Muerte fetal
Muerte fetal u óbito es el término médico para referirse al hecho de que un feto muera dentro del útero con un peso mayor de 500 gramos y/o con un desarrollo gestacional mayor de 20 semanas;[1] es decir, cuando ha alcanzado un desarrollo tal que, en condiciones óptimas, la vida fuera del útero pudiera haber sido posible. La mayoría de muertes fetales ocurren en el tercer trimestre de embarazo, y se habla de muerte fetal precoz cuando ocurre en el segundo trimestre o, de forma más precisa, cuando el peso es menor de 1000 gramos y/o el desarrollo es menor de 28 semanas. Se habla de aborto cuando el peso del embrión o feto es menor de 500 gramos y/o el desarrollo de la gestación es menor de 20 semanas. La mayoría de los abortos ocurren en el primer trimestre, y se habla de aborto tardío cuando ocurre en el segundo trimestre.[2][3]
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Síntomas
Suele ser la falta de movimiento del feto.
Diagnóstico
El feto muerto, cuando nace pasa a llamarse mortinato (nacido muerto). Hasta finales del siglo XX, el diagnóstico de muerte fetal solo era de certeza tras el nacimiento, mediante la comprobación de que, después de la separación completa de la madre, no respiraba ni mostraba otra evidencia de vida, tal como latido del corazón, pulsación del cordón umbilical o movimiento de músculos voluntarios. Hoy la ecografía permite el diagnóstico de la muerte fetal dentro del útero (confirmando la ausencia de actividad del corazón) y además permite la estimación del tamaño del feto.[2]
Causas
En una gran mayoría de casos las causas permanecen desconocidas, incluso aunque se practiquen múltiples pruebas a la madre y autopsia al mortinato. Se han identificado como posibles causas las siguientes:
- Patogenicidad bacteriana.
- Enfermedad congénita, como hipoplasia pulmonar.
- Aberraciones cromosómicas.
- Restricción del crecimiento intrauterino.
- Colestasis.
- Diabetes mellitus.
- Pre-eclampsia.
- Psicotrópicos (tales como alcohol, nicotina, etc.).
- Medicamentos para los que exista evidencia de teratogenesis o toxicidad.
- Embarazo cronológicamente prolongado.
- Desprendimiento prematuro de placenta.
- Traumatismo.
- Radiación.
- Incompatibilidad Rh.
- Enfermedad celíaca, que suele presentarse sin síntomas digestivos por lo que la mayoría de los casos no se reconocen ni diagnostican.[4][5]
- Accidentes del cordón umbilical.[6]
- Embarazo no controlado o mal controlado.
- Trombofilias.
- Drogas ilícitas.
- Algunas interrupciones voluntarias de embarazo se cuentan en las estadísticas como muertes fetales.[7]
Tratamiento
Una muerte fetal intraútero no suele representar riesgo inmediato para la mujer, por lo que, dado que el parto suele comenzar espontáneamente en dos semanas, la mujer puede elegir esperar, salvo que encuentre traumatizante la idea de llevar un feto muerto, en cuyo caso, puede elegir la inducción del parto. Si pasan más de dos semanas, entonces ya sí puede aparecer un riesgo de desarrollar trastornos de la coagulación por lo que, pasado este tiempo se recomienda la inducción del parto. El parto debe ser vaginal, dejando la cesárea para casos de complicaciones.
Abordaje emocional
La mayoría de las mujeres que pierden a su hijo en sus embarazos se sienten incomprendidas ante la trivialización con la que personas de su entorno social hacen referencia hacia lo sucedido, en frases como "ya tendrás otro". Para la madre que ha perdido un futuro hijo, ese ser era importante y tenía entidad en sí mismo que no es sustituible por otro. Es más recomendable el acompañamiento desde el reconocimiento del dolor en la dirección de la aceptación como proceso de pérdida y como proceso de maduración y de crecimiento. En realidad, como ocurre con la muerte de cualquier ser querido. Por ejemplo, es recomendable que los profesionales ofrezcan a la pareja posibilidad de que vea al mortinato para que pueda tener lugar una despedida a modo de ritual que, al marcar un antes y un después, permita que tenga lugar el proceso de duelo psicológico.[8]
Véase también
Referencias
- «Aborto espontáneo.». MedlinePlus. Consultado el 19 de mayo de 2018.
- ↑ «Protocolo: Muerte Fetal Anteparto». Sociedad Española de Obstetricia y Ginecología. Junio, 2008.
- Mortalidad intrauterina, ONU
- Tersigni C, Castellani R, de Waure C, Fattorossi A, De Spirito M, Gasbarrini A, Scambia G, Di Simone N (2014). «Celiac disease and reproductive disorders: meta-analysis of epidemiologic associations and potential pathogenic mechanisms». Human Reproduction Update 20 (4): 582-593. ISSN 1355-4786. PMID 24619876. doi:10.1093/humupd/dmu007.
- Saccone G, Berghella V, Sarno L, Maruotti GM, Cetin I, Greco L, Khashan AS, McCarthy F, Martinelli D, Fortunato F, Martinelli P (9 de octubre de 2015). «Celiac disease and obstetric complications: a systematic review and metaanalysis». Am J Obstet Gynecol. pii: S0002-9378 (15): 01194-1. PMID 26432464. doi:10.1016/j.ajog.2015.09.080.
- Collins JH (M.D.). Retrieved on 2009-3-17
- Bythell M, et al. (2008) The contribution of late termination of pregnancy to stillbirth rates in Northern England, 1994-2005. The British Journal of Obstetrics and Gynaecology, 115(5):664-666
- Santos Leal, Emilio; Claramunt Armengau, M. Àngels; Álvarez, Mónica; Jové, Rosa (2009). . La Esfera de los Libros. ISBN 9788497348508. Archivado desde el original el 23 de mayo de 2010.