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Matanza de frailes en Madrid de 1834

La matanza de frailes en Madrid de 1834 fue un motín anticlerical que se produjo el día 17 de julio de 1834 en la capital de España durante la regencia de María Cristina y la primera guerra carlista (1833-1840) en el que fueron asaltados varios conventos del centro de Madrid y asesinados 73 frailes y 11 resultaron heridos, a causa del rumor que se extendió por la ciudad de que la epidemia de cólera que la asolaba desde fines de junio y que se había recrudecido el día 15 de julio se había producido porque «el agua de las fuentes públicas había sido envenenada por los frailes».[1]​ “El resultado de poco más de doce horas de violencia” fue una “orgía de sangre y venganza”.[2]​ “Era la primera vez que la Iglesia se veía sometida a las actitudes incontroladas de sus mismos fieles. Como percibieron los contemporáneos, estos hechos demostraban, sobre todo, la pérdida de prestigio de los religiosos en la católica España, tal como sucedía en los demás países”.[3]

La degollación de los frailes, en San Francisco el Grande (Madrid). Reproducción de una obra de Ramón Pulido.

Antecedentes

En abril de 1834 la regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias promulga el Estatuto Real una especie de carta otorgada con la que pretendía ganarse el apoyo de los liberales para la causa de su hija, la futura Isabel II, que entonces contaba con cuatro años de edad, y cuyos derechos sucesorios no habían sido reconocidos por los carlistas, los partidarios del hermano del rey recientemente fallecido Fernando VII, Carlos María Isidro de Borbón, que no aceptó la Pragmática Sanción de 1830 que abolía la Ley Sálica que no permitía que las mujeres reinaran, por lo que perdía sus derechos al trono en favor de la hija de su hermano. Tras la muerte de Fernando VII, a finales de septiembre de 1833, el pleito sucesorio derivó en una guerra civil, la primera guerra carlista, que pronto se convirtió en un conflicto político e ideológico, entre los partidarios de mantener el Antiguo Régimen, los absolutistas que en su mayoría apoyaban a don Carlos -los "carlistas"-, y los defensores de un cambio más o menos radical hacia un “nuevo régimen”, que defendían los derechos al trono de Isabel II, por lo que eran llamados “isabelinos” o “cristinos”, por el nombre de la regente. Uno de los apoyos de los "carlistas" eran la mayor parte de los miembros de las órdenes religiosas que, además de compartir las ideas absolutistas de los carlistas sintetizadas en su trilema "Dios, Patria, Rey", temían que la llegada al poder de los liberales pusiera fin a su existencia. Como señaló Julio Caro Baroja en su estudio pionero sobre el anticlericalismo en España: "Los vítores a don Carlos iban unidos a vivas a la Inquisición, y las concentraciones de aldeanos aleccionadas por gente de Iglesia se daban por doquier, sobre todo en Cataluña, principal teatro de operaciones de las rebeliones de 1827".[4]

Los hechos

La epidemia de cólera y el “envenenamiento de las fuentes”

Entre 1830 y 1835 una epidemia de cólera, que se había originado en la India hacia 1817, se extendió por toda Europa. A España llegó en enero de 1833, siendo la primera población afectada Vigo a donde probablemente la habían llevado barcos ingleses. A finales de 1833 se había extendido por Andalucía y desde este foco o desde Portugal había pasado a Castilla traída por las tropas del general José Ramón Rodil y Campillo que habían ido a combatir a los miguelistas portugueses y a los carlistas. Al mismo tiempo se extendía por los puertos del Mediterráneo diseminada por un navío militar procedente de Francia. Durante los dos años que duró la epidemia causó más de cien mil muertos en toda España y medio millón de personas enfermaron.[5]​ El ejército de Rodil, procedente de la frontera de Portugal, fue siguiendo el trayecto de la epidemia de cólera que tenía a Andalucía aislada y que había obligado a establecer cercos sanitarios en La Mancha, pero no por ello se le impidió la entrada en Madrid, desde donde iba a dirigirse al norte para relevar a las tropas del general Vicente Genaro de Quesada que no lograban controlar a los sublevados carlistas.[6]

 
La regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias se marchó al palacio de La Granja en Segovia en cuanto se dieron los primeros casos de cólera en Madrid.

En Madrid los primeros casos de cólera se dieron a finales de junio de 1834 y aunque el gobierno de Francisco Martínez de la Rosa negó su existencia abandonó rápidamente Madrid el 28 de junio, junto con la regente María Cristina de Borbón-Dos Sicilias y la familia real, para refugiarse en el palacio de La Granja en Segovia, lo que causó una gran indignación entre los habitantes de la capital.[7]​ A esta sensación de desamparo se sumó el calor del verano, el aumento de los precios de los alimentos y los rumores de inminentes ataques carlistas, lo que aumentó el descontento popular.[1]​ El día 15 de julio llegaba la noticia a Madrid de que el ejército de Rodil tampoco había logrado contener a los carlistas y que el pretendiente Carlos María Isidro de Borbón había entrado en España proclamándolo en un manifiesto desde Elizondo.[6]

Justo el día en que llegaron a Madrid las malas noticias sobre la marcha de la primera guerra carlista la epidemia se recrudeció, “muriendo los enfermos a centenares, con las circunstancias horrorosas compañeras de tal cruel plaga”, según relata Alcalá Galiano.[8]​ Los principales afectados eran los habitantes de los barrios más empobrecidos donde habían fallecido más de quinientas personas diarias desde el día 15. A lo largo de ese mes de julio las víctimas por esta epidemia fueron 3564 personas y descendieron a 834 en el mes de agosto.[1]

Entonces comenzó a circular el rumor por Madrid de que la causa de la epidemia era el envenenamiento de las fuentes públicas, ya que “a muchas personas el cólera se manifestaba después de beber agua”, según relata un testigo. La idea de que el envenenamiento de las aguas era la responsable de la enfermedad se dio también en otros lugares del mundo entre las clases populares urbanas convencidas de que detrás de ello estaban las clases altas que querían reducir el número de indigentes. En Manila, en 1827, se atribuyó el supuesto envenenamiento a súbditos ingleses y algunos fueron asesinados; en París, en marzo de 1831, se culpó a los frailes y a los legitimistas siendo algunos de ellos perseguidos, y en 1833 a los taberneros con la complicidad de la policía, siendo arrojados varios agentes al Sena. En Madrid, según relata un testigo, se culpó primero a “algunos muchachos semimendigos y algunas mujerzuelas que se acercaban a las fuentes, y de este concepto provino la prisión de unas cigarreras, el asesinato que se cometió en la persona de un mozo de la ínfima clase a las 3 de la tarde del 17 en la Puerta del Sol, y la persecución de otros muchachos en las fuentes de Lavapiés, Relatores y otras”. Pero pronto se extendió el rumor de que esos “semimendigos” y esas “mujerzuelas” estaban al servicio de los frailes que eran los auténticos culpables. También corrió la noticia de que se había disparado desde los conventos contra las masas que se dirigían hacia ellos, relacionándolo con el apoyo que los religiosos daban a los carlistas.[9]

El rumor de que «el agua de las fuentes públicas había sido envenenada por los frailes», sobre todo por los jesuitas, se vio reforzado por el hecho de que algunos de ellos en los días anteriores habían explicado la epidemia de cólera como «el castigo divino contra los descreídos habitantes de la ciudad, mientras que la gente del campo quedaba libre por ser fiel y devota».[1]

El asalto a los conventos

 
Horrible matanza de los jesuitas en la iglesia de San Isidro de Madrid, litografía de Carlos Múgica para La estafeta de Palacio de Ildefonso Antonio Bermejo, t. I, Madrid, 1871-1872.

Todo transcurrió en la zona más céntrica de Madrid, entre la Puerta del Sol, la plaza de la Cebada, el convento de San Francisco el Grande y las calles de Atocha y Toledo. El primer hecho violento se produjo a las 12 del mediodía en la Puerta del Sol con el asesinato de un muchacho que por juego había arrojado tierra a la cuba de un aguador. Según cuenta Benito Pérez Galdós en Un faccioso más y algunos frailes menos (cap. xxvii), era travesura frecuente, que se «castigaba comúnmente a pescozones», pero que en aquella ocasión se tomó como excusa para culpar a los frailes, cuando por los corrillos se extendió la noticia, pregonada por oradores espontáneos, de que «de los dos chicos a quienes se había sorprendido [...] echando unas tierras amarillas en las cubas de los aguadores, el uno fue muerto al instante; el otro logró escaparse y se refugió... ¿dónde? En el mismo San Isidro». De modo similar narra Benjamín Jarnés el desencadenante de la tragedia:

Asoma el cólera en Madrid [...] Un chiquillo juega en la Puerta del Sol, junto a la fuente de la Mariblanca. De pronto se le ocurre echar un puñado de tierra en la cuba de un aguador. El aguador va tras el chiquillo, tras ellos unos cuantos desocupados pululan allí cerca. Se engrosa el tropel. Uno grita:
—¡A ese! ¡Que lo mandan los frailes para envenenar el agua!
Alcanzan al infeliz muchacho, lo cosen a puñaladas y arrastran su cadáver por la calle Mayor.
Arrecia el tumulto. Las turbas se distribuyen en grupos, se reparten por los conventos. A mediodía un tropel de mujeres arrastra a un lego. A las tres de la tarde penetran las turbas en el convento de jesuitas de San Isidro; matan, saquean, incendian...
Benjamín Jarnés, Sor Patrocinio. La monja de las llagas, IV.

Tras los sucesos de la Puerta del Sol, el segundo hecho violento ocurre una hora después en la plaza de la Cebada donde un conocido realista es increpado y asesinado. A las cuatro de la tarde un religioso franciscano es atacado en la calle de Toledo.[2]

A esas primeras horas de la tarde ya se habían formado diversos grupos integrados también por abundantes milicianos urbanos y algunos miembros de la guardia real que se habían congregado en la Plaza Mayor, en la Puerta del Sol y en la Plaza de la Cebada profiriendo gritos contra los frailes.[10]​ Desde allí estos grupos se dirigieron al Colegio Imperial de San Isidro regentado por los jesuitas que fue asaltado a las cinco de la tarde. “El pretexto, corroborar la versión que desde el día anterior había corrido sobre dos cigarreras de la cercana fábrica de tabacos, decían que sorprendidas con polvos de veneno para echar en las fuentes y que pagadas por los jesuitas. Dentro del convento matan a sablazos a unos, apresan a otros y los linchan en las calles laterales, desnudando y acribillando con escarnio los cuerpos moribundos. La tropa llega a la media hora nada menos que con el capitán general y superintendente de policía, Martínez de San Martín, experto en reprimir motines de los liberales exaltados durante el trienio constitucional en Madrid. Les recrimina a los jesuitas el envenenamiento y busca pruebas del mismo, mientras siguen matando frailes a un palmo de su presencia”.[2]​ En total catorce jesuitas fueron asesinados.[11]

 
Basílica de San Francisco el Grande

El siguiente objetivo de los amotinados fue el convento de Santo Tomás de los dominicos en la calle de Atocha donde ya habían tenido tiempo de huir parte de los frailes. Allí además de matar a siete frailes en presencia de la tropa, que no hizo nada por impedirlo, los amotinados realizan actos burlescos vistiéndose con ropas litúrgicas y formando una danza sacrílega que continuaron por las calles de Atocha y Carretas. Hacia las nueve de la noche fue asaltado el convento de San Francisco el Grande donde fueron asesinados cuarenta y tres frailes franciscanos (o cincuenta, según otras fuentes) en medio de escenas macabras, sin que los oficiales del regimiento de la Princesa que estaba acantonado en sus dependencias dieran la orden de intervenir a los más de mil soldados que lo componían. A las once de la noche fue atacado el convento de San José de los mercedarios en la actual plaza de Tirso de Molina, con el resultado de nueve o diez asesinatos más.[12][11]

Pasada la medianoche hubo conatos dispersos de asaltos a otros conventos, pero no hubo más víctimas. “Quedaron, sin embargo, el resto de los frailes sumidos en el terror: algunos optaron por disfrazarse y refugiarse en casas de amigos, los capuchinos del Prado optaron por la heroicidad de abrir las puertas y esperar orando”.[12]

Julio Caro Baroja afirmó que "no menos de setenta y cinco fueron los religiosos asesinados en Madrid el 17 de julio de 1834. En San Francisco el Grande, diecisiete padres, cuatro estudiantes, diez legos y diez donados; o sea, cuarenta y un franciscanos. En el Colegio Imperial de San Isidro murieron diecisiete jesuitas: cinco presbíteros, nueve maestros y tres hermanos. En el convento de Santo Tomás, seis dominicos (cinco de misa y un lego). Por último, en el de la Merced, siete mercedarios descalzos, conocidos, y otros cuatro cuyos nombres se ignoraban en la época".[13]

La respuesta del gobierno

 
Francisco Martínez de la Rosa, presidente del consejo de ministros cuando ocurrieron los hechos

En la madrugada del día siguiente, 18 de julio, se declaró el estado de sitio y se hizo público un bando: «Madrileños: las autoridades velan por vosotros, y el que conspire contra vuestras personas, contra la salud o el sosiego público, será entregado a los tribunales y le castigarán las leyes». En la tarde de ese mismo día se produjeron nuevos intentos de asaltos a conventos que fueron evitados por la presencia de las tropas, aunque fueron saqueadas varias dependencias de los jesuitas y el convento de los trinitarios.[11]

El día 19 de julio, el gobierno de Francisco Martínez de la Rosa, ante la ambigüedad y la notoria pasividad e incluso connivencia con el motín de las diferentes autoridades –la militar y la municipal-, detiene y encarcela al capitán general Martínez de San Martín, que contaba con una tropa de nueve mil hombres para haber evitado los asaltos y los asesinatos, y obliga a dimitir al corregidor, el marqués de Falces, y al gobernador civil, el duque de Gor, como máximos responsables de la milicia urbana, buena parte de cuyos miembros habían tenido una participación muy activa en los hechos.[14]​ El nuevo gobernador civil, el conde Vallehermoso, suspendió el alistamiento de nuevos batallones y meses después fueron expulsados cuarenta milicianos como resultas de su actitud en los hechos de julio.[15]​ “Los comandantes de la milicia se vieron obligados ante el desprestigio de dicha institución a dirigir una exposición a la reina con el fin de salvar su buen nombre, en la que pedían su reforma para evitar la entrada en el cuerpo de personas indeseables”.[16]

Fueron sometidas a juicio 79 personas (54 civiles, 14 milicianos urbanos y 11 soldados). Resultaron condenadas a muerte dos personas –un ebanista y un músico militar- pero por el delito de robo, no por el de asesinato, siendo ejecutadas el 5 y el 18 de agosto. El resto fueron condenados a penas diversas, de galeras y presidio, incluyendo a mujeres, y algunos fueron absueltos.[14][17]​ Por los datos recogidos en los juicios se sabe que la mayoría de los que participaron en el motín pertenecían a los barrios más populares de Madrid y entre ellos se encontraban menestrales, empleados y mujeres, junto a milicianos urbanos y soldados.[18]

El 23 de julio, la víspera de la apertura de las Cortes del Estatuto Real, la policía desarticula un supuesto complot para derrocar al gobierno de Martínez de la Rosa y convocar unas Cortes auténticamente liberales, que está encabezado por “emigrados vueltos del destierro y notabilidades de la situación”, según el informe de la policía. Fueron detenidos José de Palafox, Juan Romero Alpuente, Lorenzo Calvo de Rozas, Juan de Olavarría y Eugenio de Aviraneta, entre otros.[19]​ Esta conspiración fue conocida como de La Isabelina por el nombre de la sociedad secreta que supuestamente estaba detrás, llamada “Confederación de guardadores de la inocencia o isabelinos”. Los detenidos fueron juzgados pero fueron absueltos por falta de pruebas por lo que el gobierno “hubo de soltarlos y quedó en ridículo”.[20]

La interpretación de los hechos

Los historiadores están divididos en cuanto a la explicación de los acontecimientos, pues mientras unos defienden que los asaltos a los conventos y los asesinatos de frailes fueron el resultado de un complot organizado por las sociedades secretas o por la masonería, otros defienden la espontaneidad del movimiento.[11]​ Los defensores de la primera tesis, como Stanley G. Payne, afirman que el rumor sobre los pozos envenenados que desencadenó el motín anticlerical habría sido propalado por sociedades secretas radicales -aunque no necesariamente la masonería-.[21]​ Para Manuel Revuelta González, otro defensor de la tesis conspirativa, la forma como se desarrolló el tumulto prueba que no se trató de una casualidad espontánea sino que detrás había una cabeza organizadora, las sociedades secretas, que contaron para la ejecución del motín con el apoyo de la milicia urbana, matones y mujerzuelas.[22]

 
Caricatura sobre la relación del carlismo con el clero de la revista satírica La Flaca, de 1870, con el trilema carlista «Dios, Patria y Rey».

Frente a ellos, otros historiadores como Josep Fontana o Ana María García Rovira, han negado que existiera un complot de juntas masónicas o de las sociedades secretas, entre otras razones, porque no existe ninguna prueba que lo demuestre. Josep Fontana dice: “no hay evidencias de que existiese ningún tipo de conjuración tras de estos sucesos, como no las hubo tras de los muchos de carácter similar que se desarrollaron de Manila a Puebla de los Ángeles, pasando por París”.[23]​ Según Josep Fontana, “para comprender lo sucedido hay que penetrar en la raíz misma de un anticlericalismo –dirigido casi exclusivamente contra las órdenes religiosas- que se estaba acentuando en estos años, al comprobarse la identificación de los regulares con el carlismo, su complicidad en el armamento de partidas e incluso la participación directa de frailes en asaltos y emboscadas en los que, no se olvide este detalle, los hombres que morían del lado de los liberales procedían exclusivamente de las clases populares: eran hijos o hermanos de estas mismas gentes en toda España. Como diría Lamennais en 1835: Allá donde el sacerdote se alía con el despotismo contra el pueblo ¿qué destino le espera?”.[24]​ Una prueba de este anticlericalismo serían los numerosos romances que se difundieron días después que tendían a culpabilizar de todo a los frailes:[25]

(...) y como a pasos contados

(sea dicho sin rodeos)
dentro del mismo Madrid
se iba el cólera extendiendo,
no dudaron propalar
que era castigo del cielo
o la cólera divina
lo que amenazaba al suelo,
porque ya la religión
y la fe se van perdiendo
suspensa estando la entrada
de frailes los conventos,
suspensas las canongías,
y el santo oficio suspenso,
con otras mil suspensiones
que llegarán a su tiempo...
El vulgo, siempre indiscreto,
siempre injusto, siempre atroz,
y siempre ciego instrumento
de cobardes asesinos
hizo teatro sangriento
de la venganza,

el asilo del inocente indefenso.

Julio Caro Baroja en su obra pionera sobre el anticlericalismo en España, publicada en 1980, atribuyó a la transformación que se había producido en las mentalidades colectivas de ciertos sectores populares el origen de la matanza:[26]

En el proceso de crear una mitología liberal, con sus dioses, semidioses y genios del mal, lanzados muchos a dar una interpretación hostil a todas las actividades de la Iglesia, llegó un momento en que gran parte del pueblo atribuyó a ésta y a sus ministros el mismo género de consignas y de actos malignos que los predicadores, los frailes, etc., habían atribuido en otra época a los herejes y a los judíos, y más modernamente a los masones y a los miembros de las distintas sociedades secretas. El pueblo, pues, llevó a cabo una típica "proyección", atribuyendo a los enemigos políticos no sólo intenciones verdaderas, sino otras imaginadas, fabulosas y ajustadas a un procedimiento que nos es conocido, por lo repetido en circunstancias distintas, a lo largo de la Historia.

Una posición intermedia es la que mantiene Juan Sisinio Pérez Garzón que afirma "que no es incompatible la existencia de una trama organizativa para destruir el poder eclesiástico y derribar el gobierno, con que esta se solape y aproveche una coyuntura de exasperación popular -por el cólera- para sembrar el terror entre los frailes y servirse de una táctica de pánico para justificar el asalto a las posesiones clericales”.[27]​ Según este historiador la forma como dio la noticia del motín el diario liberal El Eco del Comercio constituiría un indicio de que quién pudo estar detrás de los hechos cuando transformaba a las víctimas en “enemigos de la patria”, el linchamiento de los religiosos se reducía al concepto de “algunas desgracias” y afirmaba que en los asaltos “se dice haberse descubierto algunas pruebas que daban fundamento a las voces que han corrido en los días anteriores acerca de su plan para el envenenamiento de las aguas. Todo puede creerse de la perversidad de los enemigos de la patria, y siempre hemos previsto que ellos se aprovecharían de los momentos actuales para aumentar el conflicto en que estamos...[28]

Una posición similar es la que mantiene Antonio Moliner Prada cuando reconoce “que los liberales radicales estaban interesados en acelerar el proceso de la Revolución y les interesaba la desestabilización política y los ataques directos a la Iglesia”, pero a continuación señala que el “odio secular acumulado contra el clero se manifestó con toda su crudeza esos días y sirvió de precedente a los motines anticlericales que se repitieron durante el verano de 1835 en algunas ciudades. Tal como señalara J. de Burgos, la matanza de frailes provocó espanto entre la clase media acomodada y la burguesía: (...) «se conmovió la policía y se consternaron las clases acomodadas y naturalmente pacíficas del vecindario de la capital». La participación del pueblo en los acontecimientos de 1835 haría ver claro a los liberales progresistas lo que habían presentido ya en 1834, la necesidad de establecer una estrategia que evitara la radicalización del proceso de la Revolución y pudiera poner en duda el nuevo orden burgués que se intentaba consolidar”.[29]

Referencias

  1. Moliner Prada, 1998, p. 76.
  2. Pérez Garzón, 1997, p. 82.
  3. Moliner Prada, 1998, p. 79.
  4. Baroja, 2008, p. 143.
  5. Fontana, 1977, p. 98.
  6. Pérez Garzón, 1997, p. 81.
  7. Fontana, 1977, pp. 98-99.
  8. Fontana, 1977, p. 99.
  9. Fontana, 1977, pp. 99-100.
  10. Moliner Prada, 1998, p. 76-77.
  11. Moliner Prada, 1998, p. 77.
  12. Pérez Garzón, 1997, p. 83.
  13. Baroja, 2008, p. 146.
  14. Pérez Garzón, 1997, p. 84.
  15. Pérez Garzón, 1997, p. 86.
  16. Moliner Prada, 1998, p. 81.
  17. Moliner Prada, 1998, p. 78. «El proceso judicial abierto contra los detenidos fue muy lento y lleno de irregularidades, y se saldó con dos ejecuciones por robo, treinta y cuatro condenas a presidio y cuarenta a penas menores»
  18. Pérez Garzón, 1997, pp. 83-84.
  19. Pérez Garzón, 1997, p. 84-85.
  20. Fontana, 1977, pp. 102-103. «En las Cortes de 1839 Alonso denunció, sin que nadie le contradijese, la falsedad de unas acusaciones que habían sido un mero pretexto para justificar la represión contra unos progresistas»
  21. Moliner Prada, 1998, p. 78.
  22. Moliner Prada, 1998, pp. 77-78.
  23. Fontana, 1977, p. 101.
  24. Fontana, 1977, pp. 102-103.
  25. Moliner Prada, 1998, pp. 80-81.
  26. Baroja, 2008.
  27. Pérez Garzón, 1997, p. 85.
  28. Pérez Garzón, 1997, pp. 85-86.
  29. Moliner Prada, 1998, pp. 81-82.

Bibliografía

  •   Datos: Q6005734
  •   Multimedia: Massacre of friars in Madrid in 1834 / Q6005734

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La matanza de frailes en Madrid de 1834 fue un motin anticlerical que se produjo el dia 17 de julio de 1834 en la capital de Espana durante la regencia de Maria Cristina y la primera guerra carlista 1833 1840 en el que fueron asaltados varios conventos del centro de Madrid y asesinados 73 frailes y 11 resultaron heridos a causa del rumor que se extendio por la ciudad de que la epidemia de colera que la asolaba desde fines de junio y que se habia recrudecido el dia 15 de julio se habia producido porque el agua de las fuentes publicas habia sido envenenada por los frailes 1 El resultado de poco mas de doce horas de violencia fue una orgia de sangre y venganza 2 Era la primera vez que la Iglesia se veia sometida a las actitudes incontroladas de sus mismos fieles Como percibieron los contemporaneos estos hechos demostraban sobre todo la perdida de prestigio de los religiosos en la catolica Espana tal como sucedia en los demas paises 3 La degollacion de los frailes en San Francisco el Grande Madrid Reproduccion de una obra de Ramon Pulido Indice 1 Antecedentes 2 Los hechos 2 1 La epidemia de colera y el envenenamiento de las fuentes 2 2 El asalto a los conventos 2 3 La respuesta del gobierno 3 La interpretacion de los hechos 4 Referencias 5 BibliografiaAntecedentes EditarEn abril de 1834 la regente Maria Cristina de Borbon Dos Sicilias promulga el Estatuto Real una especie de carta otorgada con la que pretendia ganarse el apoyo de los liberales para la causa de su hija la futura Isabel II que entonces contaba con cuatro anos de edad y cuyos derechos sucesorios no habian sido reconocidos por los carlistas los partidarios del hermano del rey recientemente fallecido Fernando VII Carlos Maria Isidro de Borbon que no acepto la Pragmatica Sancion de 1830 que abolia la Ley Salica que no permitia que las mujeres reinaran por lo que perdia sus derechos al trono en favor de la hija de su hermano Tras la muerte de Fernando VII a finales de septiembre de 1833 el pleito sucesorio derivo en una guerra civil la primera guerra carlista que pronto se convirtio en un conflicto politico e ideologico entre los partidarios de mantener el Antiguo Regimen los absolutistas que en su mayoria apoyaban a don Carlos los carlistas y los defensores de un cambio mas o menos radical hacia un nuevo regimen que defendian los derechos al trono de Isabel II por lo que eran llamados isabelinos o cristinos por el nombre de la regente Uno de los apoyos de los carlistas eran la mayor parte de los miembros de las ordenes religiosas que ademas de compartir las ideas absolutistas de los carlistas sintetizadas en su trilema Dios Patria Rey temian que la llegada al poder de los liberales pusiera fin a su existencia Como senalo Julio Caro Baroja en su estudio pionero sobre el anticlericalismo en Espana Los vitores a don Carlos iban unidos a vivas a la Inquisicion y las concentraciones de aldeanos aleccionadas por gente de Iglesia se daban por doquier sobre todo en Cataluna principal teatro de operaciones de las rebeliones de 1827 4 Los hechos EditarLa epidemia de colera y el envenenamiento de las fuentes Editar Vease tambien Epidemias de colera en Espana Entre 1830 y 1835 una epidemia de colera que se habia originado en la India hacia 1817 se extendio por toda Europa A Espana llego en enero de 1833 siendo la primera poblacion afectada Vigo a donde probablemente la habian llevado barcos ingleses A finales de 1833 se habia extendido por Andalucia y desde este foco o desde Portugal habia pasado a Castilla traida por las tropas del general Jose Ramon Rodil y Campillo que habian ido a combatir a los miguelistas portugueses y a los carlistas Al mismo tiempo se extendia por los puertos del Mediterraneo diseminada por un navio militar procedente de Francia Durante los dos anos que duro la epidemia causo mas de cien mil muertos en toda Espana y medio millon de personas enfermaron 5 El ejercito de Rodil procedente de la frontera de Portugal fue siguiendo el trayecto de la epidemia de colera que tenia a Andalucia aislada y que habia obligado a establecer cercos sanitarios en La Mancha pero no por ello se le impidio la entrada en Madrid desde donde iba a dirigirse al norte para relevar a las tropas del general Vicente Genaro de Quesada que no lograban controlar a los sublevados carlistas 6 La regente Maria Cristina de Borbon Dos Sicilias se marcho al palacio de La Granja en Segovia en cuanto se dieron los primeros casos de colera en Madrid En Madrid los primeros casos de colera se dieron a finales de junio de 1834 y aunque el gobierno de Francisco Martinez de la Rosa nego su existencia abandono rapidamente Madrid el 28 de junio junto con la regente Maria Cristina de Borbon Dos Sicilias y la familia real para refugiarse en el palacio de La Granja en Segovia lo que causo una gran indignacion entre los habitantes de la capital 7 A esta sensacion de desamparo se sumo el calor del verano el aumento de los precios de los alimentos y los rumores de inminentes ataques carlistas lo que aumento el descontento popular 1 El dia 15 de julio llegaba la noticia a Madrid de que el ejercito de Rodil tampoco habia logrado contener a los carlistas y que el pretendiente Carlos Maria Isidro de Borbon habia entrado en Espana proclamandolo en un manifiesto desde Elizondo 6 Justo el dia en que llegaron a Madrid las malas noticias sobre la marcha de la primera guerra carlista la epidemia se recrudecio muriendo los enfermos a centenares con las circunstancias horrorosas companeras de tal cruel plaga segun relata Alcala Galiano 8 Los principales afectados eran los habitantes de los barrios mas empobrecidos donde habian fallecido mas de quinientas personas diarias desde el dia 15 A lo largo de ese mes de julio las victimas por esta epidemia fueron 3564 personas y descendieron a 834 en el mes de agosto 1 Entonces comenzo a circular el rumor por Madrid de que la causa de la epidemia era el envenenamiento de las fuentes publicas ya que a muchas personas el colera se manifestaba despues de beber agua segun relata un testigo La idea de que el envenenamiento de las aguas era la responsable de la enfermedad se dio tambien en otros lugares del mundo entre las clases populares urbanas convencidas de que detras de ello estaban las clases altas que querian reducir el numero de indigentes En Manila en 1827 se atribuyo el supuesto envenenamiento a subditos ingleses y algunos fueron asesinados en Paris en marzo de 1831 se culpo a los frailes y a los legitimistas siendo algunos de ellos perseguidos y en 1833 a los taberneros con la complicidad de la policia siendo arrojados varios agentes al Sena En Madrid segun relata un testigo se culpo primero a algunos muchachos semimendigos y algunas mujerzuelas que se acercaban a las fuentes y de este concepto provino la prision de unas cigarreras el asesinato que se cometio en la persona de un mozo de la infima clase a las 3 de la tarde del 17 en la Puerta del Sol y la persecucion de otros muchachos en las fuentes de Lavapies Relatores y otras Pero pronto se extendio el rumor de que esos semimendigos y esas mujerzuelas estaban al servicio de los frailes que eran los autenticos culpables Tambien corrio la noticia de que se habia disparado desde los conventos contra las masas que se dirigian hacia ellos relacionandolo con el apoyo que los religiosos daban a los carlistas 9 El rumor de que el agua de las fuentes publicas habia sido envenenada por los frailes sobre todo por los jesuitas se vio reforzado por el hecho de que algunos de ellos en los dias anteriores habian explicado la epidemia de colera como el castigo divino contra los descreidos habitantes de la ciudad mientras que la gente del campo quedaba libre por ser fiel y devota 1 El asalto a los conventos Editar Horrible matanza de los jesuitas en la iglesia de San Isidro de Madrid litografia de Carlos Mugica para La estafeta de Palacio de Ildefonso Antonio Bermejo t I Madrid 1871 1872 Todo transcurrio en la zona mas centrica de Madrid entre la Puerta del Sol la plaza de la Cebada el convento de San Francisco el Grande y las calles de Atocha y Toledo El primer hecho violento se produjo a las 12 del mediodia en la Puerta del Sol con el asesinato de un muchacho que por juego habia arrojado tierra a la cuba de un aguador Segun cuenta Benito Perez Galdos en Un faccioso mas y algunos frailes menos cap xxvii era travesura frecuente que se castigaba comunmente a pescozones pero que en aquella ocasion se tomo como excusa para culpar a los frailes cuando por los corrillos se extendio la noticia pregonada por oradores espontaneos de que de los dos chicos a quienes se habia sorprendido echando unas tierras amarillas en las cubas de los aguadores el uno fue muerto al instante el otro logro escaparse y se refugio donde En el mismo San Isidro De modo similar narra Benjamin Jarnes el desencadenante de la tragedia Asoma el colera en Madrid Un chiquillo juega en la Puerta del Sol junto a la fuente de la Mariblanca De pronto se le ocurre echar un punado de tierra en la cuba de un aguador El aguador va tras el chiquillo tras ellos unos cuantos desocupados pululan alli cerca Se engrosa el tropel Uno grita A ese Que lo mandan los frailes para envenenar el agua Alcanzan al infeliz muchacho lo cosen a punaladas y arrastran su cadaver por la calle Mayor Arrecia el tumulto Las turbas se distribuyen en grupos se reparten por los conventos A mediodia un tropel de mujeres arrastra a un lego A las tres de la tarde penetran las turbas en el convento de jesuitas de San Isidro matan saquean incendian Benjamin Jarnes Sor Patrocinio La monja de las llagas IV Tras los sucesos de la Puerta del Sol el segundo hecho violento ocurre una hora despues en la plaza de la Cebada donde un conocido realista es increpado y asesinado A las cuatro de la tarde un religioso franciscano es atacado en la calle de Toledo 2 A esas primeras horas de la tarde ya se habian formado diversos grupos integrados tambien por abundantes milicianos urbanos y algunos miembros de la guardia real que se habian congregado en la Plaza Mayor en la Puerta del Sol y en la Plaza de la Cebada profiriendo gritos contra los frailes 10 Desde alli estos grupos se dirigieron al Colegio Imperial de San Isidro regentado por los jesuitas que fue asaltado a las cinco de la tarde El pretexto corroborar la version que desde el dia anterior habia corrido sobre dos cigarreras de la cercana fabrica de tabacos decian que sorprendidas con polvos de veneno para echar en las fuentes y que pagadas por los jesuitas Dentro del convento matan a sablazos a unos apresan a otros y los linchan en las calles laterales desnudando y acribillando con escarnio los cuerpos moribundos La tropa llega a la media hora nada menos que con el capitan general y superintendente de policia Martinez de San Martin experto en reprimir motines de los liberales exaltados durante el trienio constitucional en Madrid Les recrimina a los jesuitas el envenenamiento y busca pruebas del mismo mientras siguen matando frailes a un palmo de su presencia 2 En total catorce jesuitas fueron asesinados 11 Basilica de San Francisco el Grande El siguiente objetivo de los amotinados fue el convento de Santo Tomas de los dominicos en la calle de Atocha donde ya habian tenido tiempo de huir parte de los frailes Alli ademas de matar a siete frailes en presencia de la tropa que no hizo nada por impedirlo los amotinados realizan actos burlescos vistiendose con ropas liturgicas y formando una danza sacrilega que continuaron por las calles de Atocha y Carretas Hacia las nueve de la noche fue asaltado el convento de San Francisco el Grande donde fueron asesinados cuarenta y tres frailes franciscanos o cincuenta segun otras fuentes en medio de escenas macabras sin que los oficiales del regimiento de la Princesa que estaba acantonado en sus dependencias dieran la orden de intervenir a los mas de mil soldados que lo componian A las once de la noche fue atacado el convento de San Jose de los mercedarios en la actual plaza de Tirso de Molina con el resultado de nueve o diez asesinatos mas 12 11 Pasada la medianoche hubo conatos dispersos de asaltos a otros conventos pero no hubo mas victimas Quedaron sin embargo el resto de los frailes sumidos en el terror algunos optaron por disfrazarse y refugiarse en casas de amigos los capuchinos del Prado optaron por la heroicidad de abrir las puertas y esperar orando 12 Julio Caro Baroja afirmo que no menos de setenta y cinco fueron los religiosos asesinados en Madrid el 17 de julio de 1834 En San Francisco el Grande diecisiete padres cuatro estudiantes diez legos y diez donados o sea cuarenta y un franciscanos En el Colegio Imperial de San Isidro murieron diecisiete jesuitas cinco presbiteros nueve maestros y tres hermanos En el convento de Santo Tomas seis dominicos cinco de misa y un lego Por ultimo en el de la Merced siete mercedarios descalzos conocidos y otros cuatro cuyos nombres se ignoraban en la epoca 13 La respuesta del gobierno Editar Francisco Martinez de la Rosa presidente del consejo de ministros cuando ocurrieron los hechos En la madrugada del dia siguiente 18 de julio se declaro el estado de sitio y se hizo publico un bando Madrilenos las autoridades velan por vosotros y el que conspire contra vuestras personas contra la salud o el sosiego publico sera entregado a los tribunales y le castigaran las leyes En la tarde de ese mismo dia se produjeron nuevos intentos de asaltos a conventos que fueron evitados por la presencia de las tropas aunque fueron saqueadas varias dependencias de los jesuitas y el convento de los trinitarios 11 El dia 19 de julio el gobierno de Francisco Martinez de la Rosa ante la ambiguedad y la notoria pasividad e incluso connivencia con el motin de las diferentes autoridades la militar y la municipal detiene y encarcela al capitan general Martinez de San Martin que contaba con una tropa de nueve mil hombres para haber evitado los asaltos y los asesinatos y obliga a dimitir al corregidor el marques de Falces y al gobernador civil el duque de Gor como maximos responsables de la milicia urbana buena parte de cuyos miembros habian tenido una participacion muy activa en los hechos 14 El nuevo gobernador civil el conde Vallehermoso suspendio el alistamiento de nuevos batallones y meses despues fueron expulsados cuarenta milicianos como resultas de su actitud en los hechos de julio 15 Los comandantes de la milicia se vieron obligados ante el desprestigio de dicha institucion a dirigir una exposicion a la reina con el fin de salvar su buen nombre en la que pedian su reforma para evitar la entrada en el cuerpo de personas indeseables 16 Fueron sometidas a juicio 79 personas 54 civiles 14 milicianos urbanos y 11 soldados Resultaron condenadas a muerte dos personas un ebanista y un musico militar pero por el delito de robo no por el de asesinato siendo ejecutadas el 5 y el 18 de agosto El resto fueron condenados a penas diversas de galeras y presidio incluyendo a mujeres y algunos fueron absueltos 14 17 Por los datos recogidos en los juicios se sabe que la mayoria de los que participaron en el motin pertenecian a los barrios mas populares de Madrid y entre ellos se encontraban menestrales empleados y mujeres junto a milicianos urbanos y soldados 18 El 23 de julio la vispera de la apertura de las Cortes del Estatuto Real la policia desarticula un supuesto complot para derrocar al gobierno de Martinez de la Rosa y convocar unas Cortes autenticamente liberales que esta encabezado por emigrados vueltos del destierro y notabilidades de la situacion segun el informe de la policia Fueron detenidos Jose de Palafox Juan Romero Alpuente Lorenzo Calvo de Rozas Juan de Olavarria y Eugenio de Aviraneta entre otros 19 Esta conspiracion fue conocida como de La Isabelina por el nombre de la sociedad secreta que supuestamente estaba detras llamada Confederacion de guardadores de la inocencia o isabelinos Los detenidos fueron juzgados pero fueron absueltos por falta de pruebas por lo que el gobierno hubo de soltarlos y quedo en ridiculo 20 La interpretacion de los hechos EditarLos historiadores estan divididos en cuanto a la explicacion de los acontecimientos pues mientras unos defienden que los asaltos a los conventos y los asesinatos de frailes fueron el resultado de un complot organizado por las sociedades secretas o por la masoneria otros defienden la espontaneidad del movimiento 11 Los defensores de la primera tesis como Stanley G Payne afirman que el rumor sobre los pozos envenenados que desencadeno el motin anticlerical habria sido propalado por sociedades secretas radicales aunque no necesariamente la masoneria 21 Para Manuel Revuelta Gonzalez otro defensor de la tesis conspirativa la forma como se desarrollo el tumulto prueba que no se trato de una casualidad espontanea sino que detras habia una cabeza organizadora las sociedades secretas que contaron para la ejecucion del motin con el apoyo de la milicia urbana matones y mujerzuelas 22 Caricatura sobre la relacion del carlismo con el clero de la revista satirica La Flaca de 1870 con el trilema carlista Dios Patria y Rey Frente a ellos otros historiadores como Josep Fontana o Ana Maria Garcia Rovira han negado que existiera un complot de juntas masonicas o de las sociedades secretas entre otras razones porque no existe ninguna prueba que lo demuestre Josep Fontana dice no hay evidencias de que existiese ningun tipo de conjuracion tras de estos sucesos como no las hubo tras de los muchos de caracter similar que se desarrollaron de Manila a Puebla de los Angeles pasando por Paris 23 Segun Josep Fontana para comprender lo sucedido hay que penetrar en la raiz misma de un anticlericalismo dirigido casi exclusivamente contra las ordenes religiosas que se estaba acentuando en estos anos al comprobarse la identificacion de los regulares con el carlismo su complicidad en el armamento de partidas e incluso la participacion directa de frailes en asaltos y emboscadas en los que no se olvide este detalle los hombres que morian del lado de los liberales procedian exclusivamente de las clases populares eran hijos o hermanos de estas mismas gentes en toda Espana Como diria Lamennais en 1835 Alla donde el sacerdote se alia con el despotismo contra el pueblo que destino le espera 24 Una prueba de este anticlericalismo serian los numerosos romances que se difundieron dias despues que tendian a culpabilizar de todo a los frailes 25 y como a pasos contados sea dicho sin rodeos dentro del mismo Madrid se iba el colera extendiendo no dudaron propalar que era castigo del cielo o la colera divina lo que amenazaba al suelo porque ya la religion y la fe se van perdiendo suspensa estando la entrada de frailes los conventos suspensas las canongias y el santo oficio suspenso con otras mil suspensiones que llegaran a su tiempo El vulgo siempre indiscreto siempre injusto siempre atroz y siempre ciego instrumento de cobardes asesinos hizo teatro sangriento de la venganza el asilo del inocente indefenso Julio Caro Baroja en su obra pionera sobre el anticlericalismo en Espana publicada en 1980 atribuyo a la transformacion que se habia producido en las mentalidades colectivas de ciertos sectores populares el origen de la matanza 26 En el proceso de crear una mitologia liberal con sus dioses semidioses y genios del mal lanzados muchos a dar una interpretacion hostil a todas las actividades de la Iglesia llego un momento en que gran parte del pueblo atribuyo a esta y a sus ministros el mismo genero de consignas y de actos malignos que los predicadores los frailes etc habian atribuido en otra epoca a los herejes y a los judios y mas modernamente a los masones y a los miembros de las distintas sociedades secretas El pueblo pues llevo a cabo una tipica proyeccion atribuyendo a los enemigos politicos no solo intenciones verdaderas sino otras imaginadas fabulosas y ajustadas a un procedimiento que nos es conocido por lo repetido en circunstancias distintas a lo largo de la Historia Una posicion intermedia es la que mantiene Juan Sisinio Perez Garzon que afirma que no es incompatible la existencia de una trama organizativa para destruir el poder eclesiastico y derribar el gobierno con que esta se solape y aproveche una coyuntura de exasperacion popular por el colera para sembrar el terror entre los frailes y servirse de una tactica de panico para justificar el asalto a las posesiones clericales 27 Segun este historiador la forma como dio la noticia del motin el diario liberal El Eco del Comercio constituiria un indicio de que quien pudo estar detras de los hechos cuando transformaba a las victimas en enemigos de la patria el linchamiento de los religiosos se reducia al concepto de algunas desgracias y afirmaba que en los asaltos se dice haberse descubierto algunas pruebas que daban fundamento a las voces que han corrido en los dias anteriores acerca de su plan para el envenenamiento de las aguas Todo puede creerse de la perversidad de los enemigos de la patria y siempre hemos previsto que ellos se aprovecharian de los momentos actuales para aumentar el conflicto en que estamos 28 Una posicion similar es la que mantiene Antonio Moliner Prada cuando reconoce que los liberales radicales estaban interesados en acelerar el proceso de la Revolucion y les interesaba la desestabilizacion politica y los ataques directos a la Iglesia pero a continuacion senala que el odio secular acumulado contra el clero se manifesto con toda su crudeza esos dias y sirvio de precedente a los motines anticlericales que se repitieron durante el verano de 1835 en algunas ciudades Tal como senalara J de Burgos la matanza de frailes provoco espanto entre la clase media acomodada y la burguesia se conmovio la policia y se consternaron las clases acomodadas y naturalmente pacificas del vecindario de la capital La participacion del pueblo en los acontecimientos de 1835 haria ver claro a los liberales progresistas lo que habian presentido ya en 1834 la necesidad de establecer una estrategia que evitara la radicalizacion del proceso de la Revolucion y pudiera poner en duda el nuevo orden burgues que se intentaba consolidar 29 Referencias Editar a b c d Moliner Prada 1998 p 76 a b c Perez Garzon 1997 p 82 Moliner Prada 1998 p 79 Baroja 2008 p 143 Fontana 1977 p 98 a b Perez Garzon 1997 p 81 Fontana 1977 pp 98 99 Fontana 1977 p 99 Fontana 1977 pp 99 100 Moliner Prada 1998 p 76 77 a b c d Moliner Prada 1998 p 77 a b Perez Garzon 1997 p 83 Baroja 2008 p 146 a b Perez Garzon 1997 p 84 Perez Garzon 1997 p 86 Moliner Prada 1998 p 81 Moliner Prada 1998 p 78 El proceso judicial abierto contra los detenidos fue muy lento y lleno de irregularidades y se saldo con dos ejecuciones por robo treinta y cuatro condenas a presidio y cuarenta a penas menores Perez Garzon 1997 pp 83 84 Perez Garzon 1997 p 84 85 Fontana 1977 pp 102 103 En las Cortes de 1839 Alonso denuncio sin que nadie le contradijese la falsedad de unas acusaciones que habian sido un mero pretexto para justificar la represion contra unos progresistas Moliner Prada 1998 p 78 Moliner Prada 1998 pp 77 78 Fontana 1977 p 101 Fontana 1977 pp 102 103 Moliner Prada 1998 pp 80 81 Baroja 2008 Perez Garzon 1997 p 85 Perez Garzon 1997 pp 85 86 Moliner Prada 1998 pp 81 82 Bibliografia EditarCaro Baroja Julio 2008 1980 Historia del anticlericalismo espanol Madrid Caro Raggio ISBN 978 84 7035 188 4 Fontana Josep 1977 La Revolucion Liberal Politica y Hacienda 1833 1845 Madrid Instituto de Estudios Fiscales ISBN 84 7196 034 6 Moliner Prada Antonio 1998 Anticlericalismo y revolucion liberal En La Parra Lopez Emilio y Suarez Cortina Manuel ed El anticlericalismo espanol contemporaneo Madrid Biblioteca Nueva ISBN 84 7030 532 8 Perez Garzon Juan Sisinio 1997 Curas y liberales en la revolucion burguesa En Rafael Cruz ed El anticlericalismo Madrid Marcial Pons Rev Ayer nº 27 ISBN 84 7248 505 6 Datos Q6005734 Multimedia Massacre of friars in Madrid in 1834 Q6005734 Obtenido de https es wikipedia org w index php title Matanza de frailes en Madrid de 1834 amp oldid 150032074, wikipedia, wiki, leyendo, leer, libro, biblioteca,

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