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Guerras carlistas

Las guerras carlistas fueron una serie de contiendas civiles que tuvieron lugar en España a lo largo del siglo XIX. Se debieron, por un lado, a una disputa por el trono, y, por el otro, a un enfrentamiento entre principios políticos opuestos. Los carlistas, que luchaban bajo el lema de «Dios, Patria y Rey», encarnaban una oposición reaccionaria al liberalismo y defendían la monarquía tradicional, los derechos de la Iglesia y los fueros, mientras que los liberales exigían hondas reformas políticas por medio de un gobierno constitucional y parlamentario.

Guerras carlistas
Fecha 1833-1876
Lugar España
Conflicto
Resultado Victoria del sistema liberal (directo);[1]
fin del régimen republicano y revolucionario (indirecto).[2]
Beligerantes
Liberales
(también llamados cristinos, isabelinos, gubernamentales, amadeístas, republicanos o alfonsinos)
Carlistas
(también llamados absolutistas, facciosos, realistas, montemolinistas, legitimistas, tradicionalistas o católico-monárquicos)
Figuras políticas

Según el historiador Alfonso Bullón de Mendoza, todos los testimonios de la época coinciden en que en 1833 los carlistas eran superiores en número, si bien la mayoría de ellos no actuaron activamente debido a la represión del gobierno.[3]​ Geográficamente, donde mayor apoyo popular tenía la causa del infante Carlos María Isidro era en gran parte de Castilla la Vieja, la zona de Tortosa y la montaña de Cataluña,[4]​ y donde mejor organizados estaban sus partidarios era en Castilla la Vieja, Extremadura y Andalucía.[5]​ Sin embargo, donde finalmente triunfó con mayor fuerza el alzamiento carlista fue en la mayor parte de las Provincias Vascongadas y Navarra, ya que la legislación foral, que dejaba la subinspección de los cuerpos en manos de las respectivas diputaciones, había permitido que los Voluntarios Realistas no fueran purgados allí como en el resto de España.[6]

Así pues, donde lograron hacerse fuertes los defensores del pretendiente, sobre todo durante la primera y tercera guerras carlistas, fue en la mitad norte peninsular, especialmente en el País Vasco y Navarra —sus focos más importantes—, así como el norte de Cataluña y el Maestrazgo.[7]

El convenio de Vergara de 1839 marcó el final de la primera guerra carlista, pero las insurrecciones e intentonas carlistas continuaron a lo largo del siglo xix y el carlismo volvió a aparecer con fuerza como reacción a la revolución de 1868. De gran influencia todavía en la primera mitad del siglo xx, la actuación de la Comunión Tradicionalista sería determinante en la conspiración contra la Segunda República y la sublevación del 18 de julio de 1936 que dio origen a la guerra civil española.

Antecedentes

 
La invasión francesa de los Cien Mil Hijos de San Luis, que fueron recibidos por el pueblo español como libertadores al grito de «¡Viva el rey absoluto!» y «¡Viva la Religión y la Inquisición!».[8]

Los enfrentamientos entre carlistas y liberales tuvieron tres episodios destacados en el siglo XIX: las tres guerras carlistas. Estas contiendas civiles tenían como precedentes la guerra de la Convención (1793-1795), la guerra de la Independencia (1808-1814) y la guerra realista (1822-1823), en las que se había combatido ya bajo el lema «Dios, Patria y Rey»[9]​ y se habían ido conformando los dos bandos que se iban a enfrentar.

Durante la guerra realista —la primera contienda civil española del siglo— se había alzado contra el nuevo gobierno constitucionalista el llamado Ejército de la Fe, que, en nombre de Fernando VII, constituyó una regencia en Urgel (Cataluña). Algunos meses después, en abril de 1823, llegaba en ayuda de los realistas españoles el Ejército francés de los Cien Mil Hijos de San Luis, que logró liberar al rey y que, a diferencia de la invasión francesa de 1808, no solo no encontró resistencia en la población, sino que fue recibido con entusiasmo.[10]

Pero el Trienio Liberal, con sus medidas secularizadoras, había sentado las bases del enfrentamiento social en España, que se agudizaría con la segunda restauración de Fernando VII. Aquel periodo inmediatamente anterior a la primera guerra carlista sería conocido por la historiografía oficial como la «Década Ominosa», por la represión que se llevó a cabo contra los conspiradores e insurrectos liberales. Los carlistas, herederos del realismo fernandino, recordarían en años posteriores que los primeros facciosos que se habían rebelado contra el gobierno legítimo habían sido los liberales, y que el golpe de Estado de Riego, que en 1820 dirigió contra Fernando VII un poderoso Ejército destinado a sofocar la rebelión independentista en América, había hecho perder a España la mayor parte de sus colonias. Los liberales, en cambio, presentarían a personajes como Rafael del Riego o José María de Torrijos como héroes nacionales víctimas del «fanatismo absolutista».[11]

 
María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, esposa de Fernando VII y regente del reino a la muerte de este.

Sin embargo, para los partidarios del Antiguo Régimen, aquella década despótica había supuesto asimismo una serie de concesiones al liberalismo moderado. En 1826 llegó a aparecer un manifiesto firmado por «una Federación de Realistas Puros» que pretendía elevar al trono al infante Don Carlos y derrocar a Fernando VII, si bien varios historiadores contemporáneos consideran probado que se trataba de una falsificación liberal para perjudicar al infante y enemistarlo con su hermano. En cualquier caso, en 1827 se produjo un levantamiento de los llamados apostólicos (ultrarrealistas),[12]​ la guerra de los malcontents, localizada otra vez en Cataluña. Los insurrectos, que creían nuevamente cautivo a Fernando VII, reclamaban, entre otras medidas, el restablecimiento de la Inquisición, y protestaban contra la impunidad con que las partidas de liberales asesinaban a clérigos y realizaban todo tipo de saqueos, violaciones y crímenes contra aquellos que tachaban de «serviles».[13]

En medio de este clima social, el rey Fernando VII, que preveía un gran problema sucesorio al no disponer de descendencia masculina directa, promulgó en 1830 una Pragmática Sanción, por la que pretendía derogar el Reglamento de sucesión de 1713 aprobado por Felipe V (comúnmente denominado como «Ley Sálica»), que impedía que las mujeres accedieran al trono.[14]​ A los pocos meses, su cuarta esposa dio a luz a una niña, Isabel, que fue proclamada princesa de Asturias.[15]

Cuando, en otoño de 1832, Fernando VII cayó gravemente enfermo, los seguidores de su hermano, Carlos María Isidro de Borbón, consiguieron que el rey firmara la derogación de la Pragmática (los llamados Sucesos de La Granja), lo que supondría que este heredaría el trono. Pero, recuperado de la enfermedad, Fernando VII tuvo tiempo de restablecer la validez de la Pragmática Sanción antes de su muerte el 29 de septiembre de 1833.[7]​ A pesar de ello, los partidarios del Infante Carlos María Isidro consideraron que este decreto se había sancionado de forma despótica e ilegal al no haber sido convocadas las Cortes tradicionales y que, por tanto, la legislación sálica seguía en vigor.[16]

 
El Infante Carlos María Isidro de Borbón, Carlos V según sus partidarios.

Por otra parte, según una confidencia que escribiría María Cristina de Borbón a su hija Isabel diez años después, habría sido la infanta Carlota, liberal convencida y enemiga de Carlos María Isidro, quien presionó a Fernando VII en su lecho de muerte para que firmase la anulación del decreto derogatorio, ante la falta de interés del rey agonizante y la indecisión de su esposa.[17][nota 1]

Como Isabel solo contaba en ese momento con tres años de edad, María Cristina asumió la regencia y llegó a un acuerdo con los liberales moderados para preservar el trono de su hija frente al alzamiento de los partidarios de Don Carlos.[7]​ Estos se denominaron carlistas, y eran favorables a la monarquía tradicional española. Sus enemigos les tildaban de absolutistas porque procedían del realismo fernandino.[18][nota 2]​ Entre los partidarios de Don Carlos se encontraba la mayor parte del pueblo,[3]​ especialmente campesinos y artesanos, sobre todo del mundo rural, que recelaban de las reformas y de las ideas ilustradas o «masónicas», pero también un quinto de la nobleza española y buena parte del estamento eclesiástico, especialmente el bajo clero y el clero regular, además de algunos obispos. Los partidarios de los derechos de Isabel fueron conocidos como isabelinos o cristinos (por la regente María Cristina). El gobierno apoyado por los liberales encontró defensores en la población urbana, la burguesía y buena parte de la nobleza.[23]

Según Alfonso Bullón de Mendoza, desde octubre de 1832 se había establecido una auténtica dictadura policiaco-militar en España, que desarticuló la mayor parte de las tramas que habían organizado los seguidores de Don Carlos para actuar tan pronto como muriese Fernando VII. Esta intensa represión permitiría el dominio cristino en la mayor parte del país.[3]

Las guerras carlistas

Primera guerra carlista (1833-1840)

 
Vista de una calle de Abrantes, ciudad portuguesa en la que Don Carlos firmó un manifiesto reclamando sus derechos al trono de España.

Fernando VII murió en septiembre de 1833 y el infante Carlos María Isidro de Borbón, desde Portugal, tomó la voz y dictado de monarca y se dirigió como tal a los secretarios del despacho, así como a los primeros tribunales, magistrados y corporaciones del reino. Como al mismo tiempo rechazó todas las mediaciones y todas las ofertas, se decretó su exclusión y la de toda su línea del derecho a suceder en el trono.[24]​ De este modo estallaba la guerra civil —conocida mucho después como primera guerra carlista—, que sería la más reñida y sangrienta del siglo XIX.[25]

En Portugal se unieron a Don Carlos la princesa de Beira, el general Cabañas, Abren y muchos otros españoles; y allí comenzó a organizarse alguna fuerza a las órdenes de Moreno y de Maroto.[24]

La guerra se inició tras el manifiesto de Abrantes, publicado por Don Carlos el 1 de octubre, nada más morir su hermano Fernando, en el que declaraba su ascensión al trono como rey. Diferentes puntos de la Península dieron el grito de insurrección a consecuencia de este documento, pero las tropas de la reina sofocaron estos levantamientos y el general Lorenzo obtuvo varias victorias contra las filas carlistas.[26]

Tras la proclamación de Isabel II como reina, el 25 de octubre de 1833, se publicó un decreto de desarme general de los realistas, y esto aumentó las filas carlistas, a pesar de las derrotas que experimentaban. En función de sus ideas y principios, los españoles de la época estaban claramente divididos en dos bandos: el uno absolutista y el otro liberal. Francia, Inglaterra y Portugal, apoyarían la causa de la reina, pero las potencias del norte —Rusia, Austria y Prusia— no quisieron reconocer al gobierno.[26]

 
Tomás de Zumalacárregui (1788-1835): su muerte supondría un importante revés para los carlistas.

El general Rodil, comandante de la línea fronteriza, y ya avezado a este género de operaciones militares, como que las había practicado en tiempo del rey difunto, recibió del gobierno el encargo de apoderarse a toda costa de Don Carlos. Entonces se dijo que había alimentado algunas confidencias dirigidas a lograrlo, creyeron otros que apeló con el mismo objeto a diferentes medios en los cuales enlazaba la astucia con la fuerza; y no faltó quien asegurase que su antiguo reconocimiento por los individuos de la familia real fue causa de que no aprehendiese entonces a Don Carlos como podía haber hecho. Rodil, en combinación con las fuerzas del emperador Pedro, invadió Portugal; y el resultado de aquel paso fue que Don Carlos se acogió a bordo del buque de guerra inglés Donegal y se refugió en Londres.[24]

La guerra empezaba mal para las armas carlistas, con la captura y fusilamiento del general Santos Ladrón de Cegama en Pamplona y del barón de Hervés en Teruel.[27]​ Sin embargo, en las Provincias Vascongadas y Navarra, gracias a sus privilegios forales, los carlistas lograron hacerse fuertes. Pronto controlaron el medio rural, aunque ciudades como Bilbao, San Sebastián, Vitoria y Pamplona permanecieron fieles a la regente María Cristina. La vacilación del gobierno y el gran apoyo popular permitieron a los carlistas organizar la guerra con el método de guerrillas, hasta que el general Zumalacárregui logró organizar un auténtico ejército en territorio vasco-navarro, y el general Cabrera unificó las partidas aragonesas y catalanas.[28]

En 15 de febrero de 1834, se expidió el decreto que prescribía la formación de una milicia urbana, cuya creación se limitaba a donde se contasen más de 700 vecinos, pues como el estado de la guerra civil se presentaba cada día menos lisonjero a los ojos de los españoles, se hacía indispensable la extracción de tropas del ejército para combatir a los carlistas, y la milicia urbana resultó un auxilio muy poderoso para el gobierno en las capitales del reino.[26]

 
El frente en su momento álgido.

El general gubernamental Valdés, encargado entonces del mando de las tropas de las provincias del Norte, con el objeto de exterminar la facción, empleó medios bastante rigurosos, que resultaron contraproducentes.[26]

En un principio las partidas carlistas eran más benignas con los prisioneros: se contentaban con desarmarlos y dejarlos en plena libertad para volver a sus cuerpos. Sin embargo, los cristinos, que consideraban a los carlistas como bandidos y malhechores, y escudados con la legislación existente, pasaban por las armas a cuantos enemigos apresaban y no daban cuartel ni a los que se les rendían sin oponer resistencia. El general Quesada, que sucedió a Valdés en febrero, encrudeció aun más la enemistad con disposiciones muy severas, y Zumalacárregui, pensando contener tanto furor y hacer valer para los suyos las leyes de la guerra, empezó a usar también de represalias. Desde aquel momento, todo el que era hecho prisionero o caía herido en el campo de batalla, independientemente de su grado militar, era arcabuceado. Queriendo ir aun más allá, Quesada apresó a los padres, hermanos, mujeres, hijos y parientes de los carlistas en armas, y amenazó con sacrificar uno de ellos por cada uno de los oficiales o soldados prisioneros que fuesen fusilados en el campo contrario.[29]

El 10 de abril de 1834 se firmó en Aranjuez el Estatuto Real, que no satisfizo a muchos y generó numerosas quejas. El 22 de este mes quedó también terminado el pacto que se llamó tratado de la Cuádruple Alianza, cuyo convenio alentó a los liberales, que con la protección de las naciones extranjeras creyeron ver finalizada la sangrienta lucha española.[26]

Poco tiempo permaneció Don Carlos en Inglaterra: merced a los manejos de Louis Xavier Auguet de Saint-Sylvain, conocido después por el título de barón de los Valles, y a la permisividad del gobierno de Gran Bretaña (pese a estar aliado con el gobierno español) logró fugarse disfrazado, atravesar Francia y entrar en las Provincias Vascongadas la noche del 8 de julio de 1834. Poco después entró en Elizondo, donde Zumalacárregui, enterado ya de su llegada, le aguardaba con lo más escogido de sus escasas fuerzas; porque entonces comenzaba a dar consistencia y organización a aquellas partidas carlistas que más adelante habían de formar un numeroso ejército.[30]

 
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Infantería carlista de Navarra.

Por entonces España padecía una epidemia de cólera, que llegó a Madrid. Se hizo creer al pueblo que los estragos de mortandad que ocurrían eran efecto de un veneno activo que habían arrojado a las fuentes los frailes, que eran conocidos por sus ideas absolutistas, lo que desencadenó la matanza de frailes del 17 de julio de 1834.[26]

El día 24 del mismo mes se verificó la reunión de cortes generales del reino, cuya apertura se celebró en medio de un suntuoso ceremonial. Rodil, Córdova y Mina fueron quienes sucesivamente tomaron el mando de las tropas de las provincias; pero los resultados nunca fueron enteramente favorables a la causa de los liberales, a pesar de los diferentes generales que se nombraban.[31]

Con el objeto de evitar los terribles actos de inhumanidad con que ambos partidos beligerantes se distinguían en las provincias del Norte con respecto a las represalias, se procedió a un tratado llamado de Eliot, el cual quedó terminado en 27 de abril de 1835 y que concluyó con la subida al ministerio de Mendizábal y varias victorias obtenidas por las tropas isabelinas.[32]

Deseosa la corte de Don Carlos de comprobar el apoyo popular con que contaban, concibió el proyecto de mandar una expedición que recorriese todos aquellos puntos distantes del teatro de su dominio; pero este pensamiento, puesto en práctica, tuvo para los carlistas muy mal resultado.[32]

 
Un canje de prisioneros entre ambos ejércitos, ya avanzada la guerra.

En 1836 los liberales fusilaron a la madre de Cabrera, lo que supuso un suceso trascendental para que su hijo desplegase contra las tropas de la reina una gran crueldad. La lucha entre ambos bandos era cada día más encarnizada, lo que hizo que el descontento popular fuese en aumento y en Valencia, Málaga y otros puntos los liberales más exaltados se alzaron contra el gobierno repetidas veces. Numerosos grupos recorrían las calles de Madrid dando vivas a la Constitución, cuyo código querían restablecer y, tras el motín de La Granja de San Ildefonso, el general Quesada fue asesinado por la plebe y se proclamó el texto constitucional de 1812.[32]

Entre tanto, la expedición del general carlista Gómez Damas invadió varias regiones de España y llegó hasta Galicia, Andalucía y Extremadura. Durante esta expedición, Gómez conquistó un gran número de capitales de provincia y ciudades importantes, pero no logró retenerlas para el bando carlista. En diciembre de 1836 el general Espartero consiguió romper el sitio de Bilbao tras la batalla de Luchana, lo que supuso un importante triunfo para las armas liberales y amilanó al partido carlista, que desde entonces comenzó a decaer visiblemente.[32]

Don Carlos, a pesar de sus anteriores descalabros, se encaminó con su ejército hacia la capital de España en la llamada Expedición Real; pero el pueblo de Madrid y su Milicia Nacional entusiasmada con la presencia de la misma reina gobernadora, tomó entonces una actitud imponente para la defensa. Espartero acudió con su ejército y los partidarios del pretendiente tuvieron que desistir de su empeño, pese a haber dirigido las guerrillas de su ejército de vanguardia hacia la capital. Con todo, los triunfos obtenidos por las armas de la reina no impidieron que al finalizar el año 1837, las huestes de Don Carlos siguiesen recorriendo impunemente las provincias de Valencia, Aragón y Calaluña. Pero los fracasos del pretendiente se repetían con frecuencia, lo que acabaría generando la desunión y la mala fe en sus filas.[32]

Durante el transcurso de la guerra, asesoraron a Don Carlos Zumalacárregui, Eguía, Maroto, el infante Sebastián Gabriel, el obispo de León, Erro, Tejeiro, el padre Cirilo y muchos otros.[30]

El último periodo del conflicto estuvo marcado por la iniciativa del ejército liberal al mando de Espartero. La indecisión del pretendiente y la duración de la guerra, que se hacía interminable, introdujo la división entre sus partidarios y se suscitaron intrigas y ambiciones entre los mismos.[30]​ Tras el fracaso de la Expedición Real, el pretendiente publicó un manifiesto en Arciniega el 29 de octubre de 1837, que mostraba por primera vez la desunión reinante en el campo carlista, y, asesorado por su ministro José Arias Teijeiro, llevó a cabo una reorganización de sus fuerzas y nombró jefe de Estado Mayor al general Guergué.[33]​ Según Mellado, los carlistas estaban por entonces divididos entre «apostólicos» y «moderados». Los primeros (con los que simpatizaba el propio Don Carlos), estaban encabezados por el citado Teijeiro y el obispo de León, Joaquín Abarca.[34]

 
El general Baldomero Espartero, titulado duque de la Victoria por haber derrotado a los carlistas en la primera guerra civil.

Se atribuyó a los apostólicos (también conocidos como «brutos»)[33]​ los asesinatos del brigadier Cabañas y del conde de España, así como el fusilamiento sin formación de causa del teniente coronel Urra.[34]​ Pero el enfrentamiento interno llegó a su punto culminante en febrero de 1839, cuando el general Maroto, que había sucedido a Guergué tras la derrota de Peñacerrada[35]​ y pertenecía a la facción moderada, mandó fusilar en Estella, sin formación de causa, a los generales Guergué, García, Sanz, al brigadier Carmona y al intendente Uriz, lo que provocó las iras de Don Carlos, que lo declaró traidor.[36]

En abril las tropas de la reina, mandadas por Espartero, iniciaron sus operaciones contra la localidad cántabra de Ramales, ocupada por los carlistas, y se apoderaron de su fuerte después de algunas semanas de asedio. Espartero, que iba de victoria en victoria, tomó después Guardamino.[37]

Resuelto a poner fin a la guerra, en agosto Maroto firmó con el general Espartero el célebre convenio de Vergara[30]​ que sellaba la paz en España. En este documento se acordó mantener los fueros en las Provincias Vascongadas y Navarra e integrar a la oficialidad carlista en el ejército liberal. Los carlistas que permanecieron leales al pretendiente considerarían el convenio la razón de su derrota militar.[38]

Al morir María Francisca, esposa de Don Carlos, este se casó en segundas nupcias el 2 de febrero de 1838 con la hija de Juan VI de Portugal, la princesa de Beira. Este matrimonio, contraído en Salzburgo y ratificado después en Azcoitia y en el palacio del Duque de Granada, se hizo público más adelante e inspiró a los carlistas esperanzas todavía de triunfo, pues creían que la princesa traería al pretendiente poderosos auxilios de los soberanos del norte de Europa. Pero las ilusiones quedaron bien pronto desvanecidas y la misma princesa, cuando se publicó el convenio, fue acusada de traidora por los carlistas sublevados en Vera, capitaneados por el cura Echevarría, y amenazada de muerte, riesgo del cual se libró por un gran arranque de valor personal.[30]

 
Retrato de Ramón Cabrera, titulado conde de Morella por los carlistas.

Don Carlos, después de seguir varios y muy diferentes pareceres de los que le rodeaban, sin decidirse enteramente por ninguno, se retiró hacia Elizondo y entró en Francia por Urdax con las fuerzas que le acompañaban y otro verdadero ejército de empleados que seguían su suerte. Se dijo que al poner el pie en el territorio francés, sereno y conforme como era costumbre en él, manifestó que estaba satisfecho de haber cumplido sus deberes como rey. El gobierno francés mandó alojar al pretendiente con la vigilancia indispensable, primero en Ezpeleta y después en Bourges, brindándole con socorros que desdeñó; no así los que le facilitaron los soberanos de Austria, Prusia y Cerdeña, ni tampoco los que periódicamente y desde España le prodigaron sus más fieles adictos.[30]​ Una multitud de carlistas se negaron a aceptar el convenio de Vergara y fueron pasando a Francia en condiciones penosas y miserables, pues preferían la emigración a la deshonra.[39]

Las partidas de irredentos dirigidos por Cabrera continuaron la guerra en el Maestrazgo, desde donde dominaban casi la totalidad de las provincias de Teruel y Castellón y buena parte de las demás provincias adyacentes. Para humanizar la guerra, en abril de 1839 Cabrera había firmado con Van Halen el convenio de Segura[40]​ y después se había dedicado a fortificar sus posiciones. A fines de 1839 Cabrera se puso gravemente enfermo, pero su subordinado Arnau y otros siguieron realizando incursiones en las provincias de Cuenca y Albacete.[41]

Con unas fuerzas veinte veces superiores, Espartero, junto con Zurbano y otros generales isabelinos,[32]​ inició un plan de ataque con el que capturó Segura, Castellote (tras una feroz resistencia) y otras plazas. Estrechaba así cada vez más el cerco a los carlistas, hasta que en mayo de 1840 logró finalmente tomar Morella,[42]​ lo que obligó a Cabrera y los suyos a pasar a Berga y desde allí a Francia. Espartero entró triunfante en Barcelona, donde fue recibido con júbilo.[43]

Bandolerismo carlista

Finalizada la guerra civil, hubo casos de excombatientes carlistas que, a pesar de haberse acogido al indulto del gobierno, fueron víctimas de acusaciones, persecuciones y encarcelamientos, lo que obligó a algunos de ellos a volver a «echarse al monte».[44][45]​ Fueron los conocidos como «trabucaires» en Cataluña y «latrofacciosos» en el resto de España (particularmente en La Mancha). Sin embargo, no todos los que recibieron estos apelativos eran carlistas, sino que muchas veces se trataba de simples bandoleros que la literatura oficial confundía con los partidarios del pretendiente para desprestigiar el carlismo.[46]

Durante la regencia de Espartero algunos cabecillas emigrados en Francia, como Planademunt o Felip, entraron nuevamente en Cataluña y, al frente de algunos hombres, realizaron secuestros de hacendados y acciones espectaculares contra los milicianos nacionales y los mozos de escuadra. Asimismo, en 1842 José Miralles, alias «el Serrador», y Tomás Peñarroya, alias «el Groc», entre otros, levantaron nuevas partidas en el Maestrazgo[47]​ y lograron mantenerse durante dos años, hasta que el 26 de mayo de 1844 las tropas del gobierno lograron dar muerte al Serrador cerca de Benasal[48]​ y, en junio del mismo año, el Groc fue asesinado a traición en una masía.[49]

Segunda guerra carlista (1846-1849)

 
Carlos Luis de Borbón y Braganza, conde de Montemolín (Carlos VI).

Ya en la década moderada, el carlismo había quedado desacreditado por la derrota en la primera guerra, había sido abandonado por muchos de sus famosos defensores tras el convenio de Vergara y era juzgado por muchos como incompatible con la civilización de la época.[50]​ A fin de mantener viva la causa carlista, en octubre de 1844 el representante de Carlos María Isidro, Antonio de Arjona, fundó en Madrid el diario La Esperanza. El 18 de mayo del año siguiente, Don Carlos abdicó en su hijo primogénito, Carlos Luis de Borbón y Braganza, con la intención de que este procurase contraer matrimonio con su prima Isabel II y resolviese así el pleito dinástico.[51]

Carlos Luis, titulado conde de Montemolín y conocido como Carlos VI por sus defensores, pensó entonces que era forzoso transigir con las circunstancias de la época, modificar algún tanto sus principios y admitir algunos de los progresos de la revolución liberal. Con este objeto dirigió a los españoles un manifiesto el 23 de mayo de 1845, que fue el acicate a que respondió con entusiasmo todo el partido montemolinista.[50]

Uno de los principales valedores de la idea de casar a Isabel II con el conde de Montemolín era el clérigo catalán Jaime Balmes, quien inspiró un partido monárquico escindido del partido moderado. Pero el proyecto de matrimonio fracasó, entre otras cosas, debido a las exigencias de los carlistas (que no se conformaban con que Carlos Luis fuese el rey consorte), a la escasez de apoyos internacionales del pretendiente (especialmente en la Francia de Luis Felipe de Orleans), a la oposición de Narváez y al hecho de que a Isabel le desagradaba el aspecto físico de su primo, que padecía estrabismo. Finalmente, el 28 de agosto de 1846 se anunció el próximo matrimonio de la reina con otro de sus primos, Francisco de Asís de Borbón, que contaba con el apoyo de Francia.[52]

En Bourges el conde de Montemolín lanzó una nueva proclama el 12 de septiembre,[53]​ luego pasó a Londres para organizar sus proyectos y desde allí dirigió la segunda guerra carlista (también conocida como guerra de los matiners o montemolinista). Los partidarios de más nombradía en la guerra anterior, incluido Cabrera, se lanzaron a las montañas de Cataluña, donde aprovecharon el rechazo de la población a la contribución de las quintas, que el gobierno moderado acababa de introducir en Cataluña.[54]​ Los partidarios de Montemolín organizaron sus partidas y reavivaron la guerra civil. En esta ocasión, los carlistas tomaron también el nombre de montemolinistas. La acción de más importancia de esta nueva campaña fue la sorpresa de Cervera hecha por Benito Tristany en la madrugada del 16 de febrero de 1847.[50]

 
Editorial del diario carlista La Esperanza tras constatarse la derrota de los montemolinistas en 1849.

La movilidad suma de las partidas montemolinistas y el apoyo que hallaban en el país, traían entretenidas sin fruto a numerosas tropas de la reina y frustraban los planes mejor combinados de los capitanes generales de Cataluña. Al general Pavía sucedió Concha, a él otra vez Pavía y a este Córdoba, sin que en todo este tiempo se pudiese adelantar gran cosa sobre los montemolinistas; al contrario, estos derrotaron la columna de Bofill, la del general Paredes y la del brigadier Manzano, a quien hirieron e hicieron prisionero. De resultas de este desastre fue separado el general Córdoba de la capitanía general y nombrado sucesor suyo Manuel de la Concha, marqués del Duero.[50]

El fuego de la insurrección había cundido en otras provincias de España y había partidas en Guipúzcoa, Navarra, Santander, Extremadura y Andalucía, y Cabrera se atrevió a hacer incursiones en el Alto Aragón desde Cataluña. Además, las partidas centralistas o republicanas que por entonces se formaban, favorecían indirectamente a los partidarios de Montemolín, y distraían a las tropas de la reina.[50]

Sin embargo, muchos carlistas habían presenciado con indiferencia los acontecimientos de esta guerra. Para el carlista E. Pablo de Córdoba, la causa de ello era la reforma que en su antiguo lema habían introducido «los nuevos campeones de la legitimidad»,[55]​ los cuales, en los primeros momentos de la guerra, en lugar de dar el grito de «Religión y D. Carlos» como en la pasada campaña, habían incluido en sus proclamas la consigna «Constitución y Carlos VI».[56]​ Esta estrategia, con la que esperaban ganar aliados entre las tropas isabelinas o entre los liberales progresistas, sería también criticada a posteriori por Pedro de la Hoz.[57]

También en esta ocasión hubo falta de unidad entre los alzados, sobre todo entre los que sostenían que Carlos Luis debía entrar en España y los que manifestaban lo contrario.[58]​ En opinión de Córdoba, la presencia temprana del conde de Montemolín hubiera podido cambiar el rumbo de la guerra:

Indudable era el peligro que D. Cárlos Luis hubiera corrido en España; pero no lo era ménos que su presencia hubiera producido un levantamiento en algunas provincias, y muy principalmente en toda Cataluña. El disgusto de los pueblos por la cuestión de matrimonio de las infantas, las vejaciones que los Gabinetes moderados hacían sufrir á los habitantes del Principado, muy particularmente donde el estado de sitio llegara á ser el estado normal; las continuas exacciones, los atropellos de que fueran víctimas muchos de los ciudadanos, favorecían á la causa de D. Cárlos, y era de esperar que, aprovechando la ocasión que se les ofrecía para derrocar aquella situación, hubieran abrazado la bandera de la legitimidad.[59]

La guerra se prolongó hasta el 26 y 27 de enero de 1849 en que ocurrió la acción del Pastoral, en la que fue derrotado y herido Cabrera; este golpe ya hizo declinar la guerra, que sufrió un golpe mortal con la prisión del conde de Montemolín, verificada al entrar este finalmente en España el 4 de abril. Y aunque el conde recobró luego su libertad, y pese a que Cabrera volvió a campaña, los pueblos abandonaban ya a su suerte a los montemolinistas, a estos no les venían ya auxilios del extranjero, porque eran escasas las probabilidades de la victoria, la guerra no se podía hacer por falta de recursos materiales, y la insurrección montemolinista sucumbió por fin, como anunció el general Concha al pueblo español en su proclama de 19 de mayo del mismo año.[50]

Alzamiento carlista de 1855

La revolución de 1854 y su orientación anticlerical hizo reaccionar nuevamente a los carlistas, sobre todo por la intención que tenían los progresistas de reformar la Constitución para proclamar la libertad de cultos.[60]​ Contra ello los defensores de la unidad católica dirigieron exposiciones a las Cortes, levantaron su voz en la tribuna y en la prensa y, al cundir entre los pueblos la noticia de la pretendida reforma, hubo quienes quisieron recurrir al levantamiento en armas.[60]

En la misma Corte, el temor a la Vicalvarada y al subsiguiente bienio progresista del gabinete Espartero-O'Donnell, la llevó a intentar nuevas negociaciones para la reconciliación de las dos ramas de la familia real, a fin de oponerse juntos a los revolucionarios, enemigo común de ambas ramas de la dinastía. Pero el proyecto no llegó a materializarse y los carlistas acabaron planeando en solitario la insurrección.[61]

El nuevo levantamiento empezaría de manera descoordinada y antes de tiempo debido a la impaciencia de algunos cabecillas carlistas.[61]​ En marzo y abril de 1855 se levantaron en Castilla la Vieja algunas partidas que aclamaron a Carlos VI, como la de los Menoyos y la de los Hierros,[60]​ así como la mandada por Ángel Casimiro Villalaín, si bien su actuación fue en un primer momento escasa.[62]

Hombres notables del partido legitimista estaban reunidos en Zaragoza para organizar la insurrección a nivel nacional. Pero a mediados de 1855 el gobierno tuvo conocimiento de la conspiración. El capitán Cipriano de los Corrales, seguido de 70 jinetes del regimiento de Bailén y de algunos paisanos, salió entonces de Zaragoza el 22 de mayo y dio el grito de ¡Viva Carlos VI!, cortando el hilo telegráfico que comunicaba a la capital de Aragón con Madrid. Esto dio lugar a que se alzaran más facciones en Aragón, que fueron perseguidas por la tropa y la Milicia Nacional.[63]

Sin embargo, como en la segunda guerra carlista, donde tuvo más importancia fue en Cataluña, en la que entraron desde Francia Marsal, Borges, Rafael Tristany, Estartús y otros emigrados. Se levantaron partidas numerosas, como las de Boquica, Comas y Juvany. Marsal fue investido del cargo de comandante general interino y Tristany —a quien acompañaban sus hermanos— del de comandante general de la provincia de Barcelona. El primero, que cayó herido y fue hecho prisionero en Orriols, fue fusilado en Gerona el 8 de noviembre de 1855. Tristany, al frente de unos 200 hombres, logró sostenerse un año, y después emigró de nuevo.[64]

Desembarco de San Carlos de la Rápita (1860)

Las condiciones de paz de la guerra de África —que no entregaban a España Tánger ni Tetuán a pesar de la victoria— generaron un clima de descontento producido en el Ejército y el pueblo. Carlos Luis y sus partidarios pensaron en aprovechar esta coyuntura, así como el hecho de que las tropas siguiesen aún en África, y realizaron una nueva intentona, que incluía todo un programa de gobierno para dar solución a los problemas de España.[65]

El 1 de abril de 1860 el general Ortega, capitán general de Baleares (que se había hecho recientemente carlista tras conocer las maniobras de la infanta Carlota antes de la muerte de Fernando VII) realizaba el pronunciamiento con el que pretendía proclamar rey a Carlos VI enviando una expedición militar a la península, cerca de la población de San Carlos de la Rápita. Fracasó debido a la negativa de sus propios oficiales a secundarlo. Ortega fue fusilado por un consejo de guerra formado por capitanes, ante las protestas del general, que consideraba que debía ser juzgado por un tribunal civil o bien por un consejo de guerra de generales, según correspondía a su grado.[66]

 
La joven Isabel II lee una reveladora carta de su madre en 1842, en la que la antigua regente le comunicaba desde el exilio que la infanta Carlota había sido la causante del pleito dinástico con su tío Carlos María Isidro (dibujo de 1902).[67]​ El general Ortega tuvo también conocimiento de estos hechos.

El conde de Montemolín, que desembarcó en España con esta intentona, se vio obligado a huir y se ocultó en Ulldecona, pero el 21 de abril fue detenido junto a su hermano Fernando de Borbón y Braganza y trasladado a Tortosa, donde se le obligó tanto a él como a su hermano a hacer una renuncia de sus derechos al trono. Sin embargo, una vez en libertad y en el extranjero, manifestó que aquella renuncia no había tenido validez.[68]

Según uno de los carlistas implicados en esta intentona, los carlistas nunca creyeron más seguro el triunfo de su causa que en 1860. De acuerdo con este testimonio, tanto Isabel II como su marido Francisco de Asís, que mantenían correspondencia con el primo de ambos, Carlos Luis, habían reconocido privadamente que ocupaban el trono de manera ilegal, por lo que Isabel estaba dispuesta a abdicar en Carlos. Además, no solo el general Ortega, sino también el general Dulce, capitán general de Cataluña, y muchos otros militares, debían secundar el movimiento, aunque finalmente faltaron a su compromiso. Según este testimonio, el general Ortega fue condenado a muerte por quienes antes habían sido sus amigos, «temiendo que las revelaciones que podía hacer marcarían en sus rostros el estigma de la traición y felonía».[69]​ Antes de ser fusilado, Ortega pidió a su ayudante Francisco Cavero que, en caso de que le sobreviviera, no delatase jamás a los que habían estado implicados.[70]

Alzamiento carlista de 1869

La revolución de 1868 haría revivir el carlismo con toda fuerza y energía.[71]Arturo Masriera describió la situación de la siguiente manera:

El derribo de templos y conventos, los atropellos contra inocentes e indefensas señoras, que, por ser tales y ser a la vez religiosas, no obtuvieron consideración ni respeto de los gobiernos revolucionarios; el ateísmo proclamado desde el templo de las leyes, las iniquidades contra los ministros del Señor y la persecución abierta o solapada, contra todo lo que significaba el espíritu de fe, de tradición y de instituciones patrióticas, bastaron para despertar de su letargo a los carlistas que, desde los primeros días de la Revolución, se dividieron en dos grupos: los piadosamente tímidos que todo lo esperaban de la oración y la Providencia, y los animosamente bravos, que anhelaban lanzarse al campo y, por la fuerza de las armas, redimir a España del yugo revolucionario.[72]

Tras el destronamiento de Isabel II y el subsiguiente periodo revolucionario, numerosos políticos y militares moderados, que habían sido antes leales a la reina, fueron pasando a las filas carlistas. Para ellos, la salvación de España se hallaba en el nuevo y joven pretendiente, Carlos de Borbón y Austria-Este (Carlos VII), en quien su padre, Juan de Borbón y Braganza —rechazado por los carlistas por su pensamiento liberal—,[73]​ había abdicado sus derechos.[74]

El ambiente de inestabilidad política originado por la revolución de Septiembre y la cuestión religiosa suscitada con la promulgación de la Constitución española de 1869, que sancionaba la libertad de cultos —en vulneración del Concordato con la Iglesia—, motivó que los carlistas se lanzasen a un alzamiento, en el que se iba a reivindicar especialmente la llamada unidad católica, defendida por los diputados carlistas en las Cortes[75]​ y calificada por Don Carlos como «símbolo de nuestras glorias patrias, espíritu de nuestras leyes, bendito lazo de unión entre todos los españoles» en una carta-manifiesto a su hermano Alfonso que sirvió como exposición doctrinal de su causa.[76]

Resuelto a ceñir la corona y salvar a España, Carlos VII había nombrado general en jefe a Cabrera para ganarse a los demás cabecillas carlistas, que confiaban en su prestigio.[77]​ Sin embargo, Cabrera, aunque tenía ya trabajos de conspiración avanzados,[77]​ consideraba que era preciso aguardar aún y centrarse en adquirir fondos,[78]​ mientras que Don Carlos creía su honor comprometido y estaba dispuesto a entrar en España como fuese. Ofendido por la falta de entusiasmo de Cabrera,[79]​ dispuso en julio un levantamiento sin contar con él.[80]

Según el plan, debían tomarse rápidamente Figueras y Pamplona (cuyas guarniciones estaban comprometidas); Cataluña se sublevaría y un general del Ejército se pondría al frente de Madrid. Este último se negó a obedecer porque tenía un compromiso previo con Cabrera,[81]​ y tampoco se logró tomar Figueras ni Pamplona.[82]

No obstante, algunos carlistas, ignorando el fracaso del plan, se levantaron a finales de julio. En la provincia de León destacó la partida del exalcalde de León Pedro Balanzátegui, que fue fusilado por la Guardia Civil, y, en La Mancha, la del general Polo,[83]​ que fue apresado y desterrado a las Islas Marianas.[84]

Tras haber señalado la mala organización del golpe, debido a la cual los militares que estaban comprometidos con los carlistas no se habían movido, el 7 de agosto Cabrera presentó su dimisión de la jefatura carlista. Don Carlos, indeciso, permaneció algún tiempo cerca de la frontera española, confiando aun en que el movimiento se extendería a Cataluña.[85]​ Finalmente se trasladó a Ginebra.[76]

La escodada (1870)

Tras esta primera intentona por Carlos VII, en agosto de 1870 se produciría una segunda en las Provincias Vascongadas,[83]​ planeada por Eustaquio Díaz de Rada.[86]​ La impaciencia de algunos jefes carlistas, que estimaban que era preciso aprovechar la coyuntura de la guerra franco-prusiana y contaban con el compromiso y las adhesiones de muchos oficiales del Ejército (e incluso de la Guardia Civil en alguna provincia de Castilla) les había llevado a planear otro alzamiento, que no obtuvo la autorización de Don Carlos.[87]​ A pesar de ello, debido a una trampa urdida por el coronel del Ejército José Escoda y Canela, quien fingió haberse aliado a los carlistas con la intención de capturar al pretendiente, se llevó a cabo finalmente una sublevación espontánea. Las partidas alzadas fueron rápidamente reprimidas por el capitán general de las Vascongadas y Navarra Allende-Salazar.[86]

Conspiración de 1871

Beneficiados por la libertad ideológica del Sexenio Democrático para los partidos antidinásticos y la adhesión de la mayoría de los llamados neocatólicos a Carlos de Borbón y Austria-Este tras la revolución de 1868, el carlismo había revivido como fuerza política y se publicaban numerosos folletos y periódicos carlistas en toda España.[88]​ Pero las nuevas libertades políticas no habían traído la concordia social, sino todo lo contrario, y la partida de la porra de los progresistas, que veían aquello como una amenaza a la libertad, cometió algunos asesinatos y atentados contra los casinos y las imprentas de los periódicos carlistas que se iban fundando.[89]

 
Amadeo de Saboya, rey constitucional de España entre noviembre de 1870 y febrero de 1873.

La popularidad del carlismo en aquel momento era tal, que el mismo ministro Ruiz Zorrilla manifestó en el Congreso que si se sometía a plebiscito quién debía ser el rey de España, la nación elegiría a Carlos VII.[89]​ Tras optar por la lucha electoral, en las cortes de 1869, los carlistas o católico-monárquicos obtuvieron una veintena de diputados, y en las siguientes elecciones legislativas más de cincuenta. Pero la llegada de Amadeo de Saboya, considerado por los carlistas como un usurpador extranjero y odiado por ser «el hijo del carcelero del Papa», terminaría por imponer la opción armada.[nota 3]

El plan de la nueva insurrección carlista en 1871 no era actuar en la montaña, sino tomar ciudades importantes mediante una sublevación militar rápida. Para ello los carlistas, dirigidos por el general Cevallos, habían logrado el compromiso de varios oficiales y jefes del Ejército español, que estaban de acuerdo con el plan urdido por Cabrera. En agosto de 1871 estaba todo preparado,[91]​ incluyendo fusiles, pólvora y demás pertrechos de guerra,[92]​ pero Carlos VII no dio la orden y en septiembre suspendió los trabajos de conspiración.[93]

Este aplazamiento causó un enorme disgusto entre los carlistas y motivó la dimisión de los jefes de la conspiración, incluido Cevallos.[94]​ Muchos echaron las culpas a Emilio de Arjona, secretario de Don Carlos, a quien una comisión de carlistas catalanes, que fueron recibidos por el pretendiente en Ginebra, llegó a buscar por los cafés y lugares públicos de la ciudad para desafiarle, pero no lo encontraron.[95]

A principios de diciembre de 1871 Cevallos comunicó que el rey admitía su dimisión como comandante general y nombraba en su lugar al general Díaz de Rada.[96]​ Este puso al mando de Cataluña a Rafael Tristany y se organizó una Junta de catalanes en Ceret (Francia) para que reuniera dinero y armamento.[97]

Cuando finalmente diese comienzo el alzamiento varios meses después de aquel verano de 1871, la mayoría de los jefes del Ejército no cumplieron su palabra y quedó la masa comprometida y abandonada a sus propias fuerzas, por lo que, según Joaquín de Bolós: «no [les quedó] más remedio, para evitar encarcelamiento y destierros, que retirarse a la montaña, dando origen forzosamente a la triste guerra civil».[98]

Tercera guerra carlista (1872-1876)

 
Fotografía de Carlos VII al frente de sus tropas durante la última guerra carlista.

Aunque los trabajos de conspiración continuaron a principios de 1872, dentro del carlismo seguía la pugna entre los partidarios de la lucha legal (entre los que destacaba Cándido Nocedal, que dirigía a la minoría tradicionalista en el Congreso) y quienes sólo creían en el recurso a las armas.[99]​ La postura de Don Carlos abarcaba ambas tendencias. Algunos meses antes del estallido de la guerra había escrito a la princesa de Beira que no esperaba nada por las vías legales, «donde todo es farsa», pero que quería demostrar al mundo entero que había agotado «todos los medios pacíficos».[100]

Las elecciones del 2 de abril de 1872, en que los carlistas verían reducido ostensiblemente su número de escaños en las Cortes, resultaron decisivas para imponer la opción armada. Don Carlos consideró inaceptables los procedimientos del gobierno de Sagasta durante el periodo preelectoral y el día de la elección[99]​ y antes de que acabaran las elecciones mandó que se retirasen los candidatos y que los diputados y senadores que ya hubiesen sido elegidos no se presentasen en las Cortes. La insurrección estaba ya decidida. Para justificar su conducta, su secretario aclaró en una comunicación a las cancillerías extranjeras más importantes que «el partido carlista que representa la mayoría del país rechaza, en nombre de sus principios, todas las maquinaciones del partido liberal que son el prólogo de la disolución social» y que «el duque de Madrid quería a todo trance evitar un alzamiento en armas», añadiendo que, aunque los carlistas habían aceptado la lucha en el terreno exigido por sus enemigos, se habían empleado ilegalidades, violencias y farsas «para evitar que fuese a las Cortes la verdadera mayoría».[101]

El 8 de abril el pretendiente envió desde Ginebra una primera carta a Díaz de Rada con instrucciones reservadas, y el día 14 una segunda, en la que ordenaba que se hiciese un alzamiento general el día 21, asegurando a sus seguidores que él estaría el primero «en el punto de peligro». Los catalanes se anticiparon a la fecha acordada,[99]​ y el 6 de abril salió la primera partida mandada por el general Castells en la provincia de Barcelona.[102]

 
El general Francisco Serrano, autor del convenio de Amorebieta que paralizó la guerra en el Norte en 1872.

Díaz de Rada se movía en Navarra, Dorronsoro en Guipúzcoa, Ulibarri en Vizcaya, Marco de Bello en Aragón y Cucala en el Maestrazgo.[99]​ Sin embargo, la realidad de la sublevación era muy inferior a la esperada, por lo que Díaz de Rada y otros trataron de impedir que Don Carlos entrase en España como había prometido. Pero el pretendiente hizo caso omiso y entró en Vera de Bidasoa, donde fue aclamado por la población.[103]​ Se levantaron muchas partidas en Navarra[102]​ y el 4 de mayo se libró la primera batalla en Oroquieta, que duró solo media hora, pues los carlistas, que habían sido sorprendidos por sus enemigos, se quedaron sin municiones. El fracaso obligó a Don Carlos a cruzar el Ulzama al galope, internándose en Francia por los Alduides al día siguiente.[104]

A pesar de ello, en las provincias vascas, al igual que en la primera guerra, los carlistas habían logrado hacerse fuertes. Allí se produjeron los combates de Mañaria y Arrigorriaga, y en la acción de Oñate fue herido el brigadier Ulibarri. Desde entonces empezó a decaer el alzamiento en las Vascongadas y el 24 de mayo de 1872 se firmó el convenio de Amorebieta entre el general amadeísta Francisco Serrano y la Diputación de Vizcaya. En el resto de España siguió habiendo numerosas acciones, pero la guerra fue languideciendo ante los hechos ocurridos en Vascongadas.[102]

En Cataluña operaban, entre otros jefes, los generales Castells y Savalls, que obtuvieron varias victorias. El coronel Francesch murió al tomar por sorpresa la ciudad de Reus. Pero Don Carlos animaba a sus partidarios catalanes, y estos, a pesar de las persecuciones que sufrían, se mantenían en armas, por lo que, para recompensar sus méritos, el pretendiente devolvió a Cataluña, Aragón y Valencia sus fueros que había derogado Felipe V siglo y medio antes en los decretos de Nueva Planta.[105]

 
José Caixal, obispo de Seo de Urgel, acompañó a Don Carlos como vicario apostólico del Ejército carlista.

En Valencia, el general Dorregaray fue herido en campaña y en diciembre de 1872 este mismo general ordenó un nuevo levantamiento en Navarra y Vascongadas. En enero de 1873 el infante Alfonso de Borbón y Austria-Este, hermano del pretendiente, entraba en Cataluña para tomar el mando de los carlistas catalanes acompañado de su esposa María de las Nieves de Braganza.[105]

La proclamación de la Primera República polarizó a la sociedad española y proporcionó nuevos apoyos a la sublevación carlista.[106]​ La guerra entonces se generalizó en toda España: el 16 de julio de 1873 entró de nuevo Carlos VII por Dancharinea,[107]​ pero ya no para ponerse al frente de unas partidas mal armadas, sino de un Ejército regular, que mandaba Dorregaray, y en el que se distinguía Ollo. Algunas de las batallas más destacadas en que los carlistas salieron victoriosos fueron las de Eraul, ganada por Dorregaray; la de Udave, por Ollo; la famosa de Montejurra, por Carlos VII; la de Lamindano, por el general Martínez de Velasco.[105]

En 1874 los carlistas obtuvieron también victorias sonadas en batallas como la de Abárzuza, en la que perdió la vida el general gubernamental Concha, o la toma de Cuenca, esta última bajo las órdenes directas del infante Alfonso. Durante esta guerra no hubo en realidad expediciones más que la mandada por Mendiry, que fue a Santander, fracasando, y la del coronel Lozano, que recorrió las provincias de Murcia y Almería, que fue fusilado en Albacete. También el cabecilla Santés realizó algunas correrías y llegó hasta Aranjuez.[108]​ La muerte en el sitio de Bilbao del general Nicolás Ollo, uno de los jefes carlistas más prestigiosos, suscitaría paralelismos entre el destino de este jefe y el de Zumalacárregui y sembró la consternación y el desaliento entre sus fuerzas navarras.[109]

 
El general Tristany al frente de tropas carlistas de Gerona.

Aunque en el norte se empezaban a realizar canjes de prisioneros que parecían humanizar la guerra, el conflicto se recrudeció por las medidas de rigor adoptadas por el gobierno. El 18 de julio de 1874 la dictadura republicana de Serrano decretó el embargo de los bienes de todos los carlistas en armas y sus auxiliares; y el 29 de junio de 1875, ya reinando Alfonso XII, un nuevo decreto del ministro Francisco Romero Robledo estableció que fuesen expulsadas de España todas las familias que tuvieran a su jefe o a alguno de sus hijos en las filas carlistas, ordenando asimismo la detención y el encarcelamiento de las personas «conocidas por su adhesión o simpatía a la causa de los rebeldes».[110]​ Llegaron hasta 13 000 los destierros acordados y a cerca de 14 000 los embargos hechos, por lo que Estella y otras poblaciones bajo dominio carlista se vieron invadidas de desterrados. En respuesta, los carlistas tomaron medidas similares contra los partidarios del gobierno que se hallaban en su territorio.[111]

Tras la proclamación de Alfonso XII por el pronunciamiento de Sagunto, el rey liberal imitó a Carlos VII y se colocó al frente de su Ejército del Norte. Alfonso estuvo a punto de caer prisionero en la batalla de Lácar, ganada por los carlistas.[112]​ Pero las fuerzas liberales eran tan numerosas, que los carlistas no podían hacerles frente. La restauración alfonsina había marcado el declive carlista en la guerra y restado apoyos a su causa. Contribuyó mucho a desalentar a los carlistas la defección de Cabrera, que reconoció públicamente a Alfonso desde Londres el 11 de marzo de 1875 y dirigió una proclama a sus antiguos correligionarios induciéndoles a hacer lo mismo.[113]​ Ese mismo mes se reunió Martínez Campos con Savalls cerca de Olot para mejorar el trato a los presos y heridos de ambos bandos, pero esta entrevista hizo que los voluntarios empezaran a dudar de la lealtad de su jefe y, como en 1839, empezaron a circular rumores de traición entre los carlistas catalanes.[114]

Los generales Martínez Campos y Fernando Primo de Rivera acabaron por derrotar a los carlistas en Cataluña, donde fue sitiada y tomada Seo de Urgel,[115]​ y, tras vencer Quesada sobre Pérula (último jefe de Estado Mayor General carlista) en la batalla de Zumelzu, no se producirían más acciones de importancia.[116]​ El 17 de febrero de 1876 las fuerzas de Primo de Rivera se apoderaron del fuerte de Montejurra (rendido por el brigadier Calderón) y penetraron en la que había sido la corte de Don Carlos, Estella.[117]​ En Peña-Plata se libró la última batalla, que consumaba la victoria militar alfonsina en el norte.[118]

Los carlistas se vieron obligados a pasar a Francia el 28 de febrero y Don Carlos se despidió de sus voluntarios con un solemne “Volveré”.[119]

A pesar de la derrota, diversos carlistas consideraron que sus esfuerzos no habían sido en vano, pues habrían logrado «contener a la revolución», forzando la implantación del régimen de la Restauración, más respetuoso con la religión.[120][2]

Insurrecciones y conflictos carlistas posteriores

 
Los guardias civiles que resistieron el ataque de los carlistas en el Cuartel de la Badalona (octubre de 1900).

Después de 1876 los carlistas prefirieron actuar a través de la política parlamentaria y su influyente prensa tradicionalista. Divididos en distintos pareceres, sobre todo en lo referente al alcance de la «unidad católica», las polémicas entre periódicos carlistas produjeron un conflicto interno que en 1888 llevaría a la escisión integrista. Pero, de manera paralela a la lucha periodística, los legitimistas españoles siguieron protagonizando ocasionalmente conspiraciones, altercados y levantamientos de partidas,[121]​ como la mandada en 1882 por Mariano de la Coloma.[122]

Poco después de fallecer Alfonso XII, en casa del marqués del Busto, en Madrid, el obispo de Daulia, José María Benito Serra, recibió la visita de unos carlistas encargados por el general Bérriz para consultarle si sería posible y oportuno combatir con las armas a la regencia de María Cristina, ante lo cual el anciano obispo se mostró animoso y les bendijo.[123]

Ese alzamiento finalmente no se llevó a cabo, pero en 1897 la crisis de la monarquía alfonsina a causa de la situación en Cuba y en Filipinas dio nuevos bríos al carlismo. En el clima de tensión, en marzo de ese año llegaron a alzarse partidas aisladas en Puebla de San Miguel (Valencia)[124]​ y Castelnou y Calanda (Teruel),[125]​ lo que generó una cierta alarma social. El diputado tradicionalista Matías Barrio y Mier condenó enérgicamente la intentona[126]​ y afirmó que «eso que se supone y se nos atribuye, sería antipatriótico en las presentes circunstancias».[127]​ De hecho, Don Carlos ordenó desde Bruselas a todos los carlistas que no hicieran nada que pudiera comprometer el éxito de la guerra y que ayudaran con todas sus fuerzas a los encargados de defender la integridad española en Cuba y Filipinas.[128]

Aun así, cuando Estados Unidos declaró la guerra a España, Don Carlos amenazó formalmente con una nueva guerra civil si no se luchaba por defender el honor nacional y manifestó que no podría asumir la responsabilidad ante la Historia de la pérdida de Cuba. Por eso, después del tratado de París, considerado una deshonra nacional, se generalizó la opinión de que los carlistas se lanzarían a una nueva guerra civil, aprovechando el gran descontento del Ejército y del pueblo.[128]​ Así pues, se planeó la sublevación, en la que en un principio estaba comprometido el general Weyler (que se desvinculó después),[129]​ pero el pretendiente finalmente no dio la orden. Eso motivó que algunos carlistas tratasen de hacer la guerra por su cuenta y en octubre de 1900 se alzaron algunas partidas en Badalona y algunas otras localidades españolas.[130]

Todavía en el siglo XX, décadas después de la derrota en la última guerra, el carlismo mantenía su espíritu combativo. En 1906, en respuesta a los proyectos anticlericales del gobierno de López Domínguez, se alzaron en algunos pueblos de Cataluña pequeñas partidas carlistas comandadas por Pablo Güell alias «el Rubio», Manuel Puigvert «el Socas» y Guillermo Moore, aunque, al igual que en 1900, actuaron sin el permiso de las autoridades de la comunión carlista.[131]

Además, los militantes tradicionalistas se vieron envueltos con frecuencia en enfrentamientos violentos con grupos anticlericales como los republicanos de Lerroux (singularmente en Cataluña, donde tuvo lugar un episodio especialmente sangriento en 1911),[132]​ así como con los nacionalistas vascos.[133]

 
Noticia aparecida en El Intransigente (10-6-1907) que daba cuenta de una de las frecuentes reyertas entre carlistas y bizkaitarras (nacionalistas vascos) a principios del siglo XX. [nota 4]

En Barcelona, los jaimistas (como se conocía a los carlistas desde 1909) se veían inmersos en la gran conflictividad social que había quedado patente en la Semana Trágica. El clima de violencia era tal, que el periódico jaimista La Trinchera llegó a anunciar sorteos entre sus lectores de pistolas Browning y una carabina Mauser.[135]​ De hecho, en 1919 se constituyeron en el Círculo Central Tradicionalista barcelonés los llamados Sindicatos Libres, cuyos dirigentes respondieron a los pistoleros anarco-sindicalistas de la CNT bajo la ley del «ojo por ojo».[136]

Estallada la Primera Guerra Mundial, la mayoría de los jaimistas se pusieron de parte de los Imperios Centrales. Guiados por el diputado Vázquez de Mella —cuyos mítines llenaban teatros y plazas de toros—, aducían que Inglaterra y Francia habían sido los promotores del liberalismo y los adversarios del poderío español. Así pues, desde sus tribunas y su prensa —en especial El Correo Español— realizaron una activa campaña para mantener la neutralidad de España en la guerra contra los que pretendían que el país se adhiriese a los Aliados, amenazando con una guerra civil si el gobierno intervenía en el conflicto europeo.[137]

El tradicionalismo, nuevamente dividido tras la publicación de un manifiesto antigermanófilo de Jaime de Borbón en 1919, decayó con la dictadura de Primo de Rivera, que ellos mismos ayudaron a implantar,[138]​ pero tras la proclamación de la Segunda República en 1931, la Comunión Tradicionalista logró reunificar a sus antiguos miembros y experimentó un gran resurgimiento, que se vio materializado en una importante minoría de diputados en las Cortes republicanas.[139]

Durante estos años, los tradicionalistas realizaron una intensa campaña de propaganda social y se sucedieron nuevamente choques violentos con las fuerzas de la izquierda. El 10 de agosto de 1932 jóvenes carlistas se vieron envueltos en el golpe de Estado de Sanjurjo en Madrid y Sevilla[140]​ y, al producirse la revolución de 1934, los tradicionalistas se pusieron del lado de las fuerzas de orden público y combatieron a los revolucionarios en Asturias, Vascongadas, Cataluña y el resto de España.[141][nota 5]

Desde 1934 Manuel Fal Conde, jefe delegado de la Comunión Tradicionalista nombrado por Alfonso Carlos de Borbón (el hermano de Carlos VII y último pretendiente de la dinastía carlista original), había dispuesto la instrucción militar del Requeté, la milicia carlista. En grupos de 30, requetés de toda España, y especialmente de Navarra, viajaron secretamente a la Italia fascista, donde permanecerían alrededor de un mes. Unos 500 de ellos fueron instruidos en el manejo de las más avanzadas armas modernas.[143]

 
Desfile de jóvenes requetés en San Sebastián tras ser tomada la ciudad por el bando nacional (13-9-1936).

La entrada en el gobierno del Frente Popular en febrero de 1936 aceleró los planes de sublevación de los tradicionalistas, que conspiraron con los generales Sanjurjo y Mola contra el régimen.[144]​ Finalmente, el 18 de julio de 1936 se produjo el Alzamiento conjunto de militares y requetés, siendo la participación de los segundos especialmente decisiva en Navarra. Esta nueva insurrección, a la que se sumaron también las milicias de Renovación Española, Falange, Partido Nacionalista Español y Acción Popular, daría origen a la guerra civil española. En esta ocasión, y por indicaciones del mismo Alfonso Carlos, la lucha de los carlistas contra el comunismo debía ser solo «por Dios y por España», sin mirar «las cuestiones personales de partidos».[145]

Organizados en hasta 67 Tercios de Requetés, durante la contienda llegaron a combatir más de 60 000 boinas rojas, de los cuales murieron en combate una décima parte y casi la mitad resultaron heridos, destacando singularmente por su número de bajas el Tercio de Montserrat, compuesto exclusivamente por catalanes huidos de la zona republicana.[146]

Aunque se habían levantado en armas sin interés partidista, en las primeras semanas de la guerra los carlistas confiaban aún en que el régimen resultante de la rebelión sería tradicionalista. Fal Conde manifestó a finales de agosto que «el nuevo espíritu de renacimiento español, nacional e imperial» se inspiraba en el tradicionalismo español y que éste estaba «próximo a plasmar en realidad sus doctrinas».[147]

Finalmente, en abril de 1937 el general Franco disolvió la Comunión Tradicionalista en el que iba a ser el partido único del régimen, Falange Española Tradicionalista y de las JONS. No obstante, Franco proclamó que el Movimiento era heredero del carlismo y el 9 de marzo de 1938, con motivo de la fiesta de los Mártires de la Tradición, nombró tenientes honorarios del Ejército a todos los veteranos supervivientes de las guerras carlistas, considerando aquellas «Cruzadas del siglo XIX» como «precursoras del Movimiento Nacional», lo que equivalía a legitimar a cuantos habían tomado las armas en el pasado contra la España constitucional.[148]​ La propia escolta de Franco estaría compuesta por requetés.[149]

 
Una multitud de carlistas en la concentración anual de Montejurra (1966).

El carlismo, nuevamente dividido en diversas facciones (principalmente javieristas, carlooctavistas, juanistas y sivattistas), siguió actuando durante el franquismo con mayor o menor afinidad al régimen, y militantes carlistas protagonizaron en ocasiones altercados. Liderados por Manuel Fal Conde, los javieristas, en concreto, llegaron a ser calificados peyorativamente por el propio Franco como un «diminuto grupo de integristas».[150]​ Hubo incluso carlistas que participaron en asaltos y saqueos de algunas de las capillas protestantes que se iban instalando en España después de 1945, ante lo que consideraban una «inmensa propaganda protestante».[151]

Al aparecer a finales de la década de 1960 un «neocarlismo» de izquierdas auspiciado por la secretaría del príncipe Carlos Hugo de Borbón-Parma,[152]​ también se fundó una organización marginal violenta conocida como Grupos de Acción Carlista, que fue desarticulada por la policía en 1971 y entre cuyos principales atentados figura la colocación de una bomba en la imprenta del periódico carlista El Pensamiento Navarro, que se negaba a abandonar el ideario tradicionalista. Sin embargo, este atentado fue reivindicado años después por ETA.[153]​ Durante el tardofranquismo y la Transición actuaron asimismo los Guerrilleros de Cristo Rey, agrupación antagónica, buena parte de cuyos miembros provenían del carlismo tradicionalista.[154]

Para mantener «la ortodoxia del carlismo», en 1975 el hermano de Carlos Hugo, Sixto Enrique de Borbón, proclamó que asumía la tarea de reorganizar la Comunión Tradicionalista[155]​ y en mayo del año siguiente se produjeron los llamados sucesos de Montejurra, en los que, tras una pelea a palos y garrotazos entre las facciones carlohuguista y sixtina, resultaron muertos un militante de la HOAC y un miembro del MCE, el primero de los cuales falleció a consecuencia de disparos efectuados por el requeté José Luis Marín García-Verde, uno de los simpatizantes de Sixto.[156][157]

Durante la Transición fueron también asesinados por ETA varios carlistas tradicionalistas,[158]​ entre ellos el jefe de las Juventudes Tradicionalistas de Vizcaya,[159]​ algunos alcaldes del país vasco y Navarra[160]​ y el presidente de la Diputación de Guipúzcoa, Juan María de Araluce.[161]​ Según Ignacio González Janzen, hubo carlistas de Sixto que participaron después en el Batallón Vasco Español.[162]​ Hasta su desaparición en 1981, el periódico carlista El Pensamiento Navarro denunció la oleada de atentados y amenazas de ETA.[163]​ En la década de 1990 aún eran frecuentes los incidentes entre carlistas y militantes de Herri Batasuna en la localidad navarra de Leiza.[164][nota 6]

Motivaciones

Al analizar lo que había movido a los carlistas a alzarse en armas en diversas ocasiones a lo largo del siglo XIX, el polígrafo Marcelino Menéndez Pelayo escribió que aquello se había producido:

no ciertamente por interés dinástico, ni por interés fuerista, ni siquiera por amor muy declarado y fervoroso a este o al otro sistema político, sino por algo más hondo que todo eso; por la instintiva reacción del sentimiento católico, brutalmente escarnecido, y por la generosa repugnancia a mezclarse con la turba en que se infamaron los degolladores de los frailes y los jueces de los degolladores, los robadores y los incendiarios de las iglesias y los vendedores y compradores de sus bienes.[169]

Refiriéndose en concreto a los principios esgrimidos por uno y otro bando en la primera guerra carlista (conocida entonces como guerra de los siete años), el carlista Luis F. de Toledo y de Belloch, en un folleto publicado en 1870, escribió:

Yo levanto la voz en grito que se oiga desde la cumbre más alta de los Pirineos hasta las columnas de Hércules. Españoles todos, los que estáis desengañados, y los que vivís en la ilusión, escuchad: La guerra de los siete años entre don Carlos V y doña Isabel II no fué guerra de legitimidad, sino guerra de principios. Doña Isabel y sus capitanes para arrastrar al pueblo a sus filas no clamaban viva Isabel II la legítima, sino viva Isabel II la liberal, y los adictos a don Carlos V clamaban: viva nuestro rey católico, viva nuestro rey legítimo. España entonces se dividió en dos bandos, el uno liberal que pugnaba por coronar a doña Isabel II y quemaba los conventos, saqueaba los templos, despojaba la Iglesia, creaba enjambres de empleados que eran ejércitos estacionados en las ciudades y pueblos, que cobraban sueldo con achaque de empleos, a fin de que gritaran: «¡Viva nuestra reina constitucional!». Nunca gritaron viva nuestra reina legítima. Los carlistas clamaban: viva nuestro rey católico, viva la religión, guerra a los enemigos de Dios.[170]

El espíritu de «guerra santa» cobraría todavía mayor relieve en la tercera guerra carlista,[171]​ pues los carlistas consideraban que la revolución de septiembre de 1868 había atropellado «la justicia, la moral, la religión y todos los respetos divinos y humanos».[172]​ Al explicar las razones de este último alzamiento, el general Francisco Savalls afirmaba que los revolucionarios habían condenado a la indigencia a los sacerdotes mientras protegían «cultos extraños» en el seno de la «nación católica por excelencia»[172]​ y que la Constitución de 1869 era «atea y hasta diabólica», pues hacía de cada hombre «un dios con sus derechos ilegislables, anteriores y superiores a toda autoridad».[173]​ Para el carlismo, la etapa democrática había supuesto un ataque a la familia al establecer el matrimonio civil, se había anulado la educación moral de la infancia al desterrar de las escuelas los libros de doctrina cristiana y se había pervertido también la enseñanza superior con una «libertad licenciosa».[173]​ Según los insurrectos, al eliminar la censura de la prensa, los revolucionarios habían permitido publicaciones «impías» e «indecentes» y con el derecho de asociación habían facilitado a los «licenciosos» reunirse para atacar y destruir «todo lo que respeta una sociedad bien organizada».[171]

Otra de las constantes en el movimiento carlista, junto con la reivindicación de la religión ultrajada, fue el ideal patriótico,[174]​ que las proclamas de los carlistas invocaban a menudo. Por ejemplo, en la primera guerra, Zumalacárregui aludía al yugo al que las naciones extranjeras habían tratado de imponer a la «heroica España»;[175]​ en la segunda, Cabrera insistía en que no se trataba ya de otra guerra dinástica, sino de independencia, como la de 1808, por lo que los «buenos españoles» debían unirse bajo las banderas de Carlos VI;[176]​ y en la tercera, producida durante el reinado de Amadeo de Saboya, el mismo pretendiente Carlos VII ordenaba que se hiciera el alzamiento al grito de «¡Abajo el extranjero! ¡Viva España!».[177]​ En esta última, el general Rafael Tristany llamaba a las armas a todos los catalanes que sintiesen su pecho «inflamado con la santa llama del puro españolismo»[178]​ y fue calificada como «guerra de desagravio nacional» por Savalls,[171]​ quien manifestaba que los carlistas se alzaban contra un gobierno extranjero, apelando al honor de la patria y a las resistencias de Sagunto y Gerona, así como a los nombres de Viriato y Mina como héroes de la independencia española.[179]​ La consigna, invocando a los macabeos, era «más vale morir en la batalla que no ver los males de nuestra patria».[180]

Cuestión foral

La cuestión foral tuvo también mucha importancia en el periodo de las guerras carlistas, ya que los fueros había permitido que el carlismo triunfase en las provincias Vascongadas y Navarra, donde los Voluntarios Realistas no pudieron ser purgados del Ejército como en el resto de España,[6]​ y cobraron significación política especialmente durante la tercera guerra carlista, cuando el pretendiente Carlos de Borbón y Austria-Este restauró también los fueros de Cataluña, Valencia y Aragón.[nota 7]

Tradicionalmente la historiografía ha considerado que el fuerismo vasco-navarro fue, junto con la defensa del catolicismo, uno de los factores principales que impulsaron la movilización carlista en el norte. Sin embargo, en los últimos años se ha revisado totalmente esta visión, primero para negarla (afirmando que en 1833 no existía tal reivindicación) y después para volverla a tomar con matices.[182]

El capitán de lanceros inglés Charles Frederick Henningsen, que combatió en la primera guerra carlista en el bando legitimista, escribió en 1836 que ni el 5 % de los insurrectos conocía realmente el significado de la palabra «fueros», aunque era familiar a su oído, y que, al preguntar a los soldados por qué luchaban, le contestaban invariablemente «Por Carlos V» o «Por el Rey».[183]​ Del mismo parecer era John Francis Bacon, cónsul británico en Bilbao entre 1830 y 1837, quien afirmó que «no hay nada de común entre la rebelión [carlista] de las Provincias Vascongadas y los fueros que poseían».[184]

También en 1845 Juan Antonio de Zaratiegui, ayudante y secretario del general Zumalacárregui, dejó escrito que era un error afirmar que los navarros habían tomado las armas en la primera guerra carlista para defender sus fueros, ya que en 1833 estaban plenamente vigentes. En su obra «Vida y hechos de don Tomás de Zumalacárregui» Zaratiegui afirmaba poder demostrar que el alzamiento en Navarra no tuvo otro objeto que la defensa de los derechos a la corona de España del infante Carlos María Isidro y protestaba contra los que sostuviesen lo contrario.[185]

 
Pronunciamiento de Muñagorri en favor de la paz y los fueros en Berástegui (1838).

De acuerdo con el escritor fuerista José María Angulo y de la Hormaza, en las Provincias Vascongadas y Navarra fue precisamente el deseo de conservar los fueros lo que propició el fin de la primera guerra carlista. El escribano José Antonio Muñagorri popularizó para ello, con la cooperación del gobierno, el lema de «Paz y Fueros», que facilitaría la conclusión del conflicto mediante el Convenio de Vergara firmado por el general Maroto (considerado como el gran traidor de la causa carlista).[186]

De acuerdo con este autor, los fueros tampoco habrían sido, de hecho, la causa de que en las Provincias Vascongadas y Navarra triunfase el alzamiento carlista por segunda vez en 1872, sino el anticlericalismo y los desórdenes del Sexenio Democrático. Según Angulo y de la Hormaza, el deseo de conservar los fueros habría sido incluso un impedimento para ir a la guerra, ya que la derrota militar podía conllevar la pérdida de los mismos. La consigna al producirse el levantamiento sería «¡Salvemos la Religión aunque perezcan los Fueros!».[187][nota 8]

Para el político liberal vizcaíno Fidel de Sagarminaga,[190]​ vincular los fueros al carlismo era un error, ya que había sido la reivindicación religiosa, y no los fueros, lo que había producido el último alzamiento en la región vasco-navarra, donde a diferencia de otras regiones españolas, no habían triunfado insurrecciones carlistas entre 1839 y 1868, durante todo el reinado de Isabel II.[191]​ Ante la amenaza de que el gobierno de Cánovas del Castillo los suprimiera, en su obra Dos palabras sobre el carlismo vascongado (1875) manifestó:

Hoy nos basta haber procurado demostrar que el carlismo vascongado es un fenómeno con accidentes locales, pero cuya esencia no radica ni vive sola en aquella región; que los fueros no han sido en lo más mínimo parte para producirle, y que en ello no pueden encontrar apoyo los sediciosos y trastornadores, hasta el punto de que solo en el bando de los leales vascongados se encuentran la genuina representación de aquellas instituciones; que la causa que tan dolorosamente ha fomentado la guerra civil, no es otra que la religiosa, esplotada á su vez por ambiciosos de profesión, abrazada con ardor por ánimos inflamables y predicada por ministros del altar con más fe que cordura; que la cuestión religiosa ha sido causa poderosísima de guerra por la forma en que se ha introducido, y las imprudencias de los que la promovieron; que castigar al pueblo vascongado con la pérdida de sus instituciones seria confundir, por primera vez, de una manera solemne y eficaz, a los fueros con el carlismo; que en ello se cometeria una grandiosísima injusticia con respecto á los buenos vascongados (y no son pocos), víctimas más que nadie de la alteración y de la guerra carlista; y que es, en suma, contrario á toda justicia, á toda política previsora, buscar en las venganzas el castigo, y en la agravación de los males su remedio.[192]

A pesar de estos ruegos, los fueros vasco-navarros fueron finalmente suprimidos al promulgarse la Constitución española de 1876, poco después de la tercera guerra carlista. A cambio en 1878 Navarra y las provincias vascas obtuvieron el Convenio y Concierto económico, respectivamente.[193]

Notas

  1. En la carta dirigida a su hija, la que fuera regente de España decía literalmente:
    Viendo, en fin, que yo no tendría nunca el triste valor que procuraba inspirarme, me trató de alma débil y pusilánime, y, acercándose ella misma al lecho del dolor, se dirigió al moribundo y le presentó el papel que era menester que firmase. Tu padre, entonces, dirigiendo hacia ella una mirada suplicante, en que apenas se percibía la última chispa de vida, le dijo con voz apagada: «Déjame morir». Pero tu tía Carlota, asiéndole la mano y llevando la pluma que ella había colocado, le gritó: «Se trata de morir bien; se trata de firmar». Mira tú, hija mía, a qué precio te ha hecho Reina tu tía Carlota.[17]
  2. Los realistas fernandinos daban vivas al «rey absoluto»[19]​ en contraposición a «rey constitucional»,[20]​ al considerar que el monarca debía estar limitado por los preceptos de la religión católica y las leyes del reino, pero no por una Constitución liberal que proclamase la soberanía popular. Según los realistas fernandinos y posteriormente los carlistas, este principio era una «herejía» y un absurdo que se oponía al origen divino del poder y al principio de autoridad.[21]​ Sin embargo, los carlistas rechazaron siempre el apelativo de «absolutistas» y, de hecho, la Princesa de Beira, portavoz del carlismo en la década de 1860, se lo arrojaría a sus adversarios, diciendo en su carta a los españoles que «el liberalismo es puro absolutismo porque se atribuye a sí un poder que no viene de Dios, de quien prescinde».[22]
  3. Durante la misma votación en las Cortes para nombrar a Amadeo de Saboya rey de España, el diputado carlista Antonio Juan de Vildósola ya había amenazado que le combatirían «por todos los medios».[90]
  4. El diputado Rafael Díaz Aguado y Salaberry llegó a decir en el Congreso que era un honor para los carlistas ser odiados por los nacionalistas vascos y que se bastaban ellos solos para combatir a los «enemigos de la Patria», sin necesidad de que actuara la autoridad.[134]
  5. El vallense Tomás Caylá manifestó que los tradicionalistas habían cumplido con su deber al ponerse incondicionalmente al lado de la autoridad militar por el restablecimiento del orden perturbado, pero que había sido un sacrificio para ellos actuar bajo la bandera republicana, que consideraban el símbolo de las causas de todo lo que ocurría.[142]
  6. En uno de los más destacados, sucedido en las fiestas patronales de 1996, radicales proetarras apedrearon la casa de la histórica familia carlista Baleztena —en cuyo balcón tenían colgada una bandera de España—, agredieron a una anciana que se hallaba en su interior y taparon después la fachada con globos de helio y una «ikurriña». En respuesta, Silvestre Zubitur, concejal de Leiza, abatió los globos con una escopeta de perdigones y cayó al suelo la «ikurriña».[165][166]​ Zubitur también estuvo presente en un acto carlista celebrado en 2019 en la misma localidad, durante el cual se rindió un homenaje a Joaquín Muruzábal (primer requeté navarro muerto en la guerra civil), que fue denunciado por EH Bildu en el Congreso de los Diputados.[167]​ También en Pamplona, la casa de la familia Baleztena, famosa por su españolismo carlista y su estrecha vinculación con los Sanfermines, llegó a sufrir un atentado con bomba de ETA, y en 2017 seguía siendo blanco de amenazas.[168]
  7. La llegada de los borbones y el triunfo de Felipe V en la guerra de sucesión había supuesto la supresión de los fueros de la corona de Aragón, pero en el siglo XIX permanecían aún los vascos y navarros. El sistema foral vasco-navarro otorgaba ciertos privilegios. En el ámbito económico, por ejemplo, las aduanas interiores permitían la libre importación de productos, y, en lo político, el pase foral conseguía o negaba validez a las disposiciones reales, limitando la autoridad del rey. Tras la primera guerra carlista el gobierno liberal no suprimió completamente los fueros de las Vascongadas y Navarra, ya que el convenio de Vergara obligaba al Estado liberal a respetarlos siempre que no entraran en conflicto con el nuevo orden constitucional.[181]
  8. Según Fermín de Lasala, este grito había sido ya pronunciado en Zumárraga años antes, en 1865, durante una reunión de personas muy influyentes de Guipúzcoa. Ese año se había producido el reconocimiento por parte de Isabel II del reino de Italia, enemigo del papa Pío IX, y desde entonces los vascongados antiliberales habían contemplado la posibilidad de llegar incluso a la guerra contra el gobierno, dando a la cuestión religiosa prioridad sobre la foral.[188]​ Este mismo relato lo corrobora el historiador Arturo Cajal Valero, quien afirma que la sentencia «¡Salvemos nuestras almas, aunque sucumban los fueros!» se pronunció en petit comité en una de las reuniones electorales que mantuvieron los «neocatólicos» vascos en 1865 y que esa exclamación iba a inspirarles implícitamente en adelante. El liberal José Manuel Aguirre Miramón fue uno de los que constató el dato y se apartó de la candidatura, por considerar que «la causa del país [vascongado]» exigía la habitual política «sensata» de no beligerancia frontal contra el Poder central y que la política tradicionalista era «peligrosísima» para el régimen foral.[189]

Referencias

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Enlaces externos

  •   Datos: Q1178424
  •   Multimedia: Carlist Wars

guerras, carlistas, guerras, carlistas, fueron, serie, contiendas, civiles, tuvieron, lugar, españa, largo, siglo, debieron, lado, disputa, trono, otro, enfrentamiento, entre, principios, políticos, opuestos, carlistas, luchaban, bajo, lema, dios, patria, enca. Las guerras carlistas fueron una serie de contiendas civiles que tuvieron lugar en Espana a lo largo del siglo XIX Se debieron por un lado a una disputa por el trono y por el otro a un enfrentamiento entre principios politicos opuestos Los carlistas que luchaban bajo el lema de Dios Patria y Rey encarnaban una oposicion reaccionaria al liberalismo y defendian la monarquia tradicional los derechos de la Iglesia y los fueros mientras que los liberales exigian hondas reformas politicas por medio de un gobierno constitucional y parlamentario Guerras carlistasFecha1833 1876LugarEspanaConflictoPrimera guerra carlista 1833 1840 Segunda guerra carlista o insurreccion montemolinista 1846 1849 Alzamiento carlista de 1855 Desembarco carlista de San Carlos de la Rapita 1860 Alzamiento carlista de 1869 Alzamiento carlista de 1870 Tercera guerra carlista 1872 1876 ResultadoVictoria del sistema liberal directo 1 fin del regimen republicano y revolucionario indirecto 2 BeligerantesLiberales tambien llamados cristinos isabelinos gubernamentales amadeistas republicanos o alfonsinos Carlistas tambien llamados absolutistas facciosos realistas montemolinistas legitimistas tradicionalistas o catolico monarquicos Figuras politicasRegente Maria CristinaIsabel IIGobierno ProvisionalAmadeo de SaboyaPrimera RepublicaAlfonso XII Carlos VCarlos VICarlos VII editar datos en Wikidata Segun el historiador Alfonso Bullon de Mendoza todos los testimonios de la epoca coinciden en que en 1833 los carlistas eran superiores en numero si bien la mayoria de ellos no actuaron activamente debido a la represion del gobierno 3 Geograficamente donde mayor apoyo popular tenia la causa del infante Carlos Maria Isidro era en gran parte de Castilla la Vieja la zona de Tortosa y la montana de Cataluna 4 y donde mejor organizados estaban sus partidarios era en Castilla la Vieja Extremadura y Andalucia 5 Sin embargo donde finalmente triunfo con mayor fuerza el alzamiento carlista fue en la mayor parte de las Provincias Vascongadas y Navarra ya que la legislacion foral que dejaba la subinspeccion de los cuerpos en manos de las respectivas diputaciones habia permitido que los Voluntarios Realistas no fueran purgados alli como en el resto de Espana 6 Asi pues donde lograron hacerse fuertes los defensores del pretendiente sobre todo durante la primera y tercera guerras carlistas fue en la mitad norte peninsular especialmente en el Pais Vasco y Navarra sus focos mas importantes asi como el norte de Cataluna y el Maestrazgo 7 El convenio de Vergara de 1839 marco el final de la primera guerra carlista pero las insurrecciones e intentonas carlistas continuaron a lo largo del siglo xix y el carlismo volvio a aparecer con fuerza como reaccion a la revolucion de 1868 De gran influencia todavia en la primera mitad del siglo xx la actuacion de la Comunion Tradicionalista seria determinante en la conspiracion contra la Segunda Republica y la sublevacion del 18 de julio de 1936 que dio origen a la guerra civil espanola Indice 1 Antecedentes 2 Las guerras carlistas 2 1 Primera guerra carlista 1833 1840 2 2 Bandolerismo carlista 2 3 Segunda guerra carlista 1846 1849 2 4 Alzamiento carlista de 1855 2 5 Desembarco de San Carlos de la Rapita 1860 2 6 Alzamiento carlista de 1869 2 7 La escodada 1870 2 8 Conspiracion de 1871 2 9 Tercera guerra carlista 1872 1876 3 Insurrecciones y conflictos carlistas posteriores 4 Motivaciones 4 1 Cuestion foral 5 Notas 6 Referencias 7 Bibliografia 8 Enlaces externosAntecedentes Editar La invasion francesa de los Cien Mil Hijos de San Luis que fueron recibidos por el pueblo espanol como libertadores al grito de Viva el rey absoluto y Viva la Religion y la Inquisicion 8 Los enfrentamientos entre carlistas y liberales tuvieron tres episodios destacados en el siglo XIX las tres guerras carlistas Estas contiendas civiles tenian como precedentes la guerra de la Convencion 1793 1795 la guerra de la Independencia 1808 1814 y la guerra realista 1822 1823 en las que se habia combatido ya bajo el lema Dios Patria y Rey 9 y se habian ido conformando los dos bandos que se iban a enfrentar Durante la guerra realista la primera contienda civil espanola del siglo se habia alzado contra el nuevo gobierno constitucionalista el llamado Ejercito de la Fe que en nombre de Fernando VII constituyo una regencia en Urgel Cataluna Algunos meses despues en abril de 1823 llegaba en ayuda de los realistas espanoles el Ejercito frances de los Cien Mil Hijos de San Luis que logro liberar al rey y que a diferencia de la invasion francesa de 1808 no solo no encontro resistencia en la poblacion sino que fue recibido con entusiasmo 10 Pero el Trienio Liberal con sus medidas secularizadoras habia sentado las bases del enfrentamiento social en Espana que se agudizaria con la segunda restauracion de Fernando VII Aquel periodo inmediatamente anterior a la primera guerra carlista seria conocido por la historiografia oficial como la Decada Ominosa por la represion que se llevo a cabo contra los conspiradores e insurrectos liberales Los carlistas herederos del realismo fernandino recordarian en anos posteriores que los primeros facciosos que se habian rebelado contra el gobierno legitimo habian sido los liberales y que el golpe de Estado de Riego que en 1820 dirigio contra Fernando VII un poderoso Ejercito destinado a sofocar la rebelion independentista en America habia hecho perder a Espana la mayor parte de sus colonias Los liberales en cambio presentarian a personajes como Rafael del Riego o Jose Maria de Torrijos como heroes nacionales victimas del fanatismo absolutista 11 Maria Cristina de Borbon Dos Sicilias esposa de Fernando VII y regente del reino a la muerte de este Sin embargo para los partidarios del Antiguo Regimen aquella decada despotica habia supuesto asimismo una serie de concesiones al liberalismo moderado En 1826 llego a aparecer un manifiesto firmado por una Federacion de Realistas Puros que pretendia elevar al trono al infante Don Carlos y derrocar a Fernando VII si bien varios historiadores contemporaneos consideran probado que se trataba de una falsificacion liberal para perjudicar al infante y enemistarlo con su hermano En cualquier caso en 1827 se produjo un levantamiento de los llamados apostolicos ultrarrealistas 12 la guerra de los malcontents localizada otra vez en Cataluna Los insurrectos que creian nuevamente cautivo a Fernando VII reclamaban entre otras medidas el restablecimiento de la Inquisicion y protestaban contra la impunidad con que las partidas de liberales asesinaban a clerigos y realizaban todo tipo de saqueos violaciones y crimenes contra aquellos que tachaban de serviles 13 En medio de este clima social el rey Fernando VII que preveia un gran problema sucesorio al no disponer de descendencia masculina directa promulgo en 1830 una Pragmatica Sancion por la que pretendia derogar el Reglamento de sucesion de 1713 aprobado por Felipe V comunmente denominado como Ley Salica que impedia que las mujeres accedieran al trono 14 A los pocos meses su cuarta esposa dio a luz a una nina Isabel que fue proclamada princesa de Asturias 15 Cuando en otono de 1832 Fernando VII cayo gravemente enfermo los seguidores de su hermano Carlos Maria Isidro de Borbon consiguieron que el rey firmara la derogacion de la Pragmatica los llamados Sucesos de La Granja lo que supondria que este heredaria el trono Pero recuperado de la enfermedad Fernando VII tuvo tiempo de restablecer la validez de la Pragmatica Sancion antes de su muerte el 29 de septiembre de 1833 7 A pesar de ello los partidarios del Infante Carlos Maria Isidro consideraron que este decreto se habia sancionado de forma despotica e ilegal al no haber sido convocadas las Cortes tradicionales y que por tanto la legislacion salica seguia en vigor 16 El Infante Carlos Maria Isidro de Borbon Carlos V segun sus partidarios Por otra parte segun una confidencia que escribiria Maria Cristina de Borbon a su hija Isabel diez anos despues habria sido la infanta Carlota liberal convencida y enemiga de Carlos Maria Isidro quien presiono a Fernando VII en su lecho de muerte para que firmase la anulacion del decreto derogatorio ante la falta de interes del rey agonizante y la indecision de su esposa 17 nota 1 Como Isabel solo contaba en ese momento con tres anos de edad Maria Cristina asumio la regencia y llego a un acuerdo con los liberales moderados para preservar el trono de su hija frente al alzamiento de los partidarios de Don Carlos 7 Estos se denominaron carlistas y eran favorables a la monarquia tradicional espanola Sus enemigos les tildaban de absolutistas porque procedian del realismo fernandino 18 nota 2 Entre los partidarios de Don Carlos se encontraba la mayor parte del pueblo 3 especialmente campesinos y artesanos sobre todo del mundo rural que recelaban de las reformas y de las ideas ilustradas o masonicas pero tambien un quinto de la nobleza espanola y buena parte del estamento eclesiastico especialmente el bajo clero y el clero regular ademas de algunos obispos Los partidarios de los derechos de Isabel fueron conocidos como isabelinos o cristinos por la regente Maria Cristina El gobierno apoyado por los liberales encontro defensores en la poblacion urbana la burguesia y buena parte de la nobleza 23 Segun Alfonso Bullon de Mendoza desde octubre de 1832 se habia establecido una autentica dictadura policiaco militar en Espana que desarticulo la mayor parte de las tramas que habian organizado los seguidores de Don Carlos para actuar tan pronto como muriese Fernando VII Esta intensa represion permitiria el dominio cristino en la mayor parte del pais 3 Las guerras carlistas EditarPrimera guerra carlista 1833 1840 Editar Articulo principal Primera guerra carlista Vista de una calle de Abrantes ciudad portuguesa en la que Don Carlos firmo un manifiesto reclamando sus derechos al trono de Espana Fernando VII murio en septiembre de 1833 y el infante Carlos Maria Isidro de Borbon desde Portugal tomo la voz y dictado de monarca y se dirigio como tal a los secretarios del despacho asi como a los primeros tribunales magistrados y corporaciones del reino Como al mismo tiempo rechazo todas las mediaciones y todas las ofertas se decreto su exclusion y la de toda su linea del derecho a suceder en el trono 24 De este modo estallaba la guerra civil conocida mucho despues como primera guerra carlista que seria la mas renida y sangrienta del siglo XIX 25 En Portugal se unieron a Don Carlos la princesa de Beira el general Cabanas Abren y muchos otros espanoles y alli comenzo a organizarse alguna fuerza a las ordenes de Moreno y de Maroto 24 La guerra se inicio tras el manifiesto de Abrantes publicado por Don Carlos el 1 de octubre nada mas morir su hermano Fernando en el que declaraba su ascension al trono como rey Diferentes puntos de la Peninsula dieron el grito de insurreccion a consecuencia de este documento pero las tropas de la reina sofocaron estos levantamientos y el general Lorenzo obtuvo varias victorias contra las filas carlistas 26 Tras la proclamacion de Isabel II como reina el 25 de octubre de 1833 se publico un decreto de desarme general de los realistas y esto aumento las filas carlistas a pesar de las derrotas que experimentaban En funcion de sus ideas y principios los espanoles de la epoca estaban claramente divididos en dos bandos el uno absolutista y el otro liberal Francia Inglaterra y Portugal apoyarian la causa de la reina pero las potencias del norte Rusia Austria y Prusia no quisieron reconocer al gobierno 26 Tomas de Zumalacarregui 1788 1835 su muerte supondria un importante reves para los carlistas El general Rodil comandante de la linea fronteriza y ya avezado a este genero de operaciones militares como que las habia practicado en tiempo del rey difunto recibio del gobierno el encargo de apoderarse a toda costa de Don Carlos Entonces se dijo que habia alimentado algunas confidencias dirigidas a lograrlo creyeron otros que apelo con el mismo objeto a diferentes medios en los cuales enlazaba la astucia con la fuerza y no falto quien asegurase que su antiguo reconocimiento por los individuos de la familia real fue causa de que no aprehendiese entonces a Don Carlos como podia haber hecho Rodil en combinacion con las fuerzas del emperador Pedro invadio Portugal y el resultado de aquel paso fue que Don Carlos se acogio a bordo del buque de guerra ingles Donegal y se refugio en Londres 24 La guerra empezaba mal para las armas carlistas con la captura y fusilamiento del general Santos Ladron de Cegama en Pamplona y del baron de Herves en Teruel 27 Sin embargo en las Provincias Vascongadas y Navarra gracias a sus privilegios forales los carlistas lograron hacerse fuertes Pronto controlaron el medio rural aunque ciudades como Bilbao San Sebastian Vitoria y Pamplona permanecieron fieles a la regente Maria Cristina La vacilacion del gobierno y el gran apoyo popular permitieron a los carlistas organizar la guerra con el metodo de guerrillas hasta que el general Zumalacarregui logro organizar un autentico ejercito en territorio vasco navarro y el general Cabrera unifico las partidas aragonesas y catalanas 28 En 15 de febrero de 1834 se expidio el decreto que prescribia la formacion de una milicia urbana cuya creacion se limitaba a donde se contasen mas de 700 vecinos pues como el estado de la guerra civil se presentaba cada dia menos lisonjero a los ojos de los espanoles se hacia indispensable la extraccion de tropas del ejercito para combatir a los carlistas y la milicia urbana resulto un auxilio muy poderoso para el gobierno en las capitales del reino 26 El frente en su momento algido El general gubernamental Valdes encargado entonces del mando de las tropas de las provincias del Norte con el objeto de exterminar la faccion empleo medios bastante rigurosos que resultaron contraproducentes 26 En un principio las partidas carlistas eran mas benignas con los prisioneros se contentaban con desarmarlos y dejarlos en plena libertad para volver a sus cuerpos Sin embargo los cristinos que consideraban a los carlistas como bandidos y malhechores y escudados con la legislacion existente pasaban por las armas a cuantos enemigos apresaban y no daban cuartel ni a los que se les rendian sin oponer resistencia El general Quesada que sucedio a Valdes en febrero encrudecio aun mas la enemistad con disposiciones muy severas y Zumalacarregui pensando contener tanto furor y hacer valer para los suyos las leyes de la guerra empezo a usar tambien de represalias Desde aquel momento todo el que era hecho prisionero o caia herido en el campo de batalla independientemente de su grado militar era arcabuceado Queriendo ir aun mas alla Quesada apreso a los padres hermanos mujeres hijos y parientes de los carlistas en armas y amenazo con sacrificar uno de ellos por cada uno de los oficiales o soldados prisioneros que fuesen fusilados en el campo contrario 29 El 10 de abril de 1834 se firmo en Aranjuez el Estatuto Real que no satisfizo a muchos y genero numerosas quejas El 22 de este mes quedo tambien terminado el pacto que se llamo tratado de la Cuadruple Alianza cuyo convenio alento a los liberales que con la proteccion de las naciones extranjeras creyeron ver finalizada la sangrienta lucha espanola 26 Poco tiempo permanecio Don Carlos en Inglaterra merced a los manejos de Louis Xavier Auguet de Saint Sylvain conocido despues por el titulo de baron de los Valles y a la permisividad del gobierno de Gran Bretana pese a estar aliado con el gobierno espanol logro fugarse disfrazado atravesar Francia y entrar en las Provincias Vascongadas la noche del 8 de julio de 1834 Poco despues entro en Elizondo donde Zumalacarregui enterado ya de su llegada le aguardaba con lo mas escogido de sus escasas fuerzas porque entonces comenzaba a dar consistencia y organizacion a aquellas partidas carlistas que mas adelante habian de formar un numeroso ejercito 30 File Infanteria Navarra album jpgInfanteria carlista de Navarra Por entonces Espana padecia una epidemia de colera que llego a Madrid Se hizo creer al pueblo que los estragos de mortandad que ocurrian eran efecto de un veneno activo que habian arrojado a las fuentes los frailes que eran conocidos por sus ideas absolutistas lo que desencadeno la matanza de frailes del 17 de julio de 1834 26 El dia 24 del mismo mes se verifico la reunion de cortes generales del reino cuya apertura se celebro en medio de un suntuoso ceremonial Rodil Cordova y Mina fueron quienes sucesivamente tomaron el mando de las tropas de las provincias pero los resultados nunca fueron enteramente favorables a la causa de los liberales a pesar de los diferentes generales que se nombraban 31 Con el objeto de evitar los terribles actos de inhumanidad con que ambos partidos beligerantes se distinguian en las provincias del Norte con respecto a las represalias se procedio a un tratado llamado de Eliot el cual quedo terminado en 27 de abril de 1835 y que concluyo con la subida al ministerio de Mendizabal y varias victorias obtenidas por las tropas isabelinas 32 Deseosa la corte de Don Carlos de comprobar el apoyo popular con que contaban concibio el proyecto de mandar una expedicion que recorriese todos aquellos puntos distantes del teatro de su dominio pero este pensamiento puesto en practica tuvo para los carlistas muy mal resultado 32 Un canje de prisioneros entre ambos ejercitos ya avanzada la guerra En 1836 los liberales fusilaron a la madre de Cabrera lo que supuso un suceso trascendental para que su hijo desplegase contra las tropas de la reina una gran crueldad La lucha entre ambos bandos era cada dia mas encarnizada lo que hizo que el descontento popular fuese en aumento y en Valencia Malaga y otros puntos los liberales mas exaltados se alzaron contra el gobierno repetidas veces Numerosos grupos recorrian las calles de Madrid dando vivas a la Constitucion cuyo codigo querian restablecer y tras el motin de La Granja de San Ildefonso el general Quesada fue asesinado por la plebe y se proclamo el texto constitucional de 1812 32 Entre tanto la expedicion del general carlista Gomez Damas invadio varias regiones de Espana y llego hasta Galicia Andalucia y Extremadura Durante esta expedicion Gomez conquisto un gran numero de capitales de provincia y ciudades importantes pero no logro retenerlas para el bando carlista En diciembre de 1836 el general Espartero consiguio romper el sitio de Bilbao tras la batalla de Luchana lo que supuso un importante triunfo para las armas liberales y amilano al partido carlista que desde entonces comenzo a decaer visiblemente 32 El abrazo de Vergara entre Maroto y Espartero Don Carlos a pesar de sus anteriores descalabros se encamino con su ejercito hacia la capital de Espana en la llamada Expedicion Real pero el pueblo de Madrid y su Milicia Nacional entusiasmada con la presencia de la misma reina gobernadora tomo entonces una actitud imponente para la defensa Espartero acudio con su ejercito y los partidarios del pretendiente tuvieron que desistir de su empeno pese a haber dirigido las guerrillas de su ejercito de vanguardia hacia la capital Con todo los triunfos obtenidos por las armas de la reina no impidieron que al finalizar el ano 1837 las huestes de Don Carlos siguiesen recorriendo impunemente las provincias de Valencia Aragon y Calaluna Pero los fracasos del pretendiente se repetian con frecuencia lo que acabaria generando la desunion y la mala fe en sus filas 32 Durante el transcurso de la guerra asesoraron a Don Carlos Zumalacarregui Eguia Maroto el infante Sebastian Gabriel el obispo de Leon Erro Tejeiro el padre Cirilo y muchos otros 30 El ultimo periodo del conflicto estuvo marcado por la iniciativa del ejercito liberal al mando de Espartero La indecision del pretendiente y la duracion de la guerra que se hacia interminable introdujo la division entre sus partidarios y se suscitaron intrigas y ambiciones entre los mismos 30 Tras el fracaso de la Expedicion Real el pretendiente publico un manifiesto en Arciniega el 29 de octubre de 1837 que mostraba por primera vez la desunion reinante en el campo carlista y asesorado por su ministro Jose Arias Teijeiro llevo a cabo una reorganizacion de sus fuerzas y nombro jefe de Estado Mayor al general Guergue 33 Segun Mellado los carlistas estaban por entonces divididos entre apostolicos y moderados Los primeros con los que simpatizaba el propio Don Carlos estaban encabezados por el citado Teijeiro y el obispo de Leon Joaquin Abarca 34 El general Baldomero Espartero titulado duque de la Victoria por haber derrotado a los carlistas en la primera guerra civil Se atribuyo a los apostolicos tambien conocidos como brutos 33 los asesinatos del brigadier Cabanas y del conde de Espana asi como el fusilamiento sin formacion de causa del teniente coronel Urra 34 Pero el enfrentamiento interno llego a su punto culminante en febrero de 1839 cuando el general Maroto que habia sucedido a Guergue tras la derrota de Penacerrada 35 y pertenecia a la faccion moderada mando fusilar en Estella sin formacion de causa a los generales Guergue Garcia Sanz al brigadier Carmona y al intendente Uriz lo que provoco las iras de Don Carlos que lo declaro traidor 36 En abril las tropas de la reina mandadas por Espartero iniciaron sus operaciones contra la localidad cantabra de Ramales ocupada por los carlistas y se apoderaron de su fuerte despues de algunas semanas de asedio Espartero que iba de victoria en victoria tomo despues Guardamino 37 Resuelto a poner fin a la guerra en agosto Maroto firmo con el general Espartero el celebre convenio de Vergara 30 que sellaba la paz en Espana En este documento se acordo mantener los fueros en las Provincias Vascongadas y Navarra e integrar a la oficialidad carlista en el ejercito liberal Los carlistas que permanecieron leales al pretendiente considerarian el convenio la razon de su derrota militar 38 Al morir Maria Francisca esposa de Don Carlos este se caso en segundas nupcias el 2 de febrero de 1838 con la hija de Juan VI de Portugal la princesa de Beira Este matrimonio contraido en Salzburgo y ratificado despues en Azcoitia y en el palacio del Duque de Granada se hizo publico mas adelante e inspiro a los carlistas esperanzas todavia de triunfo pues creian que la princesa traeria al pretendiente poderosos auxilios de los soberanos del norte de Europa Pero las ilusiones quedaron bien pronto desvanecidas y la misma princesa cuando se publico el convenio fue acusada de traidora por los carlistas sublevados en Vera capitaneados por el cura Echevarria y amenazada de muerte riesgo del cual se libro por un gran arranque de valor personal 30 Retrato de Ramon Cabrera titulado conde de Morella por los carlistas Don Carlos despues de seguir varios y muy diferentes pareceres de los que le rodeaban sin decidirse enteramente por ninguno se retiro hacia Elizondo y entro en Francia por Urdax con las fuerzas que le acompanaban y otro verdadero ejercito de empleados que seguian su suerte Se dijo que al poner el pie en el territorio frances sereno y conforme como era costumbre en el manifesto que estaba satisfecho de haber cumplido sus deberes como rey El gobierno frances mando alojar al pretendiente con la vigilancia indispensable primero en Ezpeleta y despues en Bourges brindandole con socorros que desdeno no asi los que le facilitaron los soberanos de Austria Prusia y Cerdena ni tampoco los que periodicamente y desde Espana le prodigaron sus mas fieles adictos 30 Una multitud de carlistas se negaron a aceptar el convenio de Vergara y fueron pasando a Francia en condiciones penosas y miserables pues preferian la emigracion a la deshonra 39 Las partidas de irredentos dirigidos por Cabrera continuaron la guerra en el Maestrazgo desde donde dominaban casi la totalidad de las provincias de Teruel y Castellon y buena parte de las demas provincias adyacentes Para humanizar la guerra en abril de 1839 Cabrera habia firmado con Van Halen el convenio de Segura 40 y despues se habia dedicado a fortificar sus posiciones A fines de 1839 Cabrera se puso gravemente enfermo pero su subordinado Arnau y otros siguieron realizando incursiones en las provincias de Cuenca y Albacete 41 Con unas fuerzas veinte veces superiores Espartero junto con Zurbano y otros generales isabelinos 32 inicio un plan de ataque con el que capturo Segura Castellote tras una feroz resistencia y otras plazas Estrechaba asi cada vez mas el cerco a los carlistas hasta que en mayo de 1840 logro finalmente tomar Morella 42 lo que obligo a Cabrera y los suyos a pasar a Berga y desde alli a Francia Espartero entro triunfante en Barcelona donde fue recibido con jubilo 43 Bandolerismo carlista Editar Finalizada la guerra civil hubo casos de excombatientes carlistas que a pesar de haberse acogido al indulto del gobierno fueron victimas de acusaciones persecuciones y encarcelamientos lo que obligo a algunos de ellos a volver a echarse al monte 44 45 Fueron los conocidos como trabucaires en Cataluna y latrofacciosos en el resto de Espana particularmente en La Mancha Sin embargo no todos los que recibieron estos apelativos eran carlistas sino que muchas veces se trataba de simples bandoleros que la literatura oficial confundia con los partidarios del pretendiente para desprestigiar el carlismo 46 Durante la regencia de Espartero algunos cabecillas emigrados en Francia como Planademunt o Felip entraron nuevamente en Cataluna y al frente de algunos hombres realizaron secuestros de hacendados y acciones espectaculares contra los milicianos nacionales y los mozos de escuadra Asimismo en 1842 Jose Miralles alias el Serrador y Tomas Penarroya alias el Groc entre otros levantaron nuevas partidas en el Maestrazgo 47 y lograron mantenerse durante dos anos hasta que el 26 de mayo de 1844 las tropas del gobierno lograron dar muerte al Serrador cerca de Benasal 48 y en junio del mismo ano el Groc fue asesinado a traicion en una masia 49 Segunda guerra carlista 1846 1849 Editar Articulo principal Segunda guerra carlista Carlos Luis de Borbon y Braganza conde de Montemolin Carlos VI Ya en la decada moderada el carlismo habia quedado desacreditado por la derrota en la primera guerra habia sido abandonado por muchos de sus famosos defensores tras el convenio de Vergara y era juzgado por muchos como incompatible con la civilizacion de la epoca 50 A fin de mantener viva la causa carlista en octubre de 1844 el representante de Carlos Maria Isidro Antonio de Arjona fundo en Madrid el diario La Esperanza El 18 de mayo del ano siguiente Don Carlos abdico en su hijo primogenito Carlos Luis de Borbon y Braganza con la intencion de que este procurase contraer matrimonio con su prima Isabel II y resolviese asi el pleito dinastico 51 Carlos Luis titulado conde de Montemolin y conocido como Carlos VI por sus defensores penso entonces que era forzoso transigir con las circunstancias de la epoca modificar algun tanto sus principios y admitir algunos de los progresos de la revolucion liberal Con este objeto dirigio a los espanoles un manifiesto el 23 de mayo de 1845 que fue el acicate a que respondio con entusiasmo todo el partido montemolinista 50 Uno de los principales valedores de la idea de casar a Isabel II con el conde de Montemolin era el clerigo catalan Jaime Balmes quien inspiro un partido monarquico escindido del partido moderado Pero el proyecto de matrimonio fracaso entre otras cosas debido a las exigencias de los carlistas que no se conformaban con que Carlos Luis fuese el rey consorte a la escasez de apoyos internacionales del pretendiente especialmente en la Francia de Luis Felipe de Orleans a la oposicion de Narvaez y al hecho de que a Isabel le desagradaba el aspecto fisico de su primo que padecia estrabismo Finalmente el 28 de agosto de 1846 se anuncio el proximo matrimonio de la reina con otro de sus primos Francisco de Asis de Borbon que contaba con el apoyo de Francia 52 En Bourges el conde de Montemolin lanzo una nueva proclama el 12 de septiembre 53 luego paso a Londres para organizar sus proyectos y desde alli dirigio la segunda guerra carlista tambien conocida como guerra de los matiners o montemolinista Los partidarios de mas nombradia en la guerra anterior incluido Cabrera se lanzaron a las montanas de Cataluna donde aprovecharon el rechazo de la poblacion a la contribucion de las quintas que el gobierno moderado acababa de introducir en Cataluna 54 Los partidarios de Montemolin organizaron sus partidas y reavivaron la guerra civil En esta ocasion los carlistas tomaron tambien el nombre de montemolinistas La accion de mas importancia de esta nueva campana fue la sorpresa de Cervera hecha por Benito Tristany en la madrugada del 16 de febrero de 1847 50 Editorial del diario carlista La Esperanza tras constatarse la derrota de los montemolinistas en 1849 La movilidad suma de las partidas montemolinistas y el apoyo que hallaban en el pais traian entretenidas sin fruto a numerosas tropas de la reina y frustraban los planes mejor combinados de los capitanes generales de Cataluna Al general Pavia sucedio Concha a el otra vez Pavia y a este Cordoba sin que en todo este tiempo se pudiese adelantar gran cosa sobre los montemolinistas al contrario estos derrotaron la columna de Bofill la del general Paredes y la del brigadier Manzano a quien hirieron e hicieron prisionero De resultas de este desastre fue separado el general Cordoba de la capitania general y nombrado sucesor suyo Manuel de la Concha marques del Duero 50 El fuego de la insurreccion habia cundido en otras provincias de Espana y habia partidas en Guipuzcoa Navarra Santander Extremadura y Andalucia y Cabrera se atrevio a hacer incursiones en el Alto Aragon desde Cataluna Ademas las partidas centralistas o republicanas que por entonces se formaban favorecian indirectamente a los partidarios de Montemolin y distraian a las tropas de la reina 50 Sin embargo muchos carlistas habian presenciado con indiferencia los acontecimientos de esta guerra Para el carlista E Pablo de Cordoba la causa de ello era la reforma que en su antiguo lema habian introducido los nuevos campeones de la legitimidad 55 los cuales en los primeros momentos de la guerra en lugar de dar el grito de Religion y D Carlos como en la pasada campana habian incluido en sus proclamas la consigna Constitucion y Carlos VI 56 Esta estrategia con la que esperaban ganar aliados entre las tropas isabelinas o entre los liberales progresistas seria tambien criticada a posteriori por Pedro de la Hoz 57 Tambien en esta ocasion hubo falta de unidad entre los alzados sobre todo entre los que sostenian que Carlos Luis debia entrar en Espana y los que manifestaban lo contrario 58 En opinion de Cordoba la presencia temprana del conde de Montemolin hubiera podido cambiar el rumbo de la guerra Indudable era el peligro que D Carlos Luis hubiera corrido en Espana pero no lo era menos que su presencia hubiera producido un levantamiento en algunas provincias y muy principalmente en toda Cataluna El disgusto de los pueblos por la cuestion de matrimonio de las infantas las vejaciones que los Gabinetes moderados hacian sufrir a los habitantes del Principado muy particularmente donde el estado de sitio llegara a ser el estado normal las continuas exacciones los atropellos de que fueran victimas muchos de los ciudadanos favorecian a la causa de D Carlos y era de esperar que aprovechando la ocasion que se les ofrecia para derrocar aquella situacion hubieran abrazado la bandera de la legitimidad 59 La guerra se prolongo hasta el 26 y 27 de enero de 1849 en que ocurrio la accion del Pastoral en la que fue derrotado y herido Cabrera este golpe ya hizo declinar la guerra que sufrio un golpe mortal con la prision del conde de Montemolin verificada al entrar este finalmente en Espana el 4 de abril Y aunque el conde recobro luego su libertad y pese a que Cabrera volvio a campana los pueblos abandonaban ya a su suerte a los montemolinistas a estos no les venian ya auxilios del extranjero porque eran escasas las probabilidades de la victoria la guerra no se podia hacer por falta de recursos materiales y la insurreccion montemolinista sucumbio por fin como anuncio el general Concha al pueblo espanol en su proclama de 19 de mayo del mismo ano 50 Alzamiento carlista de 1855 Editar Articulo principal Alzamiento carlista de 1855 Marcelino Gonfaus alias Marsal La revolucion de 1854 y su orientacion anticlerical hizo reaccionar nuevamente a los carlistas sobre todo por la intencion que tenian los progresistas de reformar la Constitucion para proclamar la libertad de cultos 60 Contra ello los defensores de la unidad catolica dirigieron exposiciones a las Cortes levantaron su voz en la tribuna y en la prensa y al cundir entre los pueblos la noticia de la pretendida reforma hubo quienes quisieron recurrir al levantamiento en armas 60 En la misma Corte el temor a la Vicalvarada y al subsiguiente bienio progresista del gabinete Espartero O Donnell la llevo a intentar nuevas negociaciones para la reconciliacion de las dos ramas de la familia real a fin de oponerse juntos a los revolucionarios enemigo comun de ambas ramas de la dinastia Pero el proyecto no llego a materializarse y los carlistas acabaron planeando en solitario la insurreccion 61 El nuevo levantamiento empezaria de manera descoordinada y antes de tiempo debido a la impaciencia de algunos cabecillas carlistas 61 En marzo y abril de 1855 se levantaron en Castilla la Vieja algunas partidas que aclamaron a Carlos VI como la de los Menoyos y la de los Hierros 60 asi como la mandada por Angel Casimiro Villalain si bien su actuacion fue en un primer momento escasa 62 Hombres notables del partido legitimista estaban reunidos en Zaragoza para organizar la insurreccion a nivel nacional Pero a mediados de 1855 el gobierno tuvo conocimiento de la conspiracion El capitan Cipriano de los Corrales seguido de 70 jinetes del regimiento de Bailen y de algunos paisanos salio entonces de Zaragoza el 22 de mayo y dio el grito de Viva Carlos VI cortando el hilo telegrafico que comunicaba a la capital de Aragon con Madrid Esto dio lugar a que se alzaran mas facciones en Aragon que fueron perseguidas por la tropa y la Milicia Nacional 63 Sin embargo como en la segunda guerra carlista donde tuvo mas importancia fue en Cataluna en la que entraron desde Francia Marsal Borges Rafael Tristany Estartus y otros emigrados Se levantaron partidas numerosas como las de Boquica Comas y Juvany Marsal fue investido del cargo de comandante general interino y Tristany a quien acompanaban sus hermanos del de comandante general de la provincia de Barcelona El primero que cayo herido y fue hecho prisionero en Orriols fue fusilado en Gerona el 8 de noviembre de 1855 Tristany al frente de unos 200 hombres logro sostenerse un ano y despues emigro de nuevo 64 Desembarco de San Carlos de la Rapita 1860 Editar Articulo principal Desembarco carlista de San Carlos de la Rapita Las condiciones de paz de la guerra de Africa que no entregaban a Espana Tanger ni Tetuan a pesar de la victoria generaron un clima de descontento producido en el Ejercito y el pueblo Carlos Luis y sus partidarios pensaron en aprovechar esta coyuntura asi como el hecho de que las tropas siguiesen aun en Africa y realizaron una nueva intentona que incluia todo un programa de gobierno para dar solucion a los problemas de Espana 65 El 1 de abril de 1860 el general Ortega capitan general de Baleares que se habia hecho recientemente carlista tras conocer las maniobras de la infanta Carlota antes de la muerte de Fernando VII realizaba el pronunciamiento con el que pretendia proclamar rey a Carlos VI enviando una expedicion militar a la peninsula cerca de la poblacion de San Carlos de la Rapita Fracaso debido a la negativa de sus propios oficiales a secundarlo Ortega fue fusilado por un consejo de guerra formado por capitanes ante las protestas del general que consideraba que debia ser juzgado por un tribunal civil o bien por un consejo de guerra de generales segun correspondia a su grado 66 La joven Isabel II lee una reveladora carta de su madre en 1842 en la que la antigua regente le comunicaba desde el exilio que la infanta Carlota habia sido la causante del pleito dinastico con su tio Carlos Maria Isidro dibujo de 1902 67 El general Ortega tuvo tambien conocimiento de estos hechos El conde de Montemolin que desembarco en Espana con esta intentona se vio obligado a huir y se oculto en Ulldecona pero el 21 de abril fue detenido junto a su hermano Fernando de Borbon y Braganza y trasladado a Tortosa donde se le obligo tanto a el como a su hermano a hacer una renuncia de sus derechos al trono Sin embargo una vez en libertad y en el extranjero manifesto que aquella renuncia no habia tenido validez 68 Segun uno de los carlistas implicados en esta intentona los carlistas nunca creyeron mas seguro el triunfo de su causa que en 1860 De acuerdo con este testimonio tanto Isabel II como su marido Francisco de Asis que mantenian correspondencia con el primo de ambos Carlos Luis habian reconocido privadamente que ocupaban el trono de manera ilegal por lo que Isabel estaba dispuesta a abdicar en Carlos Ademas no solo el general Ortega sino tambien el general Dulce capitan general de Cataluna y muchos otros militares debian secundar el movimiento aunque finalmente faltaron a su compromiso Segun este testimonio el general Ortega fue condenado a muerte por quienes antes habian sido sus amigos temiendo que las revelaciones que podia hacer marcarian en sus rostros el estigma de la traicion y felonia 69 Antes de ser fusilado Ortega pidio a su ayudante Francisco Cavero que en caso de que le sobreviviera no delatase jamas a los que habian estado implicados 70 Alzamiento carlista de 1869 Editar Articulo principal Alzamiento carlista de 1869 La revolucion de 1868 haria revivir el carlismo con toda fuerza y energia 71 Arturo Masriera describio la situacion de la siguiente manera El derribo de templos y conventos los atropellos contra inocentes e indefensas senoras que por ser tales y ser a la vez religiosas no obtuvieron consideracion ni respeto de los gobiernos revolucionarios el ateismo proclamado desde el templo de las leyes las iniquidades contra los ministros del Senor y la persecucion abierta o solapada contra todo lo que significaba el espiritu de fe de tradicion y de instituciones patrioticas bastaron para despertar de su letargo a los carlistas que desde los primeros dias de la Revolucion se dividieron en dos grupos los piadosamente timidos que todo lo esperaban de la oracion y la Providencia y los animosamente bravos que anhelaban lanzarse al campo y por la fuerza de las armas redimir a Espana del yugo revolucionario 72 Tras el destronamiento de Isabel II y el subsiguiente periodo revolucionario numerosos politicos y militares moderados que habian sido antes leales a la reina fueron pasando a las filas carlistas Para ellos la salvacion de Espana se hallaba en el nuevo y joven pretendiente Carlos de Borbon y Austria Este Carlos VII en quien su padre Juan de Borbon y Braganza rechazado por los carlistas por su pensamiento liberal 73 habia abdicado sus derechos 74 Eustaquio Diaz de Rada El ambiente de inestabilidad politica originado por la revolucion de Septiembre y la cuestion religiosa suscitada con la promulgacion de la Constitucion espanola de 1869 que sancionaba la libertad de cultos en vulneracion del Concordato con la Iglesia motivo que los carlistas se lanzasen a un alzamiento en el que se iba a reivindicar especialmente la llamada unidad catolica defendida por los diputados carlistas en las Cortes 75 y calificada por Don Carlos como simbolo de nuestras glorias patrias espiritu de nuestras leyes bendito lazo de union entre todos los espanoles en una carta manifiesto a su hermano Alfonso que sirvio como exposicion doctrinal de su causa 76 Resuelto a cenir la corona y salvar a Espana Carlos VII habia nombrado general en jefe a Cabrera para ganarse a los demas cabecillas carlistas que confiaban en su prestigio 77 Sin embargo Cabrera aunque tenia ya trabajos de conspiracion avanzados 77 consideraba que era preciso aguardar aun y centrarse en adquirir fondos 78 mientras que Don Carlos creia su honor comprometido y estaba dispuesto a entrar en Espana como fuese Ofendido por la falta de entusiasmo de Cabrera 79 dispuso en julio un levantamiento sin contar con el 80 Segun el plan debian tomarse rapidamente Figueras y Pamplona cuyas guarniciones estaban comprometidas Cataluna se sublevaria y un general del Ejercito se pondria al frente de Madrid Este ultimo se nego a obedecer porque tenia un compromiso previo con Cabrera 81 y tampoco se logro tomar Figueras ni Pamplona 82 No obstante algunos carlistas ignorando el fracaso del plan se levantaron a finales de julio En la provincia de Leon destaco la partida del exalcalde de Leon Pedro Balanzategui que fue fusilado por la Guardia Civil y en La Mancha la del general Polo 83 que fue apresado y desterrado a las Islas Marianas 84 Tras haber senalado la mala organizacion del golpe debido a la cual los militares que estaban comprometidos con los carlistas no se habian movido el 7 de agosto Cabrera presento su dimision de la jefatura carlista Don Carlos indeciso permanecio algun tiempo cerca de la frontera espanola confiando aun en que el movimiento se extenderia a Cataluna 85 Finalmente se traslado a Ginebra 76 La escodada 1870 Editar Articulo principal Alzamiento carlista de 1870 Tras esta primera intentona por Carlos VII en agosto de 1870 se produciria una segunda en las Provincias Vascongadas 83 planeada por Eustaquio Diaz de Rada 86 La impaciencia de algunos jefes carlistas que estimaban que era preciso aprovechar la coyuntura de la guerra franco prusiana y contaban con el compromiso y las adhesiones de muchos oficiales del Ejercito e incluso de la Guardia Civil en alguna provincia de Castilla les habia llevado a planear otro alzamiento que no obtuvo la autorizacion de Don Carlos 87 A pesar de ello debido a una trampa urdida por el coronel del Ejercito Jose Escoda y Canela quien fingio haberse aliado a los carlistas con la intencion de capturar al pretendiente se llevo a cabo finalmente una sublevacion espontanea Las partidas alzadas fueron rapidamente reprimidas por el capitan general de las Vascongadas y Navarra Allende Salazar 86 Conspiracion de 1871 Editar Beneficiados por la libertad ideologica del Sexenio Democratico para los partidos antidinasticos y la adhesion de la mayoria de los llamados neocatolicos a Carlos de Borbon y Austria Este tras la revolucion de 1868 el carlismo habia revivido como fuerza politica y se publicaban numerosos folletos y periodicos carlistas en toda Espana 88 Pero las nuevas libertades politicas no habian traido la concordia social sino todo lo contrario y la partida de la porra de los progresistas que veian aquello como una amenaza a la libertad cometio algunos asesinatos y atentados contra los casinos y las imprentas de los periodicos carlistas que se iban fundando 89 Amadeo de Saboya rey constitucional de Espana entre noviembre de 1870 y febrero de 1873 La popularidad del carlismo en aquel momento era tal que el mismo ministro Ruiz Zorrilla manifesto en el Congreso que si se sometia a plebiscito quien debia ser el rey de Espana la nacion elegiria a Carlos VII 89 Tras optar por la lucha electoral en las cortes de 1869 los carlistas o catolico monarquicos obtuvieron una veintena de diputados y en las siguientes elecciones legislativas mas de cincuenta Pero la llegada de Amadeo de Saboya considerado por los carlistas como un usurpador extranjero y odiado por ser el hijo del carcelero del Papa terminaria por imponer la opcion armada nota 3 El plan de la nueva insurreccion carlista en 1871 no era actuar en la montana sino tomar ciudades importantes mediante una sublevacion militar rapida Para ello los carlistas dirigidos por el general Cevallos habian logrado el compromiso de varios oficiales y jefes del Ejercito espanol que estaban de acuerdo con el plan urdido por Cabrera En agosto de 1871 estaba todo preparado 91 incluyendo fusiles polvora y demas pertrechos de guerra 92 pero Carlos VII no dio la orden y en septiembre suspendio los trabajos de conspiracion 93 Este aplazamiento causo un enorme disgusto entre los carlistas y motivo la dimision de los jefes de la conspiracion incluido Cevallos 94 Muchos echaron las culpas a Emilio de Arjona secretario de Don Carlos a quien una comision de carlistas catalanes que fueron recibidos por el pretendiente en Ginebra llego a buscar por los cafes y lugares publicos de la ciudad para desafiarle pero no lo encontraron 95 A principios de diciembre de 1871 Cevallos comunico que el rey admitia su dimision como comandante general y nombraba en su lugar al general Diaz de Rada 96 Este puso al mando de Cataluna a Rafael Tristany y se organizo una Junta de catalanes en Ceret Francia para que reuniera dinero y armamento 97 Cuando finalmente diese comienzo el alzamiento varios meses despues de aquel verano de 1871 la mayoria de los jefes del Ejercito no cumplieron su palabra y quedo la masa comprometida y abandonada a sus propias fuerzas por lo que segun Joaquin de Bolos no les quedo mas remedio para evitar encarcelamiento y destierros que retirarse a la montana dando origen forzosamente a la triste guerra civil 98 Tercera guerra carlista 1872 1876 Editar Articulo principal Tercera guerra carlista Fotografia de Carlos VII al frente de sus tropas durante la ultima guerra carlista Aunque los trabajos de conspiracion continuaron a principios de 1872 dentro del carlismo seguia la pugna entre los partidarios de la lucha legal entre los que destacaba Candido Nocedal que dirigia a la minoria tradicionalista en el Congreso y quienes solo creian en el recurso a las armas 99 La postura de Don Carlos abarcaba ambas tendencias Algunos meses antes del estallido de la guerra habia escrito a la princesa de Beira que no esperaba nada por las vias legales donde todo es farsa pero que queria demostrar al mundo entero que habia agotado todos los medios pacificos 100 Las elecciones del 2 de abril de 1872 en que los carlistas verian reducido ostensiblemente su numero de escanos en las Cortes resultaron decisivas para imponer la opcion armada Don Carlos considero inaceptables los procedimientos del gobierno de Sagasta durante el periodo preelectoral y el dia de la eleccion 99 y antes de que acabaran las elecciones mando que se retirasen los candidatos y que los diputados y senadores que ya hubiesen sido elegidos no se presentasen en las Cortes La insurreccion estaba ya decidida Para justificar su conducta su secretario aclaro en una comunicacion a las cancillerias extranjeras mas importantes que el partido carlista que representa la mayoria del pais rechaza en nombre de sus principios todas las maquinaciones del partido liberal que son el prologo de la disolucion social y que el duque de Madrid queria a todo trance evitar un alzamiento en armas anadiendo que aunque los carlistas habian aceptado la lucha en el terreno exigido por sus enemigos se habian empleado ilegalidades violencias y farsas para evitar que fuese a las Cortes la verdadera mayoria 101 El 8 de abril el pretendiente envio desde Ginebra una primera carta a Diaz de Rada con instrucciones reservadas y el dia 14 una segunda en la que ordenaba que se hiciese un alzamiento general el dia 21 asegurando a sus seguidores que el estaria el primero en el punto de peligro Los catalanes se anticiparon a la fecha acordada 99 y el 6 de abril salio la primera partida mandada por el general Castells en la provincia de Barcelona 102 El general Francisco Serrano autor del convenio de Amorebieta que paralizo la guerra en el Norte en 1872 Diaz de Rada se movia en Navarra Dorronsoro en Guipuzcoa Ulibarri en Vizcaya Marco de Bello en Aragon y Cucala en el Maestrazgo 99 Sin embargo la realidad de la sublevacion era muy inferior a la esperada por lo que Diaz de Rada y otros trataron de impedir que Don Carlos entrase en Espana como habia prometido Pero el pretendiente hizo caso omiso y entro en Vera de Bidasoa donde fue aclamado por la poblacion 103 Se levantaron muchas partidas en Navarra 102 y el 4 de mayo se libro la primera batalla en Oroquieta que duro solo media hora pues los carlistas que habian sido sorprendidos por sus enemigos se quedaron sin municiones El fracaso obligo a Don Carlos a cruzar el Ulzama al galope internandose en Francia por los Alduides al dia siguiente 104 A pesar de ello en las provincias vascas al igual que en la primera guerra los carlistas habian logrado hacerse fuertes Alli se produjeron los combates de Manaria y Arrigorriaga y en la accion de Onate fue herido el brigadier Ulibarri Desde entonces empezo a decaer el alzamiento en las Vascongadas y el 24 de mayo de 1872 se firmo el convenio de Amorebieta entre el general amadeista Francisco Serrano y la Diputacion de Vizcaya En el resto de Espana siguio habiendo numerosas acciones pero la guerra fue languideciendo ante los hechos ocurridos en Vascongadas 102 En Cataluna operaban entre otros jefes los generales Castells y Savalls que obtuvieron varias victorias El coronel Francesch murio al tomar por sorpresa la ciudad de Reus Pero Don Carlos animaba a sus partidarios catalanes y estos a pesar de las persecuciones que sufrian se mantenian en armas por lo que para recompensar sus meritos el pretendiente devolvio a Cataluna Aragon y Valencia sus fueros que habia derogado Felipe V siglo y medio antes en los decretos de Nueva Planta 105 Jose Caixal obispo de Seo de Urgel acompano a Don Carlos como vicario apostolico del Ejercito carlista En Valencia el general Dorregaray fue herido en campana y en diciembre de 1872 este mismo general ordeno un nuevo levantamiento en Navarra y Vascongadas En enero de 1873 el infante Alfonso de Borbon y Austria Este hermano del pretendiente entraba en Cataluna para tomar el mando de los carlistas catalanes acompanado de su esposa Maria de las Nieves de Braganza 105 La proclamacion de la Primera Republica polarizo a la sociedad espanola y proporciono nuevos apoyos a la sublevacion carlista 106 La guerra entonces se generalizo en toda Espana el 16 de julio de 1873 entro de nuevo Carlos VII por Dancharinea 107 pero ya no para ponerse al frente de unas partidas mal armadas sino de un Ejercito regular que mandaba Dorregaray y en el que se distinguia Ollo Algunas de las batallas mas destacadas en que los carlistas salieron victoriosos fueron las de Eraul ganada por Dorregaray la de Udave por Ollo la famosa de Montejurra por Carlos VII la de Lamindano por el general Martinez de Velasco 105 En 1874 los carlistas obtuvieron tambien victorias sonadas en batallas como la de Abarzuza en la que perdio la vida el general gubernamental Concha o la toma de Cuenca esta ultima bajo las ordenes directas del infante Alfonso Durante esta guerra no hubo en realidad expediciones mas que la mandada por Mendiry que fue a Santander fracasando y la del coronel Lozano que recorrio las provincias de Murcia y Almeria que fue fusilado en Albacete Tambien el cabecilla Santes realizo algunas correrias y llego hasta Aranjuez 108 La muerte en el sitio de Bilbao del general Nicolas Ollo uno de los jefes carlistas mas prestigiosos suscitaria paralelismos entre el destino de este jefe y el de Zumalacarregui y sembro la consternacion y el desaliento entre sus fuerzas navarras 109 El general Tristany al frente de tropas carlistas de Gerona Aunque en el norte se empezaban a realizar canjes de prisioneros que parecian humanizar la guerra el conflicto se recrudecio por las medidas de rigor adoptadas por el gobierno El 18 de julio de 1874 la dictadura republicana de Serrano decreto el embargo de los bienes de todos los carlistas en armas y sus auxiliares y el 29 de junio de 1875 ya reinando Alfonso XII un nuevo decreto del ministro Francisco Romero Robledo establecio que fuesen expulsadas de Espana todas las familias que tuvieran a su jefe o a alguno de sus hijos en las filas carlistas ordenando asimismo la detencion y el encarcelamiento de las personas conocidas por su adhesion o simpatia a la causa de los rebeldes 110 Llegaron hasta 13 000 los destierros acordados y a cerca de 14 000 los embargos hechos por lo que Estella y otras poblaciones bajo dominio carlista se vieron invadidas de desterrados En respuesta los carlistas tomaron medidas similares contra los partidarios del gobierno que se hallaban en su territorio 111 Tras la proclamacion de Alfonso XII por el pronunciamiento de Sagunto el rey liberal imito a Carlos VII y se coloco al frente de su Ejercito del Norte Alfonso estuvo a punto de caer prisionero en la batalla de Lacar ganada por los carlistas 112 Pero las fuerzas liberales eran tan numerosas que los carlistas no podian hacerles frente La restauracion alfonsina habia marcado el declive carlista en la guerra y restado apoyos a su causa Contribuyo mucho a desalentar a los carlistas la defeccion de Cabrera que reconocio publicamente a Alfonso desde Londres el 11 de marzo de 1875 y dirigio una proclama a sus antiguos correligionarios induciendoles a hacer lo mismo 113 Ese mismo mes se reunio Martinez Campos con Savalls cerca de Olot para mejorar el trato a los presos y heridos de ambos bandos pero esta entrevista hizo que los voluntarios empezaran a dudar de la lealtad de su jefe y como en 1839 empezaron a circular rumores de traicion entre los carlistas catalanes 114 Los generales Martinez Campos y Fernando Primo de Rivera acabaron por derrotar a los carlistas en Cataluna donde fue sitiada y tomada Seo de Urgel 115 y tras vencer Quesada sobre Perula ultimo jefe de Estado Mayor General carlista en la batalla de Zumelzu no se producirian mas acciones de importancia 116 El 17 de febrero de 1876 las fuerzas de Primo de Rivera se apoderaron del fuerte de Montejurra rendido por el brigadier Calderon y penetraron en la que habia sido la corte de Don Carlos Estella 117 En Pena Plata se libro la ultima batalla que consumaba la victoria militar alfonsina en el norte 118 Los carlistas se vieron obligados a pasar a Francia el 28 de febrero y Don Carlos se despidio de sus voluntarios con un solemne Volvere 119 A pesar de la derrota diversos carlistas consideraron que sus esfuerzos no habian sido en vano pues habrian logrado contener a la revolucion forzando la implantacion del regimen de la Restauracion mas respetuoso con la religion 120 2 Insurrecciones y conflictos carlistas posteriores Editar Los guardias civiles que resistieron el ataque de los carlistas en el Cuartel de la Badalona octubre de 1900 Despues de 1876 los carlistas prefirieron actuar a traves de la politica parlamentaria y su influyente prensa tradicionalista Divididos en distintos pareceres sobre todo en lo referente al alcance de la unidad catolica las polemicas entre periodicos carlistas produjeron un conflicto interno que en 1888 llevaria a la escision integrista Pero de manera paralela a la lucha periodistica los legitimistas espanoles siguieron protagonizando ocasionalmente conspiraciones altercados y levantamientos de partidas 121 como la mandada en 1882 por Mariano de la Coloma 122 Poco despues de fallecer Alfonso XII en casa del marques del Busto en Madrid el obispo de Daulia Jose Maria Benito Serra recibio la visita de unos carlistas encargados por el general Berriz para consultarle si seria posible y oportuno combatir con las armas a la regencia de Maria Cristina ante lo cual el anciano obispo se mostro animoso y les bendijo 123 Ese alzamiento finalmente no se llevo a cabo pero en 1897 la crisis de la monarquia alfonsina a causa de la situacion en Cuba y en Filipinas dio nuevos brios al carlismo En el clima de tension en marzo de ese ano llegaron a alzarse partidas aisladas en Puebla de San Miguel Valencia 124 y Castelnou y Calanda Teruel 125 lo que genero una cierta alarma social El diputado tradicionalista Matias Barrio y Mier condeno energicamente la intentona 126 y afirmo que eso que se supone y se nos atribuye seria antipatriotico en las presentes circunstancias 127 De hecho Don Carlos ordeno desde Bruselas a todos los carlistas que no hicieran nada que pudiera comprometer el exito de la guerra y que ayudaran con todas sus fuerzas a los encargados de defender la integridad espanola en Cuba y Filipinas 128 Los muertos a consecuencia del enfrentamiento entre carlistas y lerrouxistas de San Feliu de Llobregat 1911 Aun asi cuando Estados Unidos declaro la guerra a Espana Don Carlos amenazo formalmente con una nueva guerra civil si no se luchaba por defender el honor nacional y manifesto que no podria asumir la responsabilidad ante la Historia de la perdida de Cuba Por eso despues del tratado de Paris considerado una deshonra nacional se generalizo la opinion de que los carlistas se lanzarian a una nueva guerra civil aprovechando el gran descontento del Ejercito y del pueblo 128 Asi pues se planeo la sublevacion en la que en un principio estaba comprometido el general Weyler que se desvinculo despues 129 pero el pretendiente finalmente no dio la orden Eso motivo que algunos carlistas tratasen de hacer la guerra por su cuenta y en octubre de 1900 se alzaron algunas partidas en Badalona y algunas otras localidades espanolas 130 Todavia en el siglo XX decadas despues de la derrota en la ultima guerra el carlismo mantenia su espiritu combativo En 1906 en respuesta a los proyectos anticlericales del gobierno de Lopez Dominguez se alzaron en algunos pueblos de Cataluna pequenas partidas carlistas comandadas por Pablo Guell alias el Rubio Manuel Puigvert el Socas y Guillermo Moore aunque al igual que en 1900 actuaron sin el permiso de las autoridades de la comunion carlista 131 Ademas los militantes tradicionalistas se vieron envueltos con frecuencia en enfrentamientos violentos con grupos anticlericales como los republicanos de Lerroux singularmente en Cataluna donde tuvo lugar un episodio especialmente sangriento en 1911 132 asi como con los nacionalistas vascos 133 Noticia aparecida en El Intransigente 10 6 1907 que daba cuenta de una de las frecuentes reyertas entre carlistas y bizkaitarras nacionalistas vascos a principios del siglo XX nota 4 En Barcelona los jaimistas como se conocia a los carlistas desde 1909 se veian inmersos en la gran conflictividad social que habia quedado patente en la Semana Tragica El clima de violencia era tal que el periodico jaimista La Trinchera llego a anunciar sorteos entre sus lectores de pistolas Browning y una carabina Mauser 135 De hecho en 1919 se constituyeron en el Circulo Central Tradicionalista barcelones los llamados Sindicatos Libres cuyos dirigentes respondieron a los pistoleros anarco sindicalistas de la CNT bajo la ley del ojo por ojo 136 Estallada la Primera Guerra Mundial la mayoria de los jaimistas se pusieron de parte de los Imperios Centrales Guiados por el diputado Vazquez de Mella cuyos mitines llenaban teatros y plazas de toros aducian que Inglaterra y Francia habian sido los promotores del liberalismo y los adversarios del poderio espanol Asi pues desde sus tribunas y su prensa en especial El Correo Espanol realizaron una activa campana para mantener la neutralidad de Espana en la guerra contra los que pretendian que el pais se adhiriese a los Aliados amenazando con una guerra civil si el gobierno intervenia en el conflicto europeo 137 El tradicionalismo nuevamente dividido tras la publicacion de un manifiesto antigermanofilo de Jaime de Borbon en 1919 decayo con la dictadura de Primo de Rivera que ellos mismos ayudaron a implantar 138 pero tras la proclamacion de la Segunda Republica en 1931 la Comunion Tradicionalista logro reunificar a sus antiguos miembros y experimento un gran resurgimiento que se vio materializado en una importante minoria de diputados en las Cortes republicanas 139 Durante estos anos los tradicionalistas realizaron una intensa campana de propaganda social y se sucedieron nuevamente choques violentos con las fuerzas de la izquierda El 10 de agosto de 1932 jovenes carlistas se vieron envueltos en el golpe de Estado de Sanjurjo en Madrid y Sevilla 140 y al producirse la revolucion de 1934 los tradicionalistas se pusieron del lado de las fuerzas de orden publico y combatieron a los revolucionarios en Asturias Vascongadas Cataluna y el resto de Espana 141 nota 5 Desde 1934 Manuel Fal Conde jefe delegado de la Comunion Tradicionalista nombrado por Alfonso Carlos de Borbon el hermano de Carlos VII y ultimo pretendiente de la dinastia carlista original habia dispuesto la instruccion militar del Requete la milicia carlista En grupos de 30 requetes de toda Espana y especialmente de Navarra viajaron secretamente a la Italia fascista donde permanecerian alrededor de un mes Unos 500 de ellos fueron instruidos en el manejo de las mas avanzadas armas modernas 143 Desfile de jovenes requetes en San Sebastian tras ser tomada la ciudad por el bando nacional 13 9 1936 La entrada en el gobierno del Frente Popular en febrero de 1936 acelero los planes de sublevacion de los tradicionalistas que conspiraron con los generales Sanjurjo y Mola contra el regimen 144 Finalmente el 18 de julio de 1936 se produjo el Alzamiento conjunto de militares y requetes siendo la participacion de los segundos especialmente decisiva en Navarra Esta nueva insurreccion a la que se sumaron tambien las milicias de Renovacion Espanola Falange Partido Nacionalista Espanol y Accion Popular daria origen a la guerra civil espanola En esta ocasion y por indicaciones del mismo Alfonso Carlos la lucha de los carlistas contra el comunismo debia ser solo por Dios y por Espana sin mirar las cuestiones personales de partidos 145 Organizados en hasta 67 Tercios de Requetes durante la contienda llegaron a combatir mas de 60 000 boinas rojas de los cuales murieron en combate una decima parte y casi la mitad resultaron heridos destacando singularmente por su numero de bajas el Tercio de Montserrat compuesto exclusivamente por catalanes huidos de la zona republicana 146 Aunque se habian levantado en armas sin interes partidista en las primeras semanas de la guerra los carlistas confiaban aun en que el regimen resultante de la rebelion seria tradicionalista Fal Conde manifesto a finales de agosto que el nuevo espiritu de renacimiento espanol nacional e imperial se inspiraba en el tradicionalismo espanol y que este estaba proximo a plasmar en realidad sus doctrinas 147 Finalmente en abril de 1937 el general Franco disolvio la Comunion Tradicionalista en el que iba a ser el partido unico del regimen Falange Espanola Tradicionalista y de las JONS No obstante Franco proclamo que el Movimiento era heredero del carlismo y el 9 de marzo de 1938 con motivo de la fiesta de los Martires de la Tradicion nombro tenientes honorarios del Ejercito a todos los veteranos supervivientes de las guerras carlistas considerando aquellas Cruzadas del siglo XIX como precursoras del Movimiento Nacional lo que equivalia a legitimar a cuantos habian tomado las armas en el pasado contra la Espana constitucional 148 La propia escolta de Franco estaria compuesta por requetes 149 Una multitud de carlistas en la concentracion anual de Montejurra 1966 El carlismo nuevamente dividido en diversas facciones principalmente javieristas carlooctavistas juanistas y sivattistas siguio actuando durante el franquismo con mayor o menor afinidad al regimen y militantes carlistas protagonizaron en ocasiones altercados Liderados por Manuel Fal Conde los javieristas en concreto llegaron a ser calificados peyorativamente por el propio Franco como un diminuto grupo de integristas 150 Hubo incluso carlistas que participaron en asaltos y saqueos de algunas de las capillas protestantes que se iban instalando en Espana despues de 1945 ante lo que consideraban una inmensa propaganda protestante 151 Al aparecer a finales de la decada de 1960 un neocarlismo de izquierdas auspiciado por la secretaria del principe Carlos Hugo de Borbon Parma 152 tambien se fundo una organizacion marginal violenta conocida como Grupos de Accion Carlista que fue desarticulada por la policia en 1971 y entre cuyos principales atentados figura la colocacion de una bomba en la imprenta del periodico carlista El Pensamiento Navarro que se negaba a abandonar el ideario tradicionalista Sin embargo este atentado fue reivindicado anos despues por ETA 153 Durante el tardofranquismo y la Transicion actuaron asimismo los Guerrilleros de Cristo Rey agrupacion antagonica buena parte de cuyos miembros provenian del carlismo tradicionalista 154 Para mantener la ortodoxia del carlismo en 1975 el hermano de Carlos Hugo Sixto Enrique de Borbon proclamo que asumia la tarea de reorganizar la Comunion Tradicionalista 155 y en mayo del ano siguiente se produjeron los llamados sucesos de Montejurra en los que tras una pelea a palos y garrotazos entre las facciones carlohuguista y sixtina resultaron muertos un militante de la HOAC y un miembro del MCE el primero de los cuales fallecio a consecuencia de disparos efectuados por el requete Jose Luis Marin Garcia Verde uno de los simpatizantes de Sixto 156 157 Durante la Transicion fueron tambien asesinados por ETA varios carlistas tradicionalistas 158 entre ellos el jefe de las Juventudes Tradicionalistas de Vizcaya 159 algunos alcaldes del pais vasco y Navarra 160 y el presidente de la Diputacion de Guipuzcoa Juan Maria de Araluce 161 Segun Ignacio Gonzalez Janzen hubo carlistas de Sixto que participaron despues en el Batallon Vasco Espanol 162 Hasta su desaparicion en 1981 el periodico carlista El Pensamiento Navarro denuncio la oleada de atentados y amenazas de ETA 163 En la decada de 1990 aun eran frecuentes los incidentes entre carlistas y militantes de Herri Batasuna en la localidad navarra de Leiza 164 nota 6 Motivaciones EditarAl analizar lo que habia movido a los carlistas a alzarse en armas en diversas ocasiones a lo largo del siglo XIX el poligrafo Marcelino Menendez Pelayo escribio que aquello se habia producido no ciertamente por interes dinastico ni por interes fuerista ni siquiera por amor muy declarado y fervoroso a este o al otro sistema politico sino por algo mas hondo que todo eso por la instintiva reaccion del sentimiento catolico brutalmente escarnecido y por la generosa repugnancia a mezclarse con la turba en que se infamaron los degolladores de los frailes y los jueces de los degolladores los robadores y los incendiarios de las iglesias y los vendedores y compradores de sus bienes 169 Refiriendose en concreto a los principios esgrimidos por uno y otro bando en la primera guerra carlista conocida entonces como guerra de los siete anos el carlista Luis F de Toledo y de Belloch en un folleto publicado en 1870 escribio Yo levanto la voz en grito que se oiga desde la cumbre mas alta de los Pirineos hasta las columnas de Hercules Espanoles todos los que estais desenganados y los que vivis en la ilusion escuchad La guerra de los siete anos entre don Carlos V y dona Isabel II no fue guerra de legitimidad sino guerra de principios Dona Isabel y sus capitanes para arrastrar al pueblo a sus filas no clamaban viva Isabel II la legitima sino viva Isabel II la liberal y los adictos a don Carlos V clamaban viva nuestro rey catolico viva nuestro rey legitimo Espana entonces se dividio en dos bandos el uno liberal que pugnaba por coronar a dona Isabel II y quemaba los conventos saqueaba los templos despojaba la Iglesia creaba enjambres de empleados que eran ejercitos estacionados en las ciudades y pueblos que cobraban sueldo con achaque de empleos a fin de que gritaran Viva nuestra reina constitucional Nunca gritaron viva nuestra reina legitima Los carlistas clamaban viva nuestro rey catolico viva la religion guerra a los enemigos de Dios 170 El espiritu de guerra santa cobraria todavia mayor relieve en la tercera guerra carlista 171 pues los carlistas consideraban que la revolucion de septiembre de 1868 habia atropellado la justicia la moral la religion y todos los respetos divinos y humanos 172 Al explicar las razones de este ultimo alzamiento el general Francisco Savalls afirmaba que los revolucionarios habian condenado a la indigencia a los sacerdotes mientras protegian cultos extranos en el seno de la nacion catolica por excelencia 172 y que la Constitucion de 1869 era atea y hasta diabolica pues hacia de cada hombre un dios con sus derechos ilegislables anteriores y superiores a toda autoridad 173 Para el carlismo la etapa democratica habia supuesto un ataque a la familia al establecer el matrimonio civil se habia anulado la educacion moral de la infancia al desterrar de las escuelas los libros de doctrina cristiana y se habia pervertido tambien la ensenanza superior con una libertad licenciosa 173 Segun los insurrectos al eliminar la censura de la prensa los revolucionarios habian permitido publicaciones impias e indecentes y con el derecho de asociacion habian facilitado a los licenciosos reunirse para atacar y destruir todo lo que respeta una sociedad bien organizada 171 Otra de las constantes en el movimiento carlista junto con la reivindicacion de la religion ultrajada fue el ideal patriotico 174 que las proclamas de los carlistas invocaban a menudo Por ejemplo en la primera guerra Zumalacarregui aludia al yugo al que las naciones extranjeras habian tratado de imponer a la heroica Espana 175 en la segunda Cabrera insistia en que no se trataba ya de otra guerra dinastica sino de independencia como la de 1808 por lo que los buenos espanoles debian unirse bajo las banderas de Carlos VI 176 y en la tercera producida durante el reinado de Amadeo de Saboya el mismo pretendiente Carlos VII ordenaba que se hiciera el alzamiento al grito de Abajo el extranjero Viva Espana 177 En esta ultima el general Rafael Tristany llamaba a las armas a todos los catalanes que sintiesen su pecho inflamado con la santa llama del puro espanolismo 178 y fue calificada como guerra de desagravio nacional por Savalls 171 quien manifestaba que los carlistas se alzaban contra un gobierno extranjero apelando al honor de la patria y a las resistencias de Sagunto y Gerona asi como a los nombres de Viriato y Mina como heroes de la independencia espanola 179 La consigna invocando a los macabeos era mas vale morir en la batalla que no ver los males de nuestra patria 180 Cuestion foral Editar La cuestion foral tuvo tambien mucha importancia en el periodo de las guerras carlistas ya que los fueros habia permitido que el carlismo triunfase en las provincias Vascongadas y Navarra donde los Voluntarios Realistas no pudieron ser purgados del Ejercito como en el resto de Espana 6 y cobraron significacion politica especialmente durante la tercera guerra carlista cuando el pretendiente Carlos de Borbon y Austria Este restauro tambien los fueros de Cataluna Valencia y Aragon nota 7 Tradicionalmente la historiografia ha considerado que el fuerismo vasco navarro fue junto con la defensa del catolicismo uno de los factores principales que impulsaron la movilizacion carlista en el norte Sin embargo en los ultimos anos se ha revisado totalmente esta vision primero para negarla afirmando que en 1833 no existia tal reivindicacion y despues para volverla a tomar con matices 182 El capitan de lanceros ingles Charles Frederick Henningsen que combatio en la primera guerra carlista en el bando legitimista escribio en 1836 que ni el 5 de los insurrectos conocia realmente el significado de la palabra fueros aunque era familiar a su oido y que al preguntar a los soldados por que luchaban le contestaban invariablemente Por Carlos V o Por el Rey 183 Del mismo parecer era John Francis Bacon consul britanico en Bilbao entre 1830 y 1837 quien afirmo que no hay nada de comun entre la rebelion carlista de las Provincias Vascongadas y los fueros que poseian 184 Tambien en 1845 Juan Antonio de Zaratiegui ayudante y secretario del general Zumalacarregui dejo escrito que era un error afirmar que los navarros habian tomado las armas en la primera guerra carlista para defender sus fueros ya que en 1833 estaban plenamente vigentes En su obra Vida y hechos de don Tomas de Zumalacarregui Zaratiegui afirmaba poder demostrar que el alzamiento en Navarra no tuvo otro objeto que la defensa de los derechos a la corona de Espana del infante Carlos Maria Isidro y protestaba contra los que sostuviesen lo contrario 185 Pronunciamiento de Munagorri en favor de la paz y los fueros en Berastegui 1838 De acuerdo con el escritor fuerista Jose Maria Angulo y de la Hormaza en las Provincias Vascongadas y Navarra fue precisamente el deseo de conservar los fueros lo que propicio el fin de la primera guerra carlista El escribano Jose Antonio Munagorri popularizo para ello con la cooperacion del gobierno el lema de Paz y Fueros que facilitaria la conclusion del conflicto mediante el Convenio de Vergara firmado por el general Maroto considerado como el gran traidor de la causa carlista 186 De acuerdo con este autor los fueros tampoco habrian sido de hecho la causa de que en las Provincias Vascongadas y Navarra triunfase el alzamiento carlista por segunda vez en 1872 sino el anticlericalismo y los desordenes del Sexenio Democratico Segun Angulo y de la Hormaza el deseo de conservar los fueros habria sido incluso un impedimento para ir a la guerra ya que la derrota militar podia conllevar la perdida de los mismos La consigna al producirse el levantamiento seria Salvemos la Religion aunque perezcan los Fueros 187 nota 8 Para el politico liberal vizcaino Fidel de Sagarminaga 190 vincular los fueros al carlismo era un error ya que habia sido la reivindicacion religiosa y no los fueros lo que habia producido el ultimo alzamiento en la region vasco navarra donde a diferencia de otras regiones espanolas no habian triunfado insurrecciones carlistas entre 1839 y 1868 durante todo el reinado de Isabel II 191 Ante la amenaza de que el gobierno de Canovas del Castillo los suprimiera en su obra Dos palabras sobre el carlismo vascongado 1875 manifesto Hoy nos basta haber procurado demostrar que el carlismo vascongado es un fenomeno con accidentes locales pero cuya esencia no radica ni vive sola en aquella region que los fueros no han sido en lo mas minimo parte para producirle y que en ello no pueden encontrar apoyo los sediciosos y trastornadores hasta el punto de que solo en el bando de los leales vascongados se encuentran la genuina representacion de aquellas instituciones que la causa que tan dolorosamente ha fomentado la guerra civil no es otra que la religiosa esplotada a su vez por ambiciosos de profesion abrazada con ardor por animos inflamables y predicada por ministros del altar con mas fe que cordura que la cuestion religiosa ha sido causa poderosisima de guerra por la forma en que se ha introducido y las imprudencias de los que la promovieron que castigar al pueblo vascongado con la perdida de sus instituciones seria confundir por primera vez de una manera solemne y eficaz a los fueros con el carlismo que en ello se cometeria una grandiosisima injusticia con respecto a los buenos vascongados y no son pocos victimas mas que nadie de la alteracion y de la guerra carlista y que es en suma contrario a toda justicia a toda politica previsora buscar en las venganzas el castigo y en la agravacion de los males su remedio 192 A pesar de estos ruegos los fueros vasco navarros fueron finalmente suprimidos al promulgarse la Constitucion espanola de 1876 poco despues de la tercera guerra carlista A cambio en 1878 Navarra y las provincias vascas obtuvieron el Convenio y Concierto economico respectivamente 193 Notas Editar En la carta dirigida a su hija la que fuera regente de Espana decia literalmente Viendo en fin que yo no tendria nunca el triste valor que procuraba inspirarme me trato de alma debil y pusilanime y acercandose ella misma al lecho del dolor se dirigio al moribundo y le presento el papel que era menester que firmase Tu padre entonces dirigiendo hacia ella una mirada suplicante en que apenas se percibia la ultima chispa de vida le dijo con voz apagada Dejame morir Pero tu tia Carlota asiendole la mano y llevando la pluma que ella habia colocado le grito Se trata de morir bien se trata de firmar Mira tu hija mia a que precio te ha hecho Reina tu tia Carlota 17 Maria Cristina de Borbon Dos Sicilias 1842 Los realistas fernandinos daban vivas al rey absoluto 19 en contraposicion a rey constitucional 20 al considerar que el monarca debia estar limitado por los preceptos de la religion catolica y las leyes del reino pero no por una Constitucion liberal que proclamase la soberania popular Segun los realistas fernandinos y posteriormente los carlistas este principio era una herejia y un absurdo que se oponia al origen divino del poder y al principio de autoridad 21 Sin embargo los carlistas rechazaron siempre el apelativo de absolutistas y de hecho la Princesa de Beira portavoz del carlismo en la decada de 1860 se lo arrojaria a sus adversarios diciendo en su carta a los espanoles que el liberalismo es puro absolutismo porque se atribuye a si un poder que no viene de Dios de quien prescinde 22 Durante la misma votacion en las Cortes para nombrar a Amadeo de Saboya rey de Espana el diputado carlista Antonio Juan de Vildosola ya habia amenazado que le combatirian por todos los medios 90 El diputado Rafael Diaz Aguado y Salaberry llego a decir en el Congreso que era un honor para los carlistas ser odiados por los nacionalistas vascos y que se bastaban ellos solos para combatir a los enemigos de la Patria sin necesidad de que actuara la autoridad 134 El vallense Tomas Cayla manifesto que los tradicionalistas habian cumplido con su deber al ponerse incondicionalmente al lado de la autoridad militar por el restablecimiento del orden perturbado pero que habia sido un sacrificio para ellos actuar bajo la bandera republicana que consideraban el simbolo de las causas de todo lo que ocurria 142 En uno de los mas destacados sucedido en las fiestas patronales de 1996 radicales proetarras apedrearon la casa de la historica familia carlista Baleztena en cuyo balcon tenian colgada una bandera de Espana agredieron a una anciana que se hallaba en su interior y taparon despues la fachada con globos de helio y una ikurrina En respuesta Silvestre Zubitur concejal de Leiza abatio los globos con una escopeta de perdigones y cayo al suelo la ikurrina 165 166 Zubitur tambien estuvo presente en un acto carlista celebrado en 2019 en la misma localidad durante el cual se rindio un homenaje a Joaquin Muruzabal primer requete navarro muerto en la guerra civil que fue denunciado por EH Bildu en el Congreso de los Diputados 167 Tambien en Pamplona la casa de la familia Baleztena famosa por su espanolismo carlista y su estrecha vinculacion con los Sanfermines llego a sufrir un atentado con bomba de ETA y en 2017 seguia siendo blanco de amenazas 168 La llegada de los borbones y el triunfo de Felipe V en la guerra de sucesion habia supuesto la supresion de los fueros de la corona de Aragon pero en el siglo XIX permanecian aun los vascos y navarros El sistema foral vasco navarro otorgaba ciertos privilegios En el ambito economico por ejemplo las aduanas interiores permitian la libre importacion de productos y en lo politico el pase foral conseguia o negaba validez a las disposiciones reales limitando la autoridad del rey Tras la primera guerra carlista el gobierno liberal no suprimio completamente los fueros de las Vascongadas y Navarra ya que el convenio de Vergara obligaba al Estado liberal a respetarlos siempre que no entraran en conflicto con el nuevo orden constitucional 181 Segun Fermin de Lasala este grito habia sido ya pronunciado en Zumarraga anos antes en 1865 durante una reunion de personas muy influyentes de Guipuzcoa Ese ano se habia producido el reconocimiento por parte de Isabel II del reino de Italia enemigo del papa Pio IX y desde entonces los vascongados antiliberales habian contemplado la posibilidad de llegar incluso a la guerra contra el gobierno dando a la cuestion religiosa prioridad sobre la foral 188 Este mismo relato lo corrobora el historiador Arturo Cajal Valero quien afirma que la sentencia Salvemos nuestras almas aunque sucumban los fueros se pronuncio en petit comite en una de las reuniones electorales que mantuvieron los neocatolicos vascos en 1865 y que esa exclamacion iba a inspirarles implicitamente en adelante El liberal Jose Manuel Aguirre Miramon fue uno de los que constato el dato y se aparto de la candidatura por considerar que la causa del pais vascongado exigia la habitual politica sensata de no beligerancia frontal contra el Poder central y que la politica tradicionalista era peligrosisima para el regimen foral 189 Referencias Editar Ferrer 1959 b p 262 a b Oyarzun 1944 p 397 a b c Bullon de Mendoza 1991 p 688 Bullon de Mendoza 1991 p 16 Bullon de Mendoza 1991 p 116 a b 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