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Nostra Aetate

La declaración Nostra Aetate (en latín: Nuestro tiempo) constituye uno de los documentos señeros del Concilio Vaticano II, cuyo contenido trata sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas. Fue aprobada por 2221 votos contra 88, el 28 de octubre de 1965.[1]

El cardenal Augustin Bea, a quien Juan XXIII encargó el tratamiento del tema de la relación de la Iglesia católica con el judaísmo en el marco del Concilio Vaticano II. Se le acredita influencia decisiva en la confección del documento Nostra Aetate que incluye algunas de las reformas más significativas del concilio.

La declaración Nostra aetate debió las vicisitudes de su confección y aprobación a uno de los varios temas que trata: la actitud de la Iglesia católica ante los judíos, que dio resonancia mundial a este documento de gestación tan laboriosa, que llegó incluso a producir obstáculos dentro de la propia Aula conciliar.[1]​ Se considera que estableció bases nuevas en las relaciones de los católicos con los judíos, los musulmanes, los budistas, los hindúes y demás creyentes de otras religiones no cristianas.

Antecedentes

Al conocerse los horrores del Holocausto tras el final de la Segunda Guerra Mundial, algunos sacerdotes, teólogos y laicos católicos promovieron la revisión del tratamiento teológico que la Iglesia daba al judaísmo, que ya se había planteado en el periodo de entreguerras como reacción al antisemitismo nazi —entre los que destacó el teólogo francés Jacques Maritain—. En esta toma de conciencia desempeñó un papel muy importante el judío francés Jules Isaac, cuya familia fue víctima del genocidio nazi. Este denunció que el origen del antisemitismo se encontraba en el antijudaísmo cristiano y su "enseñanza del desprecio" hacia los judíos, el pueblo deicida según el cristianismo, por lo que el antisemitismo nazi no hizo sino "reanudar y llevar a su punto de perfección una tradición.. de odio y desprecio".[2]

En 1947 Isaac y Maritain, entre otros, organizaron la conferencia de Seelisberg de la que salió un decálogo de propuestas de revisión de la doctrina católica respecto del judaísmo. Después de recordar el tronco común de cristianismo y judaísmo —el Antiguo Testamento— y señalar que Jesús, la Virgen y los apóstoles eran judíos, se afirmaba que no podía responsabilizarse de la muerte de Cristo "sólo" a los judíos, pues "fue a causa de la humanidad entera", por lo que se rechazaba la idea de que el pueblo judío estuviera maldito y fuera condenado por Dios al sufrimiento.[3]

Bajo el pontificado de Juan XXIII las nuevas ideas promovidas por el grupo de Seelisberg recibieron un gran impulso. En 1959 el papa decidió eliminar la referencia a los "pérfidos judíos" de la liturgia del Viernes Santo y al año siguiente, el 13 de junio de 1960, recibía en audiencia a Jules Isaac, que le había enviado un documento con un listado de propuestas que servirían de base para la revisión de las enseñanzas católicas sobre el judaísmo y los judíos. En septiembre de ese mismo año el papa encargaba al cardenal Augustin Bea, jesuita alemán, la preparación de un documento que sirviera de base para su discusión en el Concilio Vaticano II que acababa de convocar.[3]

Sin embargo el documento que redactó el cardenal Bea por encargo de Juan XXIII fue rechazado en vísperas del concilio por su Comisión Central, y también fue excluido de la propuesta sobre ecumenismo, a pesar de que contaba con el apoyo del Papa, a causa de la oposición de algunos obispos, especialmente los de Oriente Medio, que temían que provocara represalias contra las minorías cristianas de los Estados árabes. En el verano de 1964 el cardenal Bea hizo un último intento y propuso incluirlo como un apartado de un nuevo documento sobre las relaciones del catolicismo con las religiones no cristianas, pero tuvo que aceptar que la redacción definitiva corriera a cargo de la Comisión Central, presidida por el secretario de Estado de la Santa Sede Amleto Cicognani. Así cuando en septiembre de 1964 se presentó el nuevo texto, se pudo comprobar que se encontraba muy alejado del documento de Bea.[4]

Se inició entonces un duro debate en el que el secretario Cicognani logró imponer su tesis de que se eliminara la alusión al judaísmo del documento sobre las relaciones con las religiones no cristianas (al parecer, un grupo de obispos españoles celebró su supresión con champán). Pero la noticia fue filtrada al diario francés Le Monde, lo que provocó que quince obispos enviaran una carta de protesta al nuevo papa Pablo VI, quien decidió intervenir. Así el documento original del cardenal Bea, que recogía las propuestas de la conferencia de Seelisberg, fue presentado a la asamblea del concilio y aprobado el 18 de noviembre de 1964 con 1651 votos a favor, 99 en contra y 242 peticiones de enmienda. Dada la gran cantidad de enmiendas presentadas el Papa le pidió al cardenal Bea que las tuviera en cuenta y reelaborara el documento, que fue el que finalmente se incorporó a la declaración Nostra Aetate, aprobada el 28 de octubre de 1965 con 2221 votos afirmativos y 88 negativos.[5]

Contenido

La declaración comienza constatando que "en nuestra época... el género humano se une cada vez más estrechamente y aumentan los vínculos entre los diversos pueblos" y a continuación recuerda el origen común de todos los hombres —"todos los pueblos forman una comunidad, tienen un mismo origen, puesto que Dios hizo habitar a todo el género humano sobre la faz de la tierra"— que "esperan de las diversas religiones la respuesta a los enigmas recónditos de la condición humana, que hoy como ayer, conmueven íntimamente su corazón: ¿Qué es el hombre, cuál es el sentido y el fin de nuestra vida, el bien y el pecado, el origen y el fin del dolor, el camino para conseguir la verdadera felicidad, la muerte, el juicio, la sanción después de la muerte? ¿Cuál es, finalmente, aquel último e inefable misterio que envuelve nuestra existencia, del cual procedemos y hacia donde nos dirigimos?"

A continuación, el documento reconoce la sabiduría de las religiones orientales, sobre todo en su sed inagotable de conocimiento. "Así, en el hinduismo los hombres investigan el misterio divino y lo expresan mediante la inagotable fecundidad de los mitos y con los penetrantes esfuerzos de la filosofía, y buscan la liberación de las angustias de nuestra condición mediante las modalidades de la vida ascética, a través de profunda meditación, o bien buscando refugio en Dios con amor y confianza. En el Budismo, según sus varias formas, se reconoce la insuficiencia radical de este mundo mudable y se enseña el camino por el que los hombres, con espíritu devoto y confiado pueden adquirir el estado de perfecta liberación o la suprema iluminación, por sus propios esfuerzos apoyados con el auxilio superior".

En consecuencia, "la Iglesia Católica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir, los preceptos y doctrinas que, por más que discrepen en mucho de lo que ella profesa y enseña, no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres. [...] Por consiguiente, exhorta a sus hijos a que, con prudencia y caridad, mediante el diálogo y colaboración con los adeptos de otras religiones, dando testimonio de fe y vida cristiana, reconozcan, guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales, así como los valores socio-culturales que en ellos existen".

Respecto del Islam el documento destaca que cristianos y musulmanes creen en un mismo Dios y subraya lo que tienen en común: "La Iglesia mira también con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, viviente y subsistente, misericordioso y todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, que habló a los hombres, a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se sometió a Dios Abraham, a quien la fe islámica mira con complacencia. Veneran a Jesús como profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a María, su Madre virginal, y a veces también la invocan devotamente. Esperan, además, el día del juicio, cuando Dios remunerará a todos los hombres resucitados. Por tanto, aprecian la vida moral, y honran a Dios sobre todo con la oración, las limosnas y el ayuno"

A continuación la declaración insta a olvidar las dificultades del pasado y a promover los valores comunes de la justicia social, la paz y la libertad: "Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y musulmanes, el Sagrado Concilio exhorta a todos a que, olvidando lo pasado, procuren y promuevan unidos la justicia social, los bienes morales, la paz y la libertad para todos los hombres".

Tras referirse al judaísmo —la confesión no cristiana a la que dedica mayor espacio— Nostra aetate concluye con un llamamiento a la fraternidad universal. "No podemos invocar a Dios, Padre de todos, si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres, creados a imagen de Dios. [...] La Iglesia, por consiguiente, reprueba como ajena al espíritu de Cristo cualquier discriminación o vejación realizada por motivos de raza o color, de condición o religión. Por esto, el sagrado Concilio, siguiendo las huellas de los santos Apóstoles Pedro y Pablo, ruega ardientemente a los fieles que, "observando en medio de las naciones una conducta ejemplar", si es posible, en cuanto de ellos depende, tengan paz con todos los hombres, para que sean verdaderamente hijos del Padre que está en los cielos".

La relación entre cristianismo y judaísmo

La redacción final sobre las relaciones entre el cristianismo y el judaísmo que aparecen en la declaración recoge en lo fundamental la propuesta del cardenal Bea, a su vez basada en el decálogo de la conferencia de Seelisberg. Según el historiador español Gonzalo Álvarez Chillida, "modifica notablemente el tono y hay también alguna variación significativa".

El documento comienza afirmando la raíz común del cristianismo y el judaísmo ("el pueblo del Nuevo Testamento está espiritualmente unido con la raza de Abraham") y a continuación pone fin al antijudaísmo cristiano cuando afirma que la elección de Israel por Dios no ha caducado ("los judíos son todavía muy amados por Dios a causa de sus padres, porque Dios no se arrepiente de sus dones y de su vocación"), por lo que rechaza que los judíos sean señalados "como réprobos y malditos". Asimismo refuta la acusación de deicidio contra los judíos, base fundamental del antijudaísmo cristiano, al afirmar que la muerte de Jesús "no puede ser imputada ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los judíos de hoy [... dado que] Cristo, como siempre lo ha profesado y profesa la Iglesia, abrazó voluntariamente y movido por inmensa caridad, su pasión y muerte".[6]

Consecuentemente, la Declaración Nostra Aetate involucra ya a partir de 1965 una actitud completamente innovadora por parte de la Iglesia, actitud corroborada por el voto de la inmensa mayoría de los participantes en el Concilio. Ello emana del texto mismo de la Declaración, donde se indica expresamente que:

Como es tan grande el patrimonio espiritual común a cristianos y judíos, este Sagrado Concilio quiere fomentar y recomendar el mutuo conocimiento y aprecio entre ellos, que se consigue sobre todo por medio de los estudios bíblicos y teológicos y con el diálogo fraterno.

Aunque las autoridades de los judíos con sus seguidores reclamaron la muerte de Cristo, sin embargo, lo que en su Pasión se hizo, no puede ser imputado ni indistintamente a todos los judíos que entonces vivían, ni a los judíos de hoy. Y, si bien la Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, no se ha de señalar a los judíos como reprobados de Dios ni malditos, como si esto se dedujera de las Sagradas Escrituras. Por consiguiente, procuren todos no enseñar nada que no esté conforme con la verdad evangélica y con el espíritu de Cristo, ni en la catequesis ni en la predicación de la Palabra de Dios. Además, la Iglesia, que reprueba cualquier persecución contra los hombres, consciente del patrimonio común con los judíos, e impulsada no por razones políticas, sino por la religiosa caridad evangélica, deplora los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos.

Por lo demás, Cristo, como siempre lo ha profesado y profesa la Iglesia, abrazó voluntariamente y movido por inmensa caridad, su pasión y muerte, por los pecados de todos los hombres, para que todos consigan la salvación. Es, pues, deber de la Iglesia en su predicación el anunciar la cruz de Cristo como signo del amor universal de Dios y como fuente de toda gracia (Documento del Archivo Vaticano).

Consecuencias

Desde su promulgación por Pablo VI, Nostra aetate ha servido de guía a las relaciones de la Iglesia católica con las religiones no cristianas, y sobre todo para el acercamiento entre el cristianismo y el judaísmo. El papa Juan Pablo II profundizó aún más en la relación de la Iglesia con el judaísmo a través de su visita al campo de exterminio de Auschwitz en 1979, al que calificó de "nuevo Gólgota del mundo contemporáneo"; asistió además a la sinagoga de Roma en 1986; se establecieron relaciones diplomáticas con Israel y se emitió una petición pública de perdón por la intolerancia sostenida en nombre de Cristo.[7]

Referencias

  1. Concilio Vaticano II (1976). «Declaración sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas». Documentos del Vaticano II (31ª edición). Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos. pp. 611-618. ISBN 84-220-0010-5. 
  2. Álvarez Chillida (2002). El Antisemitismo en España. La imagen del judío (1812-2002), pp. 442-443.
  3. Álvarez Chillida (2002). El Antisemitismo en España. La imagen del judío (1812-2002), p. 443.
  4. Álvarez Chillida (2002). El Antisemitismo en España. La imagen del judío (1812-2002), pp. 443-444.
  5. Álvarez Chillida (2002). El Antisemitismo en España. La imagen del judío (1812-2002), p. 444.
  6. El documento del cardenal Bea se condenaba expresamente el considerar a los judíos como un pueblo deicida: "nunca sea presentado el pueblo judío como nación réproba, maldita o deicida"—. Finalmente se decía que el concilio "deplora" —en el documento del cardenal Bea: "deplora y condena"— "los odios, persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judíos". Chillida nota que todas las afirmaciones de Nostra Aetate sobre el judaísmo "iban debidamente justificadas con citas del Nuevo Testamento, pero, a diferencia de los demás textos conciliares, no con textos de la tradición de la Iglesia, pues lo que ahora se decía carecía de antecedentes. Los tenía, pero no en la doctrina de la Iglesia, sino en la postura, por ejemplo, de gran número de cristianos y católicos liberales españoles, desde los tiempos de las Cortes de Cádiz [...]".
  7. Álvarez Chillida (2002). El Antisemitismo en España. La imagen del judío (1812-2002), p. 445.

Bibliografía

Enlaces externos

  • Concilio Vaticano II (28 de octubre de 1965). «Declaración Nostra aetate sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas». Ciudad del Vaticano: Libr. Editrice Vaticana. Consultado el 4 de octubre de 2013. 
  •   Datos: Q838093

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La declaracion Nostra Aetate en latin Nuestro tiempo constituye uno de los documentos seneros del Concilio Vaticano II cuyo contenido trata sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas Fue aprobada por 2221 votos contra 88 el 28 de octubre de 1965 1 El cardenal Augustin Bea a quien Juan XXIII encargo el tratamiento del tema de la relacion de la Iglesia catolica con el judaismo en el marco del Concilio Vaticano II Se le acredita influencia decisiva en la confeccion del documento Nostra Aetate que incluye algunas de las reformas mas significativas del concilio La declaracion Nostra aetate debio las vicisitudes de su confeccion y aprobacion a uno de los varios temas que trata la actitud de la Iglesia catolica ante los judios que dio resonancia mundial a este documento de gestacion tan laboriosa que llego incluso a producir obstaculos dentro de la propia Aula conciliar 1 Se considera que establecio bases nuevas en las relaciones de los catolicos con los judios los musulmanes los budistas los hindues y demas creyentes de otras religiones no cristianas Indice 1 Antecedentes 2 Contenido 2 1 La relacion entre cristianismo y judaismo 3 Consecuencias 4 Referencias 5 Bibliografia 6 Enlaces externosAntecedentes EditarArticulo principal Conferencia de Seelisberg Al conocerse los horrores del Holocausto tras el final de la Segunda Guerra Mundial algunos sacerdotes teologos y laicos catolicos promovieron la revision del tratamiento teologico que la Iglesia daba al judaismo que ya se habia planteado en el periodo de entreguerras como reaccion al antisemitismo nazi entre los que destaco el teologo frances Jacques Maritain En esta toma de conciencia desempeno un papel muy importante el judio frances Jules Isaac cuya familia fue victima del genocidio nazi Este denuncio que el origen del antisemitismo se encontraba en el antijudaismo cristiano y su ensenanza del desprecio hacia los judios el pueblo deicida segun el cristianismo por lo que el antisemitismo nazi no hizo sino reanudar y llevar a su punto de perfeccion una tradicion de odio y desprecio 2 En 1947 Isaac y Maritain entre otros organizaron la conferencia de Seelisberg de la que salio un decalogo de propuestas de revision de la doctrina catolica respecto del judaismo Despues de recordar el tronco comun de cristianismo y judaismo el Antiguo Testamento y senalar que Jesus la Virgen y los apostoles eran judios se afirmaba que no podia responsabilizarse de la muerte de Cristo solo a los judios pues fue a causa de la humanidad entera por lo que se rechazaba la idea de que el pueblo judio estuviera maldito y fuera condenado por Dios al sufrimiento 3 Bajo el pontificado de Juan XXIII las nuevas ideas promovidas por el grupo de Seelisberg recibieron un gran impulso En 1959 el papa decidio eliminar la referencia a los perfidos judios de la liturgia del Viernes Santo y al ano siguiente el 13 de junio de 1960 recibia en audiencia a Jules Isaac que le habia enviado un documento con un listado de propuestas que servirian de base para la revision de las ensenanzas catolicas sobre el judaismo y los judios En septiembre de ese mismo ano el papa encargaba al cardenal Augustin Bea jesuita aleman la preparacion de un documento que sirviera de base para su discusion en el Concilio Vaticano II que acababa de convocar 3 Sin embargo el documento que redacto el cardenal Bea por encargo de Juan XXIII fue rechazado en visperas del concilio por su Comision Central y tambien fue excluido de la propuesta sobre ecumenismo a pesar de que contaba con el apoyo del Papa a causa de la oposicion de algunos obispos especialmente los de Oriente Medio que temian que provocara represalias contra las minorias cristianas de los Estados arabes En el verano de 1964 el cardenal Bea hizo un ultimo intento y propuso incluirlo como un apartado de un nuevo documento sobre las relaciones del catolicismo con las religiones no cristianas pero tuvo que aceptar que la redaccion definitiva corriera a cargo de la Comision Central presidida por el secretario de Estado de la Santa Sede Amleto Cicognani Asi cuando en septiembre de 1964 se presento el nuevo texto se pudo comprobar que se encontraba muy alejado del documento de Bea 4 Se inicio entonces un duro debate en el que el secretario Cicognani logro imponer su tesis de que se eliminara la alusion al judaismo del documento sobre las relaciones con las religiones no cristianas al parecer un grupo de obispos espanoles celebro su supresion con champan Pero la noticia fue filtrada al diario frances Le Monde lo que provoco que quince obispos enviaran una carta de protesta al nuevo papa Pablo VI quien decidio intervenir Asi el documento original del cardenal Bea que recogia las propuestas de la conferencia de Seelisberg fue presentado a la asamblea del concilio y aprobado el 18 de noviembre de 1964 con 1651 votos a favor 99 en contra y 242 peticiones de enmienda Dada la gran cantidad de enmiendas presentadas el Papa le pidio al cardenal Bea que las tuviera en cuenta y reelaborara el documento que fue el que finalmente se incorporo a la declaracion Nostra Aetate aprobada el 28 de octubre de 1965 con 2221 votos afirmativos y 88 negativos 5 Contenido EditarLa declaracion comienza constatando que en nuestra epoca el genero humano se une cada vez mas estrechamente y aumentan los vinculos entre los diversos pueblos y a continuacion recuerda el origen comun de todos los hombres todos los pueblos forman una comunidad tienen un mismo origen puesto que Dios hizo habitar a todo el genero humano sobre la faz de la tierra que esperan de las diversas religiones la respuesta a los enigmas reconditos de la condicion humana que hoy como ayer conmueven intimamente su corazon Que es el hombre cual es el sentido y el fin de nuestra vida el bien y el pecado el origen y el fin del dolor el camino para conseguir la verdadera felicidad la muerte el juicio la sancion despues de la muerte Cual es finalmente aquel ultimo e inefable misterio que envuelve nuestra existencia del cual procedemos y hacia donde nos dirigimos A continuacion el documento reconoce la sabiduria de las religiones orientales sobre todo en su sed inagotable de conocimiento Asi en el hinduismo los hombres investigan el misterio divino y lo expresan mediante la inagotable fecundidad de los mitos y con los penetrantes esfuerzos de la filosofia y buscan la liberacion de las angustias de nuestra condicion mediante las modalidades de la vida ascetica a traves de profunda meditacion o bien buscando refugio en Dios con amor y confianza En el Budismo segun sus varias formas se reconoce la insuficiencia radical de este mundo mudable y se ensena el camino por el que los hombres con espiritu devoto y confiado pueden adquirir el estado de perfecta liberacion o la suprema iluminacion por sus propios esfuerzos apoyados con el auxilio superior En consecuencia la Iglesia Catolica no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero Considera con sincero respeto los modos de obrar y de vivir los preceptos y doctrinas que por mas que discrepen en mucho de lo que ella profesa y ensena no pocas veces reflejan un destello de aquella Verdad que ilumina a todos los hombres Por consiguiente exhorta a sus hijos a que con prudencia y caridad mediante el dialogo y colaboracion con los adeptos de otras religiones dando testimonio de fe y vida cristiana reconozcan guarden y promuevan aquellos bienes espirituales y morales asi como los valores socio culturales que en ellos existen Respecto del Islam el documento destaca que cristianos y musulmanes creen en un mismo Dios y subraya lo que tienen en comun La Iglesia mira tambien con aprecio a los musulmanes que adoran al unico Dios viviente y subsistente misericordioso y todopoderoso Creador del cielo y de la tierra que hablo a los hombres a cuyos ocultos designios procuran someterse con toda el alma como se sometio a Dios Abraham a quien la fe islamica mira con complacencia Veneran a Jesus como profeta aunque no lo reconocen como Dios honran a Maria su Madre virginal y a veces tambien la invocan devotamente Esperan ademas el dia del juicio cuando Dios remunerara a todos los hombres resucitados Por tanto aprecian la vida moral y honran a Dios sobre todo con la oracion las limosnas y el ayuno A continuacion la declaracion insta a olvidar las dificultades del pasado y a promover los valores comunes de la justicia social la paz y la libertad Si en el transcurso de los siglos surgieron no pocas desavenencias y enemistades entre cristianos y musulmanes el Sagrado Concilio exhorta a todos a que olvidando lo pasado procuren y promuevan unidos la justicia social los bienes morales la paz y la libertad para todos los hombres Tras referirse al judaismo la confesion no cristiana a la que dedica mayor espacio Nostra aetate concluye con un llamamiento a la fraternidad universal No podemos invocar a Dios Padre de todos si nos negamos a conducirnos fraternalmente con algunos hombres creados a imagen de Dios La Iglesia por consiguiente reprueba como ajena al espiritu de Cristo cualquier discriminacion o vejacion realizada por motivos de raza o color de condicion o religion Por esto el sagrado Concilio siguiendo las huellas de los santos Apostoles Pedro y Pablo ruega ardientemente a los fieles que observando en medio de las naciones una conducta ejemplar si es posible en cuanto de ellos depende tengan paz con todos los hombres para que sean verdaderamente hijos del Padre que esta en los cielos La relacion entre cristianismo y judaismo Editar La redaccion final sobre las relaciones entre el cristianismo y el judaismo que aparecen en la declaracion recoge en lo fundamental la propuesta del cardenal Bea a su vez basada en el decalogo de la conferencia de Seelisberg Segun el historiador espanol Gonzalo Alvarez Chillida modifica notablemente el tono y hay tambien alguna variacion significativa El documento comienza afirmando la raiz comun del cristianismo y el judaismo el pueblo del Nuevo Testamento esta espiritualmente unido con la raza de Abraham y a continuacion pone fin al antijudaismo cristiano cuando afirma que la eleccion de Israel por Dios no ha caducado los judios son todavia muy amados por Dios a causa de sus padres porque Dios no se arrepiente de sus dones y de su vocacion por lo que rechaza que los judios sean senalados como reprobos y malditos Asimismo refuta la acusacion de deicidio contra los judios base fundamental del antijudaismo cristiano al afirmar que la muerte de Jesus no puede ser imputada ni indistintamente a todos los judios que entonces vivian ni a los judios de hoy dado que Cristo como siempre lo ha profesado y profesa la Iglesia abrazo voluntariamente y movido por inmensa caridad su pasion y muerte 6 Consecuentemente la Declaracion Nostra Aetate involucra ya a partir de 1965 una actitud completamente innovadora por parte de la Iglesia actitud corroborada por el voto de la inmensa mayoria de los participantes en el Concilio Ello emana del texto mismo de la Declaracion donde se indica expresamente que Como es tan grande el patrimonio espiritual comun a cristianos y judios este Sagrado Concilio quiere fomentar y recomendar el mutuo conocimiento y aprecio entre ellos que se consigue sobre todo por medio de los estudios biblicos y teologicos y con el dialogo fraterno Aunque las autoridades de los judios con sus seguidores reclamaron la muerte de Cristo sin embargo lo que en su Pasion se hizo no puede ser imputado ni indistintamente a todos los judios que entonces vivian ni a los judios de hoy Y si bien la Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios no se ha de senalar a los judios como reprobados de Dios ni malditos como si esto se dedujera de las Sagradas Escrituras Por consiguiente procuren todos no ensenar nada que no este conforme con la verdad evangelica y con el espiritu de Cristo ni en la catequesis ni en la predicacion de la Palabra de Dios Ademas la Iglesia que reprueba cualquier persecucion contra los hombres consciente del patrimonio comun con los judios e impulsada no por razones politicas sino por la religiosa caridad evangelica deplora los odios persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judios Por lo demas Cristo como siempre lo ha profesado y profesa la Iglesia abrazo voluntariamente y movido por inmensa caridad su pasion y muerte por los pecados de todos los hombres para que todos consigan la salvacion Es pues deber de la Iglesia en su predicacion el anunciar la cruz de Cristo como signo del amor universal de Dios y como fuente de toda gracia Documento del Archivo Vaticano Consecuencias EditarDesde su promulgacion por Pablo VI Nostra aetate ha servido de guia a las relaciones de la Iglesia catolica con las religiones no cristianas y sobre todo para el acercamiento entre el cristianismo y el judaismo El papa Juan Pablo II profundizo aun mas en la relacion de la Iglesia con el judaismo a traves de su visita al campo de exterminio de Auschwitz en 1979 al que califico de nuevo Golgota del mundo contemporaneo asistio ademas a la sinagoga de Roma en 1986 se establecieron relaciones diplomaticas con Israel y se emitio una peticion publica de perdon por la intolerancia sostenida en nombre de Cristo 7 Referencias Editar a b Concilio Vaticano II 1976 Declaracion sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas Documentos del Vaticano II 31ª edicion Madrid Biblioteca de Autores Cristianos pp 611 618 ISBN 84 220 0010 5 Alvarez Chillida 2002 El Antisemitismo en Espana La imagen del judio 1812 2002 pp 442 443 a b Alvarez Chillida 2002 El Antisemitismo en Espana La imagen del judio 1812 2002 p 443 Alvarez Chillida 2002 El Antisemitismo en Espana La imagen del judio 1812 2002 pp 443 444 Alvarez Chillida 2002 El Antisemitismo en Espana La imagen del judio 1812 2002 p 444 El documento del cardenal Bea se condenaba expresamente el considerar a los judios como un pueblo deicida nunca sea presentado el pueblo judio como nacion reproba maldita o deicida Finalmente se decia que el concilio deplora en el documento del cardenal Bea deplora y condena los odios persecuciones y manifestaciones de antisemitismo de cualquier tiempo y persona contra los judios Chillida nota que todas las afirmaciones de Nostra Aetate sobre el judaismo iban debidamente justificadas con citas del Nuevo Testamento pero a diferencia de los demas textos conciliares no con textos de la tradicion de la Iglesia pues lo que ahora se decia carecia de antecedentes Los tenia pero no en la doctrina de la Iglesia sino en la postura por ejemplo de gran numero de cristianos y catolicos liberales espanoles desde los tiempos de las Cortes de Cadiz Alvarez Chillida 2002 El Antisemitismo en Espana La imagen del judio 1812 2002 p 445 Bibliografia EditarAlvarez Chillida Gonzalo 2002 El Antisemitismo en Espana La imagen del judio 1812 2002 Madrid Marcial Pons ISBN 978 84 95379 49 8 Jose Morales 2001 Teologia de las religiones Ediciones Rialp pp 116 122 ISBN 9788432133299 Jean Danielou Andre Chouraqui 2013 Dialogo sobre los judios Pamplona Eunsa ISBN 9788431329365 Dialogo sobre los judios recension por Josemaria Carabante 8 de enero de 2014 Cassidy Edward Idris 2005 Ecumenism and Interreligious Dialogue Unitatis Redintegratio Nostra Aetate Paulist Press ISBN 9780809143382 Willebrands J G M 1992 Church and Jewish People New Considerations Paulist Press ISBN 9780809104567 Enlaces externos EditarConcilio Vaticano II 28 de octubre de 1965 Declaracion Nostra aetate sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas Ciudad del Vaticano Libr Editrice Vaticana Consultado el 4 de octubre de 2013 Datos Q838093Obtenido de https es wikipedia org w index php title Nostra Aetate amp oldid 133637261, wikipedia, wiki, leyendo, leer, libro, biblioteca,

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