Josefina Bakhita
Josefina Bakhita (en italianoː Giuseppina Bakhita le Baka) (1869, Darfur, Sudán - 8 de febrero de 1947 Schio, Italia) fue una religiosa sudanesa nacionalizada italiana. Es venerada como santa por la Iglesia católica el 8 de febrero, y se le nombró patrona de Sudán.[2]
Santa Josefina Bakhita le Baka F.D.C.C. | |||
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Información personal | |||
Nombre de nacimiento | Guiseppina Bakhita le Baka | ||
Apodo | Hermana Universal[1] La Madre Moretta | ||
Nacimiento | 1869 Darfur (Sudán) | ||
Fallecimiento | 8 de febrero de 1947 Schio, Italia (78 años) | ||
Nacionalidad | Sudanesa | ||
Religión | Iglesia católica | ||
Información profesional | |||
Ocupación | Monja | ||
Información religiosa | |||
Beatificación | 17 de mayo de 1992, por el papa san Juan Pablo II | ||
Canonización | 1 de octubre de 2000, por el papa san Juan Pablo II | ||
Festividad | 8 de febrero | ||
Venerada en | Iglesia católica | ||
Patronazgo | Sudán | ||
reconocimientos
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Juventud
Nació alrededor del año 1869 en la región sudanesa occidental de Darfur; en el pueblo de Olgossa, al oeste de Nyala y cerca del monte Agilerei.[3] Pertenecía al prestigioso pueblo Daju. Su bien respetado y razonablemente próspero padre era hermano del jefe del pueblo. Estaba rodeada por una familia cariñosa de tres hermanos y tres hermanas. No sabía su nombre y la lengua que hablaba no era nada clara, siendo una mezcla de dialectos. Su infancia, no obstante, fue positiva. Como dice en su autobiografía: "Viví una vida muy feliz y despreocupada, sin saber qué era el sufrimiento".
En algún momento entre los siete y nueve años, probablemente en febrero de 1877, fue secuestrada por los comerciantes árabes de esclavos, que ya habían secuestrado a su hermana mayor dos años antes. Fue cruelmente obligada a caminar descalza unos 960 kilómetros (600 millas) hasta El Obeid y ya fue vendida y comprada dos veces antes de llegar allí. En el transcurso de doce años (1877-1889) fue revendida nuevamente tres veces más y luego regalada. Se dice que el trauma de su secuestro le hizo olvidar su propio nombre: tomó uno dado a ella por los esclavistas, "Bakhita", que en árabe significa "afortunada".[4] También fue obligada a convertirse al islam.
Su vida como esclava
En El-Obeid, Bakhita fue adquirida por un importante jefe árabe como sirvienta de sus dos hijas; como les agradaba se portaban bien con ella, sin embargo, en una ocasión ofendió a uno de los hijos varones de su amo, posiblemente por haber roto un jarrón y esto hizo que el muchacho la golpeara y la azotara con tanta fuerza que la dejó incapaz de levantarse de la cama de paja en la que dormía durante más de un mes.
Su cuarto amo, un general turco, la adquirió para que entrara a formar parte del servicio de su mujer y su suegra. Estas eran terriblemente crueles con sus esclavos, lo que lleva a Bakhita a confesar en sus memorias que de todos los días que permaneció en aquella casa no recuerda uno de ellos sin que se le infligiera alguna herida. Ella misma narra uno de sus recuerdos más terroríficos: el día en el que, junto a otros esclavos, fue marcada mediante un proceso parecido a la escarificación y que se practica tradicionalmente en algunas regiones de Sudán. Este consistía en marcar sobre su piel patrones de líneas con harina blanca, mientras su ama la observaba con el látigo en la mano, que luego eran repasados con una cuchilla, dejando profundos surcos que luego rellenaba con sal para evitar que cicatrizaran. A Bakhita le realizaron un total de 114 dibujos sobre el pecho, la tripa y su brazo derecho.
A finales de 1882, El-Obeid se convirtió en el blanco de amenazas y ataques por parte de los revolucionarios mahdistas por lo que el general turco se dispuso a hacer los preparativos para regresar a su país de origen, vendiendo a sus esclavos en el proceso. En 1883 Bakhita fue comprada en Jartum por el vicecónsul italiano Callisto Legnani, quien la trató con amabilidad y no la golpeó ni la castigó.[5] Dos años más tarde, cuando el propio Legnani tuvo que regresar a Italia, Bakhita le rogó que lo acompañara. A finales de 1884 escaparon de la sitiada Jartum con un amigo, Augusto Michieli. Viajaron un arriesgado viaje de 650 kilómetros (400 millas) en camello de regreso a Suakin, que era el puerto más grande de Sudán. En marzo de 1885 partieron de Suakin hacia Italia y llegaron al puerto de Génova en abril. Allí los recibió la esposa de Augusto Michieli, la señora María Turina Michieli. Callisto Legnani cedió la propiedad de Bakhita a Turina Michieli. Los nuevos dueños de Bakhita la llevaron a su villa familiar en Zianigo, cerca de Mirano , Veneto, a unos 25 km (16 millas) al oeste de Venecia.[6] Vivió allí durante tres años y se convirtió en niñera de Alice, la hija de Michieli, conocida como Mimmina, nacida en febrero de 1886. Los Michielis llevaron a Bakhita con ellos a Sudán, donde permanecieron nueve meses antes de regresar a Italia.
Conversión y votos de religiosa
La ciudad de Suakin, en el mar Rojo, estaba sitiada, pero continuaba siendo territorio Anglo-Egipcio. Augusto Michieli adquirió un lujoso hotel en aquella ciudad y decidió vender todas sus propiedades en Italia y trasladarse a Sudán permanentemente con su familia. Vender la villa familiar tomó más tiempo del esperado por lo que a finales de 1888, la señora Turina Michieli, queriendo hacer una visita a su marido, viajó a Sudán a pesar de que la compraventa de tierras aún no estaba del todo cerrada. Dado que su anterior villa en Zianigo ya había sido vendida, Bakhita y Mimmina necesitaban un alojamiento temporal mientras Turina viajaba a Sudán sin ellas. Gracias al consejo del agente de negocios Illuminato Cecchini, el 28 de noviembre de 1888, Turina Michieli las dejó a cargo de las hermanas Canosianas en Venecia, (congregación fundada por Magdalena de Canossa). Allí, mientras eran atendidas y cuidadas por las monjas, Bakhita se encontró por primera vez con el cristianismo. En sus memorias se recoge lo agradecida que les estaba con estas palabras: “Aquellas santas madres me instruyeron con heroica paciencia y me introdujeron a Dios a quien, desde mi más tierna infancia, había sentido en mi corazón sin saber quién era Él”.
Cuando la señora de Michieli regresó para llevarse con ella a su hija y a su criada de vuelta a Suakin, Bakhita se negó firmemente a acompañarla. Durante tres días, Turina trató de convencerla e incluso apeló a la vía legal para llevársela, contactando con el fiscal del rey mientras que la superiora del Instituto de los candidatos al bautismo (catecumenado) al que asistía Bakhita se ponía a su vez en contacto con el cardenal de Venecia para ponerle al corriente de la situación en la que se encontraba su protegida.
El 29 de noviembre de 1889, un tribunal italiano dictaminó que, debido a que los británicos habían abolido la esclavitud en Sudán mucho antes del nacimiento de Bakhita y porque la ley italiana nunca había reconocido la esclavitud como legal, Bakhita nunca había sido legalmente una esclava. Por primera vez en su vida, Bakhita tuvo control de su propio destino y lo primero que hizo fue tomar la decisión de permanecer con las Canosianas.
El 9 de enero de 1890 fue bautizada con el nombre de Josefina Margarita Afortunada , que es la traducción latina del árabe Bakhita.[4] El mismo día también recibió el sacramento de la confirmación y la santa comunión del arzobispo Giuseppe Sarto, el cardenal patriarca de Venecia, el futuro papa Pío X; y el 8 de diciembre de 1896, ingresó en las Hermanas Canosianas, tomando como nombre religioso el de sor Josefina.
En 1902 fue asignada al convento canosiano de Schio, en el norte de Italia, en la provincia de Vicenza, donde permanecería el resto de su vida. Su estancia más larga en otro lugar fue entre 1932 y 1939, cuando se instaló en el Noviciado Misionero de Vimercate, en Milán, visitando, dedicándose sobre todo a visitar otras comunidades de canosianas en Italia, hablando y compartiendo sus experiencias en África y ayudando a prepararse a hermanas más jóvenes para la vida y el trabajo allí. Un fuerte ánimo misionero la impulsó durante toda su vida puesto que “en su mente siempre estaba Dios y en su corazón, África”.
Durante los 42 años que permaneció en Schio, Bakhita hizo las labores de cocinera, sacristana y portera, permaneciendo constantemente en contacto con la comunidad local. Su gentileza, su voz calmada y su sempiterna sonrisa se hicieron famosas en Vincenza y sus habitantes comenzaron a llamarla Sor Moretta, que significa “hermanita morena”. Su especial carisma y su olor de santidad se fueron haciendo notar entre las miembros de su orden.
Muerte y santidad
Un joven estudiante le preguntó una vez a Bakhita: "¿Qué harías si te encontraras con tus captores?" Sin dudarlo ella respondió: "Si me encontrara con los que me secuestraron, e incluso con los que me torturaron, me arrodillaría y les besaría las manos. Porque si estas cosas no hubieran sucedido, no habría sido cristiana y religiosa hoy".[7]
Las peticiones para su canonización comenzaron de inmediato, y el proceso comenzó oficialmente por el papa Juan XXIII en 1959, solo doce años después de su muerte. El 1 de diciembre de 1978, el papa Juan Pablo II la declaró venerable , el primer paso hacia la canonización. El 17 de mayo de 1992 Bakhita fue declarada beata por el papa Juan Pablo II y se le concedió el 8 de febrero como día festivo. Su proceso de beatificación coincidió con el del fundador del Opus Dei, San Jose María Escrivá. Ambos recibieron la beatificación en la Plaza de San Pedro (Roma). El 1 de octubre de 2000 fue canonizada como Santa Josefina Bakhita por el mismo papa. Es venerada como una santa africana moderna y como una declaración contra la brutal historia de la esclavitud. Ha sido adoptada como la santa patrona de Sudán y de supervivientes de la trata de personas.[8]
El legado de Bakhita es que la transformación es posible a través del sufrimiento. Su historia de liberación de la esclavitud física también simboliza a todos aquellos que encuentran significado e inspiración en su vida para su propia liberación de la esclavitud espiritual.[9] En mayo de 1992, Jartum prohibió la noticia de su beatificación, a la que el papa Juan Pablo II visitó personalmente sólo nueve meses después.[10] El 10 de febrero de 1993, el papa Juan Pablo II honró solemnemente a Bakhita en su propia tierra. "¡Alégrate, toda África! Bakhita ha vuelto a ti. La hija de Sudán vendida como esclava como una mercancía viva y, sin embargo, sigue siendo libre. Libre con la libertad de los santos".[11]El Papa, además, aprovechó para lanzar una crítica al gobernador sudanés, Omar Al Bashir, al que acusó de "criminal" y de estar matando a muchos civiles.
Sus últimos años estuvieron marcados por el dolor y la enfermedad. Se movía en silla de ruedas pero sin perder el buen ánimo y cuando le preguntaban cómo se encontraba, ella contestaba: “Como el Señor desee”. En sus últimas horas, su mente volvía a recordar los años de esclavitud y a veces se la oía suplicar: “¡Las cadenas están muy apretadas, aflójalas un poco, por favor!”, aunque después de un rato volvía a recuperarse. Alguien le preguntó: "¿Cómo estás? Hoy es sábado", probablemente esperando que esto la alegrara porque el sábado es el día de la semana dedicado a la virgen María. Bakhita respondió: "Sí, estoy tan feliz: Nuestra Señora ... ¡Nuestra Señora!" Estas fueron sus últimas palabras audibles.[12]
Murió en el convento canosiano de Schio , en 1947, a la edad de 78 años. Durante tres días, su cuerpo se expuso para que cientos de personas pudieran presentarle sus respetos. Sus retos mortales fueron transferidos a la Iglesia de la Sagrada Familia del convento Canosiano de Schio en 1969.
El ejemplo de su vida fue usado por el papa Benedicto XVI en la encíclica Spe salvi para hablar de esperanza.[13], en donde el papa expone en Bakhita una figura que, con todo en su contra, no pecó de fe y esperanza para alcanzar una felicidad que se encontraba en el mensaje que Dios trata de transmitirnos.
Desde principios de siglo se han escrito gran cantidad de obras sobre ella. Algunos de los libros más característicos son los siguientes: "El Diario de Bakhita” (2014) de Pia Deromedi, "Josefina Bakhita, la esclava negra” (2015) de Carlos Ros Carballar, "La Esclava Indomable" (2019) de Hervé Roullet y “Bakhita” (2019) de Veronique Olmi.
En el 2009, se produjo una película para televisión, llamada "Bakhita", interpretada por Fatou Kine Boye, y dirigida por el italiano Giacomo Campiotti.[14]
Véase también
Referencias
- «Santa Josefina Bakhita». Aciprensa. Consultado el 8 de febrero de 2020.
- Martín Álvarez, Marina (2019). «De esclava a santa: la vida de Santa Josefina Bakhita». Cope. Consultado el 19 de marzo de 2021.
- Dagnino. The map of Sudan here shows the village of Olgossa (Algozney in the Daju tongue) slightly west of the 3,042 m (9,980 feet).
- ↑ «Josefina Bakhita, de esclava a santa». Cáritas. 2020. Consultado el 8 de febrero de 2020.
- «Canossian Daughters of Charity - Who We Are». www.canossiansisters.org.
- Burns and Butler, p. 53.
- Dagnino, p. 113.
- Claudio Leonardi, Andrea Riccardi, Gabriella Zarri (2000). «Josefina Bakhita». Diccionario de los santos. Editorial San Pablo. pp. 2051-2053. ISBN 9788428522571. Consultado el 9 de febrero de 2020.
- «AFROL Background Josephine Bakhita - an African Saint». www.afrol.com.
- Hutchison, p. 7
- John Paul II, Homily at the Eucharistic Concelebration in honour of Josephine Bakhita, Khartoum, 10 February 1993.
- Dagnino, p. 104
- Benedicto XVI, Enc. Spe salvi, 30 de noviembre de 2007, n. 3.
- Helgheim, Helgheim (2020). Cinematic CV of the World: The Encyclopedia of Historical, Social and Political Films (en inglés). p. 1950. ISBN 9788283281743. Consultado el 9 de febrero de 2020.
Bibliografía
- Hervé Roullet, La esclava indomable, Biografía de Bakhita, la santa sudanesa, Madrid, Ediciones Rialp, 2019.