho de sus personajes objetos y los ha tratado de igual modo que hace con estos, con distanciamiento y objetividad.[10]

Ensayos de interpretación del significado

Conforme a la interpretación tradicional de los primeros bodegones de Velázquez, en los que se apuntaban paralelismos con la novela picaresca, el cuadro se ha visto como una ilustración de un pasaje del Guzmán de Alfarache, donde Mateo Alemán presentaba a una vieja friendo huevos para un muchacho. Pero la «inquietante atmósfera psicológica» del cuadro, según lo describe Jonathan Brown, y la mirada perdida de la anciana, o la propia formación cultural del pintor en el taller de Pacheco, han motivado la búsqueda de unas intenciones simbólicas con las que Velázquez estaría dignificando el género del bodegón, desdeñado por los teóricos precisamente por carecer de «asunto», como de forma más explícita hace en Cristo en casa de Marta y María o en La mulata con la cena de Emaús de Dublín, verdaderos «bodegones a lo divino».

En esta dirección Julián Gállego sugirió que el cuadro pudiera ser interpretado como una representación del sentido del gusto, y aunque él mismo se decía no convencido con esa explicación,[11]Fernando Marías ha profundizado de forma original en la relación con los sentidos corporales, que encuentra aludidos en otros bodegones, en los que «las referencias literarias —por ejemplo con respecto a la novela picaresca— brillan por su ausencia».[12]​ El repertorio de objetos magistralmente descritos por Velázquez en sus varios colores y brillos, con los que se hacen reconocibles las diferentes texturas y calidades táctiles, pueden ser reconocidos por el espectador, como también por el muchacho que con la mirada llama su atención, mediante el sentido de la vista, en tanto la anciana, con la mirada perdida, «con expresión de ciega» según Gállego, parece tantear con la cuchara la distancia a la cazuela. En la vieja, acaso ciega, Velázquez parece reflexionar sobre las dos formas de conocimiento de una misma realidad, la proporcionada por el sentido de la vista y la que proporciona el tacto.[13]

Una interpretación distinta ofrece Manuela Mena, para quien no sería casual la semejanza entre esta anciana y la dueña que aparece en Cristo en casa de Marta y María. De la mirada de la anciana, que «roza» al niño pero no se fija en él, «se desprende una extraña sugerencia de sabiduría y de experiencia». Las alcuzas que cuelgan de la pared del fondo, símbolo barroco de la Vigilancia, completarían el significado de esa mirada, inteligente y no ciega, capaz de ver desde la experiencia el pasado y el futuro.[7]

Referencias

  1. [1]
  2. Corpus velazqueño, t. II, pág. 553.
  3. Catálogo de la exposición Velázquez y Sevilla (Manuela Mena), pág. 186.
  4. Pacheco, pág. 519.
  5. Brown, pág. 12.
  6. Knox, pág. 13.
  7. Catálogo de la exposición Velázquez y Sevilla, op. cit.
  8. Catálogo de la exposición Velázquez, 1990 (Julián Gállego), pág. 74, propuesta formulada por José Camón Aznar.
  9. Catálogo de la exposición Velázquez, 1990, pág. 79.
  10. Brown, op. cit.
  11. Catálogo de la exposición Velázquez, pág. 78.
  12. Marías, pág. 40.
  13. Marías, pág. 41.

Bibliografía

  • Brown, Jonathan (1986). Velázquez. Pintor y cortesano. Madrid: Alianza Editorial. ISBN 84-206-9031-7. 
  • Catálogo de la exposición (1990). Velázquez. Madrid : Museo Nacional del Prado. ISBN 84-87317-01-4. 
  • Catálogo de la exposición (1999). Velázquez y Sevilla. Sevilla: Junta de Andalucía. Consejería de Cultura. ISBN 84-8266-098-5. 
  • Corpus velazqueño (2000). Corpus velazqueño. Documentos y textos, 2 vols., bajo la dirección de J. M. Pita Andrade. Madrid. ISBN 84-369-3347-8. 
  • Knox, Giles (2010). Las últimas obras de Velázquez. Reflexiones sobre el estilo pictórico. Madrid: Centro de Estudios Europa Hispánica. ISBN 84-936-7763-3. 
  • Marías, Fernando (1999). Velázquez. Pintor y criado del rey. Madrid: Nerea. ISBN 84-89569-33-9. 
  • Pacheco, Francisco, ed. de Bonaventura Bassegoda (1990). El arte de la pintura. Madrid: Cátedra. ISBN 84-376-0871-6. 
  •   Datos: Q2471800
  •   Multimedia: Vieja friendo huevos (Velázquez)

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Vieja friendo huevos es un cuadro de juventud de Velazquez pintado en Sevilla en 1618 solo un ano despues de su examen como pintor Se encuentra en la Galeria Nacional de Escocia en Edimburgo desde 1955 adquirido a los herederos de sir Francis Cook por 57 000 libras 1 Vieja friendo huevosAno1618AutorDiego VelazquezTecnicaoleo sobre lienzoEstiloBarrocoTamano100 5 cm 119 5 cmLocalizacionGaleria nacional de Escocia Edimburgo Reino Unido editar datos en Wikidata Indice 1 Historia 2 Descripcion 3 Ensayos de interpretacion del significado 4 Referencias 5 BibliografiaHistoria EditarEl cuadro aparece mencionado por primera vez junto con otros bodegones de Velazquez en 1698 en el inventario de las pinturas de Nicolas de Omazur comerciante flamenco establecido en Sevilla y amigo de Murillo donde se describe como lienzo de una vara de alto sin marco con una vieja friendo un par de huebos sic y un muchacho con un melon en la mano 2 A comienzos del siglo XIX se encontraba ya en Inglaterra en la coleccion de John Woollett subastada en Christie s de Londres el 8 de mayo de 1813 En 1883 Charles B Curtis Velazquez and Murillo A descriptive and historical catalogue publico el cuadro por primera vez como obra de Velazquez una atribucion que fue unanimemente acogida por la critica posterior Tras pasar por distintas colecciones britanicas en 1955 ingreso en el museo de Edimburgo Al procederse a su limpieza aparecio en 1957 la fecha 1618 en el angulo inferior derecho la misma que lleva otra obra del pintor Cristo en casa de Marta y Maria con la que comparte el modelo de la mujer anciana y algunos de los objetos de bodegon en primer plano 3 Descripcion EditarEl cuadro pertenece al genero del bodegon segun lo entendia Francisco Pacheco como escena de cocina o de meson con figuras a veces ridiculas o cuando menos vulgares pero estimables si son pintados como mi yerno los pinta alzandose con esta parte sin dejar lugar a otros pues por esta via hallo la verdadera imitacion del natural 4 La escena se desarrolla en el interior de una cocina poco profunda iluminada con fuertes contrastes de luz y sombra La luz dirigida desde la izquierda ilumina por igual todo el primer plano destacando con la misma fuerza figuras y objetos sobre el fondo oscuro de la pared de la que cuelgan un cestillo de mimbre y unas alcuzas o lamparas de aceite Una anciana con toca blanca cocina en un anafe u hornillo un par de huevos que pueden verse en mitad del proceso de coccion flotando en liquido dentro de una cazuela de barro gracias al punto de vista elevado de la composicion Con una cuchara de madera en la mano derecha y un huevo que se dispone a cascar contra el borde de la cazuela en la mano izquierda la anciana suspende la accion y alza la cabeza ante la llegada de un muchacho que avanza con un melon de invierno bajo el brazo y un frasco de cristal Delante de la mujer y en primer termino se disponen una serie de objetos vistos con el mismo punto de vista elevado una jarra de loza vidriada blanca junto a otra vidriada de verde un almirez con su mano un plato de loza hondo con un cuchillo cebollas y guindillas Apoyado en el anafe brilla un caldero de bronce Los objetos han sido estudiados de forma individual maravillosos en su singularidad pero mal integrados en el conjunto 5 Ciertos problemas de perspectiva y alguna incongruencia en las sombras que proyectan no impiden sin embargo apreciar la sutileza en el tratamiento de sus texturas por el sabio manejo de la luz que es parcialmente absorbida por los cacharros ceramicos y se refleja en los metalicos casi alternadamente dispuestos El interes de Velazquez por los efectos opticos y su tratamiento pictorico se pone de manifiesto en los huevos flotando en el liquido aceite o agua en los que logra mostrar el proceso de cambio por el cual la transparente clara del huevo crudo se va tornando opaca al cuajarse detalle que indica el interes del pintor en captar lo fugaz y efimero deteniendo el proceso en un momento concreto 6 Pero mas alla de la atencion prestada a estos objetos y a su percepcion visual Velazquez ha ensayado una composicion de cierta complejidad en la que la luz juega un papel determinante conectando figuras y objetos en planos entrecruzados La relacion entre los dos protagonistas del lienzo resulta sin embargo ambigua Sus miradas no se cruzan el muchacho dirige la suya hacia el espectador mientras la mirada de la anciana parece perderse en el infinito creando con ello cierto aire de misterio que ha hecho pensar que lo representado en el lienzo no sea una simple escena de genero 7 Lejos de ser figuras ridiculas para provocar risa como decia Pacheco a proposito de los protagonistas de los bodegones mas convencionales anciana y joven estan tratados con severa dignidad El escorzo de la cabeza del muchacho coincide con el del adolescente que recibe la copa en El aguador de Sevilla adoptando un gesto reconcentrado como transido por la importante responsabilidad que desempena en la cocina El mismo muchacho no deja de recordar al mas joven de los Tres musicos pero la incidencia de la luz mas matizada y la expresion seria le dotan de una dignidad y atractivo que no tenia aquel La repeticion del modelo hace creible aunque no haya forma de comprobarlo que se trate del aldeanillo aprendiz que segun Pacheco Velazquez tenia cohechado para que le sirviese de modelo El tipo humano de la vieja con su mirada perdida es probablemente el mismo de la anciana que aparece en Cristo en casa de Marta y Maria en el que algunos criticos han querido ver un retrato de la suegra del pintor 8 Julian Gallego llamo la atencion sobre la quietud que el cuadro desprende alejada del dinamismo de las obras de Caravaggio con el que algunos criticos lo han relacionado por el tratamiento del claroscuro quietud desconcertante que solo encontraria paralelo en algunos pintores nordicos como Louis Le Nain o Georges de La Tour 9 Las acciones de los personajes agitar la cuchara para que no se pegue la clara cascar el huevo acercar la jarra de vino han sido sorprendidas en un instante y los actores de ellas han quedado inmovilizados sin comunicacion entre si Jonathan Brown entiende por ello que Velazquez ha hecho de sus personajes objetos y los ha tratado de igual modo que hace con estos con distanciamiento y objetividad 10 Ensayos de interpretacion del significado EditarConforme a la interpretacion tradicional de los primeros bodegones de Velazquez en los que se apuntaban paralelismos con la novela picaresca el cuadro se ha visto como una ilustracion de un pasaje del Guzman de Alfarache donde Mateo Aleman presentaba a una vieja friendo huevos para un muchacho Pero la inquietante atmosfera psicologica del cuadro segun lo describe Jonathan Brown y la mirada perdida de la anciana o la propia formacion cultural del pintor en el taller de Pacheco han motivado la busqueda de unas intenciones simbolicas con las que Velazquez estaria dignificando el genero del bodegon desdenado por los teoricos precisamente por carecer de asunto como de forma mas explicita hace en Cristo en casa de Marta y Maria o en La mulata con la cena de Emaus de Dublin verdaderos bodegones a lo divino En esta direccion Julian Gallego sugirio que el cuadro pudiera ser interpretado como una representacion del sentido del gusto y aunque el mismo se decia no convencido con esa explicacion 11 Fernando Marias ha profundizado de forma original en la relacion con los sentidos corporales que encuentra aludidos en otros bodegones en los que las referencias literarias por ejemplo con respecto a la novela picaresca brillan por su ausencia 12 El repertorio de objetos magistralmente descritos por Velazquez en sus varios colores y brillos con los que se hacen reconocibles las diferentes texturas y calidades tactiles pueden ser reconocidos por el espectador como tambien por el muchacho que con la mirada llama su atencion mediante el sentido de la vista en tanto la anciana con la mirada perdida con expresion de ciega segun Gallego parece tantear con la cuchara la distancia a la cazuela En la vieja acaso ciega Velazquez parece reflexionar sobre las dos formas de conocimiento de una misma realidad la proporcionada por el sentido de la vista y la que proporciona el tacto 13 Una interpretacion distinta ofrece Manuela Mena para quien no seria casual la semejanza entre esta anciana y la duena que aparece en Cristo en casa de Marta y Maria De la mirada de la anciana que roza al nino pero no se fija en el se desprende una extrana sugerencia de sabiduria y de experiencia Las alcuzas que cuelgan de la pared del fondo simbolo barroco de la Vigilancia completarian el significado de esa mirada inteligente y no ciega capaz de ver desde la experiencia el pasado y el futuro 7 Referencias Editar 1 Corpus velazqueno t II pag 553 Catalogo de la exposicion Velazquez y Sevilla Manuela Mena pag 186 Pacheco pag 519 Brown pag 12 Knox pag 13 a b Catalogo de la exposicion Velazquez y Sevilla op cit Catalogo de la exposicion Velazquez 1990 Julian Gallego pag 74 propuesta formulada por Jose Camon Aznar Catalogo de la exposicion Velazquez 1990 pag 79 Brown op cit Catalogo de la exposicion Velazquez pag 78 Marias pag 40 Marias pag 41 Bibliografia EditarBrown Jonathan 1986 Velazquez Pintor y cortesano Madrid Alianza Editorial ISBN 84 206 9031 7 Catalogo de la exposicion 1990 Velazquez Madrid Museo Nacional del Prado ISBN 84 87317 01 4 Catalogo de la exposicion 1999 Velazquez y Sevilla Sevilla Junta de Andalucia Consejeria de Cultura ISBN 84 8266 098 5 Corpus velazqueno 2000 Corpus velazqueno Documentos y textos 2 vols bajo la direccion de J M Pita Andrade Madrid ISBN 84 369 3347 8 Knox Giles 2010 Las ultimas obras de Velazquez Reflexiones sobre el estilo pictorico Madrid Centro de Estudios Europa Hispanica ISBN 84 936 7763 3 Marias Fernando 1999 Velazquez Pintor y criado del rey Madrid Nerea ISBN 84 89569 33 9 Pacheco Francisco ed de Bonaventura Bassegoda 1990 El arte de la pintura Madrid Catedra ISBN 84 376 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