fbpx
Wikipedia

Técnica psicoanalítica

Tanto Sigmund Freud como psicoanalistas posteriores dejaron una serie de preceptos técnicos a ser tenidos en cuenta en la conducción de un tratamiento psicoanalítico. Freud dedicó varios artículos a la temática, entre los que caben mencionarse El uso de la interpretación de los sueños en el psicoanálisis (1911), Sobre la dinámica de la trasferencia (1912), Consejos al médico sobre el tratamiento psicoanalítico (1912), Sobre la iniciación del tratamiento (1913), Recordar, repetir y reelaborar (1914) y Puntualizaciones sobre el amor de transferencia (1915 [1914]). También el sexto de los nueve apartados de Esquema del psicoanálisis (1940 [1938]), obra póstuma que presenta una síntesis de los principales ejes del pensamiento del autor, está consagrado a la técnica psicoanalítica. Por su parte, el primero de los seminarios dictados por Jacques Lacan lleva el nombre de Los escritos técnicos de Freud (1953-1954).

El pacto entre paciente y analista

En Esquema del psicoanálisis, Freud sostiene que el yo, vasallo de la realidad objetiva, del ello y del superyó, ha de rendir tributo a sus tres señores y simultáneamente conservar su autonomía y su organización. Los estados patológicos podrían explicarse mediante el expediente de que en tales casos el yo quedaría parcial o totalmente debilitado e incapacitado para asumir sus obligaciones. Sojuzgar los requerimientos pulsionales que el ello busca imponerle probablemente sea la más espinosa tarea que la instancia yoica ha de acometer y a ella destina importantes montos de energía empleados para el sostenimiento de las contrainvestiduras. Por otro lado, existe también la posibilidad de que sea el superyó el que se ha tornado intolerablemente demandante, al punto que no le resten fuerzas al yo para cumplir con otros quehaceres. El ello y el superyó suelen aliarse en perjuicio de su súbdito, que, para evitar desorganizarse, debe intentar no desasirse del mundo exterior, vínculo este último que puede aparecer afectado o incluso suprimido cuando aquellos dos cobran demasiada fuerza. El sueño, temporario estado de carácter psicótico, subsume al yo en las incoherencias de la realidad interior en el momento en el que este concede resignar sus lazos con el exterior.[1]

El abrumado yo requiere auxilio y a él debe coaligarse el analista para, apoyándose tanto el uno como el otro en la realidad objetiva, entre ambos hacer frente a reclamos pulsionales y de la conciencia moral. A cambio de la más absoluta franqueza que ha de ofrecer el paciente, de la promesa de no guardarse para sí nada de lo que la percepción de sí mismo ponga a su disposición, el analista garantiza discreción y se entrega a la labor de interpretar los contenidos que brotan del relato del enfermo: “Nuestro saber debe remediar su no saber, debe devolver al yo del paciente el imperio sobre jurisdicciones perdidas de la vida anímica.” La situación analítica consistiría, para Freud, en un pacto de tales características[2]

Freud no deja de advertir, sin embargo, que, para que el yo del enfermo pueda comprometerse a trabajar de consuno con el analista, debe haber retenido cierto ordenamiento interno que le permita no permanecer ajeno a los reclamos que a él le dirija el mundo exterior. Tal requisito no se verificaría en yo psicótico, que el autor considera incapaz de sostener su palabra respecto del pacto celebrado y a veces incluso de concertarlo. El psicótico relegaría al analista y a la ayuda que este le promete a aquella parte de la realidad que ha perdido significatividad para él. Sentencia Freud entonces muy sumariamente que frente a la psicosis “se nos impone la renuncia a ensayar nuestro plan curativo”, de lo que podría extraerse la inferencia de que habría que resignar la intención de emprender con tales individuos todo empeño terapéutico que comparta las características que él ha delineado para el tratamiento de las neurosis.

Curiosamente ―y como si se estuviera adelantando al trabajo que innumerables psicoanalistas después de él desarrollarían con la psicosis―, concluye que tal renuncia bien puede ser definitiva, pero también transitoria y durar solo hasta que se encuentre un método curativo que se adecue a las particularidades de los psicóticos. Para Freud, no muy lejos de ellos se sitúan los neuróticos graves, de quienes llega a decir que las condiciones de la enfermedad y los mecanismos patógenos son muy similares a los de aquellos otros pacientes, si acaso no idénticos. Lo que diferenciaría a unos y a otros sería la mayor resistencia a la desorganización por parte del yo neurótico, el cual, en muchos casos y a pesar de la multiplicidad de sus síntomas, lograría hacer pie en la realidad objetiva, contribuyendo esto quizá a que el individuo esté mejor predispuesto a recibir tratamiento.[3]

Asociación libre y transferencia

Condición de posibilidad del tratamiento es la estricta obediencia a la regla fundamental del psicoanálisis, que compele al paciente a no dejar por fuera de lo que relate nada de lo que se le vuelva evidente a partir de su observación de sí, incluso si lo juzgare desagradable, sin importancia o sin sentido. La neutralización de la autocrítica permitirá la afluencia de una gran cantidad de material ―sea bajo la forma de simples ocurrencias, o bien como recuerdos y pensamientos― que llevará sobre sí la impronta de lo inconsciente, al punto de en ocasiones constituir propiamente retoños de lo reprimido que habilitarán al analista para reconstruir la fuente de tales vástagos y para ayudar al yo de su paciente a ganar mayor conocimiento acerca de su inconsciente.[4]​ Para interpretar un sueño exitosamente se vuelven indispensables las asociaciones que el propio soñante establezca entre los elementos del texto del sueño. Tales asociaciones permitirían recuperar los eslabones faltantes para que, partiendo del contenido manifiesto (lo que se recuerda del sueño al despertar), puedan colegirse los pensamientos oníricos latentes, que corresponde al genuino proceso onírico. La interpretación, que recorrería en sentido inverso la tarea del trabajo del sueño —a saber, la operación encargada de trasponer estos pensamientos en aquella figuración manifiesta—, a menudo no es completamente certera.[5]

Por otro lado, el yo del analizado dista mucho de situarse en una posición de pasiva aquiescencia frente a lo que le impone la situación analítica y no siempre entrega el material que le es solicitado. El paciente va mucho más allá de concebir como un simple auxiliador al analista, quien se convierte en una figura propicia para que le sean transferidos sentimientos y reacciones que corresponden en realidad al vínculo que aquel sostenía con alguna persona significativa de su niñez, de la cual se vuelve, pues, una suerte de subrogado. Tal transferencia de sentimientos asume un rol de inestimable importancia: del mismo modo que constituye un recurso indispensable para la labor analítica, manan de ella graves amenazas para el éxito de la misma. Manifiesta una naturaleza ambivalente en tanto supone actitudes positivas y negativas ―es decir, tiernas y hostiles― hacia el analista, que regularmente toma para el analizado el papel de la madre o del padre.

La transferencia positiva es la que más fructífera resulta a los fines del empeño terapéutico, llegando a provocar que el paciente tase en poco el designio de curarse y de desligarse de su sufrimiento para, en lugar de ello, abrazar la aspiración de ganarse el favor del analista, convertirse en objeto de su estima. En tales condiciones, la transferencia fomenta la cooperación del paciente y el pasaje de la endeblez yoica propia del neurótico a una constitución de mayor fortaleza. La simpatía por el analista incluso lo mueve a resignar sus síntomas hasta el punto de aparentar encontrarse en perfecto estado de salud psíquica,[6]​ pero Freud advierte que “los resultados curativos producidos bajo el imperio de la transferencia positiva están bajo sospecha de ser de naturaleza sugestiva.”[7]

La transferencia como motor de la cura

Freud sostiene que, en caso de ubicar el paciente al analista en el lugar de alguna de sus figuras parentales, le estaría concediendo al mismo tiempo la autoridad que el superyó hace valer frente al yo, y esto en razón de que el superyó se ha originado a partir de la introyección de los valores de los padres. Tal instancia podría entonces ejercer lo que el autor denomina “una suerte de poseducación del neurótico”. Freud se apresura, sin embargo, a dejar claro que no es legítimo abusar de tal ascendiente sobre el paciente. El analista debe abstenerse de obrar como maestro o de configurar según su propio modelo a quienes a él confían su tratamiento. Ceder a tal tentación supondría traicionar su deber, dado que estaría reeditando una falta de los progenitores, quienes, haciendo uso de su poder en el marco de una relación asimétrica, sofocaron la autonomía de su hijo. Se le impone al analista la necesidad de admitir las particularidades de sus pacientes. La extensión de las inhibiciones en el desarrollo de estos habrán de indicar hasta qué punto será lícito ejercer influencia sobre ellos.[8]

La transferencia comporta otra ventaja para la cura analítica en tanto mueve al paciente a la reescenificación de alguna parte especialmente relevante de su historia de vida, la cual difícilmente podría haber relatado con el suficiente detalle para que uno pudiera formarse una acertada representación de ella prescindiendo de las reacciones transferenciales. En lugar narrar sus vivencias, las actúa frente a los ojos del analista.[8]

La transferencia como obstáculo

En relación con la transferencia en cuanto obstáculo, cabe señalar que, al ser heredera de la relación paterno-filial, también heredará la ambivalencia que la caracteriza. Así, poco podrá hacerse contra la tendencia de un vínculo transferencial al principio positivo a cambiar de signo súbitamente, tendencia que habitualmente será, también ella, una reedición de algún acontecimiento pretérito. La sumisión a, por ejemplo, la supremacía del padre y los esfuerzos por obtener su aprobación nacerían de un deseo erótico respecto de él. Tales tendencias serán reproducidas en el marco de la relación transferencial y demandarán que se les conceda satisfacción, pero la naturaleza del vínculo entre analista y paciente requerirá que se les responda con una denegación. Semejante desengaño puede brindar la oportunidad para el mencionado cambio de signo y es probable que de igual manera haya sucedido en la niñez del individuo.[9]

El origen sugestivo de la resignación de los síntomas por causa de la transferencia positiva tiene por consecuencia que tales restablecimientos se desvanezcan tan pronto como gane terreno la transferencia negativa. No sólo se echa por tierra la remisión sintomática, sino que también queda cancelada la convicción que el paciente pudo haber desarrollado acerca de la eficacia del método psicoanalítico. El riesgo contenido en tales vicisitudes transferenciales radica en que el enfermo las tome como reacciones cuyas condiciones de causación se ubican en circunstancias objetivas presentes. Corresponde al analista hacerle ver su error, dado que solo así podrá reanudarse la labor que en conjunto habían emprendido. Deberá impedir que devengan demasiado acusados tanto el enamoramiento, derivado de una intensa erotización de la transferencia positiva, como la hostilidad, provocada por la negativización de esta y presta a hacer que el paciente se crea menospreciado y decida abandonar su análisis. Ilustrándolo sobre el verdadero carácter de los fenómenos transferenciales, la resistencia se verá desprovista de uno de sus principales recursos y aquello mismo que prometía amenazas ahora deparará beneficios al tratamiento, por cuanto el paciente, lejos de tener en menos lo que ha experimentado en el vínculo transferencial, lo recordará bien e incluso prestará la más sólida confianza a los esclarecimientos que por esa vía haya ganado. Freud sostiene que no resulta conveniente que, fuera de la situación analítica, el paciente actúe en vez de evocar conscientemente ―lo cual, cabe señalarse, sin embargo, sucede― y que más propicio sería que en su vida cotidiana se condujera con la mayor normalidad de la que fuere capaz, reservando el despliegue de sus actitudes anómalas para cuando se encontrase frente a su analista.[10]

La ampliación del autoconocimiento del yo

El robustecimiento del yo se conseguiría a partir del ensanche de su autoconocimiento, el cual supone tan solo un primer paso. El mantenerse apartado de ese saber afecta la potencia del yo y revela que este se encuentra oprimido por las exigencias del ello y del superyó. Así, la colaboración del analista en el camino del paciente hacia su restablecimiento comenzaría con una labor intelectual y una incitación a la participación de este en la misma. El material requerido es provisto por lo que el enfermo comunica en el marco de la asociación libre, lo que los fenómenos transferenciales dejan al descubierto sobre él y lo que pueda inferirse a partir de la interpretación de sus sueños y de sus actos fallidos; material que permitirá reconstruir acontecimientos del pasado que han escapado al recuerdo consciente y dar sentido a lo que no parezca muy inteligible entre aquello que actualmente ocurra dentro de sí.[11]

Freud desaconseja precipitarse a hacer al paciente consabedor de lo que uno ha vislumbrado: ceder a ello antes del momento apropiado puede resultar perjudicial y sería conveniente aguardar hasta que el propio individuo se encuentre lo suficientemente cerca de la intelección que uno pretende brindarle, de suerte que solo un paso lo separe de ella. Si se prescindiera de tal recaudo y se lo atosigara con interpretaciones para las que aún no está listo, la arremetida del analista probará ser infructífera, cuando no lisa y llanamente la ocasión de la exteriorización de una resistencia que hasta podría poner al tratamiento en riesgo de interrupción. No pasando por alto los tiempos del paciente con frecuencia se conseguiría, por el contrario, que él ratifique lo que ha escuchado y recupere el recuerdo del suceso que había sucumbido a la represión.[11]

El vencimiento de las resistencias

La resistencia correspondería a una segunda parte del trabajo analítico. Tal como ya ha sido mencionado, el yo hace uso de las contrainvestiduras para defenderse frente a la posibilidad de irrupción de contenidos procedentes del ello, razón por la cual la entereza de dichas contrainvestiduras resulta indispensable para el normal funcionamiento de la instancia yoica. Cuanto más apremiada se sienta esta, más se afincará en las contrainvestiduras. Ahora bien, semejante inclinación del yo a ponerse a la defensiva se opone tajantemente a los intereses del empeño terapéutico. El analista buscará que el yo, respaldado por el apoyo que él le ofrece, se atreva a dar batalla al ello para recuperar aquellas porciones de su organización que hayan claudicado ante el embate de lo inconsciente. La intensidad de las contrainvestiduras del atemorizado yo se hace valer en la situación analítica bajo la forma de resistencias. El yo considera riesgoso al empeño terapéutico, al que ve como un potencial prodigador de sensaciones displacenteras, y entonces se amedrenta frente a él, lo que torna necesario apaciguarlo y animarlo constantemente para evitar que se nos ponga en contra. Con el nombre ―para Freud, no enteramente correcto― de resistencia de la represión se conoce a tal oposición ofrecida por el yo a lo largo del tratamiento. La composición de los bandos que habían quedado formados cuando analista y paciente sellaron el pacto inicial parece aquí haberse alterado: mientras que el yo se alza contra los propósitos de la cura analítica, lo inconsciente acude en nuestra ayuda dado que presenta una intrínseca tendencia a emerger de las sombras para abrirse paso hasta la conciencia; en otras palabras, el yo resiste y el inconsciente insiste. No tendría gran importancia que, tras disolver sus propias resistencias, el yo optase por acoger el requerimiento del ello, reprimido hasta ese momento, o que, en cambio, se inclinara por rehusarse a incorporárselo ―en cuyo caso quedaría aquel definitivamente rechazado―, pues tanto en un desenlace como en el otro se cancelaría la amenaza, se ensancharía el yo y se volvería superfluo, de allí en más, el oneroso gasto de energía que demandaba el sostenimiento de las contrainvestiduras.[12]

La tarea que más tiempo y dedicación consume es precisamente el vencimiento de las resistencias, pero recibirá su recompensa dado que habrá de originar una provechosa alteración del yo, que no se resignará sea uno u otro el desenlace de la transferencia y se afianzará en la vida del paciente. A su vez, se elimina otra alteración del yo ―la que había sobrevenido por injerencia de lo inconsciente―, lo cual se consigue indicándole al yo la extranjería de los retoños de lo reprimido que en su interior brotan y alentándolo a rechazarlos. Vuelve Freud entonces sobre el punto de que dicha alteración yoica debe mantenerse dentro de ciertos límites para que pueda celebrarse un pacto con el paciente y conducir exitosamente el tratamiento.[13]

Acompasadas con el progreso de la labor terapéutica y con la profundización de nuestro entendimiento sobre el íntimo acontecer psíquico del neurótico, otras dos formas de resistencia irán saliendo a la luz con creciente robustez. Siendo ambas ignoradas por el paciente, no pudieron entrar en consideración en el momento del pacto; estas resistencias, a diferencia de la resistencia de la represión, ni siquiera parten del yo. Freud las nuclea bajo la rúbrica de necesidad de estar enfermo o de padecer, si bien destaca que no tienen el mismo origen. Llama a una sentimiento de culpa o conciencia de culpa, de la cual, sin embargo, el paciente es todo menos consciente. Ha de buscarse su procedencia en la severidad del superyó, el cual establece que el individuo no es digno de ser librado de sus padecimientos. Aunque el influjo de tal resistencia no afecte el trabajo intelectual, lo tornará estéril en cuanto a resultados concretos en el estado del paciente. Incluso puede admitir que se lo dispense de cierto síntoma siempre que sea inmediatamente relevado por otro o bien hasta por una enfermedad orgánica, y esclarece los casos de remisión o restablecimiento que tienen lugar de manera más bien espontánea en ocasión de desgracias reales: brega por retener alguna forma de sufrimiento, aunque ninguna en particular. Quienes la padecen de manera particularmente acusada se denuncian a través de la indolente resignación con la que acogen sus infortunios. También esta resistencia debe ser llevada a la conciencia para así emprender el trabajoso empeño que requerirá el desmontaje del riguroso superyó.[14]

La otra especie de resistencia es aún menos evidente que el sentimiento de culpa y, sin embargo, se delata con particular nitidez en aquellos neuróticos en los que el afán autoconservatorio parece haberse alterado, de suerte que dan la impresión de tener por propósito perjudicarse a sí mismos. Freud adelanta la hipótesis de que tal vez los suicidas también correspondan a esta clase de personas. Se habrían producido en ellas importantes desmezclas pulsionales, que tuvieron por resultado el desligamiento de buena parte de la pulsión de destrucción, ahora vuelta hacia el propio individuo. Esos pacientes no soportarían alivio alguno que el tratamiento pudiera brindarles y se mostrarían prestos a obstaculizarlo haciendo uso para ello de todos sus recursos.[15]

El yo neurótico y los factores intervinientes en el desenlace de la cura

El yo neurótico se revelaría incapaz de llevar a buen término las obligaciones impuestas por la sociedad en particular y el mundo exterior en su conjunto. Una considerable porción de sus propias vivencias no se encuentra dentro de sus dominios. Su actividad se ve cercenada por las restricciones superyoicas y sus esfuerzos se dilapidan en interminables luchas contra el ello, cuyas constantes intrusiones menoscaban su organización y lo escinden intestinamente, escisión que fue objeto de su propio artículo por parte de Freud. Está imposibilitado para producir síntesis alguna y se encuentra “desgarrado por aspiraciones que se contrarían unas a otras, por conflictos no tramitados, dudas no resueltas.” Inicialmente este yo es hecho partícipe de una labor interpretativa meramente intelectual, que tiene por fin la supresión de las lagunas mnésicas.

El analista se procura para sí la potencia del superyó del enfermo y se incita al yo librar batalla frente a cada reclamo pulsional, aniquilando las resistencias, hasta llegar a que lo que había sido reprimido trueque su condición por la de lo preconsciente y sea restituido al yo. Si bien Freud identifica en el afán por curarse e incluso en el interés intelectual por el psicoanálisis factores que contribuyen a la concreción de los propósitos del analista, mejores servicios para ello prestará siempre la transferencia positiva. En sentido contrario se esfuerzan la transferencia negativa, la resistencia de la represión ―es decir, la renuencia del yo a encarar la ardua tarea que se le plantea―, el sentimiento inconsciente de culpa procedente del superyó y la desmezcla pulsional. La mayor o menor seriedad del caso quedará determinada por la fuerza de esos dos últimos poderes. Otros elementos desfavorables son la inercia psíquica o pesantez en el movimiento libidinal, mientras que entre los coadyuvantes se cuentan “la aptitud de la persona para la sublimación pulsional […], […] su capacidad para elevarse sobre la vida pulsional grosera, y el poder relativo de sus funciones intelectuales.” El resultado al que se llegue en el tratamiento estará supeditado a relaciones cuantitativas, es decir, a la magnitud de la energía del paciente que se preste a servir a los objetivos del análisis en comparación con la potencia combinada de cada uno de los factores desventajosos, pero, incluso en la mayoría de los casos en los que no se tiene éxito, logra colegirse, al menos, la razón por la que nos fue deparado el fracaso.[16]

Referencias

  1. Freud, 2013, p. 173.
  2. Freud, 2013, pp. 173-174.
  3. Freud, 2013, p. 174.
  4. Freud, 2013, p. 175.
  5. Freud, 2013, p. 163 y 167.
  6. Freud, 2013, pp. 175-176.
  7. Freud, 2013, p. 177.
  8. Freud, 2013, p. 176.
  9. Freud, 2013, pp. 176-177.
  10. Freud, 2013, pp. 177-178.
  11. Freud, 2013, p. 178.
  12. Freud, 2013, pp. 178-179.
  13. Freud, 2013, pp. 179-180.
  14. Freud, 2013, p. 180.
  15. Freud, 2013, pp. 180-181.
  16. Freud, 2013, pp. 181-182.

Bibliografía

  •   Datos: Q3007640

técnica, psicoanalítica, tanto, sigmund, freud, como, psicoanalistas, posteriores, dejaron, serie, preceptos, técnicos, tenidos, cuenta, conducción, tratamiento, psicoanalítico, freud, dedicó, varios, artículos, temática, entre, caben, mencionarse, interpretac. Tanto Sigmund Freud como psicoanalistas posteriores dejaron una serie de preceptos tecnicos a ser tenidos en cuenta en la conduccion de un tratamiento psicoanalitico Freud dedico varios articulos a la tematica entre los que caben mencionarse El uso de la interpretacion de los suenos en el psicoanalisis 1911 Sobre la dinamica de la trasferencia 1912 Consejos al medico sobre el tratamiento psicoanalitico 1912 Sobre la iniciacion del tratamiento 1913 Recordar repetir y reelaborar 1914 y Puntualizaciones sobre el amor de transferencia 1915 1914 Tambien el sexto de los nueve apartados de Esquema del psicoanalisis 1940 1938 obra postuma que presenta una sintesis de los principales ejes del pensamiento del autor esta consagrado a la tecnica psicoanalitica Por su parte el primero de los seminarios dictados por Jacques Lacan lleva el nombre de Los escritos tecnicos de Freud 1953 1954 Indice 1 El pacto entre paciente y analista 2 Asociacion libre y transferencia 2 1 La transferencia como motor de la cura 2 2 La transferencia como obstaculo 3 La ampliacion del autoconocimiento del yo 4 El vencimiento de las resistencias 5 El yo neurotico y los factores intervinientes en el desenlace de la cura 6 Referencias 7 BibliografiaEl pacto entre paciente y analista EditarEn Esquema del psicoanalisis Freud sostiene que el yo vasallo de la realidad objetiva del ello y del superyo ha de rendir tributo a sus tres senores y simultaneamente conservar su autonomia y su organizacion Los estados patologicos podrian explicarse mediante el expediente de que en tales casos el yo quedaria parcial o totalmente debilitado e incapacitado para asumir sus obligaciones Sojuzgar los requerimientos pulsionales que el ello busca imponerle probablemente sea la mas espinosa tarea que la instancia yoica ha de acometer y a ella destina importantes montos de energia empleados para el sostenimiento de las contrainvestiduras Por otro lado existe tambien la posibilidad de que sea el superyo el que se ha tornado intolerablemente demandante al punto que no le resten fuerzas al yo para cumplir con otros quehaceres El ello y el superyo suelen aliarse en perjuicio de su subdito que para evitar desorganizarse debe intentar no desasirse del mundo exterior vinculo este ultimo que puede aparecer afectado o incluso suprimido cuando aquellos dos cobran demasiada fuerza El sueno temporario estado de caracter psicotico subsume al yo en las incoherencias de la realidad interior en el momento en el que este concede resignar sus lazos con el exterior 1 El abrumado yo requiere auxilio y a el debe coaligarse el analista para apoyandose tanto el uno como el otro en la realidad objetiva entre ambos hacer frente a reclamos pulsionales y de la conciencia moral A cambio de la mas absoluta franqueza que ha de ofrecer el paciente de la promesa de no guardarse para si nada de lo que la percepcion de si mismo ponga a su disposicion el analista garantiza discrecion y se entrega a la labor de interpretar los contenidos que brotan del relato del enfermo Nuestro saber debe remediar su no saber debe devolver al yo del paciente el imperio sobre jurisdicciones perdidas de la vida animica La situacion analitica consistiria para Freud en un pacto de tales caracteristicas 2 Freud no deja de advertir sin embargo que para que el yo del enfermo pueda comprometerse a trabajar de consuno con el analista debe haber retenido cierto ordenamiento interno que le permita no permanecer ajeno a los reclamos que a el le dirija el mundo exterior Tal requisito no se verificaria en yo psicotico que el autor considera incapaz de sostener su palabra respecto del pacto celebrado y a veces incluso de concertarlo El psicotico relegaria al analista y a la ayuda que este le promete a aquella parte de la realidad que ha perdido significatividad para el Sentencia Freud entonces muy sumariamente que frente a la psicosis se nos impone la renuncia a ensayar nuestro plan curativo de lo que podria extraerse la inferencia de que habria que resignar la intencion de emprender con tales individuos todo empeno terapeutico que comparta las caracteristicas que el ha delineado para el tratamiento de las neurosis Curiosamente y como si se estuviera adelantando al trabajo que innumerables psicoanalistas despues de el desarrollarian con la psicosis concluye que tal renuncia bien puede ser definitiva pero tambien transitoria y durar solo hasta que se encuentre un metodo curativo que se adecue a las particularidades de los psicoticos Para Freud no muy lejos de ellos se situan los neuroticos graves de quienes llega a decir que las condiciones de la enfermedad y los mecanismos patogenos son muy similares a los de aquellos otros pacientes si acaso no identicos Lo que diferenciaria a unos y a otros seria la mayor resistencia a la desorganizacion por parte del yo neurotico el cual en muchos casos y a pesar de la multiplicidad de sus sintomas lograria hacer pie en la realidad objetiva contribuyendo esto quiza a que el individuo este mejor predispuesto a recibir tratamiento 3 Asociacion libre y transferencia EditarCondicion de posibilidad del tratamiento es la estricta obediencia a la regla fundamental del psicoanalisis que compele al paciente a no dejar por fuera de lo que relate nada de lo que se le vuelva evidente a partir de su observacion de si incluso si lo juzgare desagradable sin importancia o sin sentido La neutralizacion de la autocritica permitira la afluencia de una gran cantidad de material sea bajo la forma de simples ocurrencias o bien como recuerdos y pensamientos que llevara sobre si la impronta de lo inconsciente al punto de en ocasiones constituir propiamente retonos de lo reprimido que habilitaran al analista para reconstruir la fuente de tales vastagos y para ayudar al yo de su paciente a ganar mayor conocimiento acerca de su inconsciente 4 Para interpretar un sueno exitosamente se vuelven indispensables las asociaciones que el propio sonante establezca entre los elementos del texto del sueno Tales asociaciones permitirian recuperar los eslabones faltantes para que partiendo del contenido manifiesto lo que se recuerda del sueno al despertar puedan colegirse los pensamientos oniricos latentes que corresponde al genuino proceso onirico La interpretacion que recorreria en sentido inverso la tarea del trabajo del sueno a saber la operacion encargada de trasponer estos pensamientos en aquella figuracion manifiesta a menudo no es completamente certera 5 Por otro lado el yo del analizado dista mucho de situarse en una posicion de pasiva aquiescencia frente a lo que le impone la situacion analitica y no siempre entrega el material que le es solicitado El paciente va mucho mas alla de concebir como un simple auxiliador al analista quien se convierte en una figura propicia para que le sean transferidos sentimientos y reacciones que corresponden en realidad al vinculo que aquel sostenia con alguna persona significativa de su ninez de la cual se vuelve pues una suerte de subrogado Tal transferencia de sentimientos asume un rol de inestimable importancia del mismo modo que constituye un recurso indispensable para la labor analitica manan de ella graves amenazas para el exito de la misma Manifiesta una naturaleza ambivalente en tanto supone actitudes positivas y negativas es decir tiernas y hostiles hacia el analista que regularmente toma para el analizado el papel de la madre o del padre La transferencia positiva es la que mas fructifera resulta a los fines del empeno terapeutico llegando a provocar que el paciente tase en poco el designio de curarse y de desligarse de su sufrimiento para en lugar de ello abrazar la aspiracion de ganarse el favor del analista convertirse en objeto de su estima En tales condiciones la transferencia fomenta la cooperacion del paciente y el pasaje de la endeblez yoica propia del neurotico a una constitucion de mayor fortaleza La simpatia por el analista incluso lo mueve a resignar sus sintomas hasta el punto de aparentar encontrarse en perfecto estado de salud psiquica 6 pero Freud advierte que los resultados curativos producidos bajo el imperio de la transferencia positiva estan bajo sospecha de ser de naturaleza sugestiva 7 La transferencia como motor de la cura Editar Freud sostiene que en caso de ubicar el paciente al analista en el lugar de alguna de sus figuras parentales le estaria concediendo al mismo tiempo la autoridad que el superyo hace valer frente al yo y esto en razon de que el superyo se ha originado a partir de la introyeccion de los valores de los padres Tal instancia podria entonces ejercer lo que el autor denomina una suerte de poseducacion del neurotico Freud se apresura sin embargo a dejar claro que no es legitimo abusar de tal ascendiente sobre el paciente El analista debe abstenerse de obrar como maestro o de configurar segun su propio modelo a quienes a el confian su tratamiento Ceder a tal tentacion supondria traicionar su deber dado que estaria reeditando una falta de los progenitores quienes haciendo uso de su poder en el marco de una relacion asimetrica sofocaron la autonomia de su hijo Se le impone al analista la necesidad de admitir las particularidades de sus pacientes La extension de las inhibiciones en el desarrollo de estos habran de indicar hasta que punto sera licito ejercer influencia sobre ellos 8 La transferencia comporta otra ventaja para la cura analitica en tanto mueve al paciente a la reescenificacion de alguna parte especialmente relevante de su historia de vida la cual dificilmente podria haber relatado con el suficiente detalle para que uno pudiera formarse una acertada representacion de ella prescindiendo de las reacciones transferenciales En lugar narrar sus vivencias las actua frente a los ojos del analista 8 La transferencia como obstaculo Editar En relacion con la transferencia en cuanto obstaculo cabe senalar que al ser heredera de la relacion paterno filial tambien heredara la ambivalencia que la caracteriza Asi poco podra hacerse contra la tendencia de un vinculo transferencial al principio positivo a cambiar de signo subitamente tendencia que habitualmente sera tambien ella una reedicion de algun acontecimiento preterito La sumision a por ejemplo la supremacia del padre y los esfuerzos por obtener su aprobacion nacerian de un deseo erotico respecto de el Tales tendencias seran reproducidas en el marco de la relacion transferencial y demandaran que se les conceda satisfaccion pero la naturaleza del vinculo entre analista y paciente requerira que se les responda con una denegacion Semejante desengano puede brindar la oportunidad para el mencionado cambio de signo y es probable que de igual manera haya sucedido en la ninez del individuo 9 El origen sugestivo de la resignacion de los sintomas por causa de la transferencia positiva tiene por consecuencia que tales restablecimientos se desvanezcan tan pronto como gane terreno la transferencia negativa No solo se echa por tierra la remision sintomatica sino que tambien queda cancelada la conviccion que el paciente pudo haber desarrollado acerca de la eficacia del metodo psicoanalitico El riesgo contenido en tales vicisitudes transferenciales radica en que el enfermo las tome como reacciones cuyas condiciones de causacion se ubican en circunstancias objetivas presentes Corresponde al analista hacerle ver su error dado que solo asi podra reanudarse la labor que en conjunto habian emprendido Debera impedir que devengan demasiado acusados tanto el enamoramiento derivado de una intensa erotizacion de la transferencia positiva como la hostilidad provocada por la negativizacion de esta y presta a hacer que el paciente se crea menospreciado y decida abandonar su analisis Ilustrandolo sobre el verdadero caracter de los fenomenos transferenciales la resistencia se vera desprovista de uno de sus principales recursos y aquello mismo que prometia amenazas ahora deparara beneficios al tratamiento por cuanto el paciente lejos de tener en menos lo que ha experimentado en el vinculo transferencial lo recordara bien e incluso prestara la mas solida confianza a los esclarecimientos que por esa via haya ganado Freud sostiene que no resulta conveniente que fuera de la situacion analitica el paciente actue en vez de evocar conscientemente lo cual cabe senalarse sin embargo sucede y que mas propicio seria que en su vida cotidiana se condujera con la mayor normalidad de la que fuere capaz reservando el despliegue de sus actitudes anomalas para cuando se encontrase frente a su analista 10 La ampliacion del autoconocimiento del yo EditarEl robustecimiento del yo se conseguiria a partir del ensanche de su autoconocimiento el cual supone tan solo un primer paso El mantenerse apartado de ese saber afecta la potencia del yo y revela que este se encuentra oprimido por las exigencias del ello y del superyo Asi la colaboracion del analista en el camino del paciente hacia su restablecimiento comenzaria con una labor intelectual y una incitacion a la participacion de este en la misma El material requerido es provisto por lo que el enfermo comunica en el marco de la asociacion libre lo que los fenomenos transferenciales dejan al descubierto sobre el y lo que pueda inferirse a partir de la interpretacion de sus suenos y de sus actos fallidos material que permitira reconstruir acontecimientos del pasado que han escapado al recuerdo consciente y dar sentido a lo que no parezca muy inteligible entre aquello que actualmente ocurra dentro de si 11 Freud desaconseja precipitarse a hacer al paciente consabedor de lo que uno ha vislumbrado ceder a ello antes del momento apropiado puede resultar perjudicial y seria conveniente aguardar hasta que el propio individuo se encuentre lo suficientemente cerca de la inteleccion que uno pretende brindarle de suerte que solo un paso lo separe de ella Si se prescindiera de tal recaudo y se lo atosigara con interpretaciones para las que aun no esta listo la arremetida del analista probara ser infructifera cuando no lisa y llanamente la ocasion de la exteriorizacion de una resistencia que hasta podria poner al tratamiento en riesgo de interrupcion No pasando por alto los tiempos del paciente con frecuencia se conseguiria por el contrario que el ratifique lo que ha escuchado y recupere el recuerdo del suceso que habia sucumbido a la represion 11 El vencimiento de las resistencias EditarLa resistencia corresponderia a una segunda parte del trabajo analitico Tal como ya ha sido mencionado el yo hace uso de las contrainvestiduras para defenderse frente a la posibilidad de irrupcion de contenidos procedentes del ello razon por la cual la entereza de dichas contrainvestiduras resulta indispensable para el normal funcionamiento de la instancia yoica Cuanto mas apremiada se sienta esta mas se afincara en las contrainvestiduras Ahora bien semejante inclinacion del yo a ponerse a la defensiva se opone tajantemente a los intereses del empeno terapeutico El analista buscara que el yo respaldado por el apoyo que el le ofrece se atreva a dar batalla al ello para recuperar aquellas porciones de su organizacion que hayan claudicado ante el embate de lo inconsciente La intensidad de las contrainvestiduras del atemorizado yo se hace valer en la situacion analitica bajo la forma de resistencias El yo considera riesgoso al empeno terapeutico al que ve como un potencial prodigador de sensaciones displacenteras y entonces se amedrenta frente a el lo que torna necesario apaciguarlo y animarlo constantemente para evitar que se nos ponga en contra Con el nombre para Freud no enteramente correcto de resistencia de la represion se conoce a tal oposicion ofrecida por el yo a lo largo del tratamiento La composicion de los bandos que habian quedado formados cuando analista y paciente sellaron el pacto inicial parece aqui haberse alterado mientras que el yo se alza contra los propositos de la cura analitica lo inconsciente acude en nuestra ayuda dado que presenta una intrinseca tendencia a emerger de las sombras para abrirse paso hasta la conciencia en otras palabras el yo resiste y el inconsciente insiste No tendria gran importancia que tras disolver sus propias resistencias el yo optase por acoger el requerimiento del ello reprimido hasta ese momento o que en cambio se inclinara por rehusarse a incorporarselo en cuyo caso quedaria aquel definitivamente rechazado pues tanto en un desenlace como en el otro se cancelaria la amenaza se ensancharia el yo y se volveria superfluo de alli en mas el oneroso gasto de energia que demandaba el sostenimiento de las contrainvestiduras 12 La tarea que mas tiempo y dedicacion consume es precisamente el vencimiento de las resistencias pero recibira su recompensa dado que habra de originar una provechosa alteracion del yo que no se resignara sea uno u otro el desenlace de la transferencia y se afianzara en la vida del paciente A su vez se elimina otra alteracion del yo la que habia sobrevenido por injerencia de lo inconsciente lo cual se consigue indicandole al yo la extranjeria de los retonos de lo reprimido que en su interior brotan y alentandolo a rechazarlos Vuelve Freud entonces sobre el punto de que dicha alteracion yoica debe mantenerse dentro de ciertos limites para que pueda celebrarse un pacto con el paciente y conducir exitosamente el tratamiento 13 Acompasadas con el progreso de la labor terapeutica y con la profundizacion de nuestro entendimiento sobre el intimo acontecer psiquico del neurotico otras dos formas de resistencia iran saliendo a la luz con creciente robustez Siendo ambas ignoradas por el paciente no pudieron entrar en consideracion en el momento del pacto estas resistencias a diferencia de la resistencia de la represion ni siquiera parten del yo Freud las nuclea bajo la rubrica de necesidad de estar enfermo o de padecer si bien destaca que no tienen el mismo origen Llama a una sentimiento de culpa o conciencia de culpa de la cual sin embargo el paciente es todo menos consciente Ha de buscarse su procedencia en la severidad del superyo el cual establece que el individuo no es digno de ser librado de sus padecimientos Aunque el influjo de tal resistencia no afecte el trabajo intelectual lo tornara esteril en cuanto a resultados concretos en el estado del paciente Incluso puede admitir que se lo dispense de cierto sintoma siempre que sea inmediatamente relevado por otro o bien hasta por una enfermedad organica y esclarece los casos de remision o restablecimiento que tienen lugar de manera mas bien espontanea en ocasion de desgracias reales brega por retener alguna forma de sufrimiento aunque ninguna en particular Quienes la padecen de manera particularmente acusada se denuncian a traves de la indolente resignacion con la que acogen sus infortunios Tambien esta resistencia debe ser llevada a la conciencia para asi emprender el trabajoso empeno que requerira el desmontaje del riguroso superyo 14 La otra especie de resistencia es aun menos evidente que el sentimiento de culpa y sin embargo se delata con particular nitidez en aquellos neuroticos en los que el afan autoconservatorio parece haberse alterado de suerte que dan la impresion de tener por proposito perjudicarse a si mismos Freud adelanta la hipotesis de que tal vez los suicidas tambien correspondan a esta clase de personas Se habrian producido en ellas importantes desmezclas pulsionales que tuvieron por resultado el desligamiento de buena parte de la pulsion de destruccion ahora vuelta hacia el propio individuo Esos pacientes no soportarian alivio alguno que el tratamiento pudiera brindarles y se mostrarian prestos a obstaculizarlo haciendo uso para ello de todos sus recursos 15 El yo neurotico y los factores intervinientes en el desenlace de la cura EditarEl yo neurotico se revelaria incapaz de llevar a buen termino las obligaciones impuestas por la sociedad en particular y el mundo exterior en su conjunto Una considerable porcion de sus propias vivencias no se encuentra dentro de sus dominios Su actividad se ve cercenada por las restricciones superyoicas y sus esfuerzos se dilapidan en interminables luchas contra el ello cuyas constantes intrusiones menoscaban su organizacion y lo escinden intestinamente escision que fue objeto de su propio articulo por parte de Freud Esta imposibilitado para producir sintesis alguna y se encuentra desgarrado por aspiraciones que se contrarian unas a otras por conflictos no tramitados dudas no resueltas Inicialmente este yo es hecho participe de una labor interpretativa meramente intelectual que tiene por fin la supresion de las lagunas mnesicas El analista se procura para si la potencia del superyo del enfermo y se incita al yo librar batalla frente a cada reclamo pulsional aniquilando las resistencias hasta llegar a que lo que habia sido reprimido trueque su condicion por la de lo preconsciente y sea restituido al yo Si bien Freud identifica en el afan por curarse e incluso en el interes intelectual por el psicoanalisis factores que contribuyen a la concrecion de los propositos del analista mejores servicios para ello prestara siempre la transferencia positiva En sentido contrario se esfuerzan la transferencia negativa la resistencia de la represion es decir la renuencia del yo a encarar la ardua tarea que se le plantea el sentimiento inconsciente de culpa procedente del superyo y la desmezcla pulsional La mayor o menor seriedad del caso quedara determinada por la fuerza de esos dos ultimos poderes Otros elementos desfavorables son la inercia psiquica o pesantez en el movimiento libidinal mientras que entre los coadyuvantes se cuentan la aptitud de la persona para la sublimacion pulsional su capacidad para elevarse sobre la vida pulsional grosera y el poder relativo de sus funciones intelectuales El resultado al que se llegue en el tratamiento estara supeditado a relaciones cuantitativas es decir a la magnitud de la energia del paciente que se preste a servir a los objetivos del analisis en comparacion con la potencia combinada de cada uno de los factores desventajosos pero incluso en la mayoria de los casos en los que no se tiene exito logra colegirse al menos la razon por la que nos fue deparado el fracaso 16 Referencias Editar Freud 2013 p 173 Freud 2013 pp 173 174 Freud 2013 p 174 Freud 2013 p 175 Freud 2013 p 163 y 167 Freud 2013 pp 175 176 Freud 2013 p 177 a b Freud 2013 p 176 Freud 2013 pp 176 177 Freud 2013 pp 177 178 a b Freud 2013 p 178 Freud 2013 pp 178 179 Freud 2013 pp 179 180 Freud 2013 p 180 Freud 2013 pp 180 181 Freud 2013 pp 181 182 Bibliografia EditarFreud Sigmund 2013 Esquema del psicoanalisis Obras completas Jose Luis Etcheverry trad XXIII Moises y la religion monoteista Esquema del psicoanalisis y otras obras 1937 1939 Buenos Aires Amorrortu Editores pp 133 209 ISBN 978 950 518 599 3 Datos Q3007640 Obtenido de https es wikipedia org w index php title Tecnica psicoanalitica amp oldid 118137578, wikipedia, wiki, leyendo, leer, libro, biblioteca,

español

, española, descargar, gratis, descargar gratis, mp3, video, mp4, 3gp, jpg, jpeg, gif, png, imagen, música, canción, película, libro, juego, juegos