Batalla de Bomboná
La batalla de Bomboná (7 de abril de 1822) fue un enfrentamiento militar librado en el contexto de las Campañas del Sur, parte de la guerra de independencia de Colombia y continuación de la Campaña Libertadora de Nueva Granada.
Batalla de Bomboná | ||
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Campaña de Pasto Parte de Independencia de Colombia | ||
Vista del volcán Galeras | ||
Fecha | 7 de abril de 1822 | |
Lugar | Cerca del volcán Galeras, Nariño, Colombia | |
Resultado | Empate táctico, ambos bandos se retiran del campo de batalla. | |
Beligerantes | ||
Comandantes | ||
Fuerzas en combate | ||
Bajas | ||
Antecedentes
Después de la batalla de Carabobo, Simón Bolívar emprendió la Campaña del Sur con el objetivo de dominar Pasto y conquistar Quito cuyos habitantes se habían declarado enemigos de la independencia, y defensores de los derechos del rey Fernando VII. Para lograrlo dividió las tropas enviando al general Sucre a Guayaquil por vía marítima y él marchó desde Popayán con 2400 sobre Pasto, aunque sabía que “Pasto era un sepulcro nato para todas nuestras tropas”, ya que todos los afamados héroes que alguna vez se atrevieron a atacar a Pasto, fueron derrotados en el intento, muchos de ellos fusilados, otros huyeron e incluso el Precursor Antonio Nariño que fue apresado y enviado a España.[6]
Un teniente Álvarez, patriota que quedó rezagado de sus tropas en una campaña anterior, estuvo varios meses disfrazado de fraile e informó a Bolívar sobre las fuerzas y defensas de los realistas en Pasto y le recomendó no atacar, más bien evitar a Pasto y seguir hacia Quito para apoyar a Sucre. Por eso el ejército republicano tomó el Camino de los Ingenios, un callejón sin salida que pasaba por Chaguarbamba (Nariño), Mombuco (La Florida), Sandoná, Consacá, Bomboná y Yacuanquer. El 6 de abril pernoctaron en Consacá, mientras que las fuerzas realistas de 1.200 hombres, de los cuales 750 pertenecían a las Milicias de Pasto y bajo el mando del coronel Basilio García, dieron la vuelta por Yacuanquer y en el cañón sur del río Cariaco se atrincheraron y parapetaron, esperando a Bolívar.[7]
La batalla
El 7 de abril de 1822 hacia las 3 de la tarde se inició la batalla de Bomboná. Cerca del volcán Galeras en el actual Departamento de Nariño Colombia
Bolívar dirigió la batalla desde la actual Piedra de Bolívar y aun sabiendo que la posición era formidable dijo: “no debemos permanecer aquí, ni podemos retroceder. Tenemos que vencer y venceremos”, ordenando a los batallones Bogotá, Vargas y escuadrones de Guías, a mando del general Pedro León Torres, descender hacia el puente de terraplén sobre el río Cariaco para atacar a las fuerzas pastusas, mientras enviaba al batallón Rifles al mando del General Manuel Valdés atacar el flanco derecho realista localizado a mayor altura en la Loma de Paja. En los primeros 30 minutos de combate, los batallones al mando del general Pedro León Torres, fueron masacrados y reducidos a la mitad bajo el fuego de metralla de los realistas que desde posiciones tan ventajosas disparaban sobre seguro y los cañones, según don Basilio García, "causaron el destrozo más sangriento, que los sensibles desmayaban ver los cadáveres unos sobre otros”. Todos los oficiales fueron saliendo de combate, heridos o muertos y los de menor graduación ocuparon sus puestos.
Mientras tanto, el batallón Rifles trepó por la loma de Piquiurco, atravesó la montaña La Leonera y pasó la quebrada a la altura de Jusepe, para descender por el costado y la retaguardia de las trincheras que defendían en Catambuquillo tres compañías del Batallón Aragón. Venciendo a dos avanzadas que estaban en territorio de Bomboná, lograron su objetivo y al atardecer habían tomado posesión del ala derecha realista. Por este hecho histórico, este campo recibió el renombre de Rifles de Bomboná.
Bolívar arengó al Batallón Vencedores diciéndoles: "Vuestro nombre solo basta para la victoria; corred y asegurad el triunfo".[8] Se unieron a este batallón las reliquias de los otros batallones y atacaron. Según afirma el Coronel Manuel Antonio López: “en los pocos momentos que restaban del crepúsculo, quedó reducido a casi un cuadro. La noche sobrevino y sus sombras salvaron a aquella heroica división de una destrucción completa."
En la noche, Bolívar no sabía a ciencia cierta que había sucedido con el batallón Rifles, solamente era consciente que había perdido en pocas horas la mitad de sus hombres, se calcula, según los diarios de campo, que más de 1000 la mayoría muertos, mientras que las pérdidas realistas fueron de unos 250. Por eso se destruyó el armamento sobrante y los muertos fueron incinerados en el mismo campo. Se hicieron “siete montones de cadáveres formidables que se reunieron para quemar (....) Otro mayor montón de un batallón que hizo fuego a la altura de un derrumbe, han sido arrojados los cadáveres a la quebrada, y también otros que murieron cerca de esta misma en distintas partes”[9].
Al día siguiente, el campo opuesto estaba vacío, porque en la noche, las tropas realistas se retiraron estratégicamente hacia el sur, al sitio llamado la Guaca, desde donde retaron al libertador a volver a atacar y en un gesto de gran caballerosidad le devolvieron la bandera del batallón Bogotá con una carta en la que le decía: “Remito con el conductor la bandera de Bogotá, que la suerte de la guerra puso en mis manos, habiendo quedado el asta en los puntos de defensa y el abanderado muerto en el campo del honor”[10]. A lo que Bolívar respondió: “Doy las gracias a Vuestra Señoría por la bandera del Bogotá que se ha servido dirigirme. No puedo responder a Vuestra Señoría con igual dádiva, porque no hemos tomado banderas enemigas; pero sí el campo de batalla”[11]. Don Basilio García le respondió: “aunque ha tomado el campo de batalla, fue abandonado por mí sin ser vencido.”[11]
Las puertas de Pasto siguieron cerradas para el Libertador, quien tuvo que dar marcha atrás hasta la población El Trapiche (hoy Bolívar), en el departamento del Cauca, dejando a su espalda casi 300 heridos que fueron atendidos por los realistas en el Hospital de sangre de Consacá. El general venezolano Pedro León Torres, gravemente herido en la batalla, fue cuidado hasta su muerte en la población de Yacuanquer, por la familia del doctor don Thomás de Santacruz Cayzedo, quien era el propietario de la hacienda Bomboná en esa época. Como el mismo general afirmó: “Todo valiente es humano y generoso.”[12]
Bolívar estimaba que la dominación de Pasto era el punto más difícil en la Campaña del Sur, por ello en una carta a Santander escribió: “la libertad del Sur entero vale bien más que el motivo que inspiró aquello del hijo primogénito de la gloria. Se entiende por lo que respecta a Pasto, que era lo terrible y difícil de esta campaña. No puede Usted imaginarse lo que es este país y lo que eran estos hombres; todos estamos aturdidos con ellos. Creo que si hubieran tenido jefes numantinos, Pasto habría sido otra Numancia”.[12]
Consecuencia
Según el Coronel Manuel Antonio López, el “... verdadero resultado estratégico consistió en paralizar las operaciones de una gran fuerza que , auxiliando al ejército del general Aymerich , habría puesto en duro conflicto al general Sucre" [13].
Con el ejército colombiano reforzado de vuelta a la ofensiva y la noticia de la derrota de Melchor Aymerich en Pichincha, el comandante Basilio García capitula ante Bolívar el 8 de junio de 1822 al entrar el ejército colombiano a Pasto. Benito Boves huye con gran parte de la población hacia las montañas. Bolívar ofrece la paz a los pastusos, entre los términos estaban el respeto a su religión y la exención al servicio militar y al pago de gabelas obligatorios para el resto de los colombianos.[14] El camino entre Quito y Bogotá está abierto. La causa realista estaba pérdida, sus últimos defensores estaban aislados de España en la Sierra bajo peruana y en el Alto Perú por el ejército de San Martín, en Bogotá se esperaba que pronto capitularan.[15]
Tras el alzamiento de Boves en Pasto,atendiendo la orden del Libertador, el 24 de diciembre de 1822 el batallón Rifles bajo el mando del general Sucre, asaltó a la ciudad, suceso recordado como la Navidad Negra y comete todo tipo de excesos, asesinando a más de cuatrocientos civiles entre mujeres, ancianos y niños, y reclutando por la fuerza a más de mil hombres. Niños y mujeres que se consideraban capaces de combatir fueron apresados también y desterrados a Quito, Guayaquil y Cuenca. La tropa viola domicilios y saquea los templos, requisando bienes en cumplimiento de la orden de tributos forzados dada por el libertador. El coronel Cruz Paredes, venezolano, amarró a catorce ciudadanos notables de Pasto y personalmente empujó las siete parejas[16] hacia un abismo del río Guáitara. >>INFAMIA mayúscula. Hubo varios combates de los dos ejércitos en sitios bien retirados, donde en uno de ellos los realistas vencieron y causaron muchas bajas a las tropas directamente conducidas por Sucre, luego de lo cual la suerte de las armas se volteó y favoreció a los patriotas quienes en Yacuanquer obtuvieron un triunfo rotundo, ante lo cual las fuerzas realistas se rindieron con lo cual Sucre pudo ocupar la ciudad sin que allí se presentara combate alguno. Esta "Navidad negra" es una negra infamia, una vil calumnia, un vilipendio cuando, primero hacía años la "guerra a muerte" no era practicada, segundo las tropas patriotas respetaban esas normas con combatientes, cuanto más jamás contra civiles, mucho menos mujeres, niños y ancianos. Este hecho no está certificado por ningún cronista de la época, y el gran historiador Indalecio Liévano Aguirre en su magna obra "Bolívar" ni lo menciona. En cuanto a documentos de las cartas de Bolívar a Santander, la expresa mención de severo castigo a los pastusos por haber violado las condiciones de la rendición, ordena es la confiscación total de todos sus bienes. El parte de la batalla rendido por Sucre habla de "más de trescientos pastusos muertos" en esa última batalla en Yacuanquer, y de las propias tropas solamente tres heridos leves. En una acción "casa por casa", estando los pasturos protegidos en las edificaciones, las tropas patriotas hubieran debido sufrir enormes bajas. No hay registros de esas condiciones.
Hoy en día, la casa de hacienda donde estuvo Simón Bolívar después de la batalla de Bomboná, amenaza ruina, a pesar de los esfuerzos de sus actuales propietarios los hermanos Díaz del Castillo Guerrero por conservarla y restaurarla, pero no han encontrado eco en el gobierno colombiano para lograrlo.
Referencias
- Encina, 1954: 80
- Encina, Francisco Antonio (1954). Bolívar y la independencia de la América Española. Emancipación de Quito y Alto y Bajo Perú. Tomo V. Santiago: Nascimiento, pp. 79; De Madariaga, 1975: 179.
- De Madariaga, Salvador (1975). Bolívar. Tomo II. Buenos Aires: Editorial Sudamericana, pp. 179. Según el coronel García no pasaban de dos mil. Los informes de José María Obando hablan de 3.000 infantes y 1.000 jinetes bien armados como mínimo, sin duda una exageración.
- ↑ Encina, 1954: 82
- Encina, 1954: 83
- Díaz del Castillo Guerrero, Díaz del Castillo Zarama, Javier, Emiliano. **, ed. BOMBONÁ, LA BATALLA. Academia Colombiana de Historia.
- . Archivado desde el original el 4 de marzo de 2016. Consultado el 12 de julio de 2013.
- Larrazábal, Felipe (1966). Correspondencia general del libertador Simon Bolívar: enriquecida con la insercion de los manifestos, mensages, exposiciones, proclamas, &. &. Eduardo O. Jenkins. p. 124.
- Ortiz, Sergio Elías (1964). Colección de documentos para la historia de Colombia: época de la Independencia,. Vol 104. Editorial "El Voto Nacional. p. 274.
- Villamarín Pulido, Luis Alberto; Valencia Tovar, Alvaro; López Contreras, Eleazar (2016). Genios de la Estrategia Militar. Volumen III: Bolívar, el hombre de las dificultades. Luis Villamarin.
- ↑ Academia Antioqueña de Historia, ed. (1972). Repertorio histórico, Temas 216 - 221. Vols. 27 y 28. Medellín, Colombia: Imprenta oficial. p. 108.
- ↑ Ibáñez Sánchez, José Roberto (1972). Campaña del sur, 1822: Bombona-Pichincha. Imprenta de las Fuerzas Militares.
- López, Manuel Antonio (1919). Recuerdos históricos de la guerra de la independencia: Colombia y el Perú (1819-1826). Editorial América. p. 112.
- Encina, 1954: 107-108
- Encina, 1954: 108, 155
- Herrera Torres, Juvenal (1983). Simón Bolívar, vigencia histórica y política. Vol 2. Editorial Simón Bolívar. p. 546.