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Las Catilinarias

Las Catilinarias[1]​ forman un conjunto de doce ensayos publicados por el escritor ecuatoriano Juan Montalvo en Ecuador entre 1880 y 1882. Estos escritos tenían como finalidad realizar una crítica hacia el dictador Ignacio de Veintemilla, general que ocupaba el poder en Ecuador desde 1876.

Las Catilinarias
de Juan Montalvo
Género Ensayo
Idioma Español
País Ecuador
Fecha de publicación 1880, 1881 y 1882

Origen de la obra

Montalvo tuvo la oportunidad de conocer bien a Ignacio de Veintemilla durante el destierro de ambos en Shumiral. El escritor ambateño era retraído, mesurado y falto de tacto social, aparte de que estaba acosado a diario por la pobreza. Por el contrario, Veintemilla era extremadamente sociable, daba rienda suelta a sus vicios y le despreocupaba el dinero, pues lo recibía de casa. Así, nació de Montalvo un inmenso desprecio hacia el general quiteño.[2]

Durante el gobierno de Antonio Borrero Cortázar, se le confió la zona militar del Guayas a Veintemilla. El 8 de septiembre de 1876 el general quiteño se declaró “Jefe Supremo” y depuso al entonces mandatario, a pesar de que el 30 de agosto del mismo año le había manifestado su lealtad y servicio a través de una carta. Montalvo, con serenidad y mesura, criticó los acontecimientos, razón por la cual Veintemilla mandó a apresarlo en horas de la madrugada, para luego desterrarlo a Panamá.

Gracias a la presión de Pedro Carbo, pudo Montalvo regresar al Ecuador, donde permaneció alejado de la oposición activa. Sin embargo, reanudó su lucha política tras los asesinatos por envenenamiento del Arzobispo Checa de Quito, en julio de 1877, y de Vicente Piedrahíta, en septiembre del mismo año, atribuidos por la opinión pública a Veintemilla.[3]​En varios panfletos dio a conocer los males que trae consigo una dictadura y abogó por la libertad de Eloy Alfaro, convirtiéndose pronto en el centro de la oposición. Consciente del peligro que corría como opositor, decidió abandonar el país, rumbo a Ipiales. Podría conjeturarse Montalvo ya había comenzado a escribir Las Catilinarias con anterioridad a este exilio, posiblemente en Ambato o Baños, continuando su obra en Ipiales.[4]

Montalvo consideró que Ipiales no era el lugar apropiado para la publicación de su obra y viajó a Panamá. Allí, gracias al apoyo de Alfaro, publicó su primera catilinaria a comienzos de 1880. Durante ese año publicó cuatro más, y algunos periódicos hispanoamericanos reprodujeron trozos de las Catilinarias, como es el caso de "La Patria", de Bogotá, "La Estrella", de la ciudad de Panamá, entre otros. En enero de 1882 se publicó la duodécima y última catilinaria.[5]

Contenido

Durante los doce ensayos que componen la obra, Montalvo va realizando una despiadada crítica a la figura de Veintemilla al que tacha de inculto y salvaje. Va elaborando también una descripción de la sociedad ecuatoriana de su tiempo, sin ahorrar críticas a otros políticos o a sectores del clero. Encontramos además numerosas referencias a la sociedad europea de la época, que Montalvo conocía muy bien por haber residido varios años en España y Francia. También son frecuentes las citas a obras literarias y a episodios mitológicos para completar la crítica a Veintemilla.

El título lo toma de Cicerón y su famosa perorata hacia Catilina ("¿Hasta cuándo Catilina, abusarás de nuestra paciencia?"); extrapolándola la política ecuatoriana; algo así como arengado y preguntando a Ignacio de Veintemilla: "¿Hasta cuándo Ignacio, abusarás de nuestra paciencia?". Cada capítulo contiene, a su vez, "el mote de la empresa de Don Fernando el Católico": "Tanto monta, monta tanto".

Temas tratados

La primera catilinaria trata de la libertad, las leyes, la disciplina y el orden, a la vez que, muy sagazmente, da lecciones léxicas al discutir algunos fenómenos fonéticos o al exponer palabras mal usadas. En la segunda define lo que es tirano y tiranía. En la tercera instiga a que el pueblo, especialmente el de Guayaquil, se levante y deponga al gobierno. Hace también un recuento de los dictadores hispanoamericanos. La cuarta catilinaria acomete contra Urbina y Borrero. La quinta catilinaria es moralista; dice Montalvo que "Cada vicio es una caída del hombre" y luego analiza algunos de ellos. En la sexta, Montalvo defiende el propósito de su obra, y discute el concepto de civilización y barbarie.[6]

En la séptima catilinaria, con espíritu didáctico, presenta las ventajas de la educación, y analiza el sistema educativo, comparándolo con aquel de otros países. Nota que "el clero ha sido factor positivo en el desarrollo de la educación en muchos países, mas no en el Ecuador donde por el contrario ha servido de óbice al desarrollo libre del pensamiento".[7]​ Termina esta catilinaria reproduciendo un discurso de su autoría en el que se aboga por los derechos de la mujer. En la octava, además de continuar tratando el tema de la educación, se preocupa de recalcar los bienes de la cultura. En la novena se refiere a los centros de educación. En la décima y undécima enviste con fervor contra Borrero. En la última catilinaria discurre sobre las edades, elogia la juventud, e instruye al soldado con agudo proselitismo de ganarse la voluntad de éste para derrocar al gobierno.[8]

Sobre Ignacio de Veintimilla

Montalvo procuraba ser justo y no acusaba a sus adversarios de delitos que no cometieron. Por poner un ejemplo, cuando se enteró en Ipiales de rumores de un asalto a los fondos públicos, por parte de Veintemilla, escribió a su fraternal amigo Rafael Portilla: "Es preciso que seamos exactos en los cargos: deseo saber a ciencia cierta qué hay en esto, con las cantidades fijas. No olvide por nada este punto ni lo exajeren [sic], ni lo desfiguren".[9]

Entre los numerosos pasajes de esta obra que vituperan a Veintemilla, podemos destacar la segunda catilinaria. Montalvo distingue entre los tiranos y los simples malhechores, afirmando que Veintemilla pertenece a este segundo grupo, por las cosas que hace y sus cualidades de bribón. Luego se refiere a los pecados capitales, indicando que Veintemilla sufre de cada uno de ellos:

Soberbio: Si un animal pudiera rebelarse contra el Altísimo, él se revelará, y fuera a servir de rufián a Lucifer. “Yo y Pío IX”, “yo y Napoleón”, éste es su modo de hablar. (Catilinarias, p. 24)
Avaricia: Dicen que ésta es pasión de los viejos, pasión ciega, arrugada, achacosa: excrecencia de la edad, sedimento de la vida, sarro ignorable que cría en las paredes de esa vasija rota y sucia que se llama vejez. Y este sarro pasa al alma, se aferra sobre ella y le sirve de lepra. Ignacio Veintemilla no es viejo todavía; pero ni amor ni ambición en sus cincuenta y siete años de cochino: todo en él es codicia; codicia tan propasada, tan madura, que es avaricia, y él, su augusta persona, el vaso cubierto por el sarro de las almas puercas. (Catilinarias, p. 25)
Lujuria: El sueño, suyo es; no hay sol ni luz para este desdichado: aurora, mañana, mediodía, todo se lo duerme. Si se despierta y levanta a las dos de la tarde, es para dar rienda floja a los otros abusos de la vida, para lo único que necesita claridad, pues su timbre es ofender con ellos a los que lo rodean. Da bailes con mujeres públicas, y se le ha visto al infame introducir rameras a su alcoba, rompiendo por la concurrencia de la sala. (Catilinarias, p. 26)
Ira: La serpiente no se hincha y enciende como ese basilisco. Un día un oficial se había tardado cinco minutos más de lo que debiera: presentóse el joven, ceñida la espalda, a darle cuenta de su comisión: verle, saltar sobre él, hartarle de bofetones, fue todo uno. La ira, en forma de llama infernal, volaba de sus ojos; en forma de veneno fluía de sus labios. Y se titulaba jefe supremo el miserable: jefe supremo que se va a las manos, y da de coces a un subalterno que no puede defenderse! Viéndole están allí, en Quito: eso no es gente; es arsénico amasado por las furias a imagen de Calígula. (Catilinarias, pp. 26-27)
Gula: Ignacio Veintemilla da soga al que paladea un bocadito delicado, tiene por flojos a los que gustan de la leche, se ríe su risa de caballo cuando ve a uno saborear un albérchigo de entrañas encendidas: carne el primer plato, carne el segundo, carne el tercero; diez, veinte, treinta carnes. ¿Se llenó? ¿Se hartó? Vomita en el puesto, desocupa la andarga, y sigue comiendo para beber, y sigue bebiendo para comer. (Catilinarias, p. 28)
Envidia: Ignacio Veintemilla, más rey y más inteligente que ese monarca, no la abraza. Censura a Bolívar, moteja a Rocafuerte, le da una cantaleta a Olmedo. La ignorancia, la ignorancia suprema, es bestia apocalíptica: el zafio estampa su nombre, sin tener conocimiento ni de los caracteres; no sabe más, y hace sanquintines en los hombres de entender y de saber. Que se haya burlado de mí, cogiéndome puntos en El regenerador, riéndose de mis disparates, estaría hasta puesto en razón; pero, afirma que si él hubiera estado en Junín la cosa hubiera sido de otro modo; que Sucre triunfó en Ayacucho por casualidad, no porque hubiese dado la batalla conforme a las reglas del arte; que Napoleón I perdió la corona por falta de diplomacia, y otras de estas. (Catilinarias, p. 29)
Pereza: Ignacio Veintemilla cultiva la pereza con actividad y sabiduría; es jardinero que cosecha las manzanas de ceniza de las riberas del Asfáltico. Ese hombre imperfecto, ese monte de carne echado en la cama, derramándosele el cogote a uno y otro lado por fuera del colchón, es el mar Muerto que parece estar durmiendo eternamente, sin advertencia a la maldición del Señor que pesa sobre él. Su sangre medio cuajada, negruzca, lenta, es el betún cuyos vapores quitan la vida a las aves que pasan sobre el lago del Desierto. Los ojos chiquitos, los carrillos enormes, la boca siempre húmeda con esa baba que le está corriendo por las esquinas: respiración fortísima, anhélito que semeja el resuello de un animal montés; piernas gruesas, canillas lanudas, adornadas de trecho en trecho con lacras o costurones inmundos; barriga descomunal, que se levanta en curva delincuente, a modo de preñez adúltera; manazas de gañán, cerradas aún en sueños, como quienes estuvieran apretando el hurto consumado con amor y felicidad; la uña, cuadrada en su base, ancha como la de Monipodio, pero crecida en punta simbólica, a modo de empresa sobre la cual pudiera campear este mote sublime: Rompe y rasga, coge y guarda. Este es Ignacio Veintemilla, padre e hijo de la pereza, por obra de un misterio cuyo esclarecimiento quedará hecho cuando la ecuación entre los siete pecados capitales y las siete virtudes que los contrarían quede resuelta. (Catilinarias, pp. 32-33)

Trascendencia

Se dice que Miguel de Unamuno llegó a asegurar que un pasaje de la sexta catilinaria le hizo temblar hasta las últimas raicillas de su alma, al extremo de que se le asomaron las lágrimas: "Desgraciado el pueblo donde los jóvenes son humildes con el tirano, donde los estudiantes no hacen temblar al mundo!".[10]​ También, al recordar su lectura de esta obra, expresó:

Cogí "Las Catilinarias" de Montalvo, por lo excesivamente literario del título ciceroniano, ya que el término se ha hecho vulgar desprendiéndose de su etimología, y empecé a devorarlas. Iba saltando líneas, iba desechando literatura erudita; iba esquivando artificio retórico. Iba buscando los insultos tajantes y sangrantes. Los insultos, ¡sí!, los insultos; los que llevan el alma ardorosa y generosa de Montalvo.[11]

Benjamín Carrión, al referirse a Las Catilinarias comentó:

Es difícil encontrar, en cualquier literatura, un logro tan cabal del improperio; un poder de látigo restallante tan fuerte; una eficacia moral de bofetada como los conseguidos por don Juan Montalvo en "Las Catilinarias". Pero es más difícil también que esos insultos estén revestidos de mayor nobleza, de más castiza corrección literaria, de mayor señorío mental. El secreto montalvino está en su capacidad de unir la ira y el desdén.

Notas

  1. Según Plutarco Naranjo, "En la edición original, dirigida en persona, por Montalvo, se usó el título "Catilinarias", las ediciones siguientes aparecieron con el artículo "Las". (Naranjo (1966), p. 169)
  2. Sacoto (1973), p. 247
  3. Sacoto (1973), p. 249
  4. Naranjo (1966), p. 170
  5. Naranjo (1966), p. 185
  6. Sacoto (1973), pp. 97-101
  7. Sacoto (1973), p. 101
  8. Sacoto (1973), pp. 101-102
  9. Naranjo (1966), p. 173
  10. “Prólogo”, en Juan Montalvo, Las Catilinarias, Libresa, Quito, 1990. El imaginario étnico de las tiranías en Las Catilinarias de Juan Montalvo (1880-1882) el 13 de septiembre de 2006 en Wayback Machine.

Bibliografía

  • Sacoto, Antonio (1973). Juan Montalvo: el Escritor y el Estilista. Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana. 
  • Pérez, Galo R. (2003). Remembranzas de la vida y obra de Juan Montalvo. Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana. 9978-92-249-0. 
  • Montalvo, Juan (1966). Las Catilinarias. Latacunga: Editorial Cotopaxi. 
  • Naranjo, Plutarco (1966). Los escritos de Montalvo. Quito: Casa de la Cultura Ecuatoriana. 
  • Carrión, Benjamín (1961). El pensamiento vivo de Montalvo. Losada. 
  • Grijalva, Juan C. . Archivado desde el original el 13 de septiembre de 2006. Consultado el 27 de febrero de 2008. 
  •   Datos: Q5970304

catilinarias, forman, conjunto, doce, ensayos, publicados, escritor, ecuatoriano, juan, montalvo, ecuador, entre, 1880, 1882, estos, escritos, tenían, como, finalidad, realizar, crítica, hacia, dictador, ignacio, veintemilla, general, ocupaba, poder, ecuador, . Las Catilinarias 1 forman un conjunto de doce ensayos publicados por el escritor ecuatoriano Juan Montalvo en Ecuador entre 1880 y 1882 Estos escritos tenian como finalidad realizar una critica hacia el dictador Ignacio de Veintemilla general que ocupaba el poder en Ecuador desde 1876 Las Catilinariasde Juan MontalvoGeneroEnsayoIdiomaEspanolPaisEcuadorFecha de publicacion1880 1881 y 1882 editar datos en Wikidata Indice 1 Origen de la obra 2 Contenido 2 1 Temas tratados 2 2 Sobre Ignacio de Veintimilla 3 Trascendencia 4 Notas 5 BibliografiaOrigen de la obra EditarMontalvo tuvo la oportunidad de conocer bien a Ignacio de Veintemilla durante el destierro de ambos en Shumiral El escritor ambateno era retraido mesurado y falto de tacto social aparte de que estaba acosado a diario por la pobreza Por el contrario Veintemilla era extremadamente sociable daba rienda suelta a sus vicios y le despreocupaba el dinero pues lo recibia de casa Asi nacio de Montalvo un inmenso desprecio hacia el general quiteno 2 Durante el gobierno de Antonio Borrero Cortazar se le confio la zona militar del Guayas a Veintemilla El 8 de septiembre de 1876 el general quiteno se declaro Jefe Supremo y depuso al entonces mandatario a pesar de que el 30 de agosto del mismo ano le habia manifestado su lealtad y servicio a traves de una carta Montalvo con serenidad y mesura critico los acontecimientos razon por la cual Veintemilla mando a apresarlo en horas de la madrugada para luego desterrarlo a Panama Gracias a la presion de Pedro Carbo pudo Montalvo regresar al Ecuador donde permanecio alejado de la oposicion activa Sin embargo reanudo su lucha politica tras los asesinatos por envenenamiento del Arzobispo Checa de Quito en julio de 1877 y de Vicente Piedrahita en septiembre del mismo ano atribuidos por la opinion publica a Veintemilla 3 En varios panfletos dio a conocer los males que trae consigo una dictadura y abogo por la libertad de Eloy Alfaro convirtiendose pronto en el centro de la oposicion Consciente del peligro que corria como opositor decidio abandonar el pais rumbo a Ipiales Podria conjeturarse Montalvo ya habia comenzado a escribir Las Catilinarias con anterioridad a este exilio posiblemente en Ambato o Banos continuando su obra en Ipiales 4 Montalvo considero que Ipiales no era el lugar apropiado para la publicacion de su obra y viajo a Panama Alli gracias al apoyo de Alfaro publico su primera catilinaria a comienzos de 1880 Durante ese ano publico cuatro mas y algunos periodicos hispanoamericanos reprodujeron trozos de las Catilinarias como es el caso de La Patria de Bogota La Estrella de la ciudad de Panama entre otros En enero de 1882 se publico la duodecima y ultima catilinaria 5 Contenido EditarDurante los doce ensayos que componen la obra Montalvo va realizando una despiadada critica a la figura de Veintemilla al que tacha de inculto y salvaje Va elaborando tambien una descripcion de la sociedad ecuatoriana de su tiempo sin ahorrar criticas a otros politicos o a sectores del clero Encontramos ademas numerosas referencias a la sociedad europea de la epoca que Montalvo conocia muy bien por haber residido varios anos en Espana y Francia Tambien son frecuentes las citas a obras literarias y a episodios mitologicos para completar la critica a Veintemilla El titulo lo toma de Ciceron y su famosa perorata hacia Catilina Hasta cuando Catilina abusaras de nuestra paciencia extrapolandola la politica ecuatoriana algo asi como arengado y preguntando a Ignacio de Veintemilla Hasta cuando Ignacio abusaras de nuestra paciencia Cada capitulo contiene a su vez el mote de la empresa de Don Fernando el Catolico Tanto monta monta tanto Temas tratados Editar La primera catilinaria trata de la libertad las leyes la disciplina y el orden a la vez que muy sagazmente da lecciones lexicas al discutir algunos fenomenos foneticos o al exponer palabras mal usadas En la segunda define lo que es tirano y tirania En la tercera instiga a que el pueblo especialmente el de Guayaquil se levante y deponga al gobierno Hace tambien un recuento de los dictadores hispanoamericanos La cuarta catilinaria acomete contra Urbina y Borrero La quinta catilinaria es moralista dice Montalvo que Cada vicio es una caida del hombre y luego analiza algunos de ellos En la sexta Montalvo defiende el proposito de su obra y discute el concepto de civilizacion y barbarie 6 En la septima catilinaria con espiritu didactico presenta las ventajas de la educacion y analiza el sistema educativo comparandolo con aquel de otros paises Nota que el clero ha sido factor positivo en el desarrollo de la educacion en muchos paises mas no en el Ecuador donde por el contrario ha servido de obice al desarrollo libre del pensamiento 7 Termina esta catilinaria reproduciendo un discurso de su autoria en el que se aboga por los derechos de la mujer En la octava ademas de continuar tratando el tema de la educacion se preocupa de recalcar los bienes de la cultura En la novena se refiere a los centros de educacion En la decima y undecima enviste con fervor contra Borrero En la ultima catilinaria discurre sobre las edades elogia la juventud e instruye al soldado con agudo proselitismo de ganarse la voluntad de este para derrocar al gobierno 8 Sobre Ignacio de Veintimilla Editar Montalvo procuraba ser justo y no acusaba a sus adversarios de delitos que no cometieron Por poner un ejemplo cuando se entero en Ipiales de rumores de un asalto a los fondos publicos por parte de Veintemilla escribio a su fraternal amigo Rafael Portilla Es preciso que seamos exactos en los cargos deseo saber a ciencia cierta que hay en esto con las cantidades fijas No olvide por nada este punto ni lo exajeren sic ni lo desfiguren 9 Entre los numerosos pasajes de esta obra que vituperan a Veintemilla podemos destacar la segunda catilinaria Montalvo distingue entre los tiranos y los simples malhechores afirmando que Veintemilla pertenece a este segundo grupo por las cosas que hace y sus cualidades de bribon Luego se refiere a los pecados capitales indicando que Veintemilla sufre de cada uno de ellos Soberbio Si un animal pudiera rebelarse contra el Altisimo el se revelara y fuera a servir de rufian a Lucifer Yo y Pio IX yo y Napoleon este es su modo de hablar Catilinarias p 24 Avaricia Dicen que esta es pasion de los viejos pasion ciega arrugada achacosa excrecencia de la edad sedimento de la vida sarro ignorable que cria en las paredes de esa vasija rota y sucia que se llama vejez Y este sarro pasa al alma se aferra sobre ella y le sirve de lepra Ignacio Veintemilla no es viejo todavia pero ni amor ni ambicion en sus cincuenta y siete anos de cochino todo en el es codicia codicia tan propasada tan madura que es avaricia y el su augusta persona el vaso cubierto por el sarro de las almas puercas Catilinarias p 25 Lujuria El sueno suyo es no hay sol ni luz para este desdichado aurora manana mediodia todo se lo duerme Si se despierta y levanta a las dos de la tarde es para dar rienda floja a los otros abusos de la vida para lo unico que necesita claridad pues su timbre es ofender con ellos a los que lo rodean Da bailes con mujeres publicas y se le ha visto al infame introducir rameras a su alcoba rompiendo por la concurrencia de la sala Catilinarias p 26 Ira La serpiente no se hincha y enciende como ese basilisco Un dia un oficial se habia tardado cinco minutos mas de lo que debiera presentose el joven cenida la espalda a darle cuenta de su comision verle saltar sobre el hartarle de bofetones fue todo uno La ira en forma de llama infernal volaba de sus ojos en forma de veneno fluia de sus labios Y se titulaba jefe supremo el miserable jefe supremo que se va a las manos y da de coces a un subalterno que no puede defenderse Viendole estan alli en Quito eso no es gente es arsenico amasado por las furias a imagen de Caligula Catilinarias pp 26 27 Gula Ignacio Veintemilla da soga al que paladea un bocadito delicado tiene por flojos a los que gustan de la leche se rie su risa de caballo cuando ve a uno saborear un alberchigo de entranas encendidas carne el primer plato carne el segundo carne el tercero diez veinte treinta carnes Se lleno Se harto Vomita en el puesto desocupa la andarga y sigue comiendo para beber y sigue bebiendo para comer Catilinarias p 28 Envidia Ignacio Veintemilla mas rey y mas inteligente que ese monarca no la abraza Censura a Bolivar moteja a Rocafuerte le da una cantaleta a Olmedo La ignorancia la ignorancia suprema es bestia apocaliptica el zafio estampa su nombre sin tener conocimiento ni de los caracteres no sabe mas y hace sanquintines en los hombres de entender y de saber Que se haya burlado de mi cogiendome puntos en El regenerador riendose de mis disparates estaria hasta puesto en razon pero afirma que si el hubiera estado en Junin la cosa hubiera sido de otro modo que Sucre triunfo en Ayacucho por casualidad no porque hubiese dado la batalla conforme a las reglas del arte que Napoleon I perdio la corona por falta de diplomacia y otras de estas Catilinarias p 29 Pereza Ignacio Veintemilla cultiva la pereza con actividad y sabiduria es jardinero que cosecha las manzanas de ceniza de las riberas del Asfaltico Ese hombre imperfecto ese monte de carne echado en la cama derramandosele el cogote a uno y otro lado por fuera del colchon es el mar Muerto que parece estar durmiendo eternamente sin advertencia a la maldicion del Senor que pesa sobre el Su sangre medio cuajada negruzca lenta es el betun cuyos vapores quitan la vida a las aves que pasan sobre el lago del Desierto Los ojos chiquitos los carrillos enormes la boca siempre humeda con esa baba que le esta corriendo por las esquinas respiracion fortisima anhelito que semeja el resuello de un animal montes piernas gruesas canillas lanudas adornadas de trecho en trecho con lacras o costurones inmundos barriga descomunal que se levanta en curva delincuente a modo de prenez adultera manazas de ganan cerradas aun en suenos como quienes estuvieran apretando el hurto consumado con amor y felicidad la una cuadrada en su base ancha como la de Monipodio pero crecida en punta simbolica a modo de empresa sobre la cual pudiera campear este mote sublime Rompe y rasga coge y guarda Este es Ignacio Veintemilla padre e hijo de la pereza por obra de un misterio cuyo esclarecimiento quedara hecho cuando la ecuacion entre los siete pecados capitales y las siete virtudes que los contrarian quede resuelta Catilinarias pp 32 33 Trascendencia EditarSe dice que Miguel de Unamuno llego a asegurar que un pasaje de la sexta catilinaria le hizo temblar hasta las ultimas raicillas de su alma al extremo de que se le asomaron las lagrimas Desgraciado el pueblo donde los jovenes son humildes con el tirano donde los estudiantes no hacen temblar al mundo 10 Tambien al recordar su lectura de esta obra expreso Cogi Las Catilinarias de Montalvo por lo excesivamente literario del titulo ciceroniano ya que el termino se ha hecho vulgar desprendiendose de su etimologia y empece a devorarlas Iba saltando lineas iba desechando literatura erudita iba esquivando artificio retorico Iba buscando los insultos tajantes y sangrantes Los insultos si los insultos los que llevan el alma ardorosa y generosa de Montalvo 11 Benjamin Carrion al referirse a Las Catilinarias comento Es dificil encontrar en cualquier literatura un logro tan cabal del improperio un poder de latigo restallante tan fuerte una eficacia moral de bofetada como los conseguidos por don Juan Montalvo en Las Catilinarias Pero es mas dificil tambien que esos insultos esten revestidos de mayor nobleza de mas castiza correccion literaria de mayor senorio mental El secreto montalvino esta en su capacidad de unir la ira y el desden Notas Editar Segun Plutarco Naranjo En la edicion original dirigida en persona por Montalvo se uso el titulo Catilinarias las ediciones siguientes aparecieron con el articulo Las Naranjo 1966 p 169 Sacoto 1973 p 247 Sacoto 1973 p 249 Naranjo 1966 p 170 Naranjo 1966 p 185 Sacoto 1973 pp 97 101 Sacoto 1973 p 101 Sacoto 1973 pp 101 102 Naranjo 1966 p 173 Eloy Alfaro y Juan Montalvo p 40 Prologo en Juan Montalvo Las Catilinarias Libresa Quito 1990 El imaginario etnico de las tiranias en Las Catilinarias de Juan Montalvo 1880 1882 Archivado el 13 de septiembre de 2006 en Wayback Machine Bibliografia EditarSacoto Antonio 1973 Juan Montalvo el Escritor y el Estilista Quito Casa de la Cultura Ecuatoriana Perez Galo R 2003 Remembranzas de la vida y obra de Juan Montalvo Quito Casa de la Cultura Ecuatoriana 9978 92 249 0 Montalvo Juan 1966 Las Catilinarias Latacunga Editorial Cotopaxi Naranjo Plutarco 1966 Los escritos de Montalvo Quito Casa de la Cultura Ecuatoriana Carrion Benjamin 1961 El pensamiento vivo de Montalvo Losada Grijalva Juan C El imaginario etnico de las tiranias en Las Catilinarias de Juan Montalvo 1880 1882 Archivado desde el original el 13 de septiembre de 2006 Consultado el 27 de febrero de 2008 Datos Q5970304 Obtenido de 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