Amoralismo
El amoralismo es un principio filosófico planteado en el siglo XIX por los alemanes Stirner y Nietzsche, que cifra la norma de la conducta humana en algo independiente del bien y del mal moral, negando toda obligación y toda sanción con respecto a estos.
Es una moral alterna fundamentada en la razón y felicidad individual, rechazando mandamientos o imposiciones ya sean creencias de cualquier tipo, tradiciones, costumbres, leyes o reglamentos; no plantea lo "contrario" al "bien" como equivocadamente podría entenderse, sino una valoración de la conducta y de las normas de convivencia enfocadas en la voluntad de las existencias humanas. El danés Kierkegaard tiene también un concepto similar sobre el cómo vivir amoralmente pero con espiritualidad, sobre la base de la fe cristiana.
El amoralismo está relacionado con concepciones vitalistas en filosofía, contractualistas en el derecho, voluntaristas en la política. El amoralismo es un elemento que puede ser encontrado en las filosofías egoístas, en el existencialismo o en la filosofía del absurdo .
El amoralismo, atendiendo a la moral como estructura según la clasificaron Aranguren y Zubiri, es motivo diferenciador entre el ser humano y el ser animal ya que viene a ser una condición natural intrínseca y exclusiva del hombre que le obliga a "tener que elegir", como decía Ortega y Gasset, nos vemos obligados a inventar nuestra propia existencia que nos es dada sin hacer al nacer, de aquí su célebre frase: "la vida es un quehacer", y por esto mismo, la inmensa importancia de las decisiones que tomamos. "Estamos condenados a la libertad", sostenía Sartre recalcando la pesada carga que supone la responsabilidad de cada una de nuestras acciones que tomamos en libertad*. Ortega, sostenía en este sentido que mientras el hombre es quehacer constante desde que nace, en el animal el sentido de sus actos viene dado, carente de moral al no tener la capacidad reflexiva de autocuestionamiento de cada una de sus acciones que son reguladas por instintos naturales dados de forma ancestral, siendo finalmente los animales presos de sus instintos primitivos al contrario que los humanos, que podemos y debemos actuar libres semetiendo nuestros actos a determinadas normal morales. Dicho esto, podemos hacer referencia a Kierkegaard, su clasificación entre hombre ético y hombre estético. Mientras que el primero tiene en cuenta la moral y toma sus decisiones reflexionando sobre la misma, el segundo, se muestra indiferente a la moral, en un intento de situarse más allá de cualquier decisión o posicionamiento, elige no elegir. Esto cabe ser puesto en duda, puesto que efectivamente, al no elegir ya está eligiendo, no cabría por tanto en el ser humano la amoralidad, como argumenta Adela Cortina, salvo en casos de algún tipo de psicopatologías, o como un concepto límite que remite a un conjunto vacío, en el que los casos aislados de auténtica privación del sentido del bien y del mal vendrían a ser la excepción que confirma la regla, sin forzar una nueva categorización. Fernando Savater señala al respecto de este punto que: "El indiferente es cosa entre las cosas: sabe que de las cosas no puede esperarse nada, porque todas dan lo mismo, y él no se siente llamado a introducir apasionadamente en ellas las debidas distinciones." Kierkegaard por su parte, ilustra este asunto de la siguiente forma: "Quién se pierde en su pasión pierde menos que quién pierde su pasión." Nietzsche y su filosofía del martillo toma el concepto de amoralidad como un intento de reconstrucción de los valores morales tradicionales del bien y el mal, influenciados por la moral cristiana y la metafísica universalista de los grandes pensadores griegos que situaron "el concepto" y "el mundo de las ideas" por encima del hombre de carne y hueso, sus sentimientos y pasiones, lo particular y concreto, lo mundano. Es por tanto, el de Nietzsche, un intento de reconstruir la moral existente que denomina moral del resentimiento, a fin de evitar la decadencia del hombre occidental, no trata en ningún caso de situarse al margen de la moral, o si lo hace, en todo caso es para establecer una nueva jerarquía de valores, otro "bien" y otro "mal".
Bibliografía
- Diccionario Enciclopédico Salvat. Tomo 2.
- La ventura de la moralidad (paradigmas, fronteras y problemas de la ética), por Carlos Gómez y Javier Muguerza, de Alianza Editorial, 2007.