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Los Ayacuchos

Los Ayacuchos es la novena y penúltima novela de la tercera serie de los Episodios nacionales,[1]​ escrita entre de 1900 y publicada ese mismo año.[2]​ El título hace referencia a la ‘guardia pretoriana’ del general y regente Baldomero Espartero, llamados así a pesar de que muchos de ellos no habían participado en la batalla de Ayacucho.[a][3]​ Como mar de fondo, Galdós plantea con corrección histórica la actitud de una Inglaterra sumida en los conflictivos intereses que ha generado el comercio algodonero entre América y Europa, y una Francia empeñada en seguir gobernando los asuntos de España a través de la línea sucesoria de los borbones.[4]​ La rebelión catalana de 1842 y el bombardeo de Barcelona de ese año, ponen dramático telón al episodio.

Los Ayacuchos
de Benito Pérez Galdós

Cubierta de Los Ayacuchos (edición de 1900)
Género Novela
Idioma Español
País España
Fecha de publicación 1900
Texto en español Los Ayacuchos en Wikisource
Episodios nacionales
Los Ayacuchos

El hilo del relato novelado se inicia con una descripción de Argüelles, tutor de la propia Isabel II de España y su hermana, hijas de Fernando VII de España y sobrinas del «Pretendiente» carlista Carlos María Isidro, protagonistas regios de las desgracias del siglo xix español.[5][6]

Pasado algún tiempo, que las regias señoritas no podían precisar, se personó en Palacio un señor viejo, alto, amarillo, con unas patillucas cortas, el mirar tierno y bondadoso, el vestir sencillísimo y casi desaliñado, sin ninguna cruz ni cintajo ni galón. Era D. Agustín Argüelles, elegido por las Cortes tutor de las hijitas de Fernando VII. ¡Y que no había visto poco mundo aquel buen señor! Condenado a muerte por el padre, al cabo de los años mil las Cortes le nombraban padre legal de las huérfanas. ¡Qué vueltas daba el mundo! En pocos años celebró cuartas nupcias el déspota; le nacían dos hijas; reñía con su hermano; reventaba después, aligerando de su opresor peso el territorio nacional; renacían las Cortes odiadas por el Rey; surgía una espantosa guerra por los derechos de las dos ramas; vencía el fuero de las hembras; muerto el oscurantismo, lucía el iris con los claros nombres de Libertad e Isabel, y el que mejor había personificado la resistencia del pueblo a las maldades y perfidias del monstruo, entraba en Palacio investido de la más alta autoridad sobre las criaturas que representaban el principio monárquico. Sorprendió a éstas la extremada sencillez de su tutor, que más que personaje de campanillas parecía un maestro de escuela; pero éste no tardó en cautivarlas con su habla persuasiva, dulce, algo parecida al sonsonete de los buenos predicadores. Decía cosas muy bonitas, enalteciendo la virtud, el respeto a la ley, el amor de la patria y la unión feliz del Trono y la Libertad. Su palabra, educada en la tribuna y más diestra en la argumentación de sentimiento que en la dialéctica, iba tomando, con el decaer de los años, un tonillo plañidero; su voz temblaba, y a poquito que extremase la intención oratoria se le humedecían los ojos. Naturalmente, las Reales criaturas, cuya sensibilidad se excitaba grandemente con el ejemplo de aquel santo varón, concluían por echarse a llorar siempre que Don Agustín a la virtud las exhortaba con su tono patético y la bien medida cadencia de su fraseo parlamentario, hábilmente construido para producir la emoción. Y no podían dudar que le querían: él se hacía querer por su bondad simplísima y por el aire un tanto sacerdotal que le daban sus años, sus austeras costumbres, su dulzura y modestia, signos evidentes de su falta de ambición. Caracteres hay refractarios al disimulo, y que en sus fisonomías llevan el verídico retrato del alma; a esta clase de personas pertenecía D. Agustín Argüelles, del cual sus enemigos pudieron decir cuanto se les antojó, pero a una le señalaron todos como ejemplo de un desinterés ascético, que ni antes ni después tuvo imitadores, y que fue su culminante virtud en la época de la tutoría y en el breve tiempo transcurrido entre ésta y su muerte. Baste decir, para pintarle de un rasgo solo, que habiéndole señalado las Cortes sueldo decoroso para el cargo de tutor de la Reina y princesa de Asturias, él lo redujo a la cantidad precisa para vivir como había vivido siempre, con limitadas necesidades y ausencia de todo lujo. Se asustó cuando le dijeron que el estipendio anual que disfrutaría no podía ser inferior al del intendente de Palacio, y todo turbado se señaló la mitad, y aún le parecía mucho. Cobraría, pues, la babilónica cifra de noventa mil reales.
Capítulo I, (Galdós, 1900)

En este penúltimo episodio de la tercera serie, Galdós cierra las peripecias folletinescas de Fernando Calpena, el personaje que ha ido hilando la trama novelera, quien a petición de su prometida, Demetria de Castro, indaba el paradero de su antiguo amigo Santiago . Así mismo, desde el capítulo IV al XXIX, el escritor vuelve a utilizar el recurso narrativo de la novela epistolar, con cartas que los ficticios protagonistas de la historia se cruzan entre Madrid, Barcelona y otras localidades aragonesas, navarras y riojanas.

Notas

  1. Espartero es descrito en la novela por el absolutista Serafín de Socobio como «Cromwell de Granátula» y «el Tío Cromwell» (apoyado por el «oro inglés» para ofrecer una «solución aurífera»).

Referencias

  1. Ortiz, 2000, p. 374.
  2. García Lorenzo, 1971, p. 759.
  3. Galindo, Miguel (9 de junio de 2013). «Galdós, Los Ayacuchos». diariodealmeria.es. Consultado el 4 de abril de 2018. 
  4. González Flores, Francisca. «El imperio ultramarino y la España de entre siglos en "Los Ayacuchos" / The transatlantic empire and end-of-century Spain in Los Ayacuchos». Memoria Digital de Canarias (en es / en). Consultado el 4 de abril de 2018. 
  5. Coffey, 1996.
  6. Galdós y 1916, 2007, p. 127.

Bibliografía

  • García Lorenzo, Luciano (1970-1971). cervantesvirtual.com, ed. Bibliografía galdosaina (Edición digital a partir de Cuadernos Hispanoamericanos, núm. 250-251-252 (octubre 1970 a enero 1971) edición). Alicante. pp. 758-797. Consultado el 31 de marzo de 2018. 
  • Coffey, Mary Louise (1996). The Episodios nacionales: a sociological study of the historical novels of Benito Pérez Galdós (en inglés). Evanston, Illinois (USA): Northwestern University. Consultado el 20 de marzo de 2018. 
  • Ortiz-Armengol, Pedro (2000). Vida de Galdós. Barcelona: Crítica. ISBN 8484320731. 
  • Pérez Galdós, Benito (2011). Memorias de un desmemoriado (1915-1916). Valencia: El Nadir. ISBN 9788492890415. 

Enlaces externos

  •   Wikisource contiene obras originales de o sobre Los Ayacuchos.
  •   Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Los Ayacuchos.
  •   Datos: Q18635271
  •   Textos: Los Ayacuchos

ayacuchos, novena, penúltima, novela, tercera, serie, episodios, nacionales, escrita, entre, 1900, publicada, mismo, año, título, hace, referencia, guardia, pretoriana, general, regente, baldomero, espartero, llamados, así, pesar, muchos, ellos, habían, partic. Los Ayacuchos es la novena y penultima novela de la tercera serie de los Episodios nacionales 1 escrita entre de 1900 y publicada ese mismo ano 2 El titulo hace referencia a la guardia pretoriana del general y regente Baldomero Espartero llamados asi a pesar de que muchos de ellos no habian participado en la batalla de Ayacucho a 3 Como mar de fondo Galdos plantea con correccion historica la actitud de una Inglaterra sumida en los conflictivos intereses que ha generado el comercio algodonero entre America y Europa y una Francia empenada en seguir gobernando los asuntos de Espana a traves de la linea sucesoria de los borbones 4 La rebelion catalana de 1842 y el bombardeo de Barcelona de ese ano ponen dramatico telon al episodio Los Ayacuchosde Benito Perez GaldosCubierta de Los Ayacuchos edicion de 1900 GeneroNovelaIdiomaEspanolPaisEspanaFecha de publicacion1900Texto en espanolLos Ayacuchos en WikisourceEpisodios nacionalesMontes de OcaLos AyacuchosBodas reales editar datos en Wikidata El hilo del relato novelado se inicia con una descripcion de Arguelles tutor de la propia Isabel II de Espana y su hermana hijas de Fernando VII de Espana y sobrinas del Pretendiente carlista Carlos Maria Isidro protagonistas regios de las desgracias del siglo xix espanol 5 6 Pasado algun tiempo que las regias senoritas no podian precisar se persono en Palacio un senor viejo alto amarillo con unas patillucas cortas el mirar tierno y bondadoso el vestir sencillisimo y casi desalinado sin ninguna cruz ni cintajo ni galon Era D Agustin Arguelles elegido por las Cortes tutor de las hijitas de Fernando VII Y que no habia visto poco mundo aquel buen senor Condenado a muerte por el padre al cabo de los anos mil las Cortes le nombraban padre legal de las huerfanas Que vueltas daba el mundo En pocos anos celebro cuartas nupcias el despota le nacian dos hijas renia con su hermano reventaba despues aligerando de su opresor peso el territorio nacional renacian las Cortes odiadas por el Rey surgia una espantosa guerra por los derechos de las dos ramas vencia el fuero de las hembras muerto el oscurantismo lucia el iris con los claros nombres de Libertad e Isabel y el que mejor habia personificado la resistencia del pueblo a las maldades y perfidias del monstruo entraba en Palacio investido de la mas alta autoridad sobre las criaturas que representaban el principio monarquico Sorprendio a estas la extremada sencillez de su tutor que mas que personaje de campanillas parecia un maestro de escuela pero este no tardo en cautivarlas con su habla persuasiva dulce algo parecida al sonsonete de los buenos predicadores Decia cosas muy bonitas enalteciendo la virtud el respeto a la ley el amor de la patria y la union feliz del Trono y la Libertad Su palabra educada en la tribuna y mas diestra en la argumentacion de sentimiento que en la dialectica iba tomando con el decaer de los anos un tonillo planidero su voz temblaba y a poquito que extremase la intencion oratoria se le humedecian los ojos Naturalmente las Reales criaturas cuya sensibilidad se excitaba grandemente con el ejemplo de aquel santo varon concluian por echarse a llorar siempre que Don Agustin a la virtud las exhortaba con su tono patetico y la bien medida cadencia de su fraseo parlamentario habilmente construido para producir la emocion Y no podian dudar que le querian el se hacia querer por su bondad simplisima y por el aire un tanto sacerdotal que le daban sus anos sus austeras costumbres su dulzura y modestia signos evidentes de su falta de ambicion Caracteres hay refractarios al disimulo y que en sus fisonomias llevan el veridico retrato del alma a esta clase de personas pertenecia D Agustin Arguelles del cual sus enemigos pudieron decir cuanto se les antojo pero a una le senalaron todos como ejemplo de un desinteres ascetico que ni antes ni despues tuvo imitadores y que fue su culminante virtud en la epoca de la tutoria y en el breve tiempo transcurrido entre esta y su muerte Baste decir para pintarle de un rasgo solo que habiendole senalado las Cortes sueldo decoroso para el cargo de tutor de la Reina y princesa de Asturias el lo redujo a la cantidad precisa para vivir como habia vivido siempre con limitadas necesidades y ausencia de todo lujo Se asusto cuando le dijeron que el estipendio anual que disfrutaria no podia ser inferior al del intendente de Palacio y todo turbado se senalo la mitad y aun le parecia mucho Cobraria pues la babilonica cifra de noventa mil reales Capitulo I Galdos 1900 En este penultimo episodio de la tercera serie Galdos cierra las peripecias folletinescas de Fernando Calpena el personaje que ha ido hilando la trama novelera quien a peticion de su prometida Demetria de Castro indaba el paradero de su antiguo amigo Santiago Asi mismo desde el capitulo IV al XXIX el escritor vuelve a utilizar el recurso narrativo de la novela epistolar con cartas que los ficticios protagonistas de la historia se cruzan entre Madrid Barcelona y otras localidades 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