Pensamiento de Blas Infante
El pensamiento político de Blas Infante es acerca de los factores que construyen a Andalucía como nacionalidad histórica dentro de España.
Pensamiento
José María de los Santos afirmó que, al amparo del progresismo, se había formado en las ciudades unos grupos dentro de la pequeña burguesía, que no eran ni industriales, ni pequeños propietarios ni comerciantes, sino intelectuales o empleados acomodados en la administración local.[1]
Por no pertenecer ni a la clase burguesa (los ricos) ni a la clase proletaria (los más pobres) eran una clase de "desclasados" que sentían solidaridad por las malas condiciones del pueblo andaluz, sobre todo el campesinado.
Aunque estos sectores solidarios con el pueblo andaluz realmente no tenían la posición de un mercader, Blas Infante empatizaba enormemente con la pequeña burguesía de corte comercial, con ese sector de la población que intercambia bienes y vive del comercio. Para Blas Infante en andalucismo tendría el libre cambio como regla, en contradicción con los nacionalismos proteccionistas. Para Blas Infante, la libertad de mercado se excusa en que esa es la aspiración del pueblo andaluz porque históricamente ha sido universalista, comerciante y marítimo.
Blas Infante estaba también fuertemente influenciado por el pensamiento de Joaquín Costa, y por tanto del krausismo.
Blas Infante consideraba que la pequeña burguesía tenía una predisposición revolucionaria dado lo precario de su existencia y por la facilidad de acceso que tenían a las corrientes ideológicas de la época al ser un sector bien instruido.[2]
Dentro de su ideal revolucionario había algo central: la "liberación de la tierra", que para él se conseguiría con la realización de la reforma agraria. Esto era demandado por él, quizás no tanto por coincidir en su demanda con la de algunos grupos marxistas, sino porque él consideraba muy necesaria su realización. Es decir, por el concepto en sí de la reforma agraria, que podía realizarse en Andalucía o en otro lugar que también lo precisara.[3]
Sin embargo, el nacionalismo andaluz fue rechazado como opción política o como organización. La alta burguesía lo rechazaba por encontrarse centrada en el republicanismo y las organizaciones proletarias marxistas y anarquistas lo rechazaban por ser más internacionalistas.[4]
Para evitar que el nacionalismo andaluz ensimismara al pueblo Blas Infante dijo que se trataba de un nacionalismo antinacionalista.[5] Decía que, con ello, captaban el "nudo de la dialéctica" de nacionalismo-internacionalismo que tenían los movimientos populares. Y, aunque hace referencia a que "el nacionalismo popular no reconoce a otro pueblo que el pueblo trabajador de todo el mundo" dedicaba mucho más tiempo a especificar que el nacionalismo andaluz no quería ser una nación independentista sino estar dentro de España. Blas Infante dijo:
Andalucía no puede ni podrá llegar a ser jamás separatista de España. La razón es obvia, ella es, y será siempre, la esencia de España.[6]
Por ello Andalucía no podría albergar un nacionalismo de tipo exclusivista, porque además esto iría en contra del lema "Andalucía, por sí para España y la humanidad". Esto representa un ideal y una validez de "lo andaluz", que no se agota en la propia región andaluza, sino que se expande y se exporta, en primer lugar a España, y en segundo lugar al resto del mundo, sobre todo a Europa y a América.[7]
En lo que respecta a la política nacional, Blas Infante aborrecía la República. Blas Infante escribió:
El otro día me decía un obrero reaccionando contra el realismo primitivista gubernamental: "A mi me da igual que un guardia civil me pegue un tiro en nombre de la monarquía que de la república". Y el hambre, la terrible hambre jornalera, esta es más amarga siendo republicana que monárquica, porque además de ser hambre de pan, es hambre de esperanza defraudada por la república.[8]
Además, acusaba a la República española de carecer de los buenos políticos que precisaba todo inicio de una nueva Era.
Para Blas Infante tanto la monarquía como la república representan en el plano político el ideal español, cuya esencia es Europa. Sin embargo, la Constitución de Antequera y el Proyecto del Estatuto Andaluz de Córdoba representan la nueva esencia de España: Andalucía.
Blas Infante está en contra de lo que viene de Europa. Llegará a escribir:
¡Europa! Europa tiene una clave. Europa llegó a definir su historia [...] en la concepción de un método, que fue el de Descartes [...] es el que está vigente hoy, en la calle, con el triunfo del industrialismo [...] Es el inútil, el método separado de todo poder de emoción; las facultades creadoras, desintegradas de sus correspondientes afectivas. [...] Europa es su método, traición al sentimiento que alcanza a culminar [...] en el Robot. [...] Para su teorética sólo existe una facultad de conocer que es la razón, porque creen que ella sola es la sola facultad de poder, en los dominios animales. Y sólo un instinto orientador: el de rapacidad... Al sentimiento, el europeo le llama sensiblería, experimento de debilidad; y a la intuición anticipadora, locura de profetas. [...] No, nosotros no queremos ser solamente europeos [...] Nosotros queremos la facultad creadora de la técnica animada [...] por el pensamiento hecho sentir, hecho entusiasmo. Nosotros no comprendemos la vida sin el entusiasmo, sin la alegría; y la alegría; y la alegría para nosotros está en experimentar la sensación natural correspondiente a las cosas, tal como ellas son [...] en su ordenación cósmica. [...] ¡Europa no; Andalucía!. Europa es por su método. La especialización que convierte al individuo en pieza de máquina. Andalucía por el suyo, es la integridad que apercibe el individuo como un mundo completo ordenado al mundo creador. Europa, es el individuo para la masa. Andalucía, el individuo para la humanidad. Europa es el feudalismo territorial e industrial, Andalucía, el individualismo libertario que siente el comunismo humano, evolutivo, único comunismo indestructible por ser natural [...] aquel que tiene un alma en la aspiración, que cada individuo llegue en sí a intensificar, de crear por sí, pero no para sí, sino para dárselo a los demás. Ese único comunismo posible que no puede llegar a crearse por artificio maquinista, sino por la alegría y por el espíritu que la alegría viene a crear. Europa es el empaque dominador megalómano, rabiosamente utilitario.[9]
Blas Infante argumenta que Europa es un proyecto fracasado y que el grito de "Andalucía libre" debería ser también el de "España libre de Europa". El proyecto es que España deje de ser lo que dicen que es, "la cola de Europa", para ser lo que realmente es, un pequeño continente original, rico en esencias, que se libere de proyectos de "colonización" del continente europeo, que, para Blas Infante, es distinto, fracasado y bárbaro. Argumenta que hay zonas de España, como Cataluña, que sí son más Europa que Andalucía, pero que no es el caso de los andaluces, a los que considera síntesis armónicas de hombres, euro-africanos, euro-orientales y hombres universalistas.[10]
Blas Infante insiste en el concepto a-histórico de Andalucía, indicando que el concepto mismo de Andalucía es anterior e independiente al de Historia. Dice que la cultura del "vaso campaniforme" fue creada en Andalucía y ella la irradió por la Europa Central y que la primera cultura histórica que fue creada también es la de Andalucía, porque es la cultura de Tartessos. El regionalismo andaluz no es, realmente, obra de alguien, sino que es algo que ha surgido de forma natural en la Historia de Andalucía.[11]
Para Blas Infante, la conquista castellana de Andalucía hizo que su tierra quedara distribuida en grandes porciones por los capitanes de las huestes conquistadoras, que no amaban la labranza. Argumenta que los pueblos rurales quedaron ahí, con los verdaderos andaluces, mientras que las ciudades se llenaban de gente extraña. Por tanto, con la reconquista, Andalucía no se fue, sino que quedó en los pueblos esclavizada "en su propio solar".[12]
Entonces los andaluces fueron campesinos sin campos, jornaleros, llegando a utilizar la palabra flamenco, que significaría feluh-mengu (campesino expulsado). De modo que, para Blas Infante, los moriscos se convirtieron en jornaleros, y estos son el verdadero pueblo andaluz.
Críticas
El pensamiento de Blas Infante está claramente influenciado por los movimientos federalistas del siglo XIX y por posturas románticas. Sus postulados ayudaron a configurar mejor la identidad política andaluza y fomentaron la consecución de su autonomía política.
Sin embargo, hay que atender a ciertas contradicciones en su discurso. En primer lugar hace referencia a lo castellano como algo que viene "de fuera", desplazando a los moriscos a los campos, y que en esos campos es donde está el verdadero andaluz. Sin embargo, el nombre completo de Blas Infante es Blas Infante Pérez de Vargas, siendo Pérez de Vargas un apellido castellano y siendo, casualmente, la casa Pérez de Vargas, fundamental en la historia de Castilla y en la Reconquista.[13] De otro lado, las repoblaciones castellanas durante la Reconquista no fueron exclusivamente en las ciudades y muchos musulmanes de la zonas conquistadas se desplazaban a las zonas de la Península aún no tomadas por los cristianos o iban al Magreb.
Hace referencia a lo Andaluz como heredero de Tartessos,[14] que ocupó Huelva, Cádiz y Sevilla, sin embargo, en otras regiones de Andalucía, como Almería, no existió la cultura tartésica sino las culturas de los Millares y el Argar.
Referencias
- Fernández López, Página 15
- Fernández López, Página 17
- Fernández López, Página 18
- Fernández López, Página 21
- Fernández López, Página 24
- Fernández López, Página 26
- Fernández López, Página 28
- Fernández López, Página 31
- Fernández López, Página 33-37
- Fernández López, Página 42-44
- Fernández López, Página 48
- Fernández López, Página 51
- Bartolomé Gutiérrez. 1754. Subido en la web Los Vargas.org. «Sobre la Casa de Vargas Machuca».
- Ruiz Romero, Manuel. «Blas Infante y el islam». 29 de agosto de 2011 (Diario de Sevilla).
Bibliografía
- Fernández López, José Félix (1985). Filosofía política de Blas Infante. ISBN 843984350X.