Sepulcro de los Vallterra-Fernández de Heredia
El Sepulcro de los Vallterra-Fernández de Heredia se trata de una obra funeraria del gótico valenciano (último decenio del siglo XIV). Consiste en un doble sepulcro que se encuentra ubicado dentro de la capilla de san Salvador, en uno de los ángulos del claustro de la Catedral de Segorbe.
Historia
La capilla y su fundación está estrechamente vinculada a la figura de Ènnec de Vallterra (†1407), que aconteció un importante promotor de las artes. Era descendente de una noble y antigua familia navarra establecida en el Reino de Valencia, fue obispo en Segorbe en 1370. Con ello deseó ampliar y reformar el espacio de la diócesis en cuestión. La presencia de sepulcros monumentales en la Valencia del gótico responde al concepto de muerte que se tiene. En la cultura de los siglos XIV y XV, reyes, miembros de la alta aristocracia y linajes nobiliarios menores se vieron como un elemento de prestigio personal. Fueron muchos los que quisieron expresar la fama una vez muertos, mediante proyectos de carácter funerario. Así lo entendió Ènnec, como un medio de expresión y distinción social de su linaje[1]. Sin embargo, el encargo del prelado se ejecutó mientras ocupaba la sede de Tarragona, pero mantenía fuertes vínculos con la sede de Segorbe. Jugaría entonces un papel clave en la erección de la capilla de san Salvador, una advocación muy arraigada en el ámbito de la diócesis de Segorbe[2]. La capilla se trata de un recinto privilegiado para el descanso eterno de los padres de Ènnec: Elvira Sánchez de Heredia y un miembro de los Vallterra. La edificación de la capilla puede fijarse entre 1380 y 1401, aproximadamente. Fue consagrada en 1401, el mismo año que la capilla de san Martín en la Cartuja de Vall de Cristo[3].
Lo que suele caracterizar a estos tipos de promotores en el contexto funerario es la voluntad de manifestar su piedad, el afán de distinción y de consolidar su ascenso social mediante el enaltecimiento del linaje[4]. La elección del sepulcro y del acondicionamento del espacio funerario implicaban encargos artísticos. Pronto esta acontecería una capilla de gran interés artístico, y era esa actividad, la de erigir una capellanía a la Sede, con la que se lograba mucho más prestigio[5]. Se trata de un espacio trapezoidal que queda cubierto por una gran bóveda complicada, estrellada de cuatro puntas con terceletes y contraterceletes. Se piensa que esta bóveda estrellada podría tratarse de las primeras alturas en el reino de Valencia[6].
Con todo, la capilla ha acontecido desde finales del siglo XIV un espacio muy especial e importante del claustro de la catedral. Por una parte por sus dimensiones pero también por las dotaciones que recibió.
El sepulcro
Se encaja en el muro de la capilla a modo de nicho. Empleando la terminología correcta, se trata de un sepulcro que se acoge bajo de un arcosolio de escasa profundidad. Con todo, el que se configura exteriormente es una estructura con un planteamiento puramente gótico: columnitas abaquetonades, capiteles foliados, un arco moldurado y ligeramente apuntado, con tracerías, encuadrando todo el conjunto. En el trazado del arco se pueden divisar tres escudos pertenecientes a la heráldica de los padres de Ènnec enterrados en el sepulcro. A la derecha quedaría el de Elvira Sánchez de Heredia, y a la izquierda el de su esposo, ese miembro de los Vallterra y de nombre desconocido hasta ahora. Queda así recalcada la familia propietaria de la capilla, debido a que el tercer escudo de los Vallterra vuelve a aparecer al encuentro superior del arco: bandas azules combinadas con flores de lis sobre fondo amarillo. El escudo de la dama está representado con tres castillos dorados sobre fondo rojo, el escudo de los Heredia aragoneses. Y otra vez, insertados en el muro exteriormente al nicho, a ambos lados del arquería, restan otros dos escudos en bajorrelieve. Uno es el escudo de armas de los Vallterra, y uno con cinco castillos en cruz, emblema heráldico también característico de los Heredia.[7]
La heráldica jugaba, como en otros sepulcros de la misma época, un papel fundamental como lenguaje que permitía identificar fácilmente a los difuntos. Nos encontramos en una sociedad donde esta simbología estaba muy arraigada por todos los estamentos de la sociedad urbana, no era exclusivo de la nobleza. Dentro de todas estas formas arquitectónicas góticas descansa el propio sarcófago, que se eleva sobre el suelo gracias a que tres leones con diferentes actitudes. Se piensa que estos están cargados de un fuerte simbolismo. Se habla de ellos como símbolo de la doble naturaleza de Cristo, divina y humana, y de su victoria sobre la muerte: la resurrección.[8] También se pueden ver como símbolo de vigilancia. La urna queda adosada al muro, decorada en su frontal y laterales, la forma más habitual de sepultura en la València gótica.
En el frente de la urna destacan un seguido de arquerías, un total de cinco con tracerías y cresterías separadas por pilares rematados con pináculos. En el interior de cada uno, resaltan de nuevo los motivos heráldicos de los propietarios del sepulcro, y se alternan con dos figuras de plañideros, con hábitos y espada. Por otro lado, y ocultos a nuestra vista frontal, los laterales del sarcófago se disponen escudos romboidales de los sepultados.
Una de las partes más interesantes es la tapa del doble sepulcro. Está inclinado hacia los espectadores, para facilitar la visión hacia las figuras yacentes de la pareja. La manera de tratar sus rostros es idealizada. En los pies encontramos unos perros, símbolo de la fidelidad y una de las virtudes más preciadas a la sociedad feudal. El miembro de los Vallterra aparece recubierto por una complicada armadura: cota de malla que le cubre de las caderas hasta la cabeza, protegido por un casco, peto, piernas cubiertas por calcetas de hierro, zapatos metálicos articulados y guanteletes. Sus brazos se disponen sobre la empuñadura de la espada. En su rostro queda destacado un bigote. En cuanto a la dama, el traje es producto de un gran trabajo escultórico, solo hace falta ver los pliegues.
Detrás de la pareja, se advierte un friso adosado al fondo, que se enmarca en siete arquerías que al mismo tiempo funcionan de espacio arquitectónico para la escena representada. Se representa la escena del soterramiento, donde queda patente una procesión con obispo y clero. Era un motivo frecuente para la época, quizás, por el influjo de talleres leridanos en Valencia. El séquito fúnebre es presidido posiblemente por Ènnec de Vallterra, que también asiste al soterramiento de los difuntos. En el extremo derecho un conjunto de familiares cierran la escena, que por su rica vestimenta, avisan de su estatus. Al otro extremo se abre la escena con grupo de personajes masculinos encapuchados y en señal de luto, son los plañideros. Cada uno, en actitudes diferentes. En el centro queda el séquito del obispo, en actitud de bendecir, flanqueado por dos monjes con el Libro de Oficios y báculo, sosteniendo los tres un lienzo con las flores de lis de los Vallterra. Junto con ellos, una gran comitiva de acólitos, también clérigos, rezan el oficio de difuntos. Dos pequeños monaguillos llevan una cruz procesional y un incensario. Con todo, podríamos estar ante una imitación fiel del acto mismo del soterramiento del cual se pretende dejar memoria. Se trata de una iconografía recurrente desde inicios del siglo XIV, que se repite en otras obras funerarias dentro del ámbito valenciano
Pese a que algunos sepulcros se labraron con materiales nobles y lujosos como el mármol, la gran mayoría estaban policromados con vivos colores y labrados con materiales más económicos. Así sucede en el de los Vallterra, labrado en piedra calcárea donde predominan los rojos y los rojos. Los restos de policromía, que las podemos ver hoy en día sobre todo por las últimas restauraciones, nos dan a entender como, en el atardecer de la Edad Media, también se atienen los aspectos estéticos como el color. Esto, acompañado de la parafernalia de los estandartes, la ostentación de la heráldica, el retablo, los cirios flameando y teles, configuraban un espacio con fuerte carga visual. La pintura jugaba un papel muy importante en la hora de decorar los ámbitos funerarios.
Autoría
La escultura del sepulcro en cuestión se ha querido relacionar con el taller de Pere Moragues, un centro operativo procedente de Cataluña, o bien a uno de sus continuadores.[9]
Durante este periodo hay abundantes noticias de pintores y orfebres, mientras que de los maestros escultores no tenemos casi nada en el ámbito valenciano. Por esta razón, tendemos a pensar que una obra como el sepulcro de los Vallterra fue obra de un centro exterior en Valencia. Entonces, se afirma que el desarrollo de sepulcros en nuestras tierras podría deberse en gran parte por talleres foráneos, como el de Pere Moragues. Según los estudiosos de este tema, hay ciertas razones que hacen pensar en la atribución a este círculo de escultores, sobre todo en cuanto a los aspectos técnicos y formales. Cuando se habla de formas moraguianas refiere, por ejemplo, a la serenidad y majestuosidad de los personajes representados, el hieratismo, aunque en otros casos también busca realismo e individualización. Por otro lado, para encuadrar escenas y personajes se emplean profusamente arcos con tracerías seriados, arquitecturas góticas que rodean la obra, como sucede en el séquito funerario de los Vallterra, o en la hora de encuadrar la heráldica al sarcófago. Hay que añadir que, gracias al influjo de talleres como el de Moragues, es como la Corona de Aragón se adaptarían nuevas iconografías. La deducción de todo lo comentado puede ser que a la estar ante unas familias tanto ricas y destacadas como los Heredia y los Vallterra, importantes pilares de la Corona, acabara trabajando el taller de Moragues para estos.
Referencias
- GARCÍA CONEJOS, Maxim (2020). «La fama más allá de la muerte: el Sepulcro de los Vallterra-Fernández de Heredia». Parnaso: Revista Cultural Universitaria.
- RUIZ I QUESADA, Francesc; BORJA CORTIJO, Helios. “Ènnec de Vallterra y el programa iconográfico de la capilla de San Salvador de la catedral de Segorbe”. Retrotabulum, 2015, 15, p. 1-74.
- Véase una visión de esta capilla en SERRA DESFILIS, Amadeo; MIQUEL JUAN, Matilde. “La Capilla de San Martín en la Cartuja de Valldecrist: construcción, devoción y magnificencia”. Ars longa: cuadernos de arte, 2009, 18, p. 65-80; sense oblidar tampoc una primera versió dels mateixos a “La Capilla de San Martín en la Cartuja de Valldecrist: Arquitectura, símbolo y devoción”. La cartuja de Valldecrist (1405-2005). VI Centenario del inicio de la Obra Mayor. La Vilavella: Instituto de Cultura del Alto Palancia, 2008, pp. 319-335.
- SERRA DESFILIS, Amadeo. “Escenarios para la memoria y el luto. Las capillas funerarias del tardogótico en la Corona de Aragón: el caso valenciano”. En: PÉREZ MONZÓN, O. et al (eds.), Retórica artística en el tardogótico Castellano: La capilla fúnebre de Álvaro de Luna en contexto. Madrid: Sílex Arte, 2018, p. 177.
- GARCÍA MARSILLA, Juan Vicente. “Capilla, sepulcro y luminaria. Arte funerario y sociedad urbana en la Valencia medieval”. Ars Longa, 1995, 6, p. 72.
- NAVARRO FAJARDO, Juan Carlos. “Bóvedas valencianas de crucería de los siglos XIV al XV. Traza y montea” [Tesis doctoral]. Dirigida per: Amadeo Serra Desfilis. València: Universitat de València, 2004, p. 105.
- CORBALÁN DE CELIS, Juan et al, 1996, p. 180-181.
- Según El Fisiólogo, «El león significa el Hijo de la Virgen María». ESTEBAN LORENTE, Juan Francisco. Tratado de iconografía. Madrid: Istmo, 1990, p. 365- 366.
- FUMANAL I PAGÈS, Miquel Angel; MONTOLÍO TORÁN, David. “L'influx dels tallers reials d'escultura durant la segona meitat del segle XIV al nord del regne de València i el baix Aragó: el taller de Pere Moragues i els retaules de Rubiols i Mosquerola”. Boletín de la sociedad castellonense de cultura, 79, 2003, p. 75-108.
Bibliografía
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- ESPAÑOL BERTRAN, Francesca. Sicut ut decet: Sepulcro y espacio funerario en la Cataluña bajomedieval. En: AURELL I CARDONA, Jaume y PAVÓN BENITO, Julia (coord.), Ante la muerte: actitudes, espacios y formas en la España medieval. Pamplona: Universidad de Navarra, 2002, p. 95-156.
- ESTEBAN LORENTE, Juan Francisco. Tratado de iconografía. Madrid: Istmo, 1990.
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- GARCÍA CONEJOS, Maxim. La fama más allá de la muerte: el Sepulcro de los Vallterra-Fernández de Heredia. Parnaso: Revista Cultural Universitaria, 2020. Disponible en: https://www.academia.edu/44712640/La_fama_m%C3%A1s_all%C3%A1_de_la_muerte_el_sepulcro_de_los_Vallterra_Fern%C3%A1ndez_de_Heredia
- GARCÍA MARSILLA, Juan Vicente. Capilla, sepulcro y luminaria. Arte funerario y sociedad urbana en la Valencia medieval. Ars Longa, 1995, 6, p. 69-80.
- GARCÍA MARSILLA, Juan Vicente. Art i societat a la València medieval. Catarroja (País Valencià): Afers, 2011.
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