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Cristo crucificado (Velázquez)

El Cristo crucificado, o Cristo de San Plácido, es una pintura al óleo sobre lienzo de Velázquez, conservada en el Museo del Prado desde 1829.

Cristo crucificado
Año Hacia 1632
Autor Diego Velázquez
Técnica Óleo sobre lienzo
Estilo Barroco
Tamaño 250 cm × 170 cm
Localización Museo del Prado, Madrid, España España

Durante su primer viaje a Italia, entre 1629 y 1630, Velázquez pudo estudiar las obras de los grandes maestros. Sus estudios del desnudo a partir de obras clásicas se pondrán de manifiesto en La fragua de Vulcano y La túnica de José, pintadas allí. Esos estudios habrían posibilitado el magistral desnudo de este cuadro, por la fusión que demuestra de serenidad, dignidad y nobleza. Es un desnudo frontal, sin el apoyo de escena narrativa, con el que Velázquez hace un alarde de maestría y consigue que el espectador pueda captar la belleza corporal y la serena expresión de la figura. La humana corporalidad de su figura unida al hálito de misteriosa y divina espiritualidad de la atmósfera que lo baña y el rostro semioculto han inspirado la poesía de José María Gabriel y Galán,[1]​ así como el extenso poema titulado El Cristo de Velázquez de Miguel de Unamuno.

Descripción

Velázquez pintó un Cristo apolíneo, de dramatismo contenido, sin cargar el acento en la sangre —aunque originalmente era más de la actualmente visible— y, a pesar de muerto, sin desplomarse, evitando la tensión en los brazos.[2]​ Cristo aparece sujeto por cuatro clavos, según las recomendaciones iconográficas de su suegro Francisco Pacheco, a una cruz de travesaños alisados, con los nudos de la madera señalados, título en hebreo, griego y latín, y un supedáneo sobre el que asientan firmemente los pies. La cruz se apoya sobre un pequeño montículo surgido a la luz tras la última restauración. Sobre un fondo gris verdoso[3]​ en el que se proyecta la sombra del crucificado iluminado desde la izquierda, el cuerpo se modela con abundante pasta, extendida con soltura, insistiendo en el modelado y en la iluminación; en algunas partes el pintor "arañó" con la punta del pincel la pasta aún húmeda, logrando una textura especial, así en torno a la cabellera caída sobre los hombros. Al igual que en los desnudos de La fragua de Vulcano, las sombras se obtienen repasando con toques de pincel muy diluido y del mismo color, oscureciendo por zonas irregulares la carnación ya terminada.[4]

Buscando la mayor naturalidad, en el proceso de ejecución de la obra rectificó la posición de las piernas, que inicialmente discurrían paralelas, con las pantorrillas casi unidas, y retrasando el pie izquierdo dotó a la figura de mayor movimiento, elevando la cadera en un contrapposto clásico que hace caer el peso del cuerpo sobre la pierna derecha.[5]​ El paño de pureza (también llamado perizoma), muy reducido y sin derroche de vuelos a fin de poner el acento en el cuerpo desnudo, es la parte más empastada del cuadro, con efectos de luz obtenidos mediante toques de blanco de plomo aplicados sobre la superficie ya terminada. La cabeza tiene un estrecho halo luminoso que parece emanar de la propia figura; el semblante está caído sobre el pecho dejando ver lo suficiente de sus rasgos y facciones nobles; la nariz es recta. Más de la mitad de la cara está cubierta por el cabello largo que cae lacio y en vertical.

Iconografía de los cuatro clavos

Francisco Pacheco, maestro y suegro de Velázquez, defendió la pintura del Crucificado con cuatro clavos en una carta fechada en 1620 y recogida luego, junto a otra de Francisco de Rioja un año anterior, en su tratado de El arte de la pintura. Pacheco, amparado en argumentaciones históricas suministradas por Francisco de Rioja y el italiano Angelo Rocca, obispo de Tagasta, que en 1609 había publicado un breve tratado sobre esta cuestión, junto con las indicaciones contenidas en las revelaciones a Santa Brígida, sostenía la mayor antigüedad y autoridad de la pintura de la crucifixión con cuatro clavos frente a la más extendida representación del Crucificado sujeto al madero con solo tres clavos, cruzado un pie sobre el otro.[6]​ Francisco de Rioja citaba por extenso a Lucas de Tuy, encarnizado enemigo de los herejes de León, a quienes confundía con los cátaros o albigenses, quien todavía a comienzos del siglo XIII sostenía en De altera vita fideique controverssis adversus Albigensum errores, que la costumbre de representar a Cristo en la cruz con tres clavos era de origen maniqueo y que había sido introducida en la Galia por los albigenses y en León por un francés de nombre Arnaldo. Para Lucas de Tuy la crucifixión con tres clavos había sido adoptada para aminorar la reverencia debida al crucificado, oponiéndose por ello firmemente a ese modo de representación.[7]

Tras ser introducido en Italia por Nicola Pisano el tipo gótico de la crucifixión con tres clavos,[8]​ Gretsero achacó también esa invención, que condenaba, a los artistas franceses, quienes la habrían adoptado para dar más vivacidad a sus imágenes. En cualquier caso, a partir del siglo XIII el modelo se impuso por todas partes, unido a la tipología del Crucificado gótico doloroso, hasta hacer olvidar la crucifixión con cuatro clavos, y cuando Pacheco quiso recuperar el modelo antiguo hubo de defenderse contra la acusación de introducir novedades. En defensa de su propuesta Pacheco hablaba de un modelo fundido en bronce traído a Sevilla por el platero Juan Bautista Franconio y que él mismo había policromado, que reproducía el Cristo de Jacopo del Duca inspirado en los conocidos dibujos de su maestro Miguel Ángel, actualmente en el Museo Nacional de Nápoles.[9]​ Como también recordaba Pacheco, el modelo, que presenta a Cristo muerto, con la cabeza caída y sujeto a la cruz con cuatro clavos, cruzadas las piernas y sin sujeción de supedáneo, con el efecto de tensar el cuerpo y alargar el canon sin romper la simetría, fue el seguido por Martínez Montañés en su popular Cristo de la Clemencia de la Catedral de Sevilla. Pacheco encontró en Francisco de Rioja al erudito que avalase la representación con cuatro clavos, que él venía defendiendo a la vista del modelo miguelangelesco, y contó también con la aprobación en este caso de Fernando Enríquez de Ribera, III duque de Alcalá, con quien había polemizado acerca del título de la cruz. En 1619 Rioja le escribió, acertadamente, que ese modo restituía el uso antiguo. Pero a la vez Rioja alababa el resultado en el orden estético de esa elección, como subrayaba también Lucas de Tuy, pues de forma natural conducía a mostrar a Cristo como si estuviera en pie sobre el supedáneo, «sin torcimiento feo, o descompuesto, así, como convenía a la soberana grandeza de Cristo nuestro Señor».[10]​ Por ello, aunque en un Calvario de 1638, en colección particular, aún pintó a Cristo con cuatro clavos y con las piernas cruzadas, Pacheco iba a preferir un modelo distinto al ofrecido por Miguel Ángel, tomándolo según decía de un dibujo de Alberto Durero que había podido ver en un libro que fue de Felipe II y que no ha podido ser localizado, con las piernas paralelas y firmemente asentados los pies en el supedáneo, aunque de su aplicación resulten efectos escasamente dinámicos y, por lo mismo, exentos de los retorcimientos manieristas y del patetismo barroco.

Es este también el modelo seguido por Velázquez, aunque para lograr mayor naturalidad en la figura hará que el peso del cuerpo caiga sobre la pierna derecha con un leve balanceo de la cadera. Con todo, la comparación con los modelos de Pacheco, que dota a sus Cristos de cuatro clavos de la apariencia de una reconstrucción arqueológica, permite establecer diferencias más acusadas que esta entre el maestro y su discípulo. Pacheco se esfuerza en pintar músculos y tendones, en tanto Velázquez pinta delicadamente la epidermis magullada a través de la cual el esqueleto y la masa muscular que lo envuelve sólo se perciben en forma de sombras discontinuas. Su cuerpo es verídico, demasiado humano según se ha dicho, y por ello su martirio y muerte también lo son. Tanto como su soledad, imagen sagrada sin contexto narrativo, de la que nace su fuerte carga emotiva y su contenido devocional pues, estando solo Cristo, el espectador también es dejado solo frente al crucificado.

Historia del cuadro

El cuadro fue descrito por Antonio Palomino como un Cristo Crucificado difunto, de tamaño natural, «que está en la clausura del Convento de San Plácido de esta Corte; aunque otro hay en la Buena Dicha, que es copia muy puntual, en el altar primero de mano derecha, como se entra en la iglesia; y uno, y otro están con dos clavos en los pies sobre el supedáneo, siguiendo la opinión de su suegro, acerca de los cuatro clavos».[11]​ De la clausura —en lugar indeterminado— pasó a la sacristía construida entre 1655 y 1685 junto con la nueva iglesia del convento de monjas benedictinas de San Plácido, donde lo vieron Antonio Ponz y Juan Agustín Ceán Bermúdez. Poco después de 1804 lo compró al convento Manuel Godoy, pasando luego a posesión de su esposa, la condesa de Chinchón. En 1826, durante su exilio en París, la condesa puso el cuadro en venta, sin éxito, pasando a su muerte en 1828 a su cuñado el duque de San Fernando de Quiroga, quien se lo regaló a Fernando VII. En 1829 entró a formar parte de las colecciones del Museo del Prado.

La fecha de su ejecución es controvertida. Palomino habla de él tras el retrato del duque de Módena, quien visitó Madrid en 1638, fecha admitida por Aureliano de Beruete y Moret. Consta además documentalmente que entre 1637 y 1640 el Protonotario de Aragón Jerónimo de Villanueva, a quien se supone autor del encargo, hizo donación de algunas pinturas al convento de San Plácido.[12]​ Sin embargo, el fuerte ennegrecimiento de la superficie del cuadro, atribuido al empleo de betún, hizo pensar a críticos como Enrique Lafuente Ferrari y Elizabeth du Gué Trapier que pudiera haber sido pintado en fecha anterior al primer viaje a Italia de 1629, aunque por motivos estilísticos la mayor parte de la crítica suele fechar su ejecución inmediatamente después de ese viaje, dada la relación con los desnudos de sus obras italianas.[13]

El torso aparece puntualmente reproducido en otro Cristo en la cruz de pequeño tamaño, con firma y fecha no autógrafas «Do. Velázquez fa 1631», conservado también en el Museo del Prado, vivo, con la cabeza elevada, los brazos en tensión y sobre un fondo de paisaje.

Hipótesis sobre el encargo de la obra

El convento de religiosas de la Encarnación Benita de Madrid, conocido comúnmente como San Plácido, fue fundado en 1623 por Jerónimo de Villanueva, Protonotario de Aragón, después de que su prometida, doña Teresa Valle de la Cerda, decidiese entrar en religión movida por los arrobos místicos de su tía, doña Ana María de Loaysa, beata con reputación de santa. Villanueva apoyó los propósitos de su prometida, haciendo él mismo voto de castidad, y pactó con la abadía benedictina de San Martín, bajo cuya observancia se ponía el convento, la cesión de la iglesia de San Plácido, adquiriendo el Protonotario el bloque de casas aledaño para proceder a la fundación del convento, cuya primera piedra se puso el 8 de febrero de 1624. Villanueva se reservó el título de patrón y el privilegio de nombrar al confesor y a los restantes monjes encargados de atender las necesidades espirituales de las monjas, dotando al convento con 20.000 ducados, de los que se reservaba 1500 «que tengo yo de emplear en alhajar la iglesia».[14]

Cercano al Conde-Duque de Olivares, que iba a tener una intensa correspondencia espiritual con Teresa Valle, Villanueva ascendió de forma fulgurante en la Corte: premiado en 1627 con un hábito de la Orden de Calatrava, el mismo año fue nombrado Secretario del Despacho Universal, cargo que le permitía tratar directamente con el rey, Secretario de Estado en 1630, miembro de los Consejos de Guerra y de Cruzada y finalmente administrador de las cuentas de los gastos secretos. En esta función le cupo encargarse de los pagos y la adquisición de obras de arte para el Palacio del Buen Retiro, entre ellas algunas pinturas compradas a Velázquez. Por los mismos años, entre 1632 y 1639, realizó diversas obras de adaptación y ampliación del convento de San Plácido, al que donó algunas obras de arte y, con toda probabilidad, el Cristo crucificado. El motivo del encargo, sin embargo, y aunque perfectamente podría explicarse por esa continuada función de patronazgo desempeñada por Villanueva, ha sido objeto de diversas y «peregrinas teorías».[15]

Para Jonathan Brown el cuadro habría sido encargado a Velázquez por Jerónimo de Villanueva en relación con el proceso inquisitorial en el que se encontraba inmerso desde 1628 junto con las monjas del convento, y que habría concluido cuando «en 1632 se le ordenó cumplir una penitencia simbólica como único castigo a su supuesta intervención en los hechos», circunstancia que «pudo haber sido una buena ocasión para encargar un cuadro de Cristo crucificado a manera de pieza votiva y de prueba de buena fe».[16]​ Pero en realidad no hubo tal castigo. Los hechos objeto de las pesquisas inquisitoriales, una mezcla de anhelos místicos e histeria colectiva por la cual muchas de las monjas del convento creían recibir revelaciones de los demonios anunciando la reforma de la iglesia, a lo que se sumaban los excesos sensuales del principal implicado, el capellán fray Francisco García Calderón, nombrado prior por Villanueva, comenzaron a ser investigados por el Santo Oficio de la Inquisición en 1628, con las detenciones y procesos de fray Francisco, doña Teresa, buena parte de las monjas del convento y algún otro religioso de San Martín. Villanueva fue encausado, por las noticias que pudiera tener de aquellos sucesos y por haber dado crédito a los demonios en las profecías con él relacionadas, pero en 1630, cuando se dictaron sentencias de reclusión para las monjas y religiosos implicados —a perpetuidad para fray Francisco García—, la causa contra Villanueva se dejó en suspenso. Dos años después, el 7 de enero de 1632, el propio Villanueva presentó un escrito de autodelación, buscando reabrir la causa con objeto de clarificar su situación. El escrito, que contenía en realidad una defensa de su actuación, fue estudiado por cuatro calificadores del Santo Oficio, que consideraron concordantes que Villanueva no merecía censura, pues no había pecado obrando con buena fe al dejarse guiar por su director espiritual, y en consecuencia el 30 de junio el Consejo de la Suprema decretó que «por lo que toca a este sujeto, no toca al Santo Oficio el proceder en esta causa, por no tener calidad de oficio», lo que equivalía a su libre absolución.[17]​ El proceso a Villanueva, con obvias implicaciones políticas, iba a reabrirse, no obstante, en 1643, tras la caída en desgracia del Conde-Duque de Olivares y cuando ya el proceso a las monjas había sido sometido a revisión en 1638, de la que salieron exculpadas y repuestas en su crédito, y no iba a cerrarse hasta varios años después de la muerte del Protonotario, ocurrida en 1653, al haber apelado a Roma y creado con ello un complejo conflicto de competencias.

Menos fundamento tiene la leyenda que trata de explicar la pintura del Cristo crucificado como un encargo de Felipe IV en expiación por sus amoríos con una monja del citado convento, de la que le habría hablado Villanueva facilitándole el acceso. La leyenda aparece recogida en un libelo tardío, dirigido contra el Conde-Duque y el Protonotario de Aragón, titulado Relación de todo lo suzedido en el casso del Convento de la Encarnación Benita. El libelo afirmaba, mezclando medias verdades y mentiras, que fueron esos amores, al llegar al conocimiento del Inquisidor General, los que condujeron a Villanueva a las cárceles inquisitoriales de las que salió, tras ser reclamada la causa desde Roma, con obligación de cumplir algunas leves penitencias y con orden del rey de no hablar nunca de estos sucesos.[18]

Por otro lado, Rodríguez G. de Ceballos, que analizó esta leyenda, pensó, retomando una idea de Carl Justi, que el origen del lienzo podría estar en los actos de desagravio organizados en Madrid con motivo del sacrilegio cometido contra un crucifijo, del que fueron acusados varios criptojudíos portugueses penitenciados en un Auto de fe celebrado en julio de 1632 en presencia de los reyes. Tras el suplicio de los judaizantes fueron numerosos los actos de desagravio promovidos por el rey y por las parroquias, y se crearon algunas cofradías bajo la advocación del Cristo de las injurias, edificándose sobre el solar de la vivienda donde habían tenido lugar los hechos un templo expiatorio regido por los capuchinos, en cuyo proyecto tomó parte activa Villanueva.[19]

Referencias

  1. Gabriel y Galán, Religiosas. El Cristo de Velázquez, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
    Y el artista lo vio como era,
    lo sintió Dios y Mártir a un tiempo
  2. Marías, p. 134.
  3. Antes de la última restauración efectuada en el Museo del Prado por Rocío Dávila se presentaba negro a causa de los barnices que lo oscurecían e impedían apreciar los efectos perseguidos por el pintor, al aplicar el color semitransparente, sin cubrir homogéneamente la base. La figura de Cristo ha ganado así volumen,los tios violadores son un caso serio
  4. Garrido, pp. 282-287.
  5. Garrido, p. 283.
  6. Pacheco, El arte de la pintura, ed. de B. Bassegoda, pp. 713 y ss.
  7. Cfr. Menéndez Pelayo, Heterodoxos, III, 172.
  8. Cfr. Erwin Panofsky, Renacimiento y renacimientos en el arte occidental, Madrid, 1975, p. 115.
  9. El modelo traído por Franconio, que difiere del prototipo en la caída de los brazos, se conoce por un abundante número de copias, algunas en plata, como la del Palacio Real de Madrid; Castrotierra (León), Cruz procesional de Palafox de la Catedral de Sevilla, y otras: M. Gómez Moreno, «Obras de Miguel Ángel en España», en Archivo Español de Arte, 1930, pp. 189-197, y «El crucifijo de Miguel Ángel», Archivo Español de Arte, 1933, pp. 81-84; en algún caso, la desnudez es completa, con sudario atornillable.
  10. El arte de la pintura, p. 719.
  11. Palomino, p. 225.
  12. Agulló Cobo, Mercedes, «El monasterio de San Plácido y su fundador, el madrileño don Jerónimo de Villanueva, Protonotario de Aragón», Villa de Madrid, 47 (1975), p. 39.
  13. Morán y Sánchez Quevedo, p. 130.
  14. Puyol Buil, pp. 59-61.
  15. Puyol Buil, p. 15.
  16. Brown, 1986, pp. 160-161.
  17. Puyol Buil, p. 255.
  18. Puyol Buil, p. 29.
  19. Rodríguez G. de Ceballos, Alfonso, «El Cristo crucificado de Velázquez: trasfondo histórico-religioso», Archivo Español de Arte, LXXVII, nº 305 (2004), pp. 5-19.

Bibliografía

  • Brown, Jonathan (1986). Velázquez. Pintor y cortesano. Madrid: Alianza Editorial. ISBN 84-206-9031-7. 
  • Cirlot, L. (dir.), Museo del Prado II, Col. «Museos del Mundo», Tomo 7, Espasa, 2007. ISBN 978-84-674-3810-9, pág. 27.
  • Camón Aznar, José, Summa Artis, Tomo XIII, La pintura española del siglo XVII, Editorial Espasa Calpe S.A. Madrid 1977.
  • Catálogo de la exposición (1990). Velázquez. Madrid : Museo Nacional del Prado. ISBN 84-87317-01-4. 
  • Garrido Pérez, Carmen (1992). Velázquez, técnica y evolución. Madrid: Museo del Prado. ISBN 84-87317-16-2. 
  • Lafuente Ferrari, Enrique, Museo del Prado. Pintura española de los siglos XVI y XVII, Aguilar S.A. 1964.
  • López-Rey, José (1996). Velázquez. Catalogue raisonné, vol. II. Colonia: Taschen Wildenstein Institute. ISBN 3-8228-8731-5. 
  • Marías, Fernando (1999). Velázquez. Pintor y criado del rey. Madrid: Nerea. ISBN 84-89569-33-9. 
  • Morales y Marín, JoséLuis, La pintura en el barroco, Espasa Calpe S.A. 1998 ISBN 84-239-8627-6.
  • Morán Turina, Miguel y Sánchez Quevedo, Isabel (1999). Velázquez. Catálogo completo. Madrid: Ediciones Akal SA. ISBN 84-460-1349-5. 
  • Pacheco, Francisco, ed. de Bonaventura Bassegoda (1990). El arte de la pintura. Madrid: Cátedra. ISBN 84-376-0871-6. 
  • Palomino, Antonio (1988). El museo pictórico y escala óptica III. El parnaso español pintoresco laureado. Madrid : Aguilar S.A. de Ediciones. ISBN 84-03-88005-7. 
  • Puyol Buil, Carlos (1993). Inquisición y política en el reinado de Felipe IV. Los procesos de Jerónimo Villanueva y las monjas de San Plácido, 1628-1660. Madrid : Consejo Superior de Investigaciones Científicas. ISBN 84-00-07384-3. 

Enlaces externos

  •   Datos: Q2528741
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El Cristo crucificado o Cristo de San Placido es una pintura al oleo sobre lienzo de Velazquez conservada en el Museo del Prado desde 1829 Cristo crucificadoAnoHacia 1632AutorDiego VelazquezTecnicaoleo sobre lienzoEstiloBarrocoTamano250 cm 170 cmLocalizacionMuseo del Prado Madrid Espana Espana editar datos en Wikidata Durante su primer viaje a Italia entre 1629 y 1630 Velazquez pudo estudiar las obras de los grandes maestros Sus estudios del desnudo a partir de obras clasicas se pondran de manifiesto en La fragua de Vulcano y La tunica de Jose pintadas alli Esos estudios habrian posibilitado el magistral desnudo de este cuadro por la fusion que demuestra de serenidad dignidad y nobleza Es un desnudo frontal sin el apoyo de escena narrativa con el que Velazquez hace un alarde de maestria y consigue que el espectador pueda captar la belleza corporal y la serena expresion de la figura La humana corporalidad de su figura unida al halito de misteriosa y divina espiritualidad de la atmosfera que lo bana y el rostro semioculto han inspirado la poesia de Jose Maria Gabriel y Galan 1 asi como el extenso poema titulado El Cristo de Velazquez de Miguel de Unamuno Indice 1 Descripcion 2 Iconografia de los cuatro clavos 3 Historia del cuadro 4 Hipotesis sobre el encargo de la obra 5 Referencias 6 Bibliografia 7 Enlaces externosDescripcion EditarVelazquez pinto un Cristo apolineo de dramatismo contenido sin cargar el acento en la sangre aunque originalmente era mas de la actualmente visible y a pesar de muerto sin desplomarse evitando la tension en los brazos 2 Cristo aparece sujeto por cuatro clavos segun las recomendaciones iconograficas de su suegro Francisco Pacheco a una cruz de travesanos alisados con los nudos de la madera senalados titulo en hebreo griego y latin y un supedaneo sobre el que asientan firmemente los pies La cruz se apoya sobre un pequeno monticulo surgido a la luz tras la ultima restauracion Sobre un fondo gris verdoso 3 en el que se proyecta la sombra del crucificado iluminado desde la izquierda el cuerpo se modela con abundante pasta extendida con soltura insistiendo en el modelado y en la iluminacion en algunas partes el pintor arano con la punta del pincel la pasta aun humeda logrando una textura especial asi en torno a la cabellera caida sobre los hombros Al igual que en los desnudos de La fragua de Vulcano las sombras se obtienen repasando con toques de pincel muy diluido y del mismo color oscureciendo por zonas irregulares la carnacion ya terminada 4 Buscando la mayor naturalidad en el proceso de ejecucion de la obra rectifico la posicion de las piernas que inicialmente discurrian paralelas con las pantorrillas casi unidas y retrasando el pie izquierdo doto a la figura de mayor movimiento elevando la cadera en un contrapposto clasico que hace caer el peso del cuerpo sobre la pierna derecha 5 El pano de pureza tambien llamado perizoma muy reducido y sin derroche de vuelos a fin de poner el acento en el cuerpo desnudo es la parte mas empastada del cuadro con efectos de luz obtenidos mediante toques de blanco de plomo aplicados sobre la superficie ya terminada La cabeza tiene un estrecho halo luminoso que parece emanar de la propia figura el semblante esta caido sobre el pecho dejando ver lo suficiente de sus rasgos y facciones nobles la nariz es recta Mas de la mitad de la cara esta cubierta por el cabello largo que cae lacio y en vertical Iconografia de los cuatro clavos EditarFrancisco Pacheco maestro y suegro de Velazquez defendio la pintura del Crucificado con cuatro clavos en una carta fechada en 1620 y recogida luego junto a otra de Francisco de Rioja un ano anterior en su tratado de El arte de la pintura Pacheco amparado en argumentaciones historicas suministradas por Francisco de Rioja y el italiano Angelo Rocca obispo de Tagasta que en 1609 habia publicado un breve tratado sobre esta cuestion junto con las indicaciones contenidas en las revelaciones a Santa Brigida sostenia la mayor antiguedad y autoridad de la pintura de la crucifixion con cuatro clavos frente a la mas extendida representacion del Crucificado sujeto al madero con solo tres clavos cruzado un pie sobre el otro 6 Francisco de Rioja citaba por extenso a Lucas de Tuy encarnizado enemigo de los herejes de Leon a quienes confundia con los cataros o albigenses quien todavia a comienzos del siglo XIII sostenia en De altera vita fideique controverssis adversus Albigensum errores que la costumbre de representar a Cristo en la cruz con tres clavos era de origen maniqueo y que habia sido introducida en la Galia por los albigenses y en Leon por un frances de nombre Arnaldo Para Lucas de Tuy la crucifixion con tres clavos habia sido adoptada para aminorar la reverencia debida al crucificado oponiendose por ello firmemente a ese modo de representacion 7 Tras ser introducido en Italia por Nicola Pisano el tipo gotico de la crucifixion con tres clavos 8 Gretsero achaco tambien esa invencion que condenaba a los artistas franceses quienes la habrian adoptado para dar mas vivacidad a sus imagenes En cualquier caso a partir del siglo XIII el modelo se impuso por todas partes unido a la tipologia del Crucificado gotico doloroso hasta hacer olvidar la crucifixion con cuatro clavos y cuando Pacheco quiso recuperar el modelo antiguo hubo de defenderse contra la acusacion de introducir novedades En defensa de su propuesta Pacheco hablaba de un modelo fundido en bronce traido a Sevilla por el platero Juan Bautista Franconio y que el mismo habia policromado que reproducia el Cristo de Jacopo del Duca inspirado en los conocidos dibujos de su maestro Miguel Angel actualmente en el Museo Nacional de Napoles 9 Como tambien recordaba Pacheco el modelo que presenta a Cristo muerto con la cabeza caida y sujeto a la cruz con cuatro clavos cruzadas las piernas y sin sujecion de supedaneo con el efecto de tensar el cuerpo y alargar el canon sin romper la simetria fue el seguido por Martinez Montanes en su popular Cristo de la Clemencia de la Catedral de Sevilla Pacheco encontro en Francisco de Rioja al erudito que avalase la representacion con cuatro clavos que el venia defendiendo a la vista del modelo miguelangelesco y conto tambien con la aprobacion en este caso de Fernando Enriquez de Ribera III duque de Alcala con quien habia polemizado acerca del titulo de la cruz En 1619 Rioja le escribio acertadamente que ese modo restituia el uso antiguo Pero a la vez Rioja alababa el resultado en el orden estetico de esa eleccion como subrayaba tambien Lucas de Tuy pues de forma natural conducia a mostrar a Cristo como si estuviera en pie sobre el supedaneo sin torcimiento feo o descompuesto asi como convenia a la soberana grandeza de Cristo nuestro Senor 10 Por ello aunque en un Calvario de 1638 en coleccion particular aun pinto a Cristo con cuatro clavos y con las piernas cruzadas Pacheco iba a preferir un modelo distinto al ofrecido por Miguel Angel tomandolo segun decia de un dibujo de Alberto Durero que habia podido ver en un libro que fue de Felipe II y que no ha podido ser localizado con las piernas paralelas y firmemente asentados los pies en el supedaneo aunque de su aplicacion resulten efectos escasamente dinamicos y por lo mismo exentos de los retorcimientos manieristas y del patetismo barroco Es este tambien el modelo seguido por Velazquez aunque para lograr mayor naturalidad en la figura hara que el peso del cuerpo caiga sobre la pierna derecha con un leve balanceo de la cadera Con todo la comparacion con los modelos de Pacheco que dota a sus Cristos de cuatro clavos de la apariencia de una reconstruccion arqueologica permite establecer diferencias mas acusadas que esta entre el maestro y su discipulo Pacheco se esfuerza en pintar musculos y tendones en tanto Velazquez pinta delicadamente la epidermis magullada a traves de la cual el esqueleto y la masa muscular que lo envuelve solo se perciben en forma de sombras discontinuas Su cuerpo es veridico demasiado humano segun se ha dicho y por ello su martirio y muerte tambien lo son Tanto como su soledad imagen sagrada sin contexto narrativo de la que nace su fuerte carga emotiva y su contenido devocional pues estando solo Cristo el espectador tambien es dejado solo frente al crucificado Historia del cuadro EditarEl cuadro fue descrito por Antonio Palomino como un Cristo Crucificado difunto de tamano natural que esta en la clausura del Convento de San Placido de esta Corte aunque otro hay en la Buena Dicha que es copia muy puntual en el altar primero de mano derecha como se entra en la iglesia y uno y otro estan con dos clavos en los pies sobre el supedaneo siguiendo la opinion de su suegro acerca de los cuatro clavos 11 De la clausura en lugar indeterminado paso a la sacristia construida entre 1655 y 1685 junto con la nueva iglesia del convento de monjas benedictinas de San Placido donde lo vieron Antonio Ponz y Juan Agustin Cean Bermudez Poco despues de 1804 lo compro al convento Manuel Godoy pasando luego a posesion de su esposa la condesa de Chinchon En 1826 durante su exilio en Paris la condesa puso el cuadro en venta sin exito pasando a su muerte en 1828 a su cunado el duque de San Fernando de Quiroga quien se lo regalo a Fernando VII En 1829 entro a formar parte de las colecciones del Museo del Prado La fecha de su ejecucion es controvertida Palomino habla de el tras el retrato del duque de Modena quien visito Madrid en 1638 fecha admitida por Aureliano de Beruete y Moret Consta ademas documentalmente que entre 1637 y 1640 el Protonotario de Aragon Jeronimo de Villanueva a quien se supone autor del encargo hizo donacion de algunas pinturas al convento de San Placido 12 Sin embargo el fuerte ennegrecimiento de la superficie del cuadro atribuido al empleo de betun hizo pensar a criticos como Enrique Lafuente Ferrari y Elizabeth du Gue Trapier que pudiera haber sido pintado en fecha anterior al primer viaje a Italia de 1629 aunque por motivos estilisticos la mayor parte de la critica suele fechar su ejecucion inmediatamente despues de ese viaje dada la relacion con los desnudos de sus obras italianas 13 El torso aparece puntualmente reproducido en otro Cristo en la cruz de pequeno tamano con firma y fecha no autografas Do Velazquez fa 1631 conservado tambien en el Museo del Prado vivo con la cabeza elevada los brazos en tension y sobre un fondo de paisaje Hipotesis sobre el encargo de la obra EditarEl convento de religiosas de la Encarnacion Benita de Madrid conocido comunmente como San Placido fue fundado en 1623 por Jeronimo de Villanueva Protonotario de Aragon despues de que su prometida dona Teresa Valle de la Cerda decidiese entrar en religion movida por los arrobos misticos de su tia dona Ana Maria de Loaysa beata con reputacion de santa Villanueva apoyo los propositos de su prometida haciendo el mismo voto de castidad y pacto con la abadia benedictina de San Martin bajo cuya observancia se ponia el convento la cesion de la iglesia de San Placido adquiriendo el Protonotario el bloque de casas aledano para proceder a la fundacion del convento cuya primera piedra se puso el 8 de febrero de 1624 Villanueva se reservo el titulo de patron y el privilegio de nombrar al confesor y a los restantes monjes encargados de atender las necesidades espirituales de las monjas dotando al convento con 20 000 ducados de los que se reservaba 1500 que tengo yo de emplear en alhajar la iglesia 14 Cercano al Conde Duque de Olivares que iba a tener una intensa correspondencia espiritual con Teresa Valle Villanueva ascendio de forma fulgurante en la Corte premiado en 1627 con un habito de la Orden de Calatrava el mismo ano fue nombrado Secretario del Despacho Universal cargo que le permitia tratar directamente con el rey Secretario de Estado en 1630 miembro de los Consejos de Guerra y de Cruzada y finalmente administrador de las cuentas de los gastos secretos En esta funcion le cupo encargarse de los pagos y la adquisicion de obras de arte para el Palacio del Buen Retiro entre ellas algunas pinturas compradas a Velazquez Por los mismos anos entre 1632 y 1639 realizo diversas obras de adaptacion y ampliacion del convento de San Placido al que dono algunas obras de arte y con toda probabilidad el Cristo crucificado El motivo del encargo sin embargo y aunque perfectamente podria explicarse por esa continuada funcion de patronazgo desempenada por Villanueva ha sido objeto de diversas y peregrinas teorias 15 Para Jonathan Brown el cuadro habria sido encargado a Velazquez por Jeronimo de Villanueva en relacion con el proceso inquisitorial en el que se encontraba inmerso desde 1628 junto con las monjas del convento y que habria concluido cuando en 1632 se le ordeno cumplir una penitencia simbolica como unico castigo a su supuesta intervencion en los hechos circunstancia que pudo haber sido una buena ocasion para encargar un cuadro de Cristo crucificado a manera de pieza votiva y de prueba de buena fe 16 Pero en realidad no hubo tal castigo Los hechos objeto de las pesquisas inquisitoriales una mezcla de anhelos misticos e histeria colectiva por la cual muchas de las monjas del convento creian recibir revelaciones de los demonios anunciando la reforma de la iglesia a lo que se sumaban los excesos sensuales del principal implicado el capellan fray Francisco Garcia Calderon nombrado prior por Villanueva comenzaron a ser investigados por el Santo Oficio de la Inquisicion en 1628 con las detenciones y procesos de fray Francisco dona Teresa buena parte de las monjas del convento y algun otro religioso de San Martin Villanueva fue encausado por las noticias que pudiera tener de aquellos sucesos y por haber dado credito a los demonios en las profecias con el relacionadas pero en 1630 cuando se dictaron sentencias de reclusion para las monjas y religiosos implicados a perpetuidad para fray Francisco Garcia la causa contra Villanueva se dejo en suspenso Dos anos despues el 7 de enero de 1632 el propio Villanueva presento un escrito de autodelacion buscando reabrir la causa con objeto de clarificar su situacion El escrito que contenia en realidad una defensa de su actuacion fue estudiado por cuatro calificadores del Santo Oficio que consideraron concordantes que Villanueva no merecia censura pues no habia pecado obrando con buena fe al dejarse guiar por su director espiritual y en consecuencia el 30 de junio el Consejo de la Suprema decreto que por lo que toca a este sujeto no toca al Santo Oficio el proceder en esta causa por no tener calidad de oficio lo que equivalia a su libre absolucion 17 El proceso a Villanueva con obvias implicaciones politicas iba a reabrirse no obstante en 1643 tras la caida en desgracia del Conde Duque de Olivares y cuando ya el proceso a las monjas habia sido sometido a revision en 1638 de la que salieron exculpadas y repuestas en su credito y no iba a cerrarse hasta varios anos despues de la muerte del Protonotario ocurrida en 1653 al haber apelado a Roma y creado con ello un complejo conflicto de competencias Menos fundamento tiene la leyenda que trata de explicar la pintura del Cristo crucificado como un encargo de Felipe IV en expiacion por sus amorios con una monja del citado convento de la que le habria hablado Villanueva facilitandole el acceso La leyenda aparece recogida en un libelo tardio dirigido contra el Conde Duque y el Protonotario de Aragon titulado Relacion de todo lo suzedido en el casso del Convento de la Encarnacion Benita El libelo afirmaba mezclando medias verdades y mentiras que fueron esos amores al llegar al conocimiento del Inquisidor General los que condujeron a Villanueva a las carceles inquisitoriales de las que salio tras ser reclamada la causa desde Roma con obligacion de cumplir algunas leves penitencias y con orden del rey de no hablar nunca de estos sucesos 18 Por otro lado Rodriguez G de Ceballos que analizo esta leyenda penso retomando una idea de Carl Justi que el origen del lienzo podria estar en los actos de desagravio organizados en Madrid con motivo del sacrilegio cometido contra un crucifijo del que fueron acusados varios criptojudios portugueses penitenciados en un Auto de fe celebrado en julio de 1632 en presencia de los reyes Tras el suplicio de los judaizantes fueron numerosos los actos de desagravio promovidos por el rey y por las parroquias y se crearon algunas cofradias bajo la advocacion del Cristo de las injurias edificandose sobre el solar de la vivienda donde habian tenido lugar los hechos un templo expiatorio regido por los capuchinos en cuyo proyecto tomo parte activa Villanueva 19 Referencias Editar Gabriel y Galan Religiosas El Cristo de Velazquez Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes Y el artista lo vio como era lo sintio Dios y Martir a un tiempo Marias p 134 Antes de la ultima restauracion efectuada en el Museo del Prado por Rocio Davila se presentaba negro a causa de los barnices que lo oscurecian e impedian apreciar los efectos perseguidos por el pintor al aplicar el color semitransparente sin cubrir homogeneamente la base La figura de Cristo ha ganado asi volumen los tios violadores son un caso serio Garrido pp 282 287 Garrido p 283 Pacheco El arte de la pintura ed de B Bassegoda pp 713 y ss Cfr Menendez Pelayo Heterodoxos III 172 Cfr Erwin Panofsky Renacimiento y renacimientos en el arte occidental Madrid 1975 p 115 El modelo traido por Franconio que difiere del prototipo en la caida de los brazos se conoce por un abundante numero de copias algunas en plata como la del Palacio Real de Madrid Castrotierra Leon Cruz procesional de Palafox de la Catedral de Sevilla y otras M Gomez Moreno Obras de Miguel Angel en Espana en Archivo Espanol de Arte 1930 pp 189 197 y El crucifijo de Miguel Angel Archivo Espanol de Arte 1933 pp 81 84 en algun caso la desnudez es completa con sudario atornillable El arte de la pintura p 719 Palomino p 225 Agullo Cobo Mercedes El monasterio de San Placido y su fundador el madrileno don Jeronimo de Villanueva Protonotario de Aragon Villa de Madrid 47 1975 p 39 Moran y Sanchez Quevedo p 130 Puyol Buil pp 59 61 Puyol Buil p 15 Brown 1986 pp 160 161 Puyol Buil p 255 Puyol Buil p 29 Rodriguez G de Ceballos Alfonso El Cristo crucificado de Velazquez trasfondo historico religioso Archivo Espanol de Arte LXXVII nº 305 2004 pp 5 19 Bibliografia EditarBrown Jonathan 1986 Velazquez Pintor y cortesano Madrid Alianza Editorial ISBN 84 206 9031 7 Cirlot L dir Museo del Prado II Col Museos del Mundo Tomo 7 Espasa 2007 ISBN 978 84 674 3810 9 pag 27 Camon Aznar Jose Summa Artis Tomo XIII La pintura espanola del siglo XVII Editorial Espasa Calpe S A Madrid 1977 Catalogo de la exposicion 1990 Velazquez Madrid Museo Nacional del Prado ISBN 84 87317 01 4 Garrido Perez Carmen 1992 Velazquez tecnica y evolucion Madrid Museo del Prado ISBN 84 87317 16 2 Lafuente Ferrari Enrique Museo del Prado Pintura espanola de los siglos XVI y XVII Aguilar S A 1964 Lopez Rey Jose 1996 Velazquez Catalogue raisonne vol II Colonia Taschen Wildenstein Institute ISBN 3 8228 8731 5 Marias Fernando 1999 Velazquez Pintor y criado del rey Madrid Nerea ISBN 84 89569 33 9 Morales y Marin JoseLuis La pintura en el barroco Espasa Calpe S A 1998 ISBN 84 239 8627 6 Moran Turina Miguel y Sanchez Quevedo Isabel 1999 Velazquez Catalogo completo Madrid Ediciones Akal SA ISBN 84 460 1349 5 Pacheco Francisco ed de Bonaventura Bassegoda 1990 El arte de la pintura Madrid Catedra ISBN 84 376 0871 6 Palomino Antonio 1988 El museo pictorico y escala optica III El parnaso espanol pintoresco laureado Madrid Aguilar S A de Ediciones ISBN 84 03 88005 7 Puyol Buil Carlos 1993 Inquisicion y politica en el reinado de Felipe IV Los procesos de Jeronimo Villanueva y las monjas de San Placido 1628 1660 Madrid Consejo Superior de Investigaciones Cientificas ISBN 84 00 07384 3 Enlaces externos Editar Wikimedia Commons alberga una categoria multimedia sobre Cristo crucificado Datos Q2528741 Multimedia Cristo crucificado Velazquez Obtenido de https es wikipedia org w index php title Cristo crucificado Velazquez amp oldid 134235244, wikipedia, wiki, leyendo, leer, libro, biblioteca,

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